1. Escrito en la piel es uno de los cuentos cortos para
adolescentes de la colección cuentos sobre accidentes de la
escritora María Teresa Di Dio para adolescentes y adultos.
La llovizna persistía desde la madrugada. Soledad despertó tan pronto el reloj sonó,
como todos los días…las siete en punto. ¡Que pesadilla! Durante unos minutos se
quedó pensativa. Tenía recuerdos de lo que había soñado, las imágenes pasaban ante
su mirada, veía un automóvil dar varias vueltas y luego incendiarse, quedando una
persona atrapada en su interior.
Y así, como quien no quiere desprenderse de un sueño, ella se metió debajo del agua
de la ducha, sabía que debía apurarse…algunos sorbos de café y rápidamente estaba
en la calle rumbo a la editorial del diario, donde trabajaba desde hacía cinco años. Las
noticias corrían rápido, cada minuto era crucial, una manifestación, algo de política,
de aquí y de allá. También le tocaba hacer reportajes a veces sus notas eran tristes y
no tan gratas como hubiese deseado.
Su compañero había enfermado y tenía que cubrirlo, mientras ella se dirigía rumbo al
aeropuerto para entrevistar a un funcionario, consultó la hora, las 9,30 se dio cuenta
que se le hacía tarde, el avión llegaba en ese momento…de pronto un perro se cruza
en el camino, Soledad aprieta losfrenos bruscamente, no se da cuenta que la velocidad
era excesiva ni que el asfalto tenía agua y hielo, el auto da varias vueltas y finalmente
se estrella contra un árbol para terminar incendiado.
Meses más tarde ella despierta en una fría sala de hospital. No recuerda cómo llegó,
su memoria está lenta, su rostro y sus brazos arañados y quemados forman extraños
dibujos. Ella…había amanecido con un escrito en la piel que permanecerá en su vida
por el resto de los días.
El espejo- Luis Pisa Tolosa- ESP
Diego era un niño de siete años, vivía en un barrio de una gran ciudad, tenía muchos
amigos y una gran familia. Era hijo único, por lo que en casa no tenía con quien
divertirse, su madre era ama de casa y su padre trabajaba mucho y solía llegar tarde,
pero eso sí, no faltaba a ningún desayuno con él y su madre.
Mamá era todo ternura y papá era un poco más frío pero no por ello le quería menos.
Era un día de febrero cuando se levantaron los tres y ocurrió algo que él nunca había
visto, ¡mamá llevaba un ojo morado!
2. Él preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?-
Pero papá irrumpió rápidamente y le dijo
– Nada Diego, es normal.
Pero todos los desayunos empezaron a hacerse extraños por la apariencia de mamá y
por el silencio. Un día mamá despertó con el labio partido y Diego preguntó
– ¿Qué te ha pasado mamá?
De nuevo irrumpía papá
-Nada Diego, es normal.
Pasaban los días y mamá levantaba con golpes en el cuerpo, en las mejillas… y Diego
quería saber
– ¿Qué te pasa por las noches mamá? Mamá callaba y papá decía
– Diego, no pasa nada, es normal.
Un día papá apareció en casa antes de lo normal, había discutido con unos socios y
llevaba el labio partido, los ojoshinchados y morados y el brazo no paraba de sangrar.
Diego no preguntó, lo cogió de la mano y de la otra cogió a mamá, los llevó al espejo
y le dijo a papá
– No te preocupes, no es nada, es normal.
Desde aquella mañana, el monstruo en el que se había convertido papá al maltratar a
mamá cesó y todas las mañanas mamá levantaba con buena cara, desde entonces papá
era el que preparaba el desayuno y se volvía a reír y a disfrutar del desayuno como
antes de los golpes.
