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I
PRINCIPIOS GENERALES
1.-Urbanidad es el conjunto de reglas que deben observarse
para comunicar a nuestras acciones y palabras dignidad y ele-
gancia y para manifestar benevolencia, atención y respeto a los
demás.
2.-La urbanidad emana de los deberes morales del hombre.
Sus preceptos tienden a conservar el orden y buena armonía que
deben reinar entre los hombres, contribuyendo a estrechar los
lazos que los unen con la impresión agradable que produce el
trato con personas educadas.
3.-Las reglas de urbanidad nos enseñan a ser exactos en el
cumplimiento de los deberes sociales; a observar una conducta
que no cause molestia a otras personas, tolerando sus defectos
nos indican el modo de ser atentos y afables, sacrificando nues-
tros gustos y comodidades en provecho ajeno; a tener limpieza y
compostura en nuestra persona y a conseguir lo que se llama
tacto social.
4.-Sin la observancia de estas reglas, más o menos perfectas,
según el grado de civilización, no podrían los hombres inspirar
estimación o respeto, ni habría medio de cultivar la sociabilidad.
5.-Debido al atento estudio de las reglas de urbanidad y al tra-
to con personas cultas y bien educadas, adquirimos las buenas
maneras o buenos modales, o sea, la moderación, oportunidad
en acciones y palabras, delicadeza y gallardía en nuestros mo-
vimientos.
6.-Dáse el nombre de etiqueta al ceremonial de usos, estilos y
costumbres que se observa en las reuniones de carácter elevado
6
y en los actos cuya solemnidad excluye la confianza y familiari-
dad.
7.-Por extensión, etiqueta es el conjunto de las muestras de
urbanidad que se emplean con las personas en diversas situa-
ciones, lo que comunica al trato, por íntimo que sea, cierta dis-
creción que no excluye una moderada familiaridad.
8.-La etiqueta propiamente dicha, admite la gravedad en ac-
ciones y palabras, pero acompañada de gracia y gentileza. La
falta de naturalidad convertiría las ceremonias de la etiqueta en
una ridícula afectación.
9.-Al entregarse a las cordiales efusiones del sentimiento, no
se debe exagerar. Pero es tan grande el atractivo de la cortesía y
tantas sus conveniencias, que mejor se tolera a un hombre ce-
remonioso que los desmanes, indiscreciones y desaciertos del
mal educado.
10.-Exceptuando el círculo de la familia, nuestras relaciones
deben comenzar bajo la atmósfera de una severa etiqueta. El
tiempo, semejanza de caracteres, cualidades, inclinaciones, pue-
den convertir la etiqueta en familiaridad, pero téngase en cuenta
que el abuso de confianza es propio de almas vulgares.
11.-Las leyes de la urbanidad en general tienen un carácter
inmutable y fundamental y rigen en todos los países civilizados.
En cambio, las reglas de la etiqueta están sometidas, a la índole
e inclinaciones de cada pueblo. En los viajes, debemos someter-
nos a los preceptos de urbanidad de los países visitados. Cuan-
do ignoramos el modo de proceder en ciertos casos, sigamos el
ejemplo de las personas mejor educadas. Si no fuere esto posi-
ble, adóptese la conducta más discreta, procurando no llamar la
atención.
12.-Hay atenciones que no se fundan en la benevolencia, sino
en la misma naturaleza, llamadas convenciones sociales.
13.-Serían actos inofensivos, pero contrarios a las convencio-
nes sociales el discurrir sobre un tema religioso en una reunión
festiva o que un joven tomase el aire y los pausados movimientos
de un anciano.
7
14.-El respeto a las convenciones sociales contribuye a for-
mar el tacto social, que consiste en la delicada mesura de nues-
tras acciones y palabras para complacer a todos y no desagradar
a nadie.
15.-Las atenciones que debemos a los demás no deben em-
plearse de igual manera con todas las personas. Tómense en
cuentas las categorías establecidas por la naturaleza y la colecti-
vidad. Dese preferencia a unas personas sobre otras, según su
edad, prestigio, rango, autoridad y carácter de que están investi-
dos.
16.-El atractivo de una fina educación presta encanto a la vir-
tud y la sabiduría. Por instruido que sea un hombre, si desconoce
los medios de agradar en sociedad, nunca cautivará nuestra ima-
ginación, ni se atraerá las atenciones de los demás.
17.-La urbanidad necesita a cada paso de la paciencia. Al
complacer a los demás, no debe descubrirse violencia en nues-
tros actos, en disgusto de renunciar a nuestra comodidad.
18.-No basta conocer, para ser educado, los preceptos de ur-
banidad. Es también necesario acomodar a ellos nuestra con-
ducta y frecuentar la buena sociedad. En los círculos frecuenta-
dos, estudiemos el carácter, sentimientos, inclinación y debilida-
des de las personas para conseguir agradar a todos.
19.-Sirve la educación no tanto para elegir modelos que imi-
tar, sino para ofrecer nuestra amistad sólo a las personas que lo
merezcan. Empero, en ningún caso, será lícito faltar a las reglas
de urbanidad con personas que no gozan de buen concepto pú-
blico. La benevolencia y nuestra dignidad nos prohíben molestar
a nadie.
20.-Todos los hombres tienen defectos, pero no por eso de-
jemos de apreciar sus cualidades. Nada se pierde con dejar a
cada cual con la idea que tenga formada de sí mismo. A veces,
seremos nosotros objeto de estas atenciones, pues todos tene-
mos defectos que necesitan la tolerancia de los demás.
8
II
DEBERES CON NUESTROS SEMEJANTES
Donde haya una reunión de seres humanos existe un espíritu
de mutuas benevolencias, consideración y auxilio, más o menos
perfecto, según el grado de civilización que hayan alcanzado. Pa-
ra sobrellevar los contratiempos de la vida, necesitan las perso-
nas unas de otras. El hombre de elevados sentimientos siente
nobles estímulos para amar a sus semejantes, para ayudarlos y
para hacer sacrificios por su bienestar.
La benevolencia, origen de la armonía social y la beneficencia
que envuelve el consuelo y la esperanza, tienen por objeto con-
servar el orden, la paz y la concordia entre los hombres. Debe-
mos, pues, amar a nuestros semejantes, respetarlos y tolerar sus
miserias y defectos, sin olvidar de socorrer sus necesidades y
perdonar sus ofensas.
Derraman en el alma los actos de benevolencia, tranquilidad y
dulzura y nos preparan los goces de la buena voluntad de los
demás. En cambio, el hombre malévolo fácilmente cede a los
arranques de la ira, vive privado de gratas emociones y expuesto
al furor de la venganza.
La primera palestra de la virtud es el hogar paterno. El que en
la vida doméstica ame y proteja a sus hermanos tiene allanado el
camino de las virtudes sociales. Quien desconozca la importan-
cia de estos deberes no será feliz, porque la colectividad, que es
una ampliación de la familia, no le guardará las consideraciones
debidas.
Y quien no preste atención a su familia será mirado como in-
digno de su estimación y llevará una vida solitaria entre los hom-
bres. Elévanse estos deberes a un alto grado, cuando se trata de
los bienhechos de la Humanidad. Son ellos los que sacrifican en
9
bien de sus semejantes su comodidad, fortuna y, a veces, su vi-
da.
III
DEBERES CON NOSOTROS MISMOS
Es el hombre ignorante un ser esencialmente limitado, nulo
para los goces intelectuales, cuando recibe las inspiraciones de
la ciencia, letras o artes. En la ignorancia, tienen su origen la ma-
yor parte de las desgracias que afligen a la Humanidad. La igno-
rancia seca las fuentes de la virtud y nobles sentimientos, convir-
tiendo, a veces, en daño las más bellas dotes naturales.
En cambio, la instrucción, además de desarrollar la inteligen-
cia, la encamina al bien, no siendo raro que, en su llama, consu-
ma hasta los más perversos instintos. Referente a la propia con-
servación, la Naturaleza nos indica lo que debemos hacer, sien-
do cosa sabida que, para entregarse con provecho a tareas inte-
lectuales es indispensable la robustez del cuerpo.
El que atenta contra su vida es un ser desgraciado, extraño a
las heroicas virtudes, como ser el valor y la resignación, en horas
de infortunio. Debemos moderar las pasiones, dulcificando el ca-
rácter y acostumbrarnos a la tolerancia con todos. A cada paso,
encontraremos un escollo en los defectos de los demás, a nues-
tras mejores disposiciones. En esto, lleva la ventaja el hombre
instruido que, al conocerse mejor a sí mismo, conoce más a fon-
do a sus semejantes.
IV
EL ASEO
El aseo en general.
10
1.-El aseo es la base de la estimación social, porque comuni-
ca a nuestra persona un gran atractivo y anuncia muchas buenas
cualidades de que la pulcritud es un signo infalible.
2.-Contribuye poderosamente el aseo personal a la conserva-
ción de la salud, cuidando de mantener el cutis libre de toda sus-
tancia extraña que impida la transpiración y procurando respirar
siempre un aire puro.
3.-Por otra parte, nada comunica tanta belleza y elegancia a
cuanto nos pertenece como el aseo. La limpieza de nuestra per-
sona, vestidos y habitación nos hace agradables y despierta el
cariño de los demás.
4.-El aseo revela también el orden, exactitud y método que
observamos en los demás actos de la vida.
5.-Los deberes que nos impone el aseo no sólo se limitan a
nuestra persona y a lo que con nosotros se relaciona, sino que
se extiende a los actos que afectan o puedan afectar a las de-
más personas.
6.-Sería, por ejemplo, contrario a la benevolencia poner poco
cuidado en la limpieza de algo que una persona ausente va a
tomar en su mano o llevar a sus labios.
El aseo de nuestra persona.
1.-El aseo personal desempeñará un importante papel en
nuestras ocupaciones diarias y le dedicaremos el tiempo que sea
necesario por muchos que sean nuestros afanes cotidianos.
2.-Los cabellos que se desordenan fácilmente no sólo deben
peinarse en la mañana, sino siempre que sea necesario.
3.-El hombre que deja crecer su barba debe peinarlas varias
veces al día, y el que usa bigote ha de lavarlo con frecuencia,
cuidando que no le caiga sobre los labios.
4.-Con sumo cuidado, limpiémonos la dentadura al levantar-
nos, pues nunca será excesivo el aseo de la boca. Evitemos, eso
sí, introducir el cepillo de dientes en el vaso o echar en el lavato-
rio el agua que tengamos en la boca.
11
5.-Después de las comidas, ha de asearse la dentadura con
un mondadientes, no siendo permitido hacerlo delante de extra-
ños, ni en la calle.
6.-La barba crecida es señal de desaseo. Debemos, pues,
afeitarnos cada tres días o siempre que sea necesario.
7.-Deben lavarse las manos siempre que no estén entera-
mente limpias; los que fuman eviten manchar sus dedos de ama-
rillo con el humo del cigarrillo.
8.-Recórtense las uñas, cuando estén algo crecidas, pero no
de manera que se lastimen las yemas de los dedos. La moda de
llevar las uñas largas no es agradable a la vista y ocasiona pér-
dida de tiempo su esmerado aseo.
9.-Es fea costumbre humedecer los dedos en la boca para fa-
cilitar la vuelta de las hojas de un libro, la separación de varios
papeles o la distribución de los naipes en el juego.
10.-Evítese limpiar una mancha de la ropa, manos o cara,
humedeciéndose los dedos en la boca.
11.-Al estornudar o toser, no llevemos la mano a la boca sino
usemos el pañuelo.
12.-Delante de los extraños, no llevemos la mano a la cabeza,
ni la introduzcamos por entre la ropa por ningún motivo.
13.-En presencia de otra persona, no debe eructarse, ni lim-
piarse los labios con las manos, ni tampoco escupir. Es ésta una
mala costumbre que jamás se ve entre gente fina.
14.-Es ridículo eructar soplando fuertemente con la cara vuel-
ta hacia un lado. Cuando nos veamos en la necesidad de eructar,
hagámoslo en forma delicada, procurando no llamar la atención.
15.-Los vellos que salen en la parte interior de la nariz deben
recortarse, cuando crezcan demasiado, y los que nacen en las
orejas, arrancarse cuando sean notables.
16.-El pañuelo destinado para sonarse no se debe emplear en
otros usos, ni observarlo después se haberse sonado, teniendo
cuidado de usarlo por un solo lado. Es de mal gusto doblar el pa-
ñuelo, después de sonarse, con los mismos dobleces de la la-
vandería.
12
17.-Jamás nos limpiemos con los dedos los ojos, oídos, dien-
tes, ni mucho menos la nariz, pues eso provoca repugnancia en
los demás.
18.-Limpiémonos los lagrimales durante el día con un pañuelo
y siempre que los ojos estén humedecidos por la risa o el llanto.
19.-La comisura de los labios, en que el aire congela la hume-
dad de la boca, debe limpiarse con un pañuelo varias veces al
día.
20.-Evitemos que transpiración del rostro la noten los demás,
secándola con un pañuelo o lavándonos la cara, cuando tenga-
mos frío el cuerpo.
El aseo en nuestros vestidos.
1.-Nuestro traje puede ser o no elegante, estar o no a la mo-
da, aparecer más o menos limpio, pero nunca omitamos los cui-
dados necesarios, para evitar el desaseo, no sólo en el destinado
para salir a la calle, sino en el de casa.
2.-El vestido, además de limpio, no debe estar roto ni ajado.
En casa, podemos usar una ropa ajada, si está aseada, siempre
que no esté rota.
3.-Para el cambio de traje, deben tomarse en cuenta el clima,
nuestros ejercicios físicos y otras circunstancias personales. Si
la fortuna escasa impidiera el cambio de los vestidos, no omita-
mos sacrificio para mudarnos a menudo la ropa interior.
4.-La falta de aseo de una sola pieza del vestido desluce todo
el conjunto, como sería, por ejemplo, llevar un sombrero des-
aseado.
5.-No descuidemos el lustre del calzado, pues su limpieza re-
alza el lucimiento de la persona. Reemplacemos por otros zapa-
tos los que llevamos, cuando el uso los deteriore y den mala im-
presión a la vista.
6.-Debe cambiar el pañuelo, con frecuencia, la persona que,
por enfermedad, se ve obligada a sonarse a menudo.
7.-Periódicamente, lavémonos la cabeza y limpiémosla con
esmero, evitando que la caspa nos caiga sobre los hombros.
13
8.-Recomendable costumbre es llevar el traje o el pañuelo li-
geramente impregnado de esencia, pero evítese el exceso, pues
es nocivo para la salud y molesto a los demás.
El aseo en nuestra habitación.
1.-Además de atender el aseo de nuestra persona y vestidos,
pongamos también cuidado en la casa que habitemos, para que
sus muebles y demás objetos estén en estado de limpieza.
2.-El aseo debe extenderse a toda la casa, sin exceptuar de-
pendencia alguna, desde la puerta de calle hasta los sitios me-
nos frecuentados.
3.-Pasadizo, corredores y patios deben estar aseados con
esmero, como sitios que están siempre a la vista de todos.
4.-Evítese arrojar agua en los patios o líquidos con substan-
cias colorantes, pues eso produce evaporación perjudicial a la
salud o dejan manchas que dan mal olor.
5.-La limpieza del piso contribuye al lucimiento de toda la ca-
sa, a la conservación de los muebles, ahuyentando también toda
clase de insectos.
6.-El aseo de las piezas no debe limitarse al piso y a los mue-
bles, sino que debe extenderse a techos, paredes, puertas y ven-
tanas de la casa.
7.-En los dormitorios y piezas interiores, dejemos que el aire
libre corra a toda hora, siendo esta regla de aseo una prescrip-
ción higiénica, ya que contribuye a la conservación de la salud.
8.-Al levantarnos y, cuando estemos vestidos, abramos las
puertas y ventanas para renovar el aire, tomando en cuenta las
precauciones necesarias a la salud.
9.-En las piezas, no tengamos nada que produzca mal olor,
como sería calzado inútil, ropa para el lavado o aguas sucias, lo
que descompone la pureza del aire y se aviene mal con la de-
cencia y reglas higiénicas.
14
10.-La ropa de cama debe estar siempre limpia, indicando las
circunstancias particulares los períodos en que hemos de mudar-
la.
11.-La cocina debe lucir el aseo más esmerado, como sitio en
que se ejecutan las operaciones para la preparación de nuestro
alimento.
12.-No exceptuemos del orden y limpieza el gallinero, caballe-
rizas o sitios reservados, evitando las basuras y manchas de los
muros.
13.-Una familia delicada no permite el desaseo al frente de su
casa, y todos los días cuidadosamente lo asea.
14.-Es signo de frivolidad la crianza de animales que no pres-
ten una reconocida utilidad. Son un germen de desaseo y de-
mandan un constante cuidado.
15.-Para una visita, es desagradable verse obligada a recibir
las caricias o ser objeto de la cólera de los animales, exponién-
dose a salir con el traje desaseado o con alguna mordedura. De-
ben tenerse los animales en sitio apartado y lejos de las perso-
nas que nos visitan.
16.-Observando estas reglas, devolveremos aseada y sin de-
terioro la casa que ocupamos y el día que nos cambiemos a otra
daremos prueba de ser personas finas y educadas.
El aseo para con los demás.
1.-La benevolencia y la dignidad personal nos obligan a guar-
dar severamente las reglas del aseo en los actos que están o
pueden estar relacionados con las demás personas.
2.-Evitemos toda acción que sea contraria a la limpieza que,
en sus personas, vestidos y habitación, deben guardar aquéllos
con quienes tratamos, como también toda palabra o alusión mo-
lesta para ellos.
3.-No debemos acercarnos con demasía a la persona con
quien hablamos, como sería hasta llegar a percibir su aliento.
15
4.-Es inadmisible silbar, mientras se juega al ajedrez o juegos
semejantes, echando el aliento sobre la persona que se tiene por
delante.
5.-Pongamonos el pañuelo en la boca al toser o estornudar,
siempre que estemos con otro o volvámonos hacia un lado.
6.-Si es posible, evitemos sonarnos, cuando estemos en reu-
nión, y si nos vemos obligados, procuremos que nuestra delica-
deza debilite la desagradable impresión. Cuando, por enferme-
dad, tengamos que sonarnos a menudo, no recibamos visitas, ni
vayamos a reuniones de etiqueta.
7.-En el acto de dar la mano para saludar, no olvidemos los
miramientos relacionados con el aseo que debemos observar
con los demás.
8.-En verano, no demos la mano, si está transpirada, sin an-
tes haberla limpiado con el pañuelo. Cuando no tengamos las
manos limpias y debamos saludar a alguien, no le demos la ma-
no, diciéndoles cortésmente el motivo.
9.-Si encontramos a una persona ejecutando algún trabajo
poco aseado, no le demos la mano, pues no está obligada a esta
demostración de cortesía.
10.-Cuando en una casa penetremos hasta el comedor, de-
mos la mano sólo a los dueños de casa y no a los demás que se
hallen en la mesa.
11.-En la mesa, nunca ofrezcamos a nadie comida o bebida
que hayan tocado nuestros labios; ni platos que hayamos usado;
ni cosas que han estado en nuestras manos, a excepción de las
frutas.
12.-No es permitido ofrecer a otro nuestro sombrero o piezas
de nuestro traje. Cuando otra persona deba ocupar nuestra ca-
ma, mudémosle la ropa.
13.-No obliguemos a otra persona que tome con las manos
una comida que debe servirse con el tenedor o la cuchara.
14.-Lo que otro va a comer o beber no lo toquemos con las
manos o los labios, ni se tengan a la vista objetos que causen
impresión desagradable a otras personas.
16
15.-Es descortesía obligar a una persona que guste o huela
algo que pueda producirle molestia al olfato o paladar.
16.-Al entrar a casa ajena, limpiémonos el calzado y frotémos-
lo en el felpudo antes de penetrar a la sala de recibo, sobre todo,
en invierno, para que nuestras pisadas no manchen el piso.
17.-A casa ajena, no entremos fumando, aunque tengamos
gran confianza con los dueños de casa.
18.-Antes de sentarnos, veamos primeramente si el asiento
está desocupado, pues, por descuido, nos podemos sentar sobre
un objeto que esté en la silla.
19.-No ofrezcamos a otra persona el asiento que acabamos
de desocupar, a no ser que no exista otro, evitando toda frase
que se refiera a su estado de calor.
20.-Es incorrecto recostar la cabeza en el respaldo del asien-
to. En casa ajena, tratemos con la mayo delicadeza los muebles
y objetos de adorno, observando las reglas del aseo.
21.-Evitemos escribir algo en los papeles que están sobre el
escritorio de la persona visitada, ni de acercarnos sin un motivo
justificado.
22.- A la conversación, no deben traerse palabras, alusiones
o anécdotas que inspiren repugnancia a las personas de una
reunión, como sería narrar enfermedades o curaciones repug-
nantes.
V
MODO DE CONDUCIRSE EN CASA
El método.
1.-Así como para disponer las ideas es necesario el método,
también lo es para arreglar los actos de la vida social, a fin de no
hacernos molestos a los demás con informalidades. Si no cuida-
mos de poner orden en los actos de la vida doméstica, difícilmen-
te seremos exactos en el cumplimiento de los deberes sociales.
17
2.-El hombre falto de método vive extraño a cuanto lo rodea:
muebles, objetos, libros, vestidos y papeles. De ordinario, su pie-
za está en confusión y desorden, lo que, desagradablemente,
impresiona a los demás, siendo fruto de esto el tiempo perdido
en buscar los objetos que se necesitan con urgencia.
3.-Colocando los diversos objetos en sitios diferentes, aumen-
taremos el desorden que nos rodea. Esa falta de método será
causa de que nuestros amigos no nos confíen ninguna cosa que
estimen, temiendo que se extravíe en nuestro poder.
4.-Si no somos metódicos, nuestra casa nunca estará bien
aseada, pues los muebles y objetos en desorden no podrán sa-
cudirse con facilidad y ocuparán mayor espacio que el necesario.
5.-La falta de arreglo en nuestra persona será una conse-
cuencia de la ausencia del método, lo que inclina a la negligencia
y al desorden.
6.-Por otra parte, será molesto a nuestra familia y a las perso-
nas que tratan negocios con nosotros, la diversidad de las horas
de comida y la hora de levantarnos o acostarnos.
7.-En la colocación de los muebles, libros y demás objetos,
pongamos un orden conveniente. Los papeles y cartas deben
guardarse por orden de fechas. No tengamos a la vista las cartas
que, por su carácter privado, deben conservarse en secreto.
8.-Llevemos cuenta exacta de nuestras entradas en dinero,
gastos y deudas, para no incurrir en un descuido en materia de
pagos, lo que puede ocasionar la pérdida de nuestro crédito.
9.-En una agenda, anotemos los encargos, las cartas por con-
testar, las visitas por hacer, los aplazamientos aceptados, las
reuniones por concurrir y todo compromiso contraído.
10.-Cuidemos lo ajeno, como si fuera propio; devolvamos
oportunamente y, sin deterioro, lo prestado; concurramos a don-
de estemos invitados a la hora fijada y preparémonos con antici-
pación, a fin de pagar lo que debemos en el día señalado.
11.-Sólo aprovechando debidamente el tiempo nos alcanzará
para instruirnos y para ensanchar los límites de la cultura. Reali-
zaremos así los proyectos que tengamos para ser útiles a la co-
18
lectividad y a nuestra familia, redundando en provecho nuestro
tan nobles afanes.
12.-Procedamos con método en los trabajos intelectuales, or-
denándolos convenientemente, principiando los estudios por las
materias elementales, tratando de adquirir conocimientos con el
menor tiempo posible, sin recargarnos con estudio hasta llegar a
fatigar el cerebro.
13.-Pero evitemos el exceso de método, pues es molesto el
trato de personas que tienen reglamentados todos los actos de
su vida, sin respetar las consideraciones sociales.
14.-Tiene el método, en la mujer, gran importancia, por las
funciones especiales de su destino en la existencia. Tenga, pues,
método en el gobierno de su casa, en los negocios domésticos,
en la inversión del dinero y en la educación de sus hijos.
Deberes durante la noche.
1.-Antes de entregarnos al sueño, veamos si, en caso de en-
fermedad o un apuro cualquiera, haremos falta a las personas
que tienen derecho a nuestra existencia, cuidados y servicios.
2.-Al irnos al dormitorio, despidámonos de las personas de
nuestra familia. Harán esto el hijo con sus padres, los esposos
entre sí y aún los que duermen en un mismo aposento.
3.-Procuren no molestarse los que duermen en una misma
pieza. Debe apagarse la luz, si la otra persona tiene la costum-
bre de quedarse dormida a oscuras, no sirviendo de disculpas la
lectura, ni el estudio.
4.-Al entrar a un dormitorio común, si la otra persona está dor-
mida, evitemos hacer ruido para no despertarla, procurando mo-
deración en nuestros movimientos y pidiendo en voz baja lo que
necesitemos.
