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Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 1: Dios le ama tal y como es Esta lección está dividida en dos secciones para ayudarle a terminar toda la lección entendiendo el plan de Dios. A fin de renovar su mente con la Palabra de Dios y darle un concepto de Él mas preciso, es muy importante que usted tome el tiempo necesario para aprenderse los versículos antes de proseguir a la siguiente lección. Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 1, usted debe estar en capacidad de: Entender lo que significa describir el amor de Dios como completo, incondicional, inmerecido, inalterable, personal y radicalmente transformador de la vida. Reconocer aspectos en los cuales usted ha creído algo que es falso acerca de Dios como el que ama su alma eternamente. Evaluar áreas en las cuales, erróneamente haya tratado de hacerse acreedor a que Dios lo ame mas. Reconocer ocasiones en las que haya dudado del amor completo e incondicional de Dios. Lea Romanos 5:1-10 Una de las cosas mas difíciles de aceptar cuando conocemos al Señor Jesucristo por primera vez es que Dios nos ama tal y como somos. Nosotros los humanos tenemos la tendencia de luchar para “merecer” lo que tenemos. Posesiones materiales, familias amorosas, carreras brillantes… son cosas que luchamos por ganarnos. El amor de Dios, sin embargo, jamás podemos ganarlo por medio del esfuerzo humano. No hay absolutamente nada que podamos hacer para lograr que Dios nos ame ni para hacer que nos ame más (Rom 5:8). Esto podemos entenderlo intelectualmente, pero tenemos problemas para creerlo en lo profundo de nuestro ser. A veces ni siquiera nos damos cuenta de nuestra lucha por creer completamente en el amor de Dios, gratuito e inalterable. ¿Alguna vez ha intentado usted lograr que Dios le ame más sirviéndolo de alguna forma o esforzándose por vivir una vida “mejor”? Pidiendo a Dios el discernimiento personal necesario, anote dos maneras en las que usted ha intentado ganarse más el favor de Dios. Pese a lo que su pasado le imponga o a como se sienta en este momento, el amor de Dios siempre le ha sido impartido gratuitamente. Dios derrama su amor en nosotros sin excepciones ni condiciones. Amigo creyente en Cristo, Dios no comenzó a amarle en el momento en que usted lo invitó a entrar en su corazón. Dios no comenzó a amarle al subir de las aguas del bautismo. Por cierto, Dios jamás “comenzó” a amarle; sencillamente, siempre le ha amado. Desde antes de creación del mundo Dios le conocía y le amaba (1 Jn 4:19; Sal 139:13; Jer 31:3). Una verdad fundamental para explorar este aspecto del carácter de Dios es que su amor jamás varía un grado a la derecha ni a la izquierda: siempre es exactamente lo mismo; jamás cambia por toda la eternidad (1 Jn 4:16-17). Esta puede ser una noticia sorprendente para usted ¿Alguna vez se ha sentido tan lleno de remordimiento por algo que haya cometido que honestamente creyó que eso hizo que Dios le amara menos? Escriba acerca de una experiencia en particular que haya tenido y en la que sintió que Dios podía amarle un poco menos debido a algo que haya hecho o dicho. ¿Qué sucedió y cómo se sintió usted? Casi todos hemos tenido ese temor en algún momento. No obstante, no importa cómo nos hayamos sentido; en las Escrituras tenemos la seguridad de que el amor de Dios no cambia. Él nos ama pese a lo que hagamos. En efecto, Él estuvo consciente de nuestra pecaminosidad desde el principio. Al investigar el amor de Dios, examinemos honestamente la manera en que Él nos ve. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 1, usted debe poder: Entender las implicaciones que el pecado de Adán y Eva tuvo el concepto de Dios acerca de todos los hombres y las mujeres. Reconocer cómo se ha expresado su naturaleza pecaminosa en acciones, pensamientos, actitudes o palabras. Comprender su necesidad del Salvador memorizando y concentrándose en versículos específicos de la Escritura. Primero, considere Génesis 1:26 en donde Dios crea al hombre a su imagen. ¿Qué es esa “imagen”? Es la semejanza, aspecto y esplendor que saturó a Adán y a Eva. Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo esta imagen divina se alteró. Por consiguiente, aunque todo ser humano todavía participa de algunas de las dimensiones de la imagen de Dios (Sant 3:9), ha nacido en un mundo de pecado y rebeldía (Efe 2:13). Segundo, debido a la pecaminosidad del mundo, la Escritura llama a todos los nacidos en pecado, “impíos” (Rom 5:6). Nuestra “impiedad” es evidente por el hecho de que la imagen de Dios ha sido desfigurada en cada uno de nosotros, por lo que ya no irradiamos a Dios. En todo esto somos impotentes para salvarnos por nuestra propia cuenta o para restablecer una relación adecuada con Dios.  Tercero, Dios nos ve a cada uno de nosotros como pecadores (Rom 3:10-12, 23). Esta es una palabra que se usa bastante en distintas maneras, lo que dificulta poder discernir el verdadero significado del término. La palabra original para “pecado” quiere decir “errar en el blanco”. Esto significa que el pecador ha traspasado el límite de lo permitido por Dios. Puesto que “erra en el blanco”, todo pecador es impotente para redimirse a sí mismo. ¿Falso o verdadero? El pecado ocultó la imagen divina de todos los humanos cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios. Por breves minutos reflexiones en su diario acerca de su naturaleza pecaminosa. ¿Cuáles son algunas maneras-actitudes, pensamientos, palabras o acciones, en las que su naturaleza pecaminosa se ha expresado? En otras palabras, ¿cuáles son algunas maneras en las que usted ha “errado en el blanco”? Cuarto, Rom 5:10 describe claramente a todos los humanos como “enemigos” de Dios. Quizá usted objete: “Bueno, aunque hubo un tiempo en el que yo no conocía a Cristo como Señor, por supuesto que no creo que yo haya sido enemigo de Dios”. Este es un concepto erróneo. Si por sus actos usted declara que no necesita la redención que Cristo ofrece, entonces se ha puesto en contra de Dios, aunque se considere ser una “buena” persona. Dios no juzga a los hombres como nosotros nos juzgamos unos a otros. Una persona sólo puede evaluar los actos externos, pero Dios juzga lo más recóndito de nuestro ser (Heb 4:12). Quinto, Rom 3:10-18 nos pinta un cuadro desolador de la verdadera naturaleza del hombre. Comienza diciendo: “No hay justo, ni aún uno”. Esta es una acusación en contra del concepto de que nuestras buenas obras nos convierten en buenas personas. En pocas palabras, no hay nada que podamos hacer para ganar el favor ni la aprobación de Dios. Esa es la parte mala de la noticia. No obstante, hay gozo al comprender nuestra condición verdadera y tenebrosa. Sólo al aceptar la profundidad de nuestra depravación podremos apreciar n su totalidad hasta que extremo llega la gracia y el amor con los cuales Dios nos ha salvado. En la siguiente lección examinaremos este perdón radical que Dios nos ofrece. Oración: Padre, sé que soy un pecador, y que a pesar de mis mejores esfuerzos, estos nunca han sido suficientes para alcanzar Tu gloria. Señor, no merezco tu favor, tu gracia o tu amor, y sin embargo, sé que de cualquier forma Tú me colmas de estas cosas; yo jamás podría ganarme mi entrada al cielo. Tú me has conducido hasta tú presencia eterna sin necesidad de ninguna obra de mi parte. Te agradezco por amarme a mí, aunque tal parece que yo no te amo siempre, y por ofrecerme el maravilloso regalo de la salvación eterna. Oro en el Nombre de Jesús, Amén. Antes de ir a la Lección 2, memorice Rom 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros”. Al pensar en el significado de su propia incapacidad delante de Dios, ¿Comprende usted cuán grande es su necesidad del Señor Jesucristo? ¿Cómo cambia este versículo su concepto de Dios que no sólo es amoroso, sino que personifica el amor en sí? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 2: Dios le ama tal y como es Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 2, usted debe estar en capacidad de: Entender cómo se define en Romanos 1:24-32 su necesidad personal del perdón de Dios. Distinguir entre el papel de Dios y el papel de usted en el proceso del perdón. Lea Romanos 5:1-10 En la lección anterior vimos que es imposible “obligar”  Dios que nos ame más ni menos. Su amor permanece constante; nuestros intentos de hacer buenas obras no lo impresionan para favorecernos,  y nuestro pecado y fracasos no pueden ocasionar que Él deje de amarnos. Por consiguiente, no podemos atribuirnos crédito alguno por la manera en que Dios nos ve. En lugar de eso, toda honra y alabanza por su amor pertenecen a Dios.   A fin de valorar debidamente su amor, necesitamos entender las profundidades hasta las cuales el pecado ha corrompido a la humanidad, Romanos 1:24-32 presenta una descripción perturbadora de la humanidad, mostrando que tenemos propensión a idolatría, violencia, pasiones perversas y concupiscencias, iniquidades, maldad, codicia, envidia, homicidios, pleitos, engaño, malicia, chismes, calumnias e impiedad. Por horrible que sea esta representación, ésta describe exactamente a aquellos que Dios ama. Y aunque nosotros frecuentemente no nos damos cuenta de ellas, estas características nos describen a cada uno de nosotros.   Quizá usted repase este pasaje y argumente: “¡Un momento! ¡Yo no soy así para nada! No soy perfecto, pero soy una persona bastante buena”. Puede ser cierto, pero usted debe considerar un par de cosas. Primero, el potencial para tener cada uno de estos comportamientos corruptos radica en todo hombre, mujer o niño sobre la tierra. No podemos escaparlo; es nuestro destino como parte de un mundo pecaminoso. Segundo, La defensa de la “Persona buena”  queda muy corta de la santidad perfecta de Dios. Las Escrituras describen a nuestros mejores intentos de rectitud simplemente como “Trapos de inmundicia” (Is 64:6). En pocas palabras, nosotros no podemos escalar hasta la cima del favor de Dios. Por breves minutos vea cada una de las palabras subrayadas arriba, que se han tomado de Rom 1:24-32. ¿Cuál palabra y su definición hiere más su corazón? ¿Cómo ve usted evidencia de esta definición en su propia vida y hábitos cotidianos? Anótelo en su cuaderno No toca a nosotros tratar de escalar hasta el nivel de Dios.  En lugar de eso, Él condescendió y expresó Su amor a cada uno de nosotros no por lo que haya visto dentro de nosotros, sino porque amar sin límites, fronteras ni condiciones concuerda con Su naturaleza (Rom 5:8; Jn 3:16) 1 ¿Falso o verdadero? El perdón es iniciativa de Dios; la responsabilidad del hombre es recibir el perdón de Dios. Sección 2 Al terminar esta sección, usted debe estar en capacidad de : Reconocer los móviles de Dios para perdonar Entender y reflexionar en cómo es que nuestros hábitos y actitudes pueden reflejar resistencia al amor de Dios Captar y procesar la dimensión del amor que Dios tiene por usted Muchas personas se resisten a comprometerse con el Señor porque desean esperar hasta que puedan “limpiarse” un poco. Quizá les oigamos decir cosas como estas: “Quiero seguir al Señor, pero antes necesito dejar de hacer esto”. Amigo, quiero que sepa que Dios nos ama a cada uno de nosotros tal y como somos. Él no esperó hasta “limpiarnos”. En lugar de eso, “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5:8). Sabiendo que nosotros jamás podríamos mejorar esa situación, Dios extendió su mano hasta el foso de nuestra desesperación y nos levantó hasta su presencia por medio de su hijo Jesucristo. Nosotros no debemos esforzarnos por mejorarnos para recibir a Cristo; en efecto, es imposible mejorar al viejo hombre, por eso es que el Dios todopoderoso envió a Su Hijo Unigénito. El mensaje de la cruz es que necesitamos liberación, no mejoramiento. Esta liberación quiere decir que ni el mismo Dios está interesado en intentar mejorarnos. En lugar de eso, Él remueve completamente al viejo hombre y lo remplaza con Él mismo. De esta manera nosotros nos convertimos en una “nueva criatura” en Cristo (2 Cor 5:17),  2: ¿Cuál fue El móvil que impulsó a Dios a perdonarnos por medio de la muerte de su hijo en la cruz? Escoja dos: Él quiso hacernos mejores personas Él sabía que nosotros no podríamos mejorar nuestra pecaminosidad Él nos amó aun a pesar de nuestra pecaminosidad Él quiso motivarnos para intentar vivir una vida mejor Puesto que Dios es amor (1 Jn 4:16), quizá creamos que el hecho de brindarnos esta liberación amorosa le tomó poco esfuerzo. Sin embargo, esta obra salvadora tuvo un precio muy alto. Demandó que el Padre enviara a Su Hijo unigénito a morir en una cruz. El Señor Jesús fue traicionado, quebrantado, azotado, humillado y asesinado. No obstante, el dolor físico fue solo parte de lo tortura; el precio pagado por nuestra salvación puede aquilatarse mejor por su clamor desde la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mat 27:46); Mar 15:34).  En ese instante el Dios todopoderoso se separó de Su Hijo, con quién había vivido en unión perfecta por toda la eternidad. Ahí, separado del Padre, el Señor Jesucristo probó la crudeza del infierno por todo el ser humano que haya existido o que nacería. Esa fue la demostración mas profunda del amor de Dios por nosotros, no porque Él haya permitido que Cristo muriera, sino porque diera la espalda a su Hijo para que Él pudiera probar por sí mismo lo que es la muerte eterna, tomando el lugar de toda la humanidad. Si nosotros resistimos su amor aun tratando de ganar el favor de Dios por nuestra cuenta en efecto estaremos diciéndole que su sacrificio no fue suficiente. Amigo, le seguro que sí fue suficiente, Conteste la siguiente pregunta: Los que no entienden que el amor de Dios es totalmente incondicional, con frecuencia intentan llegar hasta la cima por sus propios méritos. ¿Cuáles son algunos de los medios por los que usted ha intentado ganarse el favor de Dios? (Tome en consideración sus móviles detrás de sus buenas obras, su trabajo en la iglesia, establecer disciplinas espirituales tales como la oración y el estudio bíblico o ponerse presiones para vivir conforme a ciertas pautas). Si tiene problemas para aceptar el amor incondicional de Dios, le insto a que, en oración, piense en el precio pagado por el perdón que ha recibido. ¿Usted pagó el precio? No. ¿Podría haber pagado el precio? No. Sólo Dios pudo haberlo hecho, y por eso lo hizo. Porque nos ama… tal y como somos. Habiendo echado un vistazo en serio por qué Dios actuó para liberarnos, en las próximas lecciones nos dedicaremos a examinar los resultados de esa obra salvadora. Quedo en espera de volver a verlo en la siguiente lección titulada: “Somos perdonados”. Antes de proseguir a la lección 3, considere el pasaje Juan 3:16 para memorizarlo. Porque de tal manera amó Dios al mundo,  que ha dado a su Hijo unigénito,  para que todo aquel que en él cree,  no se pierda,  mas tenga vida eterna. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 3: Somos Perdonados Lección 3, Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 3, usted debe estar en capacidad de: Recordar Col 2:13 y entender su significado para el perdón de sus pecados pasados y futuros. Comprender las profundidades duraderas de su perdón en Cristo. Lea Col 2:9-15 En la lección anterior vimos que Dios realmente nos ama a cada uno de nosotros tal y como somos. No tenemos que intentar limpiarnos antes de aceptar el don de la salvación de Dios; mas bien, la gracia de Dios se extiende hasta nuestras tinieblas y nos eleva hacia Él. Para comprender nuestra salvación, desde el principio es esencial ver claramente que si hemos aceptado a Cristo como Señor y Salvador personal, hemos sido perdonados  de todos nuestros pecados, pasados y futuros. 1: Memorice Col 2:13 Y a vosotros,  estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,  os dio vida juntamente con él,  perdonándoos todos los pecados, Identifique el significado de la Palabra TODO en relación con su propia vida. Elija uno de los siguientes: Quiere decir que todo pecado que yo cometí antes de llegar a conocer a Cristo ha sido perdonado. Quiere decir que todo pecado que yo cometí antes de llegar a conocer a Cristo y todo pecado que he cometido hasta la fecha en mi andar cristiano, es perdonado. Quiere decir que todo pecado que yo reconozco en el pasado, presente y futuro es perdonado. Quiere decir que todo mi pecado, del que yo me doy cuenta y del que no me doy cuenta, ha sido perdonado para siempre (del pasado, en el presente y aun mi pecado futuro) La gente tiende a jactarse de las cosas en su vida de las cuales se sienten orgullosos. Para algunos, es su dinero. Para otros, su prestigio. Para el discípulo de Jesucristo, sin embargo, sólo hay una cosa de la cual debemos jactarnos, y aun de esta nosotros no somos sino beneficiarios. El apóstol Palo lo expresó de la mejor manera: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quién el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” Gal 6:14. Esto quiere decir que la posesión mas grande y valiosa del creyente es el don gratuito de perdón que fue ganado por Cristo en la cruz. No seremos el pueblo libre y liberado que Dios quiere que seamos hasta que empecemos a darnos cuenta de la profundidad radical de nuestro perdón. La Escritura proclama clara y rotundamente que todo creyente vive bajo el resguardo del perdón continuo e interminable de Dios. Tome unos minutos para repasar estos pasajes vitales en la Biblia. Col 1:13 “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado hijo” Rom 8:1-2 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.”  Jn 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Estos pasajes revelan que un evento histórico específico del pasado, La muerte y resurrección de Cristo, tiene implicaciones para el presente. No solo eso, sino que también tiene implicaciones futuras. Hace dos mil años dios puso el pecado del mundo, todo pecado pasado, presente y futuro, en la cruz con Cristo y ese pecado murió ahí mismo. Cuando Cristo resucitó, nuestro pecado no resucitó. Por consiguiente, ese acto alivia la carga de nuestro pecado hasta nuestros días. Al aceptar a cristo como Señor, nosotros participamos de ese perdón y todo pecado que hayamos cometido, o que cometeremos, es lavado. Todo pecado que usted haya cometido o que pueda cometer (todo pensamiento impuro, actitud impropia, acción equivocada y mentira que creamos) ha sido enterrado, lavado, removido, “cuanto está más lejos el oriente del occidente” (Sal 103.12) con un acto muy doloroso. Las ideas vertidas en el párrafo anterior, ¿Cómo cambian la forma en que usted se ve a si mismo y a Dios? Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 3, usted debe estar en capacidad de: Entender el significado del arrepentimiento. Hacer la distinción entre el castigo por el pecado y las consecuencias del pecado Examinar su corazón para recordad cuando usted se arrepintió de su pecado y recibió el don del perdón de Dios En Su sabiduría Dios sabía que jamás habría un medio por el cual nosotros pudiéramos expiar por nuestro pecado. Él sabía que no podríamos ser tan puros, tan buenos no tan rectos como para compensar debidamente por nuestras deficiencias. Por consiguiente, Él actuó para impartirnos la salvación por medio del Señor Jesucristo. Ef 1:7 explica: “En quién (Cristo) tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia”. Esto revela que hemos sido “redimidos”. En este sentido, “redención” quiere decir que antes éramos cautivos del pecado, pero que Dios pagó el rescate para liberarnos de nuestra esclavitud. La última parte de este versículo explica el móvil detrás de este acto salvador, la gracia de Dios. Esta gracia es el favor inmerecido que se expresa por medio del amor. Como hemos visto, Dios nos ama apasionadamente a cada uno de nosotros, por lo que Él actuó a nuestro favor para rescatarnos de las cadenas de nuestro pecado. Dos Responsabilidades  Después de la resurrección de Cristo, Él permaneció con sus discípulos por un tiempo breve para darles algunas instrucciones finales. Él sabía cuán crucial era para sus seguidores entender lo que había hecho por ellos y qué deberían hacer en seguida.  