1. LOS CAMBIOS HACIA LA INDUSTRIALIZACIÓN:
situación de los artesanos antes y en la industrialización
Fuente: documentos extraídos del Manual de Olimpíadas de Historia – Categoría A. Páginas 28 y 29.
Declaraciones de un obrero francés a una comisión de investigación en 1872.
Antes éramos unos veinte en casa del maestro fundidor; nos conocíamos todos, por la noche
cenábamos a la luz de la vela en casa del patrón. Hoy somos cuatrocientos, se contrata al azar.
[...] Nos han relegado a las afueras de París. Antes existían relaciones de cortesía y, si era
preciso, de ayuda o asistencia entre el obrero del cuarto piso y el inquilino del primero.
Manifiesto obrero del 26 de junio de 1856 en Barcelona.
No comparéis nuestro trabajo con el de la generalidad de los artesanos, porque ni es tan
monótono, ni tan pesado, ni se verifica bajo unas condiciones tan poco higiénicas y tan
repugnantes como el nuestro.
El obrero artesano, en general, comparte su trabajo con el maestro; hay entre ellos relaciones de
igualdad, algunas veces son amigos; su trabajo, tal vez de más difícil ejecución que el nuestro,
tiene el aliciente de la variedad y el atractivo de la aprobación de los demás.
Nuestro trabajo se verifica bajo opuestas condiciones. Metidos en grandes cuadras donde
impera una severa disciplina, parecemos un rebaño de esclavos sujetos a la vara del señor:
colocados junto a las máquinas, somos servidores de éstas; desde las 5 de la mañana hasta las 7
y media de la tarde siempre hacemos lo mismo. Para nosotros, lejos de ser el fabricante nuestro
igual, es el ojo vigilante y espía de nuestras acciones: nunca trabajamos bastante; siempre
descontento de nosotros, no podemos menos de ver en él nuestro tirano.
BURET. E (1840): La miseria de las clases trabajadoras en Inglaterra y Francia.
La revolución industrial está cambiando completamente o más bien destruyendo las razones
que unían al trabajador con aquél que lo emplea.
En otro tiempo, en el tiempo que florecían los oficios manuales, la industria estaba gobernada
por una jerarquía legítima aceptada igualmente por los obreros y por los maestros. Hoy, la
familia industrial está disuelta. En las grandes manufacturas donde se engullen a la mayoría de
los trabajadores, no hay aprendices, ni compañeros, ni maestros, no hay más que asalariados y
administradores de los capitales.
Desde el punto de vista del capital, el obrero no es más que un agente de producción, que nada
le distingue de los agentes mecánicos. El fin es la producción, la más abundante y la menos
costosa. El obrero ha llegado a ser poca cosa en la industria mecánica, su habilidad y su
inteligencia tienen tan poca importancia en presencia de las maravillosas máquinas, que él
dirige a menudo sin comprenderlas, que no se le atribuye la menor participación en la
prosperidad de la industria.