5.- Cuando tengamos por compañero de dormitorio a una per-
sona a quien debamos consideración por su edad u otra circuns-
tancia, esperemos que se acueste antes de hacerlo nosotros.
Nos dispensará de ese deber una enfermedad o el recogerse
demasiado tarde la otra persona.
19
6.-No se debe dormir en una misma pieza con una persona
de poca confianza o que no conocemos, lo que puede suceder,
por ejemplo, en un hotel.
7.-Estamos ya en cama, no se debe fumar, porque el humo
del cigarrillo, fuera de molestar a los demás, vuelve pesada la
atmósfera, con perjuicio de la salud, en un aposento que está ce-
rrado.
8.-Si durante el sueño sucede algún apuro, en que seamos
necesarios o se nos pregunta algo de urgencia, no demos seña-
les de mal humor, puesto esto lo tomará como un reproche, la
persona que cuenta con nuestra benevolencia acostumbrada.
Empero, sin grave urgencia, no despertemos a la persona que
descansa entregada al sueño.
9.-Si en la noche sucede, en el vecindario, algún aconteci-
miento en que peligre la vida o los intereses de alguna persona o
familia, brindémosle nuestra ayuda, después de dejar en seguri-
dad la propia casa.
10.-Cuando nos veamos obligados a despertar a otra persona
para comunicarle algo desagradable o funesto, hagámoslo, poco
a poco, a fin de evitarle una impresión demasiado fuerte, lo que
podría ocasionar una enfermedad.
11.-Si estamos hospedados en un hotel, seamos atentos con
los vecinos a nuestro aposento, procurando, si es de noche, no
hacer ruido que pudiera despertarlos.
12.-Cuando vivamos en casa de altos, evitemos por la noche,
a la hora en que duerme la otra familia, todo golpe o ruido en
cuanto nos sea posible.
Deberes al levantarnos.
1.-No debemos dormir demasiado, ni estar en cama más del
tiempo necesario. El sueño de un adolescente no debe exceder
de nueve horas, y el de un hombre ya desarrollado, con serias
ocupaciones que cumplir, no debe pasar de siete horas.
20
2.-La costumbre de levantarse temprano favorece la salud,
pues permite respirar el aire de la mañana, contribuyendo, ade-
más, al buen desempeño de las labores cotidianas.
3.-Después del sueño, el cuerpo queda como renovado, re-
puesto de las impresiones y fatigas del día anterior. En las prime-
ras horas matinales, posee la inteligencia, gran facilidad en las
percepciones, las ideas son más claras, sintiéndonos, como en
ninguna otra hora, aptos para todo trabajo intelectual.
4.-Nadie puede considerarse exceptuado de lo dicho acerca
del tiempo dedicado al sueño. De lo contrario, imposible nos será
cumplir con nuestros deberes dentro de la colectividad.
5.-Si una persona no ha consagrado su vida al estudio, debe-
rá trabajar en el comercio, en la industria, etc., y, si acaso viviese
de sus rentas, encontrará en la lectura, en la sociabilidad, un vas-
to campo de ocupaciones.
6.-Es signo de mal carácter y falta de educación levantarse de
mal humor. El hombre educado en ningún momento se cree dis-
pensado de ser afable y cortés, aunque, al levantarse, se sienta
afectado por algún disgusto.
7.-Si, al levantarnos, duerme algún compañero, no lo desper-
temos con ruido, ni abramos puertas y ventanas, de suerte que el
aire llegue hasta su cama, o le hiera el rostro la luz.
8.-Sin motivo razonable, el que duerme en un mismo dormito-
rio con otra persona procure no interrumpir sus quehaceres con
su sueño excesivo.
9.-Cuando nos levantemos antes de la hora acostumbrada
por tener que viajar o por otro motivo, no despertemos a los de-
más con la preparación ruidosa de nuestro equipaje.
10.-Cuando tengamos que viajar de madrugada, nos debe-
mos despedir de las personas con quienes vivimos, en la noche
anterior.
11.-Debemos acostumbrarnos a hacer la cama, una vez que
el aire puro haya libremente corrido en el dormitorio.
12.-No salgamos de nuestros dormitorios antes de estar ente-
ramente vestidos. Sólo las personas enfermas toman desayuno
21
en la cama, y los demás desayunan cuando están aseados y
vestidos.
13.-Cuando nos presentemos ante los demás, preguntemos
por la salud de nuestra familia. Esto fomenta el grato y dulce
afecto que debe reinar dentro del hogar.
El vestido para dentro de casa.
1.-De ordinario, en su casa, un hombre no debe permanecer
en mangas de camisa, sin corbata o mal calzado. El desaliño en
la mujer, dentro de casa, da una triste idea de su educación.
2.-Disminuye su severidad lo anteriormente dicho, cuando es-
tamos en el dormitorio, en donde se atiende, con preferencia, a la
comodidad, sin que esto autorice para recibir así a un extraño.
3.-Toda persona discreta, si ocupa con otra un mismo apo-
sento, cuando se asea o cambia de vestidos, procura quedarse a
solas. Antes de entrar a una pieza ajena, por un motivo urgente,
pidamos el permiso correspondiente, golpeando suavemente la
puerta.
4.-Las visitas se deben recibir en la sala de recibo con un traje
decente y adecuado a la calidad de los visitantes.
5.-Un hombre educado nunca recibe visitas en pijamas y, si
dentro de casa acostumbra tener la cabeza cubierta, se descu-
bre, cuando recibe a un extraño.
6.-Si una enfermedad nos obliga a andar en traje impropio pa-
ra recibir visitas, pidamos disculpas a las de confianza y no reci-
bamos a las de etiqueta, sino en caso de urgencia.
7.-En familia, no es necesario presentarse con el mejor traje
para sentarse a la mesa, siempre que sea uno en buen estado.
8.-Si estamos hospedados en un hotel o en casa de un ami-
go. Debemos ser todavía más estrictos en cuanto a la decencia
de nuestro traje.
9.-El vestido de los niños, dentro de casa, no debe ser des-
aseado, ni demasiado usado, pues esto dará una triste idea de la
educación de sus padres.
22
Arreglo interior de la casa.
1.-En el patio o en el corredor, no se pongan muebles viejos.
Debe estar la sala de recibo arreglada con todo esmero y no se
coloquen en ella sino objetos que sirvan de comodidad y distrac-
ción a las visitas, dispuestos con orden, simetría y elegancia.
2.-Si es posible, evítese que la pieza vecina a la sala de reci-
bo sea dormitorio. Por lo general, procúrese no tener las camas a
la vista de los extraños, lo que es signo de vulgaridad.
3.-Deberán reinar en el comedor el orden y el aseo, arreglán-
dolo en tal forma que ahí se puedan recibir amigos de confianza,
al sentarnos a la mesa.
4.-Es costumbre adornar las paredes con paisajes o escenas
históricas que lucen las bellezas de la pintura. Véase que esas
telas no tengan figuras en actitudes poco decentes que estarían
bien en un museo de pintura o en el taller de un artista, pero no
en un hogar en donde los padres deben velar por la inocencia de
sus pequeños hijos.
5.-Al lado afuera de la sala de recibo, debe haber un felpudo
para limpiar la suela del calzado. Tienen las casas que son con-
curridas, un mueble para colocar el sombrero, abrigo, bastón, o
el paraguas, situado en el pasadizo o comedor.
6.-Al anochecer, ilumínese toda la casa, comenzando por el
pasadizo, que nunca debe estar a oscuras.
7.-Los muebles y objetos del dormitorio han de estar ordena-
dos, la cama hecha y la ropa guardada, teniendo cuidado de po-
ner los utensilios de aseo en sitios poco visibles para los extra-
ños.
8.-Póngase cuidado en que los sirvientes tengan limpieza y
orden en sus aposentos. Esto redundará en su beneficio y en el
de la familia a quien sirven.
9.-Debemos velar por que los niños o sirvientes no deterioren
la casa que arrendamos, disminuyendo su mérito o desluciendo
su ornato.
23
10.-A la mujer, dedicada a los asuntos domésticos, le corres-
ponde mantener el orden y aseo de la casa, mientras su esposo
labora en beneficio de su familia.
La paz doméstica.
1.-Por mucha que sea nuestra fortuna, excelente la salud, só-
lida la tranquilidad pública, y agradables las horas pasadas con
nuestros amigos, no seremos felices si no poseemos el tesoro de
la paz doméstica.
2.-Las riñas y altercados, señales de ignorancia y falta de
educación, suelen amargar la vida en forma desastrosa.
3.-Al recibir una visita, debemos presentarnos con acogedor y
sereno semblante, lo que será imposible, si la discordia interior-
mente devora el corazón.
4.-No podrá recibir dignamente a una visita la familia que viva
en desarmonía. El modo de tratarse unos revelará su desacuer-
do. La visita verá en esto falta de educación, sintiéndose moles-
ta al tomar parte en la conversación.
5.-A los sirvientes, deberán ocultárseles las discordias domés-
ticas, los que las contarán a los extraños, llegando a oídos del
público. Detrás de esto, vendrá el retiro de la estimación y sim-
patía de las personas discretas y educadas.
6.-Sabido es que, en el trato con los extraños, en los nego-
cios, a cada paso, encontraremos contradicciones, molestias que
veremos aumentadas si la paz doméstica ha abandonado nues-
tro hogar. De cortés, nuestro carácter se tornará duro y, aunque
seamos de índole suave, hasta en el trato social sobrenadará
nuestro habitual malhumor.
7.-El respeto del hijo a su padre, del hermano menor al ma-
yor, del inferior al superior, suavizará el trato de unos con otros,
impidiendo que las leves discusiones degeneren en ruidosos al-
tercados.
8.-En asuntos de poca importancia, adoptemos la costumbre
de ceder parte de nuestro derecho o razón que nos asista, cuan-
do seamos contrariados, para no irritar el ánimo de los demás.
24
9.-Al dar por terminada una discusión, procedamos con corte-
sía, no dando a entender que despreciamos la opinión de la otra
persona, por tener carácter violento.
10.-En especial a la mujer le está encomendada la conserva-
ción de la paz doméstica. Deberá sufrir con paciencia el mal-
humor de su esposo, cuando del trabajo regrese cansado o pre-
ocupado. A ella corresponde disipar esas nubes de verano, con
su prudente y afectuoso trato.
Conducta con nuestra familia.
1.-Procuremos con nuestras palabras y acciones complacer a
las personas con quienes vivimos, tratándolas con los miramien-
tos debidos, sin ocasionarles ningún disgusto.
2.-El respeto de los hijos a sus padres no excluye una con-
fianza bien entendida, lo que redundará en un afecto recíproco,
pero, si los padres no deben traspasar los límites de su autori-
dad, alejando la confianza de sus hijos, tampoco será convenien-
te una familiaridad excesiva.
3.-Nada más impropio que una discusión acalorada entre pa-
dres e hijos, abuelos y nietos, tíos y sobrinos, hermanos mayores
y menores. Al tratarse, como iguales en condición, es fácil que
desaparezcan el respeto, la educación y la dignidad.
4.-La tolerancia es la fuente de la paz doméstica. Si la diver-
sidad de caracteres, gustos y costumbres son motivos de la des-
avenencia entre extraños, también lo son en medio del trato coti-
diano de la familia. Seamos tolerantes con los extraños, por ur-
banidad y con las personas de la familia, por cariño. Nunca vea-
mos, entre los nuestros, ni la sombra de querer ofendernos.
5.-Es falta de educación traer a la conversación palabras o
acciones desagradables producidas en pasados desacuerdos
familiares y, sobre todo, echarlas en cara en son de ataque en
posteriores discusiones.
6.-La confianza no autoriza el uso de los muebles u otros ob-
jetos de personas con quienes vivimos, sin previo permiso y sin
estar seguros de que ellas, por el momento, no los necesitan.
25
7.-En general, no usemos los objetos que a los demás sirven
para el uso personal, como lavatorio, peineta, navaja, etc., que
entre gente educada son de uso exclusivo.
8.-No es permitido pedir a otra persona prestados sus vesti-
dos. Con todo, entre madre e hijas o hermanas, nada de extraño
tiene que se presten objetos de adorno como pulseras, pendien-
tes, etc., pero sólo en casos especiales.
9.-Dejemos las cosas ajenas en el mismo lugar en que las
encontramos. Si la necesidad nos obliga a cerrar o abrir una
puerta o ventana, que no sean de nuestro aposento, no olvide-
mos de dejarlas en su anterior estado.
10.-No entremos a un aposento ocupado por otra persona,
aunque esté abierto, sin llamar antes a la puerta y obtener permi-
so, con mayor razón, si es de otro sexo.
11.-Evitemos entrar a un dormitorio ajeno antes de ser venti-
lado, pues nuestra presencia podría molestar a la persona que lo
ocupa.
12.-Apartemos la vista de una persona que creyéndose sola,
está semidesnuda. Con naturalidad, alejémonos discretamente,
sin dar a entender que la hemos visto.
13.-Estos preceptos deben aplicarse entre esposos, padres e
hijos, entre hermanos o parientes, ya que las leyes que resguar-
dan el pudor no reconocen grados de parentesco.
Conducta con los vecinos.
1.-La persona que se cambie de casa debe ofrecer su nueva
residencia a sus amigos, dejando al tiempo las relaciones de
amistad con los vecinos.
2.-No son convenientes, sin elección, las amistades con los
vecinos, porque o resultan inconvenientes o se contraen enemis-
tades al abandonar su trato a poco de haberlos conocido.
3.-Los que viven en casas cercanas deben considerarse so-
cialmente, como personas de una misma familia, guardarse los
miramientos debidos y procurar no molestarse ni ofenderse unos
con otros.
26
4.-Nuestros derechos tienen un límite y es aquel en que co-
mienzan a perjudicar a los demás. El derecho que nos confiere,
por ejemplo, el arriendo de una casa se reduce a todo lo que no
se oponga a la tranquilidad de los vecinos o a las consideracio-
nes que les debemos en circunstancias particulares.
5.-El niño de familia educada no sale a la calle a jugar con
otros niños, ni en su casa se entrega a juegos que produzcan
demasiado ruido, de suerte que molesten a los vecinos.
6.-Es algo indebido tocar constantemente un instrumento, con
las ventanas abiertas, molestando a los vecinos. En horas de
reunión ejecutemos piezas ya aprendidas y retirémonos a un
aposento interior en horas de estudio musical.
7.-Una persona educada no dirige miradas escudriñadoras
desde su casa a las casas vecinas, ni sale a la ventana para im-
ponerse de un caso sensacional.
8.-Cuando suceda algún accidente desgraciado a una familia
vecina, brindémosle nuestros servicios, en caso que sean nece-
sarios.
9.-Si tenemos noticia de la proximidad de un peligro común,
demos aviso a nuestros vecinos, tan pronto como sea posible, y
después de atender a la seguridad de nuestra familia.
10.-Cuando en la casa vecina haya un enfermo de gravedad,
debemos informarnos del estado de su salud y suprimir, de nues-
tra casa, toda fiesta ruidosa, a fin de no molestar al enfermo.
11.-Si falleciere un vecino, suprimamos toda fiesta en nuestra
casa, no cantemos, ni toquemos algún instrumento, en señal de
duelo. En suma, evitemos toda demostración de alegría.
12.- Las consideraciones entre vecinos son en extremo nece-
sarias. De cualquier círculo social, si nos disgustamos, será fácil
alejarse. No así de la casa en que vivimos, debiendo someter-
nos a las molestias de una mudanza, si la conducta de los veci-
nos llega a hacerse intolerable.
Conducta, estando hospedados en casa ajena.
27
1.-Evitemos hospedarnos en casa de un amigo para quien
seamos gravosos por escasa fortuna. Además de ser humillante
que de su escasez se impongan otras personas, su pobreza im-
pedirá obsequiarnos como él quisiera, sin hacer algún extraordi-
nario sacrificio.
2.-Es propio de gente vulgar ir a pasar por un tiempo en casa
de un amigo que, por motivo de salud o por cambiar de aire, se
ha ido al campo. Cosa distinta será si ese amigo ha partido de la
ciudad para recrearse o descansar de sus fatigas, gustando de
recibir amigos que lo acompañen.
3.-Cuando nos veamos obligados a hospedarnos en casa de
un amigo, estemos allí lo menos posible, sobre todo, si nuestra
visita aumenta sus gastos y lo priva, para recibirnos, de una habi-
tación.
4.-Toda persona educada, aunque esté hospedada en un es-
tablecimiento público, procurará no ser molesta, ni exigente, tra-
tando a todos con amabilidad.
5.-Si estamos hospedados en casa ajena, por grande que sea
nuestra amistad con los dueños de casa, no usemos tanta liber-
tad, como en nuestra casa.
6.-Pero no nos mostremos esquivos a la cordialidad y con-
fianza con que nos brindan, dejando de corresponder a una sin-
cera hospitalidad.
7.-Si los dueños de casa no nos colocan algún mueble en
nuestro aposento, no lo pidamos sino en caso de suma necesi-
dad además, ejecutemos todo lo que sea posible y esté relacio-
nado con nuestro servicio, evitando lo hagan personas de casa.
8.-Respetemos los usos y costumbres de la casa en que es-
temos hospedados y procuremos descubrir discretamente las pri-
vaciones a que la familia se somete en nuestro obsequio, a fin de
no ser demasiado gravosos.
9.-No entremos a los aposentos interiores, ni menos en los
dormitorios. A los empleados, tratémoslos con suavidad, agrade-
ciendo sus servicios y dándoles algún regalo al despedirnos.
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10.-Cuando estemos de regreso en nuestra casa, aprove-
chemos la primera oportunidad para escribir una afectuosa carta
al amigo que nos hospedó, expresándole nuestro cordial agrade-
cimiento.
11.-Si queremos hacer algún obsequio a la familia en donde
estuvimos hospedados, debemos hacerlo, pasado algún tiempo,
a fin de no darle un carácter remunerativo.
Deberes de la hospitalidad.
1.-Recibamos en casa con bondad a la persona que nos haya
ofendido, no demostrando disgusto ni de palabra o de otro modo.
Tratándose de una explicación amistosa, hágase con el deseo
sincero de cortar una desavenencia, todo lo que sea posible.
2.-No recibamos con desagrado al necesitado, que llega a la
puerta de nuestra casa a pedir algún auxilio y, si no podemos
darle una limosna, despidámoslo con buenas palabras.
3.-Cuando un amigo nos avise que va a hospedarse en nues-
tra casa, preparémosle la pieza más cómoda, colocando los
muebles necesarios. Si tenemos noticia del día y hora de su lle-
gada, vayamos a recibirlo a la estación.
4.-Estudiemos las costumbres de nuestro huésped, para que
no la altere en obsequio nuestro, sometiéndonos a las privacio-
nes que sean necesarias, pero sin que esto llegue a su conoci-
miento.
5.-Evitemos, mientras resida nuestro amigo en casa, invitar a
la mesa a personas que le sean desconocidas, cuyo trato no sea
oportuno o bien a un sujeto que con él esté disgustado.
6.-Averigüemos los guisos preferidos por nuestro huésped,
para presentarlos a la mesa, obsequiándolo con frutas, dulces y
golosinas de su agrado.
7.-Procuremos que nuestro huésped tenga la misma libertad
que entre su familia, sin manifestar disgusto, cuando traspase los
límites de una fina educación.
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8.-Si enfermara nuestro huésped, lejos de su familia, procu-
remos disminuir este contratiempo con nuestros cuidados, de
modo que no eche de menos las atenciones de los suyos.
9.-Cuando regrese a su casa nuestro huésped, demostremos
sentimiento por su partida, reguémosle vuelva a nuestra casa, y
acompañémosle, si es posible, hasta la estación
Reglas diversas.
1.-Evitemos levantar la voz, estando en casa, cuando haya le-
ves discusiones de color doméstico.
2.-La esposa que tiene a su cargo el gobierno del hogar, pro-
cure no levantar la voz ante los errores que cometen los niños.
La voz suave, en la mujer, es su mayor encanto.
3.-En cuanto sea posible, sirvámonos a nosotros mismos, sin
auxilio de sirvientes o personas con quienes vivimos.
4.-En las ventanas de la calle, procuremos moderación, ha-
blando en voz baja, riéndonos sin llamar la atención de los tran-
seúntes y evitando lo que pueda dar mala idea de nuestra edu-
cación.
VI
MODO DE CONDUCIRSE FUERA DE CASA
Conducta en la calle.
1.-Ordinariamente, el paso no debe ser lento o demasiado
precipitado. Con todo, el hombre de negocios deberá apresurarlo
en horas de trabajo. En la mujer, siempre es impropio el paso
rápido.
2.-Debe caminarse, por la calle, con soltura, sin desgano, con
la frente erguida. La costumbre de ir mirando al suelo puede ser
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motivo de no advertir el paso de un conocido a quien debemos
saludar. Dese a los brazos un movimiento suave y elegante, pero
la mujer no deberá llevarlos libres.
3.-Las manos llévense a la vista, en su disposición natural.
Debe ser suave la pisada y el paso proporcionado a la estatura.
El hombre evite el paso demasiado corto.
4.-No se fije detenidamente la vista en las personas que en-
contremos en nuestro camino o estén en sus ventanas, ni volva-
mos el rostro para mirar a los que pasan.
5.-Es falta de educación acercarse a las ventanas de una ca-
sa, mirando con detención al interior.
6.-Al pasar entre dos personas que transiten juntas o estén
detenidas, pídase permiso en caso no exista otro camino. Para
detener a una persona en la calle, la iniciativa deberá partir del
superior o de la mujer respecto al hombre. Cuando exista amis-
tad estrecha, no se tomará en cuenta la posición social, o la edad
para detener a una persona, a fin de hablar con ella.
7.-No detengamos al amigo acompañado de una señora o
persona de respeto, ni a un comerciante en horas de trabajo, a
no ser que sean asuntos de negocios, de recíproca convenien-
cia.
8.-Las personas detenidas a conversar evitarán que el tran-
seúnte pida permiso para pasar, dejando de antemano el nece-
sario espacio. El hombre agradezca esta atención con un saludo
y la mujer con leve inclinación de cabeza.
9.-Corresponde a la mujer autorizar, con una mirada, el salu-
do del hombre y al superior el saludo del inferior.
10.-Al saludar a una señora o persona de respeto, quitémo-
nos el sombrero. Si encontramos a un amigo con otra persona
que no lo es, incluyamos a ambos en nuestro saludo. Actos de
cortesía, como quitarse o tocarse el sombrero, deben hacerse
con la mano derecha.
11.-Sólo a personas de íntima confianza se saludan desde le-
jos, con una inclinación o movimiento de la mano.
31
12.-Si una señora o persona de respeto desea hablarnos, no
permitamos que se detenga, sino continuemos con ella hasta la
esquina inmediata, debiendo el superior adelantar la despedida.
13.-No debemos, con el sombrero puesto, dirigir la palabra a
una señora o persona de respeto, correspondiendo a ellos indi-
car que nos cubramos.
14.-El inferior cederá la acera al superior y el hombre a la mu-
jer. Cuando se encuentren dos personas de igual categoría, con-
servará la acera el que la tenga a su derecha.
15.-A lo sumo, irán tres personas en línea lateral, yendo al
centro la de más respeto. El hombre que va con una señora le
cederá la acera, adaptando su paso al de ella.
16.-Si a un hombre le dan paso en la acera, salude, tocando
el ala del sombrero. Evítese conversar con otros amigos en la
acera o sitios en donde se obstruye la circulación, molestando a
los transeúntes.
17.-En un vehículo, salúdese sentado al pasar una persona
conocida. La mujer, saludará con leve inclinación de cabeza y el
hombre, quitándose el sombrero.
18.-Puede saludar sin quitarse el sombrero el hombre que
conduce un automóvil, si marcha con demasiada velocidad. Los
jinetes saludan quitándose el sombrero, cuando el paso del ca-
ballo es moderado.
19.-El hombre deberá quitarse el sombrero al paso de un cor-
tejo fúnebre. Permanezca sin sombrero, cuando el ataúd sea co-
locado o retirado de la carroza y, si formare parte de un cortejo
que marcha a pie por las calles, también irá descubierto. La so-
lemnidad del acto exige la mayor seriedad. Además, evítese toda
conversación, aunque sea en voz baja.
20.-Cuando viajan varias personas a caballo, el centro o la
derecha son los lugares que deben cederse al superior. Si son
cuatro los jinetes, divídanse en dos grupos para facilitar el tránsi-
to.
21.-Cuando encontremos en la calle a una persona que nece-
site auxilio, prestémosle ayuda, aunque sea desconocida.
32
Conducta en el templo.
1.-En el templo, lugar de oración y de recogimiento, perma-
nézcase con sumo respeto, contraído exclusivamente a la cere-
monia a que se asiste.