Linguistas- Mario Benedetti
Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de
lingüística y afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y sus papeles y se dirigió a la
salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos
estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento
con una admiración rallana en la grosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales
adquirieron vigencia fónica: ¡Qué sintagma, qué polisemia, qué significante, qué diacronía,
qué centrar ceterorum, qué zungespitze, qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló
impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Solo se la vio sonreír, halagada y, tal
vez, vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su
oído: ¡Cosita linda!
3. El hombre que aprendió a ladrar- Benedetti
Lo ciertoes que fueronañosde arduoy pragmáticoaprendizaje,conlapsosde desalineamientoen
losque estuvoa puntode desistir.Pero al fintriunfólaperseveranciayRaimundoaprendióa
ladrar.No a imitarladridos,comosuelenhaceralgunoschistososoque se creentales,sino
verdaderamentealadrar.¿Qué lohabía impulsadoaese adiestramiento?Ante susamigosse
autoflagelabacon humor:"La verdadesque ladropor no llorar".Sinembargo,larazónmás
valederaerasuamor casi franciscanohaciasus hermanosperros.Amorescomunicación.
¿Cómoamar entoncessincomunicarse?
Para Raimundorepresentóundíade gloriacuandosu ladridofue porfincomprendidoporLeo,su
hermanoperro,y (algomásextraordinarioaún) él comprendióel ladridode Leo.A partirde ese
día Raimundoy Leose tendían,porlo general enlosatardeceres,bajolaglorietaydialogaban
sobre temasgenerales.A pesarde suamor por loshermanosperros,Raimundonuncahabía
imaginadoque Leotuvieraunatan sagazvisióndel mundo.
Por fin,unatarde se animóa preguntarle,envariossobriosladridos:"Dime,Leo,contoda
franqueza:¿qué opinásde mi formade ladrar?".La respuestade Leofue bastante escuetay
sincera:"Yo diría que lohacesbastante bien,perotendrásque mejorar.Cuandoladras,todavíase
te notael acentohumano."
Mucho gusto- Benedetti
Se habían encontrado en la barra de un bar, cada uno frente a una jarra de cerveza, y habían
empezado a conversar al principio, como es lo normal, sobre el tiempo y la crisis; luego, de
temas varios, y no siempre racionalmente encadenados. Al parecer, el flaco era escritor, el
otro, un señor cualquiera. No bien supo que el flaco era literato, el señor cualquiera, empezó
a elogiar la condición de artista, eso que llamaba el sencillo privilegio de poder escribir.
-No crea que es algo tan estupendo -dijo el Flaco-, también hay momentos de profundo
desamparo en lo que se llega a la conclusión de que todo lo que se ha escrito es una basura;
probablemente no lo sea, pero uno así lo cree. Sin ir más lejos, no hace mucho, junté todos
mis inéditos, o sea un trabajo de varios años, llamé a mi mejor amigo y le dije: Mira, esto no
sirve, pero comprenderás que para mí es demasiado doloroso destruirlo, así que hazme un
favor; quémalos; júrame que lo vas a quemar, y me lo juró.
El señor cualquiera quedó muy impresionado ante aquel gesto autocrítico, pero no se atrevió
a hacer ningún comentario. Tras un buen rato de silencio, se rascó la nuca y empinó la jarra
de cerveza.
-Oiga, don -dijo sin pestañear-, hace rato que hemos hablado y ni siquiera nos hemos
presentado, mi nombre es Ernesto Chávez, viajante de comercio -y le tendió la mano.
-Mucho gusto -dijo el otro, oprimiéndola con sus dedos huesudos-, Franz Kafka, para
servirle.
El otro yo- Benedetti
Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras,
leía historietas, hacía ruido cuando comía, se metía los dedos a la nariz, roncaba en
la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tenía Otro Yo.
4. El Otro Yo usaba cierta poesía en la mirada, se enamoraba de las actrices, mentía
cautelosamente, se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba
mucho su OtroYoy le hacía sentirse incómodo frente a sus amigos. Por otra parte el
Otro Yoera melancólico, y debido a ello, Armando no podía ser tan vulgar como era
su deseo.
