SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 218
Descargar para leer sin conexión
ESPA CI O S DEL S A B E R 2 O
Slavoj Zizek
El espinoso sujeto
v
Slavoj Zizek
El espinoso•
sUJe o
El centro ausente de la ontología política
Slavoj Zizek (1949), doctor en Filosofía
y en Artes, es investig dar superior del
Instituto de Estudios Sociales de Liublia-
na, Eslovenia, y profesor visitante en la
New Scl100l for Social Research de Nueva
York y en la Universidad de París VIII, En
los últimos quince años ha participado en
numero os imposios sobre crítica cultu-
ral, filosófic y política, y ha tenido partí-
cip< ió n política ctiva en la República de
Eslovenia.
Entre sus libros se cuentan Todo /0 que
u tcd c¡u ri saber sobre Lacan y nunca
e atrevió a preguntarle a H'tchcock (Ma-
nantial, 1994), ¡Goza tu sin ama! (Nueva
Visión, 1994), Porque no saben /0 que ha-
cen(1 98) YMirando alsesgo(2000), es-
tos últimos de uestro fondo editorial.
Slavoj Zizek
El espinoso sujeto
El centro ausente de la ontologia política
Traducción de j orge Piarigorsky
PAIDÓS
UUt:lIUS Aires - Barcelona - .léxico
Tfrulo urigin;l : 11NTui/ishS"bj«t. TlN A/ormr Cntrn ofPo/irwl Ontolog;f
el Sln'Oj tiMo. 19'XI
V~ Londn:s-Nucv, Yod." 1'J99
Cublerta de Gusuvo MxIi
Motr.v <kcubierta. Giu5C1JPC An:iml..lI,b . lm'irrno,
óleo sobre madera, Urot 1550
Q...d... ri~", prob;bid>.•• <in I• • ....",....¡,m <O<f1U do]"" ri.....trt dd c<>f'l"
...... 1.0", ....con.. _.bltci....~D bo J"y..., la ~.oo ,....." P''''w de .,..
obn .,.... mediD" pro«>bno....... """ 'P"'>didoo la I'<'J""<'V'Ii.o 1 d uro;""",
infunúto<o, 1 1.0 ddlribllcióll do ~ do d i• .-1...... pt..oIu "pm. poilW<o.
o 1001 de IOdas b. edicion"" en 2<'1dlano
Edilori:ll Paidós S....l CF
Dc:li::n... 599. Buenos.-ircs
e-nu il:p:lidoslileN.rio@ciuthd.ronur
F..dicionc:sP3id6s Ibérica SA
,b riano Cubi92, 8 3rcc:lon3
Editorial Paidós ,I~ oSA
Rebén D3riO II R, Méxicn, D.•·.
Queda hechu el J ep6.1itu que: previene: Id ley 11.713
[ml'R:so en la Argentina. Printcd in Argclll i n~
Irnl'R:",, "n Verlap,
Com, n,antc Spurr 653, Avellaneda, en ahril de 2001
ISIlN 9SO- I2-6520-X
,
Indice
huroduccíón: Un espectro ronda la academia occidental. v. 1)
1
Lo "nocbe del mtmdo"
l. El atolla dero de la imaginación trascendental,
() Man in I Ieideggcr como lector de Kant _............... 17
1. El espinoso sujeto hegeliano 711
n
Lo rmrvusnlidnJ escindida
3. La política de la verdad, o Alain Badiou CO IllO lector de San Pablo ...... I.J7
-l. La subjetivaci ón política y sus vicisitudes •............................................. IH3
III
De la sujeciona la destituciónsubjetiva
5. (Des)apcgos apasionados, o j udirh Butlcr como lectora de Freud 2M
6. ¿Ad6ndc va Edipo? .13I
Índiceanalítico............................................................................................. -I2 .~
7
lntroduccidn:
Un espectro ronda
la academia occidental...
...el espectro del sujeto cartesiano. Todos los poderes académicos han cntrudu
en un a santa alianza pOIra exorcizad o: la New Age oscurantista (que quiere
reem plazar el vparadigma cartes iano " por un nuevo enfoque holistico) r el de!'>-
eonxtruccionismo posmod erno (para el cual el sujeto cartesiano es tina ficd 6n
discursiva, un efecto de mecanismos textuales descentrados); los te6rkos habe r-
1II:1si¡lnOSde la com unicación (que insisten en pasar de la subjetividad monoló-
gk¡l cartesiana a una intersubjetividad discursiva) y los defensores hcitlcggcri:l·
nos Jel pensamiento del ser (qu ienes subraya n la necesidad de "nunv esar" el
horizonte de [a subjetividad moderna que ha culminado en el acrualnihilisnm
devastador), los científicos cognitivos (quienes se empeñan en demostrar cmpí-
ricamente Ijue no hay una única escena del sí-mism o, sino un pandemónium de
fuerzas competitivas) y los "ecólogos pro fundos" (quienes acusan al m.ucriul¡s-
1110 rnecanicista cartes iano de proporcionar el fundamento filos ófico para la ex-
ploteci ón implacable de la naturaleza ); los (posunarxisras críticos (quienes sus-
tienen que la libe rtad ilusoria del sujeto pen sante burgués arra iga en la divisil'm
tic clases) y las feministas (quienes observan que el rogitosupuestamente asuxua-
dn es en realidad una forma ci ón patriarcal masculina). ¿Cuál es la oricmación
acad émica que no ha sido acusada por sus adversarias de no haber repudiado
adecuad amente la herencia cartesiana? ¿Y cuál no ha res...pondido con la impur a-
ción infaman te de "subjetividad cartesiana" a sus cr íticus más "radicales", así ('U -
mo a sus oponentes "reaccionarios"?
Las consecuencias son dos:
1. La subjetividad cartesiana sigue siendo reconocida por todos los poden:s
académicos como una tradición intelectual muy fuerte y aún activa.
2. Esahora oportuno que los partidarios de la snbjcuvidad cartesiana, frente
9
al resto del mundo, difund an sus modos de ver, sus metas, sus tendencias,
y salgan al cruce de ese cuen to inf~ntil del Esp~c~~ de la Sll~jetivida~
Cartes iana, con el manifiesto filosófico de la subj etivida d cartesiana en SI
mism a.
Este libro intenta reafirm ar al sujeto cartesiano, cuyo rechazo nutre el pacto
tácito (le todos los partidos enfrentados de la academia actu al: au nque estas
orientaciones están oficialmente envueltas en una lucha J muerte (los babe rm a-
sianos contra los desconsrruccíonlstas, los científicos cognitivos contra los oscu-
rantistas de la N ew Age.. ,), todos esos part idos se unen en su rechazo al sujeto
cartesiano, Por supuesto, no se trata de volver al (ogito en la forma cn que este
concepto dominó el pensamiento moderno (el sujeto pensante transparent e para
sí mismo), sino de sacar a luz su reverso olvidado, el n úcleo excedente, no reco-
noc ido, que está muy lejos de la imagen apaciguadora del sí-mismo transparen-
te, Las tres partes del libro se centran en los tres principales campos en los que
actu almente está en juego la subjetividad: la tradición del idealismo alemán, la fi-
losofía política posalthusseriana, el pasaje desconseruccionísta desde elsujeto a la
problem ática de sus posiciones múltiples )' de las múlti~les subjetivizaciones.'
Cada parte co mienza con un capítulo sobre un autor l-~uclal cuya obra repre,sen~
ta una crítica paradigmática a la subjetividad carteSUII1,I; el segl~ndo capl~lo
aborda las vicisitudes de la idea fundamental subyacente en el capitulo an rcrror
(a subjctividad cn el idealismo alemán, la subjetivización política, el complejo de
Edipo romo explicación psicoanalitica de la emergencia del sujeto).' ,
Inicia la Primera Parte una ronfrontación detallado con el esfll~ tk Httdeggtr
tendiente o atraoesar el horizonte de la mederna mbjetiviJnd cartesiana. Una y otra
vez la lógica inrrfnseca de su proyecto filosófico obligó a los aut énticos fíl óso-
,  d "l " . hfos de la subjetividad a art icular un cierto momento cxcec ente e ocura 1Il e-
rente al cogito, que ellos de inmediato tienden a "renorm alizar" (el mal ~Llbóli­
co en Kant, la "noche del mundo" en H egel, etcétera), En el caso de ~ Ieldegger,
el problema reside en que su idea de la subjeti,vidad moderna no e~phca este ex-
cedente intrínseco; sencilla men te no "c ubre' ese aspel'to del coglto que lleva a
Lacen a sostener que el cogitoes el sujeto del inconsciente, El error fatal de Hei-
1. Véase un3 confrontación detallada con el rechazo críticolle la subjetivillad canesiana en
las ciencias cognith'3s, en Sla'Oj Zii.ek, "The Cartesian Subject 'er.;lS m e Cartesian Thl-atre",
en Cogitu,md t!ir UIICOIIScio/ls, comp"de Slavoj Zi;"ck, Durh,un, Duke Unive",?ity Pres~, 19<)8"
2, Resulta bastante interesante que las tres parres correspondan l:lmlllen a la tmu!a geu-
gráfica de las tr,¡did ones alemana/ fnmct:Sll!angloamerícana: el iliealismo alemán, la filu:;ofía
pulflíca francesa y los estudius cultura les angloamericanos.
10
I k¡':~l'r rcsulLl claramente disrcnublc en el rr;IC 1SO de Sil let"tur;l de Kuru: ,llltl l
ru-r (,11'0 1'0 rn 1,1 illl,lgin,ld<'m tr.rsccndcnml, ll cidcggcr P 'I S,1 p OI" :1 1111 la diuu-n-
~ i ("1I 1 ('1;)Ve de la illl,lgin:lt'ilín, su nspccro .nuis intétic«, dcstl"lIctivo, lllle 10 ('" Ild~
11IIl' IIlnl nombre rlc] ;tl,i"lllI) tic b libert;ld; este fUt";ISC' tam bién 'Irn .j;1nueva IUI
..ohrt' lo. vieja t"uestiún del t'Hltlpn lllliso nazi de I leidcgger. Después de l'Ma ron-
Irulll;¡d/m, el segu ndo capitulo abnrda b elaboración del stotm tic la suhje l ¡  i ~
daden Il egel , centr ándose en el vínculo entre el concepto f ilosófico de rctl cxi-
vuludye] giro reflexivo que caracteriza ,11sujeto (histérico) del iuronscu-ntc.
1.;1 ScguIHb Parte presen ta UIl" confrontación sisrenniticn ccnlus ru.u rr Il ~
Il¡..o fos que, de uno u otro modo, han to mado a Ahhusser como pun to de p.rrti-
.1,1, pero más tarde, a través de una critica a ese pensador, desarrollaron Sil" pro-
pi,l" tcnTÍas de la subjetividad política: la teoría de la hegemonía de Lac lau, hl
h'nrí;1de la éwrl¡bcr,é de Balíbar, la teoría de la mü m tClttl! de Ran cierc, la tt'orÚ¡
Ilr lladiou de la subjetividad como fidelidad .11acontecimiento- verdad. El pri-
1I1l'l" cnpitulo se centra en el intento de este último autor de formular una "Itlllí-
li(,;t de b verdad" capaz de supcrar las posiciones actua les de los dcsconsrrucr¡o-
ni"LI" }'los posmodernos, pon emos un énfasis especial en la lectura pionera que
It uliul1 realiza de San Pablo. Aunque me solidarizo con su intento de rcnfirmar
1", dimt'nsiún de lo universal como lo verdaderam ente opuesto al gloh,lli"lllo (',1-
pit.rlist u, rec!1,17"O su crítica a Lacan, es decir, su tesis de que el psicoao.il i..ls no
puede proporcionar lo.. fundame ntos de una nueva pr áctica pol ítica. El capitulo
..i¡.:uiclttc analiza los modos en q ue estos cuatro autores abo rd an la puski"1Il Ii ~
ls-ml -dcmocr érica "pospolítica" predominante, tlue es el modo político del ,U'~
1I1i11Clpit.llisltlll global; cada uno de ellos despliega su propi a versión lit, 1,1 suh-
jC"livizilt'ilÍn política.
1,; Tercera Parte trata de LIS tendencia s del act ual pensamien to plllílit'll
"POIll11llcrno" que, con tra el espect ro del sujeto (trascendental), intenta nfinnar
1,. prolifc mciónhberadoru de las múltiples formas de la subjetividad: femenina.
IUIIIIO"CXlI'1I, émica ..; Según esta orientaci ón, debernos abandonar t I ll W1,1
Illlpusihle de una transformación social global y, en lugar de eH,I, conccnu-ar
nue stra atención en las diversas maneras de reafirmar la propia subjcri vidnd pill'~
rhulnr en nuestro complejo y disperso universo posmodemo, en el cllal c1 n'('u
Illll"illtiento cuhul"dl importa m;ls que la lucha sociocrollómica. Es decir quc ('n
l'''1.I o ricntaci()t1 los "estudios culturales" han ree mp lazado a la crítka que rC;lli·
1,1 b economía política, La versión más representativa y convincente tic 1.'''1.1''
h "OIÚ S, que se cxpresan pránicamente en la "política de la identidad" Itlultit'ul-
1111',llist,l, es la teoría performativa de la formación del género formulad,l ]101".111-
dith Butler. El primer capítulo de esta parte emprende una confront:lCicíll dClol-
Ilolcl;1 l'on la ohr,l de Butler, concentrándose en aquellos de sus ,ISpCl'tnS qm'
I..ICc n IHlSible un diálogo producti'Ocon el psicoan:ílisis lacaniano (las idr:;l" d('
1/
"apego apasionado" y el giro reflexivo constitu tivo de la subjetividad), El último
capitulo enfren ta directamente la cuestión clave del "Edi po hoy en día": el deno-
minado modo edipico de subjetivización (la emergencia del sujeto a tra vés de la
incorporación de la prohibición simbólica encamada en la ley paterna), ¿está
realmente en declinación? En tal caso, ¿qué es lo que lo reemplaza? En una
confrontació n con los defensores de la "segunda modernización" (Giddc ns,
Beck), aducimos la sostenida actualidad de la "dialéctica de la Ilustración": lejos
de limitarse a libera rnos de las coacciones de la tradición patriarcal, el cambio
sin precedentes en el modo de funcionamiento del orden simbólico que estamos
presenciando hoy en día engendra sus propios nuevos riesgos y peligros,
Si hicn el tono básico de este libro es filosófico, cons tituye ante todo una in-
tervención política comprometida, que encara la cuestión quem ante del modo
en que vamos a refo rmular un proyecto político izquierdista, enrícapnefísta, en
nuestra época de capitalismo global y su complemento ideológico, el muhicul-
ruralismo liberal-democrático, Una de las fotos emb lemáticas de 1997 fue sin
duda la de los miembros de algu nas trihus indígenas de Borneo llevando agua
en baldes de plástico para apagar los incendios giga ntescos que estahan destru-
yendo su h ábitat: la inad ecuaci ón ridícula de su modesto esfuerzo se equiparaba
al horror de ver desaparecer todo su mundo vital. Según los informes periodísti-
cos, la gigantesca nube de humo que cubri ótoda el área del norte de Indonesia,
Malasia y el sur de las Filipinas sac óa la Naturaleza de su curso, de su ciclo nor-
mal (a causa de la co nt inua oscuridad, las abej as no pudiero n desempeñar su
parte en la reprodu cción biológica de las plantas), T enemos aquí un ejemplo de
lo Real incond icio nal del capita l global que perturba 1.1 realidad misma de la
N amralcza, la referencia al capit al global es necesaria, puesto que los incendios
no fueron sencillamente el resultado de la codicia de los madereros y granjeros
locales (y de los corruptos funcion arios estatales indonesios que la consin tie-
ron), sino también del hecho de (IUC, debido al efecto de EI 1'iño, la exrraordi-
naria sequía no termin ócon las lluvias que regularm ente apagan esos incendios,
Y eI efecto de El N iño es global.
De modo que esta catástrofe da cuerpo a lo Real tic nuestro tiempo: la em-
bestida del capital que despiadad amente pasa por alto y destruye mu ndos vitales
paniculares, amenazando la supervivencia misma de hl humanidad. Pero, ¿l..'u á-
les son las consecuencias de estas catástrofes? ¿ESt;llllOS solo unte la lógica del
capital, o esta lógica es precisamente el impu lso predominante de la mode rna
actitud productivista de dominio tecnológico y explotad ('l1l de la naturaleza? 0,
incluso más, ¿es esta misma explo tación tecnológica 1:1expresión definitiva , la
realización del potencial más profundo de la subjctivid.ulcnrtcsiana moderna en
sí misma? La respuesta del autor a este dilem a es 1,1CIlEilil'o veredicto de "¡Ino-
ccnre!" para el sujeto cartesiano,
12
EII su ('uilladosa pl'cpu al'itín ('t1itlllü l tic mis lll'IllUS<Titn !,;.r;l  '('ru,
(;illi;1II1He;Hllllolll siempre 1IU' sorprende l un los l);lllt:llullcs (intdl'('tll;II(',,) cu-
du..: su mir,ub encuentra, sin equivocarse IIUIlCI, repeticiones t' illl."(Jl1itt'lu"i;l
n~'~'i;l en ~a :lrglllllcntacit'I~: (:.I~:IS atr ihucinnes y referencias tille POIl('lI tIc 11M .
rufiesto ll lt f:.It;. de cdllcac)oJl general, P;!f;.l no mcncinnar la torpc;,'.;. llcl e~l i l ll.. ,
c( :{ lI llu pod ría no sent irme avergonzado, y por lo tanto oditt,.J,,? Po r ot ro t ule1,
ella tiene rodas las razones p;lr,l Q/lillrme 11 mí. Cousrantcmcn rc la I.omhartl('o
1'011 agregados y cambios tardíos en el original, de modo que no me ellesl'l inm-
gilLI!" que tienc una muñeca (le vudú a la q ue por las noches au-avicsn ( 'U Il una
:I¡!;Uj:l g-i~a,lltesc:l: Este ~d~o" recíproco, como en los buenos viejos dí,lSdel llolly-
WOOtl d :1SICO, señala el IniCIO lle una her mosa amista d, de modo que a ella h- dl~ ­
dieo este libro.
13
La "noche del mundo"
l. El atolladero de la i'/llaginaci()ll
trascendental, oMartin Heidegge1'
como lector de Kant
Uno de los rasgos enigmáticos del pensamiento posmodc rno "prog-n:sísLI ",
desde Derrida hasta Frcdric j ames.m, reside en su relació n :'!111!Jipl,Il"OIl Ll fih¡
solh de H eidegger: Heidegger es tratado con el debido respeto, ;1 Illt' lllH II > (' 11
commmos remisiones tácitas a él, como a una autoridad indiscutible; allllislIllI
tiempo, una incomodidad, nunca explicada totalmente, nos impide suscribir 111 11'
co mpleto su posición, COITIO si una especie de prohibición invisible ¡mplic"!",,
1]111: en H eidegger debe hab er algo fundamentalmente errrut cn, :llllll]Il C 11l ,SCl
Iros no estemos (todavía) en condiciones de determinar (le qué se rr.nu. Ind mo
cuando los autores se arriesgan a una confrontación abierta con él (rumo lo 11:1
('e Derrida en Del ejpíritu),l como regla el resultado es ambiguo; hay un I.:SI'I1('I"1O
por distanciarse de Heidegger, mientras que de algún modo se pen l1'llll.:('1.: en su
rnruino (Heidegger sigue siendo un filósofo de los O rígenes y de 101 I'n:s('lIria
auténtica, aunque hizo cuanto pudo por "desconsrruír'' la lógica llH:l:l ffska dl'
los Orígenes...). Por un lado, quienes adoptan una de las dos posiciolll's l'X ln'·
mas, y se lanzan a un intento desesperado de lograr la apropiación lIolÍlÍt':IIIWIl
te progresista de Heidegger (como la lectura "anárquica" de Rciucr Schür
mann);' o proponen el rechazo total de su pensamiento (como Adorl111 ' o
Lyorard)- pueden ser convincentemente descartados por abordar 1I1la ill1:I¡,{'1l
1. Véase j acques Derrida, lJe l'csprit. Hddq{.f!/r ct la question, París, (;;¡IiJéc, 1'JK7, IF,l.
L'ast ,: Del espíritu: Heideggery Inpregunta, Valencia, Pre -textos, 1989,]
2, Véase Rcincr Schiirmann, Heider;ger on Beingand Acting, Bloomingtoll, Iudiann Uuivc¡
sity Presa, 1'JS7,
3, Véase Theodor V, Adorno, Tbe]tlrgo1l ofAuthentící ty, Londres, N ew Len B""h, 1'17 1,
4. Véase j ean- Franccis Lyorard, lfdd,'ggeret "lesJuif' París, Galilée, 1YllH, [Fd, l'N .: Ilri
'¡egger), losjudíos, Huertos Aires, La Marca, 1995,j
17
simplificad a del filósofo, que no está a la alt ura de su rigor intelectual: las raíces
ético-políticas (le este atolladero de la referencia desconstruccio nisra a Heídeg-
ger han sido quizá formulad as del mejor mod o por Derrida en su entrevista con
j ean-Luc i':mcy:
Creo en la fuerza y la necesidad (y por lo tanto en una cierta irreversibilidad) del
acto por el cual Heidegger SIIstit/lyr un cierto concepto del D(lsáll por un concepto
del sujeto aún mas marcado por los rasgos del ente como uorhanden; y por lo tanto
por una interpretación del tiempo, e insuficientemente cuestionado en su estructura
ontológica [... ) El tiempo y el espacio (le este desplazamiento ahrieron una bre cha,
marcaron una brecha, dejaron frágil o recordaron la fragilidatl ontológica es encial de
los fundamentos éticos, jurídicos y políticos de h democracia, y de tod o discurso qle
pOJ:lIIlOSoponer al nacionalsocialismo en todas sus forma s (las "peores", 1) aquellas a
las que Ileidegger y otros podrían haber pensado en oponerse), Estos fundamentos
estaban y sigue n estando esencialme nte sellados por una filosofía del sujeto. Se pue·
de percibir nípidamente la pregunta, que también podría ser la tarea: ¿podemos t o-
mar en cuenta la necesidad de la analítica existencial y lo que ella des troza en el suje-
ro, y volvemos hacia una ética, una política (¿son aún apropiadasestas palabras?), por
cierto una "otra" democracia (¿st:ria todavía una democ racíaj}, en todo caso hacia
otro tipo de respon sabilidad qle salvaguarde contra lo que hace un momento deno-
miné muy rápidamen te "In peor"? [.,.) Pienso que algunos de nosotros trabajamos
precisamente para esto, y esto solo puede producirse a través de una traj-ecroria b rga
y lenra.!
Este es el terrible atolladero: si un o suscribe la desconstrucci ón qu e realiza
I Ieidegger de la metafísica de la subjetividad, ¿no socava de este modo la posi-
bilidad misma de una resistencia basada en 1:1democracia a los horro res totalita-
rios del siglo XX? La respues ta de Habermas a esta pregu nta es un "sí" definíci-
vn y pat ético y, por esa razón, él rambién se opuso :1 La dialecticade(o líustracidn,
de Adorno r Horkhcimer, un libro que (de una manera no totalmente disti nta
de la de l leidcgger) ubica las raíces de los horrores totalitarios en el proyecto
b ásico de la Ilustraci ón oc cidental. Por supuesto, los heideggerianos replicarían
qu e no se puede oponer senci llamen te la subjetividad de mocrática a sus excesos
totalitarios, puesto que estos últimos son "la verdad" de la pri mera, es decir que
fenómenos como el totalitarismo arraigan en reali dad en la subjetividad mod er-
na. (Pa ra decirlo de una manera un tanto simp lificada, es así como el pro pio
5. ....Eating w ell», or rhc Calculation of the Subjecr. An lntcrview wlrh j acques Derrida",
en JVboCrJn/tsA[ür tht SlIbjm (comp. de EdUArdo <:adan , Peler Cunnor rJean-I.uc Nancy),
1'UC·3 York, ROlltletlgc, 19'H, p<Íg. ¡()-1..
18
lll-idcggcr c. plit·.') su bre ve compromiso nazi: por el ht't"lm tic (lile el prn}'(Tln
de FJ Sn'.yl" Tit."lptJ no estaba aun totalmente 1¡¡lCrado del enfoque tr,I'('l"ndt'l
r••l.)
L 1 misnu :nnbigüctL(! parece también determ inar la rctcrcncin (:1 1I1l'nll. 11I
inconsistente) de Laca n a H eidegger, (lile oscila en tre la apropiación de alf{unm
términos clave de Heidegger COIllU C31l;lces de proporcionar la husc;ub funda-
mcntación del psicoan álisis. y un a serie de observa ciones circu nstanciales IW)'Il'
nnivas de sus últimos años (por ejemplo, ti que calific ó sus anteriores rcfcn-n-
cias a Heidegger de puramente externas y didácticas), Contra el telón .Ic fo nd"
de este enredo, nu es tra tesis será que Lacen tuvo éxito allí don de fracasaron I I;¡
hermas y ot ros "defensores del sujeto", incluso Di eter H enrich : [:1 (re)kcllll'.l 1.1
cani ana de la problem ática de la subjetividad en el idea lismo alcnutn ll o' pn ll li
te llO solo delinear los co ntornos de un concepto de la subjeti vidad (¡tU' n. , "
ad ecua al marco de la idea heidegge riana del nihilismo inherentea 1:1sllhjt"l ll"
dad moderna, sino también situ ar el punto del fracaso intrínseco dcl ctlilid o 11
losóficu de H eidegger , e incluso la cuestión discu tida a menudo dc las cvctuu.t
les raíces filosó ficas de su compromiso nazi.
E l. CmIPp.mIlSO r OLÍ11Co H EID EGGERIA.'O (1'SU RL:PTURA)
T omemos como punto de parti da la crítica a W agncr realizada por Ni ell,s-
che: Heidegger se apropió de ella como rechazo paradigm ático de todas las ni·
tiC.1S al subjetivismo que subsistían en el horizo nte de la subje tividad cartesiana
(digamos las críticas liberales-democráticas a los excesos totalitarios tic la suhil'-
tivida d). N ietzsche tenía un instinto infalible qu e le pcrtnit ó discernir, dcl ni,
del sabio (Iue predica la negación de la voluntad de vida, el resentimiento 111.' L.
vnluntarl frustrada: Schopenhauer y sus igual es eran figuras cómicas que d('',l
ha n su envidia impotente, su falta de creativ idad afirm adora de la villa, ·01 1 '11
ti éudola en una pose de sabiduría resignada. (El diagnós tico tic Ni cl/,Sf"!I(', elU,
vale también para los intentos actuales de "superar" el paradigma cancsiall11 dI·
dominación por medio de una nueva acti tud holísrica de renuncia :11'lIllf llP"
centrismo, de aprendizaje hu milde ante las culturas antiguas, etcéler.l?)
En su proyecto de superar la me tafísica, Heidegger suscribe plcnaurcu«- L.
actitud nietzschiana de desech ar las salidas ráp idas y fáciles: el único lllllllo real
de rompe r la clausura metafísica consiste en atravesar su forma rmis 1il"lig:ros;I,
soportar el dolor del nihilismo metafísico extremo, lo que sigllifinl tIlle hay 11 m.
rechazar co mo sedantes fútiles y falsos todos los intentos directos (le suspen der
el círculo vicioso enloq uecido de la tecnología m(x!erna por medio tic U1 retnr-
no a la sabiduría tradicional premod erna (desde el cr istianismo h:1SI:1 el pl"ll;l
19
miento orie ntal); hay que rechazar todos los intentos de reducir la amenaza de
la tecnología mode rna al efecto de algún error social óntico (la explotación ca-
pitalista, la dominación patriarcal, el paradigma m~canicista ...). Estos ~ntent<~~
no son solo ineficaces: su verdadero prob lema consiste en que , en un nivel mas
profundo, incitan aún más al mal que pretenden combatir. U n ejemp lo excelen-
te es el de la crisis ecológi ca: en cuanto la reducimos a las perturbaciones provo~
cadas por nuestra explotación tecnológica excesiva de la naturaleza, implícita-
mente suponemos que la solución consiste en apelar una vez más .1 innovaciones
tecnol ógi cas, a una nueva tecnología "verde", más efuientey ~~olml en su control de
ros proctsOS naturales y los recursos hIl1J1a1Io~•.• Toda preoc,upaclOn y .todo proyecto
ecológicos concretos tendientes a cambiar la recnologfa para mejorar el estado
de nuestro Ambie nte natural quedan entonces devaluados por hasarse II su vez
en la fuente del problema.
Para H eidegger, el verdadero problema no es la cr isis ecológica en su di-
mensión óntica, que incluye una posible catástrofe glohal (el agujero en la capa
de ozo no, la fusión de los casquetes polares, etcéte ra), sino el modo tecnológico
de relacionarnos cun los entes que nos rode an; esta crisis, que es la verdadera,
será aún más radical si la catástrofe esperada 110 ocurr e, es decir, si la humanidad
logra el don~inio tecnológico de 1.1 situación crítica... P{~r esta razón, Heid~gger
niega tamhién la pertinencia filosófica de la problemática liberal convenc.lonal
de la tensión entre las sociedades "abiertas" y "cerradas", entre el funciona-
miento "normal" del sistema capitalista democrá tico, con su respeto por las li-
bertades y los derechos humanos, y sus excesos total itarios (fascistas o com~mis­
tes). Por lo men os implícitamente, Heidegger desvaloriza el esfue rzo tendiente
a restringir el sistema, a mantener su "rostro humano", a ohlig~rlo.a respetar las
reglas básicas de Lt democracia y la libertad~ a ~f()movcr la so.!Jdan dad 11ll1ll<ln~,
a impedir el deslizam iento en excesos roralitarios... Para H eidegger esto equ~­
vale a hui r de la verdad interior del sistema, que esos excesos ponen de maru-
Fiesro: tales esfuerzos tibios por mantener el sisrema bajo control consti tuyen el
peor modo de permanecer dentro de su ho rizonte. D ebemos recor~lar en este
punto el papel estratégico del sign ificante."histeria" en el moderno d.sc~r:o ~­
lítico "radical", incluso el de los bolcheviques, que desechaban como híst éri-
cos'' a sus oponentes cuando estos se quejal~an por la,falta l~e valo res ~emoc~~­
tices, por la amenaza to talitaria a la humanidad, y aSI sucesivamente. [amblen
en esta línea, Heidegge r denunció las dema ndas liberales-humanistas de un "ca-
pitalismo con rost ro humano" como una falta de disposició n a enfrentar la 'e~~
dad trascendente en su radicalidad insoportable. El paralelo con los bclchcvi-
ques es absolutamente pe rtinente; lo que H eidegger comparte con los marxistas
revolucionarios es la idea de que la verdad del sistema surge en sus excesos: para
Heidegger, igual que p·ara los marxistas, el fascismo no es una simple aherT;lción
20
del ,les'llTullo "nor mal" del l·apitalislllo, sino el desenlacc lH"n ..s.u·jll tic " 1oIi.,.•
mica interior.
l'cm <Hluí surgen complicncioncs: 1111 examen uuis ntcnto descubre 111'0" 10
1ItiC la cstrarcgia arg umcncuiva de Il eitiq .¡g-e.· es doble. l'or una parte, 1:1n'ch'l.
·W roda preocupación por la democ racia ylos derechos lnuuanos l·nmo un .lsUll
to puramente bntit"<) que no merece un examen oruológico prOpi;lIllenll· lilllSú
fico: la democracia, el fascismo, el com unismo son lo mismo con respcclo al
destino trascendental de O ccidente; pOI" otro lado, 1.1lusisrcncia en que no ('sei
convencido de que la democracia sea la forma política que mejor se :Ull't·U.1 ;1 1.1
esencia de la tecnología- sugiere, sin embargo, que hay 0(1"(1/0,.,1111 !)(Jlitifll 1II.1s
conveniente para esa esencia ontológica: durante alg ún tiempo, l lcidcggcr pC114
S'-l que la había encontrado en la vmoviltzación total" fascista (pe ro, signilil'ali·
vamcnte, nunca en el comunismo, que para él siempre siguió siendo, en tdnni -
IlOS trascendentales, lo mismo que el amcricanisrno.. .). Desde luego, I leidq {gn
subr aya reiteradamente que la dimensión on tológica del nazismo no dehe cqui
Il;lr;¡rse con el nazismo como orden ideol ógico-polfrico óntico; por ejemplo. en
UI1 con ocido pasaje de lntrxduaidn ti In 7Jtrt"fúica repudió la ideología raó al 'lioo
logista como algo que desvirtu aba por completo la "gra ndeza interior " dcluur-
vimic utu nazi, grandeza que residía en el encuentro entre elhombre moderno )'
la tecnologta," Sin embargo, subsiste el hecho de que H eidegger n/mCII h<lllll', de
la "grandeza interior" de, digamos,la democracia liberal, como si la democracia
lilleral fuera solo una cnsmovisi ón superficial sin ningu na dimensión subyaccmc
de asunci ón del propio destino trascendental. ..~
(,. En la entrevista para Spiegd le pregunt"r" n a Heidegger qué sistema político se ad,'n l.1
h'l mejor 3 13 tL~n ología moderna, y él respcndié: "i':o estoy convencido de 1111' sea 1.. ,11·,,11'
cracia". (Tbr HóJrggrr Contrrn:m:y:A Cri,ir"JRt"Jrr (comp. de Richard " 'ollin), Ca mhti"Il'·'
MA, . lIT PreS'S, 1993, pág. 104.)
7. "Las obras que ahora se difunde n como la filosofía cid nacionalsocialivruo 1.,. 111" 111·
ncu nada que ver con la verdad y la grandeza interior de este movimiemo (a saber: d ,·m lit 11
1m entre 13 tecnología global y el hombre mod erno).~ (, b rtin H eidegger, A" blfl"'/¡¡,'''''' 1ft
,lNilpbyJia , New Haven, CT , Yale Unlversity Press, 1997, pág. 199.)
H. Con res pe cto al acoplamiento de estalinismo y fascismo, H eidegger le Ol<Jff(;1 lk il.1
me nte la prevalencia al fascismo. En este punto yo difiero de él y sigo a Alain [Iudiou (véa,,·
Alaln Uadiou, L 'Étiqut, París, l Iatier, 1993), quien sostiene que, a pes ar de los horrores vruuv
ti(I.~, en su nomhre (o, más bien, en nombre de la forma cspccrñca de ('SOS horrores], el ('0111 11
nismo estalinista está intrínsecamente relacionado con un acoutcciuuenm- vcnlud (la l{cv" lu
eión (le O ctubre), mientras que el fascismo era un seudoacontecimieuto, 11I1,1 mentira ( '011
fmllla de autenticida d. Véase el capítulo 2 de Slavoj Ziicl.:, Tbr I'laR"r ,,¡ FaIl1flJ;r1, LfllUlno,
Vcrso, 1997.
21
A propósito de este punto preciso, ro mismo encontré mi primer problema
con Heidegger (puesto que empecé como heideggeriano: el tema de mi primer
libropublicado era Heidegger y el lenguaje), Cuando, en mi juventud, me bom-
bardea ban las historias de los filósofos oficiales del comunismo sobre el com-
prom iso nazi de H eidegger, ellas me dejaban más bien frío; yo me sentía definí-
demente más del lado de los heideggeri anos yugoslavos, Sin embargo, (le
pronto tomé conciencia de que esos heideggerianos yugos lavos c~taban hacie ~­
do con la ideología yugoslava de la autogestíón exactamente lo mismo que H eI-
degger había hecho con el nazismo: en la ex Yugoslavia, los heideggerianos es-
tablecieron la misma relación ambiguamente asertiva con la autcgestión
socialista, ideología oficial del régimen comunista; u sus ojos, la esencia de la au-
togesrión era la esencia misma del hom bre moderno, razón por la cualla con-
cepción filosófica de la aurogestió n se adecuaba a la esencia ontológica de nues -
tra época, mientras que la ideología política corriente del régimen no advertía la
"grandeza interior" de esa autogesti ón... De modo que los heideggerianos están
eternamente en busca de un sistema político óntico, positivo, que se aproxime al
máximo a la verdad ontológica trascendental, una estra tegia qu e inevirablemen-
te lleva al error (el cual, por supuesto, siempre se reconoce solo retroactivame n-
te, post[amnn, después del desenlace desastroso del propio compromiso),
Como dijo el propio H eidegger, quienes más se acercan a la verdad onto ló-
gica están condena dos a errar en el nivel óntico .. . ¿Errar acerca de qué? Prcci-
sarnente, acerca de la línea divisoria entre lo ónt icoy lo ontol ógico. La paradoja
que no hay que subestimar es que el filósofo que centró su interés en el enigma
de la diferencia on rológíca, el filósofo que previno una y ot ra vez contra el error
metafísico de atribuir dignidad on tológica a algún contenido óntico (por ejem-
plo, a Dios como la Entidad suprema), ese mismo filósofo cayó en la trampa de
conferirle al nazismo la dignidad ontológica de su presunta adecuación a la
esencia del hombre moderno, La defensa convencional de H eidegger ante los
reproches por su pasado nazi se basa en dos pun tos: primero, su com promiso
nazi fue un simple error personal (una "estupidez" [D1l1mllhá t), como dijo el
propio Heidegger), sin ninguna relaci ón intrínseca con su proyecto filosófico;
en segundo lugar, el principal argu men rc aduce que la prop ia filosofía de 1~ei ­