2.-Quitémonos el sombrero en el umbral de la puerta y no nos
cubramos hasta salir a la calle. Al entrar a una iglesia, no distrai-
gamos a los demás, haciendo demasiado ruido.
3.-Los niños pequeños que, con el llanto, pueden molestar a
los asistentes, no se les lleve al templo.
4.-Dentro de la iglesia, no debe saludarse a nadie desde lejos.
De cerca, sólo es permitido un leve movimiento de cabeza, sin
dar la mano ni conversar.
5.-No debe rezarse en voz alta, de modo que perturbe a los
demás, ni fijar la vista en ninguna persona. La mirada no debe
apartarse del sitio en que se celebran las ceremonias.
6.-En una iglesia, no se tome asiento sin antes hacer una ge-
nuflexión al Altar Mayor. La mujer debe estar un momento arrodi-
llada antes de sentarse.
7.-Cuando asistimos a un funeral, conservemos la actitud de
los eclesiásticos, no debiendo estar de pie o sentados, cuando
ellos estén arrodillados.
8.-Estando en pie, mantengamos el cuerpo recto, sin descan-
sar de un lado. Cuando estemos sentados, no recostemos la ca-
beza en el respaldo del asiento, ni extendamos o crucemos las
piernas.
9.-Al salir del templo, sería falta de educación mezclarse con
las mujeres, tocando sus vestidos o ponerse en fila con otros
hombres, formando calle, para mirarlas de cerca.
Conducta en casas de educación.
1.-A un establecimiento educacional no debe entrarse a la
hora en que los profesores tengan que desatender a los alumnos
para recibirnos.
33
2.-Si vamos a visitar a un alumno, pidamos permiso al Rector
o a la persona que lo representa antes de hacer la visita.
3.-Las atenciones hechas a los alumnos redundarán en honra
del establecimiento y de sus directores. Debemos quitarnos el
sombrero y ser atentos y respetuosos con todos.
4.-Dentro de una casa de educación, no se debe reprender en
voz alta a los hijos o pupilos, ya que con esto se les avergonzaría
y faltaríamos el respeto debido al establecimiento.
Conducta en una asamblea.
1.-Un hombre educado hace atenciones no sólo a la asam-
blea, sino a todos sus individuos, respetando los estatutos, los
preceptos de la etiqueta parlamentaria y los deberes simplemen-
te sociales.
2.-Cuando se pierde la serenidad, fácilmente se falta a las
consideraciones debidas a los colegas, lo que irrita los ánimos de
los mismos a quienes se desea persuadir, con perjuicio del triun-
fo de la propia causa.
3.-Es falta de respeto a la corporación y a las personas de
fuera presentes allí, decir palabras violentas o insultos a los con-
trarios.
4.-Una opinión debe defenderse con calma. El mejor camino
para producir el convencimiento es usar las armas del raciocinio,
respetando la dignidad personal y el amor propio de los demás.
5.-Es impropio interrumpir al que habla con frases irónicas o
interjecciones de desaprobación. Esto no da ninguna luz a la
cuestión debatida y con ello se manifiesta poco respeto a la per-
sona interrumpida y a la asamblea entera.
6.-Gran tacto se necesita para poner en duda lo que otro afir-
ma. En extremo corteses, deben ser las palabras que se usen
para hacerlo, en presencia de numerosos asambleístas, donde
un término ofensivo causaría desagradable impresión, no sólo a
la persona rebatida, sino a todos los demás.
7.-Los discursos demasiado largos son pesados, molestan al
auditorio y lo distraen del asunto tratado, con perjuicio del mismo
34
orador. Contráigase a lo esencial de la cuestión, sin entrar en dis-
gresiones, respetando las leyes de la oratoria, que dan método,
concisión y claridad al discurso.
8.-En las discusiones parlamentarias, la sátira excita el interés
del auditorio, pero evítese la mordaz, que divide los ánimos y
empléese la sátira fina, que no ofende la dignidad del hombre.
9.-Debe dar pruebas de educación el que pierda un asunto
debatido. Así respetará a la mayoría y manifestará tener un alma
superior al demostrarse resignado y tranquilo.
10.-Pero, si lo ha favorecido el triunfo, su conducta debe ser
moderada y generosa, evitando toda demostración de contento,
que pueda ser molesta a sus contrarios.
Conducta en los espectáculos
1.-Si se llega al teatro en automóvil, baje el caballero primero
para ayudar a la señora. Llegados al fóyer, vaya el hombre a la
boletería a comprar las entradas.
2.-Ella entrará primero a la sala y, en seguida, el hombre con
la cabeza descubierta. Al pasar por entre la fila de butacas, así
ella como él lo harán de frente a las personas sentadas.
3.-En los palcos, ocupen las señoras las butacas próximas a
la baranda, sentándose detrás los caballeros.
4.-Es falta de educación, durante el espectáculo, hacer co-
mentarios sobre la obra representada, de suerte que moleste a
los demás; golpear con los pies el respaldo de las butacas; mo-
verse demasiado en el asiento o darse vuelta para ver en el ros-
tro de los demás la impresión producida.
5.-En los entreactos, deben salir los asistentes en el orden en
que están sentados. Si se divisa a una persona conocida, salú-
dese desde lejos. En los entreactos, no se deje sola a la señora
y, si no desea salir de la sala, quédese él acompañándola.
6.-Si un caballero, al ir a ocupar su butaca la encuentra ocu-
pada por una señora, espere un momento en el pasillo. Por su
parte, la señora no se haga esperar demasiado, y dé las gracias.
35
7.-Vuélvase a la sala, pasado el entreacto, antes de reanu-
darse el espectáculo. A la hora de llegada, éntrese también un
poco antes para no distraer la atención de los asistentes.
8.-Con un aplauso, ni exagerado, ni desganado, debe pre-
miarse la buena actuación de los artistas, cuando no sea cine.
Apláudase de pie, cuando la interpretación ha sido magistral. Pe-
ro, cuando la actuación de los artistas ha sido mala o mediocre,
evítense las palabras hostiles o burlescas, lo que indicaría falta
de educación y de buenos sentimientos.
9.-Evítese salir del teatro en forma apresurada, molestando a
los demás. A la salida del espectáculo, si se toma automóvil, en-
trará primero la señora y el caballero, en ausencia del chofer,
abrirá la portezuela.
10.-Si un hombre lleva una mujer al teatro, colóquela en el
asiento más cómodo, y si llegan cuando ha comenzado la fun-
ción, no ocupen asientos hasta el entreacto, para no molestar a
los asistentes.
11.-Téngase cuidado de no ocupar una butaca ajena. Antes
de reclamar un asiento, veamos primero si realmente tenemos
derecho para hacerlo.
12.-Nunca un hombre debe estar con sombrero puesto en el
teatro, y las señoras eviten ir con grandes sombreros que lleguen
a impedir la cómoda vista del escenario a las personas que están
detrás.
13.-La gente educada no conversa ni hace ruido durante la
función; no se ríe a carcajadas con los chistes, ni estalla en ex-
clamaciones, cuando el silencio de la sala es general.
14.-Es conveniente no ser de los primeros en aplaudir, sino
esperar a que antes lo hagan los entendidos.
15.-Sólo es permitido pedir a un actor o ejecutante la repeti-
ción de trozos pequeños que no den demasiado trabajo a los ar-
tistas. Cuando un actor en alguno se equivoque, evítese indicar
desaprobación, lo que podría ofuscarlo hasta hacer un papel
deslucido.
36
16.-Si, durante el entreacto, visitamos a un amigo en un palco
y nos ofrecen un asiento, permanezcamos sólo un momento, reti-
rándonos antes que se reanude la función.
Conducta en los establecimientos públicos.
1.-A las oficinas públicas sólo se debe ir con objetos propios
de sus respectivas atribuciones, esperar en la sala de audiencias
y no ejecutar ningún acto contrario a los reglamentos.
2.-No vayamos a un establecimiento industrial sin objeto de-
terminado, para no distraer a los que trabajan. Hagamos estas
visitas siempre que no impidan seguir atendiendo sus quehace-
res a la persona visitada.
3.-En caso urgente, es permitido visitar a un hombre de nego-
cios en su oficina, aunque no se tenga confianza. La visita debe
ser corta y no ser causa que interrumpa una ocupación importan-
te.
4.-No se entre a una oficina fumando o con sombrero puesto.
Esto sería falta de respeto y redundaría en nuestro descrédito.
5.-Cuando no hay intención de comprar, es falta de conside-
ración hacer que un empleado pierda el tiempo en mostrarnos la
mercadería.
6.-Una persona educada no se acerca a un lugar en que hay
prendas de valor o dinero, ya que la prudencia aconseja poner-
nos a cubierto de la sospecha más leve.
7.-En una oficina pública no debe levantarse la voz, ni discutir
violentamente.
8.-No permitamos que otro pague la cuenta de lo consumido
por nosotros, en un bar o restaurante, si no ha mediado una invi-
tación especial. En los demás casos, adelantémonos a cancelar
lo pedido sin llamar la atención. Es conducta indigna marcharse
con disimulo, después de haber bebido en un bar con amigos,
para no intervenir en el pago de la cuenta.
Conducta en los viajes.
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1.-La portezuela del automóvil debe abrirla o cerrarla el caba-
llero, cuando no lo haga el chofer. Entrarán primero las señoras o
personas de respeto, las que ocuparán la derecha de los asien-
tos. Al descender, lo harán primero los hombres para ayudar a
bajar a las señoras.
2.-En los trenes, tranvías, etc., la mujer entrará primero y, al
bajar, si es pareja, desciende primero el hombre para ayudar a
su compañera.
3.-Cédase el asiento de la ventanilla a la mujer o persona de
respeto. Cuando el paso esté obstruido al subir o bajar de un ve-
hículo, o al andar por el pasillo, pídase permiso sin abrir camino a
la fuerza.
4.-Procúrese no molestar a los viajeros, ocupando todo el
asiento o poniendo en ellos paquetes que deben llevarse en la
mano. No se crucen las piernas, si esto fuere molesto a los de-
más.
5.-Expresarse a gritos para hacerse notar es falta de educa-
ción. Evítese mirar con insistencia a los que viajan, ya sean hom-
bres o mujeres, pues esta imprudencia puede dar lugar a un inci-
dente.
6.-Si leemos el diario, no molestemos al viajero que va al lado
o delante de nosotros. No discutamos con los que van a cargo
del vehículo. Así no molestaremos a los pasajeros y evitaremos,
acaso, un accidente.
7.-Las ordenanzas municipales de los vehículos deben obser-
varse, sin discutir su aplicación, con los obligados a hacerlas
cumplir en beneficio de todos.
8.-Ceda el hombre, su asiento a la señora o persona anciana,
cuando no haya otro desocupado. Esta costumbre, casi olvidada,
es prueba de fina educación.
9.-Es permitido que los pasajeros conversen, aunque no se
conozcan, en un largo viaje por ferrocarril. Con todo, una mujer
no dirija primero la palabra a un hombre para conversar con él.
10.-En el coche-comedor de los trenes, es permitido conver-
sar entre desconocidos y aun dirigir la palabra a una mujer de la
38
misma mesa. El caballero tome asiento en la mesa ocupada por
caballeros y la mujer en la mesa con señoras.
11.-Seamos exactos en reunirnos a la hora convenida, si va-
mos a viajar con otras personas. Cuando se vaya a caballo, en
los paseos peligrosos, adelántese el hombre a la mujer y el infe-
rior al superior.
12.-En los caminos, pueden saludarse las personas descono-
cidas que se encuentren, siempre que el superior autorice el sa-
ludo con una mirada.
VII
MODO DE CONDUCIRSE EN SOCIEDAD
La conversación en general.
1.-La buena conversación es lo que más realza la personali-
dad. Ser elegante, tener buenas maneras, conducirse correcta-
mente, son cualidades que no confieren carácter, si no se sabe
conversar.
2.-Para que sea agradable la conversación, es indispensable
la cultura general que tiene por base la historia, la literatura y las
bellas artes. No se entiende por cultura general la que dan los
estudios superiores solamente, sino, además, la que proporciona
la buena lectura. He aquí el secreto.
3.-La conversación precipitada y los gritos fastidian. Debe
hablarse en forma pausada y sin alzar la voz. No se usen pala-
bras rebuscadas, ni frases poco conocidas. Al hombre de letras,
empero, se le puede tolerar expresarse de ese modo, pues en él
resulta natural y hasta agradable.
4.-El alma de toda reunión es la conversación, pues por me-
dio de ella transmitimos nuestras ideas y hacemos útil y agrada-
ble el trato con los demás. Con todo, puede conducirnos a situa-
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ciones difíciles o deslucidas, si no está gobernada por la discre-
ción.
5.-Nada revela tanto la educación y el grado de cultura de una
persona, como la conversación. El tono de voz, el modo de pro-
nunciar, la elección de los vocablos, la fisonomía y movimientos
del cuerpo que acompañan a la expresión de las ideas, retratan
al hombre vulgar y al de finas maneras.
6.-La variedad de asuntos, los diversos grados de cultura y
experiencia de los interlocutores, dan un carácter instructivo a la
conversación, contribuyendo al mejor conocimiento del mundo y
aun al desarrollo intelectual.
7.-Debe la conversación estar saturada de benevolencia y
respeto por las personas presentes y ausentes. Toda palabra
ofen-siva a personas ausentes envuelve, en cierto modo, una fal-
ta de consideración al que oye, haciéndolo cómplice de algo in-
digno.
8.-Por discreta y culta que sea la persona con quien conver-
semos, alguna vez podremos oír de ella conceptos desagrada-
bles para nosotros. En esas ocasiones, pensemos que nada hay
más diverso que los gustos, opiniones y caprichos de la gente.
9.-El más poderoso atractivo de la conversación es la afabili-
dad, lo que es un deber, cuando hablamos con mujeres.
10.-Cuando una persona no comprenda lo que hablamos, no
le digamos nada que ofenda su amor propio, aunque nos haya-
mos explicado con claridad.
11.-En una reunión, no perdamos la serenidad, pues pocas
cosas deslucen tanto a una persona, como una palabra o frase
que indique enojo o exaltación. Cuando hablemos de temas dis-
cutibles, evitemos los arranques de orgullo, demostrándonos
siempre corteses.
12.-No discutamos con otra persona sobre un asunto que no
interesa a los demás. Si vemos que usa sofismas o comienza a
perder la calma, abandonemos la discusión de modo suave y
cortés.
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13.-Evitemos discutir con personas de mal carácter o anima-
das de espíritu de contradicción. En un grupo de hombres cultos,
podremos discutir con cierta energía, pero, en uno en donde
haya mujeres sólo usemos un tono dulce y afable.
14.-Cuando la reunión sea reducida, la conversación debe
ser general, usando de la palabra una sola persona. En reunio-
nes numerosas, conversemos con las personas que tengamos al
lado.
15.-No llamemos aparte a una persona para conversar con
ella, si la conversación es general, no hablemos sobre materias
que no están al alcance de los demás, ni usemos vocablos ex-
tranjeros o frases misteriosas con determinada persona.
16.-Cuando nos pregunten algo que no se pueda ni deba con-
testar, no respondamos con palabras que indiquen haber come-
tido esa persona una indiscreción.
17.-No se hable siempre en términos siempre chistosos. En
una reunión, el chiste debe ser muy medido para que no moleste
a los demás.
18.-Debe el dueño de casa o la persona de más respeto to-
mar la palabra y reanimar la conversación, cuando las visitas
guarden silencio. Si dos toman la palabra al mismo tiempo, debe
cederla el inferior al superior y el caballero a la señora.
19.-Es falta de educación conversar, aunque sea en voz baja,
cuando una persona, para entretener a la reunión, canta o toca.
20.-Es fastidioso el trato de una persona que habla demasia-
do. Estos tales terminan por hacerse intolerables, obteniendo
como resultado el que todos huyan de ellos.
El tema de la conversación.
1.-El tema de la conversación varía según los casos y la cali-
dad de los oyentes. Es sabido que a todos interesan los asuntos
de actualidad. Por eso, debe estarse al corriente de los aconte-
cimientos del país y del extranjero por medio de la prensa.
2.-En la mesa, háblese de temas agradables, sin referirse a
enfermedades o accidentes. Durante la sobremesa, pueden tra-
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tarse los asuntos que se deseen, como sucesos vividos, anécdo-
tas propias o narraciones.
3.-La conversación debe referirse, en los bailes a asuntos ale-
gres, triviales y sencillos. No se hable de política, si en la reunión
hay señoras o haya alguna persona que profese ideas contrarias.
4.-Cúidese, al elegir el tema de conversación, que sea acce-
sible a la mayoría de la reunión, evitando el abuso de referirlo to-
do a sí mismo y tratando de hacer impersonal los hechos que se
narren, en cuanto sea posible.
5.-Hablemos a cada persona sobre la materia que le sea fami-
liar, evitando contraer la conversación a la profesión o industria a
que esté dedicada, lo que podría hacerla pensar que la creemos
destituida de otros conocimientos.
6.-Evitemos tomar parte activa en la conversación, si no so-
mos capaces de darle un giro agradable. En ese caso, limitémo-
nos a seguir el movimiento que otro le dé, emitiendo discretas
observaciones.
7.-La variedad de asuntos da amenidad a la conversación.
Cuando ésta sea animada, es señal que la reunión no desea pa-
sar a otro tema. Es lícito cambiar de asunto, si la conversación
toma un giro que puede romper la armonía de los presentes.
8.-La persona de más respeto puede variar el tema de la con-
versación. En una reunión, son asuntos apropiados los que tra-
tan de sucesos actuales que tengan interesado al público, pu-
diéndose también hablar de historia, literatura y bellas artes.
9.-Es propio de gente vulgar hablar, detenidamente, de sí
mismo, la familia, enfermedades, negocios o materias profesio-
nales.
10.-Evítense las discusiones violentas y los ademanes exage-
rados que causan mal efecto en los demás. Si el más prudente
modera el tono, lo mismo hará su contendor.
11.-No se converse con demasiada lentitud, ni dando la im-
presión de rebuscar las palabras, como si la persona se escu-
chara a sí misma. Estos defectos denotan pedantería así como el
aire docto o de suficiencia.
42
12.-Son falta de educación hablar en un idioma extranjero, si
los demás no lo conocen; los apartes en voz baja; dirigirse siem-
pre a una persona determinada, cuando se conversa en una reu-
nión.
13.-En la conversación, no se haga alarde de los propios co-
nocimientos. Es mala costumbre tratar de ayudar a los demás,
mientras conversan, porque equivale a ponerlos en ridículo.
14.-Mencionar a los ausentes en términos hirientes o despre-
ciativos y ocuparse de su vida privada para denigrarlos, indica
falta de educación y de buenos sentimientos. Hácese simpática
la persona que, en vez de criticar a los ausentes, los defiende.
15.-En lo posible, disimúlense los defectos de los demás. Po-
ca confianza inspira la persona que siempre se ocupa de los de-
fectos ajenos. Esto termina por apartar a éstos tales de sus
amistades, nadie les hará confidencias, no tardando en verse ais-
lados de la gente de valer.
16.-Aprendamos a escuchar sin pedir aclaraciones y sin apo-
yar con los nuestros los conceptos del que habla. Para hacer es-
to, esperemos que nuestro interlocutor termine de hablar o apro-
vechemos las pausas que se producen en la conversación.
17.-Las personas que tienen un tema favorito sobre el que
discurren en todas partes y las que no hablan sino de materias
de su agrado, resultan fastidiosas a los demás.
18.-La persona educada no habla contra las profesiones aje-
nas. Es propio de gente de mal carácter denigrar al doctor y su
ciencia, cuando no consiguió salvar la vida de un pariente o ami-
go.
19.-Prívese la persona que llega a una reunión de averiguar el
tema de la conversación. Toca al dueño de casa, si lo desea, im-
poner, en pocas palabras, al recién llegado del asunto, antes de
seguir hablando.
Condiciones materiales de la conversación.
1.-En la conversación, usemos las voces más propias; las
comparaciones inadecuadas debemos evitarlas; huyamos de las
43
disgresiones que no sean indispensables y no incurramos en la
difusión que resta el interés y atractivos a un asunto cualquiera.
2.-El estilo será sencillo, según el grado de cultura de las per-
sonas que nos oyen. Aunque se hable con personas doctas,
siempre es impropio el exagerado esmero en la elección de las
palabras o frases.
3.-Sin saber gramática, no es posible expresarse correcta-
mente, algo indispensable para el trato con gente culta. Los erro-
res de lenguaje comunican cierta vulgaridad a la persona que
habla, por grande que sea su mérito.
4.-Es, pues, indispensable el estudio de la gramática. Procu-
remos adquirir los conocimientos necesarios para hablar con pro-
piedad, así como los giros del idioma.
5.-Igualmente, será indispensable la buena pronunciación; ar-
ticular las palabras, claramente, sin omitir sílabas, ni alterar su
sonido, elevando o bajando la voz.
6.-El tono de la voz, en la conversación, debe ser suave,
cuando se traten materias indiferentes, elevándolo, si se requiere
energía, sin hacerlo áspero. En la mujer, la voz dulce, es señal
de buena educación y también de gran atractivo.
7.-Evítese la lentitud, así como la rapidez en el modo de
hablar. Debe hablarse con mayor o menor ligereza, según el ca-
so. Un asunto serio pide un modo de hablar lento, no así la rela-
ción de un hecho sensacional o divertido que requiere un anima-
do modo de expresarse.
8.-No se pronuncien las palabras con un tono cadencioso que
algunos usan para darse importancia. Al hablar, los ademanes
deben ser naturales, correspondiendo al asunto tratado y al ca-
rácter de la persona que oye.
9.-El semblante debe estar a tono con el asunto, ya sea éste
grave o divertido. Resulta fastidiosa y sin interés la conversación
de una persona que siempre conserva una fisonomía impasible.
10.-Remedar, en la conversación, a otra persona; imitar la voz
de los animales, hablar bostezando o en baja voz con otra per-
sona en una conversación general; ponerse de pie en medio de
44
la conversación; tocar los vestidos o el cuerpo de la persona con
quien se habla, son otros tantos actos vulgares que deben evitar-
se.
11.-Dirijamos la vista a la persona con quien hablamos, para
ver la impresión de nuestras palabras. Apartar el rostro de la per-
sona que nos escucha, es propio de gente de mala índole o de
poco trato social.
12.-En una conversación general, cuando se tome la palabra,
hay que dirigirse a todos los oyentes, prefiriendo la persona con
quien dialogamos, al que nos insta a hablar o a los dueños de
casa.
13.-Al hablar con mujeres, con gente de poca confianza, de
respeto o superior a nosotros, no contestemos si o no sin añadir
señor o señora. Sólo la intimidad y semejanza de edad nos per-
mite suprimir esos tratamientos.
14.-Delante de personas extrañas, cuando nombremos a
nuestros padres, abuelos, tíos, digamos simplemente: mi padre,
mi madre, mi abuelo, mi tío. Es vulgar usar la palabra hombre,
como vocativo o interjección, a no ser en reuniones de gran con-
fianza.
15.-No son bien vistos entre la gente educada, los refranes,
dichos vulgares, palabras de doble sentido y toda expresión que
pueda producir conjeturas. El hombre educado, cuando se permi-
te un dicho gracioso, lo presenta con discreción, oportunidad, sin
molestar a los demás.
16.-En la charla, no usemos palabras técnicas, si podemos
emplear vocablos o frases corrientes. Es pedantería emplear pa-
labras de un idioma extranjero, ignorado por los presentes.
17.-Requiere un tino especial el uso de proverbios, pues usa-
dos con exceso hacen fastidiosa la conversación.
Condiciones morales de la conversación.
1.-Por grande que sea la confianza con la persona que nos
escucha, el lenguaje será culto y respetuoso, evitemos en una
45
reunión, toda expresión poco decente, aunque sea con sana in-
tención.
2.-En una reunión, evitemos toda palabra o frase que indiquen
impiedad o falta de respeto a Dios o la religión.
3.-Es vulgaridad emplear juramentos para dar autoridad a lo
que se afirma, comprometiendo el honor o invocado el testimonio
de otras personas. La persona que no miente no necesita de ta-
les medios para ser creída.
4.-No empleemos las interjecciones o frases que expresan
admiración, que andan en boca del vulgo.
5.-Al nombrar a una persona por su apodo, ofendemos a
quien nos referimos y faltamos a la consideración debida a la
persona que nos escucha.
6.-En una reunión, no debe un hombre decir alguna palabra o
frase que ofenda la delicadeza de una mujer. Esta tampoco ha
de dirigir a un hombre expresiones que pongan a prueba su ca-
ballerosidad.
7.-El medio más expresivo para agradar es la palabra. El
hombre, al aprovecharse de esta ventaja, debe ser discreto. Son
impropios los galanteos sin ningún miramiento a la edad, estado
y grado de confianza que exista con una mujer.
8.-No se destierre la sátira en la conversación, porque es la
sal que mejor sazona, teniendo además, el papel de corregir las
costumbres.