Una tardeArmandollegó cansado del trabajo, sequitó los zapatos, movió lentamente
los dedos de los pies y encendió la radio. En la radio estabaMozart, peroel muchacho
se durmió. Cuando despertó el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer
momento, el muchacho no supo que hacer, pero después se rehizo e insultó
concienzudamente al OtroYo. Este no dijo nada, peroa la mañana siguiente se había
suicidado.
Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero
enseguida pensó que ahora sí podría ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo
reconfortó.
Sólo llevaba cinco días de luto, cuando salió la calle con el propósito de lucir su nueva
y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de
felicidad e inmediatamente estalló en risotadas. Sin embargo, cuando pasaron junto
a él, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanzó a
escuchar que comentaban: “Pobre Armando. Y pensar que parecía tan fuerte y
saludable”.
El muchacho no tuvo más remedio que dejar de reír y, al mismo tiempo, sintió a la
altura del esternón un ahogo que se parecía bastante a la nostalgia. Pero no pudo
sentir auténtica melancolía, porque toda la melancolía se la había llevado el OtroYo.
Los bomberos- Benedetti
Olegario no sólo fueun as delpresentimiento, sino queademássiempreestuvo
muyorgullosode su poder.A veces se quedaba absortoporun instante, y luego
decía: "Mañanava a llover". Y llovía. Otras veces se rascabala nuca yanunciaba:
"El martes saldrá el 57 a la cabeza". Y el martes salía el 57 a la cabeza. Entresus
amigos gozaba de una admiración sin límites.
Algunos de ellos recuerdan el más famoso de sus aciertos. Caminaban con él
frente a la Universidad, cuando de pronto el aire matutino fue atravesado por
el sonido y la furia de los bomberos. Olegario sonrió de modo casi
imperceptible, y dijo: "Es posible que mi casa se esté quemando".
Llamaron un taxi y encargaron al chofer que siguiera de cerca a los bomberos.
Éstos tomaron por Rivera, y Olegario dijo: "Es casi seguro que mi casa se esté
quemando". Los amigos guardaron un respetuoso y afable silencio; tanto lo
admiraban.
Los bomberossiguieron por Pereyra y la nerviosidad llegó a su colmo. Cuando
doblaron por la calle en que vivía Olegario, los amigos se pusieron tiesos de
expectativa. Por fin, frente mismo a la llameante casa de Olegario, el carro de
bomberos se detuvo y los hombres comenzaron rápida y serenamente los
5. preparativos de rigor. De vez en cuando, desde las ventanas de la planta alta,
alguna astilla volaba por los aires.
Con toda parsimonia, Olegario bajó del taxi. Se acomodó el nudo de la corbata,
y luego, con un aire de humildevencedor, se aprestó a recibir las felicitaciones
y los abrazos de sus buenos amigos.
La inmolación por la belleza
El erizo era feo y lo sabía. Por eso vivía en sitios apartados, en matorrales
sombríos, sin hablar con nadie, siempre solitario y taciturno, siempretriste, él,
queen realidad tenía un carácteralegrey gustaba dela compañíade losdemás.
Sólo se atrevía a salir a altas horas de la noche y, si entonces oía pasos,
rápidamenteerizaba sus púasy se convertía en una bola para ocultar su rubor.
Una vez alguien encontró una esfera híspida, ese tremendo alfiletero. En lugar
de rociarlo con agua o arrojarlehumo -como aconsejan los librosde zoología-,
tomó una sarta de perlas, un racimo de uvas de cristal, piedras preciosas, o
quizá falsas, cascabeles, dos o tres lentejuelas, varias luciérnagas, un dije de
oro, flores de nácar y de terciopelo, mariposasartificiales, un coral, una pluma
y un botón, y los fue enhebrando en cada una de las agujas del erizo, hasta
transformar a aquella criatura desagradable en un animal fabuloso.