deggcr nos permite discernir las verdaderas raíces trascendentales del to talita-
rismo moderno, No obstante, lo que en este caso no se reflexiona es la compli-
cidad oculta entre la indiferenci a ontológica respecto de los sistemas socia les
concretos (capitalismo. fascismo, comunismo), en cuanto todos ellos pertenecen
al mismo horizonte de la tecnología moderna, y elsecreto privilegio acordado a
un modelo sociopohtico concreto (el nazismo en H eidegger, el comunismo en
algunos "marxistas heideggerianos") corno más próximo a la verda d on tol ógica
de nuestra época.
22
En este lJIIllto dclu-mus evitar la 11':ll ll Jl:l en l,¡ que raen los elel 't'II S11l't·S ell·
( Id degger, quienes p:lS:llI pOI· alto su compromiso 1l:11,i <'0 1110 una simple ,111<1
malfu, una cafda en el nivel óntico , en Flagrante cOlltr:ulit't:i(lI con el propio
pensamie nto del filbsofll, quien nos enseña a no con fundir el hormuuc untol'"
giCll con las elecciones ónticas (como hemos visto, Jlcidcggcr cstiÍ en Sil n 'nit
UI:IlH!O demuestra que, en un nivel estructural nuis profundo , las oposidlllH''1
ecológicas, conservadoras, etcétera, al universo moderno de :1 tel·llologí:l, estdn
ya insertadas en elhorizonte (le lo que se proponen rechazar: la crítica eml,i)(ku
a la explotación tecnológica de la naturaleza en última instancia conduce :1 1111;¡
tecnología más "sensata desde el pu nto de vista ambiental ", etcétera). l'cn I II1
verdad es que H eidegger no se comprometió con el proyecto político 1I:11i '11"
SlI1· de su enfoque filosófico ontológico, sino (J (1l 1ISa J~ él; este com prcuniso no
est aba por(/~bojo de su nivel filosófico; por el contrario, para comprendera I lt'l
dcggcr el punto clave es captar la complicidad (en el lenguaje de lh-gcl, 1.1
"identidad especulativa") entre la elevación por sobre las prcocupncionc-, ruui
l'¡lS }' el apasionado compromiso po lítico óntico con el nazismo.
Vemos aho ra la trampa ideológica en la que cayó H eidegg er. Cuando él eri
tic..l el racismo nazi en nombre de la verdadera "grandeza interior" dcl movi-
miento, repite el gesto ideol ógico elemental de mantener una distancia interior
respecto del texto ideológico, el gesto de sostener que debajo de ese texto h:l}'
:llgo más, un núcleo no -ideo lógico: precisamente, la ideología ejerce su pod l'r
sohre nosotros por medio de esta insistencia en que la causa a la quc ,ullJ('rirnm
no es me ramente ideológica, Entonces, ¿dónde está la trampa? C U:1lHlo el I lci-
.lcggcr decepcionado se aparta del compromiso activo con elmovimiento nari ,
lo hace porque ese movimiento no está a la altura de su "grandeza interior", 'li·
no tlue se legitima con una ideolcgfa (racial) inadecuada, En otras palabras, lo
{lile H eidegger esperaba del nazismo era que se lcgirimam con una ouu-icnci..
directa de su "grandeza interior". Y el problema reside en esta idea dc la posihi
lidolíl de que un movimiento político se remita directamente u su funcl:llllt'JlIU
histórico-on tológico. Esta expectativa es en sí misma profundamente lllct;¡físil',I,
en 1.1 medida en que no reconoce que la brecha que separa la lcgitimnción itlt'u
l égica directa del movimiento respecto de su "grandeza interior" (su l'Sl'ndl1
hisrórico-onrológica) es constimtiua, una condición positiva de su "[nm-iuna
miento", Para emplear los términos del último I leidegger, la pe rspicacia onlo
lógica necesariamente entraña la cegu era r el error ónticos, yviceversa: es decir
qlle, para ser eficaz en el nivel ón tico , hay que desatender el horizonte Olllolt',-
g-ico de la propia actividad, (En este sentido, H eidegger subraya que "1.1cicm-in
no piensa" y que, lejos de ser su limitación, esta incapacidad es el motor misU10
del progreso científico.) En otras palabras, lo que I leidegger p,lrece int::Il,II, tll'
suscri bir cs un com promiso político concreto que ¡IUpU su cegucra consuun iva,
21
necesaria, co mo si en cuanto reconocemos la brecha que separa la conciencia
del horizonte ont ológico respecto del compromiso óntico, todo compro miso
óntico quedara desvalorizado, perdiera su auténtica dignidad.
O tro aspecto del mismo problema es el pasaje desde "lo (Iue está a la mano"
y lo "prese nte ante los ojos" en ElSery ti Tiemp». l leidegger toma como punto
de partida la inmersión activa en su ambiente del agente finito comprometido
que se relaciona con los objetos que lo rodean como con algo "que está a la ma-
no "; la percepción indiferente de los objetos como "presentes ante los ojos" se
desprende gradualmente de ese compromiso cuando las COS¡lS "fun cionan mal"
de diferentes modos, y es por lo ranro un derivado de la presencia. Desde luego,
lo que Heidegge r dice es que la descripción onto lógica adecuada del modo en
que el Dasein está en el mundo debe abandonar el dualismo cartesiano moderno
de los valores y los hechos: la idea de que el sujeto encuentra objetos "presentes
ante los ojos" sob re los cuales proyecta a continuación sus meras, y que explota
en con cordancia, falsea el verdadero estado de COS¡lS; falsea el hecho de que 1;1
inmersión comprometida en el mundo es primordial, y de que todos los otros
modos de la presencia de los objetos derivan de ella.
Pero, en un examen más atento, el cuadro queda un tanto desdibujado y se
vuelve m ás complejo. Con El Sery el Tiempo, el pro blema co nsiste en coordinar
las series de pares y oposiciones: L1existencia auténtica opuesta a dos A1t1n;la an-
gus ua opuesta a la inmersión en la activi dad m undana: el pensamiento filosó fi-
co verdade ro opuesto a la ontología tradicional; la sociedad moderna dispersa
opuesta al pueblo que asume su desti no histórico ... Los pares de esta serie no se
encuentran sencillamente superpuestos: cuando un artesano o campesino pre-
mode rno, siguiendo su modo de vida tradicional, estaba inmerso en su compro-
miso cotidiano con los objetos "que están a la mano" incluidos en su mundo, esa
inmersión era definidam enre distinta de la de das Mal1 de la ciudad moderna.
(Por esto, en su célebre"¿Por qué debe mos perm anecer en la provincia?", el
propio Heidegger contó que, cuando dudaba en acepta r la invitación para ense-
ñar en Berlín, consultó con un amigo, un campesino muy trabajador de su re-
gión, quien se limitó a menear la cabeza en silencio; de inmediato Ilcideggcr
tom óese gesto com o la respuesta aut éntica ¡ su problcma.) ¿N o se trata enron-
ces de que, en con traste eon estos dos modos opuestos de inmers ión (la partici-
pación autént ica con "lo que está a la mano" y el moderno dejarse arrastrar de
d.JJ Man), hay tambi én dos modos opuestos de tOI11¡lr distancia? Es decir, la ex-
periencia existencial conmoc ionanre de la angustia, que nos arranca de la in-
mersión tradicional en nuestro modo de vida, y la distancia teórica del observa-
do r neutral que, COllO desde afuera, percibe el mu ndo en "representaciones".
Parecería 'Iue esta tensión "auténti ca" entre la inmersión del "ser en el mundo"
y su suspensión en la angustia es red uplicada por el par "inautént ico" de das
24
Al"" Y b olllulugía lllel,lrísk ¡l tradicional. lJc mmlH tlue lellCl1os nl;llro po, i
cienes: la tcusión en 1,1vida co ridiann entre el "ser en elmundo" ,1l11 élllit'lI }',/,/
AI'III, ;sí l'C/ IIU ) la tellsic'm entre los tllls tlu)dlls (le extraemos del ('1 11"' 11 t'tllilli;llltl
Ile 1,IScosas: el csrudo existencial aut éntico tic resoluciún (decisilÍn 111111;111.1), )'
Iltlr mro lacio la ontología metafísica tradici onal. ¿N o tenemos aquí IIn:l cspn'jt"
de cuadrado semiótico heide ggeriano?
¡ 1Icidcggcr no le interesa el problema (hegeliano) de legililll¡lr Lis 1101"111; '
que regulan nuestra inmersión en el mu ndo cotidiano; él oscila e,lllre 1, i ~ l,ll H'1'
sión directa (prerrcflexiva) en la vida diaria y el abismo de la desmteg"l';ClOll .h-
este marco (su versión del encuentro con la "negatividad absoluta")," Es ;l~ud.
me nte consciente de que nuestra vida cotidiana arr-aiga en alguna decisión 11.1
gil: aunque nos enco ntramos inexorablemente arrojados a una situación ronuu
gente, esto no significa que ella sencillamente nos determine, q lt' (" !l' lll'"
atrapados en esa situación como un animal; la condición humana ol'i~ill;d t'~ 1·1
disloca mienro, el abismo y el exceso, y cualquier invulucram icnto en e1 ldhll ,ll
co tidiano se basa en un acto de ace ptación resuelta de ese h ábitat. El h,íhil:lI t"U
ridianc y el exceso no están sencillamente opuestos; el hábitat es e"xido cu 11 11
hTCsto excesivo de decisión sin fundamento. Este acto de imposición violenta ',
el "tercer término" que perm ite eludir la alternativa de la adecuación p!l'll¡l ,1 1111
contexto de mundo vital o de razón abstracta dcsconrextualizad.u ('ollsisl(' tOIl 1,1
gesto violento de quebrar y salir del contexto finito, pero no "estabilizado" ;1(11
e n la posició n de universalidad neutra característica de la razón obs ervadora. ' 1
no que constituye una especi e de "universalidad que está adviniendo", p:lr;1 lIt'
cirlo como Kierkegaard. La dimensión "específicame nte humana" no es eruon
res la del agente comprometido y atrapado en el contexto finito del !tullId u
vital, ni la de la razón universal sep arada del mundo de la vida, sino la di sCOI'II!;1
en sí, "mediador evanescente" (destin ada a desaparece r) entre UIIO y 011' ;1.
La palabra con la que H eidegger designa este acto de imposición vi..lm !.l,
l~nt- JVurf, indica la fantasía fundamental por medio de la cual el SUICI U "(l.. 'tOn
tido" a (adquiere las coordenadas de) la situació n a la que est;Í arro j:lIlo (1(111'/11
¡1'11), en la cual se encuentra, desorienta do y pcrdido.w Se planten un l'l"ohll'lll'l
l Ieidcgger formula la noción de Geuorfenbeit, "estado de ar rojado, dt' }'(' ('l "", 1'11
una situació n contingente finita, y despu és la de Ellro·mf, el acto tic t'lqotu ,111
r énncament e el propio cam ino, pero emp lea estos conceptos en dos niv elev, r]
individual y el colectivo, so bre cuya relación no reflexiona. En el nivel imli'i
9. Véase Roben Pippin, IJep/is1II (11 AloJernism, Ca mhridge, Call1hrhlg-c Uni't'rsily I'n''',
1997, págs. 395 -" 14.
10. En este punto me baso en una oonversacién cUn Eric Sanmcr.
2,
SII/vu) Zi1.f~'
d ~al , el encuentr~l auténtico con la muerte, que es "siempre solo mía", me per-
unte proyectar mi futuro con un auréunco acto de elección; después, la comuni-
dad aparece también determinada por su estado de yecro en una situaci ón con-
tingente e~ la ~l.Ia~ ~ebe c1egi~ }' al lll.ismo ti:mpo asumir su destino. Heidegger
pasa delnivel individua] al nivel social mediante el concepto de rtpetiddn: "La
repetición auténtica de una posibilidad de existencia que ha sido (la posibilidad
de que el Daseinelija su héroe) se basa existencialmente en una resolución anti-
cip am ria".11 El trasfondo es inequ ivoca menre kic rkegaardiano. una verdadera
comunidad cristiana arraiga en el hecho de que cada uno de Sils miembros debe
repetir el modo de existencia lihremente asumido por Cristo, su héroe.
De modo que hay un pasaje des de la "la proyección arrojada" del Dasein indi-
vidual que, en un acto de decisión anticiparoría, alcanza un modo de ser auténti-
co, "e1igc libremente su destino", hasta 1" comunidad humana de un pueblo que
tam bi én, en un acto colectivo de decisión anriciparo r¡a como repetición de una
posibilidad pasada, asume auténticamente su destino histórico; ahora bien, ese
pasaje no aparece fundado fenomenológicamente de un modo adecuado. El me-
dio del ser-ah í-colectivo (social) no es de,splegado como corresponde: lo que I1ei-
degger parece pasar por alto es sencillamente lo que H egel denominó "espíritu
objetivo", el Otro simbólico, el domin io "objetivizado" de los mandatos simbóli-
cos, etcétera, que 110es aún el das ,lm l "impersonal" y, por ot ro lado, IW es )'11 la
inmersión premodema en un modo de vida tradicional. Este cortocircuito Úegí-
timo entre los niveles individual y colectivo está en la raíz de la "tentación fascis-
ta" de I leidegger; en este punto la polinzaci ón implícita de F1Sn-y rI Tinllpo al-
Can7.3 su cenit: la oposición entre la sociedad moderna dispersa }'anónima de das
'}OI' , en la que la gente está atareada con sus preocupaciones cotidianas. r por
otro lado el pueblo que asume auténticamente su destino, ¿no resuena con la
oposición entre la civiliza ci ón "americanizada" moderna r decadente, de falsa ac-
rívidad fren érica. y por otro lado la respuesta "auténtica" y cunscrv,ldora a ella?
Esto no signi fica que la idea heideggeriana de la repetición histórica como
coincidente con un proyecto anticipa torio auténtico no constituya un caso
ejempla r para el análisis. Lo que no hay (lue perder de vista en el ; nálisis hei-
deggeriano de la historicidad prop iamente dicha es la interconexión de los tres
éxta~is ~emp(~ra les del tiempo; cuando él habla de "proyección arrojada", esto
I~O ~lgll1fica sl~plemente,(llle U? "gente finito se encuentra en una situación que
limita sus npctones, que el analiza entonces las posibilidades de esa situaci ón fi-
nita, de su condición, y elige la que mejor se adecu a a sus intereses, asumiéndola
11. Martin Heidegger, Deil/If, (/lid Time, Albany, l''Y , SU='JY Press, 1996, I'~g'. 437. [Ed.
cast.: FJ Ser)' d Tiempo, Madrid, FCF., 19'11:).1
26
C0l110 Sil proyecto. Se Irala de 'lile el futuro ricnc priltl,ld ;lj p;II·'1 podel' , 1i ~" ('111 11
las posih ili¡J¡ules uhicrta s por ti tradición en ti cual el ¡lgente e~1 1i ;)lToj;ulu, n lt'
"el lo(,' reconoc er primero Sil propio compromiso en un proyccu » el lllovillli'·lllo
,Ic repetición, por así decirlo, revela rcrroacuvamcruc (y de este mllll" ¡l·lu;lli" .
en plenitud) aquello que repite.
Por esta razón, la "decisión" de Heidegger, en el preciso sentido tle re..olu
ci én anricip atoria (E",-Schlo.crrnhf:it), tiene el esta tuto de una r1ución jiw:.¡/f/" . l.a
decisión heideggeri ana como repetici ón no cs una "elección libre" en el sentido
habitual de la frase. (Es ta idea de elegir librement e ent re posibilidades ¡.hcrll;)-
tivas es totalmente ajena a Heidegger; él la descarta como perteneciente al imli-
vidualísmo liberal americanizado y supcrficial.) Fundamentalmente. es la e1('('
ción de "asumir libremente" el propio destino impuesto. Esm p'lróltlnj.•,
necesar ia para evitar la concepción liberal vulgar de la libertad de e1ced e)n, !H'
ñola el problema teológico de la predestmaciony In gracia: una verdad era ,It'11
si ón/elecci ón (no una elección entre una serie de objetos que dejan int¡('l;l mi
imposición subjetiva, sino la elección fundamenral po r med io de In cual yo " 11 11'
elijo a mí mismo") presupo ne que asumo una actitud pasiva de "dejarme dt.',!,~ir" :
en sínte sis, I,/ elección librey la gracia son estrictamente equivalentes; corno dkl Ik -
Icuze, solo elegimos realmente cuando SOIllOS elegidor: "No elige bien, 110 cli ~e
efectivamente rmis que aquel que es efectivamente elegido".«
Para no dar pie a la idea de que estamos ante una problemática teol{'gk a O~­
curantista, permfrascnos evocar un ejemplo izquierdista más expresivo, el de t.
interpelación clasista proletaria. Cuando un sujeto se reconoce COIllU rcvulu-
cionario proletario, cuando asume libremente y se identifica con la rarea de 1,.
revolución, se está reconociendo como elegido por la historia para realizar (';1
tarea. En genera l, la concepción alrhusseriana de la interpelación ideo!6gic¡1in
12. Gilles Deleuze, Imllgr-u mps, París, Édilio ns de Minuit, 1985, pág. 2Jl. [Ed. CN ,: 1.-1
im"gm~ /;nnpo: rnuJios Jobrt cine 2, Barcelona, Paill.,s, 1996.] Para decirlo de mm llll"l..: I~
elección es siem pre una meraelección, ya que implica la elecci ón de elegir o no e1e¡¡ir. l.~
prostituci ón, pur ejemplo, es un intercambio simple: un hombre le paga a una mujer 1>;Ir;¡l.·
ner sexo con ella. El matrimonio tiene dos niveles: en elrradieional, el hom bre, como I'WT'·
dor, le paga a la mujer muchomM (la mantiene p"r ser su esposa) pllrllllIJ u1Itr '1'"p"lf,Ilr/( (['01
tener sexo). En el caso del matrimonio por dinero, se puede decir que el esposo paga pam '1m'
la mujer le venda no solo su cuerpo sino también su alma, para que finja que se le elllrel(a I" ,r
amor, Otro mod o de decirlo ser ía que a una prostituta se le 1'31,'" para tene r sexo cou e'lI11,
mie ntras que la esposa es una pros tituta a la que hay que pagarle incluso rmíssi uno 111) I¡"I!~
sexo con ella (que no queda satisfecha, por lo cual hay que apaciguarla de otro modo, con 1'"
galos generosos).
27
volucra la situación de la "elección forzada" por medio de la cual el sujeto emer-
ge del acto de elegir libremente lo inevitable, es decir, el acto en el cual tiene la
libertad de elegir con la condición de que realice la elección correcta: cuando
un individuo recibe una interpelación , es "invitado a desempeña r un papel de
modo tal que la invitación parece haher sido ya respo ndida por el sujeto antes
de que se le propusiera, pero al mismo tiempo la invitación pued e ser rechaza-
da".'! En esto reside el acto ideológico del reco nocimien to, en el cua l me reco-
nozco com o "siempre ya" o "desde siempre" eso como 10 cual so)' interpel ado:
al reconocerme co mo X,libremente asumo/elijo el hecho de que desde siempre
he sido X. Cuando, por ejemplo, se me acusa de un crimen y acuerdo defender-
me, me pl'CSUp ollg Ocomo un agen te libre legalmente responsable de mis actos.
En su discusión en Internet con Ernesto Laclau, j udi rh Butler introdujo una
pe rfecta descripción hegeliana de la decisión: no se trata solo de que ning una
decisión se toma en un vacío absoluto, de que roda decisión esta conrexrualiza-
da, es una "decisión en un contexto ", sino que los co ntextos mismos:
l..") son de algún modo producidos por las decisiones, es decir, que hay una cierta
duplicación de la toma de decisiones l...[, Primero está la decisión de marca r o deli-
mitar el contexto en el cual se tomará una decisión [sobre qué tiposde diferencias no
deben incluirse en una poluica dada], y despu és está la exclusión de ciertos tipos (le
diferencias comn inallmisibles"
La indecidibilidad es radical: nun ca se puede llegar a un contexto "puro" an-
terior a la decisión; todo contexto esd "siem pre ya" constituido rctroactivamen-
te po r una decisión (igual que las razones para hacer algo, que siempre son pos-
tuladas reeroa crivamenrc, por lo menos en grado mínimo, por el acto de
decisión basado en ellas: solo después de que nos hemos decidido a creer nos re-
sultan convincentes las razones p.lr-J creer, y no a la inversa). O tro aspecto de
este misma cuesti ón es que no solo no hay decisión sin exclusión (toda decisi ón
excluye una serie de posibilidades). sino que el acto de decisión en sí resulta (Xl·
sible gracias a algún tipo de exclusión : algo debe ser excluido para que nosotros
nos convirtamos en seres que toman decisiones.
La idea lacaniana de la "elección forzada", ¿no nos proporciona un modo de
explicar esta paradoja? La "exclusión" primordial que funda la decisión (es de-
cir, la elección). ¿no ind ica que la elección, en un cierto nivel fund amen tal, es
forzada? Yo solo puedo elegir (libremente) con la condición de que re alice la
elección correcta, de modo que, en este nivel, encontramos una elección para-
13. ¡ilJrk Posrer, Tbr Smmd Mr,/ú¡, 'gr. Camhridge, Pnlity Press, 1995, pág"SI"
28
tllljil';l lltlC se stll ~ rpoIlL' ron su mcraclccción : se lile d ice qué cs In IUt' dd " l l'le
gir libremcnt c,., Le jos de ser t111 signo de dislOrsit'lIl patolúgil";t (u polítie;lllIl·llh·
nuulitaria], este nivel de la "elección forzada" L'S precisamen te lo IJlleillttl en .1
1)( lSiL"iún psid itica: el sujeto PSiOltico actúa rumo si en verdad pudi era elegir ti
hremcmc a tu(lo lo largo del camin o.
De mod o que, antes de descarta r como descripción codificula de una Sl'lIt1o
rrcvolución conservadora esa presentaci ón que hace Ileitlegger tle la tllTisil"'n
an uciparoria como lihre asunción del pn'pio destino, debemos deten ernos Illlr
un momento, y recordar la afirmación de Fredric j amcson en cuaut oa quc nn
verd adero izquierdista está en cierto modo mucho rmis cerca riel ncrualronumi-
turismo ncoconscrvador que de los demócratas liberales: suscribe In l'l"ítil';l l"11I1
scrvado ra a la democracia liberal, )' está de acuerdo con los conscrvadorcv pnk
ricamen te en todo, salvo m Ioesencial, salvo en un rasgo a veces mínimo que, vm
e mbargo, implica un cambio completo. En cuanto a la idea hcillcggcrhlll;1llo.- 1.1
elecci ón auténtica co mo repetición, el paralelo con la concepción de Hl'n j,lllllll
de la revolución como repetición, dilucidada en sus "Tesis sobre la IiImolb rll'
la historia",« resulta sorprendente: también la revolución es concc ptualizada 1'0
mo una repetición que realiza una posibilidad oculta del pasado, de modo lilU'
so lo desde el punto de vista de un agente comprometi do en una situación Jire
sen te se puede ten er una visión correcta de ese pasado, una visión quc no In
perciba como un conj unto cerrado de hechos, sino como abierto, como invnhr
erando una posibilidad que fracas óo cuya realización fue reprimida. L. rcvulu
ción presente, en su intento de liberar a la clase trabajadora, tamb ién redillH' n-.
rroactivamente todos los inte ntos de liberación que se frustr aron en el pas;ldll,
Es decir que el punto de vista de un age nte presente comprometido el! UI! pro
yecto revolucionario hace de pronto visible 10 que la histo riogr,II"L1 objt'livis
ra/positivista, limi tada a 10 fáctico, no puede pe rcibir por de finición: 1;IS POlI"U
cialidades ocultas de liberació n que fueron aplastadas por la marcha vktorim.l
de las fuerzas dominantes.
Leída de este modo, la apro piación del pasado a través de SI repeliciún rn
una decisión anticipetotia que pone en ejecución un proyecto (esta i..ll'ntiht",1
ción de destino y libertad. de asunción del propio destino como la elección 11III l'
m ás alta, aunque forzada) 1/0 implica solo la idea nietzscheana de qu c ind uo 1.1
descri pci ón más neutral del pasado sirve a los pro pósitos presentes tic ;lll{l'lll
proyecto pol itice de poder, Debemos insis tir en la oposici ón entre la ;lpropLI
ción del pasado desde el plinto de vista de qu ienes gobiern an (el relato de la hiv-
14. Vénsc Wahcr Benjamín, "Thesis un the Phllosoph y of Hisrory", en Uh lll/ ÍI¡,¡/" WI,
XULTa Yor k. Schockcn Boo ks, 1969"[Ed.cast.: /lu11Iil/luiOllts, Madr id, Taurus, 11J'J.1
29
.'lm.'Oj Zif,rl:
toria pasada como la evolución que los llevó al triunfo y los legitima) por un la-
do, y por el otro la apropiación de aquello que en el pasado subsiste corno po-
rcncialidad utópica y frustrada (vreprimida''), de modo que lo que le falta a la
descr ipci ón de Heid egger (para decirl o de modo directo y un tanto ru do) es la
co mprensión de la natu raleza radicalm ente antagónica de rodo modo de " ida
hasta entonces comunal.
En realidad, la ontología de Heidegger es entonces "política" (para remitir-
nos al tirulo dcl libro de Bourdieu sobre este filósofo): su esfuerzo po r fracturar
y salir de la ontología tradicional, )' por afirmar co mo clave dcl r sentído del ser"
la decisión del hombre de adoptar un proyecto por medio del cual asume activa-
mente su condición de arrojado . una situación histórica finita, sitúa el acto his-
tórico-político de la decisión en el co razó n mismo de la ontología, La elección
de la forma histórica del Dará n es en cierto sentido política, consiste en una de-
cisión abismal no basada en ningu na estructura ontológica universal. Por ejem-
plo, la argumentación liberal convencional habe rmasiana, que ubica la fuente de
la tent ación fascista de H eidegger en su decisionismo "irracional", en su recha-
zo de cualquier criterio universal racional-normativo de la actividad política, ye-
rra por com pleto: lo que esta crítica rechaza como decision ismo protofascista es
sencillamente la co ndición básica de lo político. De un modo perverso, el com-
promiso nazi de Heidegger fue en tonces "un paso en la dirección correcta", un
paso hacia la admisión abierta y la asunción completa de las consecuencias de la
falta de garantía ontológica, del abismo de la libertad humana-u como dice
Alain Badiou, a los ojo s de H eidegger la "revolución" nazi era formalment e in-
difc renciable del "acontecimiento" político-hist órico autén tico. 0 , p.lra decirlo
de ot ro modo, el compromiso político de Heidegger era una especie de pasaje al
acto en lo Rea l, testimonio de que se negaba a ir hasta el final en lo Simbólico,
a pensar las co nsecue ncias teóricas de la irrupción consuma da con El Ser y rl
Tiempo.
La historia habitual sobre Ilcidegger dice que realizó su Kehre (giro radical
o con versión) después de tomar conciencia de que el proyecto original de El Ser
y el Tiempo volvía a llevarlo al subjetivismo tr ascendental: en razón del resto no
reflexionado (le subjetivismo (decisionismo, etcétera), H eidegger se dej ó seducir
por el nazismo; sin embargo, cuando tomó co nciencia de que al hacerlo "se ha-
bía quemado las manos", limpió los restos de subjetivismo )' desarrolló la idea
del carácter histórico y de época del ser... N os sentimos ren tados de invertir es-
15. Frede ¡c j amescn y;l había dado en el blanco con su polémica afirmación de que el
abierto compromiso de Heidegger en 1933, lejos de representar una anomalía deplorable, fue
su único gesto público simpatice.
JO
t;¡ historia conven cion al: en tre cl l lcidcggcr I )' cl lleidcggcr 11 hay 1lIJ.1 l '''IW(it'
de "medi.rdorevanescent e", uuu posid (Jllde subjetividad radicalizadn tllIl' r-uin
cide crn Sil opuesto: es decir, 1111 :1 posición reducida :1 UII ¡.'eslo V,lcíll, :1 L, ill l l'I '-
", '[ 1 lcl " 1 .. ' " 1 111 ' [ I ltcr¡ "[' [, "( IJt'¡'('WII lmpos, , e ne ( eCISIOIllS11l0 ( C e l( egger y s uu tenor uta l ~ lllO l'
acontecimiento delser "tiene lugar" en el hombre, qlle sirve CHillO su P ,ISIIII' •••).
Lejos tic constituir la "consecuencia práctica" de esta subjetividad r,ulic.,lil;lllu,
el compromiso nazi de Jleideggcr fue un intento desesperado de f1; i/¡¡r ¡", .. Fn
otras palabras, Heidegger tendría tlue ha berse atenido a lo IJue 1Il,Ís tarde t1e~
('¡lrl¡', co mo resto del enfoque trascendental subjeriviste subsistente e n el 11 Sr!
YI'! Tiempo, El fracaso final de H eidegger no consiste en que haya tjll l'I[;ldll [Il'_
'g,lllo al horizon te de la subjetividad trascend ental, sino en que a!J,llu [oIU 'l n l l'
horizonte demasiado pronto, antes de pensar todas sus posibilidades inll'Íml'c l',
El nazismo no era una expresión política J el "potencial nihilista, t1ell1l111fllt'll, 11"
b subjetividad moderna", sino más bien exactamente lo opuesto: un illlt'lllll lk
scspcrado de evita r este potencial.
Esta lógica del "eslabón perdido" ha aparecido a menudo en 1,1 histo ri:l dt'l
pe nsamiento, desde Schelli ng hasta la escud a de Fráncfort. En el t';lSIl dt,
Schelling, tenemos la casi insopor table tensión de los bo squejos tic IVl'If¡llrr,., vu
fracaso fund amental. En efecto, su filosofía ulterior resuelve eS,1tensión in"lIpo r-
table, pero de modo erróneo: perd iendo la dimensión más prod uctiva. Enco lltr;t-
mus el mismo procedimiento de "resolución falsa" en el modo en (Iue el p ru}"l"('·
ro de lIabermas se relaciona con la "dialéctica de la Ilustración" de Adu rno )'
l lork heimer. La "dialéctica de la Ilustra ción " también se derrota ,1 sí mi-aun, I'S
un fracaso gigantesco y, una vez más, Habermas resuelve su tensión inso[lcU'I:lbJ¡,
introd uciendo una distinción, una especie tic "división del trabajo" entre Ilos di -
mensiones, entre la producción y la interacción simbólica (en una es tricta luuno-
lo gia co n Schelling, <¡ue disuelve la tensión de IVeltRl," introduciendo ti Ilisllll
ci ón entre la filosofía "negativa" y la "positiva"), N osotros sostenemos lJl U' e!
último "pensamiento del ser" heideggeriano realiza una análoga resollld c'lll f" I~~
del atolladero intrínseco del proyecto original de El Sery el Timlpl).lh
16, En este punto tuy (jue tomar en cuenta el nivel del estilo: e1l leillc¡.:-¡.:-rr 1 l" MI I~ '1l<-"·,
"no lIlusical-, im rodece nuevas y difíciles distinciones técnica s, acuñ a nuevos tcrminm, In l .
de sus inserciones concretas a c<uegoriu de connotación ética, etc étera¡ el I lci.lq {f(:l'r II 1"
"musi cal", ahaudon a las distinciones conceptuales estrictas cn favor de I1lcdi:lcilllll' PIII:' Íl" I,
reemplaza el desarrollo prolon gado y sistemático I1c 1.1línea art.'lllllcnt;l1(recordemos 1, ,, p.tn~
fos en El SN'J elTirmp(1) por rumiaduras poéticas breves ycirculares. Desde luc){o, h,([,r/a '11('
presta r atención a lo que queda excluido en la alrernariva: amh..s Ilci.lc){){cr son "llloll.l 1111O'1l
te serios", tino de un modo técnico compulsivo, que amont ona términos nlle~u'll:lra "~l'n" :l1
JI
¿PORQUÉ ELSER l' El. TIEMPO QUEDÓ INCOl"CLUSO?
¿Por qué L'S esencial en este caso otro libro de Heidegger. f(¡¡nt y elproblema
de la 71ulafísüa?'7 Recordemos el simple hecho de que El Sery el Tiempo, tal co-
mo lo conocemos, es un fragmento: lo que H eidegger publicó como libro consta
solo de las dos primeras secciones de la Primera Parte; el proyecto resultó impo-
sible de realizar, y lo que sali6 a [uz de este fracaso, 10 quc (para utilizar la bu e-
na y vieja jerga estrucruralisra) llenó el vacío de la parte final faltante de El Ser
y el Tiro,po, fue la abundancia de escritos de Heidegger ulte riores a la famosa
Kebrr. Desde luego, no pret endemos imaginar sencillamente laversión termina-
da de la obra: el obstáculo (lile detuvo a su auror era intrínseco. Un examen m:ís
atento descu bre que la situación es más compleja. Por un lado (,11 menos en el
nivel de borrador) el proyecto total de El Ser y el Tiempo en realidad se com ple-
tó: no solo tenemos KantJ elproblcrJf" de Id lIIetafiska, que abarca la primera sec-
ción de la Segunda Parte proyectada, sino que las confere ncias de Heidegger en
Marburgo, de J927 (más tarde publicadas con el título de ÚJS pmblemns btísiros de
lafenomenología) cubren apro ximadamente las secciones restantes del proyecto
or iginal de FJ Sery el Tiempo (el tiem po COIllO el horizon te de la cuestión del ser,
el rogito cartesiano y la concepción aristotélica del tiempo, segunda y tercera sec-
ción previstas para la Segunda Parte), de modo que , si reunimos estos tres volú-
menes publicados, tenemos una versión aproximada de todo el libro, Ade más,
quizá sea incluso más enigmático el hecho de que, aunque la versión publicada
de El Sery el Tiempo no abarca ni siquiera la primera parte completa del proyec-
to total, sino solo sus dos pri meras secciones (falta la sección tercera, la exposi-
ción del tiempo como horizonte tr ascendental de la cuestión del ser), de algún
modo nos imp resiona como "completa", como un todo orgánico, como si nada
faltara en realidad, Lo que estamos abordando aquí es entonces lo opuesto de la
concepción convencional del cierre que oculta o sut ura la abertura persistente
(el carácter inconcluso); parecería que la insistencia de Heidegger en que el libro
publicado es solo un fragmento oculta el hecho de que está cerrado y terminado.
Los capítulos finales (sobre la historicidad) inevi table mente nos impresionan co-
distinciones conceptuales, yel mro en una entrega poética al misterio del destino. Lo que falta
en amboscasos es ironin hidkn, rasgo fundamental del estilo de Nietzsche. [Recordemos cuán
completa y obviamente Heidegge r, al elogiar el rechazo del que Nietzsche hi:r.o objeto a  'ag-
ner, ,,,ste nit:ndo que t:se rechazo fue esendal para hl madurad <Íll de r-,'ietzsche ,'omo pensador.
p:lsa por alto la prnfunlb ironía y ambigiil.'l.l3d de esa actitud aparentemente brut,¡l.)
17, Véase ,1an in Heidegger, Km" nlld ,IN Pro/tlcm of.lrtnpbY5ia, Rloomington, Unive~it}'
of Indiana Press, 1997"(Ed"caSL: lúm tJ ti problnlUtJ~ ¿, ",tlilfiskit, . 1<1drid, FCE, 1993.)
32
tuoun :1¡.I1""¡.I'1l[1l nrtificiul, dcstin.uloa ;1l1adir :11 cierre Ul1 iuu-nm IInlid'l p' t'eipl
LI .Ll lll(~l t C p :lI ';l señalar (Jlr; dimensión (la dc las fonnns ('lI[('l'l i v ;l ~ d I' h i ~l orid
d .,, [), t p ll' 110 habían tenido cahid;1en el pro)'ectll 1.riginal. .,'M
Si 1-:1 ,"irr'y el Tiempo puhlkm!o ahan-ara la tot :tlid:HI tic 1.1Primera l'arrc IIto1
pl"ll)'<.-'("tu original, de algún IllINlo se pod ría justificar esta percepción de nnali-
.Lnl. ( I'elldrí:llllllS roda laparte "sistettuirira"; solo faltaría la panc "histru-ica", [¡l