En el capítulo 24 de Lucas versículos 46 y 47, el Señor enseña: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ahora, aquí hay dos responsabilidades que usted y yo necesitamos entender.  El primero, la responsabilidad del hombre: Arrepentimiento para con Dios. El arrepentimiento es un cambio de actitud que resulta en un cambio de acción. Arrepentimiento quiere decir que reconocemos nuestra pecaminosidad e inhabilidad para salvarnos a nosotros mismos de ese pecado. Nuestro arrepentimiento hace posible que recibamos el don de Dios.  El segundo, es la responsabilidad de Dios, que es perdón para con Dios. En este sentido, perdón quiere decir mandarlo lejos. Dios nos ha perdonado porque permanentemente ha removido la culpa de nuestro pecado. Se ha ido; no volverá para condenarnos.  Así que al hablar de perdón debemos entender que es un don gratuito de Dios que debe ser recibido. Amigo mío, si nosotros no aceptamos este perdón, no será nuestro. No hay nada que podamos hacer para ganarnos ese regalo; todo lo que podemos hacer es echar mano de lo que Dios ya ha hecho. Aunque la obra salvadora de Dios nos liberó de la maldición del pecado, aun así sigue siendo un don que debe ser aceptado. No hay absolutamente nada que ninguno de nosotros podamos hacer para ganarnos la salvación; sin embargo, sí tenemos la responsabilidad de arrepentirnos de nuestro pecado y aceptar lo que Cristo nos ha dado. El arrepentimiento es un cambio de actitud que resulta en un cambio de acción; es alejarse del pecado y volverse hacia Dios. Al alejarnos del pecado y hacia Jesucristo, recibimos el perdón que Dios ofrece. La salvación está a la disposición de todos; sin embargo, vivimos en un mundo en el que es popular rehusar el don de Dios por nuestro propio orgullo o negligencia. 2: A continuación escoja la frase correcta: El arrepentimiento se inicia cuando cambiamos nuestro curso de acción. El arrepentimiento se inicia cuando cambiamos de manera de pensar acerca de un curso de acción en particular. El arrepentimiento puede definirse como sentir pesar por nuestras decisiones pecaminosas. Muchas personas no pueden entender el impacto total de su perdón porque todavía sufren como consecuencia de su pecado. Quizá argumenten: “Bueno, creo que no estoy perdonado porque sigo sufriendo los ef3ectos de mi pecado”. Aquí es importante darse cuenta de que hay diferencia entre perdón y consecuencias. La Escritura ha dejado claro que Dios ha perdonado todo pecado por medio de Cristo. Sin embargo, nuestros actos específicos de pecado acarrean resultados de consecuencia para nuestras vidas. En lugar de verlos como el castigo de Dios por el pecado, estos resultados deben considerarse como los efectos naturales de ciertos actos o comportamientos. Así como saltar de una ventana de un segundo piso resulta en caer a tierra, nuestras decisiones para pecar acarrean consecuencias. ¿Cuáles son algunas consecuencias que usted ha tenido que sufrir debido a su pecado? Debemos entender que los creyentes no pueden ser castigados por Dios por su pecado. Esto se debe a que el castigo por nuestro pecado ya fue llevado por el Señor Jesucristo. Puesto que la pena ya se ha pagado, Dios no manda el castigo una vez mas. 3: ¿Falso o verdadero? Dios jamás nos castigará por nuestras decisiones para pecar, porque Él ya ha castigado en nuestro lugar al Señor Jesucristo. ¡Regocíjese¡ Pese a nuestra pecaminosidad, sabemos que Dios puede vernos como personas redimidas debido a que Cristo nos ha ganado la libertad de las cadenas del pecado. Además, los pecados que cometamos en el futuro también han sido perdonados. En la siguiente lección examinaremos mas detenidamente el asunto de las redención al dar un vistazo al precio que el Señor pagó y los resultados de ese sacrificio. ¿Puede usted señalar con exactitud una ocasión en particular en que usted aceptó el don del perdón de Dios? Aun cuando no sepa fechas exactas, escriba en su cuaderno acerca de su experiencia de salvación. Si no puede recordar si ya tomó esa decisión, nunca es tarde para aceptar el regalo de la salvación de Dios.  Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 4: Usted es Redimido Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 4, usted debe estar en capacidad de: Reconocer en su totalidad el plan de Dios de la redención y familiarizarse con las referencias bíblicas en las que se apoya. Entender el significado de Jesucristo como nuestro redentor de la esclavitud del pecado. Lea Ef 1:3-7 En la lección anterior nos enfocamos sobre el perdón completo de nuestros pecados que se nos ha entregado por medio del Señor Jesucristo. Sin embargo es vital para nuestro crecimiento cristiano que nos consideremos no solo perdonados, sino redimidos. Este es un término que con frecuencia se utiliza en discusiones cristianas, pero, ¿en realidad sabemos qué quiere decir? Pasemos unos momentos examinando el concepto de la redención al esforzarnos por entender cómo es que el sacrificio de Cristo en la cruz afecta nuestras vidas en el presente. Mientras no entendamos el mensaje de la cruz no entenderemos quién es Dios ni cómo es. Antes del sacrificio de la cruz parecía haber un conflicto entre el amor de Dios y Su justicia. Su amor anhelaba brindar salvación incondicional a todos los pecadores y, al mismo tiempo, su justicia demandaba que el pecado fuera castigado. Aunque deseaba abrazar amorosamente a la humanidad, su justicia no le permitiría ignorar nuestro pecado. En la cruz, la justicia y el amor se convirtieron en uno al demostrar que Dios seguía siendo santo y aún así brindaba un medio para que el pecador, hombre o mujer, pudiera estar con Él para siempre. El plan de redención no se encuentra sólo en las páginas de los evangelios sino que se extiende por todas las Escrituras. En los primeros dos capítulos de Génesis, la creación de un paraíso terrenal y el primer hombre apuntan hacia el hecho de que Dios planeó nuestra redención. Varios de los siguientes capítulos de Génesis (3-11) describen la caída del hombre y revelan que la redención no fue una alternativa sino mas bien un requisito o necesidad para todo ser humano. El resto del Antiguo Testamento, que relata la historia de Israel y apunta hacia el redentor que vendría, demuestra que Dios nos preparó para Su plan de redención. Luego, en los Evangelios, la vida de Cristo sobre la tierra destaca la evidencia de que la redención del hombre por Dios es real y sigue vigente. En el libro de Hechos, cuando los discípulos van al mundo a extender las Buenas Nuevas, vemos el cumplimiento del plan de Dios de compartir Su obra de redención con toda persona. Las epístolas han sido consignadas e incluidas en la Biblia para explicar lo que es la redención y, por fin, el Apocalipsis concluye el relato al llegar a cumplirse los planes, preparativos y actos redentores de Dios. Aunque los libros de la Biblia no se compilaron en orden cronológico, se acoplan uno con otro como piezas de un gran rompecabezas para presentar un solo relato: el amor redentor de Dios para usted, por mí y por todas las demás personas que han vivido y que vivirán. Al examinar esta verdad a la luz de la Palabra de Dios, ¿qué pensamientos acuden a su mente y qué emociones se suscitan? Anótelas En el Nuevo Testamento se usan dos palabras para describir la redención que ofrece Cristo. La primera se traduce como “rescate” e indica el precio pagado para obtener la libertad de alguna persona. La otra palabra es u término que se usaba en el antiguo de los negocios y se refiere a adquirir algo en el mercado. El concepto que se expresa en el Nuevo Testamento que muestra redención en Cristo, es muy parecida a la redención de un esclavo en el primer siglo de la era cristiana. De vez en cuando un hombre rico llegaba a admirar o respetar a un esclavo y manifestaba el deseo de ayudarlo. Sin embargo, había una forma de obtener la libertad de esa persona: un hombre libre debía pagar lo que valía pagar lo que valía el esclavo, o comprarlo, y luego, cuando el esclavo estaba todavía en posesión del otro, el comprador tenía derecho a liberarlo. Podemos ver el significado de los dos términos en este cuadro: el comprador pagaba un rescate para comprar al esclavo, y así obtener su libertad. Esto es lo que el Señor Jesucristo ha hecho por cada uno de nosotros. Y sea que nos diéramos cuenta de ello o no, nosotros estábamos bajo esclavitud total de nuestro pecado. Al hablar de redención, nos referimos al hecho de que se ha pagado un precio para liberarnos del mercado de esclavos del pecado. El pecado que se pagó (lo único que fue suficiente para obtener nuestra salvación) fue el sacrificio del Señor Jesucristo. 1: Elija todo lo que sea aplicable: Ser liberado de la esclavitud del pecado significa… Que nosotros somos como esclavos en el mercado de esclavos, puestos en libertad. Ya no somos “esclavos” de nuestros antiguos amos. El precio de nuestra libertad, o de nuestra liberación, de la cautividad de hábitos y actitudes pecaminosas, ha sido pagado por otra persona, El Señor Jesucristo. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 4, usted debe estar en capacidad de: Entender la diferencia entre ser redimido y experimentar la bendición de esa redención. Identificar la redención no simplemente como perdón, sino como libertad, y examinar cómo es que su vida refleja su vida refleja su reacción a esta libertad y este perdón. En el Antiguo Testamento, la ley judía declaraba que los pecados debían ser expiados con un sacrificio de sangre, por eso es que vemos tantos ejemplos de sacrificios de animales en aquellos días. Sin embargo, esos sacrificios necesitaban ser repetidos con frecuencia, tanto por los individuos como por todo el pueblo de Israel. En Juan 1:29, Juan el Bautista describe al Señor Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Por lo tanto, desde el principio del ministerio terrenal de Cristo, Él aparece como el último cordero del sacrificio, el único sacrificio que podía hacer la expiación por el pecado de una vez por todas. (Heb 9:11-14). Ahora bien, retrocedamos por un momento y observemos este proceso en términos sencillos. ¿Quién debería haber pagado la deuda de nuestro pecado? Cada uno de nosotros. ¿Quién es el único que podía haber pagado la deuda de una vez por todas? Sólo Dios tenía poder para hacer eso. Así que la única solución posible era que Dios irrumpiera en la historia humana por medio del Señor Jesús, que fue verdadero Dios y verdadero hombre. Él sufrió nuestro castigo y nuestra muerte. Fue nuestro sustituto y, por consiguiente, el rescate que nos libertó de la esclavitud del pecado. Es de vital importancia que nos demos cuenta de que este sacrificio fue muy personal. A veces vemos Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo”, y nos perdemos entre la inmensa multitud que abarca el término “mundo”. No obstante, una verdad que muchos ignoran es que Dios habría sacrificado a su Hijo Unigénito si usted fuera la única persona que existiera sobre la faz de la tierra. Dios quiso salvarlo a usted específicamente de su pecado, y por eso envió al Señor Jesús. El otro lado de la moneda es que, aunque Dios actuó específicamente a favor de usted, también actuó a favor de todo individuo sobre la tierra. El Señor no murió sólo por los cristianos, sino por todos (Jn 3:16; 12:32; Mat 18:14). Desgraciadamente, no todos experimentarán la bendición de esa redención. A menos de que el hombre reciba la redención ofrecida por el Señor Jesús, no disfrutará de esa bendición. Cualquiera que rechaza al Redentor (Cristo) en efecto dice: “Yo no necesito de Cristo para que me redima; yo puedo redimirme por mi cuenta”. Como hemos visto, sin embargo, sólo Cristo estuvo capacitado para libertarnos de nuestro pecado. Por consiguiente, quienes rechazan la redención que ya ha sido establecida, se eliminan a sí mismos del plan de Dios para salvar a toda la humanidad. 2: ¿Falso o verdadero? Todos han sido redimidos por medio de Cristo, pero no toda persona ha decidido experimentar esa redención. Nuestro perdón, la redención en sí, tuvo un costo muy alto. Si quedáramos a nuestras expensas, nosotros no podríamos ganar nuestra justicia. No obstante, podemos regocijarnos en que Dios tomó la iniciativa y Él mismo pagó el precio. Jamás podemos pagar ese acto de gracia, pero podemos dar gracias a Dios por él, esforzándonos por conocerlo mejor y viviendo de acuerdo con Su Palabra. ¿Cómo refleja nuestra vida diaria nuestra gratitud a Dios? Responda en su cuaderno. En la siguiente lección, “Usted está reconciliado”, examinaremos la manera en que nuestra relación con Dios ha cambiado a la luz de nuestra unión con Cristo. D3: Memorice Ef 1:7: “En quién tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 5: Usted está reconciliado Lea 2 Cor 5:17-21 Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 5, usted debe estar en capacidad de: Entender el pecado como rebeldía y división. Distinguir entre los dos significados de reconciliación. A lo largo de este curso hemos examinado unos cuantos puntos vitales para entender cómo debe ser nuestro andar con Dios. Hemos visto que Él nos ama tal y cómo somos y qué, por consiguiente, nos ha perdonado y redimido de los vínculos del pecado. Nuestra aceptación de su perdón y redención por medio de Cristo ha transformado para siempre nuestra relación con Él. En lugar de estar distanciados de Él como resultado de nuestro pecado, ahora podemos aceptar nuestra posición como reconciliados con Dios. En esta lección veremos más de cerca lo que significa la reconciliación en nuestras vidas y en nuestra relación con Dios. En Griego, el idioma original del Nuevo Testamento, se usan dos palabras distintas que nosotros traducimos con “reconciliar”. La primera la vemos en Mat 5:23-24, donde el Señor Jesús instruye a dos amigos distanciados a reconciliarse, a restaurar sus relaciones que se han roto, antes de presentar su ofrenda a Dios. En este contexto a un amigo se le instruye que inicie la reconciliación yendo a ver a su amigo, disculpándose por el mal que ha cometido y/o asumiendo su responsabilidad en el problema. Casi todos podemos entender este tipo de reconciliación porque, en un momento u otro, hemos estado en una posición en la que hemos tenido que acercarnos a un amigo e iniciar la restauración de nuestra relación. En el pasaje citado con anterioridad, la palabra “reconciliar” tiene el significado de ser reconciliación por mutuo consentimiento. Este no es el mismo tipo de reconciliación que describe la relación de Dios con nosotros, que es de pura gracia. Mas bien, 2 Cor 5:18 usa la otra palabra que nosotros traducimos como “reconciliación”, que tiene el significado de “moverse hacia alguien”. La importancia de esa diferencia es asombrosa. Quiere decir que no estamos reconciliados con Dios por mutuo consentimiento, sino porque Dios ha tomado la iniciativa de buscarnos; básicamente Él se ha “movido hacia” nosotros para ofrecernos salvación sin esfuerzo alguno de nuestra parte. Él solo nos abrió el camino para entrar en una relación restaurada con Él. Por consiguiente, nosotros no llevamos carga alguna en esta reconciliación. Como hemos visto durante este curso de estudios, no hay absolutamente nada que usted y yo podamos hacer para lograr la salvación por nuestra cuenta. No obstante, la Buena Nueva es que Dios ya ha actuado para lograr esa salvación a favor nuestro. Debido a su gran amor por nosotros, Él ha tomado la iniciativa para reconciliarnos con Él. La reconciliación implica que nuestra relación con Dios estaba bloqueada. ¿Qué era lo que se había interpuesto entre Dios y nosotros para perturbar esa relación? El pecado. Con frecuencia muchos ven el pecado en general como una lista de ciertas cosas malas que quizá cometan. No obstante, es mejor saber que el pecado es cualquier cosa que se interpone entre nosotros y Dios o que nos separa de Él. Esta definición de pecado, ¿cómo profundiza o cambia su entendimiento de cuanto necesita usted de Dios y cuán amoroso por su parte fue que Él iniciara el proceso? Anótelo en su cuaderno. 1: ¿falso o verdadero? Dios le ha encargado a usted de restaurar su relación con Él. Lección 5, Sección 2 Objetivo: Al terminar esta sección de la lección 5, usted debe estar en capacidad de:  Entender que la paz es resultado de la reconciliación, y lo que eso significa. Memorizar 2 Cor 5:18 y explorar su aplicación en su propia vida. Evaluar las fuentes falsas de paz y seguridad en su propia vida. El pecado puede despistarnos. Recuerde, si el pecado en sí lucha por mantenernos alejados de Dios, entonces ¿cómo puede cumplir mejor esa tarea? La mejor manera en que el pecado puede mantenernos alejados de Dios es asegurarnos que no necesitamos a Dios en nuestras vidas. Esto  lo logra convenciéndonos de que somos personas maravillosas sin la ayuda de Dios. El pecado nos hace pensar que somos superiores y gente justa, por nuestros méritos. Y puesto que somos humanos, caemos en la trampa. Después de todo, nos gusta pensar que controlamos todo. Por otra parte,  Dios nos muestra exactamente qué y quiénes somos. Él pone al descubierto el engaño y nos lleva a darnos cuenta que nuestros corazones son pecaminosos y que aun nuestros mejores obras son inmundicia total comparadas con la santidad de Dios (Is 64:6). Puesto que Dios es Verdad, Él no nos engañará. Aunque podamos “sentirnos” mejor considerándonos justos y rectos, nos beneficiará más entender nuestra necesidad de redención que sólo Dios puede brindarnos. La Escritura dice claramente que el pecado nos ha alejado de la presencia de Dios a tal grado que éramos considerados “extraños y enemigos” (Col 1:19-23) que vivían para sí (2 Cor 5:15). La cruz cerró la brecha entre nosotros y Dios, permitiendo así que el hombre pecador entrara a la presencia santa y justa de Dios. Mientras que antes estábamos separados de Él, ahora, siendo “justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5:1). Aquí la palabra que traducimos como “paz” tiene el significado más amplio de estar atados juntos. Esto implica, entonces, que Dios no solo ha actuado para perdonar nuestros pecados, sino para atarnos a Él de manera personal y poderosa, restaurando así la relación que se había perdido. 2: Complete esta oración con la palabra correcta: Dios no sólo quiere que nosotros reconozcamos nuestra necesidad desesperada de Él, sino que también quiere que entendamos que su acto de reconciliación, por medio de la cruz, nos ha _______________ a Él, o nos ha permitido tener paz con Él. Separado Divido Reunido Atado 3: Elija todo lo que se aplique. Hasta ahora, ¿de qué maneras ha buscado usted la paz? A. Por medio de mis relaciones con la gente. B. Cambiando mis circunstancias, buscando otro trabajo, cambiándome de casa, etc. C. Aspirando a un ascenso, premio, logro o meta que conduzca al éxito D. Por la imagen que otros tienen de mí o de la que yo tengo de mí mismo. 4: ¿Sigue usted buscando la paz en estas cosas pese a que Dios se la ha dado por medio de la reconciliación con Él?  