la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
11.amorconyugal
1. AMOR CONYUGAL
Objetivo
Valorar cómo el amor conyugal es transformado
y elevado a través del sacramento del
matrimonio.
2. AMOR CONYUGAL
Preguntas iniciales
Explica tu concepto de los siguientes términos:
Amor Conyugal
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Matrimonio Natural
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Sacramento del Matrimonio
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Algunas parejas en la actualidad se preguntan: “¿Para qué casarse?
¿Qué beneficio me va a proporcionar el “casarme por la Iglesia?” Tú,
¿qué piensas al respecto?
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3. AMOR CONYUGAL
Introducción
Dios, que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al
amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el
hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios que es Amor.
Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se
convierte en imagen del amor absoluto y sin defectos con que Dios ama
al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador y
este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en
la obra común del cuidado de la creación. La Sagrada Escritura afirma
que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro. La mujer,
su otra mitad, su igual, le es dada al hombre por Dios como un "auxilio",
representando así a Dios que es nuestro "auxilio".
Conceptos
Amor Conyugal: Es una experiencia humana que no exige ni cultura, ni
fe religiosa, es una realidad humana absolutamente natural. Relación
entre un hombre y una mujer, que supone una comunidad de vida y una
comunicación humana total.
Matrimonio Natural: Es el acto por el que un hombre y una mujer se
dicen “Sí” con toda el alma y con todo el cuerpo. Este Sí total expresa
un deseo de unión plena, perpetua y exclusiva. Todos los enamorados
sinceros del mundo creen espontáneamente en la exclusividad y
perpetuidad del amor, por ello el matrimonio natural es una especie de
acuerdo o contrato basado en la naturaleza, por el que un hombre y una
mujer se entregan totalmente el uno al otro en forma exclusiva y
perpetua con la intención de aceptar todas las consecuencias de su
unión.
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4. Sacramento: "El sacramento es un signo sensible de un efecto interior y
espiritual, que Dios obra en nuestras almas", o dicho de otra manera,
"la señal sensible de una gracia particular”.
Sacramento del Matrimonio: “Da la gracia de vivir con amor generoso,
la vida matrimonial, convirtiéndola en fuente de gracia y en camino
hacia el cielo. Por el enriquecimiento que Cristo confiere al amor de los
esposos envolviéndolo en su propio amor”.
Finalidad del Matrimonio: La finalidad del matrimonio es el amor y la
ayuda mutua, la procreación y la educación de los hijos.
El Matrimonio como Sacramento
Origen del Matrimonio
El mismo Dios es el autor del matrimonio: En aquel día dijo el Señor
Dios “no es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle a alguien
como él para que lo ayude” (Gn 2,18). En la entraña de su naturaleza
lleva el hombre grabado el designio de Dios para el matrimonio. Por
eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer, y serán los dos una sola cosa (Gn 2,24). Un hombre y una
mujer: una carne, un amor, una entrega, y para siempre. Y aún más
allá de la carne, más allá del atractivo natural, más allá de la pasión,
hasta llegar a ser “una sola cosa”.
Del enamoramiento al amor conyugal
¿Cómo se presenta en el camino de la vida del hombre esta
circunstancia del encuentro del hombre y de la mujer? ¿Cómo se
manifiesta en su naturaleza este fenómeno? El ser humano va pasando
por una serie de etapas en las que su afectividad se va formando,
empezando por el egocentrismo de los primeros años, hasta el amor
adulto, la oblatividad plena en función de otra persona; de tal suerte
que, llegado el momento también de su maduración física (y otras
circunstancias externas), se enamora.
El enamoramiento es un fenómeno natural destinado a favorecer la
comunicación humana entre un hombre y una mujer, produce
espontáneamente una especie de florecimiento de las tendencias de
generosidad. El enamoramiento es uno de los raros momentos de la
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5. vida en que el hombre se vuelve instintivamente altruista. Pero la
exaltación del enamoramiento es una experiencia pasajera que
constituye una invitación al amor conyugal.
Sin embargo, de todas las relaciones humanas, el amor conyugal es la
más complicada y la más exigente, porque impone comunidad total de
vida y comunicación humana total. La comunicación entre marido y
mujer es la única forma de diálogo total, porque en él intervienen la
totalidad del ser humano en cuerpo y alma.
El verdadero enamoramiento maduro, supone:
• Un deseo de compartirlo todo, de conocerlo todo, de darlo todo.
• Una necesidad de establecer una comunicación total, estable y
exclusiva.