hu crprctució» de [os tres momentos clave ele h histo ria de bllH:lal"ísi<'a m-ci-
delll ,ll - Arislótcles, Descar tes, Kanr-. cuya "repetici ón" t:ldicllliz'lIb es 1:1:IIl,IIi-
lic:l del IJ¡ISÚ " del pro pio í íeidegger.) Obviamente, el obst áculo intrím el'o, 1.1
h,II"I"c.'r'l quc imp ide el completamicnrc del proyecto, afecta ra a la ÚllillM " '1 '
,'ic'lIl de la Primera Parte, Si dejamos a 1111 lado el problema de la no pll!J1ir;lt'ilftl
de los textos (apuntes de lecciones) qu e cubren las dos secciones rcstauu-s lit, 1.1
Scglllllhl Parte (¿tiene L'SfO algo que ver con el status enigmático ,1,' 1.1 i lll;l~ ill .1
d('m en Aristóteles, según lo ha demostrado Castoriadís, el statusque !t;ll"(' ('1.1
II:H el edificio ontológico, o se relaciona con el empuje aruíonrológic« impln-u»
ru el (ogito cartesiano como pri mer anuncio de la "noc he del 111I1lHlo " ?) , 1;1p I'
¡.Illlll; es por qu é IH ) pudo 1leídcgg er completar su m uy sis tcmri ticu exIJ IlU':IC 'II'11 1
lid tiempo como horizonte del ser. La respuesta convencional, "oficial", es bien
cunocida: porque se le volvió claro que el enfoq ue de El Sery el Tinllpo era aún
demasiado metafisicc /tra scendental, metodológico, al p,ls,lr desde el JJ.lJáll ; (¡J
cuestión delser, en lugar de encarar directame nte el dcvelamicmo telllpor;11d('1
ser como lo que sustenta el estatuto único (lel lJllseill entre rodas 1;IS elltid:ul¡'s,
Pero, ¿y si hubiera aquí otro atolladero, otro tipo de abismo, que Il d dq .(g('r en
conrré, y del que se apartó? Por lo tanto, queremos discuti r la 'ersit'lll ulicióll ,ld
impedimento (Heidegger tomó conciencia de que el proycc.·w de Ul ,,'ef' .y el
Til'/IfPO seguía atrapado en el procedimiento subjetivism-trasccn dcn tal de ('S I:I
blcccr en primer t érmino las condiciones dc posibilidad del sentidu ¡!l·1  l'l" ;
Iravés del análisis del Dasei,,); lo que H eidegger encontr ó renhne ntc en su lui..
quedo de FJ Ser y el Tiempo fue el abismo de la subjetividad radical aIHlIH"Ll II,l 1' 11
b imaginación trasc ende ntal kant iana, y ante ese abismo él retrocedió harLI sil
pe nsamiento de la historicidad del ser.
IK, En un nivel m"¡~ general, seria interesante elaborar el cntKel'w Ile KI' TOp.'1" 111'l filo,,,tl
n'" Inconclusos", desde el primer Hegel basta .lichel Fouca ult (cuyo l'rilll('r ~"hllllt'1I IIc- I ~
1fif/'JI"¡II de 1« ff X/lnfidlld anuncia un proyecto gl"hal fld'llncnt,Ill~me ¡Ii,lint" .,,"I¡¡lIl' 111..
uu-rlc despleg óen los volúmenes 11 y 111); esta nll-rc¡¡li~.;ld"n c, el rc~~ rso lkl ['rlll'l'dim i"II I11
.Ie lo.. fil{Jsofns que (desde Fkhte basta IllIsserl) Ilunea ~,111 más:11l:¡ .1elo~ Ifrinl"ipim hmdan
1('" Ile ~u edifióo teórico, es decir, que te i[er¡¡(b mente (re)escri ben el mi~mn IU lu l.,¡.i.", o
inlr....luctoriu, o ambas cosas,
3J
Esta crítica a H eidegger no parece nueva en absoluto: entre otros, p la rea-
lizó Cornelius Castoriadis. según quien la noción kantiana de imaginación (co-
mo lo que socava la imagen ontológica "cerrada" convencional del cosmos) ya
aparece anunciada en un pasaje singular de DeAnimo (11I , 7 )' 8), donde Aristó-
teles sostiene que "nu nca el alma piensa sin fanta sma", y desarrolla esta idea en
una especie de "esquematismo ar istot élico" (roda noci ón abstracta -por ejem-
plo, la de un triángulo- debe acompa ñarse en nuestro pensamiento de una re-
presentación fantasmarica sensible, aunque no corporal; cuando pensamos en un
triángulo, tenemos en la mente la imagen de un triángulo concrero).» Aristóte-
les anun cia incluso la concepción kantiana del tiempo como el horizonte insu-
perable de nuestra experiencia, al afirm ar: "No es posible pensar sin el tiempo
lo que no está en el tiempo " (Sobre la memoria. 449-450), sin encontrar una es-
pecie de figuració n en algo temporal; por ejemplo, "lo que dura por siempre" ,
Castori adis opo ne esta concepción de la imagi nación a la idea convencional, que
por otra parte prevaleció tanto en De A nima como en toda la tradición metafísi-
ca subsiguiente. Para esta concepci ón radical, la imaginació n no es pasivo-re-
ceptiva ni conceptual; esto significa que no se la puede ubicar ontológicamente,
puesto que indica una fisura en el edificio on tológico del ser. Castoriadís parece
entonces plenamente justificado en su enfoque:
[...] con respecto al "retroceso" que Heidegger le imputa a Kant cuando en frent ó el
"abismo sin fondo" abierto por el descubrimiento de la imaginación trascendental, es
el propio Heidegger quien en realidad "retrocede" después de haber escnro su libro
sobre Kan t. Hay un nuevo olvido, encubrimiento y borradura de la cuestión de la
imaginación, puesen cualquiera de sus escritos subsiguientes no se encuentra ningu-
na huellaal respecto: hayuna supresión de lo que esta cuestión perturba en toda on-
tología {Jo' en todo "pensamiento del ser").»
Casroriadis también extrae consecuencias políticas: el retroceso de Heideg-
ger ante el abismo de la imaginación justifica su aceptación del cierre político
totalitario, mientras que el abismo de la imaginación proporciona el fundam en -
to filosófico de la apertu ra democrática: la concepción de la sociedad como ba-
sada en un acto colectivo de imaginación histó rica. "El reconocimiento pleno
de la imaginación radical solo es posible si va de la mano con el descubrim iento
de la otra dimensión del imaginario radical, el imaginario sociohistórico, que
instituye a la sociedad como fuente de una creación ontol ógica que .se despliega
19. Véase Com cllus Castoriadis, "Thc Discovery uf the Imaginarion", COllSu lMtiollS, vol.
1, nO2, oc tubre de 19'14.
20. IbíJ., págs. 185· 1R6.
34
1':1 IIIIIII,¡.lrrv (/t 1" /I//I/J/,ill'/l";';" "i'Jftf!,lrw'1I1
 " 11I0 hislori;I."ll No obstante, la concepción que tiene Castu riadis de la ímagi-
II.It'iún nu "(¡;lIl1lona el horizon te existencialista del hombre como el ser que
111 11ytTt;1 su "esencia" cn el acto de la Imaginación, trascendiendo a todo ser po-
 j, i'o. D e 110110 que, antes de que pronun ciem os nuestro juicio definitivo al
II'SPl'(·IO, scrfa apropiado examinar más atentamente los perfiles de la imagina-
1 il '111 en el propio Kant.
F.lmistcrio de la imaginación trascend ental en cuanto espontancid¡ld reside
. tI 1·1hecho de que es imposible situarla adecuadamente con respecto a la pareja
di' In feno ménico y lo noumenal. En este punto, el propio Kant queda atra pado
1'11 un orolladero, u en la amhigüedad, () en uno y otra. Por una parte, concibe la
111'I'rl.ld trascendental (la "espontaneidad") cumo noumenal. en cuanto entidades
t-noménicas, estamos apresados en la red de las conexiones causales, mientras
.11I(' nuestra libertad (el hecho de que, como sujetos morales, somos libres, so-
111m ~lgcntes que se originan a sí mismos) ind ica la dimensióll lloumenal. De este
1lIl1do, Kant resuelve las antinomias dinámicas de la raz.ón: am bas proposiciones
pueden ser verdaderas. Puesto que todos los fen ómenos están vinculados ca~sal­
nwutc, el hombre, como entidad fenomén ica, no es libre, pero en tanto entidad
noumenal puede actuar moralmente como un agente libre.. . Lo que desdibuja
I'sle cuadro claro es la comprensión que el propio Kant tiene de las consecuen-
I';;IS catastróficas de nuestro acceso directo a la esfera noumena]: si este acceso
('sistierol., los hombres perderílln su libertad moral y su espontaneidad trascenden-
t.rl; se convertirían en títeres inertes, En un subca pitulo de su Critica dela razón
/lI"lk,icll, misteriosamente titulado "De la sabia adaptaci ón de kas facultades cog-
muvas del hombre a su vocación pr áctica", Kant responde al interrogante de qué
III ISsucedería si tuviéramos acceso al ámbito nc umenal, a las cosas en sí:
1... ] en lugar de la lucha con las inclinaciones que ahora tiene que librar la disposi-
ción moral, y que, después de algunas derrotas, puede desemboca r gradualmente en
el triunfo de la fue rza moral de la mente, tendrfam us sin cesar ante nuestr os ojos a
Dios v la eternidad, en su tcmihle majestad [...) Entonces la mayoría de las acciones
l>nnfo'nnes a la ley serían rea lizadas por miedo, algunas por esperanza, y ninguna por
deber. El mérito moral (le las acciones,el único del cual depende el mérito de la per-
sona e ind uso del mundo a los ojos de la sabiduría suprema, no existiría en absoluto.
La conducta del hombre, mientras su naturaleu seguiría siendo igual a la que tiene
ahora, se convertiría en un mero meca nismo 1...]como en un teatro de ríreres, todo
!-'esticularía hien, pero no habría vidaen las figuras.u
21. Ivíd., pág. 112.
12. Immanucl Kant, Criljqu~ o/ Prd(lic,,¡ R(aJon, N ueva York, Maclllillan, 1956, págs.
152-IB. IEd. cast.: Critic" dr la roZÓll ¡minie", Madrid, Espasa-Calpe, 1984.)
35
De mod o que la libertad y la espontaneidad tr ascendentales son en cierto
sentido fenoménicas: solo aparecen en la medida en que la esfera noumennlno
sea accesible para el sujeto. Esta zona intermedia (que no es fenoménica ni 110 11-
mcnal, sino 1:¡ brecha que separa lo noumenal de lo fenom énico y, en cierto sen-
tido, los precede) es el sujeto, de modo que el hecho de que el sujeto no puede
reducirse a la sustancia significa precisamente que la libertad trascendental, aun-
que no es feno ménica (es decir, aunque rompe la cadena de la causalidad a la
que están sometidos todos los fenómenos), es decir, aunque no puede reducirse
a un efecto sin conciencia de sus verdaderas causas noumcn ales (yo sólo "me
siento libre" porque estoy cicgo a la causalidad que determina mis actos "li-
bres"), no es tampoco noumcnal, y se desvanecería si el sujeto tuviera un acceso
directo al orden noumenal. Esta imposibilidad de situar la libertad y la esponta-
neidad trascend entales con respecto a la pareja de lo fenom énico/ noumenal ex-
plica la raz ón» de que Kant se encontrara en ese aprieto, y quedara envuelto en
una serie de inconsistencias al tratar de determinar el status ontológico exacto
de la espontaneidad tra scendental; ahora bien, en última instancia, el misterio
de la imaginación trascendental coincide con el misterio del abismo de la liber-
tad.
El gran logro de Heidegger consistió en haber percibido claramente este
atolladero kantia no, vinculándolo con la renuencia de Kant a extraer todas las
consecuencias de la finitud del sujeto trascendental: la "regresión" de Kant a la
metafísica tradicional se prod uce en el momento en que interpreta la esponta-
neidad de la apercepción trascendental como pru eba de que el sujeto tiene un
lado nournenal que no está sujeto a las coaccion es causales vinculantes para tO-
dos los fenómenos. La finitud del sujeto kantiano no equivale a la acostumbra-
da caracterización escéptica del conocimiento humano como ínfia ble e ilusorio
(el hombre nunca puede penetrar el misterio de la realidad superior, puesto que
su conocimiento se limita a los fen ómenos sensibles efímeros.. •), sino que invo-
lucra una po sici ón mucho más radical: la misma dimensión que, desde dent ro
del horizonte de su experiencia temporal finita, se le aparece al sujeto como IJ
huella del ,1ás AlU noumcnal inaccesible, está ya marcada por el horizon te de la
finitud, designa el modo en que el ltís Allá nou menal sele I¡pI¡rece al sujeto den-
tm deSIl experiencia temporal finita .
La consecuencia radica l de todo esto para la relación entre In temporalidad y
laeternidad es que la ecmporalídad no constituye un modo deficiente de la eter-
nidad: por el contrar io, es la prop ia "eternidad" la que debe concebirse como
2l Como Rohcrt Pipp¡nlo demostr óen el capítulo 1dc ldealism es Modernism , p¡í~'S. [93-
207.
36
11 11 ;' modifi cucié» esped fil',¡ de la (autoi cxpcrieucía temporal del sujeto. Esto
' iflnifir ilq ue L verdadera esdsi{')IJ no separa ya lo feno ménico (el dominio de 1:1
I· p(·ricnciu temporal y/o sensible) de lo noumen al; más bien atraviesa lo nou-
1Il"1I ;11 en sí, hajo el disfraz de la escisión ent re el modo en que lo noumenal "en
, ." ,"r /r Itpl11wr a í S1I),-to y su imposible "en sí" sans pbrase, tout CO III"t, sin refercn-
. iol ;11 sujeto. Por supuesto Dios, el Ser Supremo que da cuerpo a la Idea del más
,lIto Hien, es un a entidad noumenal (una entidad que no se puede concebir de
11111110 consistente como un ob jeto de nuestra experie ncia temporal). Pero es una
'·Illid.ltl noumenal en el modo del "para nosot ros"; es la manera en que una en-
,..10..1 racion al finita (el hombre) tiene que representarse al Ser Supremo nou -
rucnal o, para decirlo en t érminos fenomenológicos, aunque D ios en tanto que
Ser Supremo no puede ser nunca un fenómeno en el sentido de objeto de una
cq -cricncia temporal sensorial, constituye sin emhargo un fenómeno en el sen-
Ii,lo más rad ical de algo que so lo es significativo como entidad que se le opnrue
.1 IIn ser finito dotado de conciencia y capacidad para la libe rtad. Es posible que,
, i nos acercamos demasiado a la divinidad, esa cualidad sublime del Bien Supre-
mil se convierta en una monstruosidad extrema.
En este pun to está plenamente justificada la feroz aversión que H eidegger
JlU....1 de manifiesto en el célebre debate <le Davos, en 1929, a la lectura de Kant
Jlrupuesta por Cassirer.« Cessircr se limitaba a contrastar la finitud temporal
Ilc la condición humana (en cste nivel, los seres humanos son entidades empí-
riC,IS cuyas conductas pueden explicarse por medio de di ferentes conjuntos de
vínculos causales) con la libertad del hombre en cuanto agente ético; en su ac-
uvidad simbólica, la humanidad const ruye gradualmente el universo de valores
}'significados que no puede reducirse (ni explicarse por referencia) al dominio
tic los hechos y sus interrelaciones. Este universo de valores y significados
pucs[(Js por la actividad simbólica del hombre es la versión moderna del reino
platónico de las Ideas eternas; en él irrumpe )' entra en la existencia una di-
mensión diferente de [a del circuito dinámico de la vida, de la generación y la
corrupción <una dimensión que, aunque no existe fuera del m undo vital y real
de los seres humanos, es en sí misma "inmortal" y "eterna"-. Por su capacidad
como "animal simbólico", el hombre trasciende [os límites de la finitud y [a
temporalidad... Contra esta distinción, I leidcggcr dem uestra que la "inmorta-
lidad" y la "eternidad" del sistema simbólico de valores y significados, irrcduc-
I ible al nivel de los hechos positivos dados empíricamente, solo puede emerger
como parte de la existencia de un ser finito y morta l capaz de relac ionarse con
24. Véase ~AppenJix V: Davos lIispurution", en Heidegger, Kant and the Prohlem ofMe-
l"l,hpics, pág<;. 193-207.
37
su finitu d como tal: los seres "inmor tales" no emprenden ningunn actividad
simbólica, puesto que para ellos no hay ninguna brecha entre los hechos y Jos
valores. La cuestión clave, a la que Cassirer no da respuesta, es por lo tanto la
siguiente: ¿cuál es la estructura específica de la temporalidadde la existencia hu-
mana que hace posible la emergencia del significodo? Es decir, ¿cuál es la es-
trucrura específica de la temporalidad de la existencia humana que le permite al
ser humano experimentar su existe ncia como insertada en un todo significa-
tivo?
Ahora vernos claramente por qué H eidegger se centra en la imog;nación tras-
cendenta l: el carácter singular de la imaginación reside en el hecho de que va
más allá de la oposición entre receptividad/fi nitud (del hom bre como ser empí-
rico alrapad o en la red causal fenoménica) y espontaneidad (es decir, la activi-
dad auroo riginadora del homhre como agente libre, portador de la libertad nou-
menal): la imaginación recibe y también pone, es pasiva (en ella somos afectados
por imágenes sensibles) y activa (el propio sujeto genera libremente esas imáge-
nes, de modo que esta afección es autoefeccíó n). H eidegger pone el énfasis en el
hecho de que solo se puede concebir la espontaneidad a través de esta unidad
con un elemento irreductible de receptividad pasiva característico de la finitud
humana: si el sujeto lograra desembarazarse de la receptividad y tu viera acceso
directo a lo noumenal en sí, perdería la espontaneidad de su existencia... El ato-
lladero de Kant queda entonces condensado en esta lectura errónea (o identifi-
cación falsa) de la espontaneidad de la libertad rrascenden ral como no umenal: la
espontan eidad trascendental es precisamente algo quc no se puede concebir co-
mo noumenal.
EL PROBLF~lA cox LA LAG IN.OC¡ÓK TRASCF.JTIE.'-rAL
N uestro próximo paso consistirá en concentrarnos en la ambigüedad funda-
mental de la idea kantia na de la imaginación. Como se sabe, Kant diferencia la
actividad sintética del entendimie nto (syntbrsisin teílecmalisr respecto de la sinre-
sis de las múltiples int uiciones sensoriales que, aunque también son absoluta -
mente "espo ntáneas" (productivas, libres, no sometidas a las leyes empíricas de
la asociación), perm:"tnecen no obstante en el nivel de la intuición, reuni end o ];1
multiplicidad sensorial sin invo lucrar desde ya la actividad del entendimiento
(esta segunda síntesis es la síntesis trascendental de la imaginación). Al examinar es-
ta distinción, los intérpretes se atienen habitualmente a la densa y ambigua scc-
ci ón final del capítulo 1 de la primera división de la Lógica T rascendental ("De
laconcepción pura del entendimiento o las categorías"), la cual, después de rle-
finir la síntesis como "el proceso de unir entre sí diferentes representaciones, y
38
lit- alunnr Sil diversidad en una cognicj{l11",li ;lcontinuación sostiene que la sín-
" ·,,s es:
1.•.1la tue ra operaei{lllllc la imaginación, una función ciega pero indispensable del
Jlu1<1, sin la cual no rendrfumcs ninguna cognición. pero de cuyo funcionamiento ¡¡o-
C IS veces sonms siquie ra conscientes. Pero reducir esta síntesis a concepcioneses una
lillll'iún del cnrendimienro, por medio de! cual alcanzamos la cognición en e! sentido
propiu de la palabra.se
I )e este modo tenemos un proceso en tres pasos que nos lleva hasta la cogni-
{ uin propiamente dicha:
1.0 primero que se nos debe dar para que logremos la cognición IJ priori de todos
I..s nhjeros es la diversidad de la intuición pura; la síntesisde esta diversidad por me-
{Iiu de la imaginación es la segunda, pero esto no nos proporciona aún ninguna cog-
nidún. Las concepciones que dan uni dad a esta pura síntesis [...) satisfacen el tercer
requisito para la cognición de un objeto, y esasconcepciones son dadas por el enten-
dímienro."
No obsta nte, en la medida en que la "pura síntesis, rep resentada en t érm inos
gene rales, nos da la conce pción pura del enrendimiento't.w la ambigüedad es
d 'lr.l: ¿es "la síntes is, en términos generales [... l la mera operación de la imagi-
11.1(·i{m",.I'I con el entendimiento como capacidad secundaria que intervi ene des-
pués de que la imaginación haya realizado su tra bajo, o es que "la pura síntesis,
representada en términos generales, nos da la concepción pura del entendi-
miento", de modo que la stnresis de la imaginación no sería más que la aplica-
I'i,'lll del poder sintético del entendimiento en un nivel inferior, más primitivo,
prcco gnitivo> O bien, para decirlo en términos de género y especie: ¿es la fuer-
1; de la imaginación el misterio impenetrable definitivo de la espontaneidad
trascendental, la raíz de la subjetividad, el género abarca tivo del cual se des-
prende el entendimiento como su especificación cognitiva discursiva, o el géne-
ro nharcativo es el entendimiento, con la imaginación como una especie de
sombra que él mismo arrojo rerroactivamcnte sobre el nivel inferior de la intuí-
15. Immanuel Kant, Critique o/ Purt! RW.'OIl, Londres, Everyman's Library, 1988, pág. 78.
Wd. cast.: Cn'fim de ftl razón pum, Madrid, Al faglar~, 19% .1
1(,. Ihíd.
17. Ihíd .
18. IlJíd.
19. 1bíd.
39
Slt/Voj Ziiek
ción? 0 , para de cirlo en el lenguaje de H egel, ¿es la síntesis de la imagiuución el
"en sí" su bdes arrollado de una fue rza puesta "como tal", "para sí", en el enten-
dim iento ? Seg ún la lectu ra de H eidegger, hay que d et erminar la síntesis de la
imaginación como la dimensión funda mental que es tá en la raíz del entendi-
miento discursivo, y tlue por lo tanto dehe se r analizada con independencia de
las ca tegorías de l entendimie nto. Kant no se animó a dar este paso radical, y re-
dujo la imaginación a la condición de pura fuerza mediadora en tre la pura m ul-
tiplicidad sensorial de la intuición y la actividad sintética cogn itiva del entendi-
miento.
En contraste con es te enfoque, nos sentimos tentados de subrayar un a!>v ec-
to diferente: el hecho de que la concepción kantiana de la imaginación pasa po r
alto en silencio un rasgo negativo crucial: obsesionado como lo está por el cm-
peño en sintetizar, por unir la multi plicidad dispersa dada en la intu ición, Kant
no dice nada acerca del poder opuesto de la imaginación, subrayado más tarde
por Hegel, a saber: la imaginación en cuanto "actividad de disoluci ón", a la qu e
1fegel trata como una unidad. separada que solo tiene existencia efectiva como
parte de algún todo orgánico. Este poder negativo también tiene entendimien -
to e imaginación, según res ulta con claridad si leemos juntos dos pasajes esen-
ciales de H egel. El primero, menos conocido, proviene de los textos de:' la Jml1"
RtIJ/pbi/osophú so bre "la noche el mundo":
El ser humano es esta noche, esta nada "36a, que lo contiene lodo en su simpli-
cidad - una riqueza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las
cuales le pertenece- o está presente. Esta noche, el interior de b natu raleza, que exis-
te aquí - puro yo- en representaciones fantasmag óricas, es noche en su totalidad,
donde aquí corre una cabeza ensangrentada -allá otra horrible aparición blanca, que
de pronto est:i aquí, ante él, e inmediatamente desaparece. Se vislumbra esta noche
cuando uno mira a los seres humanos a los ojos - :1 una noche llUCse vuelve hurr'i-
ble.»
¿Q ué mejor descripción podríam os ofrecer del poder de la imaginación en
su aspecto negativo, destructor, desmembrador, como pode r que dispersa la
realidad continua en una multitud confusa de objetos parciales, apariciones es-
pectra les de lo qu e en realidad solo SOIl panes de un organismo mayor? En últi-
ma instancia, la imaginación representa la capacidad de nuest ra mente p,lra des-
mem hrar [o que la percepción inmediata une, para "abstra er", no una idea
3D. G. l. F. Hegel, "jcn acr Realphilosophie", en F,iihr polilisdJf S)'mme, Frñncfort; Ulls-
tcin, 1974, pJg, 204; traducción al inglés tornada de Donald Phillip Vcrcne, lley;d 's Recollec-
tions, AlhallY, NuevaYork, SUNY Press. 1985, págs. 7-8.
40
rrumm, sino U11 cie rto r:ls¡.(o entre [os otros l':sgos, "Imaginar" significa imagi-
1' .11 unobjcro p,I1Tj¡¡1sin su cllerpo, un color sin for ma, una forma sin volumen;
".uIUI tina cabeza ensangren tada - allá 011',1 horri ble aparición blanca- ". Esta
" 11111"11(' del mu ndo" es ento nces [a imaginación trascendental en su aspecto más
,I" lm'mal y vio lento: el reino irrcstricro de la violencia de n uestra imaginación,
.1,' vu "libertad vacía" que disuelve todo vínculo objetivo, toda conexión basada
I 11 b ( 'lIS;) misma: "Para sí misma está aqu í la libertad arbitraria -desgarrar las
UIl.íg(·nes }' reconecra rlas sin ninguna restricción".'! E l otro pasaje (universal-
mente conocido, a menu do citado e interp reta do) proviene del Prefacio de la
, ,'" /lttl1lfl/%gín:
Dividir una idea en sus elementos originales es volver a sus momentos, que por lo
un-nos no tienen la formade la idea dada, sino que más bien constituyen la propiedad
Inmediata del yo, Por supuesto, este an:álisis solo llega a pmsamim tos que son en sí
mismos determinaciones familiares, fijas e inertes. Pero lo que de este modo sr srpo-
ni y es no-actual es un momento esencial, pues solo es porque lo concreto se divide y
"l.' convierte en algo no-actual, que se mu eve .lI si mismo, La actividad de disolución
es el poder yel trabajo del m smdimirnte, el más sorprendente r poderoso de los po-
.Ieres, o más bien el poder absoluto, El círculo que queda cerrado en sí mismo y, co-
IIIU sus ta ncia, mantiene juntos sus momentos, es una relación inmediata, que por lo
tanto no tiene nada de sorprendente. Pero (Iue un accidente como tal, desprendido
de lo que lo circunscribe, algo que está ligado y solo es actual en su contexto con
otros, deba alcanzar una existencia prop ia y una liherrad separada: este es el poder
tremendo de lo negativo; esta es la energía del pensamiento, del puro "Yo". La
muerte, si es así como (Iueremos llamar a esta no-actu alidad, es J;¡cosa más temible
entre todas, y para aferrar lo que e.stá muerto se necesita la mayor de las fuerzas. Fal-
la de fuerza, la Belleza (Mlia al Entendimiento porque le pide lo que ella no puede ha-
rcr. Pero la vida del Espíritu no es la vida <Iue se retrae ante la muerte y se mantiene
intacta, sin devastación, sino m ás bien la vida (lue soporta 1;1 de';¡staóón y la mantie-
ne en su propio seno. Solo logra su verdad cuando, en un desme mbra miento total, se
encue ntra a sí misma. Es este poder, no como algo positivo, lo que cierra los ojos an-
le lo negativo, como cuando decimos de algo que no es llalla o tlue es falso, y cuan-
do, habié ndolo agotado, nos apartamos y pasamos a alguna otra cosa; por el contra-
rio, el Espíritu solo es este po der pOnjlle mira lo negativo a la cara, y se demora en
ello. Esta persistencia con lo ncgarivo es el poder mjgko que lo convierte en ser. Es-
te poder es idéntico a lo que anteriormente denomi namos el Sujeto [...).JI
31, Hegel, "j cnacr Rcalphilosophie", p,ígs. 2D4-205.
32. G. '-V, F, I Icgcl, l'bm omnlOlogy QISpiril, rrad. de A. V. Miller, Oxford, Oxford Univcr-
vity Press, 1977, págs. 1!l-19, IEd, cast.: FCIIQmrn% f{ín drl T'.Splrilfl, Madrid, FCE, 1999,)
41
Aquí H egel ee elogia, como cabría esperar, a la razón especulativa, sino al eII-
tm dimiento como el poder más fuerte del mundo, como el poder infinito de la
"falsedad", el poder de desgarra r y tratar como separado lo que naturalmente
está unido. ¿No es esta una descripción precisa del gesto nega tivo básico de la
"imaginación presint ética" (pcrm frasenos arriesgar es ta expresión), de su poder
destructivo capaz de socavar toda unidad orgánica? En tonces, aunque los dos
pasajes ciradosu parezcan hablar de fenómenos opu estos (el primero, de la con-
fusa inmersión prerrecional/prcdiscursiva en la interioridad puramente subjeti-
va, y el segundo, de la actividad discursiva abstracta del entendimiento, (jm: des-
compone la "profundidad" de la un idad orgánica en elementos separados), es
preciso leerlos juntos: ambos se refieren al "más poderoso de los poderes", el
poder de destruir la unidad de lo Real, instalando violentamente el dom inio de
los membra disjtctn, de los pbmomenn en e! senti do más radical (le! término. La
"noc he" dcl "puro Yo", en la cual aparecen y se desvanecen "representaciones
fantasmagóricas" desmembradas y desconectadas, es la manifestación rmis ele-
men tal del poder de la negatividad, por medio del cual "un accidente como tal,
desprend ido de lo que lo circunscribe, de lo que está ligado y solo es actual en
su contexto con otros [alcanza ] una existencia propia y una libe rtad separada".
Kant, en su Critica de In razdn pura, elabora la concepción de la "ima ginació n
trascendental" como la raíz misteriosa, insondable, de toda la activi dad suhjeti-
va, como una capacidad espontánea para conectar las impresiones sensibles, an-
terior a la síntesis racional de los datos sensibles gracias a las categorías a priori.
¿No es posible que, en estos dos pasajes citados, H egel esté señalando una espe-
cie de amierso aún más misterioso de la imagi nación sintética, un poder incluso
más pri mordial de "imaginación presinr ética'', el poder de desgarrar, ar rancar
los elementos sensibles de su contexto, de demreminur de la experiencia inme-
diata de un todo org ánico? Sería por lo tanto precipitado identi ficar esta "noche
del mundo" con el vacío de la experiencia mística: designa más bien lo que le es
exactamente opuesto, es decir, el Big &mg primordial, el violento autocon tmsre
que perturba y disloca el equilibrio y la paz interior del vacío del que hablan los
místicos.
Si hay alguna verdad en la afirmación de H eidegger en cuanto a que Kant
retrocedió ante el abismo de la imaginación, este retroceso tuvo que ver sobre
todo con su negativa a sacar a luz la imaginación en su aspecto negativo/des-
tructivo, como la fuerza que desgarra la trama contin ua (le la intuición. Kant se
precipita al suponer automáticamente que la intuición se da de modo inmediato
como múltiple, por lo cual la mayor parte de la actividad del sujeto tendría que
33. A los cuales yo mismo me he referidorepetidamente en casi todos mis libros.
42
IpUlll;r .1unir es.l multiplicidad, ; org;lllizarl~1 en un todo interconectado, par-
Ilrndu de In síntesis más primitiva de la imaginación, pasando por la actividad
_llll':liGI de las catcb'u rías del entendimiento, )' desembocando en la Idea regu-
1.I<Iora tic la razón, en la tarea impos ible de unificar roda nuestra experiencia del
IIlliH~rS(J cn una estructura orgánica racional. Kant no considera el hecho de
lllll' 1;1 forma primordial de la imaginación es exactamente opuesta a esa activí-
.I.ul sintética: la imaginación nos permite desgarra r la trama de la realidad, tra-
l.U - como si existiera efectivamente algo que solo es un componente de un todo
.n.inmdo.
Enronccs, .c ómo se relaciona la oposición entre imaginación y cnrcndimien-
lo ro n la oposición entre síntesis y análisis (en el sentido de destrucción, des-
«uuposición de ti unidad inmediata primordial de la intuición)? Se puede con-
o-bir que esta relación obra de dos modos: podemos definir la imaginación
f OllO la síntesis espontánea de la multiplicidad senso rial en una percepción de
oh jetos y procesos unificados, que a continuaci ón son desgarrados, descom pues-
lo>;, analizados por el entendimiento discursivo, o bien considerar que la imagi-
1I,l('i<ín es el poder primordial de descomposición, de desgarramiento, mientras
Illle el papel del entendimiento consistiría en unir esos membra disjeaa en un
lluevo todo racional. En ambos casos queda interrumpida la continuidad entre
LI imaginación y el entendimiento, entre una)' otro aparece un antagonismo in-
rrinscoo: es el entendimiento el que cura la herida infligida por la imaginación,
..iurctizand c sus membm disjeaa, o bien el entendimie nto destruye, desgarra la
unidad sintética espontánea de la imaginación en trozos y fragmentos.
En este lll111to resulta apro piada una pregunta ingenua: ¿cuál de los dos ejes,
de las dos relacio nes, es la fundamcruul? Por supuesto, la estructura subyacente
I·Sla de un círculo vicioso o de una implicación recíp roca: "la herida solo puede
ser curada por la espada que la infligió", es decir que la multiplicidad que la sin-
tesis de la imaginación se esfuerza por unificar es ya el resultado de la imagina-
d ún misma, de su pod er disgr egador. No obstante, esta impli cación recíp roca
otorga la preceden cia al aspecto destructivo, negativo, de la imaginación, y no
solo por la razón obvia, de sentido común, de que para que pueda ponerse en
marcha el esfuerzo de reunificar los elementos es preciso que en primer lugar
hayan sido separados, sino también por un motivo más radical: a causa de la fi-
nirud irreductible del sujeto, el esfuerzo de síntesis es siempre en alguna r nedi-
d~l violento v destructivo. Es decir {lue la unidad que el sujeto se esfuerza en im-
pon er a la mu ltiplicidad sensorial mediante su actividad sintética es siempre
errática, excéntrica, desequilibrada. "insana", algo impuesto externa y violenta-
mente a la multiplicidad, nunca el ucro tranquilo y simple de discernir Lis ce ne-
xioncs subterr áneas intrínsecas entre los 111e111bra disjeaa. En este preciso senti-
do, toda unidad sintética se basa en un acto de represión, y por lo tanto genera
43
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política
Slavoj žižek   1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Eikasia revista de filosofía saf sociedad asturiana de filosofía n 36 art...
Eikasia revista de filosofía   saf sociedad asturiana de filosofía n 36   art...Eikasia revista de filosofía   saf sociedad asturiana de filosofía n 36   art...
Eikasia revista de filosofía saf sociedad asturiana de filosofía n 36 art...Adolfo Vasquez Rocca
 