9.-La ironía comunica a la charla una leve gracia, haciéndola
animada y agradable, cuando se emplea con oportunidad. Con
todo, no se sacrifique a la vanidad, de ser tenido como gracioso,
la tranquilidad de una familia entera, herida con una expresión
irónica.
10.-Desterremos la ironía en toda discusión, asunto serio y
conversación con personas con quienes no tengamos confianza.
Al refutar las opiniones ajenas, cuando respondamos a un argu-
mento o se nos hable con seriedad, la ironía está completamente
fuera del lugar.
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11.-No demos nuestra opinión, basados en simples sospe-
chas o datos pocos fidedignos, expresándonos como si se tratara
de un hecho real, cuando nuestro parecer puede directa o indi-
rectamente perjudicar a una persona.
12.-Seamos discretos en emitir juicios generales contra las
costumbres y defectos de los hombres, si con ello atacamos los
intereses ajenos o el buen nombre de una institución.
Las narraciones.
1.-Emplee el narrador un lenguaje sencillo y omita todo detalle
inútil relacionado con el hecho o anécdota que se va a contar.
Debe la narración ser animada para que se interese a los oyen-
tes y, a fin de conseguir esto, use cierto artificio en la expresión
del relato.
2.-Sin recordar bien los hechos, no se haga una narración.
3.-Teniendo confianza con el narrador, podemos añadir algo
omitido que pueda servir para la mejor comprensión del hecho,
cuando se trate de materias importante. Seamos, empero, pru-
dentes en advertir los errores de lo referido.
4.-Si se trata de un asunto divertido, no recomendemos el mé-
rito de lo que vamos a contar y tratemos de no reírnos en lo me-
jor de la narración. No contemos hechos demasiados conocidos
o que hayan sido publicados en la prensa, sin estar seguros de
que son ignorados por los presentes.
5.-Da pruebas de tener un entendimiento vacío y un carácter
poco elevado el que tiene la costumbre de divertir a una reunión
con sólo anécdotas. Esta conducta les sirve para perder el respe-
to que se les debe, concluyendo por ser molestos en las reunio-
nes.
6.-La anécdota, que debe nacer del tema de la conversación
ha de ser agradable por su novedad y gracia, no ocupando, por
mucho tiempo, la atención de los presentes.
7.-No narremos un hecho que pueda ser molesto para alguno
de los oyentes, sus familias o sus amigos.
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8.-Seamos discretos en transmitir noticias políticas que pue-
dan comprometer nuestra responsabilidad. De todos modos, no
incurramos, al contar los hechos, en exageraciones.
9.-Procuremos no contar más de una vez un hecho a la mis-
ma persona, averiguando antes si lo conoce.
Atención debida a la conversación de los demás.
1.-Prestemos atención a la persona que habla en una conver-
sación general o a la que nos dirige la palabra en particular. Es
falta de educación manifestar de un modo cualquiera que no
prestamos atención a lo que nos dice la persona que nos habla.
Puede la distracción ser interpretada como desprecio.
2.-Cuando una persona refiere un hecho que la conmueve,
debemos participar de sus impresiones, sin contribuir a aumentar
su exaltación. Es hiriente manifestarse impasible con el que está
agitado, o alegre con el triste, debiendo nuestra conducta corres-
ponder a la intención del que habla o al espíritu de su conversa-
ción.
3.-En una reunión, si alguien narra un hecho que no conoce
bien, no pretendamos referirlo nosotros. Si la persona que con-
versa se extravía en disgresiones, no demos a entender que es-
tamos cansados de oírla, ni la urjamos a que dé fin a su relato.
4.-No interrumpamos a la persona que conversa. Son discul-
pables estas interrupciones, sólo en animados diálogos en los
que se cruzan vivas observaciones.
5.-En una reunión, no desmintamos a la persona que conver-
sa. En raros casos, es permitido contradecir al que habla, sin ol-
vidar la obligación de salvar su buena fe y recta intención.
6.-No es bien visto contradecir a una persona en una reunión
de etiqueta, ni tampoco a una constituida en dignidad, pues de
ellas no cabe oír palabras faltas de prudencias.
7.-A una persona interesada en contarnos un asunto, no de-
bemos interrumpirla para referirle una anécdota. Aun sería peor
desviar el espíritu de la charla, dándole un carácter irónico, aun-
que sea para distraer a alguien de las ideas que lo conmueven.
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8.-Cuando una persona cuente algo con entera fe, no le mani-
festemos nuestras dudas, porque, al advertirle su engaño, se
sentiría ofendida, sobre todo, si ni siquiera admitimos que sea ve-
rosímil lo que dice.
9.-Si nos desagrada el asunto de que nos habla una persona,
o deseamos variar de conversación, no lo hagamos bruscamen-
te, sino con habilidad. Pero si la conversación produce en nues-
tro ánimo una impresión demasiado fuerte, es permitido decirlo
francamente y aun retirarse de la reunión.
10.-Procuremos no darnos por entendidos, ni sonreírnos de
alguna palabra o frase poco culta que, involuntariamente, se es-
cape a la persona que converse con nosotros.
VIII
LAS PRESENTACIONES
Presentaciones en general.
1.-Para la creación de las amistades y todo acto de comuni-
cación por asuntos de negocios, no existe otro medio que la pre-
sentación. Existen dos clases de presentaciones: especial y
ocasional. La primera se hace premeditadamente con la inten-
ción de poner en relación dos personas y la segunda derívase de
un encuentro casual, tendiendo sólo a establecer relaciones ac-
cidentales.
2.-Incluyendo en la presentación ciertas garantías en favor del
presentado, debe tenerse, antes de presentar a alguien, bastante
prudencia. Como en la presentación especial existe la intención
de ponerse en comunicación permanente a dos personas, mayor
todavía ha de ser nuestra precaución antes de presentar a una
persona.
3.-Tómese en cuenta que no estamos autorizados, sino para
presentar a personas del mismo sexo. Además, esto no crea re-
laciones que se extiendan a una familia, siendo requisito necesa-
49
rio el consentimiento de la persona a quien debe hacerse la pre-
sentación.
4.-Antes de presentar a una señora, reflexiónese que una
amistad inconveniente perjudica más a la mujer que al hombre.
Es sabido que el caballero debe ser presentado a la señora y el
inferior al superior.
5.-La presentación se hará, diciendo el nombre del presenta-
do a la persona a quien se presenta, haciendo, en seguida, lo
mismo respecto de ésta. Si la persona a quien presentamos otra
está en su casa, no demos su nombre.
6.-Los títulos permanentes de una persona deben anteponer-
se al nombre, en el momento de la presentación, no así los que
son transitorios, como diputado, por ejemplo, que se mencionan
después del nombre. En caso de reunirse en la persona títulos
de ambas clases, se mencionarán en el orden antes indicado.
7.-Si la persona presentada es de posición social y posee un
título permanente, es señal de cortesía callar su nombre y decir
sólo su título y apellido.
8.-En una reunión, al encontrarnos con un amigo recién casa-
do, que no nos participó su matrimonio, no pretendamos que nos
honre con la presentación de su esposa. Si lo hiciere espontá-
neamente, tomémoslo como una presentación ocasional.
9.-Al presentar un matrimonio a otro, preséntese primero a los
esposos y éstos presentarán, en seguida a sus respectivas es-
posas. Cuando se presente a la esposa, se dirá simplemente: mi
esposa.
10.-Al hacer las presentaciones, deben anteponerse las pala-
bras señor, señora, señorita, según el caso. Si se presentare a
una persona de la familia, ese tratamiento será reemplazado por
el parentesco que con ella se tenga.
11.-Evítese, al ser presentado a una persona, las frases muy
largas. Basta decir: mucho gusto o bien mucho placer. El que
presente no use tampoco frases extensas. Diga simplemente el
nombre del presentado, anteponiendo el tratamiento de señor,
señora, señorita, según el caso.
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12.-Después de conversar con una persona a quien no se fue
presentado, en el momento de separarse, ambos deben presen-
tarse mutuamente, ya sean hombres o mujeres.
13.-Cuando dos amigos en la calle, se detienen a saludarse,
el acompañante dará unos pasos y esperará a que su amigo se
despida. No hay obligación de presentar a dicha persona, pero si
la conversación se prolonga, debe ser presentado o bien pedirá
permiso para atender al otro amigo.
Presentaciones especiales.
1.-Para presentar a una persona, es necesario tener confian-
za con aquella a quien vamos a hacer la presentación o que
nuestras relaciones no sean recientes. Deben existir iguales
condiciones respecto de la persona a quien pedimos que nos
presente.
2.-Respecto a la presentación de un caballero en una casa,
las personas que deben hacerlo son las con ella ligadas por vín-
culos de familia o por íntima amistad. Pero, si con esas personas
no tenemos confianza, no está permitido pedirles nos presenten.
3.-La presentación de un caballero en una casa puede com-
prometer la responsabilidad mortal del que presenta. Seamos,
pues, prudentes al pedir nos presenten a nosotros, y también pa-
ra aceptar exigencias de esta especie.
4.-Antes de presentar a un caballero en una casa, veamos si
su posición social, educación y demás circunstancias están en
armonía con las de la familia, en cuya amistad vamos a introdu-
cirlo.
5.-Por medios indirectos, descubramos la posición de la fami-
lia para admitir en su amistad a un caballero. Averiguando esto,
pidamos permiso para hacer la presentación. Si nuestros son-
deos no fueren favorables, no tratemos el asunto, ni demos parte
de ello al interesado.
6.-No elijamos para hacer una presentación el día en que se
prepare en la casa un banquete, se celebre un suceso feliz o se
51
experimente un pesar, a no ser que exista una circunstancia es-
pecial para hacerlo.
7.-Cuando presentemos a una persona en forma especial, el
lugar apropiado es la casa de la persona a quien se hace la pre-
sentación. El que hace la presentación no debe retirarse antes, ni
después de ser presentado.
8.-Si una persona recibe un importante servicio o alguna
muestra especial de aprecio, de alguien con posición social pa-
recida y con quien no se tenga amistad, debe considerarse, por
este hecho, como presentada. Debe hacerle una visita de agra-
decimiento y ofrecerle su amistad.
9.-Debemos visitar cuanto antes a la persona a que fuimos
presentados. El mayor o menor tiempo que pase entre esta visi-
ta y la presentación indicará el aprecio que hacemos de la amis-
tad recién contraída.
Presentaciones ocasionales.
1.-Por la presentación ocasional, dos o más personas desco-
nocidas quedan autorizadas para comunicarse en una reunión,
banquete, etc., sin que ninguna de ellas pueda considerarse obli-
gada a darse por conocida, disuelta la reunión. Esto no impide
que se inicien relaciones permanentes, si entre ellas nace una
mutua simpatía.
2.-Respecto al saludo de personas presentadas ocasional-
mente que después se encuentren, no deben saludar el inferior al
superior, ni el caballero a la señora, sin ser autorizados por una
mirada.
3.-Pueden las personas que se encuentren en un banquete
comunicarse sin haber sido presentadas, siempre que se descu-
bra un indicio a prescindir de la presentación, debiendo tomar la
iniciativa el superior.
4.-En un banquete, si el dueño de casa da el encargo de aten-
der a una señora o señorita a un caballero, éste debe conside-
rarse como presentado, por este hecho.
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5.-Si estamos en nuestra casa, con una persona amiga y lle-
gare otra desconocida para ella, las presentaremos. En caso que
fueren más de dos, serán presentadas en general. Cuando la
reunión sea numerosa, no presentaremos a los que entren. De
igual modo, hágase en la calle o teatro, cuando estemos acom-
pañados de amigos.
6.-Si vamos por la calle con un amigo y encontramos a otro
desconocido para él y no queremos presentarlos, no detengamos
al recién encontrado, sino breves minutos para que no se advier-
ta la falta de presentación.
7.-En un baile, la presentación de un señor a una señora o
señorita debe hacerla una persona de la familia, o uno de la ca-
sa y, si esto no es posible, cualquier amigo común.
8.-En una presentación ocasional, los presentados deberán
hacerse una inclinación sin decirse nada relacionado con la pre-
sentación. Al despedirse, se limitarán a darse la mano, sin expre-
sar ningún ofrecimiento.
Presentación por cartas.
1.-La presentación por carta se hace, cuando, al ausentarse
un amigo, se le presenta a otro que reside en donde aquél se di-
rige, por medio de una carta, llevada por el interesado, que con-
tiene la presentación.
2.-Esta presentación será especial, cuando recomendemos a
un amigo las cualidades del portador de la carta y le roguemos lo
admita en su amistad. Será presentación ocasional, si se reduce
a una simple introducción, a fin de que se dispensen al portador
las atenciones de un forastero o coopere al buen éxito de algún
negocio.
3.-Son de más mérito las cartas de presentación, cuando se
dan espontáneamente. Si el viaje no es urgente, esperemos lle-
gue la noticia a oídos de nuestro amigo. Sólo, a última hora, pi-
damos la carta de presentación ocasional.
53
4.-Es un deber de amistad, dar al amigo que se ausenta las
cartas de presentación que puedan serle útiles, sin esperar a que
él las pidas.
5.-Evítese hacer presentaciones a los amigos ausentes, sin
antes explorar su voluntad, sobre todo, cuando debe ocupar su
tiempo en atender a la persona presentada.
6.-Las cartas de presentación especial entréguense cerradas
al portador y abiertas las de presentación ocasional.
7.-El portador de una carta de presentación especial, cuando
llegue al lugar de residencia de la persona a quien va dirigida,
envíele la carta junto con una tarjeta con su nombre y dirección, y
horas después, haga su visita de presentación.
8.-Débese agasajar, en cuanto los medios lo permitan, a la
persona presentada, en consideración al amigo que hizo la pre-
sentación.
9.-La carta de presentación ocasional se entregará personal-
mente a la persona a quien va dirigida, si es un hombre de nego-
cios. Antes de ausentarse, agradezca las atenciones recibidas a
la persona a quien fue presentado.
10.-Estando en comunicación con la persona a quien fuimos
presentados, lo comunicaremos por carta a la que nos presentó,
agradeciendo ese servicio. Pero, si la carta fue de presentación
ocasional y recibimos importantes servicios, al regresar, haremos
una visita de agradecimiento a la persona que nos presentó.
IX
LAS VISITAS
Visitas en general.
1.-Mientras no invitemos a un amigo a nuestra casa, no po-
demos incluirlo en nuestras amistades, pues el hogar es el sitio
más apropiado para la conversación. Además, es sabido que la
54
verdadera amistad participa de los sucesos alegres y tristes de la
vida.
2.-No se rechacen siempre las invitaciones para visitar la casa
de un amigo, pensando que esas atenciones hay que correspon-
derlas. Es feo hacer, en todo tiempo, el papel visitante, esqui-
vando las visitas.
3.-Háganse las visitas en días de recibo. En ellos, la dueña
de casa toma las precauciones necesarias para atender a los vi-
sitantes. Si se hacen fuera de esos días, conviene avisar para
evitar una sorpresa desagradable. Cuando no existan días de-
signados, las visitas pueden hacerse cualquier día, debiendo
efectuarse entre cuatro y siete de la tarde. Evitando ocasionar
molestias, los amigos íntimos pueden visitar a cualquier hora.
4.-Cuando las visitas son numerosas, después de conversar
un rato con los dueños de casa, mezclémonos a los otros gru-
pos, estrechando la mano a los amigos y saludando, con una ve-
nia, a los desconocidos.
5.-De cuatro a seis de la tarde, acostúmbrese a servir el té a
los invitados. Podrá la conversación referirse a cualquier tema
mencionando a los ausentes sólo en términos benévolos.
6.-Es falta de educación retirarse de una casa en el momento
en que llega otro visitante. Las visitas deben devolverse para no
hacer siempre el papel de visitado, a más tardar, dentro de quin-
ce días. No devolverlas significa no querer cultivar una amistad.
7.-Contribuyen las visitas a fomentar y amenizar las relacio-
nes amistosas; a conservar las fórmulas de cortesía que prestan
brillo a las reuniones; a facilitar los negocios; a formar los moda-
les propios de una fina educación.
8.-Son indispensables las visitas para cultivar la amistad,
pues en ellas manifestamos el agrado que nos causa ver y tratar
a los amigos, tomando parte en sus alegrías y penas, en agrade-
cimiento de sus atenciones y servicios.
9.-Hagamos las visitas a que estemos obligados, ya que su
omisión, puede ser atribuida a ignorancia de los preceptos de ur-
banidad o ausencia de sentimientos amistosos.
55
10.-Cuando no estemos en disposición de recibir visitas, por
estar ocupados o tener que salir con urgencia, es lícito negarnos
a recibir a una persona. Poca educación manifiesta el que por es-
to se crea ofendido.
11.-Sin la libertad de disculparse, las visitas se convertirían en
actos tiránicos, cuando un asunto urgente nos impide recibirlas.
12.-Cuando nos digan que las persona a quien buscamos es-
tá fuera de casa, no averigüemos el lugar en que se encuentra,
aunque sospechemos que no ha querido recibirnos. En tal caso,
retirémonos en silencio, sin darnos por ofendidos.
13.-Si el objeto de la visita era advertir un peligro a tratar un
asunto urgente, la discreción nos obliga a escribir y dejar unas
cuantas líneas, exponiendo el motivo de la visita.
14.-Eviten las señoras hacer visitas de noche, distante de sus
casas, cuando existe algún peligro en el trayecto, sin ir acompa-
ñadas de un caballero de su familia.
15.-Un caballero no visita diariamente una casa de familia sin
grave motivo, sin ser pariente cercano o haber en casa una tertu-
lia diaria. Si alguien lo hiciere, fuera de esos casos, los dueños
de casa deben decírselo por medios indirectos o directos.
16.-Cuando nos domine una aflicción o nos sintamos mal-
humorados, no visitemos sino a personas de confianza. Empero,
lo mejor será no visitar a los amigos, si no podemos decirles la
causa de nuestro desagrado.
17.-Es permitido visitar a un amigo, hospedado en una casa,
donde no tenemos amistad. El trato ocasional con las personas
de la casa no nos deja obligados a darnos por conocidos, ni a sa-
ludarnos en otra parte en que nos encontremos.
18.-No hagamos ni recibamos visitas de poca confianza,
cuando por enfermedad no podamos guardar el aseo convenien-
te o presentarnos vestidos con decencia, exceptuando un caso
extraordinario.
19.-Evitemos acompañar a una persona a una casa donde no
tenemos amistad, cuando se trata de una visita amistosa, si no
tiene la intención de presentarnos a los dueños de casa.
56
20.-Es vulgaridad preguntar, en una visita, por cada uno de
los individuos de la familia, si la persona no está enferma, ausen-
te o recién llega de un viaje. Lo correcto es informarse, en gene-
ral, de una familia.
Diferentes especies de visitas.
1.-Son visitas de negocios las que se hacen para tratar un
negocio, sin que sea necesario exista amistad entre el visitante y
el visitado.
2.-Actos de rigurosa etiqueta son las visitas de ceremonia que
tienen por objeto felicitar a personas que ocupan un alto puesto
público, en determinados casos.
3.-Las visitas de ofrecimiento son las que una persona hace a
sus amigos para participarles su matrimonio, o el nacimiento de
un hijo, cambio de residencia y también las que se hacen para
ofrecer su amistad o servicios a una persona o familia.
4.-Son visitas de felicitación las que hacemos a los amigos
para felicitarlos en su cumpleaños, cuando nos participen su ma-
trimonio, el nacimiento de un hijo, la elevación a un empleo hono-
rífico o el feliz regreso de un viaje.
5.-Llámense visitas de sentimiento las que hacemos a los
amigos para expresar que participamos en sus penas, enferme-
dades o sucesos desagradables, ocurridos a ellos o parientes
cercanos.
6.-Visitas de duelo son las que hacemos a los parientes o
amigos de confianza en señal que tomamos parte en su dolor, en
el día de los funerales, en los que siguen a la muerte del deudo o
en el aniversario del fallecimiento, si lo conmemoran con un acto
religioso.
7.-Dase el nombre de visitas de despedida a las que hacemos
a los amigos, cuando nos ausentamos de la ciudad en que resi-
damos para ponernos a sus órdenes.
8.-La visita de agradecimiento se hace a la persona de quien
hemos recibido algún importante servicio para expresar nuestra
gratitud cordial.
57
9.-Visitas de amistad son las que hacemos a las personas con
quienes estamos relacionados, sin que exista ningún motivo es-
pecial y sólo por el placer de verlas y disfrutar de su compañía.
10.-No se pagan las vistas de ofrecimiento, sino entre perso-
nas que tienen relaciones de amistad. Las visitas de duelo tam-
poco se pagan. En cuanto a las de agradecimiento, no se pagan,
sino en casos excepcionales.
11.-Las visitas de felicitación, ofrecimiento, despedida y amis-
tad siempre se pagan.
12.-Las personas de avanzada edad o que gozan de desta-
cada situación social no pagan las visitas de jóvenes estudiantes
o que aún no ocupan una posición definida.
13.-No neguemos a un amigo enfermo el consuelo de una vi-
sita, pretextando su extremada sensibilidad. Tal conducta es puro
egoísmo y una falta a la caridad y a la amistad.
14.-Es vulgaridad permanecer en casa de un enfermo o don-
de ha fallecido alguien a la hora de ir a la mesa, con la disculpa
de acompañar a los deudos. Sólo es permitido esto a los parien-
tes o amigos íntimos, siempre que sea necesario.
15.-Por lo general, no deben llevarse niños a la casa de ami-
gos de poca confianza.
Oportunidad de las visitas.
1.-Las visitas, que son la expresión de la amistad y conside-
ración, para no ser inoportunos, debemos hacerlas en los días y
horas establecidos.
2.-Tómese en cuenta lo anterior, para hacer las visitas de ne-
gocios y, si la persona no ha determinado día y hora, háganse a
cualquiera hora en los días de trabajo. Evitemos visitar a un hom-
bre de negocios, comercio o industria en los días dedicados a
despachar su correspondencia.
3.-No se hagan visitas de negocios a personas que están de
duelo, a no ser que se trate de un asunto de urgencia. En gene-
ral, debe esperarse a que reanuden sus ocupaciones habituales.
58
4.-Cuando nos cambiemos de casa, arregladas las piezas, en
los días inmediatos, hagamos las visitas de ofrecimiento a los
amigos y personas con quienes deseamos relacionarnos.
5.-Cerca de las horas de comida, ni de noche, hagamos visi-
tas de cumpleaños, sino a personas de confianza. Para recibir vi-
sitas de felicitación al regreso de un viaje, es necesario haber
dado noticia de la llegada a los amigos.
6.-Las visitas de despedida se hacen y se pagan en los días
próximos al viaje que va a realizarse y las de agradecimiento si-
guen al servicio que les da origen.
7.-Puede hacerse las visitas de amistad, aprovechando cual-
quiera oportunidad. Visitas son éstas que se hacen a personas
de confianza seguras de su mutuo afecto, sin otra consideración,
para repetirlas, que el placer con que sean recibidas.
8.-Cuando tengamos que pagar visitas de felicitación, ofreci-
miento, etc., hagámoslo tan pronto como sea posible, para que la
demora no se tome por desatención o falta de cariño.
9.-Evitemos visitar a personas que viven en una profesión o
industria, en horas de trabajo, si la visita no es para tratar sobre
el negocio en que se ocupan.
10.-Es inoportuna toda visita antes de almuerzo, aun entre
personas de confianza, si no es para tratar un negocio urgente.
La mañana destinada al aseo de las piezas, arreglo de las per-
sonas y menesteres domésticos es incompatible con la atención
de visitas.
11.-Las visitas a horas de comer son inoportunas y apenas
pueden disculparse entre personas de confianza. Cuando entre-
mos a una casa y averigüemos que la persona buscada está
sentada a la mesa, retirémonos en el acto, sin esperar, pues eso
sería molesto para la persona a quien necesitamos.
12.-Evitemos hacer visitas a personas que han pasado sin
dormir; a las que, en su casa, preparan un banquete, o las que
tengan a su cuidado un enfermo grave.
Duración de las visitas.
59
1.-Las visitas de negocios, no deben ser largas, pues es im-
propio prolongarlas sin motivo justificado, cuando el visitado tiene
muchas ocupaciones.
2.-Una visita de presentación debe durar de quince a veinte
minutos, si la persona que presenta tiene poca confianza, pero,
si fuere un amigo íntimo, podrá extenderse más tiempo, corres-
pondiendo al presentado tomar la iniciativa para retirarse.
3.-Duran un cuarto de hora las visitas de ceremonia y las de
etiqueta; un poco más las de poca confianza; las de confianza,
cuando son de amistad, pueden durar hasta dos horas. Cualquie-
ra de estas visitas pueden ser más cortas, indicándolo circuns-
tancias especiales.