A. Sí B. No 2 Cor 5:20-21 procede a decir que debido a que cada uno de nosotros entiende la reconciliación que Dios ha brindado, tenemos la responsabilidad y privilegio de servir como “embajadores de Cristo”. Así como el guía conduce con todo acierto a su contingente para internarse en un bosque porque conoce el camino, así nosotros debemos dar un paso al frente para señalar al mundo la salida de la esclavitud del pecado. Memorice 2 Cor 5:18 “Y todo esto proviene de Dios, quién nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” Ahora piense en la instrucción doble, cómo Dios nos reconcilió consigo mismo y cómo nos ha dado el encargo de enseñar a otros acerca de Su plan de salvación. ¿Cómo se siente usted en cuanto a su papel como “embajador” de Cristo? Escriba esto en su cuaderno. No importa cómo se sienta usted, usted siempre ha sido y será amado por Dios. Él le ha perdonado, le ha salvado de las garras del pecado y le ha reconciliado con Él. Usted ha sido llamado a vivir como embajador porque eso es para lo que Él, por su gracia, lo hizo con todo cuidado. Este curso se ha enfocado en enseñarle lo que el Señor Jesucristo hizo por usted en la cruz y cómo eso traduce en su nueva vida en Él. ¿Cómo piensa usted que su entendimiento del amor, perdón, redención y reconciliación de Dios le ayudará a vivir su fe, y así vivir y desempeñar su llamado como embajador de Cristo? Aprenderse 2 Cor 5:18 “Y todo esto proviene de Dios, quién nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso B: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 6: Usted ha sido justificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 6, usted debe estar en capacidad de: Reconocer el significado de la Justificación y explicar sus tres características Entender la relación entre justificación y justicia Lea Romanos 5:1, 17-21 En las lecciones anteriores examinamos algunos elementos claves en la vida del creyente. Vimos que Dios nos ama tal como somos, y por lo tanto, nos ha perdonado, redimido y reconciliado. Y Él lo hizo, no porque mereciéramos la salvación que Él ofrece, sino porque gracias a Su amor, Él supo qué necesitábamos esa salvación desesperadamente, y no había forma de alcanzarla por nuestra cuenta, sin la intervención de Él.  Habiendo puesto este fundamento en nuestros estudios, continuaremos explorando cómo este hecho de la gracia de Dios nos ha cambiado a cada uno de nosotros que ha aceptado a Jesucristo como Señor. En esta lección veremos como Dios nos ha justificado mediante Su hijo. Es necesario que entendamos que el asunto de la justificación es crucial para el sistema doctrinal de un cristiano; porque si tenemos una percepción tergiversada de este asunto tan importante, entonces no podremos comprender adecuadamente nuestra libertad y liberación en Cristo Jesús. La justificación no es sólo una palabra teológica altisonante que los predicadores utilizan; ¡más bien se trata de la base y el fundamento de todo lo que creemos como cristianos! En realidad, no hay forma de que podamos disfrutar de la vida cristiana victoriosa, a menos que comprendamos lo que significa ser justificados según la Escritura. Ahora, el mejor lugar para empezar es examinar simplemente el significado de la palabra “justificación”.  En el griego, el idioma original del Nuevo Testamento, la palabra para “justificación” proviene de la misma raíz del vocablo traducido como “justo”. Por consiguiente, justificación y justicia están esencialmente relacionadas. Cuando decimos que un hombre está justificado lo que queremos decir, es que ha sido declarado justo a los ojos de Dios; también ha sido absuelto de su culpa, y la justicia de Jesucristo ha sido puesta sobre él. ¿Y cómo es esto posible? Pues ya hemos visto en las lecciones anteriores que el hombre es sumamente pecador, y que no hay nadie justo. (Rom 3:10-18,23). Sin  embargo, la doctrina de la justificación afirma que todo creyente ha sido declarado justo por el mismo Dios. Y esto sólo es posible gracias al sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. (Rom 3:23-24) Dios no ha pasado por alto nuestro pecado, ni tampoco ha declarado que éste sea irrelevante, sino que más bien, al reconocer la seriedad del pecado y el hecho de que éste nos separaba de su santidad tan pura, Él nos juzgó a cada uno, nos halló culpables y luego dirigió nuestro castigo hacia Su hijo. Cristo fue nuestro sustituto, y llevó sobre sí el castigo que nosotros merecíamos. Por tanto, por medio de Él ya se ha hecho expiación por nuestro pecado, y el Dios santo puede mirarnos una vez más sin poner en tela de juicio su justicia perfecta. 1: ¿Falso o verdadero? Nuestra justificación en Cristo es como el caso de un juez que declara “culpable” a un criminal y luego pone el castigo por el crimen sobre sí mismo, en vez de ponerlo sobre el verdadero culpable. Hay tres aspectos fundamentales que debemos de comprender, y cada uno de ellos se presenta en la siguiente declaración: DIOS nos ha justificado por GRACIA mediante la FE.  Esto significa que nuestra justificación es un don que Dios nos dio gratuitamente debido a su gran amor por nosotros. No existe forma de que pudiéramos habernos ganado nuestra propia posición como “justos”; por lo tanto, Dios procedió a asegurar nuestra salvación a favor de nosotros. (2 Cor 5:21) Nosotros entramos a esa relación salvadora con Dios cuando aceptamos a Su Hijo por fe, o en otras palabras, al creer en el evangelio y recibir a Cristo como nuestro Salvador. 2: Selección única. ¿Cuál de las siguientes declaraciones no corresponde? Las tres características de la justificación explican: quién nos justificó por qué fuimos justificados cuándo tiene lugar la justificación de cada persona cómo se completa nuestra justificación Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 6, usted debe estar en capacidad de:  Reconocer la relevancia contemporánea de su justificación en Cristo Distinguir entre justificación y santificación, y comprender cómo tal entendimiento está en estrecha relación con la manera en que usted se relaciona con Dios cada día. Examinar las actitudes de incredulidad e indiferencia hacia el pecado debidas a ideas erróneas acerca de la justificación y el perdón. Recordar  Rom 5:8 y memorizar  Rom 5:9, entendiendo las implicaciones del pasaje en su propia relación con Dios. Y entonces, aunque todos estábamos atascados en el pecado, impotentes para efectuar nuestra propia redención, y siendo “aborrecedores de Dios” (Rom 1:18-32), ahora podemos llamarnos hijos de Dios, y “herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tit 3:7). Este hecho, obviamente, tiene implicaciones en nuestra conducta y carácter, pues ya no andamos caminando torpemente por el mundo sin ningún propósito ni esperanza. El Espíritu Santo ha entrado ahora a nuestros corazones y nuestras vidas, y nos hemos convertido en “coherederos” con Jesús, “hijos de Dios” plenamente (Rom 8:16-17). Al haber recibido a Cristo como Señor hemos llegado a ser “nueva creación”, y nuestro viejo hombre ha sido desechado (2 Cor 5:17). Es crucial que usted entienda que su novedad en Cristo se declara en el momento en que usted lo recibe a Él. Usted ha sido justificado hoy. Sabiendo que Dios ha cambiado su opinión total en cuanto a usted a partir de Su gracia, ¿cómo se siente con respecto a su nueva identidad? Anote su repuesta en su cuaderno, confesando cualquier incredulidad que usted tenga Fíjese en el orden de los eventos: Primero venimos a Cristo y luego nuestras actitudes y acciones cambian. Demasiadas personas aplazan una decisión por Cristo debido a que tienen un deseo devoto de esperar hasta que sus vidas estén lo suficientemente limpias para acercarse a Dios. Estimado amigo, estas personas han empezado a hacer esto ¡al revés! A Dios no le interesa cuánto podamos “limpiarnos” nosotros mismos, ya que Él sabe que nunca podremos perfeccionar nuestras vidas lo suficiente como para hacernos dignos de Él. Él desea, mas bien, que vengamos a Él tal como somos, para así poder empezar Él mismo a cambiar y perfeccionar nuestras vidas de adentro hacia fuera. A este proceso se le llama santificación, y está completamente separado de la justificación. Recuerde que nuestra justificación quedó completa con el sacrificio de Cristo hace dos mil años, mientras que nuestra santificación es la purificación cotidiana de nuestras vidas, bajo la dirección y el poder del Espíritu Santo. Ahora que usted que ha sido justificado a los ojos de Dios, sin importar lo que las acciones de su vida reflejen ¿cómo cambia esto la forma en que usted se acerca a Dios cada día? ¿Lo hace sentirse libre para ser honesto con Él en cuanto a su pecado, y confesarlo, sabiendo que Él no va a despojarlo de su manto de justicia, o a declararlo indigno de presentarse ante Él? Responda en su cuaderno. La comprensión de que nuestra justificación es algo fuera de nosotros mismos que Dios ya ha completado, es algo sumamente liberador para el cristiano. Esto significa que no estamos atrapados debajo de una interminable lista de “haz esto, no hagas aquello”, que debemos mantener meticulosamente para salvarnos. (Gál 3:2-5; 5:1) Nuestra mejor conducta no puede ni podrá asegurar nuestra eternidad con Dios; sólo la sangre de Jesús puede hacer eso. Sin embargo, esto no significa, desde luego, ¡una licencia para pecar y para actuar de la manera que nos plazca! La presencia del Espíritu Santo, quién reside en nosotros, nos cambia desde adentro. Esto significa que a medida que Dios obra dentro de nosotros para cambiar nuestras actitudes se va a dar un efecto positivo en nuestras acciones. Debido a que estamos revestidos de la justicia de Cristo (Gál 3:27), el espíritu dentro de nosotros obrará para conformar diariamente nuestras acciones a las de Jesús, de manera que empecemos a desarrollar una actitud sincera como la de Cristo, (Fil 2:5-11) Pídale al Señor que le muestre las formas en que sus acciones puedan reflejar la obra que Él ha efectuado dentro de usted y glorifíquelo por eso. Pídale luego que le revele las áreas de su vida donde usted ha permitido que la indiferencia o la mala doctrina le llevaran a pecar, a buscar excusas y abusar del perdón y la justificación de Dios. Anote en su cuaderno sus pensamientos, alabanzas y oraciones. A medida que vayamos creciendo en nuestra comprensión de la justificación y de la repercusión que la obra salvadora de Cristo tiene en nuestras vidas, Jesús vendrá a ser más y más real para nosotros. De modo que, el siguiente paso natural en nuestro estudio será considerar en su totalidad las implicaciones de la crucifixión en la vida de cada uno de nosotros, lo cual examinaremos en nuestra siguiente lección, “Usted ha sido crucificado”. 3: Memorice Rom 5:9 y recuerde Rom 5:8. Sin consultar su Biblia o los pasajes bíblicos previos en el folleto, llene los espacios de abajo: “Mas Dios __________ su amor para con nosotros, en que siendo aún ____________, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya _____________ en su _________, por Él seremos salvos de la ira”   Rom 5:8-9 Al entender la magnitud de cómo el sacrificio de Cristo en la cruz lo transformó a usted, y transformó la manera en que Dios lo ve, ¿qué desea usted que su vida refleje? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 7: Usted ha sido crucificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 7, usted debe estar en capacidad de: Repasar y evaluar lo que ha aprendido en las lecciones anteriores Aprender de memoria Gál 2:20 Lea Gálatas 2:20 Hasta ahora hemos examinado en este estudio cinco principios fundamentales de la vida cristiana. Hemos visto que Dios nos ama, y que Él ha intervenido para perdonarnos, redimirnos, reconciliarnos y justificarnos delante de Su santa presencia. ¿Cuál verdad, sabiendo que usted es amado y que ha sido perdonado, redimido, reconciliado y justificado; ha causado el impacto más significativo en su vida cotidiana en las últimas semanas? Aun cuando estas cosas son esenciales en nuestro andar diario con Él, hay algo que hace falta, y es algo sin lo cual nunca experimentaremos la victoria en nuestras vidas. Este punto trascendental es el énfasis de esta lección: Usted ha sido crucificado. El cristiano típico jamás ha oído hablar de las cosas que hasta ahora hemos discutido: Redención, reconciliación y justificación. Estos quizá sepan algo sobre el amor y el perdón incondicionales de Dios, pero en general continúan sin mucho esfuerzo en su vida espiritual. Quizá asistan con regularidad a la iglesia, y hasta puede que aporten dinero y tiempo al ministerio; pero con demasiada frecuencia la gente piensa que esto es lo que constituye la vida cristiana, y no podrán hallarse mas lejos de la verdad. Aunque estas acciones son importantes, no deben ocupar el centro de atención de nuestra fe. Ahora bien, la mayoría de personas, ya sea que lo admitan o no, no consideran la vida cristiana normal como algo suficiente; parece que siempre hace falta algo, o el gozo de Cristo parece estar simplemente fuera de su alcance. Pero la verdad es, mi estimado amigo, que hasta que usted y yo entendamos el verdadero sentido de la vida cristiana y lo que Dios nos ha provisto, andaremos penosamente de derrota en derrota. Gálatas 2:20 nos brinda una percepción radical de nuestra fe. Este versículo es crucial para entender nuestro lugar en el plan de Dios, y debería ser el centro de nuestra vida cristiana. Al escribir a la iglesia gálata, Pablo hace esta declaración: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Mediante este breve pasaje, él establece un principio que tiene consecuencias trascendentales aun hoy, dos mil años as tarde. 1: Antes de seguir con el resto de la lección, practique Gál 2:20 hasta que se lo aprenda de memoria. Después sin consultar las Escrituras, llene los espacios de abajo: “______ Cristo ___________ _________________ crucificado, y ____ _____ vivo yo, mas vive Cristo ____ _____ mí; y lo que _______ vivo en la carne, lo vivo en la _______ del Hijo de Dios, el cuál me amó y se ____________ a sí mismo por mí” Gál 2:20 Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 7, usted debe estar en capacidad de:  Entender la importancia del uso de la palabra crucificado por parte de Pablo. Entender la importancia de memorizar la Escritura. Reconocer por qué usted y todos los creyentes aun pecan. Examinar su vida para identificar las áreas en las que no ha podido vivir victoriosamente, y tratar de hallar las formas de aprovecharse de la ora que Jesús efectuó en la cruz. Los puntos clave de este asunto pueden resumirse en tres preguntas específicas, y la primera es: ¿Quién fue crucificado? Bien, nosotros deberíamos saber perfectamente que fue Jesucristo quien estaba colgado en la cruz. Sin embargo, Pablo anuncia claramente en este pasaje que él mismo está crucificado. Ahora, Pablo escribió esto como 30 años después de la muerte y resurrección de Jesús; ¿entonces cómo puede decir que estaba crucificado con Cristo, especialmente sin haber sido él seguidor suyo sino hasta después del surgimiento y conclusión de los eventos de la cruz? Pablo usa una palabra en este pasaje que significa algo así como “co-crucifixión”. Esto significa que aunque Jesús fue el que estaba colgado físicamente en la cruz, todo hombre y mujer sobre la tierra también colgaba allí junto con Él. La crucifixión no es algo que le ocurrió a alguien en lo mas remoto de la historia, sino algo que le sucedió a cada uno de nosotros en particular por medio de Jesucristo, dos mi años atrás. En segundo lugar, podemos preguntar: ¿Cuándo fue la crucifixión? Sin entrar en demasiados tecnicismos, permítame explicar la importancia del tiempo verbal de la palabra traducida “crucificado”. Ésta se halla en pretérito perfecto, lo que significa que es una acción que ocurrió en el pasado, pero que aun tiene implicaciones duraderas hasta el día de hoy. Por lo que se refiere a la crucifixión, Pablo dice que el evento histórico de la muerte y la resurrección de Jesús tiene el mismo impacto y la misma relevancia hoy que éste tuvo el día en que ocurrió. La crucifixión, esencialmente, no puede “disiparse”, ni se “disipará”. Aunque el acontecimiento mismo tuvo lugar hace mucho tiempo, solo experimentamos su realidad cuando recibimos a Jesucristo como Salvador nuestro. Lo que hagamos o dejemos de hacer hoy no altera en nada el hecho de que el pecado de toda la humanidad, la cual incluye a cada uno de nosotros individualmente, fue clavado en la cruz con Jesús. Por lo tanto, lo único que nos queda por hacer hoy es aceptar lo que Él ya ha hecho por nosotros. (Ef 1:3) En tercer lugar, podemos preguntar: ¿Qué fue crucificado? Obviamente, ni usted ni yo hemos sido clavados físicamente en la cruz. Entonces, ¿de qué está hablando Pablo? Podemos ver la respuesta en otro pasaje importante: Romanos 6:5-11. Ahí, el apóstol declara en el versículo 6: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo de pecado sea destruido…” por lo tanto, lo que fue clavado en la cruz con Jesús es nuestro viejo hombre, lo cual plantea una nueva pregunta: ¿Qué es nuestro viejo hombre? Nuestro viejo hombre es la naturaleza pecaminosa que impregnaba nuestras vidas antes de nuestra relación salvadora con Jesús. Es oportuno establecer una comparación entre la “vieja” naturaleza y la nueva, ya que 2 Corintios 5:17 manifiesta claramente que en Cristo nos hemos convertido en algo completamente nuevo. Ahí podemos ver que “las cosas viejas (han) pasado; he aquí todas son hechas nuevas”. Nuestra aceptación de Jesús como Señor no cambió nuestra vieja naturaleza; en lugar de eso, el Espíritu Santo ingresó a nuestras vidas para sustituir esta vieja naturaleza. En vez de ser simplemente una versión mejorada de nuestro viejo hombre, nosotros somos ahora algo totalmente nuevo y diferente. Jesús ha cambiado nuestra vieja vida por la nueva vida que Él ofrece. Por tal razón, podemos proclamar con certeza que nuestra vieja naturaleza ha muerto para siempre jamás. Esto lo sabemos porque la naturaleza pecaminosa de cada uno de nosotros sufrió un golpe mortal con Cristo en la cruz. 2: ¿Cuál es la importancia de la palabra griega que Pablo utiliza para “crucificado”? Escoja la mejor respuesta. Significa que Jesús fue clavado en la cruz. Significa que nuestros pecados fueron ejecutados con Cristo en la cruz. Significa que nuestra vieja naturaleza fue crucificada de una vez por todas mediante la muerte de Jesús en la cruz. Significa que el sacrificio de Cristo hace dos mil años tiene un impacto duradero en la forma en que vivimos nuestras vidas hoy. Todas las opciones anteriores. El pecado desea derribarnos; sin embargo, en Cristo, éste ha sido derrotado en nuestras vidas de una vez por todas. Por tanto, ya que el pecado no puede destruirnos completamente, el diablo, en lugar de eso, va a procurar privarnos de nuestro gozo y libertad, convenciéndonos de que somos las mismas personas pecadoras que siempre hemos sido. Puede que el enemigo nos susurre al oído: “¿Nueva creación? No, no lo eres; solo mírate, todavía sigues pecando como siempre lo has hecho. No ha ocurrido nada nuevo en tu espíritu”. Recuerde que estas son mentiras de parte del enemigo. La verdad es que hemos sido transformados, que no podemos ser otra vez lo que una vez fuimos, y que el viejo hombre ha sido crucificado, destruido, y sustituido por el Espíritu Santo del mismo Dios. Puesto que usted entiende qué instrumentos usa el tentador para engañarlo y privarlo de su paz, ¿por qué el memorizar pasajes de la Escritura como Gál 2:20 es vital para vivir una vida cristiana victoriosa? Conteste en su cuaderno. Ahora bien, esto no significa que dejemos de pecar una vez que recibimos a Cristo en nuestros corazones. Aunque el viejo hombre ha sido alejado, aun vamos a pecar, ya que todavía estamos operando dentro de u cuerpo físico que posee todos los mismos instintos y deseos que tenía antes de nuestra salvación. La diferencia es que una vez pecábamos, porque ese proceder estaba en nuestra misma naturaleza. Sin embargo, ahora nuestros pecados son el resultado de nuestro propio orgullo insensato, o nuestra falta de fe. Cuando vemos un problema, deseo o necesidad, procuramos resolverlo o hacerle frente por nuestra cuenta, sin la ayuda de Dios. Cuando le volvemos a Él la espalda, y volamos con nuestras propias alas, pecamos; es decir, “no damos en el blanco”, tal como aprendimos en la primera lección. 