Zizek slavoj el sublime objeto de la ideologia
Zizek slavoj   el sublime objeto de la ideologiaZizek slavoj   el sublime objeto de la ideologia
Zizek slavoj el sublime objeto de la ideologiaErnesto Vamps
 
Habermas perfiles filosófico políticos
Habermas    perfiles filosófico políticosHabermas    perfiles filosófico políticos
Habermas perfiles filosófico políticosMiguel Angel Zamora
 
El che guevara y la filosofía de la praxis
El che guevara y la filosofía de la praxisEl che guevara y la filosofía de la praxis
El che guevara y la filosofía de la praxisMaria Luisa Mazzola
 
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artes
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artescolectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artes
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artescolectivonoinscripto
 
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...premiumeffects485
 
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN Adolfo Vasquez Rocca
 
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismo
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismoErnesto Laclau: variaciones sobre el populismo
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismoJuani Raimondi
 
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°Tp. Las alegorías de la muerte. 6°
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°blogdevon
 
'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...
 'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A... 'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...
'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...Adolfo Vasquez Rocca
 
Vanguardias Modernidad Y Posmodernidad
Vanguardias Modernidad Y PosmodernidadVanguardias Modernidad Y Posmodernidad
Vanguardias Modernidad Y Posmodernidadjuan paez
 
Actualidad de maquiavelo
Actualidad de maquiaveloActualidad de maquiavelo
Actualidad de maquiaveloMario Landeros
 
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...Adolfo Vasquez Rocca
 
Macho alfa y acampad@s en beta
Macho alfa y acampad@s en betaMacho alfa y acampad@s en beta
Macho alfa y acampad@s en betaPtqk
 

La actualidad más candente (19)

Maquiavelo maquiavelismo (1)
Maquiavelo maquiavelismo (1)Maquiavelo maquiavelismo (1)
Maquiavelo maquiavelismo (1)
 
Eikasia revista de filosofía saf sociedad asturiana de filosofía n 36 art...
Eikasia revista de filosofía   saf sociedad asturiana de filosofía n 36   art...Eikasia revista de filosofía   saf sociedad asturiana de filosofía n 36   art...
Eikasia revista de filosofía saf sociedad asturiana de filosofía n 36 art...
 
Zizek slavoj el sublime objeto de la ideologia
Zizek slavoj   el sublime objeto de la ideologiaZizek slavoj   el sublime objeto de la ideologia
Zizek slavoj el sublime objeto de la ideologia
 
Habermas perfiles filosófico políticos
Habermas    perfiles filosófico políticosHabermas    perfiles filosófico políticos
Habermas perfiles filosófico políticos
 
El che guevara y la filosofía de la praxis
El che guevara y la filosofía de la praxisEl che guevara y la filosofía de la praxis
El che guevara y la filosofía de la praxis
 
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artes
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artescolectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artes
colectivo no inscripto.Un relevamiento metodológico de investigación en artes
 
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...
Medina, Alberto. Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la Espana del siglo ...
 
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN
PETER SLOTERDIJK; ESFERAS, HELADA CÓSMICA Y POLÍTICAS DE CLIMATIZACIÓN
 
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismo
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismoErnesto Laclau: variaciones sobre el populismo
Ernesto Laclau: variaciones sobre el populismo
 
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°Tp. Las alegorías de la muerte. 6°
Tp. Las alegorías de la muerte. 6°
 
23 11 bernardosubercaseaux
23 11 bernardosubercaseaux23 11 bernardosubercaseaux
23 11 bernardosubercaseaux
 
L005
L005L005
L005
 
'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...
 'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A... 'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...
'ACÉPHALE': GEORGES BATAILLE Y PIERRE KLOSSOWSKI, FEROZMENTE RELIGIOSOSDr. A...
 
Tensiones argentinas
Tensiones argentinasTensiones argentinas
Tensiones argentinas
 
Vanguardias Modernidad Y Posmodernidad
Vanguardias Modernidad Y PosmodernidadVanguardias Modernidad Y Posmodernidad
Vanguardias Modernidad Y Posmodernidad
 
Actualidad de maquiavelo
Actualidad de maquiaveloActualidad de maquiavelo
Actualidad de maquiavelo
 
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...
Dr. adolfo vásquez rocca reseña libro: peter sloterdijk, esferas, helada cosm...
 
Naturalismo
NaturalismoNaturalismo
Naturalismo
 
Macho alfa y acampad@s en beta
Macho alfa y acampad@s en betaMacho alfa y acampad@s en beta
Macho alfa y acampad@s en beta
 

Similar a Slavoj žižek 1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política

Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizek
Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizekSublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizek
Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizekJoseProaoLLerena
 
Zizek, slavoj el sublime objeto de la ideologia
Zizek, slavoj   el sublime objeto de la ideologiaZizek, slavoj   el sublime objeto de la ideologia
Zizek, slavoj el sublime objeto de la ideologiaSERGIO ARENAS VELIZ
 
Investigacion Hiperrealidad
Investigacion HiperrealidadInvestigacion Hiperrealidad
Investigacion Hiperrealidadguest817ac1
 
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...frank0071
 
Zizek slavoj estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismo
Zizek slavoj   estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismoZizek slavoj   estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismo
Zizek slavoj estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismoIvan Felix
 
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismo
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismoJameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismo
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismoJavier Pérez
 
Slavoj žižek 1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...
Slavoj žižek   1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...Slavoj žižek   1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...
Slavoj žižek 1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...Ivan Félix
 
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»Universidad de Chile
 
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...David Rivera
 
Post colonial a pre colonial
Post colonial a pre colonialPost colonial a pre colonial
Post colonial a pre colonialEspacio Critica
 
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdfSuances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdffrank0071
 
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de Hacer
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de HacerLa Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de Hacer
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de HacerSistemadeEstudiosMed
 
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...Adolfo Vasquez Rocca
 
Eagleton introducción a la teoría literaria
Eagleton introducción a la teoría literariaEagleton introducción a la teoría literaria
Eagleton introducción a la teoría literariaSandra Roldán
 
El materialismo dialectico
El materialismo dialecticoEl materialismo dialectico
El materialismo dialecticounsaac
 
Informe post vanguardismo
Informe post vanguardismoInforme post vanguardismo
Informe post vanguardismoMiguel Palma
 
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdfSuances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdffrank0071
 

Similar a Slavoj žižek 1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política (20)

Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizek
Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizekSublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizek
Sublime objeto de la ideología escrito por slavoj zizek
 
Zizek, slavoj el sublime objeto de la ideologia
Zizek, slavoj   el sublime objeto de la ideologiaZizek, slavoj   el sublime objeto de la ideologia
Zizek, slavoj el sublime objeto de la ideologia
 
Investigacion Hiperrealidad
Investigacion HiperrealidadInvestigacion Hiperrealidad
Investigacion Hiperrealidad
 
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...
Gonzalo Díez, Luis. - El viaje de la impaciencia. En torno a los orígenes int...
 