4.-Las visitas a enfermos deben ser muy cortas, así como to-
das las de sentimiento, pudiéndose reducir la vista a un enfermo
a dejar la tarjeta, si está demasiado grave.
5.-La persona que, por costumbre, asiste a una tertulia puede
permanecer todo el tiempo que dure. Cuando al llegar a una ca-
sa, notemos que hay una reunión extraordinaria o sepamos que
va a salir la persona que necesitamos, retirémonos en el acto sin
llamar la atención. Convidados a entrar, permanezcamos sólo un
momento y retirémonos, aunque nos insten a quedarnos.
6.-Cuando estemos de visita en una casa y llegue una perso-
na de viaje que viene a hospedarse en ella, sea o no de la fami-
lia, retirémonos pasado un momento.
7.-Si estamos de visita y entrare otra persona que lleva un
asunto urgente que tratar con el dueño de casa y notamos desea
quedar a solas con ella, debemos retirarnos en el acto.
8.-Cuando suceda algún accidente de importancia que llame
la atención de los dueños de casa, debemos despedirnos en se-
guida, en caso de no prestar algún servicio. Si nos ruegan pro-
longar una visita, quedémonos un rato en señal de agradecimien-
to, sin alargar demasiado la visita.
Diferentes formas de visitas.
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Manual de carreno

  • 1. 5 I PRINCIPIOS GENERALES 1.-Urbanidad es el conjunto de reglas que deben observarse para comunicar a nuestras acciones y palabras dignidad y ele- gancia y para manifestar benevolencia, atención y respeto a los demás. 2.-La urbanidad emana de los deberes morales del hombre. Sus preceptos tienden a conservar el orden y buena armonía que deben reinar entre los hombres, contribuyendo a estrechar los lazos que los unen con la impresión agradable que produce el trato con personas educadas. 3.-Las reglas de urbanidad nos enseñan a ser exactos en el cumplimiento de los deberes sociales; a observar una conducta que no cause molestia a otras personas, tolerando sus defectos nos indican el modo de ser atentos y afables, sacrificando nues- tros gustos y comodidades en provecho ajeno; a tener limpieza y compostura en nuestra persona y a conseguir lo que se llama tacto social. 4.-Sin la observancia de estas reglas, más o menos perfectas, según el grado de civilización, no podrían los hombres inspirar estimación o respeto, ni habría medio de cultivar la sociabilidad. 5.-Debido al atento estudio de las reglas de urbanidad y al tra- to con personas cultas y bien educadas, adquirimos las buenas maneras o buenos modales, o sea, la moderación, oportunidad en acciones y palabras, delicadeza y gallardía en nuestros mo- vimientos. 6.-Dáse el nombre de etiqueta al ceremonial de usos, estilos y costumbres que se observa en las reuniones de carácter elevado
  • 2. 6 y en los actos cuya solemnidad excluye la confianza y familiari- dad. 7.-Por extensión, etiqueta es el conjunto de las muestras de urbanidad que se emplean con las personas en diversas situa- ciones, lo que comunica al trato, por íntimo que sea, cierta dis- creción que no excluye una moderada familiaridad. 8.-La etiqueta propiamente dicha, admite la gravedad en ac- ciones y palabras, pero acompañada de gracia y gentileza. La falta de naturalidad convertiría las ceremonias de la etiqueta en una ridícula afectación. 9.-Al entregarse a las cordiales efusiones del sentimiento, no se debe exagerar. Pero es tan grande el atractivo de la cortesía y tantas sus conveniencias, que mejor se tolera a un hombre ce- remonioso que los desmanes, indiscreciones y desaciertos del mal educado. 10.-Exceptuando el círculo de la familia, nuestras relaciones deben comenzar bajo la atmósfera de una severa etiqueta. El tiempo, semejanza de caracteres, cualidades, inclinaciones, pue- den convertir la etiqueta en familiaridad, pero téngase en cuenta que el abuso de confianza es propio de almas vulgares. 11.-Las leyes de la urbanidad en general tienen un carácter inmutable y fundamental y rigen en todos los países civilizados. En cambio, las reglas de la etiqueta están sometidas, a la índole e inclinaciones de cada pueblo. En los viajes, debemos someter- nos a los preceptos de urbanidad de los países visitados. Cuan- do ignoramos el modo de proceder en ciertos casos, sigamos el ejemplo de las personas mejor educadas. Si no fuere esto posi- ble, adóptese la conducta más discreta, procurando no llamar la atención. 12.-Hay atenciones que no se fundan en la benevolencia, sino en la misma naturaleza, llamadas convenciones sociales. 13.-Serían actos inofensivos, pero contrarios a las convencio- nes sociales el discurrir sobre un tema religioso en una reunión festiva o que un joven tomase el aire y los pausados movimientos de un anciano.
  • 3. 7 14.-El respeto a las convenciones sociales contribuye a for- mar el tacto social, que consiste en la delicada mesura de nues- tras acciones y palabras para complacer a todos y no desagradar a nadie. 15.-Las atenciones que debemos a los demás no deben em- plearse de igual manera con todas las personas. Tómense en cuentas las categorías establecidas por la naturaleza y la colecti- vidad. Dese preferencia a unas personas sobre otras, según su edad, prestigio, rango, autoridad y carácter de que están investi- dos. 16.-El atractivo de una fina educación presta encanto a la vir- tud y la sabiduría. Por instruido que sea un hombre, si desconoce los medios de agradar en sociedad, nunca cautivará nuestra ima- ginación, ni se atraerá las atenciones de los demás. 17.-La urbanidad necesita a cada paso de la paciencia. Al complacer a los demás, no debe descubrirse violencia en nues- tros actos, en disgusto de renunciar a nuestra comodidad. 18.-No basta conocer, para ser educado, los preceptos de ur- banidad. Es también necesario acomodar a ellos nuestra con- ducta y frecuentar la buena sociedad. En los círculos frecuenta- dos, estudiemos el carácter, sentimientos, inclinación y debilida- des de las personas para conseguir agradar a todos. 19.-Sirve la educación no tanto para elegir modelos que imi- tar, sino para ofrecer nuestra amistad sólo a las personas que lo merezcan. Empero, en ningún caso, será lícito faltar a las reglas de urbanidad con personas que no gozan de buen concepto pú- blico. La benevolencia y nuestra dignidad nos prohíben molestar a nadie. 20.-Todos los hombres tienen defectos, pero no por eso de- jemos de apreciar sus cualidades. Nada se pierde con dejar a cada cual con la idea que tenga formada de sí mismo. A veces, seremos nosotros objeto de estas atenciones, pues todos tene- mos defectos que necesitan la tolerancia de los demás.
  • 4. 8 II DEBERES CON NUESTROS SEMEJANTES Donde haya una reunión de seres humanos existe un espíritu de mutuas benevolencias, consideración y auxilio, más o menos perfecto, según el grado de civilización que hayan alcanzado. Pa- ra sobrellevar los contratiempos de la vida, necesitan las perso- nas unas de otras. El hombre de elevados sentimientos siente nobles estímulos para amar a sus semejantes, para ayudarlos y para hacer sacrificios por su bienestar. La benevolencia, origen de la armonía social y la beneficencia que envuelve el consuelo y la esperanza, tienen por objeto con- servar el orden, la paz y la concordia entre los hombres. Debe- mos, pues, amar a nuestros semejantes, respetarlos y tolerar sus miserias y defectos, sin olvidar de socorrer sus necesidades y perdonar sus ofensas. Derraman en el alma los actos de benevolencia, tranquilidad y dulzura y nos preparan los goces de la buena voluntad de los demás. En cambio, el hombre malévolo fácilmente cede a los arranques de la ira, vive privado de gratas emociones y expuesto al furor de la venganza. La primera palestra de la virtud es el hogar paterno. El que en la vida doméstica ame y proteja a sus hermanos tiene allanado el camino de las virtudes sociales. Quien desconozca la importan- cia de estos deberes no será feliz, porque la colectividad, que es una ampliación de la familia, no le guardará las consideraciones debidas. Y quien no preste atención a su familia será mirado como in- digno de su estimación y llevará una vida solitaria entre los hom- bres. Elévanse estos deberes a un alto grado, cuando se trata de los bienhechos de la Humanidad. Son ellos los que sacrifican en
  • 5. 9 bien de sus semejantes su comodidad, fortuna y, a veces, su vi- da. III DEBERES CON NOSOTROS MISMOS Es el hombre ignorante un ser esencialmente limitado, nulo para los goces intelectuales, cuando recibe las inspiraciones de la ciencia, letras o artes. En la ignorancia, tienen su origen la ma- yor parte de las desgracias que afligen a la Humanidad. La igno- rancia seca las fuentes de la virtud y nobles sentimientos, convir- tiendo, a veces, en daño las más bellas dotes naturales. En cambio, la instrucción, además de desarrollar la inteligen- cia, la encamina al bien, no siendo raro que, en su llama, consu- ma hasta los más perversos instintos. Referente a la propia con- servación, la Naturaleza nos indica lo que debemos hacer, sien- do cosa sabida que, para entregarse con provecho a tareas inte- lectuales es indispensable la robustez del cuerpo. El que atenta contra su vida es un ser desgraciado, extraño a las heroicas virtudes, como ser el valor y la resignación, en horas de infortunio. Debemos moderar las pasiones, dulcificando el ca- rácter y acostumbrarnos a la tolerancia con todos. A cada paso, encontraremos un escollo en los defectos de los demás, a nues- tras mejores disposiciones. En esto, lleva la ventaja el hombre instruido que, al conocerse mejor a sí mismo, conoce más a fon- do a sus semejantes. IV EL ASEO El aseo en general.
  • 6. 10 1.-El aseo es la base de la estimación social, porque comuni- ca a nuestra persona un gran atractivo y anuncia muchas buenas cualidades de que la pulcritud es un signo infalible. 2.-Contribuye poderosamente el aseo personal a la conserva- ción de la salud, cuidando de mantener el cutis libre de toda sus- tancia extraña que impida la transpiración y procurando respirar siempre un aire puro. 3.-Por otra parte, nada comunica tanta belleza y elegancia a cuanto nos pertenece como el aseo. La limpieza de nuestra per- sona, vestidos y habitación nos hace agradables y despierta el cariño de los demás. 4.-El aseo revela también el orden, exactitud y método que observamos en los demás actos de la vida. 5.-Los deberes que nos impone el aseo no sólo se limitan a nuestra persona y a lo que con nosotros se relaciona, sino que se extiende a los actos que afectan o puedan afectar a las de- más personas. 6.-Sería, por ejemplo, contrario a la benevolencia poner poco cuidado en la limpieza de algo que una persona ausente va a tomar en su mano o llevar a sus labios. El aseo de nuestra persona. 1.-El aseo personal desempeñará un importante papel en nuestras ocupaciones diarias y le dedicaremos el tiempo que sea necesario por muchos que sean nuestros afanes cotidianos. 2.-Los cabellos que se desordenan fácilmente no sólo deben peinarse en la mañana, sino siempre que sea necesario. 3.-El hombre que deja crecer su barba debe peinarlas varias veces al día, y el que usa bigote ha de lavarlo con frecuencia, cuidando que no le caiga sobre los labios. 4.-Con sumo cuidado, limpiémonos la dentadura al levantar- nos, pues nunca será excesivo el aseo de la boca. Evitemos, eso sí, introducir el cepillo de dientes en el vaso o echar en el lavato- rio el agua que tengamos en la boca.
  • 7. 11 5.-Después de las comidas, ha de asearse la dentadura con un mondadientes, no siendo permitido hacerlo delante de extra- ños, ni en la calle. 6.-La barba crecida es señal de desaseo. Debemos, pues, afeitarnos cada tres días o siempre que sea necesario. 7.-Deben lavarse las manos siempre que no estén entera- mente limpias; los que fuman eviten manchar sus dedos de ama- rillo con el humo del cigarrillo. 8.-Recórtense las uñas, cuando estén algo crecidas, pero no de manera que se lastimen las yemas de los dedos. La moda de llevar las uñas largas no es agradable a la vista y ocasiona pér- dida de tiempo su esmerado aseo. 9.-Es fea costumbre humedecer los dedos en la boca para fa- cilitar la vuelta de las hojas de un libro, la separación de varios papeles o la distribución de los naipes en el juego. 10.-Evítese limpiar una mancha de la ropa, manos o cara, humedeciéndose los dedos en la boca. 11.-Al estornudar o toser, no llevemos la mano a la boca sino usemos el pañuelo. 12.-Delante de los extraños, no llevemos la mano a la cabeza, ni la introduzcamos por entre la ropa por ningún motivo. 13.-En presencia de otra persona, no debe eructarse, ni lim- piarse los labios con las manos, ni tampoco escupir. Es ésta una mala costumbre que jamás se ve entre gente fina. 14.-Es ridículo eructar soplando fuertemente con la cara vuel- ta hacia un lado. Cuando nos veamos en la necesidad de eructar, hagámoslo en forma delicada, procurando no llamar la atención. 15.-Los vellos que salen en la parte interior de la nariz deben recortarse, cuando crezcan demasiado, y los que nacen en las orejas, arrancarse cuando sean notables. 16.-El pañuelo destinado para sonarse no se debe emplear en otros usos, ni observarlo después se haberse sonado, teniendo cuidado de usarlo por un solo lado. Es de mal gusto doblar el pa- ñuelo, después de sonarse, con los mismos dobleces de la la- vandería.
  • 8. 12 17.-Jamás nos limpiemos con los dedos los ojos, oídos, dien- tes, ni mucho menos la nariz, pues eso provoca repugnancia en los demás. 18.-Limpiémonos los lagrimales durante el día con un pañuelo y siempre que los ojos estén humedecidos por la risa o el llanto. 19.-La comisura de los labios, en que el aire congela la hume- dad de la boca, debe limpiarse con un pañuelo varias veces al día. 20.-Evitemos que transpiración del rostro la noten los demás, secándola con un pañuelo o lavándonos la cara, cuando tenga- mos frío el cuerpo. El aseo en nuestros vestidos. 1.-Nuestro traje puede ser o no elegante, estar o no a la mo- da, aparecer más o menos limpio, pero nunca omitamos los cui- dados necesarios, para evitar el desaseo, no sólo en el destinado para salir a la calle, sino en el de casa. 2.-El vestido, además de limpio, no debe estar roto ni ajado. En casa, podemos usar una ropa ajada, si está aseada, siempre que no esté rota. 3.-Para el cambio de traje, deben tomarse en cuenta el clima, nuestros ejercicios físicos y otras circunstancias personales. Si la fortuna escasa impidiera el cambio de los vestidos, no omita- mos sacrificio para mudarnos a menudo la ropa interior. 4.-La falta de aseo de una sola pieza del vestido desluce todo el conjunto, como sería, por ejemplo, llevar un sombrero des- aseado. 5.-No descuidemos el lustre del calzado, pues su limpieza re- alza el lucimiento de la persona. Reemplacemos por otros zapa- tos los que llevamos, cuando el uso los deteriore y den mala im- presión a la vista. 6.-Debe cambiar el pañuelo, con frecuencia, la persona que, por enfermedad, se ve obligada a sonarse a menudo. 7.-Periódicamente, lavémonos la cabeza y limpiémosla con esmero, evitando que la caspa nos caiga sobre los hombros.
  • 9. 13 8.-Recomendable costumbre es llevar el traje o el pañuelo li- geramente impregnado de esencia, pero evítese el exceso, pues es nocivo para la salud y molesto a los demás. El aseo en nuestra habitación. 1.-Además de atender el aseo de nuestra persona y vestidos, pongamos también cuidado en la casa que habitemos, para que sus muebles y demás objetos estén en estado de limpieza. 2.-El aseo debe extenderse a toda la casa, sin exceptuar de- pendencia alguna, desde la puerta de calle hasta los sitios me- nos frecuentados. 3.-Pasadizo, corredores y patios deben estar aseados con esmero, como sitios que están siempre a la vista de todos. 4.-Evítese arrojar agua en los patios o líquidos con substan- cias colorantes, pues eso produce evaporación perjudicial a la salud o dejan manchas que dan mal olor. 5.-La limpieza del piso contribuye al lucimiento de toda la ca- sa, a la conservación de los muebles, ahuyentando también toda clase de insectos. 6.-El aseo de las piezas no debe limitarse al piso y a los mue- bles, sino que debe extenderse a techos, paredes, puertas y ven- tanas de la casa. 7.-En los dormitorios y piezas interiores, dejemos que el aire libre corra a toda hora, siendo esta regla de aseo una prescrip- ción higiénica, ya que contribuye a la conservación de la salud. 8.-Al levantarnos y, cuando estemos vestidos, abramos las puertas y ventanas para renovar el aire, tomando en cuenta las precauciones necesarias a la salud. 9.-En las piezas, no tengamos nada que produzca mal olor, como sería calzado inútil, ropa para el lavado o aguas sucias, lo que descompone la pureza del aire y se aviene mal con la de- cencia y reglas higiénicas.
  • 10. 14 10.-La ropa de cama debe estar siempre limpia, indicando las circunstancias particulares los períodos en que hemos de mudar- la. 11.-La cocina debe lucir el aseo más esmerado, como sitio en que se ejecutan las operaciones para la preparación de nuestro alimento. 12.-No exceptuemos del orden y limpieza el gallinero, caballe- rizas o sitios reservados, evitando las basuras y manchas de los muros. 13.-Una familia delicada no permite el desaseo al frente de su casa, y todos los días cuidadosamente lo asea. 14.-Es signo de frivolidad la crianza de animales que no pres- ten una reconocida utilidad. Son un germen de desaseo y de- mandan un constante cuidado. 15.-Para una visita, es desagradable verse obligada a recibir las caricias o ser objeto de la cólera de los animales, exponién- dose a salir con el traje desaseado o con alguna mordedura. De- ben tenerse los animales en sitio apartado y lejos de las perso- nas que nos visitan. 16.-Observando estas reglas, devolveremos aseada y sin de- terioro la casa que ocupamos y el día que nos cambiemos a otra daremos prueba de ser personas finas y educadas. El aseo para con los demás. 1.-La benevolencia y la dignidad personal nos obligan a guar- dar severamente las reglas del aseo en los actos que están o pueden estar relacionados con las demás personas. 2.-Evitemos toda acción que sea contraria a la limpieza que, en sus personas, vestidos y habitación, deben guardar aquéllos con quienes tratamos, como también toda palabra o alusión mo- lesta para ellos. 3.-No debemos acercarnos con demasía a la persona con quien hablamos, como sería hasta llegar a percibir su aliento.
  • 11. 15 4.-Es inadmisible silbar, mientras se juega al ajedrez o juegos semejantes, echando el aliento sobre la persona que se tiene por delante. 5.-Pongamonos el pañuelo en la boca al toser o estornudar, siempre que estemos con otro o volvámonos hacia un lado. 6.-Si es posible, evitemos sonarnos, cuando estemos en reu- nión, y si nos vemos obligados, procuremos que nuestra delica- deza debilite la desagradable impresión. Cuando, por enferme- dad, tengamos que sonarnos a menudo, no recibamos visitas, ni vayamos a reuniones de etiqueta. 7.-En el acto de dar la mano para saludar, no olvidemos los miramientos relacionados con el aseo que debemos observar con los demás. 8.-En verano, no demos la mano, si está transpirada, sin an- tes haberla limpiado con el pañuelo. Cuando no tengamos las manos limpias y debamos saludar a alguien, no le demos la ma- no, diciéndoles cortésmente el motivo. 9.-Si encontramos a una persona ejecutando algún trabajo poco aseado, no le demos la mano, pues no está obligada a esta demostración de cortesía. 10.-Cuando en una casa penetremos hasta el comedor, de- mos la mano sólo a los dueños de casa y no a los demás que se hallen en la mesa. 11.-En la mesa, nunca ofrezcamos a nadie comida o bebida que hayan tocado nuestros labios; ni platos que hayamos usado; ni cosas que han estado en nuestras manos, a excepción de las frutas. 12.-No es permitido ofrecer a otro nuestro sombrero o piezas de nuestro traje. Cuando otra persona deba ocupar nuestra ca- ma, mudémosle la ropa. 13.-No obliguemos a otra persona que tome con las manos una comida que debe servirse con el tenedor o la cuchara. 14.-Lo que otro va a comer o beber no lo toquemos con las manos o los labios, ni se tengan a la vista objetos que causen impresión desagradable a otras personas.
  • 12. 16 15.-Es descortesía obligar a una persona que guste o huela algo que pueda producirle molestia al olfato o paladar. 16.-Al entrar a casa ajena, limpiémonos el calzado y frotémos- lo en el felpudo antes de penetrar a la sala de recibo, sobre todo, en invierno, para que nuestras pisadas no manchen el piso. 17.-A casa ajena, no entremos fumando, aunque tengamos gran confianza con los dueños de casa. 18.-Antes de sentarnos, veamos primeramente si el asiento está desocupado, pues, por descuido, nos podemos sentar sobre un objeto que esté en la silla. 19.-No ofrezcamos a otra persona el asiento que acabamos de desocupar, a no ser que no exista otro, evitando toda frase que se refiera a su estado de calor. 20.-Es incorrecto recostar la cabeza en el respaldo del asien- to. En casa ajena, tratemos con la mayo delicadeza los muebles y objetos de adorno, observando las reglas del aseo. 21.-Evitemos escribir algo en los papeles que están sobre el escritorio de la persona visitada, ni de acercarnos sin un motivo justificado. 22.- A la conversación, no deben traerse palabras, alusiones o anécdotas que inspiren repugnancia a las personas de una reunión, como sería narrar enfermedades o curaciones repug- nantes. V MODO DE CONDUCIRSE EN CASA El método. 1.-Así como para disponer las ideas es necesario el método, también lo es para arreglar los actos de la vida social, a fin de no hacernos molestos a los demás con informalidades. Si no cuida- mos de poner orden en los actos de la vida doméstica, difícilmen- te seremos exactos en el cumplimiento de los deberes sociales.
  • 13. 17 2.-El hombre falto de método vive extraño a cuanto lo rodea: muebles, objetos, libros, vestidos y papeles. De ordinario, su pie- za está en confusión y desorden, lo que, desagradablemente, impresiona a los demás, siendo fruto de esto el tiempo perdido en buscar los objetos que se necesitan con urgencia. 3.-Colocando los diversos objetos en sitios diferentes, aumen- taremos el desorden que nos rodea. Esa falta de método será causa de que nuestros amigos no nos confíen ninguna cosa que estimen, temiendo que se extravíe en nuestro poder. 4.-Si no somos metódicos, nuestra casa nunca estará bien aseada, pues los muebles y objetos en desorden no podrán sa- cudirse con facilidad y ocuparán mayor espacio que el necesario. 5.-La falta de arreglo en nuestra persona será una conse- cuencia de la ausencia del método, lo que inclina a la negligencia y al desorden. 6.-Por otra parte, será molesto a nuestra familia y a las perso- nas que tratan negocios con nosotros, la diversidad de las horas de comida y la hora de levantarnos o acostarnos. 7.-En la colocación de los muebles, libros y demás objetos, pongamos un orden conveniente. Los papeles y cartas deben guardarse por orden de fechas. No tengamos a la vista las cartas que, por su carácter privado, deben conservarse en secreto. 8.-Llevemos cuenta exacta de nuestras entradas en dinero, gastos y deudas, para no incurrir en un descuido en materia de pagos, lo que puede ocasionar la pérdida de nuestro crédito. 9.-En una agenda, anotemos los encargos, las cartas por con- testar, las visitas por hacer, los aplazamientos aceptados, las reuniones por concurrir y todo compromiso contraído. 10.-Cuidemos lo ajeno, como si fuera propio; devolvamos oportunamente y, sin deterioro, lo prestado; concurramos a don- de estemos invitados a la hora fijada y preparémonos con antici- pación, a fin de pagar lo que debemos en el día señalado. 11.-Sólo aprovechando debidamente el tiempo nos alcanzará para instruirnos y para ensanchar los límites de la cultura. Reali- zaremos así los proyectos que tengamos para ser útiles a la co-
  • 14. 18 lectividad y a nuestra familia, redundando en provecho nuestro tan nobles afanes. 12.-Procedamos con método en los trabajos intelectuales, or- denándolos convenientemente, principiando los estudios por las materias elementales, tratando de adquirir conocimientos con el menor tiempo posible, sin recargarnos con estudio hasta llegar a fatigar el cerebro. 13.-Pero evitemos el exceso de método, pues es molesto el trato de personas que tienen reglamentados todos los actos de su vida, sin respetar las consideraciones sociales. 14.-Tiene el método, en la mujer, gran importancia, por las funciones especiales de su destino en la existencia. Tenga, pues, método en el gobierno de su casa, en los negocios domésticos, en la inversión del dinero y en la educación de sus hijos. Deberes durante la noche. 1.-Antes de entregarnos al sueño, veamos si, en caso de en- fermedad o un apuro cualquiera, haremos falta a las personas que tienen derecho a nuestra existencia, cuidados y servicios. 2.-Al irnos al dormitorio, despidámonos de las personas de nuestra familia. Harán esto el hijo con sus padres, los esposos entre sí y aún los que duermen en un mismo aposento. 3.-Procuren no molestarse los que duermen en una misma pieza. Debe apagarse la luz, si la otra persona tiene la costum- bre de quedarse dormida a oscuras, no sirviendo de disculpas la lectura, ni el estudio. 4.-Al entrar a un dormitorio común, si la otra persona está dor- mida, evitemos hacer ruido para no despertarla, procurando mo- deración en nuestros movimientos y pidiendo en voz baja lo que necesitemos. 5.- Cuando tengamos por compañero de dormitorio a una per- sona a quien debamos consideración por su edad u otra circuns- tancia, esperemos que se acueste antes de hacerlo nosotros. Nos dispensará de ese deber una enfermedad o el recogerse demasiado tarde la otra persona.