Lograr esa comunicación humana supone estar dispuestos a realizar un
esfuerzo diario y constante y a ser capaces de soportar fuertes
responsabilidades.
El amor conyugal es un estar siempre en camino,
camino que nunca se acaba,
camino que es aventura,
siempre nueva, siempre capaz de enriquecernos,
Pero siempre también capaz de cansarnos
y de llevarnos al abandono de seguir caminando juntos.
Por eso Cristo, que conoce el corazón y la debilidad del hombre, quiso
otorgarle esa “gracia especial, particular”, transformando el matrimonio
natural, liberando al hombre de la dureza de corazón, lo hace capaz de
realizarla plenamente. "Moisés teniendo en cuenta la dureza de vuestra
cabeza, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no
fue‚ así” (Mt 19,8). Cristo Jesús revela la verdad original del
matrimonio, la verdad del "principio" (Gn 2,24).
Del Matrimonio natural al Sacramento del Matrimonio
Cristo no instituyó el matrimonio, lo que hizo fue‚ "convertir" el
matrimonio (de los bautizados) en una acción sagrada; ninguna de las
realidades humanas del matrimonio natural queda excluida del
sacramento del matrimonio. Cristo no suprimió ninguno de los valores
naturales, lo que hizo fue‚ "transfigurarlos", darles un carácter y un
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6. valor sobrenaturales. En una palabra, se trata de características
normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo
que no sólo las purifica y consolida, sino que las eleva hasta el punto de
hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos.
"El Espíritu que infunde el Señor renueva el corazón y
hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como
Cristo nos amó".
Esta revelación alcanza su plenitud definitiva en el don del amor que el
Verbo de Dios hace a la humanidad, asumiendo la naturaleza humana y
en el sacrificio que Jesucristo hace de sí mismo en la cruz por su Esposa
la Iglesia.
"En efecto, mediante el bautismo, el hombre y la mujer son
insertados definitivamente en la Nueva y Eterna Alianza, en la
Alianza esponsal de Cristo con la Iglesia. Y debido a esta
inserción indestructible, la comunidad íntima de vida y de amor
conyugal, fundada por el Creador (Gn 2,24.) es elevada y
asumida en la caridad esponsal de Cristo, sostenida y
enriquecida por su fuerza redentora" (Ef 5,25).
¿Cuál es el signo o señal sensible del Sacramento?
Jesucristo se limitó a tomar como signo del sacramento, el signo del
matrimonio natural, que es un signo de donación y aceptación mutua de
los novios. Las apariencias de este signo pueden variar desde un "Sí",
en otras un beso al final de la ceremonia, o el mismo acto conyugal,
pero la sustancia del signo del matrimonio natural es siempre la misma:
la manifestación de la mutua donación y aceptación de los novios para
vivir maritalmente.
La gracia sacramental del matrimonio
La gracia del matrimonio consiste en dar a los esposos la fuerza
requerida para marchar siempre hacia adelante y para amarse más cada
vez. El matrimonio es el único sacramento común, en el sentido de que
liga a dos personas, por ello, las gracias de este sacramento no son
puramente individuales sino comunitarias, es decir orientadas hacia la
unión de los cónyuges.
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7. Gracia de Unión. El matrimonio no está intrínsecamente transformado
por el hecho de llegar a ser sacramental; ha perdido tan sólo lo que la
malicia de los hombres había hecho de él, porque "en un principio no fue
así" (Mt 19,8.). Ha vuelto a encontrar su integridad primitiva, su honor,
pero al mismo tiempo brilla sobre él el reflejo de una unión misteriosa,
que le da una fuerza y un vigor que el pecado original no dejaba
esperar. "Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre" (Mt 19,
6). Aquí es donde la "irrevocabilidad" del amor humano encuentra su
más fuerte fundamento.
Gracia de Indisolubilidad, porque su unión es a imagen de la de Cristo
con su Iglesia, el Señor lo ha afirmado con energía "... y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16,18). El amor humano, una
vez dado, queda sancionado por Dios para toda la vida; esta es la Gracia
de Indisolubilidad, al encontrarse el amor enriquecido para perdurar
hasta el fin.
Gracia de Fidelidad, o gracia de exclusividad en el amor. Al hallarse
éste dotado de una fuerza tal que podrá resistir la tentación de
introducir una tercera persona entre los dos esposos. El Señor no tiene
más que una Iglesia, como en otros tiempos Yahvé no tenía más que un
pueblo elegido. Por eso Cristo, al hacer del matrimonio un sacramento,
ha querido que fuera monógamo (Mt 5,27-28).