Zizek slavoj estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismo
Zizek slavoj   estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismoZizek slavoj   estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismo
Zizek slavoj estudios culturales reflexiones sobre el multiculturalismo
 
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismo
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismoJameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismo
Jameson zizek-estudios-culturales-reflexiones-sobre-el-multiculturalismo
 
Slavoj žižek 1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...
Slavoj žižek   1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...Slavoj žižek   1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...
Slavoj žižek 1991 - mirando al sesgo. una introducción a jacques lacan a tr...
 
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»
François Fédier «Seminario acerca de pensar y ser»
 
SigloXVIII
SigloXVIIISigloXVIII
SigloXVIII
 
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...
Cornelius Castoriadis - Contra el Posmodernismo. El reino del conformismo gen...
 
Post colonial a pre colonial
Post colonial a pre colonialPost colonial a pre colonial
Post colonial a pre colonial
 
Reflexiones
ReflexionesReflexiones
Reflexiones
 
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdfSuances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 1 [ocr] [1999].pdf
 
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de Hacer
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de HacerLa Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de Hacer
La Invención de lo Cotidiano. 1 Artes de Hacer
 
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...
La evolución del mundo como una fiesta de suicidas; sloterdijk y el pesimismo...
 
Eagleton
EagletonEagleton
Eagleton
 
Eagleton introducción a la teoría literaria
Eagleton introducción a la teoría literariaEagleton introducción a la teoría literaria
Eagleton introducción a la teoría literaria
 
El materialismo dialectico
El materialismo dialecticoEl materialismo dialectico
El materialismo dialectico
 
Informe post vanguardismo
Informe post vanguardismoInforme post vanguardismo
Informe post vanguardismo
 
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdfSuances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdf
Suances & Villar. - El Irracionalismo. Vol 2 [ocr] [1999].pdf
 

Más de Ivan Félix

Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrial
Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrialRalf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrial
Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrialIvan Félix
 
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnam
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnamTresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnam
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnamIvan Félix
 
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologico
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologicoGiddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologico
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologicoIvan Félix
 
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninosIvan Félix
 
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccion
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccionBourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccion
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccionIvan Félix
 
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexiva
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexivaBourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexiva
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexivaIvan Félix
 
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1Ivan Félix
 
Milton friedman libertad de elegir
Milton friedman   libertad de elegirMilton friedman   libertad de elegir
Milton friedman libertad de elegirIvan Félix
 
Modernidad pluralismo y crisis de sentido berger y luckmann
Modernidad pluralismo y crisis de sentido   berger y luckmannModernidad pluralismo y crisis de sentido   berger y luckmann
Modernidad pluralismo y crisis de sentido berger y luckmannIvan Félix
 
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizek
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizekGlobalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizek
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizekIvan Félix
 
El fin de la modernidad vattimo gianni
El fin de la modernidad vattimo gianniEl fin de la modernidad vattimo gianni
El fin de la modernidad vattimo gianniIvan Félix
 
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismo
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismoBell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismo
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismoIvan Félix
 
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrial
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrialDaniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrial
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrialIvan Félix
 
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-sociales
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-socialesMaurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-sociales
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-socialesIvan Félix
 
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvard
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvardPiketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvard
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvardIvan Félix
 
Tratado de semiótica general umberto eco - jpr504
Tratado de semiótica general   umberto eco - jpr504Tratado de semiótica general   umberto eco - jpr504
Tratado de semiótica general umberto eco - jpr504Ivan Félix
 

Más de Ivan Félix (16)

Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrial
Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrialRalf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrial
Ralf dahrendorf lasclases sociales ysu conflicto en la sociedad industrial
 
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnam
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnamTresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnam
Tresvisionessobrecapitalsocial bordieu coleman putnam
 
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologico
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologicoGiddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologico
Giddens anthony -_las_nuevas_reglas_del_metodo_sociologico
 
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos
123965534 56403692-lyotard-la-postmodernidad-explicada-a-los-ninos
 
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccion
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccionBourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccion
Bourdieu, pierre, passeron, jean claude, la reproduccion
 
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexiva
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexivaBourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexiva
Bourdieu, pierre, wacquant, loic, una invitacion a la sociologia reflexiva
 
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1
Mattelart armand-historia-de-la-sociedad-de-la-informacion1
 
Milton friedman libertad de elegir
Milton friedman   libertad de elegirMilton friedman   libertad de elegir
Milton friedman libertad de elegir
 
Modernidad pluralismo y crisis de sentido berger y luckmann
Modernidad pluralismo y crisis de sentido   berger y luckmannModernidad pluralismo y crisis de sentido   berger y luckmann
Modernidad pluralismo y crisis de sentido berger y luckmann
 
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizek
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizekGlobalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizek
Globalizacion diversidad cultural psicoanalisis zizek
 
El fin de la modernidad vattimo gianni
El fin de la modernidad vattimo gianniEl fin de la modernidad vattimo gianni
El fin de la modernidad vattimo gianni
 
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismo
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismoBell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismo
Bell daniel -_las_contradicciones_culturales_del_capitalismo
 
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrial
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrialDaniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrial
Daniel bell -el_advenimiento_de_la_sociedad_post-industrial
 
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-sociales
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-socialesMaurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-sociales
Maurice duverger-los-metodos-de-las-ciencias-sociales
 
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvard
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvardPiketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvard
Piketty el-capital-en-siglo-xxi trad goldhammer harvard
 
Tratado de semiótica general umberto eco - jpr504
Tratado de semiótica general   umberto eco - jpr504Tratado de semiótica general   umberto eco - jpr504
Tratado de semiótica general umberto eco - jpr504
 

Último

CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartirCULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartirPaddySydney1
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...JAVIER SOLIS NOYOLA
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosCesarFernandez937857
 
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPE
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPEPlan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPE
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPELaura Chacón
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxAna Fernandez
 
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialDía de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialpatriciaines1993
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxjosetrinidadchavez
 
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.José Luis Palma
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIACarlos Campaña Montenegro
 
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxdanalikcruz2000
 
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxPPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxOscarEduardoSanchezC
 
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.DaluiMonasterio
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDUgustavorojas179704
 
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwe
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtweBROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwe
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwealekzHuri
 
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptx
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptxProcesos Didácticos en Educación Inicial .pptx
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptxMapyMerma1
 
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...Baker Publishing Company
 
Flores Nacionales de América Latina - Botánica
Flores Nacionales de América Latina - BotánicaFlores Nacionales de América Latina - Botánica
Flores Nacionales de América Latina - BotánicaJuan Carlos Fonseca Mata
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadAlejandrino Halire Ccahuana
 

Último (20)

CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartirCULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
CULTURA NAZCA, presentación en aula para compartir
 
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
LA ECUACIÓN DEL NÚMERO PI EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS ...
 
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos BásicosInformatica Generalidades - Conceptos Básicos
Informatica Generalidades - Conceptos Básicos
 
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPE
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPEPlan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPE
Plan Año Escolar Año Escolar 2023-2024. MPPE
 
RETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docxRETO MES DE ABRIL .............................docx
RETO MES DE ABRIL .............................docx
 
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundialDía de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
Día de la Madre Tierra-1.pdf día mundial
 
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptxOLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
OLIMPIADA DEL CONOCIMIENTO INFANTIL 2024.pptx
 
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
 
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIARAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
RAIZ CUADRADA Y CUBICA PARA NIÑOS DE PRIMARIA
 
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptxLINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
LINEAMIENTOS INICIO DEL AÑO LECTIVO 2024-2025.pptx
 
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptxPPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
PPT GESTIÓN ESCOLAR 2024 Comités y Compromisos.pptx
 
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA  en la vida.
EXPECTATIVAS vs PERSPECTIVA en la vida.
 
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDUFICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO  2024 MINEDU
FICHA DE MONITOREO Y ACOMPAÑAMIENTO 2024 MINEDU
 
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwe
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtweBROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwe
BROCHURE EXCEL 2024 FII.pdfwrfertetwetewtewtwtwtwtwtwtwtewtewtewtwtwtwtwe
 
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.Defendamos la verdad. La defensa es importante.
Defendamos la verdad. La defensa es importante.
 
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptx
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptxProcesos Didácticos en Educación Inicial .pptx
Procesos Didácticos en Educación Inicial .pptx
 
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
 
Flores Nacionales de América Latina - Botánica
Flores Nacionales de América Latina - BotánicaFlores Nacionales de América Latina - Botánica
Flores Nacionales de América Latina - Botánica
 
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdadLecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
Lecciones 04 Esc. Sabática. Defendamos la verdad
 
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDIUnidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
Unidad 3 | Teorías de la Comunicación | MCDI
 

Slavoj žižek 1999 - el espinoso sujeto. el centro ausente de la ontología política