  • 15. 19 6.-No se debe dormir en una misma pieza con una persona de poca confianza o que no conocemos, lo que puede suceder, por ejemplo, en un hotel. 7.-Estamos ya en cama, no se debe fumar, porque el humo del cigarrillo, fuera de molestar a los demás, vuelve pesada la atmósfera, con perjuicio de la salud, en un aposento que está ce- rrado. 8.-Si durante el sueño sucede algún apuro, en que seamos necesarios o se nos pregunta algo de urgencia, no demos seña- les de mal humor, puesto esto lo tomará como un reproche, la persona que cuenta con nuestra benevolencia acostumbrada. Empero, sin grave urgencia, no despertemos a la persona que descansa entregada al sueño. 9.-Si en la noche sucede, en el vecindario, algún aconteci- miento en que peligre la vida o los intereses de alguna persona o familia, brindémosle nuestra ayuda, después de dejar en seguri- dad la propia casa. 10.-Cuando nos veamos obligados a despertar a otra persona para comunicarle algo desagradable o funesto, hagámoslo, poco a poco, a fin de evitarle una impresión demasiado fuerte, lo que podría ocasionar una enfermedad. 11.-Si estamos hospedados en un hotel, seamos atentos con los vecinos a nuestro aposento, procurando, si es de noche, no hacer ruido que pudiera despertarlos. 12.-Cuando vivamos en casa de altos, evitemos por la noche, a la hora en que duerme la otra familia, todo golpe o ruido en cuanto nos sea posible. Deberes al levantarnos. 1.-No debemos dormir demasiado, ni estar en cama más del tiempo necesario. El sueño de un adolescente no debe exceder de nueve horas, y el de un hombre ya desarrollado, con serias ocupaciones que cumplir, no debe pasar de siete horas.
  • 16. 20 2.-La costumbre de levantarse temprano favorece la salud, pues permite respirar el aire de la mañana, contribuyendo, ade- más, al buen desempeño de las labores cotidianas. 3.-Después del sueño, el cuerpo queda como renovado, re- puesto de las impresiones y fatigas del día anterior. En las prime- ras horas matinales, posee la inteligencia, gran facilidad en las percepciones, las ideas son más claras, sintiéndonos, como en ninguna otra hora, aptos para todo trabajo intelectual. 4.-Nadie puede considerarse exceptuado de lo dicho acerca del tiempo dedicado al sueño. De lo contrario, imposible nos será cumplir con nuestros deberes dentro de la colectividad. 5.-Si una persona no ha consagrado su vida al estudio, debe- rá trabajar en el comercio, en la industria, etc., y, si acaso viviese de sus rentas, encontrará en la lectura, en la sociabilidad, un vas- to campo de ocupaciones. 6.-Es signo de mal carácter y falta de educación levantarse de mal humor. El hombre educado en ningún momento se cree dis- pensado de ser afable y cortés, aunque, al levantarse, se sienta afectado por algún disgusto. 7.-Si, al levantarnos, duerme algún compañero, no lo desper- temos con ruido, ni abramos puertas y ventanas, de suerte que el aire llegue hasta su cama, o le hiera el rostro la luz. 8.-Sin motivo razonable, el que duerme en un mismo dormito- rio con otra persona procure no interrumpir sus quehaceres con su sueño excesivo. 9.-Cuando nos levantemos antes de la hora acostumbrada por tener que viajar o por otro motivo, no despertemos a los de- más con la preparación ruidosa de nuestro equipaje. 10.-Cuando tengamos que viajar de madrugada, nos debe- mos despedir de las personas con quienes vivimos, en la noche anterior. 11.-Debemos acostumbrarnos a hacer la cama, una vez que el aire puro haya libremente corrido en el dormitorio. 12.-No salgamos de nuestros dormitorios antes de estar ente- ramente vestidos. Sólo las personas enfermas toman desayuno
  • 17. 21 en la cama, y los demás desayunan cuando están aseados y vestidos. 13.-Cuando nos presentemos ante los demás, preguntemos por la salud de nuestra familia. Esto fomenta el grato y dulce afecto que debe reinar dentro del hogar. El vestido para dentro de casa. 1.-De ordinario, en su casa, un hombre no debe permanecer en mangas de camisa, sin corbata o mal calzado. El desaliño en la mujer, dentro de casa, da una triste idea de su educación. 2.-Disminuye su severidad lo anteriormente dicho, cuando es- tamos en el dormitorio, en donde se atiende, con preferencia, a la comodidad, sin que esto autorice para recibir así a un extraño. 3.-Toda persona discreta, si ocupa con otra un mismo apo- sento, cuando se asea o cambia de vestidos, procura quedarse a solas. Antes de entrar a una pieza ajena, por un motivo urgente, pidamos el permiso correspondiente, golpeando suavemente la puerta. 4.-Las visitas se deben recibir en la sala de recibo con un traje decente y adecuado a la calidad de los visitantes. 5.-Un hombre educado nunca recibe visitas en pijamas y, si dentro de casa acostumbra tener la cabeza cubierta, se descu- bre, cuando recibe a un extraño. 6.-Si una enfermedad nos obliga a andar en traje impropio pa- ra recibir visitas, pidamos disculpas a las de confianza y no reci- bamos a las de etiqueta, sino en caso de urgencia. 7.-En familia, no es necesario presentarse con el mejor traje para sentarse a la mesa, siempre que sea uno en buen estado. 8.-Si estamos hospedados en un hotel o en casa de un ami- go. Debemos ser todavía más estrictos en cuanto a la decencia de nuestro traje. 9.-El vestido de los niños, dentro de casa, no debe ser des- aseado, ni demasiado usado, pues esto dará una triste idea de la educación de sus padres.
  • 18. 22 Arreglo interior de la casa. 1.-En el patio o en el corredor, no se pongan muebles viejos. Debe estar la sala de recibo arreglada con todo esmero y no se coloquen en ella sino objetos que sirvan de comodidad y distrac- ción a las visitas, dispuestos con orden, simetría y elegancia. 2.-Si es posible, evítese que la pieza vecina a la sala de reci- bo sea dormitorio. Por lo general, procúrese no tener las camas a la vista de los extraños, lo que es signo de vulgaridad. 3.-Deberán reinar en el comedor el orden y el aseo, arreglán- dolo en tal forma que ahí se puedan recibir amigos de confianza, al sentarnos a la mesa. 4.-Es costumbre adornar las paredes con paisajes o escenas históricas que lucen las bellezas de la pintura. Véase que esas telas no tengan figuras en actitudes poco decentes que estarían bien en un museo de pintura o en el taller de un artista, pero no en un hogar en donde los padres deben velar por la inocencia de sus pequeños hijos. 5.-Al lado afuera de la sala de recibo, debe haber un felpudo para limpiar la suela del calzado. Tienen las casas que son con- curridas, un mueble para colocar el sombrero, abrigo, bastón, o el paraguas, situado en el pasadizo o comedor. 6.-Al anochecer, ilumínese toda la casa, comenzando por el pasadizo, que nunca debe estar a oscuras. 7.-Los muebles y objetos del dormitorio han de estar ordena- dos, la cama hecha y la ropa guardada, teniendo cuidado de po- ner los utensilios de aseo en sitios poco visibles para los extra- ños. 8.-Póngase cuidado en que los sirvientes tengan limpieza y orden en sus aposentos. Esto redundará en su beneficio y en el de la familia a quien sirven. 9.-Debemos velar por que los niños o sirvientes no deterioren la casa que arrendamos, disminuyendo su mérito o desluciendo su ornato.
  • 19. 23 10.-A la mujer, dedicada a los asuntos domésticos, le corres- ponde mantener el orden y aseo de la casa, mientras su esposo labora en beneficio de su familia. La paz doméstica. 1.-Por mucha que sea nuestra fortuna, excelente la salud, só- lida la tranquilidad pública, y agradables las horas pasadas con nuestros amigos, no seremos felices si no poseemos el tesoro de la paz doméstica. 2.-Las riñas y altercados, señales de ignorancia y falta de educación, suelen amargar la vida en forma desastrosa. 3.-Al recibir una visita, debemos presentarnos con acogedor y sereno semblante, lo que será imposible, si la discordia interior- mente devora el corazón. 4.-No podrá recibir dignamente a una visita la familia que viva en desarmonía. El modo de tratarse unos revelará su desacuer- do. La visita verá en esto falta de educación, sintiéndose moles- ta al tomar parte en la conversación. 5.-A los sirvientes, deberán ocultárseles las discordias domés- ticas, los que las contarán a los extraños, llegando a oídos del público. Detrás de esto, vendrá el retiro de la estimación y sim- patía de las personas discretas y educadas. 6.-Sabido es que, en el trato con los extraños, en los nego- cios, a cada paso, encontraremos contradicciones, molestias que veremos aumentadas si la paz doméstica ha abandonado nues- tro hogar. De cortés, nuestro carácter se tornará duro y, aunque seamos de índole suave, hasta en el trato social sobrenadará nuestro habitual malhumor. 7.-El respeto del hijo a su padre, del hermano menor al ma- yor, del inferior al superior, suavizará el trato de unos con otros, impidiendo que las leves discusiones degeneren en ruidosos al- tercados. 8.-En asuntos de poca importancia, adoptemos la costumbre de ceder parte de nuestro derecho o razón que nos asista, cuan- do seamos contrariados, para no irritar el ánimo de los demás.
  • 20. 24 9.-Al dar por terminada una discusión, procedamos con corte- sía, no dando a entender que despreciamos la opinión de la otra persona, por tener carácter violento. 10.-En especial a la mujer le está encomendada la conserva- ción de la paz doméstica. Deberá sufrir con paciencia el mal- humor de su esposo, cuando del trabajo regrese cansado o pre- ocupado. A ella corresponde disipar esas nubes de verano, con su prudente y afectuoso trato. Conducta con nuestra familia. 1.-Procuremos con nuestras palabras y acciones complacer a las personas con quienes vivimos, tratándolas con los miramien- tos debidos, sin ocasionarles ningún disgusto. 2.-El respeto de los hijos a sus padres no excluye una con- fianza bien entendida, lo que redundará en un afecto recíproco, pero, si los padres no deben traspasar los límites de su autori- dad, alejando la confianza de sus hijos, tampoco será convenien- te una familiaridad excesiva. 3.-Nada más impropio que una discusión acalorada entre pa- dres e hijos, abuelos y nietos, tíos y sobrinos, hermanos mayores y menores. Al tratarse, como iguales en condición, es fácil que desaparezcan el respeto, la educación y la dignidad. 4.-La tolerancia es la fuente de la paz doméstica. Si la diver- sidad de caracteres, gustos y costumbres son motivos de la des- avenencia entre extraños, también lo son en medio del trato coti- diano de la familia. Seamos tolerantes con los extraños, por ur- banidad y con las personas de la familia, por cariño. Nunca vea- mos, entre los nuestros, ni la sombra de querer ofendernos. 5.-Es falta de educación traer a la conversación palabras o acciones desagradables producidas en pasados desacuerdos familiares y, sobre todo, echarlas en cara en son de ataque en posteriores discusiones. 6.-La confianza no autoriza el uso de los muebles u otros ob- jetos de personas con quienes vivimos, sin previo permiso y sin estar seguros de que ellas, por el momento, no los necesitan.
  • 21. 25 7.-En general, no usemos los objetos que a los demás sirven para el uso personal, como lavatorio, peineta, navaja, etc., que entre gente educada son de uso exclusivo. 8.-No es permitido pedir a otra persona prestados sus vesti- dos. Con todo, entre madre e hijas o hermanas, nada de extraño tiene que se presten objetos de adorno como pulseras, pendien- tes, etc., pero sólo en casos especiales. 9.-Dejemos las cosas ajenas en el mismo lugar en que las encontramos. Si la necesidad nos obliga a cerrar o abrir una puerta o ventana, que no sean de nuestro aposento, no olvide- mos de dejarlas en su anterior estado. 10.-No entremos a un aposento ocupado por otra persona, aunque esté abierto, sin llamar antes a la puerta y obtener permi- so, con mayor razón, si es de otro sexo. 11.-Evitemos entrar a un dormitorio ajeno antes de ser venti- lado, pues nuestra presencia podría molestar a la persona que lo ocupa. 12.-Apartemos la vista de una persona que creyéndose sola, está semidesnuda. Con naturalidad, alejémonos discretamente, sin dar a entender que la hemos visto. 13.-Estos preceptos deben aplicarse entre esposos, padres e hijos, entre hermanos o parientes, ya que las leyes que resguar- dan el pudor no reconocen grados de parentesco. Conducta con los vecinos. 1.-La persona que se cambie de casa debe ofrecer su nueva residencia a sus amigos, dejando al tiempo las relaciones de amistad con los vecinos. 2.-No son convenientes, sin elección, las amistades con los vecinos, porque o resultan inconvenientes o se contraen enemis- tades al abandonar su trato a poco de haberlos conocido. 3.-Los que viven en casas cercanas deben considerarse so- cialmente, como personas de una misma familia, guardarse los miramientos debidos y procurar no molestarse ni ofenderse unos con otros.
  • 22. 26 4.-Nuestros derechos tienen un límite y es aquel en que co- mienzan a perjudicar a los demás. El derecho que nos confiere, por ejemplo, el arriendo de una casa se reduce a todo lo que no se oponga a la tranquilidad de los vecinos o a las consideracio- nes que les debemos en circunstancias particulares. 5.-El niño de familia educada no sale a la calle a jugar con otros niños, ni en su casa se entrega a juegos que produzcan demasiado ruido, de suerte que molesten a los vecinos. 6.-Es algo indebido tocar constantemente un instrumento, con las ventanas abiertas, molestando a los vecinos. En horas de reunión ejecutemos piezas ya aprendidas y retirémonos a un aposento interior en horas de estudio musical. 7.-Una persona educada no dirige miradas escudriñadoras desde su casa a las casas vecinas, ni sale a la ventana para im- ponerse de un caso sensacional. 8.-Cuando suceda algún accidente desgraciado a una familia vecina, brindémosle nuestros servicios, en caso que sean nece- sarios. 9.-Si tenemos noticia de la proximidad de un peligro común, demos aviso a nuestros vecinos, tan pronto como sea posible, y después de atender a la seguridad de nuestra familia. 10.-Cuando en la casa vecina haya un enfermo de gravedad, debemos informarnos del estado de su salud y suprimir, de nues- tra casa, toda fiesta ruidosa, a fin de no molestar al enfermo. 11.-Si falleciere un vecino, suprimamos toda fiesta en nuestra casa, no cantemos, ni toquemos algún instrumento, en señal de duelo. En suma, evitemos toda demostración de alegría. 12.- Las consideraciones entre vecinos son en extremo nece- sarias. De cualquier círculo social, si nos disgustamos, será fácil alejarse. No así de la casa en que vivimos, debiendo someter- nos a las molestias de una mudanza, si la conducta de los veci- nos llega a hacerse intolerable. Conducta, estando hospedados en casa ajena.
  • 23. 27 1.-Evitemos hospedarnos en casa de un amigo para quien seamos gravosos por escasa fortuna. Además de ser humillante que de su escasez se impongan otras personas, su pobreza im- pedirá obsequiarnos como él quisiera, sin hacer algún extraordi- nario sacrificio. 2.-Es propio de gente vulgar ir a pasar por un tiempo en casa de un amigo que, por motivo de salud o por cambiar de aire, se ha ido al campo. Cosa distinta será si ese amigo ha partido de la ciudad para recrearse o descansar de sus fatigas, gustando de recibir amigos que lo acompañen. 3.-Cuando nos veamos obligados a hospedarnos en casa de un amigo, estemos allí lo menos posible, sobre todo, si nuestra visita aumenta sus gastos y lo priva, para recibirnos, de una habi- tación. 4.-Toda persona educada, aunque esté hospedada en un es- tablecimiento público, procurará no ser molesta, ni exigente, tra- tando a todos con amabilidad. 5.-Si estamos hospedados en casa ajena, por grande que sea nuestra amistad con los dueños de casa, no usemos tanta liber- tad, como en nuestra casa. 6.-Pero no nos mostremos esquivos a la cordialidad y con- fianza con que nos brindan, dejando de corresponder a una sin- cera hospitalidad. 7.-Si los dueños de casa no nos colocan algún mueble en nuestro aposento, no lo pidamos sino en caso de suma necesi- dad además, ejecutemos todo lo que sea posible y esté relacio- nado con nuestro servicio, evitando lo hagan personas de casa. 8.-Respetemos los usos y costumbres de la casa en que es- temos hospedados y procuremos descubrir discretamente las pri- vaciones a que la familia se somete en nuestro obsequio, a fin de no ser demasiado gravosos. 9.-No entremos a los aposentos interiores, ni menos en los dormitorios. A los empleados, tratémoslos con suavidad, agrade- ciendo sus servicios y dándoles algún regalo al despedirnos.
  • 24. 28 10.-Cuando estemos de regreso en nuestra casa, aprove- chemos la primera oportunidad para escribir una afectuosa carta al amigo que nos hospedó, expresándole nuestro cordial agrade- cimiento. 11.-Si queremos hacer algún obsequio a la familia en donde estuvimos hospedados, debemos hacerlo, pasado algún tiempo, a fin de no darle un carácter remunerativo. Deberes de la hospitalidad. 1.-Recibamos en casa con bondad a la persona que nos haya ofendido, no demostrando disgusto ni de palabra o de otro modo. Tratándose de una explicación amistosa, hágase con el deseo sincero de cortar una desavenencia, todo lo que sea posible. 2.-No recibamos con desagrado al necesitado, que llega a la puerta de nuestra casa a pedir algún auxilio y, si no podemos darle una limosna, despidámoslo con buenas palabras. 3.-Cuando un amigo nos avise que va a hospedarse en nues- tra casa, preparémosle la pieza más cómoda, colocando los muebles necesarios. Si tenemos noticia del día y hora de su lle- gada, vayamos a recibirlo a la estación. 4.-Estudiemos las costumbres de nuestro huésped, para que no la altere en obsequio nuestro, sometiéndonos a las privacio- nes que sean necesarias, pero sin que esto llegue a su conoci- miento. 5.-Evitemos, mientras resida nuestro amigo en casa, invitar a la mesa a personas que le sean desconocidas, cuyo trato no sea oportuno o bien a un sujeto que con él esté disgustado. 6.-Averigüemos los guisos preferidos por nuestro huésped, para presentarlos a la mesa, obsequiándolo con frutas, dulces y golosinas de su agrado. 7.-Procuremos que nuestro huésped tenga la misma libertad que entre su familia, sin manifestar disgusto, cuando traspase los límites de una fina educación.
  • 25. 29 8.-Si enfermara nuestro huésped, lejos de su familia, procu- remos disminuir este contratiempo con nuestros cuidados, de modo que no eche de menos las atenciones de los suyos. 9.-Cuando regrese a su casa nuestro huésped, demostremos sentimiento por su partida, reguémosle vuelva a nuestra casa, y acompañémosle, si es posible, hasta la estación Reglas diversas. 1.-Evitemos levantar la voz, estando en casa, cuando haya le- ves discusiones de color doméstico. 2.-La esposa que tiene a su cargo el gobierno del hogar, pro- cure no levantar la voz ante los errores que cometen los niños. La voz suave, en la mujer, es su mayor encanto. 3.-En cuanto sea posible, sirvámonos a nosotros mismos, sin auxilio de sirvientes o personas con quienes vivimos. 4.-En las ventanas de la calle, procuremos moderación, ha- blando en voz baja, riéndonos sin llamar la atención de los tran- seúntes y evitando lo que pueda dar mala idea de nuestra edu- cación. VI MODO DE CONDUCIRSE FUERA DE CASA Conducta en la calle. 1.-Ordinariamente, el paso no debe ser lento o demasiado precipitado. Con todo, el hombre de negocios deberá apresurarlo en horas de trabajo. En la mujer, siempre es impropio el paso rápido. 2.-Debe caminarse, por la calle, con soltura, sin desgano, con la frente erguida. La costumbre de ir mirando al suelo puede ser
  • 26. 30 motivo de no advertir el paso de un conocido a quien debemos saludar. Dese a los brazos un movimiento suave y elegante, pero la mujer no deberá llevarlos libres. 3.-Las manos llévense a la vista, en su disposición natural. Debe ser suave la pisada y el paso proporcionado a la estatura. El hombre evite el paso demasiado corto. 4.-No se fije detenidamente la vista en las personas que en- contremos en nuestro camino o estén en sus ventanas, ni volva- mos el rostro para mirar a los que pasan. 5.-Es falta de educación acercarse a las ventanas de una ca- sa, mirando con detención al interior. 6.-Al pasar entre dos personas que transiten juntas o estén detenidas, pídase permiso en caso no exista otro camino. Para detener a una persona en la calle, la iniciativa deberá partir del superior o de la mujer respecto al hombre. Cuando exista amis- tad estrecha, no se tomará en cuenta la posición social, o la edad para detener a una persona, a fin de hablar con ella. 7.-No detengamos al amigo acompañado de una señora o persona de respeto, ni a un comerciante en horas de trabajo, a no ser que sean asuntos de negocios, de recíproca convenien- cia. 8.-Las personas detenidas a conversar evitarán que el tran- seúnte pida permiso para pasar, dejando de antemano el nece- sario espacio. El hombre agradezca esta atención con un saludo y la mujer con leve inclinación de cabeza. 9.-Corresponde a la mujer autorizar, con una mirada, el salu- do del hombre y al superior el saludo del inferior. 10.-Al saludar a una señora o persona de respeto, quitémo- nos el sombrero. Si encontramos a un amigo con otra persona que no lo es, incluyamos a ambos en nuestro saludo. Actos de cortesía, como quitarse o tocarse el sombrero, deben hacerse con la mano derecha. 11.-Sólo a personas de íntima confianza se saludan desde le- jos, con una inclinación o movimiento de la mano.
  • 27. 31 12.-Si una señora o persona de respeto desea hablarnos, no permitamos que se detenga, sino continuemos con ella hasta la esquina inmediata, debiendo el superior adelantar la despedida. 13.-No debemos, con el sombrero puesto, dirigir la palabra a una señora o persona de respeto, correspondiendo a ellos indi- car que nos cubramos. 14.-El inferior cederá la acera al superior y el hombre a la mu- jer. Cuando se encuentren dos personas de igual categoría, con- servará la acera el que la tenga a su derecha. 15.-A lo sumo, irán tres personas en línea lateral, yendo al centro la de más respeto. El hombre que va con una señora le cederá la acera, adaptando su paso al de ella. 16.-Si a un hombre le dan paso en la acera, salude, tocando el ala del sombrero. Evítese conversar con otros amigos en la acera o sitios en donde se obstruye la circulación, molestando a los transeúntes. 17.-En un vehículo, salúdese sentado al pasar una persona conocida. La mujer, saludará con leve inclinación de cabeza y el hombre, quitándose el sombrero. 18.-Puede saludar sin quitarse el sombrero el hombre que conduce un automóvil, si marcha con demasiada velocidad. Los jinetes saludan quitándose el sombrero, cuando el paso del ca- ballo es moderado. 19.-El hombre deberá quitarse el sombrero al paso de un cor- tejo fúnebre. Permanezca sin sombrero, cuando el ataúd sea co- locado o retirado de la carroza y, si formare parte de un cortejo que marcha a pie por las calles, también irá descubierto. La so- lemnidad del acto exige la mayor seriedad. Además, evítese toda conversación, aunque sea en voz baja. 20.-Cuando viajan varias personas a caballo, el centro o la derecha son los lugares que deben cederse al superior. Si son cuatro los jinetes, divídanse en dos grupos para facilitar el tránsi- to. 21.-Cuando encontremos en la calle a una persona que nece- site auxilio, prestémosle ayuda, aunque sea desconocida.