3: ¿Falso o verdadero? Como creyentes, nosotros pecamos ahora, pero no porque este proceder esté en nuestra naturaleza, sino porque dejamos de encomendarle a Dios cada aspecto de nuestras vidas. Si usted está forcejeando porque no se siente victorioso en su vida cristiana, asegúrese de que ha comprendido este punto crucial. Recuerde que nuestros mayores esfuerzos no pueden llevar a cabo el éxito final. Más bien, la victoria se logra al aceptar la obra que Dios ya ha hecho por nosotros y al permitirle a Él obrar en y por medio de nuestras vidas. ¿En cuáles áreas de su vida tiende usted a batallar todavía con el pecado? ¿Cuáles son algunas de las formas en que usted mismo puede infundirse ánimo para aprovecharse de la obra de Cristo en usted y someterse a su dirección, en lugar de someterse al pecado? No solo tenemos parte en la crucifixión de Cristo, sino también en las consecuencias gloriosas de aquel acto salvador. Gracias a Él, como veremos en la siguiente lección, “Hemos sido glorificados” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 8: Usted ha sido glorificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de: Aprender de memoria Romanos 8:37, y ponerlo en práctica en su vida. Examinar su vida para ver cómo se ha manifestado el proceso de glorificación por parte de Dios desde que usted experimentó la salvación. Lea Romanos 8:29-39 En las lecciones anteriores examinamos varios aspectos de la vida cristiana. De todas las cosas que Cristo ha hecho por nosotros, muchas de ellas se describen en tiempo presente. Por ejemplo, vimos cómo hemos sido perdonados, redimidos y reconciliados. Pero ahora, al llegar a esta lección, Usted ha sido glorificado, tal parece que hemos tropezado con una aparente contradicción: ¿Cómo podemos decir que ya hemos sido glorificados, cuando aun tenemos tanta dificultad con el pecado, y cuando todavía experimentamos derrotas tan dolorosas de vez en cuando en nuestra vida cristiana? Además, ¿A qué nos referimos verdaderamente cuando decimos que hemos sido “glorificados”? Para comprender la glorificación, necesitamos mirar detalladamente tres áreas distintas. Primero, necesitamos considerar el plan de Dios para la humanidad. La razón por la que tantas personas no consiguen entender su posición como personas glorificadas por Dios, es porque no se ven a sí mismas dentro el “panorama general” de Él. El panorama general de Dios se inició en la creación. Él creó este mundo y todo lo que hay en él, y su amor por el hombre y la mujer rebosaba en esta tierra. Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo, y la humanidad fue puesta en peligro, Dios intervino para traer salvación al hombre caído. Y esto lo hizo mediante el sacrificio perfecto de Jesucristo, Su único hijo, tal como lo hemos estudiado a lo largo de las lecciones anteriores. Pero junto con esta salvación vino la restauración. Dios, por medio de Cristo, le restituirá al hombre caído todo lo que éste perdió en la caída. ¡Vaya restauración! ¡Esto significa que la imagen de Dios puede brillar otra vez en el corazón de los hombres! Sin embargo, el plan de Dios no se detiene ahí. Como parte de esta restauración, Él ha decidido verdaderamente glorificarnos. En Rom 8:16-17, Pablo declara: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados”. Como usted puede ver, entonces, nuestra glorificación es el paso final en el panorama general de Dios. Ahora que hemos visto esa progresión, debemos prestar atención a la segunda área importante, que es la provisión de Dios para glorificarnos. A lo mejor usted no está a gusto con la idea de ser usted glorificado; después de todo, ¿no deberíamos ser nosotros los que glorificamos a Dios? (Gál 1:4-5; 1 Tim 1:17; Heb 13:21) Cuando glorificamos a Dios, tenemos la intención de ensalzar, honrar y alabarlo a Él por sobre todo lo demás en el universo. Sin embargo, es algo diferente cuando Dios nos glorifica. Nuestra glorificación tiene consecuencias mayores que simplemente ser honrados o exaltados, ya que se trata de un proceso continuo por el cual Dios está obrando para perfeccionar nuestras vidas. Esto lo vemos en  Fil 1:6, donde dice: “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Memorice Rom 8:37. ¿Qué tiene que ver este versículo con las “consecuencias mayores” de la obra actual de Dios para hacer que su carácter se asemeje más al de Él? (Especifique acerca de las luchas en las que Dios le está permitiendo vencer) ¿Cuál es el proceso de Dios para perfeccionarnos? Se trata de todo lo que hemos estado estudiando hasta ahora: el proceso de perdón, redención, reconciliación, justificación, crucifixión, y ahora, glorificación. Rom 8:29-39 nos revela que, incluso antes de haber nacido, Dios nos conoció, y decidió restituirnos todo lo que se perdió en la caída. Toda la historia humana ha sido parte de este proceso, el cual continuará hasta su perfeccionamiento en el regreso glorioso de Cristo. (1 Jn 3:1-3) Examine su vida desde que conoció a Cristo como Salvador. Pídale a Él que le revele las áreas de crecimiento y glorificación que Él ha llevado a cabo. (Por ejemplo, ¿hay algún hábito espiritualmente perjudicial del cual Él lo halla liberado? ¿O hay alguna mentira que alguna vez usted creyó, pero que ahora la reconoce como un engaño?) Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de:  Entender la motivación de Dios al glorificar a sus hijos. Entender cómo es posible que alguien todavía peque, y sin embargo, ser declarado “glorificado” por Dios. Distinguir entre la gloria de Dios y la glorificación del hombre. Identificar los cuatro aspectos del proceso de glorificación por parte de Dios para preservarnos.  ¿Le sorprende el hecho de que el plan de Dios para nosotros no terminara en el momento de nuestra salvación? Él sabía que no bastaría con que fuéramos salvos. Así que, Él quiere que nuestras vidas brillen y que magnifiquen su propia bondad. Nuestra gloria no proviene de lo que nosotros mismos hagamos, sino de lo que Dios hace en y por medio de nosotros. 1: Selección única: La motivación de Dios para glorificarnos fue: Rescatarnos de nuestro pecado Su deseo de que cada aspecto de nuestras vidas refleje su bondad. Las dos alternativas anteriores Ninguna de las anteriores La tercera área que hemos de examinar es la manera en que Dios nos preserva al glorificarnos. Así como en el caso de los verbos de las lecciones anteriores, la glorificación aquí es una acción que se completó en el pasado y que, sin embargo, tiene consecuencias todavía hoy. No obstante, a diferencia del resto, nuestra glorificación es algo que se realizó en el pasado, pero que no se experimentará por completo sino hasta en algún tiempo futuro. En primer lugar, la glorificación implica una posición perfecta con respecto a Dios Todopoderoso. Esto es lo que se da a entender en 1 Jn 3:2 al decir que “seremos semejantes a Cristo”. Una vez que seamos totalmente glorificados, el antiguo principio de pecado que una vez dominó nuestras vidas ya no nos molestará más. 2: ¿Falso o verdadero? A pesar de haber sido glorificados, el pecado todavía existe como una contienda, porque la plenitud de nuestra glorificación va a ocurrir en el futuro. En segundo lugar, la glorificación involucra una familia completamente nueva. Nosotros somos miembros en la actualidad del cuerpo de Cristo, unidos por un vínculo especial a cada creyente individual en Jesucristo durante todo el tiempo. De modo que nuestra nueva familia no son simplemente aquellos con quien podemos vivir por un tiempo, sino mas bien todos aquellos con quienes pasaremos la eternidad junto con Dios. En tercer lugar, además de nuestra nueva familia, nuestra glorificación nos convertirá en ciudadanos de un nuevo hogar.  Fil 3:20 lo expone así: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al salvador, al Señor Jesucristo”. Esto significa que aunque estemos todavía en el mundo, ya no somos del mundo. (Jn 17:11-18) En cuarto y último lugar, nuestra glorificación tendrá como resultado un cuerpo renovado.  Fil 3:20-21 continúa diciendo: “(Jesús)… el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya… “. Esto significa que en la eternidad aun conservaremos nuestros cuerpos, pero estos serán muy distintos; serán cuerpos eternos, resucitados.  (1 Cro 15:35-50) 3: Escoja los cuatro aspectos de la preservación que Dios lleva a cabo a favor de nosotros mediante su proceso de glorificación: Se nos a ha dado una perfecta posición con respecto al Señor. Se nos ha dado la misma exaltación y alabanza que se le da a Dios. Se nos ha dado una nueva ciudadanía en el cielo. Se nos ha dado una nueva familia en el cuerpo de la iglesia. Se nos ha dado un cuerpo nuevo, resucitado. Todas estas cosas pondrán de manifiesto la conclusión del plan original de Dios en el momento de la creación. Quizá usted diga: “Bueno, ¡necesito eso ahora mismo! Mi amigo, le aseguro que usted ya tiene todo lo que necesita ahora mismo. Jesucristo está vivo dentro de usted. Nos hallamos en un proceso continuo en el que vamos asemejándonos más y más a Él. Pero esto no ocurre debido a algo que nosotros mismos hayamos hecho, sino debido a que Cristo está obrando en y por medio de nuestras vidas, para llevar a cabo nuestra perfección definitiva. Gracias a Él, somos (y seremos) Glorificados. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso B: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 9: Hechos conformes a su imagen Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 9, usted debe estar en capacidad de: Definir el principio de pecado Distinguir entre el alma del hombre y su apariencia externa. Lea Romanos 8:28-29 Durante las últimas ocho lecciones hemos examinado a fondo siete aspectos vitales de nuestra relación con Cristo, así como las implicaciones que esta relación tiene en nuestra vida diaria. Ahora, mientras finalizamos este segundo curso, echaremos un vistazo a un último punto referente a nuestra transformación a la semejanza de Cristo: nuestra conformidad a Su imagen. En Rom 8:29 vemos que el objetivo de Dios es que nosotros seamos hechos conforme a la imagen de Jesús. Sin embargo, siempre tenemos problemas para entender lo que significa esto, y lo que hemos de hacer para alcanzar esta meta. En realidad, muchos de nosotros podemos ver este pasaje como un mandamiento para vivir una vida como el mismo Jesús la vivió. Con este fin, quizá hemos hecho un esfuerzo para hacer solo lo que Jesús haría: Leer la Biblia, responder a las necesidades de los demás y ser consagrados hasta donde sabemos serlo. No obstante, si usted es como yo, es probable que no haya tardado mucho en darse cuenta de que algo anda mal en esta estrategia de acción. No es fácil ser como Jesús, y siempre, siempre, nos faltará algo. Rom 3:23 describe este principio de pecado: Aun en el mejor de los casos, todavía batallamos contra nuestra naturaleza pecadora. Por tanto, somos absolutamente incapaces de vivir una vida que siga totalmente el modelo de Jesucristo, el Hijo perfecto de Dios. 1. ¿Falso o verdadero? El principio de pecado puede parafrasearse en la oración siguiente: Hasta que seamos hechos conformes a la imagen de Dios, el pecado hace que no alcancemos la santidad de Dios hasta su plenitud. Entendemos que el propósito de Dios para nosotros es que seamos como Cristo, aunque también sabemos que nos es imposible vivir una vida libre de pecado. (Rom 3:10-18) (Si no le queda claro este punto tan importante, refiérase al curso 1, lección 1) Y entonces, ¿qué debemos de hacer? Primero, necesitamos entender lo que significa ser hecho conforme. Una definición general es hacer semejante a algo o a alguien. ¿Y cuál es esta “semejanza” a la cual se nos está conformando? Pues en el momento en que usted aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador, algo ocurrió dentro de usted: el Espíritu Santo vino a su corazón y estableció su residencia en su vida. Esto constituye su parte espiritual, lo que podemos llamar su alma. El alma de una persona representa su vida espiritual, sus emociones, mente y voluntad. Su cuerpo constituye el resto de su ser. Con su cuerpo, ésta expresa el contenido de su alma mediante la interacción con los demás, los hábitos particulares, el comportamiento y así sucesivamente. Cuando Dios habla de hacernos a cada uno de nosotros conforme a la imagen de Cristo, Él se refiere a ambos aspectos, tanto el cuerpo como el alma. 2: Complete esta oración con la palabra más apropiada: Su alma es una combinación de lo que usted siente, lo que usted _______________ y lo que usted piensa. Hace Decide Cree Quiere Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de:  Entender lo que significa el ser hecho conforme a Cristo, y cómo ocurre este proceso. Distinguir entre la residencia de Dios y Su revelación Identificar las áreas en las cuales Dios ha permitido cosas que son desagradables o dolorosas para revelarse en su vida. Memorizar Rom 8:28; meditar sobre cómo éste ha transformado su percepción de Dios y cómo responde usted a Él Identificar asuntos, hábitos o actitudes a los cuales Dios quiere que renuncie. La presencia residente del Espíritu Santo produce de inmediato cambios en nuestras almas. Nuestros cuerpos también serán transformados en cuerpos eternos, resucitados, el día del regreso de Cristo, tal como se discutió en la lección anterior. Muchos cambios en nuestras vidas no son inmediatos; por el contrario, nuestra conformidad a la imagen de Cristo es un proceso progresivo. Fil 1:6 El ser “hechos conformes a Su semejanza” no significa que cada uno de nosotros se convertirá en el mismo Cristo. Se trata más bien de una semejanza derivada gracias a la cual reflejamos a la persona de Jesús en y por medio de nuestras propias vidas. Por ejemplo, usted puede tener muchos rasgos físicos semejantes a uno de sus padres. Para algunos el parecido es tan grande, que no pueden evitar darse cuenta a primera vista de que se trata de dos personas que son parientes cercanos. Del mismo modo, Dios desea que su vida refleje tan fielmente a Jesucristo, que los demás no puedan evitar mirarle a usted y decir: “¡Caray!, hay algo especial en cuanto a esa persona. Me pregunto qué tendrá que yo no tenga”. Quizá usted está leyendo esto y diciendo para sí: “Bueno, seguro que aun me falta mucho camino por recorrer para llegar a eso”. Es difícil aceptar la verdad de que para lograr esta meta, usted y yo debemos dejar de intentar alcanzarla completamente. El conformarnos a Cristo no es algo que nosotros podamos ganar. Sencillamente no hay forma de hacerlo por nuestra cuenta, no importa lo que nos esforcemos para imitar a Jesús. Aun con nuestro mejor esfuerzo, lamentablemente no alcanzaremos la justicia de Dios ni la vida perfecta de Su Hijo Jesús. (Is 64:6) 3: Elija la afirmación que NO es correcta: Para ser hechos conformes a Cristo, debemos dejar de intentar conseguirlo El ser hecho conforme a Cristo significa ser transformado gradualmente a imagen de Él. El reflejar el carácter de Cristo fielmente describe cómo se manifiesta esta conformidad en nuestras vidas. La buena noticia es que no tenemos que esforzarnos por conseguirlo por nuestra cuenta. Dios mismo llevará a cabo nuestra conformidad por medio de dos pasos cruciales: Su residencia y Su revelación. En primer lugar, Dios reside en cada creyente mediante el Espíritu Santo. Este Espíritu residente es fundamentalmente importante para los creyentes por muchas razones, tal como lo discutiremos en las lecciones venideras. Sin embargo, es importante que por ahora usted entienda que una función primordial del Espíritu Santo consiste en revelarnos el mensaje de Cristo, y también a los demás por medio de nosotros. (Jn 16:13) La presencia del Espíritu Santo nos cambia de adentro hacia fuera, al implantar una vida dentro de nosotros que nosotros jamás podríamos reproducir o imitar en nuestros propios corazones. En segundo lugar, una vez que el Espíritu Santo está residiendo en cada uno de nosotros, Dios inicia el proceso de revelar la vida de Cristo en nosotros; es decir Él está rehaciendo nuestras vidas de tal manera que lo que ahora tenemos en el interior (El Espíritu Santo) podrá ser visto por los demás. 4: ¿Falso o verdadero? Mientras que el acto de residir por parte de Dios ocurre de una sola vez, la revelación de sí mismo por medio de usted es una obra continua. La revelación de Dios en nosotros suele ocurrir mediante pruebas y tragedias. Hay partes de nuestras vidas que muy a menudo necesitan ser cinceladas, tal como un escultor experto elimina los bordes ásperos de una obra en curso. Normalmente, no nos gusta mucho el tener que perder ciertas cosas que son importantes para nosotros, pero estas dificultades pueden ser las oportunidades para que Dios quite aquello que Él sabe que representa un obstáculo en nuestras vidas. Debido a que solamente Él conoce el “cuadro completo” (tal como se discutió en la lección anterior) Él sabe exactamente lo que se necesita eliminar o rehacer. Escriba en cuanto a una prueba o dificultad que Dios haya utilizado para que usted sea mas como Cristo. Para concluir, permítame darle una hermosa ilustración con respecto a este punto. Cuando Miguel Ángel se propuso crear la estatua de David, que ahora es mundialmente famosa, decidió empezar con un trozo de piedra que había sido desechado. Cuando se le preguntó luego cómo había hecho para tallar aquella obra maestra de esa áspera roca particular, el artista respondió: “Yo no tallé a David; yo vi a David en ese trozo de piedra, y con las herramientas, sencillamente lo dejé salir”. Eso es lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Cuando Él nos mira, ve a Su Hijo Jesucristo; y luego con sus herramientas (nuestras familias, amigos, dificultades y fracasos) Él va cincelando el exceso hasta “dejar salir a Jesús” Memorizar Rom 8:28 “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. ¿Cómo ha usado Dios este versículo para cambiar su punto de vista tocante a estas tres cosas: (1) dejar de esforzarse para lograr su semejanza, (2) controlar sus circunstancias, y (3) responder a las pruebas y tragedias de la vida? Nuestra conformidad a la imagen de Cristo no se refiere a lo que nosotros podemos hacer o llegar a ser, sino a lo que Dios puede revelar en nuestras vidas. Si usted es un creyente en Jesucristo, entonces no es otro sino Él el que será revelado como el Escultor Maestro que obra en su vida- ¿Qué quiere el Señor que usted le entregue a Él, de manera que usted pueda reflejar su carácter de forma mas completa? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 10: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 10, usted debe estar en capacidad de: Identificar y explicar brevemente las tres personas de la Trinidad. Reconocer que los atributos de Dios no cambian entre los tres miembros de la deidad. Llegar a conocer bien la base bíblica de la Trinidad, y memorizar Juan 1:1 Lea Juan 1:1-3 Uno de los conceptos más difíciles de entender para nosotros una vez que llegamos a conocer a Cristo como Señor y Salvador, es el de la Trinidad. Este asunto tiene, al parecer, algo de misterioso, no porque Dios desee ocultar algunas de sus partes, sino porque nuestras mentes humanas simplemente no pueden desentrañar la supereminente grandeza de Dios. Sin embargo, hasta que tengamos por lo menos alguna idea de lo que la Biblia enseña acerca de la Trinidad, nunca podremos entender quién es Dios ni cómo actúa. Ahora, parte de nuestra confusión puede derivarse del hecho de que la palabra “Trinidad” no se encuentra en ningún lugar de la Biblia. Sin embargo, aunque este término específico no se emplea, la verdad de la Trinidad sí aparece por toda la Escritura. Lo primero que debemos advertir acerca la Trinidad, tal como lo revela la Palabra, es que Dios consta de tres personas distintas que son: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. A lo que me refiero con “distintas”, es a que el Padre no es el Hijo, el Hijo no es el Espíritu, y el Espíritu no es el Padre. Cada una de estas personas es distinta de las otras, y, sin embargo, se caracteriza por los mismos atributos. Existen cinco atributos divinos que quisiera compartir con ustedes. Estos son: Eternidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia e inmutabilidad. Estos son atributos que solo pueden atribuírsele a Dios, y cada persona de la Trinidad posee todos los cinco. Esto ha hecho que muchas personas lleguen a esta conclusión: “Bueno, el cristianismo verdaderamente tiene que servirle a tres dioses”. Nada más lejos de la verdad. La Biblia enseña claramente que Dios es uno, tal como lo reiteraremos a lo largo de las lecciones siguientes. La diferencia es que cada persona tiene una función diferente, separada, lo cual no debería degradar su opinión de Dios, ni obligarlo a ver la Trinidad como una jerarquía de dioses. Las tres personas trabajan de común acuerdo para constituir la Divinidad, un término que se usa para describir la singularidad de Dios por medio de la unidad de la Trinidad. P1: Escoja la afirmación que NO es verdadera: La Divinidad consta de tres dioses distintos. El término “Divinidad” se utiliza para describir tres funciones distintas de un solo Dios. Aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo reflejan a Dios de diferentes formas, cada uno refleja los mismos atributos divinos. En la Escritura se revela la verdad de la Trinidad, aunque no se usa el término “Trinidad”. La distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se demuestra explícitamente a lo largo de toda la Escritura, y quizá de forma más notable en la misma creación. Por ejemplo, así describe Gén 1:1 claramente la actividad del Padre: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Luego, empezando en el versículo 3, vemos al Dios Padre creando con Su Palabra cada faceta del universo. La mayoría de cristianos, al considerar la creación, solo reconoce la actividad del Padre; pero ¿qué hay en cuanto a la actividad de las otras dos personas? El primer capítulo del evangelio de Juan refleja Gén 1:1, aunque revela algo mas. En Juan 1:1-3, leemos: “En el principio eral el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” ¿Cuál es este “verbo” al que Juan se refiere? ¡Jesús, Dios el Hijo! (Jn 1:14) En Génesis vemos a Dios el Padre planeando la creación y haciéndola nacer con Su Palabra; aquí, en Juan, vemos que es por medio de Jesús que el Padre creó al mundo. (Jn 1:3; Col 1:16) Memorice Juan 1:1 “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. ¿Cómo da testimonio este versículo de la unidad del Padre con el Hijo? Encontrar al Espíritu Santo justo en el momento de la creación no es difícil. Todo lo que tenemos que hacer es volver al primer capítulo de Génesis, versículo 2, que dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Vemos, entonces, que mientras el Padre dio origen a la creación mediante el Hijo, el Espíritu estaba sobre las aguas ejerciendo cierto grado de control sobre la actividad de la creación. ¡Qué cuadro tan maravilloso de las tres personas actuando de manera distinta, y sin embargo, como una sola! Además, la Trinidad se evidencia en otros lugares a lo largo del libro de Génesis, donde Dios atestigua ante sí mismo en forma plural. En Gén 1:26; 3:22 y 11:6, se muestra a Dios refiriéndose a sí mismo como “nosotros”. Por ejemplo, en Gén 1:26, Él declara: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. En el contexto de la unidad absoluta de Dios (Deut 6:4), estas alusiones al plural solo tienen sentido en el marco de la Trinidad. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 10, usted debe estar en capacidad de:  Distinguir entre las tres personas de la Trinidad y sus funciones. Identificar preguntas persistentes acerca de la Trinidad. Aunque no usa la palabra “Trinidad”, la Escritura enseña claramente acerca de las distintas personalidades de estas tres personalidades.  Juan 15:26, por ejemplo, cita a Jesús cuando este dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quién Yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de mí”. En este pasaje vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo actuando individualmente, y sin embargo, con un solo propósito. 2: Basado en los pasajes de Génesis mencionados anteriormente, y en Juan 15:26, haga coincidir cada aspecto de la Trinidad de Dios con la acción correspondiente: 1. DiosA. Consolador 2. JesúsB. El que envía y Salva 3. Espíritu SantoC. Autor y creador Del Mismo modo, Marcos 1:9-11, el cual describe el bautismo de Jesús, presenta a cada una de estas tres personas claramente. En este pasaje, al subir Jesús del agua, el Espíritu desciende como paloma; y en ese momento, suena la voz del Padre desde los cielos: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Es crucial que entendamos que no servimos a tres dioses. Solo tenemos un Dios, el cual se revela a sí mismo en tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ahora, cada una de las tres está en armonía perfecta con las demás, y cada una tiene los cinco atributos divinos (mencionados antes) que solo pueden caracterizar a Dios. Es cierto que la Trinidad es un concepto difícil; sin embargo, ¡esa dificultad puede realmente obrar para el beneficio y la validez del evangelio! Considere lo siguiente: Si alguien se propusiera inventar una religión, ¿quién procuraría inventar una divinidad Trina? Sencillamente no tiene sentido. Por lo tanto, hay muchas personas que pueden decir: “Mire, yo creo en Dios, pero francamente no creo en nada de ese asunto de Jesús y el Espíritu Santo”. Pues, estimado amigo, con pleno apoyo de la Escritura, permítame decirle que aquí no se trata de una alternativa, ya que la Biblia señala claramente hacia la verdad de la Trinidad. Para poder dejar de lado la Trinidad, usted tiene que dejar de lado la Escritura misma. Al contrario, si usted cree en la Palabra de Dios, debe creer en la existencia y obra de la Trinidad. Sé que estos conceptos no son fáciles, pero le aseguro que son vitales para entender quién es Dios. En la siguiente lección continuaremos con esta importante discusión, a medida que exploremos la igualdad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Qué preguntas tiene usted acerca de la Trinidad? Anótelas en su cuaderno, y repáselas conforme va completando las dos lecciones siguientes. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 11: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 11, usted debe estar en capacidad de: Memorizar Col 1:17, y compararlo con Juan 1:1 Entender los atributos de la Trinidad Descubrir cómo ha crecido su concepto de Dios Lea Colosenses 1:15-17 En la lección anterior empezamos nuestro análisis de la Trinidad, y observamos que aunque el término “Trinidad” no se usa en la Escritura, la Biblia justifica indudablemente el uso del concepto. Vimos específicamente que Dios es UNO, y que, sin embargo, existe en tres personas distintas y separadas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En esta lección continuaremos nuestro estudio de la Trinidad y exploraremos otra característica de nuestro trino Dios, que es la deidad absoluta de cada persona. Es fundamental que entendamos que cada persona de la Trinidad, aunque distinta de las demás, es totalmente Dios. Esto significa que ninguno de los tres es “menos Dios” que otros, ya que cada uno tiene una medida completa de los cinco atributos divinos fundamentales vistos en la lección anterior: eternidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia e inmutabilidad. Memorice Col 1:17 “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” Compárelo ahora con el versículo de memoria de la lección 10, Jn 1:1. ¿Cómo respaldan estos versículos los atributos de eternidad y omnipresencia de la santa Trinidad de Dios? Hay personas que se molestan cuando se habla del Espíritu Santo y dicen molestas: “No entiendo por qué está hablando del Espíritu Santo. ¡Debería hablar sobre Jesús!”. Estas personas creen que se estaba perjudicando a Jesús al describir al Espíritu Santo como igual a Él. Pero sencillamente, ese no es el caso. Jesús no es más o menos Dios que el Espíritu Santo. La Escritura prueba que cada uno es totalmente Dios. Por ejemplo,  Jn 6:27 demuestra que Jesús mismo consideraba iguales al Padre y a Dios. Este pasaje dice: “…porque a éste (a Jesús) señaló Dios el Padre”. Vemos, entonces, con toda claridad, que Jesús enseñó que el Padre era Dios. Además, la Escritura da fe también de la plena divinidad de Jesús. En Juan 1:1, vemos que dice: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”. Este “verbo” aquí, tal como lo revela Juan 1:1, es el mismo Jesús. Asimismo, Mateo 28:18 cita a Jesús dando estas instrucciones: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. ¿Quién podría tener toda la autoridad en el cielo u en la tierra aparte solamente de Dios? ¡Nadie! Vemos, por lo tanto, que Jesús era totalmente Dios. Por último, el Espíritu Santo es colocado en la Escritura en un plano de igualdad con el Padre y el Hijo. Considere Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo” (énfasis añadido). Si uno de estos tres no fuera Dios, ¿por qué lo incluiría Jesús en este poderoso mandato? Del mismo modo 2 Cor 13-14 y 1 Ped 1:1-2 contienen declaraciones explícitas que incluyen al Espíritu en la misma categoría que el Padre y el Hijo. Conforme a su comprensión de la plenitud de Dios en tres personas aumenta, ¿cómo se ha ampliado su visión de Él? Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 11, usted debe estar en capacidad de:  A.  Aplicar su comprensión de la Trinidad en lo que se refiere a su vida de oración A lo largo del Nuevo Testamento vemos que la iglesia cristiana primitiva reconocía, desde luego, al Padre como Dios, al Hijo como Dios, y al Espíritu Santo como Dios. No existe jerarquía, solo diferentes funciones y propósitos entre la divinidad. Una pregunta interesante que surge de la comprensión de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son cada uno absolutamente Dios, es ¿A quién, entonces, debemos orar? Si la oración es nuestra comunicación con Dios, ¿cómo se lleva a cabo, oye, o contesta nuestras oraciones cada miembro de la Trinidad? Examinemos primero el papel del Padre en la oración. Quizá usted recuerde que cuando los discípulos de Jesús le preguntaron acerca de la oración, el Señor los condujo a un modelo que enfatiza el papel del Padre. Su oración comienza así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat 6:9). Gracias a este ejemplo por parte del mismo Jesús, vemos que hemos de orar al Padre. Sin embargo, esto no deja al Hijo y al Espíritu Santo fuera del asunto por completo. Fíjese en la explicación de Jesús en Jn 15:16, tocante a Su papel en la oración: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo de”. De modo que vemos que también Jesús está involucrado en la oración, ya que debemos orar en Su nombre. Esto quiere decir que cuando nos dirigimos al Padre, podemos hacerlo como Su Hijo, porque Jesucristo se halla en nuestros corazones. 1: ¿Falso o verdadero? Jesús dijo que hemos de orar a Él en el nombre del Padre. Veamos, por último, la participación del Espíritu en nuestras oraciones. En el versículo 20 del único capítulo del libro de Judas, el autor les infunde aliento a sus lectores, al decir: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Vemos, entonces, que cuando oramos, debemos hacerlo en el Espíritu santo. Además el Espíritu Santo ora por nosotros cuando no podemos hacerlo. Esto nos revela Romanos 8:26: “,,,el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles”. A veces nuestro dolor es tan grande, que no podemos ni siquiera orar. En tales ocasiones, todo lo que podemos hacer es quedarnos quietos, y dejar que el Espíritu de Dios interceda por nosotros, ofreciendo oraciones en nombre nuestro. ¿Puede acordarse de alguna vez en su vida cuando su sufrimiento era tal, que ni siquiera podía pronunciar una oración? ¿Cómo percibió usted la presencia del Espíritu Santo? ¿Notó como que usted estaba orando aun cuando solamente estaba quieto? La Escritura enseña claramente que cada miembro de la Trinidad es totalmente Dios, y que cada uno tiene los atributos que solamente Dios puede poseer. También, que cada uno opera íntimamente en nuestras vidas, y que está activo en nuestra vida de oración. En la siguiente lección echaremos un vistazo final a la Trinidad como un todo, antes de pasar a examinar a cada persona de esta Trinidad. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 12: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 12, usted debe estar en capacidad de: Entender la interacción personal e íntima de Dios en su propia vida Comprender la base bíblica de la existencia de un único Dios Lea Mateo 3:16-17 Hasta ahora en este curso, hemos explorado unos cuantos conceptos difíciles acerca de la naturaleza de Dios. Hemos visto que Dios existe en una Trinidad que consta de tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Hemos visto, además, que aunque cada uno de las tres tiene una personalidad individual, cada una de ellas es totalmente Dios, y posee todos los atributos divinos discutidos previamente. Ahora bien, en esta tercera lección y final sobre la Trinidad, debemos acabar nuestro estudio con este último punto: Hay únicamente un Dios. Este aspecto lo repasamos en la lección 10, pero por tratarse de algo tan importante, se justifica un análisis mas exhaustivo. Es absolutamente vital que todo creyente entienda que el concepto de la Trinidad no implica la existencia de tres dioses separados. La Escritura enseña claramente, tanto a lo largo del Nuevo Testamento como del Antiguo Testamento, que existe únicamente un Dios. Examinemos algunos de estos pasajes: En primer lugar, lea un momento Éxodo 20:1-7. En este pasaje, Dios acaba de sacar a los israelitas de Egipto, donde habían estado como esclavos. Estos habían estado en Egipto por tanto tiempo, que se habían sumido en la cultura egipcia. Una de las cosas con las que seguro habían estado mas familiarizados era la multitud de dioses que los antiguos egipcios adoraban. Para combatir cualquier idea de dioses múltiples o adoración de ídolos, Dios se constituye a sí mismo en el único Dios verdadero, y declara en Éx 20:3-5ª: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…” Es obvio, entonces, que Dios no deja espacio para ninguna otra deidad al lado de Él. Él conocía a los israelitas íntimamente; por eso supo que ellos estaban adorando ídolos. Por consiguiente, Él les dejó bien claro (utilizando términos que ellos entenderían debido a su familiaridad con las prácticas egipcias) que solamente Él era Dios. De igual modo, el único Dios verdadero lo conoce a usted personalmente. Él sabe lo que usted ha tenido que experimentar, las luchas en que ha estado, los pasajes de la Escritura que para usted tienen mayor significado, y cuales son sus deseos. Por tanto, Él se dirige a usted de una manera que Él sabe que usted entenderá. Escriba acerca de alguna experiencia en la que Dios se le reveló de tal forma, que usted se dio cuenta de que Él estaba enterado de su vida y sus necesidades. Deum 4:35 casi no da cabida a preguntas o dudas en cuanto a la singularidad de Dios: “A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de Él” Uno de los pasajes mejor conocidos sobre el tema de la singularidad de Dios es Deum 6:4, el cual se convirtió en una confesión de fe oral y habitual en el judaísmo primitivo. Este importante versículo dice: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Por último, Isaías 45:5 describe a Dios halándole a un rey incrédulo, y le dice: “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí”. Estos son solo unos cuantos de muchos, pero muchos pasajes en el Antiguo Testamento que describen la divinidad de Dios. Este énfasis también se presenta en todo el Nuevo Testamento. Por eje
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Discipulado de la vida Cristiana - Módulo 1 (Completo)

  • 1. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 1: Dios le ama tal y como es Esta lección está dividida en dos secciones para ayudarle a terminar toda la lección entendiendo el plan de Dios. A fin de renovar su mente con la Palabra de Dios y darle un concepto de Él mas preciso, es muy importante que usted tome el tiempo necesario para aprenderse los versículos antes de proseguir a la siguiente lección. Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 1, usted debe estar en capacidad de: Entender lo que significa describir el amor de Dios como completo, incondicional, inmerecido, inalterable, personal y radicalmente transformador de la vida. Reconocer aspectos en los cuales usted ha creído algo que es falso acerca de Dios como el que ama su alma eternamente. Evaluar áreas en las cuales, erróneamente haya tratado de hacerse acreedor a que Dios lo ame mas. Reconocer ocasiones en las que haya dudado del amor completo e incondicional de Dios. Lea Romanos 5:1-10 Una de las cosas mas difíciles de aceptar cuando conocemos al Señor Jesucristo por primera vez es que Dios nos ama tal y como somos. Nosotros los humanos tenemos la tendencia de luchar para “merecer” lo que tenemos. Posesiones materiales, familias amorosas, carreras brillantes… son cosas que luchamos por ganarnos. El amor de Dios, sin embargo, jamás podemos ganarlo por medio del esfuerzo humano. No hay absolutamente nada que podamos hacer para lograr que Dios nos ame ni para hacer que nos ame más (Rom 5:8). Esto podemos entenderlo intelectualmente, pero tenemos problemas para creerlo en lo profundo de nuestro ser. A veces ni siquiera nos damos cuenta de nuestra lucha por creer completamente en el amor de Dios, gratuito e inalterable. ¿Alguna vez ha intentado usted lograr que Dios le ame más sirviéndolo de alguna forma o esforzándose por vivir una vida “mejor”? Pidiendo a Dios el discernimiento personal necesario, anote dos maneras en las que usted ha intentado ganarse más el favor de Dios. Pese a lo que su pasado le imponga o a como se sienta en este momento, el amor de Dios siempre le ha sido impartido gratuitamente. Dios derrama su amor en nosotros sin excepciones ni condiciones. Amigo creyente en Cristo, Dios no comenzó a amarle en el momento en que usted lo invitó a entrar en su corazón. Dios no comenzó a amarle al subir de las aguas del bautismo. Por cierto, Dios jamás “comenzó” a amarle; sencillamente, siempre le ha amado. Desde antes de creación del mundo Dios le conocía y le amaba (1 Jn 4:19; Sal 139:13; Jer 31:3). Una verdad fundamental para explorar este aspecto del carácter de Dios es que su amor jamás varía un grado a la derecha ni a la izquierda: siempre es exactamente lo mismo; jamás cambia por toda la eternidad (1 Jn 4:16-17). Esta puede ser una noticia sorprendente para usted ¿Alguna vez se ha sentido tan lleno de remordimiento por algo que haya cometido que honestamente creyó que eso hizo que Dios le amara menos? Escriba acerca de una experiencia en particular que haya tenido y en la que sintió que Dios podía amarle un poco menos debido a algo que haya hecho o dicho. ¿Qué sucedió y cómo se sintió usted? Casi todos hemos tenido ese temor en algún momento. No obstante, no importa cómo nos hayamos sentido; en las Escrituras tenemos la seguridad de que el amor de Dios no cambia. Él nos ama pese a lo que hagamos. En efecto, Él estuvo consciente de nuestra pecaminosidad desde el principio. Al investigar el amor de Dios, examinemos honestamente la manera en que Él nos ve. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 1, usted debe poder: Entender las implicaciones que el pecado de Adán y Eva tuvo el concepto de Dios acerca de todos los hombres y las mujeres. Reconocer cómo se ha expresado su naturaleza pecaminosa en acciones, pensamientos, actitudes o palabras. Comprender su necesidad del Salvador memorizando y concentrándose en versículos específicos de la Escritura. Primero, considere Génesis 1:26 en donde Dios crea al hombre a su imagen. ¿Qué es esa “imagen”? Es la semejanza, aspecto y esplendor que saturó a Adán y a Eva. Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo esta imagen divina se alteró. Por consiguiente, aunque todo ser humano todavía participa de algunas de las dimensiones de la imagen de Dios (Sant 3:9), ha nacido en un mundo de pecado y rebeldía (Efe 2:13). Segundo, debido a la pecaminosidad del mundo, la Escritura llama a todos los nacidos en pecado, “impíos” (Rom 5:6). Nuestra “impiedad” es evidente por el hecho de que la imagen de Dios ha sido desfigurada en cada uno de nosotros, por lo que ya no irradiamos a Dios. En todo esto somos impotentes para salvarnos por nuestra propia cuenta o para restablecer una relación adecuada con Dios. Tercero, Dios nos ve a cada uno de nosotros como pecadores (Rom 3:10-12, 23). Esta es una palabra que se usa bastante en distintas maneras, lo que dificulta poder discernir el verdadero significado del término. La palabra original para “pecado” quiere decir “errar en el blanco”. Esto significa que el pecador ha traspasado el límite de lo permitido por Dios. Puesto que “erra en el blanco”, todo pecador es impotente para redimirse a sí mismo. ¿Falso o verdadero? El pecado ocultó la imagen divina de todos los humanos cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios. Por breves minutos reflexiones en su diario acerca de su naturaleza pecaminosa. ¿Cuáles son algunas maneras-actitudes, pensamientos, palabras o acciones, en las que su naturaleza pecaminosa se ha expresado? En otras palabras, ¿cuáles son algunas maneras en las que usted ha “errado en el blanco”? Cuarto, Rom 5:10 describe claramente a todos los humanos como “enemigos” de Dios. Quizá usted objete: “Bueno, aunque hubo un tiempo en el que yo no conocía a Cristo como Señor, por supuesto que no creo que yo haya sido enemigo de Dios”. Este es un concepto erróneo. Si por sus actos usted declara que no necesita la redención que Cristo ofrece, entonces se ha puesto en contra de Dios, aunque se considere ser una “buena” persona. Dios no juzga a los hombres como nosotros nos juzgamos unos a otros. Una persona sólo puede evaluar los actos externos, pero Dios juzga lo más recóndito de nuestro ser (Heb 4:12). Quinto, Rom 3:10-18 nos pinta un cuadro desolador de la verdadera naturaleza del hombre. Comienza diciendo: “No hay justo, ni aún uno”. Esta es una acusación en contra del concepto de que nuestras buenas obras nos convierten en buenas personas. En pocas palabras, no hay nada que podamos hacer para ganar el favor ni la aprobación de Dios. Esa es la parte mala de la noticia. No obstante, hay gozo al comprender nuestra condición verdadera y tenebrosa. Sólo al aceptar la profundidad de nuestra depravación podremos apreciar n su totalidad hasta que extremo llega la gracia y el amor con los cuales Dios nos ha salvado. En la siguiente lección examinaremos este perdón radical que Dios nos ofrece. Oración: Padre, sé que soy un pecador, y que a pesar de mis mejores esfuerzos, estos nunca han sido suficientes para alcanzar Tu gloria. Señor, no merezco tu favor, tu gracia o tu amor, y sin embargo, sé que de cualquier forma Tú me colmas de estas cosas; yo jamás podría ganarme mi entrada al cielo. Tú me has conducido hasta tú presencia eterna sin necesidad de ninguna obra de mi parte. Te agradezco por amarme a mí, aunque tal parece que yo no te amo siempre, y por ofrecerme el maravilloso regalo de la salvación eterna. Oro en el Nombre de Jesús, Amén. Antes de ir a la Lección 2, memorice Rom 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que aún siendo pecadores, Cristo murió por nosotros”. Al pensar en el significado de su propia incapacidad delante de Dios, ¿Comprende usted cuán grande es su necesidad del Señor Jesucristo? ¿Cómo cambia este versículo su concepto de Dios que no sólo es amoroso, sino que personifica el amor en sí? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 2: Dios le ama tal y como es Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 2, usted debe estar en capacidad de: Entender cómo se define en Romanos 1:24-32 su necesidad personal del perdón de Dios. Distinguir entre el papel de Dios y el papel de usted en el proceso del perdón. Lea Romanos 5:1-10 En la lección anterior vimos que es imposible “obligar” Dios que nos ame más ni menos. Su amor permanece constante; nuestros intentos de hacer buenas obras no lo impresionan para favorecernos, y nuestro pecado y fracasos no pueden ocasionar que Él deje de amarnos. Por consiguiente, no podemos atribuirnos crédito alguno por la manera en que Dios nos ve. En lugar de eso, toda honra y alabanza por su amor pertenecen a Dios. A fin de valorar debidamente su amor, necesitamos entender las profundidades hasta las cuales el pecado ha corrompido a la humanidad, Romanos 1:24-32 presenta una descripción perturbadora de la humanidad, mostrando que tenemos propensión a idolatría, violencia, pasiones perversas y concupiscencias, iniquidades, maldad, codicia, envidia, homicidios, pleitos, engaño, malicia, chismes, calumnias e impiedad. Por horrible que sea esta representación, ésta describe exactamente a aquellos que Dios ama. Y aunque nosotros frecuentemente no nos damos cuenta de ellas, estas características nos describen a cada uno de nosotros. Quizá usted repase este pasaje y argumente: “¡Un momento! ¡Yo no soy así para nada! No soy perfecto, pero soy una persona bastante buena”. Puede ser cierto, pero usted debe considerar un par de cosas. Primero, el potencial para tener cada uno de estos comportamientos corruptos radica en todo hombre, mujer o niño sobre la tierra. No podemos escaparlo; es nuestro destino como parte de un mundo pecaminoso. Segundo, La defensa de la “Persona buena” queda muy corta de la santidad perfecta de Dios. Las Escrituras describen a nuestros mejores intentos de rectitud simplemente como “Trapos de inmundicia” (Is 64:6). En pocas palabras, nosotros no podemos escalar hasta la cima del favor de Dios. Por breves minutos vea cada una de las palabras subrayadas arriba, que se han tomado de Rom 1:24-32. ¿Cuál palabra y su definición hiere más su corazón? ¿Cómo ve usted evidencia de esta definición en su propia vida y hábitos cotidianos? Anótelo en su cuaderno No toca a nosotros tratar de escalar hasta el nivel de Dios. En lugar de eso, Él condescendió y expresó Su amor a cada uno de nosotros no por lo que haya visto dentro de nosotros, sino porque amar sin límites, fronteras ni condiciones concuerda con Su naturaleza (Rom 5:8; Jn 3:16) 1 ¿Falso o verdadero? El perdón es iniciativa de Dios; la responsabilidad del hombre es recibir el perdón de Dios. Sección 2 Al terminar esta sección, usted debe estar en capacidad de : Reconocer los móviles de Dios para perdonar Entender y reflexionar en cómo es que nuestros hábitos y actitudes pueden reflejar resistencia al amor de Dios Captar y procesar la dimensión del amor que Dios tiene por usted Muchas personas se resisten a comprometerse con el Señor porque desean esperar hasta que puedan “limpiarse” un poco. Quizá les oigamos decir cosas como estas: “Quiero seguir al Señor, pero antes necesito dejar de hacer esto”. Amigo, quiero que sepa que Dios nos ama a cada uno de nosotros tal y como somos. Él no esperó hasta “limpiarnos”. En lugar de eso, “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom 5:8). Sabiendo que nosotros jamás podríamos mejorar esa situación, Dios extendió su mano hasta el foso de nuestra desesperación y nos levantó hasta su presencia por medio de su hijo Jesucristo. Nosotros no debemos esforzarnos por mejorarnos para recibir a Cristo; en efecto, es imposible mejorar al viejo hombre, por eso es que el Dios todopoderoso envió a Su Hijo Unigénito. El mensaje de la cruz es que necesitamos liberación, no mejoramiento. Esta liberación quiere decir que ni el mismo Dios está interesado en intentar mejorarnos. En lugar de eso, Él remueve completamente al viejo hombre y lo remplaza con Él mismo. De esta manera nosotros nos convertimos en una “nueva criatura” en Cristo (2 Cor 5:17), 2: ¿Cuál fue El móvil que impulsó a Dios a perdonarnos por medio de la muerte de su hijo en la cruz? Escoja dos: Él quiso hacernos mejores personas Él sabía que nosotros no podríamos mejorar nuestra pecaminosidad Él nos amó aun a pesar de nuestra pecaminosidad Él quiso motivarnos para intentar vivir una vida mejor Puesto que Dios es amor (1 Jn 4:16), quizá creamos que el hecho de brindarnos esta liberación amorosa le tomó poco esfuerzo. Sin embargo, esta obra salvadora tuvo un precio muy alto. Demandó que el Padre enviara a Su Hijo unigénito a morir en una cruz. El Señor Jesús fue traicionado, quebrantado, azotado, humillado y asesinado. No obstante, el dolor físico fue solo parte de lo tortura; el precio pagado por nuestra salvación puede aquilatarse mejor por su clamor desde la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mat 27:46); Mar 15:34). En ese instante el Dios todopoderoso se separó de Su Hijo, con quién había vivido en unión perfecta por toda la eternidad. Ahí, separado del Padre, el Señor Jesucristo probó la crudeza del infierno por todo el ser humano que haya existido o que nacería. Esa fue la demostración mas profunda del amor de Dios por nosotros, no porque Él haya permitido que Cristo muriera, sino porque diera la espalda a su Hijo para que Él pudiera probar por sí mismo lo que es la muerte eterna, tomando el lugar de toda la humanidad. Si nosotros resistimos su amor aun tratando de ganar el favor de Dios por nuestra cuenta en efecto estaremos diciéndole que su sacrificio no fue suficiente. Amigo, le seguro que sí fue suficiente, Conteste la siguiente pregunta: Los que no entienden que el amor de Dios es totalmente incondicional, con frecuencia intentan llegar hasta la cima por sus propios méritos. ¿Cuáles son algunos de los medios por los que usted ha intentado ganarse el favor de Dios? (Tome en consideración sus móviles detrás de sus buenas obras, su trabajo en la iglesia, establecer disciplinas espirituales tales como la oración y el estudio bíblico o ponerse presiones para vivir conforme a ciertas pautas). Si tiene problemas para aceptar el amor incondicional de Dios, le insto a que, en oración, piense en el precio pagado por el perdón que ha recibido. ¿Usted pagó el precio? No. ¿Podría haber pagado el precio? No. Sólo Dios pudo haberlo hecho, y por eso lo hizo. Porque nos ama… tal y como somos. Habiendo echado un vistazo en serio por qué Dios actuó para liberarnos, en las próximas lecciones nos dedicaremos a examinar los resultados de esa obra salvadora. Quedo en espera de volver a verlo en la siguiente lección titulada: “Somos perdonados”. Antes de proseguir a la lección 3, considere el pasaje Juan 3:16 para memorizarlo. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 3: Somos Perdonados Lección 3, Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 3, usted debe estar en capacidad de: Recordar Col 2:13 y entender su significado para el perdón de sus pecados pasados y futuros. Comprender las profundidades duraderas de su perdón en Cristo. Lea Col 2:9-15 En la lección anterior vimos que Dios realmente nos ama a cada uno de nosotros tal y como somos. No tenemos que intentar limpiarnos antes de aceptar el don de la salvación de Dios; mas bien, la gracia de Dios se extiende hasta nuestras tinieblas y nos eleva hacia Él. Para comprender nuestra salvación, desde el principio es esencial ver claramente que si hemos aceptado a Cristo como Señor y Salvador personal, hemos sido perdonados de todos nuestros pecados, pasados y futuros. 1: Memorice Col 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, Identifique el significado de la Palabra TODO en relación con su propia vida. Elija uno de los siguientes: Quiere decir que todo pecado que yo cometí antes de llegar a conocer a Cristo ha sido perdonado. Quiere decir que todo pecado que yo cometí antes de llegar a conocer a Cristo y todo pecado que he cometido hasta la fecha en mi andar cristiano, es perdonado. Quiere decir que todo pecado que yo reconozco en el pasado, presente y futuro es perdonado. Quiere decir que todo mi pecado, del que yo me doy cuenta y del que no me doy cuenta, ha sido perdonado para siempre (del pasado, en el presente y aun mi pecado futuro) La gente tiende a jactarse de las cosas en su vida de las cuales se sienten orgullosos. Para algunos, es su dinero. Para otros, su prestigio. Para el discípulo de Jesucristo, sin embargo, sólo hay una cosa de la cual debemos jactarnos, y aun de esta nosotros no somos sino beneficiarios. El apóstol Palo lo expresó de la mejor manera: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quién el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo” Gal 6:14. Esto quiere decir que la posesión mas grande y valiosa del creyente es el don gratuito de perdón que fue ganado por Cristo en la cruz. No seremos el pueblo libre y liberado que Dios quiere que seamos hasta que empecemos a darnos cuenta de la profundidad radical de nuestro perdón. La Escritura proclama clara y rotundamente que todo creyente vive bajo el resguardo del perdón continuo e interminable de Dios. Tome unos minutos para repasar estos pasajes vitales en la Biblia. Col 1:13 “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado hijo” Rom 8:1-2 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.” Jn 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” Estos pasajes revelan que un evento histórico específico del pasado, La muerte y resurrección de Cristo, tiene implicaciones para el presente. No solo eso, sino que también tiene implicaciones futuras. Hace dos mil años dios puso el pecado del mundo, todo pecado pasado, presente y futuro, en la cruz con Cristo y ese pecado murió ahí mismo. Cuando Cristo resucitó, nuestro pecado no resucitó. Por consiguiente, ese acto alivia la carga de nuestro pecado hasta nuestros días. Al aceptar a cristo como Señor, nosotros participamos de ese perdón y todo pecado que hayamos cometido, o que cometeremos, es lavado. Todo pecado que usted haya cometido o que pueda cometer (todo pensamiento impuro, actitud impropia, acción equivocada y mentira que creamos) ha sido enterrado, lavado, removido, “cuanto está más lejos el oriente del occidente” (Sal 103.12) con un acto muy doloroso. Las ideas vertidas en el párrafo anterior, ¿Cómo cambian la forma en que usted se ve a si mismo y a Dios? Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 3, usted debe estar en capacidad de: Entender el significado del arrepentimiento. Hacer la distinción entre el castigo por el pecado y las consecuencias del pecado Examinar su corazón para recordad cuando usted se arrepintió de su pecado y recibió el don del perdón de Dios En Su sabiduría Dios sabía que jamás habría un medio por el cual nosotros pudiéramos expiar por nuestro pecado. Él sabía que no podríamos ser tan puros, tan buenos no tan rectos como para compensar debidamente por nuestras deficiencias. Por consiguiente, Él actuó para impartirnos la salvación por medio del Señor Jesucristo. Ef 1:7 explica: “En quién (Cristo) tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia”. Esto revela que hemos sido “redimidos”. En este sentido, “redención” quiere decir que antes éramos cautivos del pecado, pero que Dios pagó el rescate para liberarnos de nuestra esclavitud. La última parte de este versículo explica el móvil detrás de este acto salvador, la gracia de Dios. Esta gracia es el favor inmerecido que se expresa por medio del amor. Como hemos visto, Dios nos ama apasionadamente a cada uno de nosotros, por lo que Él actuó a nuestro favor para rescatarnos de las cadenas de nuestro pecado. Dos Responsabilidades Después de la resurrección de Cristo, Él permaneció con sus discípulos por un tiempo breve para darles algunas instrucciones finales. Él sabía cuán crucial era para sus seguidores entender lo que había hecho por ellos y qué deberían hacer en seguida. En el capítulo 24 de Lucas versículos 46 y 47, el Señor enseña: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Ahora, aquí hay dos responsabilidades que usted y yo necesitamos entender. El primero, la responsabilidad del hombre: Arrepentimiento para con Dios. El arrepentimiento es un cambio de actitud que resulta en un cambio de acción. Arrepentimiento quiere decir que reconocemos nuestra pecaminosidad e inhabilidad para salvarnos a nosotros mismos de ese pecado. Nuestro arrepentimiento hace posible que recibamos el don de Dios. El segundo, es la responsabilidad de Dios, que es perdón para con Dios. En este sentido, perdón quiere decir mandarlo lejos. Dios nos ha perdonado porque permanentemente ha removido la culpa de nuestro pecado. Se ha ido; no volverá para condenarnos. Así que al hablar de perdón debemos entender que es un don gratuito de Dios que debe ser recibido. Amigo mío, si nosotros no aceptamos este perdón, no será nuestro. No hay nada que podamos hacer para ganarnos ese regalo; todo lo que podemos hacer es echar mano de lo que Dios ya ha hecho. Aunque la obra salvadora de Dios nos liberó de la maldición del pecado, aun así sigue siendo un don que debe ser aceptado. No hay absolutamente nada que ninguno de nosotros podamos hacer para ganarnos la salvación; sin embargo, sí tenemos la responsabilidad de arrepentirnos de nuestro pecado y aceptar lo que Cristo nos ha dado. El arrepentimiento es un cambio de actitud que resulta en un cambio de acción; es alejarse del pecado y volverse hacia Dios. Al alejarnos del pecado y hacia Jesucristo, recibimos el perdón que Dios ofrece. La salvación está a la disposición de todos; sin embargo, vivimos en un mundo en el que es popular rehusar el don de Dios por nuestro propio orgullo o negligencia. 2: A continuación escoja la frase correcta: El arrepentimiento se inicia cuando cambiamos nuestro curso de acción. El arrepentimiento se inicia cuando cambiamos de manera de pensar acerca de un curso de acción en particular. El arrepentimiento puede definirse como sentir pesar por nuestras decisiones pecaminosas. Muchas personas no pueden entender el impacto total de su perdón porque todavía sufren como consecuencia de su pecado. Quizá argumenten: “Bueno, creo que no estoy perdonado porque sigo sufriendo los ef3ectos de mi pecado”. Aquí es importante darse cuenta de que hay diferencia entre perdón y consecuencias. La Escritura ha dejado claro que Dios ha perdonado todo pecado por medio de Cristo. Sin embargo, nuestros actos específicos de pecado acarrean resultados de consecuencia para nuestras vidas. En lugar de verlos como el castigo de Dios por el pecado, estos resultados deben considerarse como los efectos naturales de ciertos actos o comportamientos. Así como saltar de una ventana de un segundo piso resulta en caer a tierra, nuestras decisiones para pecar acarrean consecuencias. ¿Cuáles son algunas consecuencias que usted ha tenido que sufrir debido a su pecado? Debemos entender que los creyentes no pueden ser castigados por Dios por su pecado. Esto se debe a que el castigo por nuestro pecado ya fue llevado por el Señor Jesucristo. Puesto que la pena ya se ha pagado, Dios no manda el castigo una vez mas. 3: ¿Falso o verdadero? Dios jamás nos castigará por nuestras decisiones para pecar, porque Él ya ha castigado en nuestro lugar al Señor Jesucristo. ¡Regocíjese¡ Pese a nuestra pecaminosidad, sabemos que Dios puede vernos como personas redimidas debido a que Cristo nos ha ganado la libertad de las cadenas del pecado. Además, los pecados que cometamos en el futuro también han sido perdonados. En la siguiente lección examinaremos mas detenidamente el asunto de las redención al dar un vistazo al precio que el Señor pagó y los resultados de ese sacrificio. ¿Puede usted señalar con exactitud una ocasión en particular en que usted aceptó el don del perdón de Dios? Aun cuando no sepa fechas exactas, escriba en su cuaderno acerca de su experiencia de salvación. Si no puede recordar si ya tomó esa decisión, nunca es tarde para aceptar el regalo de la salvación de Dios. