Este documento ofrece consejos para mantener el control con los hijos sin perder la paciencia o gritar. Recomienda evitar las luchas de poder, ser claro en los mensajes, asegurarse de que el hijo ha entendido, usar la técnica de "cortar en seco" una discusión inútil, calmarse y darle al hijo tiempo para calmarse también, usar señales no verbales como dibujos para expresar emociones, revisar normas para que sean apropiadas para la edad del hijo, pedir perdón si se come
1. Cómo mantener el control con tus hijos
¿Cuántas veces has de repetir a tu hijo que haga algo? ¿Tantas que acabas perdiendo el
control, gritándole y faltándole el respeto? ¿Repites, sermoneas, intentas razonar pero
terminas dando gritos y amenazando? Te ofrecemos algunos consejos para mantener el
control con tus hijos.
Cuando los padres han agotado la paciencia y sus recursos pedagógicos, explotan en
algún momento diciendo cosas de las que luego se arrepentirán e infligen castigos
desproporcionados que no consiguen mejorar nada. Algunos padres incluso ya están
enfadados antes de empezar a batallar con sus hijos pues saben que los pequeños no van
a cooperar y dan por hecho este comportamiento, lo que les hace estallar casi
inmediatamente sin darles ni siquiera una oportunidad.
Estas rutinas que todos conocemos tan bien pueden convertirse con el tiempo en patrones
destructivos de comunicación, relación familiar y resolución de problemas. Lo peor de todo
es que muchas veces no somos conscientes de que esto está ocurriendo en nuestra propia
familia.
Si tú pierdes el control, también lo perderá tu hijo. Y lo peor: le estarás dando un mal
ejemplo a imitar. Te ayudamos con algunas estrategias para evitar y controlar las
situaciones de crisis con tus hijos.
Evita la lucha de poder. Sé muy claro y explícito en los mensajes que das a tu hijo.
Bajo ningún concepto debes darle pie al error.
Asegúrate de que ha entendido tu mensaje y hazle ver que sabes que lo ha
entendido:
Repite lo que acabo de decir, por favor.
¿Has oído lo que te he dicho?
¿Te ha quedado claro?
La técnica de «cortar en seco». Cuando tu hijo y tú estéis enganchados en una
discusión, en una negociación inacabable que tiene el objetivo de terminar con tu
paciencia y conseguir que transijas en tus límites, es conveniente esta técnica.
Como su nombre indica, se interrumpe la dinámica de la discusión estableciendo
una consecuencia si ésta continúa. Si llevas un tiempo considerable intentando
convencerle de que tire la ropa sucia a lavar, corta en seco esta dinámica inútil y
dile: Sólo te lo diré una vez: puedes hacer lo que te digo ahora o ir a tu cuarto a
pensar sobre esto. Cuando salgas del cuarto, irás directamente a tirar la ropa sucia
a lavar.
Cálmate y dale la oportunidad de calmarse. Parece una idea muy elemental, pero
no lo es. De hecho, es la más efectiva de todas. Cuando la discusión comience a
subir de tono, debéis separaros físicamente y retiraros un tiempo para relajaros:
- Los dos estáis nerviosos: Siento que los dos estamos muy nerviosos. Vamos a
calmarnos durante diez minutos y luego volveremos a hablar. Y pones el
2. cronómetro en marcha.
- Tú estás nervioso: En estos momentos estoy muy enfadado. Será mejor que me
relaje y luego intentaremos llegar a un acuerdo. Me voy diez minutos a mi cuarto.
- Él está nervioso: Cuando te hayas tranquilizado, avísame y entonces trataremos
de buscar una solución.
Utiliza señales no verbales. Una mano en el corazón significa Lo siento, una T hecha
con los dedos significa Tiempo, me voy a mi cuarto a relajarme, no me hables. A
veces, menos es más...
Con los niños pequeños, utiliza una pizarra para dibujar las emociones. Coloca en
una habitación de fácil acceso una pizarra. Cuando estés enfadado, avísales de
que vas a dibujar. Tus hijos te seguirán curiosos para ver cómo dibujas garabatos
con fuertes trazos o un círculo con una cara triste. Así entenderán que estás muy
enfadado con ellos sin necesidad de perder el control. Esto mismo harán tus hijos
cuando se enfaden contigo en lugar de insultar o tener rabietas.
Revisa y actualiza las normas. Si te empeñas en acostar a tu hija de catorce años a
las nueve de la noche, igual que cuando tenía diez años, estarás abonando el
terreno para una lucha de poder.
Pide perdón. A veces juzgamos con demasiada superficialidad los problemas de
nuestros hijos y somos nosotros los que les damos mal ejemplo: Perdona, Carlos,
estaba enfadada porque me has faltado al respeto y yo te lo falté a ti antes; te he
gritado y juzgado sin razón. Lo siento. ¿Qué tal un buen abrazo en este momento?
Intercala mensajes de cariño y aceptación en mitad o al final de una pelea
dialéctica con tu hijo. Muchas veces nuestros hijos nos desafían porque no se
sienten bien ubicados afectivamente en la familia, no se sienten importantes y no
encuentran su rinconcito en el mundo que les rodea. Por eso, siempre que te lo
permita tu estado de ánimo, puedes añadir en mitad o al final de la disputa: Nos
hemos enfadado mucho, pero te quiero con toda mi alma.
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