  • 1. ESPA CI O S DEL S A B E R 2 O Slavoj Zizek El espinoso sujeto v Slavoj Zizek El espinoso• sUJe o El centro ausente de la ontología política Slavoj Zizek (1949), doctor en Filosofía y en Artes, es investig dar superior del Instituto de Estudios Sociales de Liublia- na, Eslovenia, y profesor visitante en la New Scl100l for Social Research de Nueva York y en la Universidad de París VIII, En los últimos quince años ha participado en numero os imposios sobre crítica cultu- ral, filosófic y política, y ha tenido partí- cip< ió n política ctiva en la República de Eslovenia. Entre sus libros se cuentan Todo /0 que u tcd c¡u ri saber sobre Lacan y nunca e atrevió a preguntarle a H'tchcock (Ma- nantial, 1994), ¡Goza tu sin ama! (Nueva Visión, 1994), Porque no saben /0 que ha- cen(1 98) YMirando alsesgo(2000), es- tos últimos de uestro fondo editorial.
  • 2. Slavoj Zizek El espinoso sujeto El centro ausente de la ontologia política Traducción de j orge Piarigorsky PAIDÓS UUt:lIUS Aires - Barcelona - .léxico
  • 3. Tfrulo urigin;l : 11NTui/ishS"bj«t. TlN A/ormr Cntrn ofPo/irwl Ontolog;f el Sln'Oj tiMo. 19'XI V~ Londn:s-Nucv, Yod." 1'J99 Cublerta de Gusuvo MxIi Motr.v <kcubierta. Giu5C1JPC An:iml..lI,b . lm'irrno, óleo sobre madera, Urot 1550 Q...d... ri~", prob;bid>.•• <in I• • ....",....¡,m <O<f1U do]"" ri.....trt dd c<>f'l" ...... 1.0", ....con.. _.bltci....~D bo J"y..., la ~.oo ,....." P''''w de .,.. obn .,.... mediD" pro«>bno....... """ 'P"'>didoo la I'<'J""<'V'Ii.o 1 d uro;""", infunúto<o, 1 1.0 ddlribllcióll do ~ do d i• .-1...... pt..oIu "pm. poilW<o. o 1001 de IOdas b. edicion"" en 2<'1dlano Edilori:ll Paidós S....l CF Dc:li::n... 599. Buenos.-ircs e-nu il:p:lidoslileN.rio@ciuthd.ronur F..dicionc:sP3id6s Ibérica SA ,b riano Cubi92, 8 3rcc:lon3 Editorial Paidós ,I~ oSA Rebén D3riO II R, Méxicn, D.•·. Queda hechu el J ep6.1itu que: previene: Id ley 11.713 [ml'R:so en la Argentina. Printcd in Argclll i n~ Irnl'R:",, "n Verlap, Com, n,antc Spurr 653, Avellaneda, en ahril de 2001 ISIlN 9SO- I2-6520-X , Indice huroduccíón: Un espectro ronda la academia occidental. v. 1) 1 Lo "nocbe del mtmdo" l. El atolla dero de la imaginación trascendental, () Man in I Ieideggcr como lector de Kant _............... 17 1. El espinoso sujeto hegeliano 711 n Lo rmrvusnlidnJ escindida 3. La política de la verdad, o Alain Badiou CO IllO lector de San Pablo ...... I.J7 -l. La subjetivaci ón política y sus vicisitudes •............................................. IH3 III De la sujeciona la destituciónsubjetiva 5. (Des)apcgos apasionados, o j udirh Butlcr como lectora de Freud 2M 6. ¿Ad6ndc va Edipo? .13I Índiceanalítico............................................................................................. -I2 .~ 7
  • 4. lntroduccidn: Un espectro ronda la academia occidental... ...el espectro del sujeto cartesiano. Todos los poderes académicos han cntrudu en un a santa alianza pOIra exorcizad o: la New Age oscurantista (que quiere reem plazar el vparadigma cartes iano " por un nuevo enfoque holistico) r el de!'>- eonxtruccionismo posmod erno (para el cual el sujeto cartesiano es tina ficd 6n discursiva, un efecto de mecanismos textuales descentrados); los te6rkos habe r- 1II:1si¡lnOSde la com unicación (que insisten en pasar de la subjetividad monoló- gk¡l cartesiana a una intersubjetividad discursiva) y los defensores hcitlcggcri:l· nos Jel pensamiento del ser (qu ienes subraya n la necesidad de "nunv esar" el horizonte de [a subjetividad moderna que ha culminado en el acrualnihilisnm devastador), los científicos cognitivos (quienes se empeñan en demostrar cmpí- ricamente Ijue no hay una única escena del sí-mism o, sino un pandemónium de fuerzas competitivas) y los "ecólogos pro fundos" (quienes acusan al m.ucriul¡s- 1110 rnecanicista cartes iano de proporcionar el fundamento filos ófico para la ex- ploteci ón implacable de la naturaleza ); los (posunarxisras críticos (quienes sus- tienen que la libe rtad ilusoria del sujeto pen sante burgués arra iga en la divisil'm tic clases) y las feministas (quienes observan que el rogitosupuestamente asuxua- dn es en realidad una forma ci ón patriarcal masculina). ¿Cuál es la oricmación acad émica que no ha sido acusada por sus adversarias de no haber repudiado adecuad amente la herencia cartesiana? ¿Y cuál no ha res...pondido con la impur a- ción infaman te de "subjetividad cartesiana" a sus cr íticus más "radicales", así ('U - mo a sus oponentes "reaccionarios"? Las consecuencias son dos: 1. La subjetividad cartesiana sigue siendo reconocida por todos los poden:s académicos como una tradición intelectual muy fuerte y aún activa. 2. Esahora oportuno que los partidarios de la snbjcuvidad cartesiana, frente 9
  • 5. al resto del mundo, difund an sus modos de ver, sus metas, sus tendencias, y salgan al cruce de ese cuen to inf~ntil del Esp~c~~ de la Sll~jetivida~ Cartes iana, con el manifiesto filosófico de la subj etivida d cartesiana en SI mism a. Este libro intenta reafirm ar al sujeto cartesiano, cuyo rechazo nutre el pacto tácito (le todos los partidos enfrentados de la academia actu al: au nque estas orientaciones están oficialmente envueltas en una lucha J muerte (los babe rm a- sianos contra los desconsrruccíonlstas, los científicos cognitivos contra los oscu- rantistas de la N ew Age.. ,), todos esos part idos se unen en su rechazo al sujeto cartesiano, Por supuesto, no se trata de volver al (ogito en la forma cn que este concepto dominó el pensamiento moderno (el sujeto pensante transparent e para sí mismo), sino de sacar a luz su reverso olvidado, el n úcleo excedente, no reco- noc ido, que está muy lejos de la imagen apaciguadora del sí-mismo transparen- te, Las tres partes del libro se centran en los tres principales campos en los que actu almente está en juego la subjetividad: la tradición del idealismo alemán, la fi- losofía política posalthusseriana, el pasaje desconseruccionísta desde elsujeto a la problem ática de sus posiciones múltiples )' de las múlti~les subjetivizaciones.' Cada parte co mienza con un capítulo sobre un autor l-~uclal cuya obra repre,sen~ ta una crítica paradigmática a la subjetividad carteSUII1,I; el segl~ndo capl~lo aborda las vicisitudes de la idea fundamental subyacente en el capitulo an rcrror (a subjctividad cn el idealismo alemán, la subjetivización política, el complejo de Edipo romo explicación psicoanalitica de la emergencia del sujeto).' , Inicia la Primera Parte una ronfrontación detallado con el esfll~ tk Httdeggtr tendiente o atraoesar el horizonte de la mederna mbjetiviJnd cartesiana. Una y otra vez la lógica inrrfnseca de su proyecto filosófico obligó a los aut énticos fíl óso- , d "l " . hfos de la subjetividad a art icular un cierto momento cxcec ente e ocura 1Il e- rente al cogito, que ellos de inmediato tienden a "renorm alizar" (el mal ~Llbóli­ co en Kant, la "noche del mundo" en H egel, etcétera), En el caso de ~ Ieldegger, el problema reside en que su idea de la subjeti,vidad moderna no e~phca este ex- cedente intrínseco; sencilla men te no "c ubre' ese aspel'to del coglto que lleva a Lacen a sostener que el cogitoes el sujeto del inconsciente, El error fatal de Hei- 1. Véase un3 confrontación detallada con el rechazo críticolle la subjetivillad canesiana en las ciencias cognith'3s, en Sla'Oj Zii.ek, "The Cartesian Subject 'er.;lS m e Cartesian Thl-atre", en Cogitu,md t!ir UIICOIIScio/ls, comp"de Slavoj Zi;"ck, Durh,un, Duke Unive",?ity Pres~, 19<)8" 2, Resulta bastante interesante que las tres parres correspondan l:lmlllen a la tmu!a geu- gráfica de las tr,¡did ones alemana/ fnmct:Sll!angloamerícana: el iliealismo alemán, la filu:;ofía pulflíca francesa y los estudius cultura les angloamericanos. 10 I k¡':~l'r rcsulLl claramente disrcnublc en el rr;IC 1SO de Sil let"tur;l de Kuru: ,llltl l ru-r (,11'0 1'0 rn 1,1 illl,lgin,ld<'m tr.rsccndcnml, ll cidcggcr P 'I S,1 p OI" :1 1111 la diuu-n- ~ i ("1I 1 ('1;)Ve de la illl,lgin:lt'ilín, su nspccro .nuis intétic«, dcstl"lIctivo, lllle 10 ('" Ild~ 11IIl' IIlnl nombre rlc] ;tl,i"lllI) tic b libert;ld; este fUt";ISC' tam bién 'Irn .j;1nueva IUI ..ohrt' lo. vieja t"uestiún del t'Hltlpn lllliso nazi de I leidcgger. Después de l'Ma ron- Irulll;¡d/m, el segu ndo capitulo abnrda b elaboración del stotm tic la suhje l ¡ i ~ daden Il egel , centr ándose en el vínculo entre el concepto f ilosófico de rctl cxi- vuludye] giro reflexivo que caracteriza ,11sujeto (histérico) del iuronscu-ntc. 1.;1 ScguIHb Parte presen ta UIl" confrontación sisrenniticn ccnlus ru.u rr Il ~ Il¡..o fos que, de uno u otro modo, han to mado a Ahhusser como pun to de p.rrti- .1,1, pero más tarde, a través de una critica a ese pensador, desarrollaron Sil" pro- pi,l" tcnTÍas de la subjetividad política: la teoría de la hegemonía de Lac lau, hl h'nrí;1de la éwrl¡bcr,é de Balíbar, la teoría de la mü m tClttl! de Ran cierc, la tt'orÚ¡ Ilr lladiou de la subjetividad como fidelidad .11acontecimiento- verdad. El pri- 1I1l'l" cnpitulo se centra en el intento de este último autor de formular una "Itlllí- li(,;t de b verdad" capaz de supcrar las posiciones actua les de los dcsconsrrucr¡o- ni"LI" }'los posmodernos, pon emos un énfasis especial en la lectura pionera que It uliul1 realiza de San Pablo. Aunque me solidarizo con su intento de rcnfirmar 1", dimt'nsiún de lo universal como lo verdaderam ente opuesto al gloh,lli"lllo (',1- pit.rlist u, rec!1,17"O su crítica a Lacan, es decir, su tesis de que el psicoao.il i..ls no puede proporcionar lo.. fundame ntos de una nueva pr áctica pol ítica. El capitulo ..i¡.:uiclttc analiza los modos en q ue estos cuatro autores abo rd an la puski"1Il Ii ~ ls-ml -dcmocr érica "pospolítica" predominante, tlue es el modo político del ,U'~ 1I1i11Clpit.llisltlll global; cada uno de ellos despliega su propi a versión lit, 1,1 suh- jC"livizilt'ilÍn política. 1,; Tercera Parte trata de LIS tendencia s del act ual pensamien to plllílit'll "POIll11llcrno" que, con tra el espect ro del sujeto (trascendental), intenta nfinnar 1,. prolifc mciónhberadoru de las múltiples formas de la subjetividad: femenina. IUIIIIO"CXlI'1I, émica ..; Según esta orientaci ón, debernos abandonar t I ll W1,1 Illlpusihle de una transformación social global y, en lugar de eH,I, conccnu-ar nue stra atención en las diversas maneras de reafirmar la propia subjcri vidnd pill'~ rhulnr en nuestro complejo y disperso universo posmodemo, en el cllal c1 n'('u Illll"illtiento cuhul"dl importa m;ls que la lucha sociocrollómica. Es decir quc ('n l'''1.I o ricntaci()t1 los "estudios culturales" han ree mp lazado a la crítka que rC;lli· 1,1 b economía política, La versión más representativa y convincente tic 1.'''1.1'' h "OIÚ S, que se cxpresan pránicamente en la "política de la identidad" Itlultit'ul- 1111',llist,l, es la teoría performativa de la formación del género formulad,l ]101".111- dith Butler. El primer capítulo de esta parte emprende una confront:lCicíll dClol- Ilolcl;1 l'on la ohr,l de Butler, concentrándose en aquellos de sus ,ISpCl'tnS qm' I..ICc n IHlSible un diálogo producti'Ocon el psicoan:ílisis lacaniano (las idr:;l" d(' 1/
  • 6. "apego apasionado" y el giro reflexivo constitu tivo de la subjetividad), El último capitulo enfren ta directamente la cuestión clave del "Edi po hoy en día": el deno- minado modo edipico de subjetivización (la emergencia del sujeto a tra vés de la incorporación de la prohibición simbólica encamada en la ley paterna), ¿está realmente en declinación? En tal caso, ¿qué es lo que lo reemplaza? En una confrontació n con los defensores de la "segunda modernización" (Giddc ns, Beck), aducimos la sostenida actualidad de la "dialéctica de la Ilustración": lejos de limitarse a libera rnos de las coacciones de la tradición patriarcal, el cambio sin precedentes en el modo de funcionamiento del orden simbólico que estamos presenciando hoy en día engendra sus propios nuevos riesgos y peligros, Si hicn el tono básico de este libro es filosófico, cons tituye ante todo una in- tervención política comprometida, que encara la cuestión quem ante del modo en que vamos a refo rmular un proyecto político izquierdista, enrícapnefísta, en nuestra época de capitalismo global y su complemento ideológico, el muhicul- ruralismo liberal-democrático, Una de las fotos emb lemáticas de 1997 fue sin duda la de los miembros de algu nas trihus indígenas de Borneo llevando agua en baldes de plástico para apagar los incendios giga ntescos que estahan destru- yendo su h ábitat: la inad ecuaci ón ridícula de su modesto esfuerzo se equiparaba al horror de ver desaparecer todo su mundo vital. Según los informes periodísti- cos, la gigantesca nube de humo que cubri ótoda el área del norte de Indonesia, Malasia y el sur de las Filipinas sac óa la Naturaleza de su curso, de su ciclo nor- mal (a causa de la co nt inua oscuridad, las abej as no pudiero n desempeñar su parte en la reprodu cción biológica de las plantas), T enemos aquí un ejemplo de lo Real incond icio nal del capita l global que perturba 1.1 realidad misma de la N amralcza, la referencia al capit al global es necesaria, puesto que los incendios no fueron sencillamente el resultado de la codicia de los madereros y granjeros locales (y de los corruptos funcion arios estatales indonesios que la consin tie- ron), sino también del hecho de (IUC, debido al efecto de EI 1'iño, la exrraordi- naria sequía no termin ócon las lluvias que regularm ente apagan esos incendios, Y eI efecto de El N iño es global. De modo que esta catástrofe da cuerpo a lo Real tic nuestro tiempo: la em- bestida del capital que despiadad amente pasa por alto y destruye mu ndos vitales paniculares, amenazando la supervivencia misma de hl humanidad. Pero, ¿l..'u á- les son las consecuencias de estas catástrofes? ¿ESt;llllOS solo unte la lógica del capital, o esta lógica es precisamente el impu lso predominante de la mode rna actitud productivista de dominio tecnológico y explotad ('l1l de la naturaleza? 0, incluso más, ¿es esta misma explo tación tecnológica 1:1expresión definitiva , la realización del potencial más profundo de la subjctivid.ulcnrtcsiana moderna en sí misma? La respuesta del autor a este dilem a es 1,1CIlEilil'o veredicto de "¡Ino- ccnre!" para el sujeto cartesiano, 12 EII su ('uilladosa pl'cpu al'itín ('t1itlllü l tic mis lll'IllUS<Titn !,;.r;l '('ru, (;illi;1II1He;Hllllolll siempre 1IU' sorprende l un los l);lllt:llullcs (intdl'('tll;II(',,) cu- du..: su mir,ub encuentra, sin equivocarse IIUIlCI, repeticiones t' illl."(Jl1itt'lu"i;l n~'~'i;l en ~a :lrglllllcntacit'I~: (:.I~:IS atr ihucinnes y referencias tille POIl('lI tIc 11M . rufiesto ll lt f:.It;. de cdllcac)oJl general, P;!f;.l no mcncinnar la torpc;,'.;. llcl e~l i l ll.. , c( :{ lI llu pod ría no sent irme avergonzado, y por lo tanto oditt,.J,,? Po r ot ro t ule1, ella tiene rodas las razones p;lr,l Q/lillrme 11 mí. Cousrantcmcn rc la I.omhartl('o 1'011 agregados y cambios tardíos en el original, de modo que no me ellesl'l inm- gilLI!" que tienc una muñeca (le vudú a la q ue por las noches au-avicsn ( 'U Il una :I¡!;Uj:l g-i~a,lltesc:l: Este ~d~o" recíproco, como en los buenos viejos dí,lSdel llolly- WOOtl d :1SICO, señala el IniCIO lle una her mosa amista d, de modo que a ella h- dl~ ­ dieo este libro. 13
  • 7. La "noche del mundo"
  • 8. l. El atolladero de la i'/llaginaci()ll trascendental, oMartin Heidegge1' como lector de Kant Uno de los rasgos enigmáticos del pensamiento posmodc rno "prog-n:sísLI ", desde Derrida hasta Frcdric j ames.m, reside en su relació n :'!111!Jipl,Il"OIl Ll fih¡ solh de H eidegger: Heidegger es tratado con el debido respeto, ;1 Illt' lllH II > (' 11 commmos remisiones tácitas a él, como a una autoridad indiscutible; allllislIllI tiempo, una incomodidad, nunca explicada totalmente, nos impide suscribir 111 11' co mpleto su posición, COITIO si una especie de prohibición invisible ¡mplic"!",, 1]111: en H eidegger debe hab er algo fundamentalmente errrut cn, :llllll]Il C 11l ,SCl Iros no estemos (todavía) en condiciones de determinar (le qué se rr.nu. Ind mo cuando los autores se arriesgan a una confrontación abierta con él (rumo lo 11:1 ('e Derrida en Del ejpíritu),l como regla el resultado es ambiguo; hay un I.:SI'I1('I"1O por distanciarse de Heidegger, mientras que de algún modo se pen l1'llll.:('1.: en su rnruino (Heidegger sigue siendo un filósofo de los O rígenes y de 101 I'n:s('lIria auténtica, aunque hizo cuanto pudo por "desconsrruír'' la lógica llH:l:l ffska dl' los Orígenes...). Por un lado, quienes adoptan una de las dos posiciolll's l'X ln'· mas, y se lanzan a un intento desesperado de lograr la apropiación lIolÍlÍt':IIIWIl te progresista de Heidegger (como la lectura "anárquica" de Rciucr Schür mann);' o proponen el rechazo total de su pensamiento (como Adorl111 ' o Lyorard)- pueden ser convincentemente descartados por abordar 1I1la ill1:I¡,{'1l 1. Véase j acques Derrida, lJe l'csprit. Hddq{.f!/r ct la question, París, (;;¡IiJéc, 1'JK7, IF,l. L'ast ,: Del espíritu: Heideggery Inpregunta, Valencia, Pre -textos, 1989,] 2, Véase Rcincr Schiirmann, Heider;ger on Beingand Acting, Bloomingtoll, Iudiann Uuivc¡ sity Presa, 1'JS7, 3, Véase Theodor V, Adorno, Tbe]tlrgo1l ofAuthentící ty, Londres, N ew Len B""h, 1'17 1, 4. Véase j ean- Franccis Lyorard, lfdd,'ggeret "lesJuif' París, Galilée, 1YllH, [Fd, l'N .: Ilri '¡egger), losjudíos, Huertos Aires, La Marca, 1995,j 17
  • 9. simplificad a del filósofo, que no está a la alt ura de su rigor intelectual: las raíces ético-políticas (le este atolladero de la referencia desconstruccio nisra a Heídeg- ger han sido quizá formulad as del mejor mod o por Derrida en su entrevista con j ean-Luc i':mcy: Creo en la fuerza y la necesidad (y por lo tanto en una cierta irreversibilidad) del acto por el cual Heidegger SIIstit/lyr un cierto concepto del D(lsáll por un concepto del sujeto aún mas marcado por los rasgos del ente como uorhanden; y por lo tanto por una interpretación del tiempo, e insuficientemente cuestionado en su estructura ontológica [... ) El tiempo y el espacio (le este desplazamiento ahrieron una bre cha, marcaron una brecha, dejaron frágil o recordaron la fragilidatl ontológica es encial de los fundamentos éticos, jurídicos y políticos de h democracia, y de tod o discurso qle pOJ:lIIlOSoponer al nacionalsocialismo en todas sus forma s (las "peores", 1) aquellas a las que Ileidegger y otros podrían haber pensado en oponerse), Estos fundamentos estaban y sigue n estando esencialme nte sellados por una filosofía del sujeto. Se pue· de percibir nípidamente la pregunta, que también podría ser la tarea: ¿podemos t o- mar en cuenta la necesidad de la analítica existencial y lo que ella des troza en el suje- ro, y volvemos hacia una ética, una política (¿son aún apropiadasestas palabras?), por cierto una "otra" democracia (¿st:ria todavía una democ racíaj}, en todo caso hacia otro tipo de respon sabilidad qle salvaguarde contra lo que hace un momento deno- miné muy rápidamen te "In peor"? [.,.) Pienso que algunos de nosotros trabajamos precisamente para esto, y esto solo puede producirse a través de una traj-ecroria b rga y lenra.! Este es el terrible atolladero: si un o suscribe la desconstrucci ón qu e realiza I Ieidegger de la metafísica de la subjetividad, ¿no socava de este modo la posi- bilidad misma de una resistencia basada en 1:1democracia a los horro res totalita- rios del siglo XX? La respues ta de Habermas a esta pregu nta es un "sí" definíci- vn y pat ético y, por esa razón, él rambién se opuso :1 La dialecticade(o líustracidn, de Adorno r Horkhcimer, un libro que (de una manera no totalmente disti nta de la de l leidcgger) ubica las raíces de los horrores totalitarios en el proyecto b ásico de la Ilustraci ón oc cidental. Por supuesto, los heideggerianos replicarían qu e no se puede oponer senci llamen te la subjetividad de mocrática a sus excesos totalitarios, puesto que estos últimos son "la verdad" de la pri mera, es decir que fenómenos como el totalitarismo arraigan en reali dad en la subjetividad mod er- na. (Pa ra decirlo de una manera un tanto simp lificada, es así como el pro pio 5. ....Eating w ell», or rhc Calculation of the Subjecr. An lntcrview wlrh j acques Derrida", en JVboCrJn/tsA[ür tht SlIbjm (comp. de EdUArdo <:adan , Peler Cunnor rJean-I.uc Nancy), 1'UC·3 York, ROlltletlgc, 19'H, p<Íg. ¡()-1.. 18 lll-idcggcr c. plit·.') su bre ve compromiso nazi: por el ht't"lm tic (lile el prn}'(Tln de FJ Sn'.yl" Tit."lptJ no estaba aun totalmente 1¡¡lCrado del enfoque tr,I'('l"ndt'l r••l.) L 1 misnu :nnbigüctL(! parece también determ inar la rctcrcncin (:1 1I1l'nll. 11I inconsistente) de Laca n a H eidegger, (lile oscila en tre la apropiación de alf{unm términos clave de Heidegger COIllU C31l;lces de proporcionar la husc;ub funda- mcntación del psicoan álisis. y un a serie de observa ciones circu nstanciales IW)'Il' nnivas de sus últimos años (por ejemplo, ti que calific ó sus anteriores rcfcn-n- cias a Heidegger de puramente externas y didácticas), Contra el telón .Ic fo nd" de este enredo, nu es tra tesis será que Lacen tuvo éxito allí don de fracasaron I I;¡ hermas y ot ros "defensores del sujeto", incluso Di eter H enrich : [:1 (re)kcllll'.l 1.1 cani ana de la problem ática de la subjetividad en el idea lismo alcnutn ll o' pn ll li te llO solo delinear los co ntornos de un concepto de la subjeti vidad (¡tU' n. , " ad ecua al marco de la idea heidegge riana del nihilismo inherentea 1:1sllhjt"l ll" dad moderna, sino también situ ar el punto del fracaso intrínseco dcl ctlilid o 11 losóficu de H eidegger , e incluso la cuestión discu tida a menudo dc las cvctuu.t les raíces filosó ficas de su compromiso nazi. E l. CmIPp.mIlSO r OLÍ11Co H EID EGGERIA.'O (1'SU RL:PTURA) T omemos como punto de parti da la crítica a W agncr realizada por Ni ell,s- che: Heidegger se apropió de ella como rechazo paradigm ático de todas las ni· tiC.1S al subjetivismo que subsistían en el horizo nte de la subje tividad cartesiana (digamos las críticas liberales-democráticas a los excesos totalitarios tic la suhil'- tivida d). N ietzsche tenía un instinto infalible qu e le pcrtnit ó discernir, dcl ni, del sabio (Iue predica la negación de la voluntad de vida, el resentimiento 111.' L. vnluntarl frustrada: Schopenhauer y sus igual es eran figuras cómicas que d('',l ha n su envidia impotente, su falta de creativ idad afirm adora de la villa, ·01 1 '11 ti éudola en una pose de sabiduría resignada. (El diagnós tico tic Ni cl/,Sf"!I(', elU, vale también para los intentos actuales de "superar" el paradigma cancsiall11 dI· dominación por medio de una nueva acti tud holísrica de renuncia :11'lIllf llP" centrismo, de aprendizaje hu milde ante las culturas antiguas, etcéler.l?) En su proyecto de superar la me tafísica, Heidegger suscribe plcnaurcu«- L. actitud nietzschiana de desech ar las salidas ráp idas y fáciles: el único lllllllo real de rompe r la clausura metafísica consiste en atravesar su forma rmis 1il"lig:ros;I, soportar el dolor del nihilismo metafísico extremo, lo que sigllifinl tIlle hay 11 m. rechazar co mo sedantes fútiles y falsos todos los intentos directos (le suspen der el círculo vicioso enloq uecido de la tecnología m(x!erna por medio tic U1 retnr- no a la sabiduría tradicional premod erna (desde el cr istianismo h:1SI:1 el pl"ll;l 19
  • 10. miento orie ntal); hay que rechazar todos los intentos de reducir la amenaza de la tecnología mode rna al efecto de algún error social óntico (la explotación ca- pitalista, la dominación patriarcal, el paradigma m~canicista ...). Estos ~ntent<~~ no son solo ineficaces: su verdadero prob lema consiste en que , en un nivel mas profundo, incitan aún más al mal que pretenden combatir. U n ejemp lo excelen- te es el de la crisis ecológi ca: en cuanto la reducimos a las perturbaciones provo~ cadas por nuestra explotación tecnológica excesiva de la naturaleza, implícita- mente suponemos que la solución consiste en apelar una vez más .1 innovaciones tecnol ógi cas, a una nueva tecnología "verde", más efuientey ~~olml en su control de ros proctsOS naturales y los recursos hIl1J1a1Io~•.• Toda preoc,upaclOn y .todo proyecto ecológicos concretos tendientes a cambiar la recnologfa para mejorar el estado de nuestro Ambie nte natural quedan entonces devaluados por hasarse II su vez en la fuente del problema. Para H eidegger, el verdadero problema no es la cr isis ecológica en su di- mensión óntica, que incluye una posible catástrofe glohal (el agujero en la capa de ozo no, la fusión de los casquetes polares, etcéte ra), sino el modo tecnológico de relacionarnos cun los entes que nos rode an; esta crisis, que es la verdadera, será aún más radical si la catástrofe esperada 110 ocurr e, es decir, si la humanidad logra el don~inio tecnológico de 1.1 situación crítica... P{~r esta razón, Heid~gger niega tamhién la pertinencia filosófica de la problemática liberal convenc.lonal de la tensión entre las sociedades "abiertas" y "cerradas", entre el funciona- miento "normal" del sistema capitalista democrá tico, con su respeto por las li- bertades y los derechos humanos, y sus excesos total itarios (fascistas o com~mis­ tes). Por lo men os implícitamente, Heidegger desvaloriza el esfue rzo tendiente a restringir el sistema, a mantener su "rostro humano", a ohlig~rlo.a respetar las reglas básicas de Lt democracia y la libertad~ a ~f()movcr la so.!Jdan dad 11ll1ll<ln~, a impedir el deslizam iento en excesos roralitarios... Para H eidegger esto equ~­ vale a hui r de la verdad interior del sistema, que esos excesos ponen de maru- Fiesro: tales esfuerzos tibios por mantener el sisrema bajo control consti tuyen el peor modo de permanecer dentro de su ho rizonte. D ebemos recor~lar en este punto el papel estratégico del sign ificante."histeria" en el moderno d.sc~r:o ~­ lítico "radical", incluso el de los bolcheviques, que desechaban como híst éri- cos'' a sus oponentes cuando estos se quejal~an por la,falta l~e valo res ~emoc~~­ tices, por la amenaza to talitaria a la humanidad, y aSI sucesivamente. [amblen en esta línea, Heidegge r denunció las dema ndas liberales-humanistas de un "ca- pitalismo con rost ro humano" como una falta de disposició n a enfrentar la 'e~~ dad trascendente en su radicalidad insoportable. El paralelo con los bclchcvi- ques es absolutamente pe rtinente; lo que H eidegger comparte con los marxistas revolucionarios es la idea de que la verdad del sistema surge en sus excesos: para Heidegger, igual que p·ara los marxistas, el fascismo no es una simple aherT;lción 20 del ,les'llTullo "nor mal" del l·apitalislllo, sino el desenlacc lH"n ..s.u·jll tic " 1oIi.,.• mica interior. l'cm <Hluí surgen complicncioncs: 1111 examen uuis ntcnto descubre 111'0" 10 1ItiC la cstrarcgia arg umcncuiva de Il eitiq .¡g-e.· es doble. l'or una parte, 1:1n'ch'l. ·W roda preocupación por la democ racia ylos derechos lnuuanos l·nmo un .lsUll to puramente bntit"<) que no merece un examen oruológico prOpi;lIllenll· lilllSú fico: la democracia, el fascismo, el com unismo son lo mismo con respcclo al destino trascendental de O ccidente; pOI" otro lado, 1.1lusisrcncia en que no ('sei convencido de que la democracia sea la forma política que mejor se :Ull't·U.1 ;1 1.1 esencia de la tecnología- sugiere, sin embargo, que hay 0(1"(1/0,.,1111 !)(Jlitifll 1II.1s conveniente para esa esencia ontológica: durante alg ún tiempo, l lcidcggcr pC114 S'-l que la había encontrado en la vmoviltzación total" fascista (pe ro, signilil'ali· vamcnte, nunca en el comunismo, que para él siempre siguió siendo, en tdnni - IlOS trascendentales, lo mismo que el amcricanisrno.. .). Desde luego, I leidq {gn subr aya reiteradamente que la dimensión on tológica del nazismo no dehe cqui Il;lr;¡rse con el nazismo como orden ideol ógico-polfrico óntico; por ejemplo. en UI1 con ocido pasaje de lntrxduaidn ti In 7Jtrt"fúica repudió la ideología raó al 'lioo logista como algo que desvirtu aba por completo la "gra ndeza interior " dcluur- vimic utu nazi, grandeza que residía en el encuentro entre elhombre moderno )' la tecnologta," Sin embargo, subsiste el hecho de que H eidegger n/mCII h<lllll', de la "grandeza interior" de, digamos,la democracia liberal, como si la democracia lilleral fuera solo una cnsmovisi ón superficial sin ningu na dimensión subyaccmc de asunci ón del propio destino trascendental. ..~ (,. En la entrevista para Spiegd le pregunt"r" n a Heidegger qué sistema político se ad,'n l.1 h'l mejor 3 13 tL~n ología moderna, y él respcndié: "i':o estoy convencido de 1111' sea 1.. ,11·,,11' cracia". (Tbr HóJrggrr Contrrn:m:y:A Cri,ir"JRt"Jrr (comp. de Richard " 'ollin), Ca mhti"Il'·' MA, . lIT PreS'S, 1993, pág. 104.) 7. "Las obras que ahora se difunde n como la filosofía cid nacionalsocialivruo 1.,. 111" 111· ncu nada que ver con la verdad y la grandeza interior de este movimiemo (a saber: d ,·m lit 11 1m entre 13 tecnología global y el hombre mod erno).~ (, b rtin H eidegger, A" blfl"'/¡¡,'''''' 1ft ,lNilpbyJia , New Haven, CT , Yale Unlversity Press, 1997, pág. 199.) H. Con res pe cto al acoplamiento de estalinismo y fascismo, H eidegger le Ol<Jff(;1 lk il.1 me nte la prevalencia al fascismo. En este punto yo difiero de él y sigo a Alain [Iudiou (véa,,· Alaln Uadiou, L 'Étiqut, París, l Iatier, 1993), quien sostiene que, a pes ar de los horrores vruuv ti(I.~, en su nomhre (o, más bien, en nombre de la forma cspccrñca de ('SOS horrores], el ('0111 11 nismo estalinista está intrínsecamente relacionado con un acoutcciuuenm- vcnlud (la l{cv" lu eión (le O ctubre), mientras que el fascismo era un seudoacontecimieuto, 11I1,1 mentira ( '011 fmllla de autenticida d. Véase el capítulo 2 de Slavoj Ziicl.:, Tbr I'laR"r ,,¡ FaIl1flJ;r1, LfllUlno, Vcrso, 1997. 21
