El movimiento estudiantil de 1968 en México involucró a estudiantes, profesores, amas de casa y otros que protestaban contra el gobierno. El 2 de octubre de 1968, el gobierno reprimió violentamente una manifestación en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, matando a cientos de personas. Aunque el gobierno insistió en que solo hubo pocas víctimas, testigos estiman que entre 200 y 1500 personas murieron en la masacre ordenada por el presidente Gustavo Díaz Ordaz.
1. El movimiento estudiantil de 1968 fue un
movimiento social en el que además de
estudiantes de la UNAM, IPN, y diversas
universidades, participaron profesores,
intelectuales, amas de casa, obreros y
profesionales en la Ciudad de México y
que fue reprimido el 2 de octubre de 1968
por el gobierno de México en la «matanza
en la Plaza de las Tres Culturas de
Tlatelolco» y finalmente disuelto en
diciembre de ese año. El hecho fue
cometido por el grupo paramilitar
denominado Batallón Olimpia, la
Dirección Federal de Seguridad (DFS), la
llamada entonces Policía Secreta y el
Ejército Mexicano, en contra de una
manifestación convocada por el Consejo
Nacional de Huelga, órgano directriz del
movimiento. De acuerdo con lo dicho por
sí mismo en 19691 y por Luis Echeverría
Álvarez, el responsable de la matanza fue
Gustavo Díaz Ordaz.
2 de octubre de
1968
Javier eduardo hernandez
perez
Grupo: 104
Movimiento estudiantil
2. .
Algunas víctimas de dichas acciones intentaron
caracterizar la masacre de Tlatelolco ante tribunales
nacionales e internacionales como un crimen de lesa
humanidad y un genocidio , afirmación que fue
sustentada por la fiscalía mexicana pero rechazada
por sus tribunales.También intentaron llevar a los
autores materiales e intelectuales de los hechos ante
la justicia.
Miembros del Consejo Nacional de Huelga
proporcionaron al periodista británico John Rodda la
cifra de 325 muertos, número que Rodda no confirmó
antes de su publicación en el rotativo The Guardian,
pero que cotejó con datos del Hospital Militar para
concluir que fueron 267 muertos y 1,200 heridos.
La tarde del 2 de octubre de 1968, un día después de
la salida del ejército del campus de la UNAM miles de
personas se reunieron en la Plaza de las Tres
Culturas en Tlatelolco.
Mientras tanto, el ejército vigilaba, como en todas las
manifestaciones anteriores, que no hubiera
disturbios, principalmente porque el gobierno tenía
temor de que fuera asaltada la Torre de la Secretaría
de Relaciones Exteriores. Asimismo, contaban con el
apoyo de dos helicópteros: uno de la policía y otro del
ejército.
Por su parte, miembros del Batallón Olimpia, cuyos
integrantes iban vestidos de civiles con un pañuelo o
guante blanco en la mano izquierda, se infiltraban en
la manifestación hasta llegar al tercer piso del edificio
Chihuahua donde se encontraban los oradores del
movimiento y varios periodistas.
Cerca de las 5:55 de la tarde, dos bengalas rojas
fueron disparadas desde la torre de Tlatelolco. A las
6:10, sobrevoló la plaza un helicóptero del cual
dispararon bengalas, la primera verde y la segunda
roja, presumiblemente, como señal para que los
francotiradores del Batallón Olimpia apostados en los
edificios Chihuahua, 2 de Abril, 15 de Septiembre,
I.S.S.S.T.E. 11, Revolución de 1910 y la Iglesia de
Santiago,25 así como varios miembros del Batallón
Olimpia parapetados en los departamentos del
Chihuahua y en el corredor del tercer piso, abrieran
fuego en contra de los manifestantes y militares que
resguardaban el lugar, para hacerles creer a estos
últimos que los estudiantes eran los agresores.28 Los
militares, en su intento de defenderse, repelieron «la
agresión de los estudiantes», pero ante la confusión,
los disparos no fueron dirigidos contra sus agresores,
sino hacia la multitud de manifestantes que se
encontraban en la plaza de Tlatelolco.
Muchos manifestantes que lograron escapar del
tiroteo se escondieron en algunos departamentos de
los edificios aledaños, pero esto no detuvo a los
miembros del ejército, que -sin orden judicial-
irrumpieron en cada uno de los departamentos de
todos los edificios de lo que conforma la Unidad
Tlatelolco, para capturar a los manifestantes. Horas
después, la plaza estaba llena de cadáveres y
personas heridas. Los estudiantes fueron llevados a
culatazos a dos lugares: las puertas de los
elevadores del edificio Chihuahua, donde fueron
desvestidos quedando solamente en ropa interior y
golpeados, y al exconvento situado al lado de la
Iglesia de Santiago-Tlatelolco, donde reunieron a
aproximadamente 3000 detenidos. Otros fueron
desnudados en las paredes del convento, donde un
mes después aún podían ser vistas manchas de
sangre en los muros –entonces– blancos de la
construcción. Los periodistas fueron registrados y
confiscados sus rollos usados y vírgenes, algunos
incluso fueron desvestidos y otros, como Oriana
Fallaci, resultaron heridos. La Plaza fue limpiada por
el cuerpo de bomberos y la tropa de soldados se
mantuvo ahí hasta el 9 de octubre. Varios testigos
aseguran que durante este lapso, el Batallón Olimpia
3. se disfrazó de empleados de luz y agua para poder
buscar estudiantes fácilmente. Los detenidos, por su
parte, fueron enviados a distintas cárceles de la
Ciudad de México; los cabecillas fueron enviados a la
penitenciaría o al «Palacio Negro» de Lecumberri así
como al Campo Militar Nº 1.