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 4: Usted es Redimido Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 4, usted debe estar en capacidad de: Reconocer en su totalidad el plan de Dios de la redención y familiarizarse con las referencias bíblicas en las que se apoya. Entender el significado de Jesucristo como nuestro redentor de la esclavitud del pecado. Lea Ef 1:3-7 En la lección anterior nos enfocamos sobre el perdón completo de nuestros pecados que se nos ha entregado por medio del Señor Jesucristo. Sin embargo es vital para nuestro crecimiento cristiano que nos consideremos no solo perdonados, sino redimidos. Este es un término que con frecuencia se utiliza en discusiones cristianas, pero, ¿en realidad sabemos qué quiere decir? Pasemos unos momentos examinando el concepto de la redención al esforzarnos por entender cómo es que el sacrificio de Cristo en la cruz afecta nuestras vidas en el presente. Mientras no entendamos el mensaje de la cruz no entenderemos quién es Dios ni cómo es. Antes del sacrificio de la cruz parecía haber un conflicto entre el amor de Dios y Su justicia. Su amor anhelaba brindar salvación incondicional a todos los pecadores y, al mismo tiempo, su justicia demandaba que el pecado fuera castigado. Aunque deseaba abrazar amorosamente a la humanidad, su justicia no le permitiría ignorar nuestro pecado. En la cruz, la justicia y el amor se convirtieron en uno al demostrar que Dios seguía siendo santo y aún así brindaba un medio para que el pecador, hombre o mujer, pudiera estar con Él para siempre. El plan de redención no se encuentra sólo en las páginas de los evangelios sino que se extiende por todas las Escrituras. En los primeros dos capítulos de Génesis, la creación de un paraíso terrenal y el primer hombre apuntan hacia el hecho de que Dios planeó nuestra redención. Varios de los siguientes capítulos de Génesis (3-11) describen la caída del hombre y revelan que la redención no fue una alternativa sino mas bien un requisito o necesidad para todo ser humano. El resto del Antiguo Testamento, que relata la historia de Israel y apunta hacia el redentor que vendría, demuestra que Dios nos preparó para Su plan de redención. Luego, en los Evangelios, la vida de Cristo sobre la tierra destaca la evidencia de que la redención del hombre por Dios es real y sigue vigente. En el libro de Hechos, cuando los discípulos van al mundo a extender las Buenas Nuevas, vemos el cumplimiento del plan de Dios de compartir Su obra de redención con toda persona. Las epístolas han sido consignadas e incluidas en la Biblia para explicar lo que es la redención y, por fin, el Apocalipsis concluye el relato al llegar a cumplirse los planes, preparativos y actos redentores de Dios. Aunque los libros de la Biblia no se compilaron en orden cronológico, se acoplan uno con otro como piezas de un gran rompecabezas para presentar un solo relato: el amor redentor de Dios para usted, por mí y por todas las demás personas que han vivido y que vivirán. Al examinar esta verdad a la luz de la Palabra de Dios, ¿qué pensamientos acuden a su mente y qué emociones se suscitan? Anótelas En el Nuevo Testamento se usan dos palabras para describir la redención que ofrece Cristo. La primera se traduce como “rescate” e indica el precio pagado para obtener la libertad de alguna persona. La otra palabra es u término que se usaba en el antiguo de los negocios y se refiere a adquirir algo en el mercado. El concepto que se expresa en el Nuevo Testamento que muestra redención en Cristo, es muy parecida a la redención de un esclavo en el primer siglo de la era cristiana. De vez en cuando un hombre rico llegaba a admirar o respetar a un esclavo y manifestaba el deseo de ayudarlo. Sin embargo, había una forma de obtener la libertad de esa persona: un hombre libre debía pagar lo que valía pagar lo que valía el esclavo, o comprarlo, y luego, cuando el esclavo estaba todavía en posesión del otro, el comprador tenía derecho a liberarlo. Podemos ver el significado de los dos términos en este cuadro: el comprador pagaba un rescate para comprar al esclavo, y así obtener su libertad. Esto es lo que el Señor Jesucristo ha hecho por cada uno de nosotros. Y sea que nos diéramos cuenta de ello o no, nosotros estábamos bajo esclavitud total de nuestro pecado. Al hablar de redención, nos referimos al hecho de que se ha pagado un precio para liberarnos del mercado de esclavos del pecado. El pecado que se pagó (lo único que fue suficiente para obtener nuestra salvación) fue el sacrificio del Señor Jesucristo. 1: Elija todo lo que sea aplicable: Ser liberado de la esclavitud del pecado significa… Que nosotros somos como esclavos en el mercado de esclavos, puestos en libertad. Ya no somos “esclavos” de nuestros antiguos amos. El precio de nuestra libertad, o de nuestra liberación, de la cautividad de hábitos y actitudes pecaminosas, ha sido pagado por otra persona, El Señor Jesucristo. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 4, usted debe estar en capacidad de: Entender la diferencia entre ser redimido y experimentar la bendición de esa redención. Identificar la redención no simplemente como perdón, sino como libertad, y examinar cómo es que su vida refleja su vida refleja su reacción a esta libertad y este perdón. En el Antiguo Testamento, la ley judía declaraba que los pecados debían ser expiados con un sacrificio de sangre, por eso es que vemos tantos ejemplos de sacrificios de animales en aquellos días. Sin embargo, esos sacrificios necesitaban ser repetidos con frecuencia, tanto por los individuos como por todo el pueblo de Israel. En Juan 1:29, Juan el Bautista describe al Señor Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Por lo tanto, desde el principio del ministerio terrenal de Cristo, Él aparece como el último cordero del sacrificio, el único sacrificio que podía hacer la expiación por el pecado de una vez por todas. (Heb 9:11-14). Ahora bien, retrocedamos por un momento y observemos este proceso en términos sencillos. ¿Quién debería haber pagado la deuda de nuestro pecado? Cada uno de nosotros. ¿Quién es el único que podía haber pagado la deuda de una vez por todas? Sólo Dios tenía poder para hacer eso. Así que la única solución posible era que Dios irrumpiera en la historia humana por medio del Señor Jesús, que fue verdadero Dios y verdadero hombre. Él sufrió nuestro castigo y nuestra muerte. Fue nuestro sustituto y, por consiguiente, el rescate que nos libertó de la esclavitud del pecado. Es de vital importancia que nos demos cuenta de que este sacrificio fue muy personal. A veces vemos Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo”, y nos perdemos entre la inmensa multitud que abarca el término “mundo”. No obstante, una verdad que muchos ignoran es que Dios habría sacrificado a su Hijo Unigénito si usted fuera la única persona que existiera sobre la faz de la tierra. Dios quiso salvarlo a usted específicamente de su pecado, y por eso envió al Señor Jesús. El otro lado de la moneda es que, aunque Dios actuó específicamente a favor de usted, también actuó a favor de todo individuo sobre la tierra. El Señor no murió sólo por los cristianos, sino por todos (Jn 3:16; 12:32; Mat 18:14). Desgraciadamente, no todos experimentarán la bendición de esa redención. A menos de que el hombre reciba la redención ofrecida por el Señor Jesús, no disfrutará de esa bendición. Cualquiera que rechaza al Redentor (Cristo) en efecto dice: “Yo no necesito de Cristo para que me redima; yo puedo redimirme por mi cuenta”. Como hemos visto, sin embargo, sólo Cristo estuvo capacitado para libertarnos de nuestro pecado. Por consiguiente, quienes rechazan la redención que ya ha sido establecida, se eliminan a sí mismos del plan de Dios para salvar a toda la humanidad. 2: ¿Falso o verdadero? Todos han sido redimidos por medio de Cristo, pero no toda persona ha decidido experimentar esa redención. Nuestro perdón, la redención en sí, tuvo un costo muy alto. Si quedáramos a nuestras expensas, nosotros no podríamos ganar nuestra justicia. No obstante, podemos regocijarnos en que Dios tomó la iniciativa y Él mismo pagó el precio. Jamás podemos pagar ese acto de gracia, pero podemos dar gracias a Dios por él, esforzándonos por conocerlo mejor y viviendo de acuerdo con Su Palabra. ¿Cómo refleja nuestra vida diaria nuestra gratitud a Dios? Responda en su cuaderno. En la siguiente lección, “Usted está reconciliado”, examinaremos la manera en que nuestra relación con Dios ha cambiado a la luz de nuestra unión con Cristo. D3: Memorice Ef 1:7: “En quién tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Ahora que Usted cree Lección 5: Usted está reconciliado Lea 2 Cor 5:17-21 Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 5, usted debe estar en capacidad de: Entender el pecado como rebeldía y división. Distinguir entre los dos significados de reconciliación. A lo largo de este curso hemos examinado unos cuantos puntos vitales para entender cómo debe ser nuestro andar con Dios. Hemos visto que Él nos ama tal y cómo somos y qué, por consiguiente, nos ha perdonado y redimido de los vínculos del pecado. Nuestra aceptación de su perdón y redención por medio de Cristo ha transformado para siempre nuestra relación con Él. En lugar de estar distanciados de Él como resultado de nuestro pecado, ahora podemos aceptar nuestra posición como reconciliados con Dios. En esta lección veremos más de cerca lo que significa la reconciliación en nuestras vidas y en nuestra relación con Dios. En Griego, el idioma original del Nuevo Testamento, se usan dos palabras distintas que nosotros traducimos con “reconciliar”. La primera la vemos en Mat 5:23-24, donde el Señor Jesús instruye a dos amigos distanciados a reconciliarse, a restaurar sus relaciones que se han roto, antes de presentar su ofrenda a Dios. En este contexto a un amigo se le instruye que inicie la reconciliación yendo a ver a su amigo, disculpándose por el mal que ha cometido y/o asumiendo su responsabilidad en el problema. Casi todos podemos entender este tipo de reconciliación porque, en un momento u otro, hemos estado en una posición en la que hemos tenido que acercarnos a un amigo e iniciar la restauración de nuestra relación. En el pasaje citado con anterioridad, la palabra “reconciliar” tiene el significado de ser reconciliación por mutuo consentimiento. Este no es el mismo tipo de reconciliación que describe la relación de Dios con nosotros, que es de pura gracia. Mas bien, 2 Cor 5:18 usa la otra palabra que nosotros traducimos como “reconciliación”, que tiene el significado de “moverse hacia alguien”. La importancia de esa diferencia es asombrosa. Quiere decir que no estamos reconciliados con Dios por mutuo consentimiento, sino porque Dios ha tomado la iniciativa de buscarnos; básicamente Él se ha “movido hacia” nosotros para ofrecernos salvación sin esfuerzo alguno de nuestra parte. Él solo nos abrió el camino para entrar en una relación restaurada con Él. Por consiguiente, nosotros no llevamos carga alguna en esta reconciliación. Como hemos visto durante este curso de estudios, no hay absolutamente nada que usted y yo podamos hacer para lograr la salvación por nuestra cuenta. No obstante, la Buena Nueva es que Dios ya ha actuado para lograr esa salvación a favor nuestro. Debido a su gran amor por nosotros, Él ha tomado la iniciativa para reconciliarnos con Él. La reconciliación implica que nuestra relación con Dios estaba bloqueada. ¿Qué era lo que se había interpuesto entre Dios y nosotros para perturbar esa relación? El pecado. Con frecuencia muchos ven el pecado en general como una lista de ciertas cosas malas que quizá cometan. No obstante, es mejor saber que el pecado es cualquier cosa que se interpone entre nosotros y Dios o que nos separa de Él. Esta definición de pecado, ¿cómo profundiza o cambia su entendimiento de cuanto necesita usted de Dios y cuán amoroso por su parte fue que Él iniciara el proceso? Anótelo en su cuaderno. 1: ¿falso o verdadero? Dios le ha encargado a usted de restaurar su relación con Él. Lección 5, Sección 2 Objetivo: Al terminar esta sección de la lección 5, usted debe estar en capacidad de: Entender que la paz es resultado de la reconciliación, y lo que eso significa. Memorizar 2 Cor 5:18 y explorar su aplicación en su propia vida. Evaluar las fuentes falsas de paz y seguridad en su propia vida. El pecado puede despistarnos. Recuerde, si el pecado en sí lucha por mantenernos alejados de Dios, entonces ¿cómo puede cumplir mejor esa tarea? La mejor manera en que el pecado puede mantenernos alejados de Dios es asegurarnos que no necesitamos a Dios en nuestras vidas. Esto lo logra convenciéndonos de que somos personas maravillosas sin la ayuda de Dios. El pecado nos hace pensar que somos superiores y gente justa, por nuestros méritos. Y puesto que somos humanos, caemos en la trampa. Después de todo, nos gusta pensar que controlamos todo. Por otra parte, Dios nos muestra exactamente qué y quiénes somos. Él pone al descubierto el engaño y nos lleva a darnos cuenta que nuestros corazones son pecaminosos y que aun nuestros mejores obras son inmundicia total comparadas con la santidad de Dios (Is 64:6). Puesto que Dios es Verdad, Él no nos engañará. Aunque podamos “sentirnos” mejor considerándonos justos y rectos, nos beneficiará más entender nuestra necesidad de redención que sólo Dios puede brindarnos. La Escritura dice claramente que el pecado nos ha alejado de la presencia de Dios a tal grado que éramos considerados “extraños y enemigos” (Col 1:19-23) que vivían para sí (2 Cor 5:15). La cruz cerró la brecha entre nosotros y Dios, permitiendo así que el hombre pecador entrara a la presencia santa y justa de Dios. Mientras que antes estábamos separados de Él, ahora, siendo “justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Rom 5:1). Aquí la palabra que traducimos como “paz” tiene el significado más amplio de estar atados juntos. Esto implica, entonces, que Dios no solo ha actuado para perdonar nuestros pecados, sino para atarnos a Él de manera personal y poderosa, restaurando así la relación que se había perdido. 2: Complete esta oración con la palabra correcta: Dios no sólo quiere que nosotros reconozcamos nuestra necesidad desesperada de Él, sino que también quiere que entendamos que su acto de reconciliación, por medio de la cruz, nos ha _______________ a Él, o nos ha permitido tener paz con Él. Separado Divido Reunido Atado 3: Elija todo lo que se aplique. Hasta ahora, ¿de qué maneras ha buscado usted la paz? A. Por medio de mis relaciones con la gente. B. Cambiando mis circunstancias, buscando otro trabajo, cambiándome de casa, etc. C. Aspirando a un ascenso, premio, logro o meta que conduzca al éxito D. Por la imagen que otros tienen de mí o de la que yo tengo de mí mismo. 4: ¿Sigue usted buscando la paz en estas cosas pese a que Dios se la ha dado por medio de la reconciliación con Él? A. Sí B. No 2 Cor 5:20-21 procede a decir que debido a que cada uno de nosotros entiende la reconciliación que Dios ha brindado, tenemos la responsabilidad y privilegio de servir como “embajadores de Cristo”. Así como el guía conduce con todo acierto a su contingente para internarse en un bosque porque conoce el camino, así nosotros debemos dar un paso al frente para señalar al mundo la salida de la esclavitud del pecado. Memorice 2 Cor 5:18 “Y todo esto proviene de Dios, quién nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” Ahora piense en la instrucción doble, cómo Dios nos reconcilió consigo mismo y cómo nos ha dado el encargo de enseñar a otros acerca de Su plan de salvación. ¿Cómo se siente usted en cuanto a su papel como “embajador” de Cristo? Escriba esto en su cuaderno. No importa cómo se sienta usted, usted siempre ha sido y será amado por Dios. Él le ha perdonado, le ha salvado de las garras del pecado y le ha reconciliado con Él. Usted ha sido llamado a vivir como embajador porque eso es para lo que Él, por su gracia, lo hizo con todo cuidado. Este curso se ha enfocado en enseñarle lo que el Señor Jesucristo hizo por usted en la cruz y cómo eso traduce en su nueva vida en Él. ¿Cómo piensa usted que su entendimiento del amor, perdón, redención y reconciliación de Dios le ayudará a vivir su fe, y así vivir y desempeñar su llamado como embajador de Cristo? Aprenderse 2 Cor 5:18 “Y todo esto proviene de Dios, quién nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso B: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 6: Usted ha sido justificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 6, usted debe estar en capacidad de: Reconocer el significado de la Justificación y explicar sus tres características Entender la relación entre justificación y justicia Lea Romanos 5:1, 17-21 En las lecciones anteriores examinamos algunos elementos claves en la vida del creyente. Vimos que Dios nos ama tal como somos, y por lo tanto, nos ha perdonado, redimido y reconciliado. Y Él lo hizo, no porque mereciéramos la salvación que Él ofrece, sino porque gracias a Su amor, Él supo qué necesitábamos esa salvación desesperadamente, y no había forma de alcanzarla por nuestra cuenta, sin la intervención de Él. Habiendo puesto este fundamento en nuestros estudios, continuaremos explorando cómo este hecho de la gracia de Dios nos ha cambiado a cada uno de nosotros que ha aceptado a Jesucristo como Señor. En esta lección veremos como Dios nos ha justificado mediante Su hijo. Es necesario que entendamos que el asunto de la justificación es crucial para el sistema doctrinal de un cristiano; porque si tenemos una percepción tergiversada de este asunto tan importante, entonces no podremos comprender adecuadamente nuestra libertad y liberación en Cristo Jesús. La justificación no es sólo una palabra teológica altisonante que los predicadores utilizan; ¡más bien se trata de la base y el fundamento de todo lo que creemos como cristianos! En realidad, no hay forma de que podamos disfrutar de la vida cristiana victoriosa, a menos que comprendamos lo que significa ser justificados según la Escritura. Ahora, el mejor lugar para empezar es examinar simplemente el significado de la palabra “justificación”. En el griego, el idioma original del Nuevo Testamento, la palabra para “justificación” proviene de la misma raíz del vocablo traducido como “justo”. Por consiguiente, justificación y justicia están esencialmente relacionadas. Cuando decimos que un hombre está justificado lo que queremos decir, es que ha sido declarado justo a los ojos de Dios; también ha sido absuelto de su culpa, y la justicia de Jesucristo ha sido puesta sobre él. ¿Y cómo es esto posible? Pues ya hemos visto en las lecciones anteriores que el hombre es sumamente pecador, y que no hay nadie justo. (Rom 3:10-18,23). Sin embargo, la doctrina de la justificación afirma que todo creyente ha sido declarado justo por el mismo Dios. Y esto sólo es posible gracias al sacrificio expiatorio de Cristo en la cruz. (Rom 3:23-24) Dios no ha pasado por alto nuestro pecado, ni tampoco ha declarado que éste sea irrelevante, sino que más bien, al reconocer la seriedad del pecado y el hecho de que éste nos separaba de su santidad tan pura, Él nos juzgó a cada uno, nos halló culpables y luego dirigió nuestro castigo hacia Su hijo. Cristo fue nuestro sustituto, y llevó sobre sí el castigo que nosotros merecíamos. Por tanto, por medio de Él ya se ha hecho expiación por nuestro pecado, y el Dios santo puede mirarnos una vez más sin poner en tela de juicio su justicia perfecta. 