  • 11. A propósito de este punto preciso, ro mismo encontré mi primer problema con Heidegger (puesto que empecé como heideggeriano: el tema de mi primer libropublicado era Heidegger y el lenguaje), Cuando, en mi juventud, me bom- bardea ban las historias de los filósofos oficiales del comunismo sobre el com- prom iso nazi de H eidegger, ellas me dejaban más bien frío; yo me sentía definí- demente más del lado de los heideggeri anos yugoslavos, Sin embargo, (le pronto tomé conciencia de que esos heideggerianos yugos lavos c~taban hacie ~­ do con la ideología yugoslava de la autogestíón exactamente lo mismo que H eI- degger había hecho con el nazismo: en la ex Yugoslavia, los heideggerianos es- tablecieron la misma relación ambiguamente asertiva con la autcgestión socialista, ideología oficial del régimen comunista; u sus ojos, la esencia de la au- togesrión era la esencia misma del hom bre moderno, razón por la cualla con- cepción filosófica de la aurogestió n se adecuaba a la esencia ontológica de nues - tra época, mientras que la ideología política corriente del régimen no advertía la "grandeza interior" de esa autogesti ón... De modo que los heideggerianos están eternamente en busca de un sistema político óntico, positivo, que se aproxime al máximo a la verdad ontológica trascendental, una estra tegia qu e inevirablemen- te lleva al error (el cual, por supuesto, siempre se reconoce solo retroactivame n- te, post[amnn, después del desenlace desastroso del propio compromiso), Como dijo el propio H eidegger, quienes más se acercan a la verdad onto ló- gica están condena dos a errar en el nivel óntico .. . ¿Errar acerca de qué? Prcci- sarnente, acerca de la línea divisoria entre lo ónt icoy lo ontol ógico. La paradoja que no hay que subestimar es que el filósofo que centró su interés en el enigma de la diferencia on rológíca, el filósofo que previno una y ot ra vez contra el error metafísico de atribuir dignidad on tológica a algún contenido óntico (por ejem- plo, a Dios como la Entidad suprema), ese mismo filósofo cayó en la trampa de conferirle al nazismo la dignidad ontológica de su presunta adecuación a la esencia del hombre moderno, La defensa convencional de H eidegger ante los reproches por su pasado nazi se basa en dos pun tos: primero, su com promiso nazi fue un simple error personal (una "estupidez" [D1l1mllhá t), como dijo el propio Heidegger), sin ninguna relaci ón intrínseca con su proyecto filosófico; en segundo lugar, el principal argu men rc aduce que la prop ia filosofía de 1~ei ­ deggcr nos permite discernir las verdaderas raíces trascendentales del to talita- rismo moderno, No obstante, lo que en este caso no se reflexiona es la compli- cidad oculta entre la indiferenci a ontológica respecto de los sistemas socia les concretos (capitalismo. fascismo, comunismo), en cuanto todos ellos pertenecen al mismo horizonte de la tecnología moderna, y elsecreto privilegio acordado a un modelo sociopohtico concreto (el nazismo en H eidegger, el comunismo en algunos "marxistas heideggerianos") corno más próximo a la verda d on tol ógica de nuestra época. 22 En este lJIIllto dclu-mus evitar la 11':ll ll Jl:l en l,¡ que raen los elel 't'II S11l't·S ell· ( Id degger, quienes p:lS:llI pOI· alto su compromiso 1l:11,i <'0 1110 una simple ,111<1 malfu, una cafda en el nivel óntico , en Flagrante cOlltr:ulit't:i(lI con el propio pensamie nto del filbsofll, quien nos enseña a no con fundir el hormuuc untol'" giCll con las elecciones ónticas (como hemos visto, Jlcidcggcr cstiÍ en Sil n 'nit UI:IlH!O demuestra que, en un nivel estructural nuis profundo , las oposidlllH''1 ecológicas, conservadoras, etcétera, al universo moderno de :1 tel·llologí:l, estdn ya insertadas en elhorizonte (le lo que se proponen rechazar: la crítica eml,i)(ku a la explotación tecnológica de la naturaleza en última instancia conduce :1 1111;¡ tecnología más "sensata desde el pu nto de vista ambiental ", etcétera). l'cn I II1 verdad es que H eidegger no se comprometió con el proyecto político 1I:11i '11" SlI1· de su enfoque filosófico ontológico, sino (J (1l 1ISa J~ él; este com prcuniso no est aba por(/~bojo de su nivel filosófico; por el contrario, para comprendera I lt'l dcggcr el punto clave es captar la complicidad (en el lenguaje de lh-gcl, 1.1 "identidad especulativa") entre la elevación por sobre las prcocupncionc-, ruui l'¡lS }' el apasionado compromiso po lítico óntico con el nazismo. Vemos aho ra la trampa ideológica en la que cayó H eidegg er. Cuando él eri tic..l el racismo nazi en nombre de la verdadera "grandeza interior" dcl movi- miento, repite el gesto ideol ógico elemental de mantener una distancia interior respecto del texto ideológico, el gesto de sostener que debajo de ese texto h:l}' :llgo más, un núcleo no -ideo lógico: precisamente, la ideología ejerce su pod l'r sohre nosotros por medio de esta insistencia en que la causa a la quc ,ullJ('rirnm no es me ramente ideológica, Entonces, ¿dónde está la trampa? C U:1lHlo el I lci- .lcggcr decepcionado se aparta del compromiso activo con elmovimiento nari , lo hace porque ese movimiento no está a la altura de su "grandeza interior", 'li· no tlue se legitima con una ideolcgfa (racial) inadecuada, En otras palabras, lo {lile H eidegger esperaba del nazismo era que se lcgirimam con una ouu-icnci.. directa de su "grandeza interior". Y el problema reside en esta idea dc la posihi lidolíl de que un movimiento político se remita directamente u su funcl:llllt'JlIU histórico-on tológico. Esta expectativa es en sí misma profundamente lllct;¡físil',I, en 1.1 medida en que no reconoce que la brecha que separa la lcgitimnción itlt'u l égica directa del movimiento respecto de su "grandeza interior" (su l'Sl'ndl1 hisrórico-onrológica) es constimtiua, una condición positiva de su "[nm-iuna miento", Para emplear los términos del último I leidegger, la pe rspicacia onlo lógica necesariamente entraña la cegu era r el error ónticos, yviceversa: es decir qlle, para ser eficaz en el nivel ón tico , hay que desatender el horizonte Olllolt',- g-ico de la propia actividad, (En este sentido, H eidegger subraya que "1.1cicm-in no piensa" y que, lejos de ser su limitación, esta incapacidad es el motor misU10 del progreso científico.) En otras palabras, lo que I leidegger p,lrece int::Il,II, tll' suscri bir cs un com promiso político concreto que ¡IUpU su cegucra consuun iva, 21
  • 12. necesaria, co mo si en cuanto reconocemos la brecha que separa la conciencia del horizonte ont ológico respecto del compromiso óntico, todo compro miso óntico quedara desvalorizado, perdiera su auténtica dignidad. O tro aspecto del mismo problema es el pasaje desde "lo (Iue está a la mano" y lo "prese nte ante los ojos" en ElSery ti Tiemp». l leidegger toma como punto de partida la inmersión activa en su ambiente del agente finito comprometido que se relaciona con los objetos que lo rodean como con algo "que está a la ma- no "; la percepción indiferente de los objetos como "presentes ante los ojos" se desprende gradualmente de ese compromiso cuando las COS¡lS "fun cionan mal" de diferentes modos, y es por lo ranro un derivado de la presencia. Desde luego, lo que Heidegge r dice es que la descripción onto lógica adecuada del modo en que el Dasein está en el mundo debe abandonar el dualismo cartesiano moderno de los valores y los hechos: la idea de que el sujeto encuentra objetos "presentes ante los ojos" sob re los cuales proyecta a continuación sus meras, y que explota en con cordancia, falsea el verdadero estado de COS¡lS; falsea el hecho de que 1;1 inmersión comprometida en el mundo es primordial, y de que todos los otros modos de la presencia de los objetos derivan de ella. Pero, en un examen más atento, el cuadro queda un tanto desdibujado y se vuelve m ás complejo. Con El Sery el Tiempo, el pro blema co nsiste en coordinar las series de pares y oposiciones: L1existencia auténtica opuesta a dos A1t1n;la an- gus ua opuesta a la inmersión en la activi dad m undana: el pensamiento filosó fi- co verdade ro opuesto a la ontología tradicional; la sociedad moderna dispersa opuesta al pueblo que asume su desti no histórico ... Los pares de esta serie no se encuentran sencillamente superpuestos: cuando un artesano o campesino pre- mode rno, siguiendo su modo de vida tradicional, estaba inmerso en su compro- miso cotidiano con los objetos "que están a la mano" incluidos en su mundo, esa inmersión era definidam enre distinta de la de das Mal1 de la ciudad moderna. (Por esto, en su célebre"¿Por qué debe mos perm anecer en la provincia?", el propio Heidegger contó que, cuando dudaba en acepta r la invitación para ense- ñar en Berlín, consultó con un amigo, un campesino muy trabajador de su re- gión, quien se limitó a menear la cabeza en silencio; de inmediato Ilcideggcr tom óese gesto com o la respuesta aut éntica ¡ su problcma.) ¿N o se trata enron- ces de que, en con traste eon estos dos modos opuestos de inmers ión (la partici- pación autént ica con "lo que está a la mano" y el moderno dejarse arrastrar de d.JJ Man), hay tambi én dos modos opuestos de tOI11¡lr distancia? Es decir, la ex- periencia existencial conmoc ionanre de la angustia, que nos arranca de la in- mersión tradicional en nuestro modo de vida, y la distancia teórica del observa- do r neutral que, COllO desde afuera, percibe el mu ndo en "representaciones". Parecería 'Iue esta tensión "auténti ca" entre la inmersión del "ser en el mundo" y su suspensión en la angustia es red uplicada por el par "inautént ico" de das 24 Al"" Y b olllulugía lllel,lrísk ¡l tradicional. lJc mmlH tlue lellCl1os nl;llro po, i cienes: la tcusión en 1,1vida co ridiann entre el "ser en elmundo" ,1l11 élllit'lI }',/,/ AI'III, ;sí l'C/ IIU ) la tellsic'm entre los tllls tlu)dlls (le extraemos del ('1 11"' 11 t'tllilli;llltl Ile 1,IScosas: el csrudo existencial aut éntico tic resoluciún (decisilÍn 111111;111.1), )' Iltlr mro lacio la ontología metafísica tradici onal. ¿N o tenemos aquí IIn:l cspn'jt" de cuadrado semiótico heide ggeriano? ¡ 1Icidcggcr no le interesa el problema (hegeliano) de legililll¡lr Lis 1101"111; ' que regulan nuestra inmersión en el mu ndo cotidiano; él oscila e,lllre 1, i ~ l,ll H'1' sión directa (prerrcflexiva) en la vida diaria y el abismo de la desmteg"l';ClOll .h- este marco (su versión del encuentro con la "negatividad absoluta")," Es ;l~ud. me nte consciente de que nuestra vida cotidiana arr-aiga en alguna decisión 11.1 gil: aunque nos enco ntramos inexorablemente arrojados a una situación ronuu gente, esto no significa que ella sencillamente nos determine, q lt' (" !l' lll'" atrapados en esa situación como un animal; la condición humana ol'i~ill;d t'~ 1·1 disloca mienro, el abismo y el exceso, y cualquier invulucram icnto en e1 ldhll ,ll co tidiano se basa en un acto de ace ptación resuelta de ese h ábitat. El h,íhil:lI t"U ridianc y el exceso no están sencillamente opuestos; el hábitat es e"xido cu 11 11 hTCsto excesivo de decisión sin fundamento. Este acto de imposición violenta ', el "tercer término" que perm ite eludir la alternativa de la adecuación p!l'll¡l ,1 1111 contexto de mundo vital o de razón abstracta dcsconrextualizad.u ('ollsisl(' tOIl 1,1 gesto violento de quebrar y salir del contexto finito, pero no "estabilizado" ;1(11 e n la posició n de universalidad neutra característica de la razón obs ervadora. ' 1 no que constituye una especi e de "universalidad que está adviniendo", p:lr;1 lIt' cirlo como Kierkegaard. La dimensión "específicame nte humana" no es eruon res la del agente comprometido y atrapado en el contexto finito del !tullId u vital, ni la de la razón universal sep arada del mundo de la vida, sino la di sCOI'II!;1 en sí, "mediador evanescente" (destin ada a desaparece r) entre UIIO y 011' ;1. La palabra con la que H eidegger designa este acto de imposición vi..lm !.l, l~nt- JVurf, indica la fantasía fundamental por medio de la cual el SUICI U "(l.. 'tOn tido" a (adquiere las coordenadas de) la situació n a la que est;Í arro j:lIlo (1(111'/11 ¡1'11), en la cual se encuentra, desorienta do y pcrdido.w Se planten un l'l"ohll'lll'l l Ieidcgger formula la noción de Geuorfenbeit, "estado de ar rojado, dt' }'(' ('l "", 1'11 una situació n contingente finita, y despu és la de Ellro·mf, el acto tic t'lqotu ,111 r énncament e el propio cam ino, pero emp lea estos conceptos en dos niv elev, r] individual y el colectivo, so bre cuya relación no reflexiona. En el nivel imli'i 9. Véase Roben Pippin, IJep/is1II (11 AloJernism, Ca mhridge, Call1hrhlg-c Uni't'rsily I'n''', 1997, págs. 395 -" 14. 10. En este punto me baso en una oonversacién cUn Eric Sanmcr. 2,
  • 13. SII/vu) Zi1.f~' d ~al , el encuentr~l auténtico con la muerte, que es "siempre solo mía", me per- unte proyectar mi futuro con un auréunco acto de elección; después, la comuni- dad aparece también determinada por su estado de yecro en una situaci ón con- tingente e~ la ~l.Ia~ ~ebe c1egi~ }' al lll.ismo ti:mpo asumir su destino. Heidegger pasa delnivel individua] al nivel social mediante el concepto de rtpetiddn: "La repetición auténtica de una posibilidad de existencia que ha sido (la posibilidad de que el Daseinelija su héroe) se basa existencialmente en una resolución anti- cip am ria".11 El trasfondo es inequ ivoca menre kic rkegaardiano. una verdadera comunidad cristiana arraiga en el hecho de que cada uno de Sils miembros debe repetir el modo de existencia lihremente asumido por Cristo, su héroe. De modo que hay un pasaje des de la "la proyección arrojada" del Dasein indi- vidual que, en un acto de decisión anticiparoría, alcanza un modo de ser auténti- co, "e1igc libremente su destino", hasta 1" comunidad humana de un pueblo que tam bi én, en un acto colectivo de decisión anriciparo r¡a como repetición de una posibilidad pasada, asume auténticamente su destino histórico; ahora bien, ese pasaje no aparece fundado fenomenológicamente de un modo adecuado. El me- dio del ser-ah í-colectivo (social) no es de,splegado como corresponde: lo que I1ei- degger parece pasar por alto es sencillamente lo que H egel denominó "espíritu objetivo", el Otro simbólico, el domin io "objetivizado" de los mandatos simbóli- cos, etcétera, que 110es aún el das ,lm l "impersonal" y, por ot ro lado, IW es )'11 la inmersión premodema en un modo de vida tradicional. Este cortocircuito Úegí- timo entre los niveles individual y colectivo está en la raíz de la "tentación fascis- ta" de I leidegger; en este punto la polinzaci ón implícita de F1Sn-y rI Tinllpo al- Can7.3 su cenit: la oposición entre la sociedad moderna dispersa }'anónima de das '}OI' , en la que la gente está atareada con sus preocupaciones cotidianas. r por otro lado el pueblo que asume auténticamente su destino, ¿no resuena con la oposición entre la civiliza ci ón "americanizada" moderna r decadente, de falsa ac- rívidad fren érica. y por otro lado la respuesta "auténtica" y cunscrv,ldora a ella? Esto no signi fica que la idea heideggeriana de la repetición histórica como coincidente con un proyecto anticipa torio auténtico no constituya un caso ejempla r para el análisis. Lo que no hay (lue perder de vista en el ; nálisis hei- deggeriano de la historicidad prop iamente dicha es la interconexión de los tres éxta~is ~emp(~ra les del tiempo; cuando él habla de "proyección arrojada", esto I~O ~lgll1fica sl~plemente,(llle U? "gente finito se encuentra en una situación que limita sus npctones, que el analiza entonces las posibilidades de esa situaci ón fi- nita, de su condición, y elige la que mejor se adecu a a sus intereses, asumiéndola 11. Martin Heidegger, Deil/If, (/lid Time, Albany, l''Y , SU='JY Press, 1996, I'~g'. 437. [Ed. cast.: FJ Ser)' d Tiempo, Madrid, FCF., 19'11:).1 26 C0l110 Sil proyecto. Se Irala de 'lile el futuro ricnc priltl,ld ;lj p;II·'1 podel' , 1i ~" ('111 11 las posih ili¡J¡ules uhicrta s por ti tradición en ti cual el ¡lgente e~1 1i ;)lToj;ulu, n lt' "el lo(,' reconoc er primero Sil propio compromiso en un proyccu » el lllovillli'·lllo ,Ic repetición, por así decirlo, revela rcrroacuvamcruc (y de este mllll" ¡l·lu;lli" . en plenitud) aquello que repite. Por esta razón, la "decisión" de Heidegger, en el preciso sentido tle re..olu ci én anricip atoria (E",-Schlo.crrnhf:it), tiene el esta tuto de una r1ución jiw:.¡/f/" . l.a decisión heideggeri ana como repetici ón no cs una "elección libre" en el sentido habitual de la frase. (Es ta idea de elegir librement e ent re posibilidades ¡.hcrll;)- tivas es totalmente ajena a Heidegger; él la descarta como perteneciente al imli- vidualísmo liberal americanizado y supcrficial.) Fundamentalmente. es la e1('(' ción de "asumir libremente" el propio destino impuesto. Esm p'lróltlnj.•, necesar ia para evitar la concepción liberal vulgar de la libertad de e1ced e)n, !H' ñola el problema teológico de la predestmaciony In gracia: una verdad era ,It'11 si ón/elecci ón (no una elección entre una serie de objetos que dejan int¡('l;l mi imposición subjetiva, sino la elección fundamenral po r med io de In cual yo " 11 11' elijo a mí mismo") presupo ne que asumo una actitud pasiva de "dejarme dt.',!,~ir" : en sínte sis, I,/ elección librey la gracia son estrictamente equivalentes; corno dkl Ik - Icuze, solo elegimos realmente cuando SOIllOS elegidor: "No elige bien, 110 cli ~e efectivamente rmis que aquel que es efectivamente elegido".« Para no dar pie a la idea de que estamos ante una problemática teol{'gk a O~­ curantista, permfrascnos evocar un ejemplo izquierdista más expresivo, el de t. interpelación clasista proletaria. Cuando un sujeto se reconoce COIllU rcvulu- cionario proletario, cuando asume libremente y se identifica con la rarea de 1,. revolución, se está reconociendo como elegido por la historia para realizar (';1 tarea. En genera l, la concepción alrhusseriana de la interpelación ideo!6gic¡1in 12. Gilles Deleuze, Imllgr-u mps, París, Édilio ns de Minuit, 1985, pág. 2Jl. [Ed. CN ,: 1.-1 im"gm~ /;nnpo: rnuJios Jobrt cine 2, Barcelona, Paill.,s, 1996.] Para decirlo de mm llll"l..: I~ elección es siem pre una meraelección, ya que implica la elecci ón de elegir o no e1e¡¡ir. l.~ prostituci ón, pur ejemplo, es un intercambio simple: un hombre le paga a una mujer 1>;Ir;¡l.· ner sexo con ella. El matrimonio tiene dos niveles: en elrradieional, el hom bre, como I'WT'· dor, le paga a la mujer muchomM (la mantiene p"r ser su esposa) pllrllllIJ u1Itr '1'"p"lf,Ilr/( (['01 tener sexo). En el caso del matrimonio por dinero, se puede decir que el esposo paga pam '1m' la mujer le venda no solo su cuerpo sino también su alma, para que finja que se le elllrel(a I" ,r amor, Otro mod o de decirlo ser ía que a una prostituta se le 1'31,'" para tene r sexo cou e'lI11, mie ntras que la esposa es una pros tituta a la que hay que pagarle incluso rmíssi uno 111) I¡"I!~ sexo con ella (que no queda satisfecha, por lo cual hay que apaciguarla de otro modo, con 1'" galos generosos). 27
  • 14. volucra la situación de la "elección forzada" por medio de la cual el sujeto emer- ge del acto de elegir libremente lo inevitable, es decir, el acto en el cual tiene la libertad de elegir con la condición de que realice la elección correcta: cuando un individuo recibe una interpelación , es "invitado a desempeña r un papel de modo tal que la invitación parece haher sido ya respo ndida por el sujeto antes de que se le propusiera, pero al mismo tiempo la invitación pued e ser rechaza- da".'! En esto reside el acto ideológico del reco nocimien to, en el cua l me reco- nozco com o "siempre ya" o "desde siempre" eso como 10 cual so)' interpel ado: al reconocerme co mo X,libremente asumo/elijo el hecho de que desde siempre he sido X. Cuando, por ejemplo, se me acusa de un crimen y acuerdo defender- me, me pl'CSUp ollg Ocomo un agen te libre legalmente responsable de mis actos. En su discusión en Internet con Ernesto Laclau, j udi rh Butler introdujo una pe rfecta descripción hegeliana de la decisión: no se trata solo de que ning una decisión se toma en un vacío absoluto, de que roda decisión esta conrexrualiza- da, es una "decisión en un contexto ", sino que los co ntextos mismos: l..") son de algún modo producidos por las decisiones, es decir, que hay una cierta duplicación de la toma de decisiones l...[, Primero está la decisión de marca r o deli- mitar el contexto en el cual se tomará una decisión [sobre qué tiposde diferencias no deben incluirse en una poluica dada], y despu és está la exclusión de ciertos tipos (le diferencias comn inallmisibles" La indecidibilidad es radical: nun ca se puede llegar a un contexto "puro" an- terior a la decisión; todo contexto esd "siem pre ya" constituido rctroactivamen- te po r una decisión (igual que las razones para hacer algo, que siempre son pos- tuladas reeroa crivamenrc, por lo menos en grado mínimo, por el acto de decisión basado en ellas: solo después de que nos hemos decidido a creer nos re- sultan convincentes las razones p.lr-J creer, y no a la inversa). O tro aspecto de este misma cuesti ón es que no solo no hay decisión sin exclusión (toda decisi ón excluye una serie de posibilidades). sino que el acto de decisión en sí resulta (Xl· sible gracias a algún tipo de exclusión : algo debe ser excluido para que nosotros nos convirtamos en seres que toman decisiones. La idea lacaniana de la "elección forzada", ¿no nos proporciona un modo de explicar esta paradoja? La "exclusión" primordial que funda la decisión (es de- cir, la elección). ¿no ind ica que la elección, en un cierto nivel fund amen tal, es forzada? Yo solo puedo elegir (libremente) con la condición de que re alice la elección correcta, de modo que, en este nivel, encontramos una elección para- 13. ¡ilJrk Posrer, Tbr Smmd Mr,/ú¡, 'gr. Camhridge, Pnlity Press, 1995, pág"SI" 28 tllljil';l lltlC se stll ~ rpoIlL' ron su mcraclccción : se lile d ice qué cs In IUt' dd " l l'le gir libremcnt c,., Le jos de ser t111 signo de dislOrsit'lIl patolúgil";t (u polítie;lllIl·llh· nuulitaria], este nivel de la "elección forzada" L'S precisamen te lo IJlleillttl en .1 1)( lSiL"iún psid itica: el sujeto PSiOltico actúa rumo si en verdad pudi era elegir ti hremcmc a tu(lo lo largo del camin o. De mod o que, antes de descarta r como descripción codificula de una Sl'lIt1o rrcvolución conservadora esa presentaci ón que hace Ileitlegger tle la tllTisil"'n an uciparoria como lihre asunción del pn'pio destino, debemos deten ernos Illlr un momento, y recordar la afirmación de Fredric j amcson en cuaut oa quc nn verd adero izquierdista está en cierto modo mucho rmis cerca riel ncrualronumi- turismo ncoconscrvador que de los demócratas liberales: suscribe In l'l"ítil';l l"11I1 scrvado ra a la democracia liberal, )' está de acuerdo con los conscrvadorcv pnk ricamen te en todo, salvo m Ioesencial, salvo en un rasgo a veces mínimo que, vm e mbargo, implica un cambio completo. En cuanto a la idea hcillcggcrhlll;1llo.- 1.1 elecci ón auténtica co mo repetición, el paralelo con la concepción de Hl'n j,lllllll de la revolución como repetición, dilucidada en sus "Tesis sobre la IiImolb rll' la historia",« resulta sorprendente: también la revolución es concc ptualizada 1'0 mo una repetición que realiza una posibilidad oculta del pasado, de modo lilU' so lo desde el punto de vista de un agente comprometi do en una situación Jire sen te se puede ten er una visión correcta de ese pasado, una visión quc no In perciba como un conj unto cerrado de hechos, sino como abierto, como invnhr erando una posibilidad que fracas óo cuya realización fue reprimida. L. rcvulu ción presente, en su intento de liberar a la clase trabajadora, tamb ién redillH' n-. rroactivamente todos los inte ntos de liberación que se frustr aron en el pas;ldll, Es decir que el punto de vista de un age nte presente comprometido el! UI! pro yecto revolucionario hace de pronto visible 10 que la histo riogr,II"L1 objt'livis ra/positivista, limi tada a 10 fáctico, no puede pe rcibir por de finición: 1;IS POlI"U cialidades ocultas de liberació n que fueron aplastadas por la marcha vktorim.l de las fuerzas dominantes. Leída de este modo, la apro piación del pasado a través de SI repeliciún rn una decisión anticipetotia que pone en ejecución un proyecto (esta i..ll'ntiht",1 ción de destino y libertad. de asunción del propio destino como la elección 11III l' m ás alta, aunque forzada) 1/0 implica solo la idea nietzscheana de qu c ind uo 1.1 descri pci ón más neutral del pasado sirve a los pro pósitos presentes tic ;lll{l'lll proyecto pol itice de poder, Debemos insis tir en la oposici ón entre la ;lpropLI ción del pasado desde el plinto de vista de qu ienes gobiern an (el relato de la hiv- 14. Vénsc Wahcr Benjamín, "Thesis un the Phllosoph y of Hisrory", en Uh lll/ ÍI¡,¡/" WI, XULTa Yor k. Schockcn Boo ks, 1969"[Ed.cast.: /lu11Iil/luiOllts, Madr id, Taurus, 11J'J.1 29
  • 15. .'lm.'Oj Zif,rl: toria pasada como la evolución que los llevó al triunfo y los legitima) por un la- do, y por el otro la apropiación de aquello que en el pasado subsiste corno po- rcncialidad utópica y frustrada (vreprimida''), de modo que lo que le falta a la descr ipci ón de Heid egger (para decirl o de modo directo y un tanto ru do) es la co mprensión de la natu raleza radicalm ente antagónica de rodo modo de " ida hasta entonces comunal. En realidad, la ontología de Heidegger es entonces "política" (para remitir- nos al tirulo dcl libro de Bourdieu sobre este filósofo): su esfuerzo po r fracturar y salir de la ontología tradicional, )' por afirmar co mo clave dcl r sentído del ser" la decisión del hombre de adoptar un proyecto por medio del cual asume activa- mente su condición de arrojado . una situación histórica finita, sitúa el acto his- tórico-político de la decisión en el co razó n mismo de la ontología, La elección de la forma histórica del Dará n es en cierto sentido política, consiste en una de- cisión abismal no basada en ningu na estructura ontológica universal. Por ejem- plo, la argumentación liberal convencional habe rmasiana, que ubica la fuente de la tent ación fascista de H eidegger en su decisionismo "irracional", en su recha- zo de cualquier criterio universal racional-normativo de la actividad política, ye- rra por com pleto: lo que esta crítica rechaza como decision ismo protofascista es sencillamente la co ndición básica de lo político. De un modo perverso, el com- promiso nazi de Heidegger fue en tonces "un paso en la dirección correcta", un paso hacia la admisión abierta y la asunción completa de las consecuencias de la falta de garantía ontológica, del abismo de la libertad humana-u como dice Alain Badiou, a los ojo s de H eidegger la "revolución" nazi era formalment e in- difc renciable del "acontecimiento" político-hist órico autén tico. 0 , p.lra decirlo de ot ro modo, el compromiso político de Heidegger era una especie de pasaje al acto en lo Rea l, testimonio de que se negaba a ir hasta el final en lo Simbólico, a pensar las co nsecue ncias teóricas de la irrupción consuma da con El Ser y rl Tiempo. La historia habitual sobre Ilcidegger dice que realizó su Kehre (giro radical o con versión) después de tomar conciencia de que el proyecto original de El Ser y el Tiempo volvía a llevarlo al subjetivismo tr ascendental: en razón del resto no reflexionado (le subjetivismo (decisionismo, etcétera), H eidegger se dej ó seducir por el nazismo; sin embargo, cuando tomó co nciencia de que al hacerlo "se ha- bía quemado las manos", limpió los restos de subjetivismo )' desarrolló la idea del carácter histórico y de época del ser... N os sentimos ren tados de invertir es- 15. Frede ¡c j amescn y;l había dado en el blanco con su polémica afirmación de que el abierto compromiso de Heidegger en 1933, lejos de representar una anomalía deplorable, fue su único gesto público simpatice. JO t;¡ historia conven cion al: en tre cl l lcidcggcr I )' cl lleidcggcr 11 hay 1lIJ.1 l '''IW(it' de "medi.rdorevanescent e", uuu posid (Jllde subjetividad radicalizadn tllIl' r-uin cide crn Sil opuesto: es decir, 1111 :1 posición reducida :1 UII ¡.'eslo V,lcíll, :1 L, ill l l'I '- ", '[ 1 lcl " 1 .. ' " 1 111 ' [ I ltcr¡ "[' [, "( IJt'¡'('WII lmpos, , e ne ( eCISIOIllS11l0 ( C e l( egger y s uu tenor uta l ~ lllO l' acontecimiento delser "tiene lugar" en el hombre, qlle sirve CHillO su P ,ISIIII' •••). Lejos tic constituir la "consecuencia práctica" de esta subjetividad r,ulic.,lil;lllu, el compromiso nazi de Jleideggcr fue un intento desesperado de f1; i/¡¡r ¡", .. Fn otras palabras, Heidegger tendría tlue ha berse atenido a lo IJue 1Il,Ís tarde t1e~ ('¡lrl¡', co mo resto del enfoque trascendental subjeriviste subsistente e n el 11 Sr! YI'! Tiempo, El fracaso final de H eidegger no consiste en que haya tjll l'I[;ldll [Il'_ 'g,lllo al horizon te de la subjetividad trascend ental, sino en que a!J,llu [oIU 'l n l l' horizonte demasiado pronto, antes de pensar todas sus posibilidades inll'Íml'c l', El nazismo no era una expresión política J el "potencial nihilista, t1ell1l111fllt'll, 11" b subjetividad moderna", sino más bien exactamente lo opuesto: un illlt'lllll lk scspcrado de evita r este potencial. Esta lógica del "eslabón perdido" ha aparecido a menudo en 1,1 histo ri:l dt'l pe nsamiento, desde Schelli ng hasta la escud a de Fráncfort. En el t';lSIl dt, Schelling, tenemos la casi insopor table tensión de los bo squejos tic IVl'If¡llrr,., vu fracaso fund amental. En efecto, su filosofía ulterior resuelve eS,1tensión in"lIpo r- table, pero de modo erróneo: perd iendo la dimensión más prod uctiva. Enco lltr;t- mus el mismo procedimiento de "resolución falsa" en el modo en (Iue el p ru}"l"('· ro de lIabermas se relaciona con la "dialéctica de la Ilustración" de Adu rno )' l lork heimer. La "dialéctica de la Ilustra ción " también se derrota ,1 sí mi-aun, I'S un fracaso gigantesco y, una vez más, Habermas resuelve su tensión inso[lcU'I:lbJ¡, introd uciendo una distinción, una especie tic "división del trabajo" entre Ilos di - mensiones, entre la producción y la interacción simbólica (en una es tricta luuno- lo gia co n Schelling, <¡ue disuelve la tensión de IVeltRl," introduciendo ti Ilisllll ci ón entre la filosofía "negativa" y la "positiva"), N osotros sostenemos lJl U' e! último "pensamiento del ser" heideggeriano realiza una análoga resollld c'lll f" I~~ del atolladero intrínseco del proyecto original de El Sery el Timlpl).lh 16, En este punto tuy (jue tomar en cuenta el nivel del estilo: e1l leillc¡.:-¡.:-rr 1 l" MI I~ '1l<-"·, "no lIlusical-, im rodece nuevas y difíciles distinciones técnica s, acuñ a nuevos tcrminm, In l . de sus inserciones concretas a c<uegoriu de connotación ética, etc étera¡ el I lci.lq {f(:l'r II 1" "musi cal", ahaudon a las distinciones conceptuales estrictas cn favor de I1lcdi:lcilllll' PIII:' Íl" I, reemplaza el desarrollo prolon gado y sistemático I1c 1.1línea art.'lllllcnt;l1(recordemos 1, ,, p.tn~ fos en El SN'J elTirmp(1) por rumiaduras poéticas breves ycirculares. Desde luc){o, h,([,r/a '11(' presta r atención a lo que queda excluido en la alrernariva: amh..s Ilci.lc){){cr son "llloll.l 1111O'1l te serios", tino de un modo técnico compulsivo, que amont ona términos nlle~u'll:lra "~l'n" :l1 JI
  • 16. ¿PORQUÉ ELSER l' El. TIEMPO QUEDÓ INCOl"CLUSO? ¿Por qué L'S esencial en este caso otro libro de Heidegger. f(¡¡nt y elproblema de la 71ulafísüa?'7 Recordemos el simple hecho de que El Sery el Tiempo, tal co- mo lo conocemos, es un fragmento: lo que H eidegger publicó como libro consta solo de las dos primeras secciones de la Primera Parte; el proyecto resultó impo- sible de realizar, y lo que sali6 a [uz de este fracaso, 10 quc (para utilizar la bu e- na y vieja jerga estrucruralisra) llenó el vacío de la parte final faltante de El Ser y el Tiro,po, fue la abundancia de escritos de Heidegger ulte riores a la famosa Kebrr. Desde luego, no pret endemos imaginar sencillamente laversión termina- da de la obra: el obstáculo (lile detuvo a su auror era intrínseco. Un examen m:ís atento descu bre que la situación es más compleja. Por un lado (,11 menos en el nivel de borrador) el proyecto total de El Ser y el Tiempo en realidad se com ple- tó: no solo tenemos KantJ elproblcrJf" de Id lIIetafiska, que abarca la primera sec- ción de la Segunda Parte proyectada, sino que las confere ncias de Heidegger en Marburgo, de J927 (más tarde publicadas con el título de ÚJS pmblemns btísiros de lafenomenología) cubren apro ximadamente las secciones restantes del proyecto or iginal de FJ Sery el Tiempo (el tiem po COIllO el horizon te de la cuestión del ser, el rogito cartesiano y la concepción aristotélica del tiempo, segunda y tercera sec- ción previstas para la Segunda Parte), de modo que , si reunimos estos tres volú- menes publicados, tenemos una versión aproximada de todo el libro, Ade más, quizá sea incluso más enigmático el hecho de que, aunque la versión publicada de El Sery el Tiempo no abarca ni siquiera la primera parte completa del proyec- to total, sino solo sus dos pri meras secciones (falta la sección tercera, la exposi- ción del tiempo como horizonte tr ascendental de la cuestión del ser), de algún modo nos imp resiona como "completa", como un todo orgánico, como si nada faltara en realidad, Lo que estamos abordando aquí es entonces lo opuesto de la concepción convencional del cierre que oculta o sut ura la abertura persistente (el carácter inconcluso); parecería que la insistencia de Heidegger en que el libro publicado es solo un fragmento oculta el hecho de que está cerrado y terminado. Los capítulos finales (sobre la historicidad) inevi table mente nos impresionan co- distinciones conceptuales, yel mro en una entrega poética al misterio del destino. Lo que falta en amboscasos es ironin hidkn, rasgo fundamental del estilo de Nietzsche. [Recordemos cuán completa y obviamente Heidegge r, al elogiar el rechazo del que Nietzsche hi:r.o objeto a 'ag- ner, ,,,ste nit:ndo que t:se rechazo fue esendal para hl madurad <Íll de r-,'ietzsche ,'omo pensador. p:lsa por alto la prnfunlb ironía y ambigiil.'l.l3d de esa actitud aparentemente brut,¡l.) 17, Véase ,1an in Heidegger, Km" nlld ,IN Pro/tlcm of.lrtnpbY5ia, Rloomington, Unive~it}' of Indiana Press, 1997"(Ed"caSL: lúm tJ ti problnlUtJ~ ¿, ",tlilfiskit, . 1<1drid, FCE, 1993.) 32 tuoun :1¡.I1""¡.I'1l[1l nrtificiul, dcstin.uloa ;1l1adir :11 cierre Ul1 iuu-nm IInlid'l p' t'eipl LI .Ll lll(~l t C p :lI ';l señalar (Jlr; dimensión (la dc las fonnns ('lI[('l'l i v ;l ~ d I' h i ~l orid d .,, [), t p ll' 110 habían tenido cahid;1en el pro)'ectll 1.riginal. .,'M Si 1-:1 ,"irr'y el Tiempo puhlkm!o ahan-ara la tot :tlid:HI tic 1.1Primera l'arrc IIto1 pl"ll)'<.-'("tu original, de algún IllINlo se pod ría justificar esta percepción de nnali- .Lnl. ( I'elldrí:llllllS roda laparte "sistettuirira"; solo faltaría la panc "histru-ica", [¡l hu crprctució» de [os tres momentos clave ele h histo ria de bllH:lal"ísi<'a m-ci- delll ,ll - Arislótcles, Descar tes, Kanr-. cuya "repetici ón" t:ldicllliz'lIb es 1:1:IIl,IIi- lic:l del IJ¡ISÚ " del pro pio í íeidegger.) Obviamente, el obst áculo intrím el'o, 1.1 h,II"I"c.'r'l quc imp ide el completamicnrc del proyecto, afecta ra a la ÚllillM " '1 ' ,'ic'lIl de la Primera Parte, Si dejamos a 1111 lado el problema de la no pll!J1ir;lt'ilftl de los textos (apuntes de lecciones) qu e cubren las dos secciones rcstauu-s lit, 1.1 Scglllllhl Parte (¿tiene L'SfO algo que ver con el status enigmático ,1,' 1.1 i lll;l~ ill .1 d('m en Aristóteles, según lo ha demostrado Castoriadís, el statusque !t;ll"(' ('1.1 II:H el edificio ontológico, o se relaciona con el empuje aruíonrológic« impln-u» ru el (ogito cartesiano como pri mer anuncio de la "noc he del 111I1lHlo " ?) , 1;1p I' ¡.Illlll; es por qu é IH ) pudo 1leídcgg er completar su m uy sis tcmri ticu exIJ IlU':IC 'II'11 1 lid tiempo como horizonte del ser. La respuesta convencional, "oficial", es bien cunocida: porque se le volvió claro que el enfoq ue de El Sery el Tinllpo era aún demasiado metafisicc /tra scendental, metodológico, al p,ls,lr desde el JJ.lJáll ; (¡J cuestión delser, en lugar de encarar directame nte el dcvelamicmo telllpor;11d('1 ser como lo que sustenta el estatuto único (lel lJllseill entre rodas 1;IS elltid:ul¡'s, Pero, ¿y si hubiera aquí otro atolladero, otro tipo de abismo, que Il d dq .(g('r en conrré, y del que se apartó? Por lo tanto, queremos discuti r la 'ersit'lll ulicióll ,ld impedimento (Heidegger tomó conciencia de que el proycc.·w de Ul ,,'ef' .y el Til'/IfPO seguía atrapado en el procedimiento subjetivism-trasccn dcn tal de ('S I:I blcccr en primer t érmino las condiciones dc posibilidad del sentidu ¡!l·1 l'l" ; Iravés del análisis del Dasei,,); lo que H eidegger encontr ó renhne ntc en su lui.. quedo de FJ Ser y el Tiempo fue el abismo de la subjetividad radical aIHlIH"Ll II,l 1' 11 b imaginación trasc ende ntal kant iana, y ante ese abismo él retrocedió harLI sil pe nsamiento de la historicidad del ser. IK, En un nivel m"¡~ general, seria interesante elaborar el cntKel'w Ile KI' TOp.'1" 111'l filo,,,tl n'" Inconclusos", desde el primer Hegel basta .lichel Fouca ult (cuyo l'rilll('r ~"hllllt'1I IIc- I ~ 1fif/'JI"¡II de 1« ff X/lnfidlld anuncia un proyecto gl"hal fld'llncnt,Ill~me ¡Ii,lint" .,,"I¡¡lIl' 111.. uu-rlc despleg óen los volúmenes 11 y 111); esta nll-rc¡¡li~.;ld"n c, el rc~~ rso lkl ['rlll'l'dim i"II I11 .Ie lo.. fil{Jsofns que (desde Fkhte basta IllIsserl) Ilunea ~,111 más:11l:¡ .1elo~ Ifrinl"ipim hmdan 1('" Ile ~u edifióo teórico, es decir, que te i[er¡¡(b mente (re)escri ben el mi~mn IU lu l.,¡.i.", o inlr....luctoriu, o ambas cosas, 3J
