2. De hecho el chico, desde que era pequeño, deseaba viajar por todo el mundo, para tener nuevas amistades procedentes de muchos países diferentes. Él nunca había tenido verdaderos amigos y muchas veces fantaseaba con este sueño contando sus secretos al único objeto que tuviera como más caro: un diario secreto que le había sido regalado en su niñez. Todas la noches solía apuntar sobre esta libreta los acontecimientos más significativos del día y aquella noche, aún emocionado por lo que le había pasado por la tarde, no se olvidó escribirlo.

3. Se le ocurrió una idea estupenda: habría empezado un largo viaje solo, pero sin destino, porque estaba convencido de que los amigos habrían llegado en los momentos más improbables. Quería emprenderlo a toda costa porque se daba cuenta de que algo positivo habría sucedido. Después de algunos días de preparación, el chico decidió coger el primer tren para el ignoto; en la estación cerró los ojos y moviendo su dedo arriba y abajo sobre la plantilla de los horarios, dejó que el caso eligiera en su lugar. Y cuando volviò a abrirlos su dedo estaba sobre Italia. Mientras estaba a punto de subirse al tren, mirando rápidamente al cielo, vio que unas nubes negras se amontaban al orizonte y amenazaban una tormenta, parecía casi alertar al chico de algún apuro futuro...¿un presagio, tal vez?

4. Después de muchas horas de tren Juan llegó finalmente a Italia y como primer destino eligió la metrópoli de Milán, de la que tanto había oído hablar. Allí permaneció en un hotel durante algunas semanas con la esperanza de conocer a nuevos amigos. Y una mañana paseando por las calles de la periferia, fue atraído por unos chicos que estaban jugando a fútbol. Un jugador falló el tiro y el balón llegó justo a los pies de Juan. Otro sueño que tenía, además de viajar por el mundo, era el de ser un día un jugador famoso y sin perder tiempo lanzó el balón a los chicos que le invitaron a jugar.

5. Y fue entonces que las cosas empezaron a cambiar. El grupo era controlado por un entrenador que, después de haber visto las actuaciones del chico mientras jugaba, asombrado por su habiladad, le propuso entrar en el equipo. El chico, desconcertado, aceptó pronto la propuesta: ¡le parecià un sueño! Partido tras partido alcanzó un gran éxito, llegó a ser dentro de poco tiempo una estrella del fútbol juvenil: todos hablaban de sus prestaciones y muchos entrenadores habrían pagado oro para tenerlo en su equipo.

6. Pero de esta forma Juan se dio cuenta de que se había quedado solo y que lo único que le podía ser de consuelo era su gloria efímera. No había logrado hacerse nuevos amigos además de sus compañeros de equipo, que, sin embargo, tenían envidia de su talento. Sólo entonces se acordó de su libreta y volviendo a leerla, pagina tras pagina, descubrió que todo lo que había realizado hasta entonces no había sido el verdadero objetivo de su busqueda: su deseo inicial había sido reemplazado por la fama.

7. Durante la noche reflexionó mucho y pasó por una crisis interior muy fuerte; habría querido pedir ayuda pero se dio cuenta de que no tenía nadie cerca de sí mismo en ese momento y que habría tenido que hacerlo todo solo.

8. Se hizo fuerte y a la mañana siguiente decidió ponerse en viaje otra vez, pero esta vez hacia el extremo norte, en un lugar lejano, para huir tal vez también de sí mismo. Pronto se embarcó pero después de una pausa en un pequeño puerto, la nave registró un grave problema al motor y durante un momento Juan creyó verdaderamente que su sueño había sido destrozado otra vez.

9. Bajó del barco y, desesperado como nunca antes en su vida, se derrumbó al suelo, con la cara en la nieve, como si fuera un niño. Y fue entonces que cuatro chicos de su misma edad le vieron mientras estaban paseando por allì. Se dieron cuenta de su desesperación, se acercaron a él y le invitaron a levantarse y a contarles su historia para desahogarse. Juan se quedó muy sorprendido por este sentimiento de solidaridad y contó todas sus peripecias a sus nuevos amigos. Estos, tras haber escuchado su historia, decidieron ayudarle en el largo viaje de vuelta a Lisboa.

10. Durante el camino entre Juan y los cuatro chicos nació una fuerte amistad, imprevisible y natural. El chico se dio cuenta de haber encontrado, en fin, verdaderos amigos. Al final de su aventura, regresado a casa cansado y feliz, entendió que había realizado su deseo: ya no era solo, sino que se sentía parte de un grupo, gracias a la armonía de la sincera amistad.