Gracia de Caridad. Cristo aporta a los esposos una gracia de caridad
que se expresa en unas posibilidades estupendas de olvido de sí y de
generosidad. La caridad se reconoce por ese signo que revela que se
está pronto al sacrificio por el ser amado. "No hay mayor prueba de
amor que dar su vida por los que uno ama (Jn 15,13)", la regla es
indiscutible, la enseñó Cristo y la practicó Él, "por su Iglesia”, a la que
amaba y por la que dio su vida.
¿Existen condiciones para que el sacramento sea válido, es decir
que exista?
El mínimo de cooperación humana necesario para recibir el sacramento
es que los contrayentes tengan voluntad, es decir, que quieran
libremente unirse como marido y mujer, en forma exclusiva y perpetua.
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8. ¿Existen condiciones para recibir la gracia del sacramento?
La gracia no caerá de pronto sobre la pareja, en el momento del “SÍ”
para transformarla repentinamente, el sacramento no es la simple
ratificación exterior y oficial de un gesto jurídico, "es un germen
depositado en el alma y que fructifica a lo largo de la vida conyugal,
animando en cierto modo todos los actos y todos los sentimientos
conyugales". Por eso, no sólo la validez, sino también la eficacia del
sacramento, dependen de la colaboración del hombre. La gracia no
sustituye la actividad humana, lo que hace es perfeccionarla y darle un
valor sobrenatural.
¿Cuáles son las exigencias del sacramento?
La gracia sacramental fortalece el amor, pero también lo exige; la
gracia sacramental puede cristalizar el amor que liga a dos seres, puede
fortalecerlo, pero no podría suplirlo. “El amor no es sólo la gracia sino la
actividad del hombre mismo”. La gracia del matrimonio exige de los
esposos voluntad de amor recíproco.
La exigencia de unidad, nace de un efecto del sacramento, un efecto
intermedio entre el signo sensible (manifestación de la mutua donación)
y la gracia (Gracia de Unión), unidad tan interior y tan íntima como su
propio ser; por el intercambio de los consentimientos, se crea el lazo
que une para toda la vida, al nivel mismo de su ser íntimo, "son dos en
uno", es un lazo inamovible, inmutable. El sacramento del matrimonio
exige que los esposos sepan de una manera consciente, que no son ya
ni lo serán nunca, los mismos después de su matrimonio, están
ordenados el uno al otro.
Una fuente nueva en el sacramento del matrimonio
"Para los padres cristianos la misión educativa, basada en su
participación en la obra creadora de Dios, tiene una fuente nueva y
específica en el sacramento del matrimonio, que los consagra a la
educación propiamente cristiana de los hijos, es decir, los llama a
participar de la misma autoridad y del mismo amor de Dios Padre y
Cristo pastor, así como del amor materno de la Iglesia, y los enriquece
en sabiduría, consejo, fortaleza y en los otros dones del espíritu Santo,
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9. para ayudar a los hijos en su crecimiento humano y cristiano". "La
conciencia viva de la misión recibida con el sacramento del matrimonio
ayudará a los padres a ponerse con gran serenidad y confianza al
servicio educativo de los hijos y al mismo tiempo a sentirse
responsables ante Dios que los llama y los envía a edificar la Iglesia en
los hijos".
Dimensiones del Amor Conyugal
El amor conyugal es un amor plenamente humano, sensible y espiritual
al mismo tiempo; un amor total, fiel y exclusivo hasta la muerte y,
además, un amor fecundo, que no se agota en la comunión de los
esposos, sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas
(Humane Vitae).
No se ama algo, sino a alguien. El amor, si es auténtico, mira a toda la
persona y a todo en la persona: cuerpo y alma, con virtudes y defectos,
coincidencias y divergencias. El buen amor, el amor plenamente
humano, es un amor de todo el ser humano, en sus tres dimensiones:
física, afectiva y espiritual.
1. El Amor Físico. En el matrimonio tiene una posición adecuada la
dimensión del amor físico, porque solamente en él alcanza el sexo su
integridad natural, unido como está a los demás elementos del amor
humano. El amor físico, en cierto modo, término del amor afectivo,
no sólo es lícito sino también noble y bueno, necesario para la unión
perfecta de los cónyuges; y expresión de la entrega total, de la que
se elimina toda reserva y egoísmo. En este ámbito se sitúa mejor la
sexualidad humana considerada como algo eminentemente positivo,
enriquecedora de la conducta en los esposos y canal de una gracia
divina que santifica su unión. (Este punto se profundizará más tarde
en el tema: “Sexualidad en el Matrimonio”).
