LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
El esfuerzo en las aulas
1. EL ESFUERZO EN LAS AULAS
Esfuerzo. Esta palabra, aparentemente sin esquinas, encierra más de un ángulo en el
mundo educativo. Todo el mundo sabe que cualquier logro requiere, al menos, un
mínimo esfuerzo, pero si esta palabra aparece en determinados contextos algunos
rememoran tiempos peores; otros, sin embargo, lamentan su pérdida. ¿Se ha perdido, de
verdad, el esfuerzo en la escuela? ¿Cómo se fomenta el esfuerzo, nace por sí sólo? Entre
el pasar de todo y la letra, con sangre entra hay muchos matices. Un grupo de expertos
pedagogos expone aquí sus opiniones sobre el esfuerzo, la disciplina y la motivación.
"El que no trabaja no come. Es un lema universal que han suscrito personas tan distintas
como san Agustín y Lenin. Nuestra sociedad no vive del aire, ni del maná, sino del
trabajo y del ahorro", opina Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la
Universidad de Salamanca. La escuela, dice, "puede y debe" encargarse de sembrar esta
idea.
Pero advierte que lo anterior "no tiene nada que ver con los métodos de evaluación
tradicionales, y aquí es donde resulta más difícil ponerse de acuerdo. El esfuerzo se
asume y se aprende, sobre todo, cuando la tarea tiene sentido". No cree que una
"pedagogía del esfuerzo" dependa del número ni de la frecuencia de los exámenes sino
"del sentido del trabajo y del ejemplo de los profesores", añade.
"Hablando de esfuerzo, la cuestión es que también se
esfuercen el centro y el profesor, dedicando más recursos
y tiempo a los alumnos que lo necesiten. Entonces, y sólo
entonces, podrán exigir que su esfuerzo sea
correspondido".
"El esfuerzo es un valor en crisis", señala el maestro y pedagogo Fernándo González
Luicini, experto en educación en valores. Pero aumentar el número de exámenes "es un
camino inútil, un alumno no se esforzará más por eso, porque el esfuerzo depende de la
motivación y de la confianza o esperanza en el futuro. Lamenta que la juventud "está
perdiendo la capacidad de soñar en horizontes que merezcan la pena, inmersos en el
materialismo y la mediocridad cultural". En nada ayudan programas televisivos que
2. venden éxito fácil. La escuela reproduce modelos sociales y se están sobrevalorando la
eficacia y la rentabilidad, que en las aulas se traduce en cantidad de contenidos mientras
se pierde la motivación por el aprendizaje. Influyen en ello las formas de enseñar, dice,
pero tampoco ayuda el reconocimiento que las familias otorgan al profesorado. "Les
interesa si el niño va bien en matemáticas, pero no si el maestro cultiva en el crío su
inteligencia emocional". "Hay que educar en el esfuerzo, sí, pero hay que saber cómo",
concluye.
"No hay ninguna teoría del aprendizaje que no relacione el esfuerzo y su influencia en el
nivel de éxito o fracaso del alumnado, pero tampoco es el elemento único y
determinante", comienza Florencio Luengo, pedagogo .Cree que, para fomentar el
esfuerzo, hay que conjugar tres variables
. Primero, "resistirse al modelo de éxito fácil que a diario preconizan campañas
mediáticas, combatirlo en casa y en la escuela".
Segundo: "Hay que cuestionar el modelo de enseñanza que trata de instruir de
forma homogénea a un alumnado muy diverso. Conviene acercarse al
aprendizaje que facilita tareas prácticas, de cierto éxito, para ir después
aumentando su complejidad".
Y, por último, considera que "la familia debe actualizar su formación, con
apoyos, en el tratamiento de etapas como la infancia y la adolescencia para
superar modelos excesivamente permisivos y excesivamente rigurosos o
punitivos", concluye.
"Sin esfuerzo no hay aprendizaje, pero el esfuerzo no es gratuito", dice el catedrático
de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona César Coll.
"El esfuerzo no es una condición sino el resultado de un proceso en el que interviene la
motivación del alumno. Se esforzará si piensa que vale la pena, por tanto, es un
problema que se traslada a los profesores y al sistema educativo". Los alumnos, opina,
deben darle sentido a lo que aprenden. "Hay también un problema de cultura", resume:
"No se puede estar lanzando mensajes del tipo 'aprenda inglés en cuatro días y sin
esfuerzo". Coll cree que la escuela es "de los pocos sitios donde se cultiva todavía esa
cultura del esfuerzo. Hay motivo de preocupación, sí, pero quizá en la escuela se intenta
que la distancia entre lo que se predica y lo que se hace sea más corta".
"Les damos más de lo que necesitan y así les adormecemos su voluntad y su garra",
señala este orientador educativo. Por otro lado, dice Senador Pallero, "no valoramos el
trabajo que hacen a diario y así nos encontramos con que se abandonan y lo dejan
para el final". Trabajar el esfuerzo requiere una gran tarea diaria para el profesor:
"Valorar el trabajo diario en clase, concretar contenidos, planificar, acordar con el
resto del profesorado sobre lo que pueden y tienen que hacer los alumnos, adaptar la
enseñanza a lo que son los chicos y no a lo que querríamos que fueran, valorar el hacer
más que el recordar, potenciar el trabajo cooperativo y desarrollar hábitos de
convivencia podría ayudar a que se desarrollen sus voluntades", resume como receta.
Educación.
CARMEN MORÁN – Madrid