  • 28. 32 Conducta en el templo. 1.-En el templo, lugar de oración y de recogimiento, perma- nézcase con sumo respeto, contraído exclusivamente a la cere- monia a que se asiste. 2.-Quitémonos el sombrero en el umbral de la puerta y no nos cubramos hasta salir a la calle. Al entrar a una iglesia, no distrai- gamos a los demás, haciendo demasiado ruido. 3.-Los niños pequeños que, con el llanto, pueden molestar a los asistentes, no se les lleve al templo. 4.-Dentro de la iglesia, no debe saludarse a nadie desde lejos. De cerca, sólo es permitido un leve movimiento de cabeza, sin dar la mano ni conversar. 5.-No debe rezarse en voz alta, de modo que perturbe a los demás, ni fijar la vista en ninguna persona. La mirada no debe apartarse del sitio en que se celebran las ceremonias. 6.-En una iglesia, no se tome asiento sin antes hacer una ge- nuflexión al Altar Mayor. La mujer debe estar un momento arrodi- llada antes de sentarse. 7.-Cuando asistimos a un funeral, conservemos la actitud de los eclesiásticos, no debiendo estar de pie o sentados, cuando ellos estén arrodillados. 8.-Estando en pie, mantengamos el cuerpo recto, sin descan- sar de un lado. Cuando estemos sentados, no recostemos la ca- beza en el respaldo del asiento, ni extendamos o crucemos las piernas. 9.-Al salir del templo, sería falta de educación mezclarse con las mujeres, tocando sus vestidos o ponerse en fila con otros hombres, formando calle, para mirarlas de cerca. Conducta en casas de educación. 1.-A un establecimiento educacional no debe entrarse a la hora en que los profesores tengan que desatender a los alumnos para recibirnos.
  • 29. 33 2.-Si vamos a visitar a un alumno, pidamos permiso al Rector o a la persona que lo representa antes de hacer la visita. 3.-Las atenciones hechas a los alumnos redundarán en honra del establecimiento y de sus directores. Debemos quitarnos el sombrero y ser atentos y respetuosos con todos. 4.-Dentro de una casa de educación, no se debe reprender en voz alta a los hijos o pupilos, ya que con esto se les avergonzaría y faltaríamos el respeto debido al establecimiento. Conducta en una asamblea. 1.-Un hombre educado hace atenciones no sólo a la asam- blea, sino a todos sus individuos, respetando los estatutos, los preceptos de la etiqueta parlamentaria y los deberes simplemen- te sociales. 2.-Cuando se pierde la serenidad, fácilmente se falta a las consideraciones debidas a los colegas, lo que irrita los ánimos de los mismos a quienes se desea persuadir, con perjuicio del triun- fo de la propia causa. 3.-Es falta de respeto a la corporación y a las personas de fuera presentes allí, decir palabras violentas o insultos a los con- trarios. 4.-Una opinión debe defenderse con calma. El mejor camino para producir el convencimiento es usar las armas del raciocinio, respetando la dignidad personal y el amor propio de los demás. 5.-Es impropio interrumpir al que habla con frases irónicas o interjecciones de desaprobación. Esto no da ninguna luz a la cuestión debatida y con ello se manifiesta poco respeto a la per- sona interrumpida y a la asamblea entera. 6.-Gran tacto se necesita para poner en duda lo que otro afir- ma. En extremo corteses, deben ser las palabras que se usen para hacerlo, en presencia de numerosos asambleístas, donde un término ofensivo causaría desagradable impresión, no sólo a la persona rebatida, sino a todos los demás. 7.-Los discursos demasiado largos son pesados, molestan al auditorio y lo distraen del asunto tratado, con perjuicio del mismo
  • 30. 34 orador. Contráigase a lo esencial de la cuestión, sin entrar en dis- gresiones, respetando las leyes de la oratoria, que dan método, concisión y claridad al discurso. 8.-En las discusiones parlamentarias, la sátira excita el interés del auditorio, pero evítese la mordaz, que divide los ánimos y empléese la sátira fina, que no ofende la dignidad del hombre. 9.-Debe dar pruebas de educación el que pierda un asunto debatido. Así respetará a la mayoría y manifestará tener un alma superior al demostrarse resignado y tranquilo. 10.-Pero, si lo ha favorecido el triunfo, su conducta debe ser moderada y generosa, evitando toda demostración de contento, que pueda ser molesta a sus contrarios. Conducta en los espectáculos 1.-Si se llega al teatro en automóvil, baje el caballero primero para ayudar a la señora. Llegados al fóyer, vaya el hombre a la boletería a comprar las entradas. 2.-Ella entrará primero a la sala y, en seguida, el hombre con la cabeza descubierta. Al pasar por entre la fila de butacas, así ella como él lo harán de frente a las personas sentadas. 3.-En los palcos, ocupen las señoras las butacas próximas a la baranda, sentándose detrás los caballeros. 4.-Es falta de educación, durante el espectáculo, hacer co- mentarios sobre la obra representada, de suerte que moleste a los demás; golpear con los pies el respaldo de las butacas; mo- verse demasiado en el asiento o darse vuelta para ver en el ros- tro de los demás la impresión producida. 5.-En los entreactos, deben salir los asistentes en el orden en que están sentados. Si se divisa a una persona conocida, salú- dese desde lejos. En los entreactos, no se deje sola a la señora y, si no desea salir de la sala, quédese él acompañándola. 6.-Si un caballero, al ir a ocupar su butaca la encuentra ocu- pada por una señora, espere un momento en el pasillo. Por su parte, la señora no se haga esperar demasiado, y dé las gracias.
  • 31. 35 7.-Vuélvase a la sala, pasado el entreacto, antes de reanu- darse el espectáculo. A la hora de llegada, éntrese también un poco antes para no distraer la atención de los asistentes. 8.-Con un aplauso, ni exagerado, ni desganado, debe pre- miarse la buena actuación de los artistas, cuando no sea cine. Apláudase de pie, cuando la interpretación ha sido magistral. Pe- ro, cuando la actuación de los artistas ha sido mala o mediocre, evítense las palabras hostiles o burlescas, lo que indicaría falta de educación y de buenos sentimientos. 9.-Evítese salir del teatro en forma apresurada, molestando a los demás. A la salida del espectáculo, si se toma automóvil, en- trará primero la señora y el caballero, en ausencia del chofer, abrirá la portezuela. 10.-Si un hombre lleva una mujer al teatro, colóquela en el asiento más cómodo, y si llegan cuando ha comenzado la fun- ción, no ocupen asientos hasta el entreacto, para no molestar a los asistentes. 11.-Téngase cuidado de no ocupar una butaca ajena. Antes de reclamar un asiento, veamos primero si realmente tenemos derecho para hacerlo. 12.-Nunca un hombre debe estar con sombrero puesto en el teatro, y las señoras eviten ir con grandes sombreros que lleguen a impedir la cómoda vista del escenario a las personas que están detrás. 13.-La gente educada no conversa ni hace ruido durante la función; no se ríe a carcajadas con los chistes, ni estalla en ex- clamaciones, cuando el silencio de la sala es general. 14.-Es conveniente no ser de los primeros en aplaudir, sino esperar a que antes lo hagan los entendidos. 15.-Sólo es permitido pedir a un actor o ejecutante la repeti- ción de trozos pequeños que no den demasiado trabajo a los ar- tistas. Cuando un actor en alguno se equivoque, evítese indicar desaprobación, lo que podría ofuscarlo hasta hacer un papel deslucido.
  • 32. 36 16.-Si, durante el entreacto, visitamos a un amigo en un palco y nos ofrecen un asiento, permanezcamos sólo un momento, reti- rándonos antes que se reanude la función. Conducta en los establecimientos públicos. 1.-A las oficinas públicas sólo se debe ir con objetos propios de sus respectivas atribuciones, esperar en la sala de audiencias y no ejecutar ningún acto contrario a los reglamentos. 2.-No vayamos a un establecimiento industrial sin objeto de- terminado, para no distraer a los que trabajan. Hagamos estas visitas siempre que no impidan seguir atendiendo sus quehace- res a la persona visitada. 3.-En caso urgente, es permitido visitar a un hombre de nego- cios en su oficina, aunque no se tenga confianza. La visita debe ser corta y no ser causa que interrumpa una ocupación importan- te. 4.-No se entre a una oficina fumando o con sombrero puesto. Esto sería falta de respeto y redundaría en nuestro descrédito. 5.-Cuando no hay intención de comprar, es falta de conside- ración hacer que un empleado pierda el tiempo en mostrarnos la mercadería. 6.-Una persona educada no se acerca a un lugar en que hay prendas de valor o dinero, ya que la prudencia aconseja poner- nos a cubierto de la sospecha más leve. 7.-En una oficina pública no debe levantarse la voz, ni discutir violentamente. 8.-No permitamos que otro pague la cuenta de lo consumido por nosotros, en un bar o restaurante, si no ha mediado una invi- tación especial. En los demás casos, adelantémonos a cancelar lo pedido sin llamar la atención. Es conducta indigna marcharse con disimulo, después de haber bebido en un bar con amigos, para no intervenir en el pago de la cuenta. Conducta en los viajes.
  • 33. 37 1.-La portezuela del automóvil debe abrirla o cerrarla el caba- llero, cuando no lo haga el chofer. Entrarán primero las señoras o personas de respeto, las que ocuparán la derecha de los asien- tos. Al descender, lo harán primero los hombres para ayudar a bajar a las señoras. 2.-En los trenes, tranvías, etc., la mujer entrará primero y, al bajar, si es pareja, desciende primero el hombre para ayudar a su compañera. 3.-Cédase el asiento de la ventanilla a la mujer o persona de respeto. Cuando el paso esté obstruido al subir o bajar de un ve- hículo, o al andar por el pasillo, pídase permiso sin abrir camino a la fuerza. 4.-Procúrese no molestar a los viajeros, ocupando todo el asiento o poniendo en ellos paquetes que deben llevarse en la mano. No se crucen las piernas, si esto fuere molesto a los de- más. 5.-Expresarse a gritos para hacerse notar es falta de educa- ción. Evítese mirar con insistencia a los que viajan, ya sean hom- bres o mujeres, pues esta imprudencia puede dar lugar a un inci- dente. 6.-Si leemos el diario, no molestemos al viajero que va al lado o delante de nosotros. No discutamos con los que van a cargo del vehículo. Así no molestaremos a los pasajeros y evitaremos, acaso, un accidente. 7.-Las ordenanzas municipales de los vehículos deben obser- varse, sin discutir su aplicación, con los obligados a hacerlas cumplir en beneficio de todos. 8.-Ceda el hombre, su asiento a la señora o persona anciana, cuando no haya otro desocupado. Esta costumbre, casi olvidada, es prueba de fina educación. 9.-Es permitido que los pasajeros conversen, aunque no se conozcan, en un largo viaje por ferrocarril. Con todo, una mujer no dirija primero la palabra a un hombre para conversar con él. 10.-En el coche-comedor de los trenes, es permitido conver- sar entre desconocidos y aun dirigir la palabra a una mujer de la
  • 34. 38 misma mesa. El caballero tome asiento en la mesa ocupada por caballeros y la mujer en la mesa con señoras. 11.-Seamos exactos en reunirnos a la hora convenida, si va- mos a viajar con otras personas. Cuando se vaya a caballo, en los paseos peligrosos, adelántese el hombre a la mujer y el infe- rior al superior. 12.-En los caminos, pueden saludarse las personas descono- cidas que se encuentren, siempre que el superior autorice el sa- ludo con una mirada. VII MODO DE CONDUCIRSE EN SOCIEDAD La conversación en general. 1.-La buena conversación es lo que más realza la personali- dad. Ser elegante, tener buenas maneras, conducirse correcta- mente, son cualidades que no confieren carácter, si no se sabe conversar. 2.-Para que sea agradable la conversación, es indispensable la cultura general que tiene por base la historia, la literatura y las bellas artes. No se entiende por cultura general la que dan los estudios superiores solamente, sino, además, la que proporciona la buena lectura. He aquí el secreto. 3.-La conversación precipitada y los gritos fastidian. Debe hablarse en forma pausada y sin alzar la voz. No se usen pala- bras rebuscadas, ni frases poco conocidas. Al hombre de letras, empero, se le puede tolerar expresarse de ese modo, pues en él resulta natural y hasta agradable. 4.-El alma de toda reunión es la conversación, pues por me- dio de ella transmitimos nuestras ideas y hacemos útil y agrada- ble el trato con los demás. Con todo, puede conducirnos a situa-
  • 35. 39 ciones difíciles o deslucidas, si no está gobernada por la discre- ción. 5.-Nada revela tanto la educación y el grado de cultura de una persona, como la conversación. El tono de voz, el modo de pro- nunciar, la elección de los vocablos, la fisonomía y movimientos del cuerpo que acompañan a la expresión de las ideas, retratan al hombre vulgar y al de finas maneras. 6.-La variedad de asuntos, los diversos grados de cultura y experiencia de los interlocutores, dan un carácter instructivo a la conversación, contribuyendo al mejor conocimiento del mundo y aun al desarrollo intelectual. 7.-Debe la conversación estar saturada de benevolencia y respeto por las personas presentes y ausentes. Toda palabra ofen-siva a personas ausentes envuelve, en cierto modo, una fal- ta de consideración al que oye, haciéndolo cómplice de algo in- digno. 8.-Por discreta y culta que sea la persona con quien conver- semos, alguna vez podremos oír de ella conceptos desagrada- bles para nosotros. En esas ocasiones, pensemos que nada hay más diverso que los gustos, opiniones y caprichos de la gente. 9.-El más poderoso atractivo de la conversación es la afabili- dad, lo que es un deber, cuando hablamos con mujeres. 10.-Cuando una persona no comprenda lo que hablamos, no le digamos nada que ofenda su amor propio, aunque nos haya- mos explicado con claridad. 11.-En una reunión, no perdamos la serenidad, pues pocas cosas deslucen tanto a una persona, como una palabra o frase que indique enojo o exaltación. Cuando hablemos de temas dis- cutibles, evitemos los arranques de orgullo, demostrándonos siempre corteses. 12.-No discutamos con otra persona sobre un asunto que no interesa a los demás. Si vemos que usa sofismas o comienza a perder la calma, abandonemos la discusión de modo suave y cortés.
  • 36. 40 13.-Evitemos discutir con personas de mal carácter o anima- das de espíritu de contradicción. En un grupo de hombres cultos, podremos discutir con cierta energía, pero, en uno en donde haya mujeres sólo usemos un tono dulce y afable. 14.-Cuando la reunión sea reducida, la conversación debe ser general, usando de la palabra una sola persona. En reunio- nes numerosas, conversemos con las personas que tengamos al lado. 15.-No llamemos aparte a una persona para conversar con ella, si la conversación es general, no hablemos sobre materias que no están al alcance de los demás, ni usemos vocablos ex- tranjeros o frases misteriosas con determinada persona. 16.-Cuando nos pregunten algo que no se pueda ni deba con- testar, no respondamos con palabras que indiquen haber come- tido esa persona una indiscreción. 17.-No se hable siempre en términos siempre chistosos. En una reunión, el chiste debe ser muy medido para que no moleste a los demás. 18.-Debe el dueño de casa o la persona de más respeto to- mar la palabra y reanimar la conversación, cuando las visitas guarden silencio. Si dos toman la palabra al mismo tiempo, debe cederla el inferior al superior y el caballero a la señora. 19.-Es falta de educación conversar, aunque sea en voz baja, cuando una persona, para entretener a la reunión, canta o toca. 20.-Es fastidioso el trato de una persona que habla demasia- do. Estos tales terminan por hacerse intolerables, obteniendo como resultado el que todos huyan de ellos. El tema de la conversación. 1.-El tema de la conversación varía según los casos y la cali- dad de los oyentes. Es sabido que a todos interesan los asuntos de actualidad. Por eso, debe estarse al corriente de los aconte- cimientos del país y del extranjero por medio de la prensa. 2.-En la mesa, háblese de temas agradables, sin referirse a enfermedades o accidentes. Durante la sobremesa, pueden tra-
  • 37. 41 tarse los asuntos que se deseen, como sucesos vividos, anécdo- tas propias o narraciones. 3.-La conversación debe referirse, en los bailes a asuntos ale- gres, triviales y sencillos. No se hable de política, si en la reunión hay señoras o haya alguna persona que profese ideas contrarias. 4.-Cúidese, al elegir el tema de conversación, que sea acce- sible a la mayoría de la reunión, evitando el abuso de referirlo to- do a sí mismo y tratando de hacer impersonal los hechos que se narren, en cuanto sea posible. 5.-Hablemos a cada persona sobre la materia que le sea fami- liar, evitando contraer la conversación a la profesión o industria a que esté dedicada, lo que podría hacerla pensar que la creemos destituida de otros conocimientos. 6.-Evitemos tomar parte activa en la conversación, si no so- mos capaces de darle un giro agradable. En ese caso, limitémo- nos a seguir el movimiento que otro le dé, emitiendo discretas observaciones. 7.-La variedad de asuntos da amenidad a la conversación. Cuando ésta sea animada, es señal que la reunión no desea pa- sar a otro tema. Es lícito cambiar de asunto, si la conversación toma un giro que puede romper la armonía de los presentes. 8.-La persona de más respeto puede variar el tema de la con- versación. En una reunión, son asuntos apropiados los que tra- tan de sucesos actuales que tengan interesado al público, pu- diéndose también hablar de historia, literatura y bellas artes. 9.-Es propio de gente vulgar hablar, detenidamente, de sí mismo, la familia, enfermedades, negocios o materias profesio- nales. 10.-Evítense las discusiones violentas y los ademanes exage- rados que causan mal efecto en los demás. Si el más prudente modera el tono, lo mismo hará su contendor. 11.-No se converse con demasiada lentitud, ni dando la im- presión de rebuscar las palabras, como si la persona se escu- chara a sí misma. Estos defectos denotan pedantería así como el aire docto o de suficiencia.
  • 38. 42 12.-Son falta de educación hablar en un idioma extranjero, si los demás no lo conocen; los apartes en voz baja; dirigirse siem- pre a una persona determinada, cuando se conversa en una reu- nión. 13.-En la conversación, no se haga alarde de los propios co- nocimientos. Es mala costumbre tratar de ayudar a los demás, mientras conversan, porque equivale a ponerlos en ridículo. 14.-Mencionar a los ausentes en términos hirientes o despre- ciativos y ocuparse de su vida privada para denigrarlos, indica falta de educación y de buenos sentimientos. Hácese simpática la persona que, en vez de criticar a los ausentes, los defiende. 15.-En lo posible, disimúlense los defectos de los demás. Po- ca confianza inspira la persona que siempre se ocupa de los de- fectos ajenos. Esto termina por apartar a éstos tales de sus amistades, nadie les hará confidencias, no tardando en verse ais- lados de la gente de valer. 16.-Aprendamos a escuchar sin pedir aclaraciones y sin apo- yar con los nuestros los conceptos del que habla. Para hacer es- to, esperemos que nuestro interlocutor termine de hablar o apro- vechemos las pausas que se producen en la conversación. 17.-Las personas que tienen un tema favorito sobre el que discurren en todas partes y las que no hablan sino de materias de su agrado, resultan fastidiosas a los demás. 18.-La persona educada no habla contra las profesiones aje- nas. Es propio de gente de mal carácter denigrar al doctor y su ciencia, cuando no consiguió salvar la vida de un pariente o ami- go. 19.-Prívese la persona que llega a una reunión de averiguar el tema de la conversación. Toca al dueño de casa, si lo desea, im- poner, en pocas palabras, al recién llegado del asunto, antes de seguir hablando. Condiciones materiales de la conversación. 1.-En la conversación, usemos las voces más propias; las comparaciones inadecuadas debemos evitarlas; huyamos de las
  • 39. 43 disgresiones que no sean indispensables y no incurramos en la difusión que resta el interés y atractivos a un asunto cualquiera. 2.-El estilo será sencillo, según el grado de cultura de las per- sonas que nos oyen. Aunque se hable con personas doctas, siempre es impropio el exagerado esmero en la elección de las palabras o frases. 3.-Sin saber gramática, no es posible expresarse correcta- mente, algo indispensable para el trato con gente culta. Los erro- res de lenguaje comunican cierta vulgaridad a la persona que habla, por grande que sea su mérito. 4.-Es, pues, indispensable el estudio de la gramática. Procu- remos adquirir los conocimientos necesarios para hablar con pro- piedad, así como los giros del idioma. 5.-Igualmente, será indispensable la buena pronunciación; ar- ticular las palabras, claramente, sin omitir sílabas, ni alterar su sonido, elevando o bajando la voz. 6.-El tono de la voz, en la conversación, debe ser suave, cuando se traten materias indiferentes, elevándolo, si se requiere energía, sin hacerlo áspero. En la mujer, la voz dulce, es señal de buena educación y también de gran atractivo. 7.-Evítese la lentitud, así como la rapidez en el modo de hablar. Debe hablarse con mayor o menor ligereza, según el ca- so. Un asunto serio pide un modo de hablar lento, no así la rela- ción de un hecho sensacional o divertido que requiere un anima- do modo de expresarse. 8.-No se pronuncien las palabras con un tono cadencioso que algunos usan para darse importancia. Al hablar, los ademanes deben ser naturales, correspondiendo al asunto tratado y al ca- rácter de la persona que oye. 9.-El semblante debe estar a tono con el asunto, ya sea éste grave o divertido. Resulta fastidiosa y sin interés la conversación de una persona que siempre conserva una fisonomía impasible. 10.-Remedar, en la conversación, a otra persona; imitar la voz de los animales, hablar bostezando o en baja voz con otra per- sona en una conversación general; ponerse de pie en medio de
  • 40. 44 la conversación; tocar los vestidos o el cuerpo de la persona con quien se habla, son otros tantos actos vulgares que deben evitar- se. 11.-Dirijamos la vista a la persona con quien hablamos, para ver la impresión de nuestras palabras. Apartar el rostro de la per- sona que nos escucha, es propio de gente de mala índole o de poco trato social. 12.-En una conversación general, cuando se tome la palabra, hay que dirigirse a todos los oyentes, prefiriendo la persona con quien dialogamos, al que nos insta a hablar o a los dueños de casa. 13.-Al hablar con mujeres, con gente de poca confianza, de respeto o superior a nosotros, no contestemos si o no sin añadir señor o señora. Sólo la intimidad y semejanza de edad nos per- mite suprimir esos tratamientos. 14.-Delante de personas extrañas, cuando nombremos a nuestros padres, abuelos, tíos, digamos simplemente: mi padre, mi madre, mi abuelo, mi tío. Es vulgar usar la palabra hombre, como vocativo o interjección, a no ser en reuniones de gran con- fianza. 15.-No son bien vistos entre la gente educada, los refranes, dichos vulgares, palabras de doble sentido y toda expresión que pueda producir conjeturas. El hombre educado, cuando se permi- te un dicho gracioso, lo presenta con discreción, oportunidad, sin molestar a los demás. 16.-En la charla, no usemos palabras técnicas, si podemos emplear vocablos o frases corrientes. Es pedantería emplear pa- labras de un idioma extranjero, ignorado por los presentes. 17.-Requiere un tino especial el uso de proverbios, pues usa- dos con exceso hacen fastidiosa la conversación. Condiciones morales de la conversación. 1.-Por grande que sea la confianza con la persona que nos escucha, el lenguaje será culto y respetuoso, evitemos en una
  • 41. 45 reunión, toda expresión poco decente, aunque sea con sana in- tención. 2.-En una reunión, evitemos toda palabra o frase que indiquen impiedad o falta de respeto a Dios o la religión. 3.-Es vulgaridad emplear juramentos para dar autoridad a lo que se afirma, comprometiendo el honor o invocado el testimonio de otras personas. La persona que no miente no necesita de ta- les medios para ser creída. 4.-No empleemos las interjecciones o frases que expresan admiración, que andan en boca del vulgo. 5.-Al nombrar a una persona por su apodo, ofendemos a quien nos referimos y faltamos a la consideración debida a la persona que nos escucha. 6.-En una reunión, no debe un hombre decir alguna palabra o frase que ofenda la delicadeza de una mujer. Esta tampoco ha de dirigir a un hombre expresiones que pongan a prueba su ca- ballerosidad. 7.-El medio más expresivo para agradar es la palabra. El hombre, al aprovecharse de esta ventaja, debe ser discreto. Son impropios los galanteos sin ningún miramiento a la edad, estado y grado de confianza que exista con una mujer. 8.-No se destierre la sátira en la conversación, porque es la sal que mejor sazona, teniendo además, el papel de corregir las costumbres. 9.-La ironía comunica a la charla una leve gracia, haciéndola animada y agradable, cuando se emplea con oportunidad. Con todo, no se sacrifique a la vanidad, de ser tenido como gracioso, la tranquilidad de una familia entera, herida con una expresión irónica. 10.-Desterremos la ironía en toda discusión, asunto serio y conversación con personas con quienes no tengamos confianza. Al refutar las opiniones ajenas, cuando respondamos a un argu- mento o se nos hable con seriedad, la ironía está completamente fuera del lugar.