2. Amor Emocional. La convivencia de los esposos está basada
normalmente en una comunidad afectiva, con detalles amables que
hacen del hogar un sitio de paz duradera, de felicidad y de alegría.
El corazón humano necesita sentirse querido, estimado. Si los
esposos logran tratarse de manera que brote entre ellos esa
satisfacción, conseguirán un ambiente tal que los hará ciertamente
dichosos. Pero es necesario saber querer, saber expresar amor, y
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10. para ello debe tenerse presente dos elementos del amor: delicadeza
en el trato, y olvido de sí mismo.
Delicadeza en el trato, una caricia, un regalo, una llamada
oportuna, una palabra de estímulo, de disculpa, de perdón,
delicadeza es un hondo respeto, casi veneración que debe
mostrarse a cada instante; es esmero, es cuidado, es cortesía
sin servilismo; una atención diligente en las relaciones mutuas.
Es penetración de espíritu, sensibilidad, confianza y sencillez;
ánimo de servicio, sin oficiosidad; pudor y modestia, sin
mojigatería. En una palabra: la delicadeza en el trato mutuo
supone atención, finura en obras y en palabras.
El olvido de sí mismo es también amor, y esto pide la
superación del horizonte meramente personal y la disposición
de amar, en cierto sentido, sin límites. Cada uno tiene que ser
capaz de ir más allá de sus sentimientos y de su sentirse bien.
Este rasgo supone un concepto del amor que va más allá de la
propia gratificación. Un buen matrimonio será siempre la
combinación de estas dos cualidades, que son como dos alas
con las cuales el amor puede volar. Cuando cada quien se
esfuerza por ser delicado con la otra persona y generosa en el
olvido de sí mismo, entonces tenemos el material de un
matrimonio para siempre. (Este punto se profundiza en el
tema: “Comunicación en el Matrimonio”).
Todo esto exige mucha generosidad, entrega y sencillez; requiere
humildad y espíritu de sacrificio. Pero conduce a la felicidad, a la paz, a
la alegría. Y, sobre todo, a algo más importante y definitivo: la
santidad. Los esposos deben tener presente en todo momento que su
matrimonio es un camino hacia la santidad y la plenitud de vida
cristiana. Por ello, debe ser realidad esa llamada: sed perfectos, que
Dios hace perfectos a quienes han recibido el bautismo.
3. Amor Espiritual. Si se quiere ser feliz y hacer feliz, cada uno de los
esposos debe esforzarse por dar acogida a los ideales del otro, para
formar con ellos un tesoro común. Esta tercera dimensión del amor
matrimonial es la que lleva a la comprensión mutua, a la integración
de la inteligencia y voluntad en la unidad de ideales, la aceptación de
los mismos principios que han de guiar sus vidas.
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11. 4. Amor Sobrenatural. Cuando se habló de la delicadeza y del olvido
de sí mismo, se hizo referencia a la virtud de la caridad –amor a Dios
y amor al prójimo- como la virtud que debe presionar la relación de
los esposos, pero esta reflexión sólo alcanza su sentido completo en
la corriente de gracia que brinda el sacramento al hombre y a la
mujer. Es el amor de Dios el punto definitivo para proporcionar a los
esposos un instrumento de unidad. La caridad sobrenatural dirige las
relaciones de esposos para apoyarse el uno en el otro, a sacrificarse
juntos, a marchar siempre unidos por la vida.
No se trata solamente de ser feliz aquí en la tierra (cosa que sí hay
que intentar y se puede conseguir), sino también santificar el hogar,
moverse sin cesar en la presencia de Dios. Amar al otro, en cuanto
persona, es querer para él, el Bien Absoluto y la Felicidad Absoluta
que logramos vislumbrar gracias a nuestro espíritu. Este es el rasgo
divino del amor, es querer a Dios para el ser amado, porque sólo
Dios puede colmar de bien al hombre.
Corolario
Quienes se casan inician juntos una vida nueva que han de andar en
compañía de Dios. El Señor mismo los ha llamado para que vayan a Él
por este camino, pues el matrimonio “es una auténtica vocación
sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San
Pablo, signo sagrado que santifica, acción de Jesús que invade el alma
de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida
matrimonial en un andar divino en la tierra”.
Lecturas recomendadas
CDs del P. Ángel Espinosa de los Monteros:
• El anillo es para siempre
• Amor conyugal
• Decir te quiero es decir quiero hacerte feliz.