  • 17. Esta crítica a H eidegger no parece nueva en absoluto: entre otros, p la rea- lizó Cornelius Castoriadis. según quien la noción kantiana de imaginación (co- mo lo que socava la imagen ontológica "cerrada" convencional del cosmos) ya aparece anunciada en un pasaje singular de DeAnimo (11I , 7 )' 8), donde Aristó- teles sostiene que "nu nca el alma piensa sin fanta sma", y desarrolla esta idea en una especie de "esquematismo ar istot élico" (roda noci ón abstracta -por ejem- plo, la de un triángulo- debe acompa ñarse en nuestro pensamiento de una re- presentación fantasmarica sensible, aunque no corporal; cuando pensamos en un triángulo, tenemos en la mente la imagen de un triángulo concrero).» Aristóte- les anun cia incluso la concepción kantiana del tiempo como el horizonte insu- perable de nuestra experiencia, al afirm ar: "No es posible pensar sin el tiempo lo que no está en el tiempo " (Sobre la memoria. 449-450), sin encontrar una es- pecie de figuració n en algo temporal; por ejemplo, "lo que dura por siempre" , Castori adis opo ne esta concepción de la imagi nación a la idea convencional, que por otra parte prevaleció tanto en De A nima como en toda la tradición metafísi- ca subsiguiente. Para esta concepci ón radical, la imaginació n no es pasivo-re- ceptiva ni conceptual; esto significa que no se la puede ubicar ontológicamente, puesto que indica una fisura en el edificio on tológico del ser. Castoriadís parece entonces plenamente justificado en su enfoque: [...] con respecto al "retroceso" que Heidegger le imputa a Kant cuando en frent ó el "abismo sin fondo" abierto por el descubrimiento de la imaginación trascendental, es el propio Heidegger quien en realidad "retrocede" después de haber escnro su libro sobre Kan t. Hay un nuevo olvido, encubrimiento y borradura de la cuestión de la imaginación, puesen cualquiera de sus escritos subsiguientes no se encuentra ningu- na huellaal respecto: hayuna supresión de lo que esta cuestión perturba en toda on- tología {Jo' en todo "pensamiento del ser").» Casroriadis también extrae consecuencias políticas: el retroceso de Heideg- ger ante el abismo de la imaginación justifica su aceptación del cierre político totalitario, mientras que el abismo de la imaginación proporciona el fundam en - to filosófico de la apertu ra democrática: la concepción de la sociedad como ba- sada en un acto colectivo de imaginación histó rica. "El reconocimiento pleno de la imaginación radical solo es posible si va de la mano con el descubrim iento de la otra dimensión del imaginario radical, el imaginario sociohistórico, que instituye a la sociedad como fuente de una creación ontol ógica que .se despliega 19. Véase Com cllus Castoriadis, "Thc Discovery uf the Imaginarion", COllSu lMtiollS, vol. 1, nO2, oc tubre de 19'14. 20. IbíJ., págs. 185· 1R6. 34 1':1 IIIIIII,¡.lrrv (/t 1" /I//I/J/,ill'/l";';" "i'Jftf!,lrw'1I1 " 11I0 hislori;I."ll No obstante, la concepción que tiene Castu riadis de la ímagi- II.It'iún nu "(¡;lIl1lona el horizon te existencialista del hombre como el ser que 111 11ytTt;1 su "esencia" cn el acto de la Imaginación, trascendiendo a todo ser po- j, i'o. D e 110110 que, antes de que pronun ciem os nuestro juicio definitivo al II'SPl'(·IO, scrfa apropiado examinar más atentamente los perfiles de la imagina- 1 il '111 en el propio Kant. F.lmistcrio de la imaginación trascend ental en cuanto espontancid¡ld reside . tI 1·1hecho de que es imposible situarla adecuadamente con respecto a la pareja di' In feno ménico y lo noumenal. En este punto, el propio Kant queda atra pado 1'11 un orolladero, u en la amhigüedad, () en uno y otra. Por una parte, concibe la 111'I'rl.ld trascendental (la "espontaneidad") cumo noumenal. en cuanto entidades t-noménicas, estamos apresados en la red de las conexiones causales, mientras .11I(' nuestra libertad (el hecho de que, como sujetos morales, somos libres, so- 111m ~lgcntes que se originan a sí mismos) ind ica la dimensióll lloumenal. De este 1lIl1do, Kant resuelve las antinomias dinámicas de la raz.ón: am bas proposiciones pueden ser verdaderas. Puesto que todos los fen ómenos están vinculados ca~sal­ nwutc, el hombre, como entidad fenomén ica, no es libre, pero en tanto entidad noumenal puede actuar moralmente como un agente libre.. . Lo que desdibuja I'sle cuadro claro es la comprensión que el propio Kant tiene de las consecuen- I';;IS catastróficas de nuestro acceso directo a la esfera noumena]: si este acceso ('sistierol., los hombres perderílln su libertad moral y su espontaneidad trascenden- t.rl; se convertirían en títeres inertes, En un subca pitulo de su Critica dela razón /lI"lk,icll, misteriosamente titulado "De la sabia adaptaci ón de kas facultades cog- muvas del hombre a su vocación pr áctica", Kant responde al interrogante de qué III ISsucedería si tuviéramos acceso al ámbito nc umenal, a las cosas en sí: 1... ] en lugar de la lucha con las inclinaciones que ahora tiene que librar la disposi- ción moral, y que, después de algunas derrotas, puede desemboca r gradualmente en el triunfo de la fue rza moral de la mente, tendrfam us sin cesar ante nuestr os ojos a Dios v la eternidad, en su tcmihle majestad [...) Entonces la mayoría de las acciones l>nnfo'nnes a la ley serían rea lizadas por miedo, algunas por esperanza, y ninguna por deber. El mérito moral (le las acciones,el único del cual depende el mérito de la per- sona e ind uso del mundo a los ojos de la sabiduría suprema, no existiría en absoluto. La conducta del hombre, mientras su naturaleu seguiría siendo igual a la que tiene ahora, se convertiría en un mero meca nismo 1...]como en un teatro de ríreres, todo !-'esticularía hien, pero no habría vidaen las figuras.u 21. Ivíd., pág. 112. 12. Immanucl Kant, Criljqu~ o/ Prd(lic,,¡ R(aJon, N ueva York, Maclllillan, 1956, págs. 152-IB. IEd. cast.: Critic" dr la roZÓll ¡minie", Madrid, Espasa-Calpe, 1984.) 35
  • 18. De mod o que la libertad y la espontaneidad tr ascendentales son en cierto sentido fenoménicas: solo aparecen en la medida en que la esfera noumennlno sea accesible para el sujeto. Esta zona intermedia (que no es fenoménica ni 110 11- mcnal, sino 1:¡ brecha que separa lo noumenal de lo fenom énico y, en cierto sen- tido, los precede) es el sujeto, de modo que el hecho de que el sujeto no puede reducirse a la sustancia significa precisamente que la libertad trascendental, aun- que no es feno ménica (es decir, aunque rompe la cadena de la causalidad a la que están sometidos todos los fenómenos), es decir, aunque no puede reducirse a un efecto sin conciencia de sus verdaderas causas noumcn ales (yo sólo "me siento libre" porque estoy cicgo a la causalidad que determina mis actos "li- bres"), no es tampoco noumcnal, y se desvanecería si el sujeto tuviera un acceso directo al orden noumenal. Esta imposibilidad de situar la libertad y la esponta- neidad trascend entales con respecto a la pareja de lo fenom énico/ noumenal ex- plica la raz ón» de que Kant se encontrara en ese aprieto, y quedara envuelto en una serie de inconsistencias al tratar de determinar el status ontológico exacto de la espontaneidad tra scendental; ahora bien, en última instancia, el misterio de la imaginación trascendental coincide con el misterio del abismo de la liber- tad. El gran logro de Heidegger consistió en haber percibido claramente este atolladero kantia no, vinculándolo con la renuencia de Kant a extraer todas las consecuencias de la finitud del sujeto trascendental: la "regresión" de Kant a la metafísica tradicional se prod uce en el momento en que interpreta la esponta- neidad de la apercepción trascendental como pru eba de que el sujeto tiene un lado nournenal que no está sujeto a las coaccion es causales vinculantes para tO- dos los fenómenos. La finitud del sujeto kantiano no equivale a la acostumbra- da caracterización escéptica del conocimiento humano como ínfia ble e ilusorio (el hombre nunca puede penetrar el misterio de la realidad superior, puesto que su conocimiento se limita a los fen ómenos sensibles efímeros.. •), sino que invo- lucra una po sici ón mucho más radical: la misma dimensión que, desde dent ro del horizonte de su experiencia temporal finita, se le aparece al sujeto como IJ huella del ,1ás AlU noumcnal inaccesible, está ya marcada por el horizon te de la finitud, designa el modo en que el ltís Allá nou menal sele I¡pI¡rece al sujeto den- tm deSIl experiencia temporal finita . La consecuencia radica l de todo esto para la relación entre In temporalidad y laeternidad es que la ecmporalídad no constituye un modo deficiente de la eter- nidad: por el contrar io, es la prop ia "eternidad" la que debe concebirse como 2l Como Rohcrt Pipp¡nlo demostr óen el capítulo 1dc ldealism es Modernism , p¡í~'S. [93- 207. 36 11 11 ;' modifi cucié» esped fil',¡ de la (autoi cxpcrieucía temporal del sujeto. Esto ' iflnifir ilq ue L verdadera esdsi{')IJ no separa ya lo feno ménico (el dominio de 1:1 I· p(·ricnciu temporal y/o sensible) de lo noumen al; más bien atraviesa lo nou- 1Il"1I ;11 en sí, hajo el disfraz de la escisión ent re el modo en que lo noumenal "en , ." ,"r /r Itpl11wr a í S1I),-to y su imposible "en sí" sans pbrase, tout CO III"t, sin refercn- . iol ;11 sujeto. Por supuesto Dios, el Ser Supremo que da cuerpo a la Idea del más ,lIto Hien, es un a entidad noumenal (una entidad que no se puede concebir de 11111110 consistente como un ob jeto de nuestra experie ncia temporal). Pero es una '·Illid.ltl noumenal en el modo del "para nosot ros"; es la manera en que una en- ,..10..1 racion al finita (el hombre) tiene que representarse al Ser Supremo nou - rucnal o, para decirlo en t érminos fenomenológicos, aunque D ios en tanto que Ser Supremo no puede ser nunca un fenómeno en el sentido de objeto de una cq -cricncia temporal sensorial, constituye sin emhargo un fenómeno en el sen- Ii,lo más rad ical de algo que so lo es significativo como entidad que se le opnrue .1 IIn ser finito dotado de conciencia y capacidad para la libe rtad. Es posible que, , i nos acercamos demasiado a la divinidad, esa cualidad sublime del Bien Supre- mil se convierta en una monstruosidad extrema. En este pun to está plenamente justificada la feroz aversión que H eidegger JlU....1 de manifiesto en el célebre debate <le Davos, en 1929, a la lectura de Kant Jlrupuesta por Cassirer.« Cessircr se limitaba a contrastar la finitud temporal Ilc la condición humana (en cste nivel, los seres humanos son entidades empí- riC,IS cuyas conductas pueden explicarse por medio de di ferentes conjuntos de vínculos causales) con la libertad del hombre en cuanto agente ético; en su ac- uvidad simbólica, la humanidad const ruye gradualmente el universo de valores }'significados que no puede reducirse (ni explicarse por referencia) al dominio tic los hechos y sus interrelaciones. Este universo de valores y significados pucs[(Js por la actividad simbólica del hombre es la versión moderna del reino platónico de las Ideas eternas; en él irrumpe )' entra en la existencia una di- mensión diferente de [a del circuito dinámico de la vida, de la generación y la corrupción <una dimensión que, aunque no existe fuera del m undo vital y real de los seres humanos, es en sí misma "inmortal" y "eterna"-. Por su capacidad como "animal simbólico", el hombre trasciende [os límites de la finitud y [a temporalidad... Contra esta distinción, I leidcggcr dem uestra que la "inmorta- lidad" y la "eternidad" del sistema simbólico de valores y significados, irrcduc- I ible al nivel de los hechos positivos dados empíricamente, solo puede emerger como parte de la existencia de un ser finito y morta l capaz de relac ionarse con 24. Véase ~AppenJix V: Davos lIispurution", en Heidegger, Kant and the Prohlem ofMe- l"l,hpics, pág<;. 193-207. 37
  • 19. su finitu d como tal: los seres "inmor tales" no emprenden ningunn actividad simbólica, puesto que para ellos no hay ninguna brecha entre los hechos y Jos valores. La cuestión clave, a la que Cassirer no da respuesta, es por lo tanto la siguiente: ¿cuál es la estructura específica de la temporalidadde la existencia hu- mana que hace posible la emergencia del significodo? Es decir, ¿cuál es la es- trucrura específica de la temporalidad de la existencia humana que le permite al ser humano experimentar su existe ncia como insertada en un todo significa- tivo? Ahora vernos claramente por qué H eidegger se centra en la imog;nación tras- cendenta l: el carácter singular de la imaginación reside en el hecho de que va más allá de la oposición entre receptividad/fi nitud (del hom bre como ser empí- rico alrapad o en la red causal fenoménica) y espontaneidad (es decir, la activi- dad auroo riginadora del homhre como agente libre, portador de la libertad nou- menal): la imaginación recibe y también pone, es pasiva (en ella somos afectados por imágenes sensibles) y activa (el propio sujeto genera libremente esas imáge- nes, de modo que esta afección es autoefeccíó n). H eidegger pone el énfasis en el hecho de que solo se puede concebir la espontaneidad a través de esta unidad con un elemento irreductible de receptividad pasiva característico de la finitud humana: si el sujeto lograra desembarazarse de la receptividad y tu viera acceso directo a lo noumenal en sí, perdería la espontaneidad de su existencia... El ato- lladero de Kant queda entonces condensado en esta lectura errónea (o identifi- cación falsa) de la espontaneidad de la libertad rrascenden ral como no umenal: la espontan eidad trascendental es precisamente algo quc no se puede concebir co- mo noumenal. EL PROBLF~lA cox LA LAG IN.OC¡ÓK TRASCF.JTIE.'-rAL N uestro próximo paso consistirá en concentrarnos en la ambigüedad funda- mental de la idea kantia na de la imaginación. Como se sabe, Kant diferencia la actividad sintética del entendimie nto (syntbrsisin teílecmalisr respecto de la sinre- sis de las múltiples int uiciones sensoriales que, aunque también son absoluta - mente "espo ntáneas" (productivas, libres, no sometidas a las leyes empíricas de la asociación), perm:"tnecen no obstante en el nivel de la intuición, reuni end o ];1 multiplicidad sensorial sin invo lucrar desde ya la actividad del entendimiento (esta segunda síntesis es la síntesis trascendental de la imaginación). Al examinar es- ta distinción, los intérpretes se atienen habitualmente a la densa y ambigua scc- ci ón final del capítulo 1 de la primera división de la Lógica T rascendental ("De laconcepción pura del entendimiento o las categorías"), la cual, después de rle- finir la síntesis como "el proceso de unir entre sí diferentes representaciones, y 38 lit- alunnr Sil diversidad en una cognicj{l11",li ;lcontinuación sostiene que la sín- " ·,,s es: 1.•.1la tue ra operaei{lllllc la imaginación, una función ciega pero indispensable del Jlu1<1, sin la cual no rendrfumcs ninguna cognición. pero de cuyo funcionamiento ¡¡o- C IS veces sonms siquie ra conscientes. Pero reducir esta síntesis a concepcioneses una lillll'iún del cnrendimienro, por medio de! cual alcanzamos la cognición en e! sentido propiu de la palabra.se I )e este modo tenemos un proceso en tres pasos que nos lleva hasta la cogni- { uin propiamente dicha: 1.0 primero que se nos debe dar para que logremos la cognición IJ priori de todos I..s nhjeros es la diversidad de la intuición pura; la síntesisde esta diversidad por me- {Iiu de la imaginación es la segunda, pero esto no nos proporciona aún ninguna cog- nidún. Las concepciones que dan uni dad a esta pura síntesis [...) satisfacen el tercer requisito para la cognición de un objeto, y esasconcepciones son dadas por el enten- dímienro." No obsta nte, en la medida en que la "pura síntesis, rep resentada en t érm inos gene rales, nos da la conce pción pura del enrendimiento't.w la ambigüedad es d 'lr.l: ¿es "la síntes is, en términos generales [... l la mera operación de la imagi- 11.1(·i{m",.I'I con el entendimiento como capacidad secundaria que intervi ene des- pués de que la imaginación haya realizado su tra bajo, o es que "la pura síntesis, representada en términos generales, nos da la concepción pura del entendi- miento", de modo que la stnresis de la imaginación no sería más que la aplica- I'i,'lll del poder sintético del entendimiento en un nivel inferior, más primitivo, prcco gnitivo> O bien, para decirlo en términos de género y especie: ¿es la fuer- 1; de la imaginación el misterio impenetrable definitivo de la espontaneidad trascendental, la raíz de la subjetividad, el género abarca tivo del cual se des- prende el entendimiento como su especificación cognitiva discursiva, o el géne- ro nharcativo es el entendimiento, con la imaginación como una especie de sombra que él mismo arrojo rerroactivamcnte sobre el nivel inferior de la intuí- 15. Immanuel Kant, Critique o/ Purt! RW.'OIl, Londres, Everyman's Library, 1988, pág. 78. Wd. cast.: Cn'fim de ftl razón pum, Madrid, Al faglar~, 19% .1 1(,. Ihíd. 17. Ihíd . 18. IlJíd. 19. 1bíd. 39
  • 20. Slt/Voj Ziiek ción? 0 , para de cirlo en el lenguaje de H egel, ¿es la síntesis de la imagiuución el "en sí" su bdes arrollado de una fue rza puesta "como tal", "para sí", en el enten- dim iento ? Seg ún la lectu ra de H eidegger, hay que d et erminar la síntesis de la imaginación como la dimensión funda mental que es tá en la raíz del entendi- miento discursivo, y tlue por lo tanto dehe se r analizada con independencia de las ca tegorías de l entendimie nto. Kant no se animó a dar este paso radical, y re- dujo la imaginación a la condición de pura fuerza mediadora en tre la pura m ul- tiplicidad sensorial de la intuición y la actividad sintética cogn itiva del entendi- miento. En contraste con es te enfoque, nos sentimos tentados de subrayar un a!>v ec- to diferente: el hecho de que la concepción kantiana de la imaginación pasa po r alto en silencio un rasgo negativo crucial: obsesionado como lo está por el cm- peño en sintetizar, por unir la multi plicidad dispersa dada en la intu ición, Kant no dice nada acerca del poder opuesto de la imaginación, subrayado más tarde por Hegel, a saber: la imaginación en cuanto "actividad de disoluci ón", a la qu e 1fegel trata como una unidad. separada que solo tiene existencia efectiva como parte de algún todo orgánico. Este poder negativo también tiene entendimien - to e imaginación, según res ulta con claridad si leemos juntos dos pasajes esen- ciales de H egel. El primero, menos conocido, proviene de los textos de:' la Jml1" RtIJ/pbi/osophú so bre "la noche el mundo": El ser humano es esta noche, esta nada "36a, que lo contiene lodo en su simpli- cidad - una riqueza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las cuales le pertenece- o está presente. Esta noche, el interior de b natu raleza, que exis- te aquí - puro yo- en representaciones fantasmag óricas, es noche en su totalidad, donde aquí corre una cabeza ensangrentada -allá otra horrible aparición blanca, que de pronto est:i aquí, ante él, e inmediatamente desaparece. Se vislumbra esta noche cuando uno mira a los seres humanos a los ojos - :1 una noche llUCse vuelve hurr'i- ble.» ¿Q ué mejor descripción podríam os ofrecer del poder de la imaginación en su aspecto negativo, destructor, desmembrador, como pode r que dispersa la realidad continua en una multitud confusa de objetos parciales, apariciones es- pectra les de lo qu e en realidad solo SOIl panes de un organismo mayor? En últi- ma instancia, la imaginación representa la capacidad de nuest ra mente p,lra des- mem hrar [o que la percepción inmediata une, para "abstra er", no una idea 3D. G. l. F. Hegel, "jcn acr Realphilosophie", en F,iihr polilisdJf S)'mme, Frñncfort; Ulls- tcin, 1974, pJg, 204; traducción al inglés tornada de Donald Phillip Vcrcne, lley;d 's Recollec- tions, AlhallY, NuevaYork, SUNY Press. 1985, págs. 7-8. 40 rrumm, sino U11 cie rto r:ls¡.(o entre [os otros l':sgos, "Imaginar" significa imagi- 1' .11 unobjcro p,I1Tj¡¡1sin su cllerpo, un color sin for ma, una forma sin volumen; ".uIUI tina cabeza ensangren tada - allá 011',1 horri ble aparición blanca- ". Esta " 11111"11(' del mu ndo" es ento nces [a imaginación trascendental en su aspecto más ,I" lm'mal y vio lento: el reino irrcstricro de la violencia de n uestra imaginación, .1,' vu "libertad vacía" que disuelve todo vínculo objetivo, toda conexión basada I 11 b ( 'lIS;) misma: "Para sí misma está aqu í la libertad arbitraria -desgarrar las UIl.íg(·nes }' reconecra rlas sin ninguna restricción".'! E l otro pasaje (universal- mente conocido, a menu do citado e interp reta do) proviene del Prefacio de la , ,'" /lttl1lfl/%gín: Dividir una idea en sus elementos originales es volver a sus momentos, que por lo un-nos no tienen la formade la idea dada, sino que más bien constituyen la propiedad Inmediata del yo, Por supuesto, este an:álisis solo llega a pmsamim tos que son en sí mismos determinaciones familiares, fijas e inertes. Pero lo que de este modo sr srpo- ni y es no-actual es un momento esencial, pues solo es porque lo concreto se divide y "l.' convierte en algo no-actual, que se mu eve .lI si mismo, La actividad de disolución es el poder yel trabajo del m smdimirnte, el más sorprendente r poderoso de los po- .Ieres, o más bien el poder absoluto, El círculo que queda cerrado en sí mismo y, co- IIIU sus ta ncia, mantiene juntos sus momentos, es una relación inmediata, que por lo tanto no tiene nada de sorprendente. Pero (Iue un accidente como tal, desprendido de lo que lo circunscribe, algo que está ligado y solo es actual en su contexto con otros, deba alcanzar una existencia prop ia y una liherrad separada: este es el poder tremendo de lo negativo; esta es la energía del pensamiento, del puro "Yo". La muerte, si es así como (Iueremos llamar a esta no-actu alidad, es J;¡cosa más temible entre todas, y para aferrar lo que e.stá muerto se necesita la mayor de las fuerzas. Fal- la de fuerza, la Belleza (Mlia al Entendimiento porque le pide lo que ella no puede ha- rcr. Pero la vida del Espíritu no es la vida <Iue se retrae ante la muerte y se mantiene intacta, sin devastación, sino m ás bien la vida (lue soporta 1;1 de';¡staóón y la mantie- ne en su propio seno. Solo logra su verdad cuando, en un desme mbra miento total, se encue ntra a sí misma. Es este poder, no como algo positivo, lo que cierra los ojos an- le lo negativo, como cuando decimos de algo que no es llalla o tlue es falso, y cuan- do, habié ndolo agotado, nos apartamos y pasamos a alguna otra cosa; por el contra- rio, el Espíritu solo es este po der pOnjlle mira lo negativo a la cara, y se demora en ello. Esta persistencia con lo ncgarivo es el poder mjgko que lo convierte en ser. Es- te poder es idéntico a lo que anteriormente denomi namos el Sujeto [...).JI 31, Hegel, "j cnacr Rcalphilosophie", p,ígs. 2D4-205. 32. G. '-V, F, I Icgcl, l'bm omnlOlogy QISpiril, rrad. de A. V. Miller, Oxford, Oxford Univcr- vity Press, 1977, págs. 1!l-19, IEd, cast.: FCIIQmrn% f{ín drl T'.Splrilfl, Madrid, FCE, 1999,) 41
  • 21. Aquí H egel ee elogia, como cabría esperar, a la razón especulativa, sino al eII- tm dimiento como el poder más fuerte del mundo, como el poder infinito de la "falsedad", el poder de desgarra r y tratar como separado lo que naturalmente está unido. ¿No es esta una descripción precisa del gesto nega tivo básico de la "imaginación presint ética" (pcrm frasenos arriesgar es ta expresión), de su poder destructivo capaz de socavar toda unidad orgánica? En tonces, aunque los dos pasajes ciradosu parezcan hablar de fenómenos opu estos (el primero, de la con- fusa inmersión prerrecional/prcdiscursiva en la interioridad puramente subjeti- va, y el segundo, de la actividad discursiva abstracta del entendimiento, (jm: des- compone la "profundidad" de la un idad orgánica en elementos separados), es preciso leerlos juntos: ambos se refieren al "más poderoso de los poderes", el poder de destruir la unidad de lo Real, instalando violentamente el dom inio de los membra disjtctn, de los pbmomenn en e! senti do más radical (le! término. La "noc he" dcl "puro Yo", en la cual aparecen y se desvanecen "representaciones fantasmagóricas" desmembradas y desconectadas, es la manifestación rmis ele- men tal del poder de la negatividad, por medio del cual "un accidente como tal, desprend ido de lo que lo circunscribe, de lo que está ligado y solo es actual en su contexto con otros [alcanza ] una existencia propia y una libe rtad separada". Kant, en su Critica de In razdn pura, elabora la concepción de la "ima ginació n trascendental" como la raíz misteriosa, insondable, de toda la activi dad suhjeti- va, como una capacidad espontánea para conectar las impresiones sensibles, an- terior a la síntesis racional de los datos sensibles gracias a las categorías a priori. ¿No es posible que, en estos dos pasajes citados, H egel esté señalando una espe- cie de amierso aún más misterioso de la imagi nación sintética, un poder incluso más pri mordial de "imaginación presinr ética'', el poder de desgarrar, ar rancar los elementos sensibles de su contexto, de demreminur de la experiencia inme- diata de un todo org ánico? Sería por lo tanto precipitado identi ficar esta "noche del mundo" con el vacío de la experiencia mística: designa más bien lo que le es exactamente opuesto, es decir, el Big &mg primordial, el violento autocon tmsre que perturba y disloca el equilibrio y la paz interior del vacío del que hablan los místicos. Si hay alguna verdad en la afirmación de H eidegger en cuanto a que Kant retrocedió ante el abismo de la imaginación, este retroceso tuvo que ver sobre todo con su negativa a sacar a luz la imaginación en su aspecto negativo/des- tructivo, como la fuerza que desgarra la trama contin ua (le la intuición. Kant se precipita al suponer automáticamente que la intuición se da de modo inmediato como múltiple, por lo cual la mayor parte de la actividad del sujeto tendría que 33. A los cuales yo mismo me he referidorepetidamente en casi todos mis libros. 42 IpUlll;r .1unir es.l multiplicidad, ; org;lllizarl~1 en un todo interconectado, par- Ilrndu de In síntesis más primitiva de la imaginación, pasando por la actividad _llll':liGI de las catcb'u rías del entendimiento, )' desembocando en la Idea regu- 1.I<Iora tic la razón, en la tarea impos ible de unificar roda nuestra experiencia del IIlliH~rS(J cn una estructura orgánica racional. Kant no considera el hecho de lllll' 1;1 forma primordial de la imaginación es exactamente opuesta a esa activí- .I.ul sintética: la imaginación nos permite desgarra r la trama de la realidad, tra- l.U - como si existiera efectivamente algo que solo es un componente de un todo .n.inmdo. Enronccs, .c ómo se relaciona la oposición entre imaginación y cnrcndimien- lo ro n la oposición entre síntesis y análisis (en el sentido de destrucción, des- «uuposición de ti unidad inmediata primordial de la intuición)? Se puede con- o-bir que esta relación obra de dos modos: podemos definir la imaginación f OllO la síntesis espontánea de la multiplicidad senso rial en una percepción de oh jetos y procesos unificados, que a continuaci ón son desgarrados, descom pues- lo>;, analizados por el entendimiento discursivo, o bien considerar que la imagi- 1I,l('i<ín es el poder primordial de descomposición, de desgarramiento, mientras Illle el papel del entendimiento consistiría en unir esos membra disjeaa en un lluevo todo racional. En ambos casos queda interrumpida la continuidad entre LI imaginación y el entendimiento, entre una)' otro aparece un antagonismo in- rrinscoo: es el entendimiento el que cura la herida infligida por la imaginación, ..iurctizand c sus membm disjeaa, o bien el entendimie nto destruye, desgarra la unidad sintética espontánea de la imaginación en trozos y fragmentos. En este lll111to resulta apro piada una pregunta ingenua: ¿cuál de los dos ejes, de las dos relacio nes, es la fundamcruul? Por supuesto, la estructura subyacente I·Sla de un círculo vicioso o de una implicación recíp roca: "la herida solo puede ser curada por la espada que la infligió", es decir que la multiplicidad que la sin- tesis de la imaginación se esfuerza por unificar es ya el resultado de la imagina- d ún misma, de su pod er disgr egador. No obstante, esta impli cación recíp roca otorga la preceden cia al aspecto destructivo, negativo, de la imaginación, y no solo por la razón obvia, de sentido común, de que para que pueda ponerse en marcha el esfuerzo de reunificar los elementos es preciso que en primer lugar hayan sido separados, sino también por un motivo más radical: a causa de la fi- nirud irreductible del sujeto, el esfuerzo de síntesis es siempre en alguna r nedi- d~l violento v destructivo. Es decir {lue la unidad que el sujeto se esfuerza en im- pon er a la mu ltiplicidad sensorial mediante su actividad sintética es siempre errática, excéntrica, desequilibrada. "insana", algo impuesto externa y violenta- mente a la multiplicidad, nunca el ucro tranquilo y simple de discernir Lis ce ne- xioncs subterr áneas intrínsecas entre los 111e111bra disjeaa. En este preciso senti- do, toda unidad sintética se basa en un acto de represión, y por lo tanto genera 43