Todosacudieron a contemplarlo. Según quién lo mirase, semejaba la corona de
un emperador bizantino, un fragmento de la cola del Pájaro Roc o, si las
luciérnagasse encendían, elfanal deuna góndolaempavesada para la fiesta del
Bucentauro, o, si lo miraba algún envidioso, un bufón.
El erizo escuchaba las voces, las exclamaciones, los aplausos, y lloraba de
felicidad. Pero no se atrevía a moverse por temor de que se le desprendiera
aquelropajemiliunanochesco. Asípermaneció durantetodo elverano. Cuando
llegaron los primeros fríos, había muerto de hambre y de sed. Pero seguía
hermoso.
Cuento de horror
La señora Smithson,deLondres(estashistoriassiempreocurrenentreingleses)
resolvió matar a su marido,no pornada sino porqueestaba harta deél después
de cincuenta años de matrimonio. Se lo dijo:
-Thaddeus, voy a matarte.
-Bromeas, Euphemia -se rió el infeliz.
-¿Cuándo he bromeado yo?
6. -Nunca, es verdad.
-¿Por qué habría de bromear ahora y justamente en un asunto tan serio?
-¿Y cómo me matarás? -siguió riendo Thaddeus Smithson.
-Todavía no lo sé. Quizá poniéndote todos los días una pequeña dosis de
arsénico en la comida. Quizás aflojando una pieza en el motor del automóvil. O
te haré rodar por la escalera, aprovecharé cuando estés dormido para
aplastarteel cráneo con un candelabrodeplata, conectaréa la bañera un cable
de electricidad. Ya veremos.
El señor Smithson comprendió quesu mujer no bromeaba. Perdió elsueño y el
apetito. Enfermó del corazón, del sisema nervioso y de la cabeza. Seis meses
después falleció. Euphemia Smithson, que era una mujer piadosa, le agradeció
a Dios haberla librado de ser una asesina.
El sexo delosángeles- Benedetti
Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los
hombresy mujeres detodas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles.
El dato, nunca confirmado, de que los ángeles no hacen el amor, quizá
signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales.
Otra versión, tampoco confirmada pero más verosímil, sugiere que si bien los
ángeles no hacen el amor con sus cuerpos (por la mera razón de que carecen
7. de los mismos) lo celebran en cambio con palabras, vale decir con las
adecuadas.
Así, cada vez que Ángel y Ángela se encuentran en el cruce de dos
transparencias, empiezan por mirarse, seducirse y tentarse mediante el
intercambio de miradas que, por supuesto, son angelicales.
Y si Ángel, para abrir el fuego, dice: "Semilla", Ángela, para atizarlo, responde:
"Surco". El dice: "Alud" y ella, tiernamente: "Abismo".
Las palabras se cruzan, vertiginosas como meteoritos o acariciantes como
copos.
Ángel dice: "Madero". Y Ángela: "Caverna".
Aletean por ahí un Ángel de la Guarda, misógino y silente, y un Ángel de la
Muerte, viudo y tenebroso. Pero el par amatorio no se interrumpe, sigue
silabeando su amor.
Él dice: "Manantial". Y ella: "Cuenca".
Las sílabasse impregnan derocío y, aquí y allá, entrecristales de nieve, circulan
el aire y su expectativa.
Ángel dice: "Estoque", y Ángela, radiante: "Herida". El dice: "Tañido", y ella:
"Rebato".
Y en el preciso instante del orgasmo ultraterreno, los cirros y los cúmulos, los
estratos y nimbos, se estremecen, tremolan, estallan, y el amor de los ángeles
llueve copiosamente sobre el mundo.
La hormiga
Un día las hormigas, pueblo progresista, inventan el vegetal artificial. Es una
papilla fría y con sabor a hojalata. Pero al menos las releva de la necesidad de
salir fuera de los hormiguerosen procura de vegetales naturales. Así se salvan
del fuego, del veneno, de las nubes insecticidas. Como el número de las
hormigas es una cifra que tiende constantemente a crecer, al cabo de un
tiempo hay tantas hormigasbajo tierra quees preciso ampliar loshormigueros.