Algunos autores, como Jorge Castañeda, creen que
todo uso de la fuerza pública comenzó a ser
magnificado por la población luego de la operación
contra los estudiantes en Tlatelolco. Este autor
sostiene que los estudiantes asesinados fueron 68, y
que también murió 1 soldado.
Sin embargo, la BBC de Londres, en una acotación
hecha en el 2005 al despacho informativo original del
2 de octubre de 1968, y luego de conocerse las
implicaciones de la CIA en los hechos, sostiene que
el número de víctimas oscila entre 200 y 300, y que
los cuerpos rápidamente fueron retirados en
camiones de transporte de basura.
En general las estimaciones calculan el número de
muertos en un rango que va de los 200 hasta los
1500.37 Testigos afirman que hubo grúas recogiendo
centenares de cadáveres que había a su paso para
luego ser arrojados e incinerados.
LOS ULTIMOS DIAS
El 3 de octubre, el general Marcelino García
Barragán, entonces secretario de la Defensa
Nacional, da una conferencia de prensa, en la que
justifica la intervención del ejército: «Se ordenó un
dispositivo para evitar que los estudiantes fueran del
mitin de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, el
ejército intervino en Tlatelolco a petición de la policía
y para sofocar un tiroteo entre dos grupos de
estudiantes». Y asienta: «el comandante responsable
soy yo. No se decretará el estado de sitio. México es
un país donde la libertad impera y seguirá
imperando». Y amenaza con actuar con la misma
energía si «aparecen más brotes de agitación».
Los soldados continúan cateando los edificios
cercanos a la Plaza de la Tres Culturas en busca de
estudiantes que se habían refugiado en ellos durante
la refriega del día anterior. Muchos jóvenes son
detenidos y conducidos al corredor de la planta baja
del edificio Chihuahua, donde permanecen varias
horas con los brazos en alto. Según informes
oficiales, las cifras de personas civiles muertas y
heridas en Tlatelolco, registradas hasta este día, son
30 muertos y 70 heridos; 53 de ellos heridos graves.
También se notifica que en el Campo Militar Número
Uno están detenidas 1500 personas. El Senado de la
República, en un documento oficial firmado por 30
legisladores de la Gran Comisión, «justifica
plenamente» la intervención de la fuerza pública el 2
de octubre.
El 5 de octubre el Consejo Nacional de Huelga da
una conferencia de prensa, en la que declara: Los
estudiantes no provocaron ni prepararon o realizaron
los sangrientos sucesos del 2 de octubre. Quienes
dieron pretexto para la represión militar fueron grupos
de individuos que ametrallaron al ejército y al pueblo,
los cuales se identificaban entre sí por medio de un
guante o venda en la mano izquierda, los mismos que
fueron vistos por algunos estudiantes hacer arrestos
y acatar órdenes de las autoridades policiacas. El
grupo mencionado causó la muerte con su acción a
150 civiles y 40 militares. El propósito de la brutal
represión del 2 de octubre era aprehender a todos los
miembros del CNH para descabezar el movimiento.
LOS JUEGOS OLIMPICOS
El sábado 12 de octubre de 1968, Díaz Ordaz, estuvo
presente en la inauguración de los XIX Juegos
Olímpicos, bautizados como la olimpiada de la paz;
durante la ceremonia, un grupo de manifestantes
lanzó sobre el palco donde el presidente se
encontraba un papalote de color negro en forma de
paloma, en repudio por la matanza del 2 de octubre.
Reacción nacional e internacional
Internacionalmente se sabía poco de la reciente
matanza de estudiantes debido a la fuerte censura
que ejerció el gobierno mexicano hacia los medios de
comunicación nacionales y extranjeros para evitar
una mala imagen internacional; en algunos casos se
persiguió a periodistas dentro y fuera del país en
caso de difundir la noticia en cualquier medio de
comunicación. Sin embargo, la noticia sí llegó a oídos
4. de los movimientos juveniles de Latinoamérica y
Europa. En Centro y Sudamérica las embajadas
mexicanas fueron apedreadas; hubo marchas en
Santiago de Chile. Se hizo un mitin en Londres frente
a la embajada mexicana en simpatía con el
movimiento y en protesta por la represión cada vez
más sangrienta por parte del gobierno; hubo también
marchas en Toulouse y en París (Francia). En
Alemania, la embajada de México fue grafiteada con
rúnicas y cruces gamadas; la Unión de los
Estudiantes Suecos organizó una manifestación
frente a la embajada de México y un mitin similar en
Helsinki, Finlandia, fue disuelto por la policía; el
Consejo de Estudiantes de Holanda solicitó que sus
atletas no participaran en los Juegos Olímpicos y el
consulado mexicano en ese país fue ocupado. En
Moscú, los estudiantes latinoamericanos de la
Universidad Patricio Lumumba, protestaron frente a la
embajada mexicana.De todos los funcionarios
mexicanos, solamente Octavio Paz, quien entonces
era embajador de México en la India, renunció a su
puesto. El expresidente Lázaro Cárdenas estaba
incrédulo por la actuación del ejército contra el pueblo
mexicano.
Mucho se ha dicho sobre la famosa frase que el
periodista Jacobo Zabludovsky pronunció en la
entrada de su noticiero: "Hoy fue un día soleado"
(sic), que en general se usa como ejemplo de como
los medios de comunicación y el gobierno estaban en
complicidad para tapar lo ocurrido. Sin embargo,
diversas investigaciones posteriores han desmentido
la existencia de dicha frase dado que Zabludovsky en
aquella fecha presentaba un noticiero vespertino que
se emitía a la misma hora en que sucedieron los
hechos de Tlatelolco.