2. Los gatos en efecto son del amor un índice perfecto”, escribió Lope de Vega en su Gatomaquia. Pero la verdad es que no se ha escrito suficiente sobre este animal escurridizo, limpio, de mirada penetrante y gesto solemne, que habita nuestros tejados y lo mismo puede inspirar un enfermizo afecto que una rara sensación de desconfianza.
3. Pío Baroja decía que es un animal “demasiado perfecto para evolucionar”. Yo añadiría que el gato es un modelo de autonomía y flexibilidad. Sabe vivir con poco y con mucho, gusta del silencio de los rincones, habita el mundo desde los tejados y ve en medio de las tinieblas de la noche.
4. Un gato puede ser tan fiel como el de Rochefort, que se negó a comer después de fallecer su dueño, muriendo él mismo a los diez días; y agresivamente felino como el de Quevedo, “tan aguileño de uñas cuanto de narices chato”.
5. Me quedo con el gato soñador que está “triste y azul”, el gato poeta, misterioso y libre que sabe ver el mundo desde lo alto de las chimeneas. Pedro M. Lamet De: “Fotos con Alma”