  • 42. 46 11.-No demos nuestra opinión, basados en simples sospe- chas o datos pocos fidedignos, expresándonos como si se tratara de un hecho real, cuando nuestro parecer puede directa o indi- rectamente perjudicar a una persona. 12.-Seamos discretos en emitir juicios generales contra las costumbres y defectos de los hombres, si con ello atacamos los intereses ajenos o el buen nombre de una institución. Las narraciones. 1.-Emplee el narrador un lenguaje sencillo y omita todo detalle inútil relacionado con el hecho o anécdota que se va a contar. Debe la narración ser animada para que se interese a los oyen- tes y, a fin de conseguir esto, use cierto artificio en la expresión del relato. 2.-Sin recordar bien los hechos, no se haga una narración. 3.-Teniendo confianza con el narrador, podemos añadir algo omitido que pueda servir para la mejor comprensión del hecho, cuando se trate de materias importante. Seamos, empero, pru- dentes en advertir los errores de lo referido. 4.-Si se trata de un asunto divertido, no recomendemos el mé- rito de lo que vamos a contar y tratemos de no reírnos en lo me- jor de la narración. No contemos hechos demasiados conocidos o que hayan sido publicados en la prensa, sin estar seguros de que son ignorados por los presentes. 5.-Da pruebas de tener un entendimiento vacío y un carácter poco elevado el que tiene la costumbre de divertir a una reunión con sólo anécdotas. Esta conducta les sirve para perder el respe- to que se les debe, concluyendo por ser molestos en las reunio- nes. 6.-La anécdota, que debe nacer del tema de la conversación ha de ser agradable por su novedad y gracia, no ocupando, por mucho tiempo, la atención de los presentes. 7.-No narremos un hecho que pueda ser molesto para alguno de los oyentes, sus familias o sus amigos.
  • 43. 47 8.-Seamos discretos en transmitir noticias políticas que pue- dan comprometer nuestra responsabilidad. De todos modos, no incurramos, al contar los hechos, en exageraciones. 9.-Procuremos no contar más de una vez un hecho a la mis- ma persona, averiguando antes si lo conoce. Atención debida a la conversación de los demás. 1.-Prestemos atención a la persona que habla en una conver- sación general o a la que nos dirige la palabra en particular. Es falta de educación manifestar de un modo cualquiera que no prestamos atención a lo que nos dice la persona que nos habla. Puede la distracción ser interpretada como desprecio. 2.-Cuando una persona refiere un hecho que la conmueve, debemos participar de sus impresiones, sin contribuir a aumentar su exaltación. Es hiriente manifestarse impasible con el que está agitado, o alegre con el triste, debiendo nuestra conducta corres- ponder a la intención del que habla o al espíritu de su conversa- ción. 3.-En una reunión, si alguien narra un hecho que no conoce bien, no pretendamos referirlo nosotros. Si la persona que con- versa se extravía en disgresiones, no demos a entender que es- tamos cansados de oírla, ni la urjamos a que dé fin a su relato. 4.-No interrumpamos a la persona que conversa. Son discul- pables estas interrupciones, sólo en animados diálogos en los que se cruzan vivas observaciones. 5.-En una reunión, no desmintamos a la persona que conver- sa. En raros casos, es permitido contradecir al que habla, sin ol- vidar la obligación de salvar su buena fe y recta intención. 6.-No es bien visto contradecir a una persona en una reunión de etiqueta, ni tampoco a una constituida en dignidad, pues de ellas no cabe oír palabras faltas de prudencias. 7.-A una persona interesada en contarnos un asunto, no de- bemos interrumpirla para referirle una anécdota. Aun sería peor desviar el espíritu de la charla, dándole un carácter irónico, aun- que sea para distraer a alguien de las ideas que lo conmueven.
  • 44. 48 8.-Cuando una persona cuente algo con entera fe, no le mani- festemos nuestras dudas, porque, al advertirle su engaño, se sentiría ofendida, sobre todo, si ni siquiera admitimos que sea ve- rosímil lo que dice. 9.-Si nos desagrada el asunto de que nos habla una persona, o deseamos variar de conversación, no lo hagamos bruscamen- te, sino con habilidad. Pero si la conversación produce en nues- tro ánimo una impresión demasiado fuerte, es permitido decirlo francamente y aun retirarse de la reunión. 10.-Procuremos no darnos por entendidos, ni sonreírnos de alguna palabra o frase poco culta que, involuntariamente, se es- cape a la persona que converse con nosotros. VIII LAS PRESENTACIONES Presentaciones en general. 1.-Para la creación de las amistades y todo acto de comuni- cación por asuntos de negocios, no existe otro medio que la pre- sentación. Existen dos clases de presentaciones: especial y ocasional. La primera se hace premeditadamente con la inten- ción de poner en relación dos personas y la segunda derívase de un encuentro casual, tendiendo sólo a establecer relaciones ac- cidentales. 2.-Incluyendo en la presentación ciertas garantías en favor del presentado, debe tenerse, antes de presentar a alguien, bastante prudencia. Como en la presentación especial existe la intención de ponerse en comunicación permanente a dos personas, mayor todavía ha de ser nuestra precaución antes de presentar a una persona. 3.-Tómese en cuenta que no estamos autorizados, sino para presentar a personas del mismo sexo. Además, esto no crea re- laciones que se extiendan a una familia, siendo requisito necesa-
  • 45. 49 rio el consentimiento de la persona a quien debe hacerse la pre- sentación. 4.-Antes de presentar a una señora, reflexiónese que una amistad inconveniente perjudica más a la mujer que al hombre. Es sabido que el caballero debe ser presentado a la señora y el inferior al superior. 5.-La presentación se hará, diciendo el nombre del presenta- do a la persona a quien se presenta, haciendo, en seguida, lo mismo respecto de ésta. Si la persona a quien presentamos otra está en su casa, no demos su nombre. 6.-Los títulos permanentes de una persona deben anteponer- se al nombre, en el momento de la presentación, no así los que son transitorios, como diputado, por ejemplo, que se mencionan después del nombre. En caso de reunirse en la persona títulos de ambas clases, se mencionarán en el orden antes indicado. 7.-Si la persona presentada es de posición social y posee un título permanente, es señal de cortesía callar su nombre y decir sólo su título y apellido. 8.-En una reunión, al encontrarnos con un amigo recién casa- do, que no nos participó su matrimonio, no pretendamos que nos honre con la presentación de su esposa. Si lo hiciere espontá- neamente, tomémoslo como una presentación ocasional. 9.-Al presentar un matrimonio a otro, preséntese primero a los esposos y éstos presentarán, en seguida a sus respectivas es- posas. Cuando se presente a la esposa, se dirá simplemente: mi esposa. 10.-Al hacer las presentaciones, deben anteponerse las pala- bras señor, señora, señorita, según el caso. Si se presentare a una persona de la familia, ese tratamiento será reemplazado por el parentesco que con ella se tenga. 11.-Evítese, al ser presentado a una persona, las frases muy largas. Basta decir: mucho gusto o bien mucho placer. El que presente no use tampoco frases extensas. Diga simplemente el nombre del presentado, anteponiendo el tratamiento de señor, señora, señorita, según el caso.
  • 46. 50 12.-Después de conversar con una persona a quien no se fue presentado, en el momento de separarse, ambos deben presen- tarse mutuamente, ya sean hombres o mujeres. 13.-Cuando dos amigos en la calle, se detienen a saludarse, el acompañante dará unos pasos y esperará a que su amigo se despida. No hay obligación de presentar a dicha persona, pero si la conversación se prolonga, debe ser presentado o bien pedirá permiso para atender al otro amigo. Presentaciones especiales. 1.-Para presentar a una persona, es necesario tener confian- za con aquella a quien vamos a hacer la presentación o que nuestras relaciones no sean recientes. Deben existir iguales condiciones respecto de la persona a quien pedimos que nos presente. 2.-Respecto a la presentación de un caballero en una casa, las personas que deben hacerlo son las con ella ligadas por vín- culos de familia o por íntima amistad. Pero, si con esas personas no tenemos confianza, no está permitido pedirles nos presenten. 3.-La presentación de un caballero en una casa puede com- prometer la responsabilidad mortal del que presenta. Seamos, pues, prudentes al pedir nos presenten a nosotros, y también pa- ra aceptar exigencias de esta especie. 4.-Antes de presentar a un caballero en una casa, veamos si su posición social, educación y demás circunstancias están en armonía con las de la familia, en cuya amistad vamos a introdu- cirlo. 5.-Por medios indirectos, descubramos la posición de la fami- lia para admitir en su amistad a un caballero. Averiguando esto, pidamos permiso para hacer la presentación. Si nuestros son- deos no fueren favorables, no tratemos el asunto, ni demos parte de ello al interesado. 6.-No elijamos para hacer una presentación el día en que se prepare en la casa un banquete, se celebre un suceso feliz o se
  • 47. 51 experimente un pesar, a no ser que exista una circunstancia es- pecial para hacerlo. 7.-Cuando presentemos a una persona en forma especial, el lugar apropiado es la casa de la persona a quien se hace la pre- sentación. El que hace la presentación no debe retirarse antes, ni después de ser presentado. 8.-Si una persona recibe un importante servicio o alguna muestra especial de aprecio, de alguien con posición social pa- recida y con quien no se tenga amistad, debe considerarse, por este hecho, como presentada. Debe hacerle una visita de agra- decimiento y ofrecerle su amistad. 9.-Debemos visitar cuanto antes a la persona a que fuimos presentados. El mayor o menor tiempo que pase entre esta visi- ta y la presentación indicará el aprecio que hacemos de la amis- tad recién contraída. Presentaciones ocasionales. 1.-Por la presentación ocasional, dos o más personas desco- nocidas quedan autorizadas para comunicarse en una reunión, banquete, etc., sin que ninguna de ellas pueda considerarse obli- gada a darse por conocida, disuelta la reunión. Esto no impide que se inicien relaciones permanentes, si entre ellas nace una mutua simpatía. 2.-Respecto al saludo de personas presentadas ocasional- mente que después se encuentren, no deben saludar el inferior al superior, ni el caballero a la señora, sin ser autorizados por una mirada. 3.-Pueden las personas que se encuentren en un banquete comunicarse sin haber sido presentadas, siempre que se descu- bra un indicio a prescindir de la presentación, debiendo tomar la iniciativa el superior. 4.-En un banquete, si el dueño de casa da el encargo de aten- der a una señora o señorita a un caballero, éste debe conside- rarse como presentado, por este hecho.
  • 48. 52 5.-Si estamos en nuestra casa, con una persona amiga y lle- gare otra desconocida para ella, las presentaremos. En caso que fueren más de dos, serán presentadas en general. Cuando la reunión sea numerosa, no presentaremos a los que entren. De igual modo, hágase en la calle o teatro, cuando estemos acom- pañados de amigos. 6.-Si vamos por la calle con un amigo y encontramos a otro desconocido para él y no queremos presentarlos, no detengamos al recién encontrado, sino breves minutos para que no se advier- ta la falta de presentación. 7.-En un baile, la presentación de un señor a una señora o señorita debe hacerla una persona de la familia, o uno de la ca- sa y, si esto no es posible, cualquier amigo común. 8.-En una presentación ocasional, los presentados deberán hacerse una inclinación sin decirse nada relacionado con la pre- sentación. Al despedirse, se limitarán a darse la mano, sin expre- sar ningún ofrecimiento. Presentación por cartas. 1.-La presentación por carta se hace, cuando, al ausentarse un amigo, se le presenta a otro que reside en donde aquél se di- rige, por medio de una carta, llevada por el interesado, que con- tiene la presentación. 2.-Esta presentación será especial, cuando recomendemos a un amigo las cualidades del portador de la carta y le roguemos lo admita en su amistad. Será presentación ocasional, si se reduce a una simple introducción, a fin de que se dispensen al portador las atenciones de un forastero o coopere al buen éxito de algún negocio. 3.-Son de más mérito las cartas de presentación, cuando se dan espontáneamente. Si el viaje no es urgente, esperemos lle- gue la noticia a oídos de nuestro amigo. Sólo, a última hora, pi- damos la carta de presentación ocasional.
  • 49. 53 4.-Es un deber de amistad, dar al amigo que se ausenta las cartas de presentación que puedan serle útiles, sin esperar a que él las pidas. 5.-Evítese hacer presentaciones a los amigos ausentes, sin antes explorar su voluntad, sobre todo, cuando debe ocupar su tiempo en atender a la persona presentada. 6.-Las cartas de presentación especial entréguense cerradas al portador y abiertas las de presentación ocasional. 7.-El portador de una carta de presentación especial, cuando llegue al lugar de residencia de la persona a quien va dirigida, envíele la carta junto con una tarjeta con su nombre y dirección, y horas después, haga su visita de presentación. 8.-Débese agasajar, en cuanto los medios lo permitan, a la persona presentada, en consideración al amigo que hizo la pre- sentación. 9.-La carta de presentación ocasional se entregará personal- mente a la persona a quien va dirigida, si es un hombre de nego- cios. Antes de ausentarse, agradezca las atenciones recibidas a la persona a quien fue presentado. 10.-Estando en comunicación con la persona a quien fuimos presentados, lo comunicaremos por carta a la que nos presentó, agradeciendo ese servicio. Pero, si la carta fue de presentación ocasional y recibimos importantes servicios, al regresar, haremos una visita de agradecimiento a la persona que nos presentó. IX LAS VISITAS Visitas en general. 1.-Mientras no invitemos a un amigo a nuestra casa, no po- demos incluirlo en nuestras amistades, pues el hogar es el sitio más apropiado para la conversación. Además, es sabido que la
  • 50. 54 verdadera amistad participa de los sucesos alegres y tristes de la vida. 2.-No se rechacen siempre las invitaciones para visitar la casa de un amigo, pensando que esas atenciones hay que correspon- derlas. Es feo hacer, en todo tiempo, el papel visitante, esqui- vando las visitas. 3.-Háganse las visitas en días de recibo. En ellos, la dueña de casa toma las precauciones necesarias para atender a los vi- sitantes. Si se hacen fuera de esos días, conviene avisar para evitar una sorpresa desagradable. Cuando no existan días de- signados, las visitas pueden hacerse cualquier día, debiendo efectuarse entre cuatro y siete de la tarde. Evitando ocasionar molestias, los amigos íntimos pueden visitar a cualquier hora. 4.-Cuando las visitas son numerosas, después de conversar un rato con los dueños de casa, mezclémonos a los otros gru- pos, estrechando la mano a los amigos y saludando, con una ve- nia, a los desconocidos. 5.-De cuatro a seis de la tarde, acostúmbrese a servir el té a los invitados. Podrá la conversación referirse a cualquier tema mencionando a los ausentes sólo en términos benévolos. 6.-Es falta de educación retirarse de una casa en el momento en que llega otro visitante. Las visitas deben devolverse para no hacer siempre el papel de visitado, a más tardar, dentro de quin- ce días. No devolverlas significa no querer cultivar una amistad. 7.-Contribuyen las visitas a fomentar y amenizar las relacio- nes amistosas; a conservar las fórmulas de cortesía que prestan brillo a las reuniones; a facilitar los negocios; a formar los moda- les propios de una fina educación. 8.-Son indispensables las visitas para cultivar la amistad, pues en ellas manifestamos el agrado que nos causa ver y tratar a los amigos, tomando parte en sus alegrías y penas, en agrade- cimiento de sus atenciones y servicios. 9.-Hagamos las visitas a que estemos obligados, ya que su omisión, puede ser atribuida a ignorancia de los preceptos de ur- banidad o ausencia de sentimientos amistosos.
  • 51. 55 10.-Cuando no estemos en disposición de recibir visitas, por estar ocupados o tener que salir con urgencia, es lícito negarnos a recibir a una persona. Poca educación manifiesta el que por es- to se crea ofendido. 11.-Sin la libertad de disculparse, las visitas se convertirían en actos tiránicos, cuando un asunto urgente nos impide recibirlas. 12.-Cuando nos digan que las persona a quien buscamos es- tá fuera de casa, no averigüemos el lugar en que se encuentra, aunque sospechemos que no ha querido recibirnos. En tal caso, retirémonos en silencio, sin darnos por ofendidos. 13.-Si el objeto de la visita era advertir un peligro a tratar un asunto urgente, la discreción nos obliga a escribir y dejar unas cuantas líneas, exponiendo el motivo de la visita. 14.-Eviten las señoras hacer visitas de noche, distante de sus casas, cuando existe algún peligro en el trayecto, sin ir acompa- ñadas de un caballero de su familia. 15.-Un caballero no visita diariamente una casa de familia sin grave motivo, sin ser pariente cercano o haber en casa una tertu- lia diaria. Si alguien lo hiciere, fuera de esos casos, los dueños de casa deben decírselo por medios indirectos o directos. 16.-Cuando nos domine una aflicción o nos sintamos mal- humorados, no visitemos sino a personas de confianza. Empero, lo mejor será no visitar a los amigos, si no podemos decirles la causa de nuestro desagrado. 17.-Es permitido visitar a un amigo, hospedado en una casa, donde no tenemos amistad. El trato ocasional con las personas de la casa no nos deja obligados a darnos por conocidos, ni a sa- ludarnos en otra parte en que nos encontremos. 18.-No hagamos ni recibamos visitas de poca confianza, cuando por enfermedad no podamos guardar el aseo convenien- te o presentarnos vestidos con decencia, exceptuando un caso extraordinario. 19.-Evitemos acompañar a una persona a una casa donde no tenemos amistad, cuando se trata de una visita amistosa, si no tiene la intención de presentarnos a los dueños de casa.
  • 52. 56 20.-Es vulgaridad preguntar, en una visita, por cada uno de los individuos de la familia, si la persona no está enferma, ausen- te o recién llega de un viaje. Lo correcto es informarse, en gene- ral, de una familia. Diferentes especies de visitas. 1.-Son visitas de negocios las que se hacen para tratar un negocio, sin que sea necesario exista amistad entre el visitante y el visitado. 2.-Actos de rigurosa etiqueta son las visitas de ceremonia que tienen por objeto felicitar a personas que ocupan un alto puesto público, en determinados casos. 3.-Las visitas de ofrecimiento son las que una persona hace a sus amigos para participarles su matrimonio, o el nacimiento de un hijo, cambio de residencia y también las que se hacen para ofrecer su amistad o servicios a una persona o familia. 4.-Son visitas de felicitación las que hacemos a los amigos para felicitarlos en su cumpleaños, cuando nos participen su ma- trimonio, el nacimiento de un hijo, la elevación a un empleo hono- rífico o el feliz regreso de un viaje. 5.-Llámense visitas de sentimiento las que hacemos a los amigos para expresar que participamos en sus penas, enferme- dades o sucesos desagradables, ocurridos a ellos o parientes cercanos. 6.-Visitas de duelo son las que hacemos a los parientes o amigos de confianza en señal que tomamos parte en su dolor, en el día de los funerales, en los que siguen a la muerte del deudo o en el aniversario del fallecimiento, si lo conmemoran con un acto religioso. 7.-Dase el nombre de visitas de despedida a las que hacemos a los amigos, cuando nos ausentamos de la ciudad en que resi- damos para ponernos a sus órdenes. 8.-La visita de agradecimiento se hace a la persona de quien hemos recibido algún importante servicio para expresar nuestra gratitud cordial.
  • 53. 57 9.-Visitas de amistad son las que hacemos a las personas con quienes estamos relacionados, sin que exista ningún motivo es- pecial y sólo por el placer de verlas y disfrutar de su compañía. 10.-No se pagan las vistas de ofrecimiento, sino entre perso- nas que tienen relaciones de amistad. Las visitas de duelo tam- poco se pagan. En cuanto a las de agradecimiento, no se pagan, sino en casos excepcionales. 11.-Las visitas de felicitación, ofrecimiento, despedida y amis- tad siempre se pagan. 12.-Las personas de avanzada edad o que gozan de desta- cada situación social no pagan las visitas de jóvenes estudiantes o que aún no ocupan una posición definida. 13.-No neguemos a un amigo enfermo el consuelo de una vi- sita, pretextando su extremada sensibilidad. Tal conducta es puro egoísmo y una falta a la caridad y a la amistad. 14.-Es vulgaridad permanecer en casa de un enfermo o don- de ha fallecido alguien a la hora de ir a la mesa, con la disculpa de acompañar a los deudos. Sólo es permitido esto a los parien- tes o amigos íntimos, siempre que sea necesario. 15.-Por lo general, no deben llevarse niños a la casa de ami- gos de poca confianza. Oportunidad de las visitas. 1.-Las visitas, que son la expresión de la amistad y conside- ración, para no ser inoportunos, debemos hacerlas en los días y horas establecidos. 2.-Tómese en cuenta lo anterior, para hacer las visitas de ne- gocios y, si la persona no ha determinado día y hora, háganse a cualquiera hora en los días de trabajo. Evitemos visitar a un hom- bre de negocios, comercio o industria en los días dedicados a despachar su correspondencia. 3.-No se hagan visitas de negocios a personas que están de duelo, a no ser que se trate de un asunto de urgencia. En gene- ral, debe esperarse a que reanuden sus ocupaciones habituales.
  • 54. 58 4.-Cuando nos cambiemos de casa, arregladas las piezas, en los días inmediatos, hagamos las visitas de ofrecimiento a los amigos y personas con quienes deseamos relacionarnos. 5.-Cerca de las horas de comida, ni de noche, hagamos visi- tas de cumpleaños, sino a personas de confianza. Para recibir vi- sitas de felicitación al regreso de un viaje, es necesario haber dado noticia de la llegada a los amigos. 6.-Las visitas de despedida se hacen y se pagan en los días próximos al viaje que va a realizarse y las de agradecimiento si- guen al servicio que les da origen. 7.-Puede hacerse las visitas de amistad, aprovechando cual- quiera oportunidad. Visitas son éstas que se hacen a personas de confianza seguras de su mutuo afecto, sin otra consideración, para repetirlas, que el placer con que sean recibidas. 8.-Cuando tengamos que pagar visitas de felicitación, ofreci- miento, etc., hagámoslo tan pronto como sea posible, para que la demora no se tome por desatención o falta de cariño. 9.-Evitemos visitar a personas que viven en una profesión o industria, en horas de trabajo, si la visita no es para tratar sobre el negocio en que se ocupan. 10.-Es inoportuna toda visita antes de almuerzo, aun entre personas de confianza, si no es para tratar un negocio urgente. La mañana destinada al aseo de las piezas, arreglo de las per- sonas y menesteres domésticos es incompatible con la atención de visitas. 11.-Las visitas a horas de comer son inoportunas y apenas pueden disculparse entre personas de confianza. Cuando entre- mos a una casa y averigüemos que la persona buscada está sentada a la mesa, retirémonos en el acto, sin esperar, pues eso sería molesto para la persona a quien necesitamos. 12.-Evitemos hacer visitas a personas que han pasado sin dormir; a las que, en su casa, preparan un banquete, o las que tengan a su cuidado un enfermo grave. Duración de las visitas.
  • 55. 59 1.-Las visitas de negocios, no deben ser largas, pues es im- propio prolongarlas sin motivo justificado, cuando el visitado tiene muchas ocupaciones. 2.-Una visita de presentación debe durar de quince a veinte minutos, si la persona que presenta tiene poca confianza, pero, si fuere un amigo íntimo, podrá extenderse más tiempo, corres- pondiendo al presentado tomar la iniciativa para retirarse. 3.-Duran un cuarto de hora las visitas de ceremonia y las de etiqueta; un poco más las de poca confianza; las de confianza, cuando son de amistad, pueden durar hasta dos horas. Cualquie- ra de estas visitas pueden ser más cortas, indicándolo circuns- tancias especiales. 4.-Las visitas a enfermos deben ser muy cortas, así como to- das las de sentimiento, pudiéndose reducir la vista a un enfermo a dejar la tarjeta, si está demasiado grave. 5.-La persona que, por costumbre, asiste a una tertulia puede permanecer todo el tiempo que dure. Cuando al llegar a una ca- sa, notemos que hay una reunión extraordinaria o sepamos que va a salir la persona que necesitamos, retirémonos en el acto sin llamar la atención. Convidados a entrar, permanezcamos sólo un momento y retirémonos, aunque nos insten a quedarnos. 6.-Cuando estemos de visita en una casa y llegue una perso- na de viaje que viene a hospedarse en ella, sea o no de la fami- lia, retirémonos pasado un momento. 7.-Si estamos de visita y entrare otra persona que lleva un asunto urgente que tratar con el dueño de casa y notamos desea quedar a solas con ella, debemos retirarnos en el acto. 8.-Cuando suceda algún accidente de importancia que llame la atención de los dueños de casa, debemos despedirnos en se- guida, en caso de no prestar algún servicio. Si nos ruegan pro- longar una visita, quedémonos un rato en señal de agradecimien- to, sin alargar demasiado la visita. Diferentes formas de visitas.