Tareas para la semana
Salir esta semana solos y compartir la siguiente reflexión de su
compromiso matrimonial:
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12. “Te acepto a ti como mi esposa(o)”.
- Te acepto como eres, con tus virtudes, tu pasado, tus experiencias,
tu presente y tu futuro.
- Estoy consciente de quién eres, sé cómo eres, cómo no eres, a quién
te pareces y sé que eres distinta(o) a los demás.
- Te acepto con tus deficiencias y malos hábitos, con tus limitaciones y
privaciones.
- Te acepto a ti y acepto subirme al mismo barco que tú, con el deseo
de compartir los mismos vientos, la misma bonanza y los mismos
huracanes.
- Te acepto a ti para hacer el mayor y mejor esfuerzo por hacerte feliz.
“Y prometo serte fiel”.
- Particularmente en los momentos difíciles de la vida, cuando parezca
que nada sale bien, cuando tus planes no salgan como tú pensabas.
- Prometo serte fiel en cuidar tu prestigio personal, en hablar siempre
bien de ti, en cuidar que todos tengan una idea noble y generosa de
ti, de tus cosas, de tu trabajo tu modo de ser y tus actuaciones.
- Prometo serte fiel en mis propias emociones, prometo fidelidad de
corazón, prometo luchar con todo mi ser porque ninguna persona
pueda meterse en mi alma y suplante el afecto que siento por ti.
- Prometo entrega fiel a mi trabajo a mis obligaciones y a todo lo que
me corresponda realizar por el bien del hogar, hacerlo con alegría,
entusiasmo y dedicación.
- Prometo fidelidad al servicio de Dios para ayudarte a llegar al cielo
junto conmigo y con nuestros hijos.
“En lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la
enfermedad”.
- Recordaré que lo adverso no es nunca imaginable.
- Al correr del tiempo, todos cambiamos, las enfermedades nos
postrarán más de una vez y nos agobiaremos, ya sea porque el
enfermo sea yo o porque tenga que cuidarte a ti.
- Y si acaso alguna vez me eres infiel, acepto desde ahora que esa será
la mayor adversidad en nuestro matrimonio. Y aún en esa terrible
adversidad prometo serte fiel, y mi fidelidad luchará por
reconquistarte, por hacer que dejes el error y vuelvas a vivir en la
verdad. Te juro que en esos momentos verás que mi amor es
invencible y que nada ni nadie podrá separarme de ti.
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13. - De aquí en adelante seremos solamente el uno para el otro y no hay
en mi alma ninguna disponibilidad para compartirte con otra persona
en el terreno conyugal.
“Y prometo amarte y respetarte todos los días de mi vida”.
- Te prometo fidelidad todos los días de mi vida con el pleno
convencimiento de que Dios quiere que tú y yo hasta que la muerte
nos separe, vivamos juntos en este mundo, y cuando nos mande
llamar, me lleves en ti y yo te lleve en mí.
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14. Reflexión en Grupo
Objetivo: Reflexionar sobre el don maravilloso del sacramento del
matrimonio: ¿Qué ha significado en nuestra vida matrimonial el haberlo
recibido y cómo podemos de aquí en adelante hacerlo fructificar?
Instrucciones
• Destinar 20 minutos a comentar en pareja las preguntas abajo
mencionadas.
• Aclaración de conceptos y comentarios en grupo (quien lo desee)
15 minutos.
• Conclusión y cierre por parte del monitor 5 min.
• Comentar “Tareas para la Semana” de la sesión anterior. 5 min.
• Contestar evaluación.
• Acción de gracias.
Puntos para Reflexión
1. ¿Comprendemos, meditamos y vivimos el “misterio grande” de
nuestra unión sacramental?
2. ¿Cuáles de las gracias del Sacramento del Matrimonio hemos
sentido que han estado presentes y ausentes en nuestra vida
matrimonial?
3. "Por eso no sólo la validez, sino también la eficacia del
sacramento, dependen de la colaboración del hombre. La gracia
no sustituye la actividad humana, lo que hace es perfeccionarla y
darle un valor sobrenatural”. ¿Cuál ha sido nuestra actividad en
este sentido? ¿Actuamos con “voluntad de amar” o nuestro amor
responde a un “sentimiento”?
4. ¿Consideramos que nos comprometimos en el altar a caminar
juntos hacia el cielo?
5. ¿Vivo con la conciencia de que amar a mi cónyuge es “Buscar con
toda el alma su bien” y entregarme con totalidad a conseguirlo?
6. ¿Es el sacrificio para mí el signo más cierto del amor?
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