1. LA SOCIEDAD INDUSTRIAL: argumentos pesimistas y optimistas
Fuente: documentos extraídos del Manual de Olimpíadas de Historia – Categoría A. Páginas 25 y 26.
URE, Andrew (1835): The Philosophy of Manufacturers, Londres.
En mi reciente viaje, que se prolongó durante varios meses a través de los distritos manufactureros, he visto
a decenas de millares de trabajadores, viejos, jóvenes, de media edad, de uno y de otro sexo, ganarse no sólo
lo necesario para adquirir abundantemente de qué alimentarse, sino también para comprar artículos de
vestir y objetos para sus casas.
Sin sudor, protegidos lo mismo del sol estival que del hielo invernal en edificios saludables.
[...] En esas espaciosas salas, la benéfica fuerza del vapor recoge en torno suyo a millares y millares de
personas de humilde condición, y asigna a cada uno su tarea, sustituyendo el penoso esfuerzo muscular con
la energía del vapor que no requiere más que un poco de destreza y de atención. [...]
He visitado muchas fábricas durante varios meses y no he visto pegar a ningún niño, ni tampoco vi niños
desgraciados. Parecían alegres y despiertos, disfrutando de un ejercicio físico moderado. El trabajo de estos
vivaces geniecillos me recordaba a un deporte.
No daban ninguna muestra de estar agotados.
TURNER THACKRAH, C. (1832): The effects of arts, trades, and profesions, and habit of Iiving, on health
and longevity, Londres.
Cuando estuve en Oxford Road, Manchester, observé la salida de los trabajadores cuando abandonaban las
fábricas a las 12 en punto. Los niños tenían casi todos mal aspecto, eran pequeños, enfermizos, iban
descalzos y mal vestidos. Muchos parecían no tener más de siete años. Los hombres, 16 a 24 años en su
mayoría, y sin ninguno de edad avanzada entre ellos, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las
mujeres [...] no vi ninguna de aspecto lozano. [...]
Allí vi, o creí ver, una estirpe degenerada, seres humanos mal desarrollados, debilitados y depravados,
hombres y mujeres que no llegarán a viejos, niños que nunca serán adultos sanos. Era un triste espectáculo
[...]
Hablando después con el propietario de una fábrica, éste consideraba las malas costumbres del Manchester
pobre, y la miseria de sus habitaciones mucho más culpables de la debilidad y de la salud enfermiza de los
obreros que el confinamiento en las fábricas; y de él, y de otras fuentes de información se deduce que las
clases obreras de esta población estaban mal alimentadas, albergadas y vestidas. [...]
A pesar de ello, sin embargo, estoy convencido de que, independientemente de los vicios morales y
domésticos, el prolongado trabajo en las fábricas, la falta de descanso, la vergonzosa reducción de los
intervalos de las comidas, y especialmente el trabajo prematuro de los niños, reducen muy
considerablemente la salud y el vigor, y explican el mísero aspecto de los obreros.
CARLYLE, Thomas (1829): Sings of the times, Londres.
Si tuviéramos que caracterizar esta época nuestra con una sola palabra no nos tentaría definirla como la edad
heroica, filosófica o moral, sino por encima de cualquier otra, la de Edad Mecánica. Es la época de la
maquinaria, en toda la amplitud del término.
Ahora no se hace nada directa o artesanalmente, todo sigue un plan calculado. Para la operación más simple
se dispone de hábiles procedimientos para la reducción del tiempo. Por todas partes, el artesano vivo es
desalojado de su taller para dar cabida a otro inanimado y más rápido. No hay un final para la maquinaria.
Quitamos montañas y hacemos de los mares nuestras carreteras; nada se nos resiste. Peleamos con la ruda
Naturaleza y, gracias a nuestras irresistibles máquinas, salimos siempre victoriosos.
Qué maravillosas aportaciones se han hecho y se siguen haciendo a la potencia física de la humanidad; cuánto
mejor alimentados, vestidos, alojados y, a todos los efectos, acomodados están ahora los hombres o pueden
estarlo gracias a una determinada cantidad de trabajo. Esta es una agradable reflexión que se impone a cada
uno de nosotros.
Qué cambios también ha introducido en nuestro sistema social este incremento de potencia; cómo ha crecido
más y más la prosperidad y cómo, al mismo tiempo, se ha ido acumulando más y más en la masa social.