Las galerías se expanden, se entrecruzan, terminan por confundirseen un solo
Gran Hormiguero bajo la dirección deuna sola Gran Hormiga. Por lasdudas, las
salidasal exteriorson tapiadasa cal y canto.Sesuceden lasgeneraciones.Como
nunca han franqueado loslímites del Gran Hormiguero, incurren en elerror de
lógica de identificarlo con el Gran Universo. Pero cierta vez una hormiga se
extravía por unoscorredoresen ruinas, distingueuna luzlejana, unosdestellos,
8. se aproxima y descubre una boca de salida cuya clausura se ha desmoronado.
Con el corazón palpitante, la hormiga sale a la superficie de la tierra. Ve una
mañana.Veunjardín. Vetallos, hojas, yemas, brotes,pétalos, estambres, rocío.
Ve una rosa amarilla. Todos sus instintos despiertan bruscamente. Se abalanza
sobre las plantas y empieza a talar, a cortar y a comer. Se da un atracón.
Después, relamiéndose, decide volver al Gran Hormiguero con la noticia. Busca
a sus hermanas,tratade explicarleslo queha visto, grita:"Arriba...luz...jardín...
hojas... verde... flores..."Lasdemás hormigasno comprenden una sola palabra
de aquel lenguaje delirante, creen que la hormiga ha enloquecido y la matan.
(Escrito por Pavel Vodnik un día antes de suicidarse. El texto de la fábula
apareció en el número 12 de la revista Szpilki y le valió a su director, Jerzy Kott,
una multa de cien znacks.)
El chivo y el perro
¿Ustedes saben que es un chivo?
Un cabro grande, pero no un cabro grande como ustedes, sino un animal.
Bueno, esta era un fundo normal, con dueño de fundo casa de fundo, cama de fundo y hasta
animales de fundo. Entre ellos un chivo y un perro.
El chivo era un chivo doméstico, pues desde que había nacido lo mantenían ahí en el fundo
y siempre amarrado, y al lado del chivo a una prudente distancia, tenían amarrado al perro,
ese perro si que era una bestia feroz, ese perro vivía desde que el día que nació se había
tragado a 3 terneros. Estaba anunciado por todo el fundo, “cuidado con el perro”. Y un día
que hubo sol como el de hoy, el chivo se echó a dormir y el perro le miraba la boca al chivo
y entre tanto mirar, de repente le miró los dientes como de sierra que tienen los chivos y al
perro se le ocurrió una idea.
REINO COMILONIA
En el lejano y antiguo país de Comilonia, al este del ducado de Bebebién, reinó en primer
lugar Comilón el Digeridor, así llamado porque después de haberse comido los fideos roía
también el plato y lo digería como si tal cosa no hubiese pasado. Le sucedió en el trono
Comilón II, llamado Tres Cucharas, porque comía el caldo del potaje utilizando a la vez tres
cucharas de plata: dos las sostenía él con sus manos y la tercera se la aguantaba la Reina, y
pobre de ella si no estaba llena.
Después de él, en este orden, subieron al trono de Comilonia, que estaba colocado en el
extremo de una mesa servida noche y día: Comilón III, llamado Entremeses; Comilón IV,
9. llamado Chuleta a la Parmesana; Comilón V, el Famélico; Comilón VI, el Desgarrapavos;
Comilón VII, llamado ¿Queda Más Todavía?, que devoró incluso su corona, a pesar de que
era de hierro; Comilón VIII, llamado Corteza de Queso, que no encontró ya nada que comer
en la mesa y se tragó el mantel; Comilón IX, llamado Quijada de Acero, que se comió el trono
con todos los cojines; Así terminó la dinastía.