1: ¿Falso o verdadero? Nuestra justificación en Cristo es como el caso de un juez que declara “culpable” a un criminal y luego pone el castigo por el crimen sobre sí mismo, en vez de ponerlo sobre el verdadero culpable. Hay tres aspectos fundamentales que debemos de comprender, y cada uno de ellos se presenta en la siguiente declaración: DIOS nos ha justificado por GRACIA mediante la FE. Esto significa que nuestra justificación es un don que Dios nos dio gratuitamente debido a su gran amor por nosotros. No existe forma de que pudiéramos habernos ganado nuestra propia posición como “justos”; por lo tanto, Dios procedió a asegurar nuestra salvación a favor de nosotros. (2 Cor 5:21) Nosotros entramos a esa relación salvadora con Dios cuando aceptamos a Su Hijo por fe, o en otras palabras, al creer en el evangelio y recibir a Cristo como nuestro Salvador. 2: Selección única. ¿Cuál de las siguientes declaraciones no corresponde? Las tres características de la justificación explican: quién nos justificó por qué fuimos justificados cuándo tiene lugar la justificación de cada persona cómo se completa nuestra justificación Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 6, usted debe estar en capacidad de: Reconocer la relevancia contemporánea de su justificación en Cristo Distinguir entre justificación y santificación, y comprender cómo tal entendimiento está en estrecha relación con la manera en que usted se relaciona con Dios cada día. Examinar las actitudes de incredulidad e indiferencia hacia el pecado debidas a ideas erróneas acerca de la justificación y el perdón. Recordar Rom 5:8 y memorizar Rom 5:9, entendiendo las implicaciones del pasaje en su propia relación con Dios. Y entonces, aunque todos estábamos atascados en el pecado, impotentes para efectuar nuestra propia redención, y siendo “aborrecedores de Dios” (Rom 1:18-32), ahora podemos llamarnos hijos de Dios, y “herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tit 3:7). Este hecho, obviamente, tiene implicaciones en nuestra conducta y carácter, pues ya no andamos caminando torpemente por el mundo sin ningún propósito ni esperanza. El Espíritu Santo ha entrado ahora a nuestros corazones y nuestras vidas, y nos hemos convertido en “coherederos” con Jesús, “hijos de Dios” plenamente (Rom 8:16-17). Al haber recibido a Cristo como Señor hemos llegado a ser “nueva creación”, y nuestro viejo hombre ha sido desechado (2 Cor 5:17). Es crucial que usted entienda que su novedad en Cristo se declara en el momento en que usted lo recibe a Él. Usted ha sido justificado hoy. Sabiendo que Dios ha cambiado su opinión total en cuanto a usted a partir de Su gracia, ¿cómo se siente con respecto a su nueva identidad? Anote su repuesta en su cuaderno, confesando cualquier incredulidad que usted tenga Fíjese en el orden de los eventos: Primero venimos a Cristo y luego nuestras actitudes y acciones cambian. Demasiadas personas aplazan una decisión por Cristo debido a que tienen un deseo devoto de esperar hasta que sus vidas estén lo suficientemente limpias para acercarse a Dios. Estimado amigo, estas personas han empezado a hacer esto ¡al revés! A Dios no le interesa cuánto podamos “limpiarnos” nosotros mismos, ya que Él sabe que nunca podremos perfeccionar nuestras vidas lo suficiente como para hacernos dignos de Él. Él desea, mas bien, que vengamos a Él tal como somos, para así poder empezar Él mismo a cambiar y perfeccionar nuestras vidas de adentro hacia fuera. A este proceso se le llama santificación, y está completamente separado de la justificación. Recuerde que nuestra justificación quedó completa con el sacrificio de Cristo hace dos mil años, mientras que nuestra santificación es la purificación cotidiana de nuestras vidas, bajo la dirección y el poder del Espíritu Santo. Ahora que usted que ha sido justificado a los ojos de Dios, sin importar lo que las acciones de su vida reflejen ¿cómo cambia esto la forma en que usted se acerca a Dios cada día? ¿Lo hace sentirse libre para ser honesto con Él en cuanto a su pecado, y confesarlo, sabiendo que Él no va a despojarlo de su manto de justicia, o a declararlo indigno de presentarse ante Él? Responda en su cuaderno. La comprensión de que nuestra justificación es algo fuera de nosotros mismos que Dios ya ha completado, es algo sumamente liberador para el cristiano. Esto significa que no estamos atrapados debajo de una interminable lista de “haz esto, no hagas aquello”, que debemos mantener meticulosamente para salvarnos. (Gál 3:2-5; 5:1) Nuestra mejor conducta no puede ni podrá asegurar nuestra eternidad con Dios; sólo la sangre de Jesús puede hacer eso. Sin embargo, esto no significa, desde luego, ¡una licencia para pecar y para actuar de la manera que nos plazca! La presencia del Espíritu Santo, quién reside en nosotros, nos cambia desde adentro. Esto significa que a medida que Dios obra dentro de nosotros para cambiar nuestras actitudes se va a dar un efecto positivo en nuestras acciones. Debido a que estamos revestidos de la justicia de Cristo (Gál 3:27), el espíritu dentro de nosotros obrará para conformar diariamente nuestras acciones a las de Jesús, de manera que empecemos a desarrollar una actitud sincera como la de Cristo, (Fil 2:5-11) Pídale al Señor que le muestre las formas en que sus acciones puedan reflejar la obra que Él ha efectuado dentro de usted y glorifíquelo por eso. Pídale luego que le revele las áreas de su vida donde usted ha permitido que la indiferencia o la mala doctrina le llevaran a pecar, a buscar excusas y abusar del perdón y la justificación de Dios. Anote en su cuaderno sus pensamientos, alabanzas y oraciones. A medida que vayamos creciendo en nuestra comprensión de la justificación y de la repercusión que la obra salvadora de Cristo tiene en nuestras vidas, Jesús vendrá a ser más y más real para nosotros. De modo que, el siguiente paso natural en nuestro estudio será considerar en su totalidad las implicaciones de la crucifixión en la vida de cada uno de nosotros, lo cual examinaremos en nuestra siguiente lección, “Usted ha sido crucificado”. 3: Memorice Rom 5:9 y recuerde Rom 5:8. Sin consultar su Biblia o los pasajes bíblicos previos en el folleto, llene los espacios de abajo: “Mas Dios __________ su amor para con nosotros, en que siendo aún ____________, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya _____________ en su _________, por Él seremos salvos de la ira” Rom 5:8-9 Al entender la magnitud de cómo el sacrificio de Cristo en la cruz lo transformó a usted, y transformó la manera en que Dios lo ve, ¿qué desea usted que su vida refleje? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 7: Usted ha sido crucificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 7, usted debe estar en capacidad de: Repasar y evaluar lo que ha aprendido en las lecciones anteriores Aprender de memoria Gál 2:20 Lea Gálatas 2:20 Hasta ahora hemos examinado en este estudio cinco principios fundamentales de la vida cristiana. Hemos visto que Dios nos ama, y que Él ha intervenido para perdonarnos, redimirnos, reconciliarnos y justificarnos delante de Su santa presencia. ¿Cuál verdad, sabiendo que usted es amado y que ha sido perdonado, redimido, reconciliado y justificado; ha causado el impacto más significativo en su vida cotidiana en las últimas semanas? Aun cuando estas cosas son esenciales en nuestro andar diario con Él, hay algo que hace falta, y es algo sin lo cual nunca experimentaremos la victoria en nuestras vidas. Este punto trascendental es el énfasis de esta lección: Usted ha sido crucificado. El cristiano típico jamás ha oído hablar de las cosas que hasta ahora hemos discutido: Redención, reconciliación y justificación. Estos quizá sepan algo sobre el amor y el perdón incondicionales de Dios, pero en general continúan sin mucho esfuerzo en su vida espiritual. Quizá asistan con regularidad a la iglesia, y hasta puede que aporten dinero y tiempo al ministerio; pero con demasiada frecuencia la gente piensa que esto es lo que constituye la vida cristiana, y no podrán hallarse mas lejos de la verdad. Aunque estas acciones son importantes, no deben ocupar el centro de atención de nuestra fe. Ahora bien, la mayoría de personas, ya sea que lo admitan o no, no consideran la vida cristiana normal como algo suficiente; parece que siempre hace falta algo, o el gozo de Cristo parece estar simplemente fuera de su alcance. Pero la verdad es, mi estimado amigo, que hasta que usted y yo entendamos el verdadero sentido de la vida cristiana y lo que Dios nos ha provisto, andaremos penosamente de derrota en derrota. Gálatas 2:20 nos brinda una percepción radical de nuestra fe. Este versículo es crucial para entender nuestro lugar en el plan de Dios, y debería ser el centro de nuestra vida cristiana. Al escribir a la iglesia gálata, Pablo hace esta declaración: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Mediante este breve pasaje, él establece un principio que tiene consecuencias trascendentales aun hoy, dos mil años as tarde. 1: Antes de seguir con el resto de la lección, practique Gál 2:20 hasta que se lo aprenda de memoria. Después sin consultar las Escrituras, llene los espacios de abajo: “______ Cristo ___________ _________________ crucificado, y ____ _____ vivo yo, mas vive Cristo ____ _____ mí; y lo que _______ vivo en la carne, lo vivo en la _______ del Hijo de Dios, el cuál me amó y se ____________ a sí mismo por mí” Gál 2:20 Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 7, usted debe estar en capacidad de: Entender la importancia del uso de la palabra crucificado por parte de Pablo. Entender la importancia de memorizar la Escritura. Reconocer por qué usted y todos los creyentes aun pecan. Examinar su vida para identificar las áreas en las que no ha podido vivir victoriosamente, y tratar de hallar las formas de aprovecharse de la ora que Jesús efectuó en la cruz. Los puntos clave de este asunto pueden resumirse en tres preguntas específicas, y la primera es: ¿Quién fue crucificado? Bien, nosotros deberíamos saber perfectamente que fue Jesucristo quien estaba colgado en la cruz. Sin embargo, Pablo anuncia claramente en este pasaje que él mismo está crucificado. Ahora, Pablo escribió esto como 30 años después de la muerte y resurrección de Jesús; ¿entonces cómo puede decir que estaba crucificado con Cristo, especialmente sin haber sido él seguidor suyo sino hasta después del surgimiento y conclusión de los eventos de la cruz? Pablo usa una palabra en este pasaje que significa algo así como “co-crucifixión”. Esto significa que aunque Jesús fue el que estaba colgado físicamente en la cruz, todo hombre y mujer sobre la tierra también colgaba allí junto con Él. La crucifixión no es algo que le ocurrió a alguien en lo mas remoto de la historia, sino algo que le sucedió a cada uno de nosotros en particular por medio de Jesucristo, dos mi años atrás. En segundo lugar, podemos preguntar: ¿Cuándo fue la crucifixión? Sin entrar en demasiados tecnicismos, permítame explicar la importancia del tiempo verbal de la palabra traducida “crucificado”. Ésta se halla en pretérito perfecto, lo que significa que es una acción que ocurrió en el pasado, pero que aun tiene implicaciones duraderas hasta el día de hoy. Por lo que se refiere a la crucifixión, Pablo dice que el evento histórico de la muerte y la resurrección de Jesús tiene el mismo impacto y la misma relevancia hoy que éste tuvo el día en que ocurrió. La crucifixión, esencialmente, no puede “disiparse”, ni se “disipará”. Aunque el acontecimiento mismo tuvo lugar hace mucho tiempo, solo experimentamos su realidad cuando recibimos a Jesucristo como Salvador nuestro. Lo que hagamos o dejemos de hacer hoy no altera en nada el hecho de que el pecado de toda la humanidad, la cual incluye a cada uno de nosotros individualmente, fue clavado en la cruz con Jesús. Por lo tanto, lo único que nos queda por hacer hoy es aceptar lo que Él ya ha hecho por nosotros. (Ef 1:3) En tercer lugar, podemos preguntar: ¿Qué fue crucificado? Obviamente, ni usted ni yo hemos sido clavados físicamente en la cruz. Entonces, ¿de qué está hablando Pablo? Podemos ver la respuesta en otro pasaje importante: Romanos 6:5-11. Ahí, el apóstol declara en el versículo 6: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo de pecado sea destruido…” por lo tanto, lo que fue clavado en la cruz con Jesús es nuestro viejo hombre, lo cual plantea una nueva pregunta: ¿Qué es nuestro viejo hombre? Nuestro viejo hombre es la naturaleza pecaminosa que impregnaba nuestras vidas antes de nuestra relación salvadora con Jesús. Es oportuno establecer una comparación entre la “vieja” naturaleza y la nueva, ya que 2 Corintios 5:17 manifiesta claramente que en Cristo nos hemos convertido en algo completamente nuevo. Ahí podemos ver que “las cosas viejas (han) pasado; he aquí todas son hechas nuevas”. Nuestra aceptación de Jesús como Señor no cambió nuestra vieja naturaleza; en lugar de eso, el Espíritu Santo ingresó a nuestras vidas para sustituir esta vieja naturaleza. En vez de ser simplemente una versión mejorada de nuestro viejo hombre, nosotros somos ahora algo totalmente nuevo y diferente. Jesús ha cambiado nuestra vieja vida por la nueva vida que Él ofrece. Por tal razón, podemos proclamar con certeza que nuestra vieja naturaleza ha muerto para siempre jamás. Esto lo sabemos porque la naturaleza pecaminosa de cada uno de nosotros sufrió un golpe mortal con Cristo en la cruz. 2: ¿Cuál es la importancia de la palabra griega que Pablo utiliza para “crucificado”? Escoja la mejor respuesta. Significa que Jesús fue clavado en la cruz. Significa que nuestros pecados fueron ejecutados con Cristo en la cruz. Significa que nuestra vieja naturaleza fue crucificada de una vez por todas mediante la muerte de Jesús en la cruz. Significa que el sacrificio de Cristo hace dos mil años tiene un impacto duradero en la forma en que vivimos nuestras vidas hoy. Todas las opciones anteriores. El pecado desea derribarnos; sin embargo, en Cristo, éste ha sido derrotado en nuestras vidas de una vez por todas. Por tanto, ya que el pecado no puede destruirnos completamente, el diablo, en lugar de eso, va a procurar privarnos de nuestro gozo y libertad, convenciéndonos de que somos las mismas personas pecadoras que siempre hemos sido. Puede que el enemigo nos susurre al oído: “¿Nueva creación? No, no lo eres; solo mírate, todavía sigues pecando como siempre lo has hecho. No ha ocurrido nada nuevo en tu espíritu”. Recuerde que estas son mentiras de parte del enemigo. La verdad es que hemos sido transformados, que no podemos ser otra vez lo que una vez fuimos, y que el viejo hombre ha sido crucificado, destruido, y sustituido por el Espíritu Santo del mismo Dios. Puesto que usted entiende qué instrumentos usa el tentador para engañarlo y privarlo de su paz, ¿por qué el memorizar pasajes de la Escritura como Gál 2:20 es vital para vivir una vida cristiana victoriosa? Conteste en su cuaderno. Ahora bien, esto no significa que dejemos de pecar una vez que recibimos a Cristo en nuestros corazones. Aunque el viejo hombre ha sido alejado, aun vamos a pecar, ya que todavía estamos operando dentro de u cuerpo físico que posee todos los mismos instintos y deseos que tenía antes de nuestra salvación. La diferencia es que una vez pecábamos, porque ese proceder estaba en nuestra misma naturaleza. Sin embargo, ahora nuestros pecados son el resultado de nuestro propio orgullo insensato, o nuestra falta de fe. Cuando vemos un problema, deseo o necesidad, procuramos resolverlo o hacerle frente por nuestra cuenta, sin la ayuda de Dios. Cuando le volvemos a Él la espalda, y volamos con nuestras propias alas, pecamos; es decir, “no damos en el blanco”, tal como aprendimos en la primera lección. 3: ¿Falso o verdadero? Como creyentes, nosotros pecamos ahora, pero no porque este proceder esté en nuestra naturaleza, sino porque dejamos de encomendarle a Dios cada aspecto de nuestras vidas. Si usted está forcejeando porque no se siente victorioso en su vida cristiana, asegúrese de que ha comprendido este punto crucial. Recuerde que nuestros mayores esfuerzos no pueden llevar a cabo el éxito final. Más bien, la victoria se logra al aceptar la obra que Dios ya ha hecho por nosotros y al permitirle a Él obrar en y por medio de nuestras vidas. ¿En cuáles áreas de su vida tiende usted a batallar todavía con el pecado? ¿Cuáles son algunas de las formas en que usted mismo puede infundirse ánimo para aprovecharse de la obra de Cristo en usted y someterse a su dirección, en lugar de someterse al pecado? No solo tenemos parte en la crucifixión de Cristo, sino también en las consecuencias gloriosas de aquel acto salvador. Gracias a Él, como veremos en la siguiente lección, “Hemos sido glorificados” Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso A: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 8: Usted ha sido glorificado Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de: Aprender de memoria Romanos 8:37, y ponerlo en práctica en su vida. Examinar su vida para ver cómo se ha manifestado el proceso de glorificación por parte de Dios desde que usted experimentó la salvación. Lea Romanos 8:29-39 En las lecciones anteriores examinamos varios aspectos de la vida cristiana. De todas las cosas que Cristo ha hecho por nosotros, muchas de ellas se describen en tiempo presente. Por ejemplo, vimos cómo hemos sido perdonados, redimidos y reconciliados. Pero ahora, al llegar a esta lección, Usted ha sido glorificado, tal parece que hemos tropezado con una aparente contradicción: ¿Cómo podemos decir que ya hemos sido glorificados, cuando aun tenemos tanta dificultad con el pecado, y cuando todavía experimentamos derrotas tan dolorosas de vez en cuando en nuestra vida cristiana? Además, ¿A qué nos referimos verdaderamente cuando decimos que hemos sido “glorificados”? Para comprender la glorificación, necesitamos mirar detalladamente tres áreas distintas. Primero, necesitamos considerar el plan de Dios para la humanidad. La razón por la que tantas personas no consiguen entender su posición como personas glorificadas por Dios, es porque no se ven a sí mismas dentro el “panorama general” de Él. El panorama general de Dios se inició en la creación. Él creó este mundo y todo lo que hay en él, y su amor por el hombre y la mujer rebosaba en esta tierra. Sin embargo, cuando el pecado entró en el mundo, y la humanidad fue puesta en peligro, Dios intervino para traer salvación al hombre caído. Y esto lo hizo mediante el sacrificio perfecto de Jesucristo, Su único hijo, tal como lo hemos estudiado a lo largo de las lecciones anteriores. Pero junto con esta salvación vino la restauración. Dios, por medio de Cristo, le restituirá al hombre caído todo lo que éste perdió en la caída. ¡Vaya restauración! ¡Esto significa que la imagen de Dios puede brillar otra vez en el corazón de los hombres! Sin embargo, el plan de Dios no se detiene ahí. Como parte de esta restauración, Él ha decidido verdaderamente glorificarnos. En Rom 8:16-17, Pablo declara: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con Él, para que juntamente con Él seamos glorificados”. Como usted puede ver, entonces, nuestra glorificación es el paso final en el panorama general de Dios. Ahora que hemos visto esa progresión, debemos prestar atención a la segunda área importante, que es la provisión de Dios para glorificarnos. A lo mejor usted no está a gusto con la idea de ser usted glorificado; después de todo, ¿no deberíamos ser nosotros los que glorificamos a Dios? (Gál 1:4-5; 1 Tim 1:17; Heb 13:21) Cuando glorificamos a Dios, tenemos la intención de ensalzar, honrar y alabarlo a Él por sobre todo lo demás en el universo. Sin embargo, es algo diferente cuando Dios nos glorifica. Nuestra glorificación tiene consecuencias mayores que simplemente ser honrados o exaltados, ya que se trata de un proceso continuo por el cual Dios está obrando para perfeccionar nuestras vidas. Esto lo vemos en Fil 1:6, donde dice: “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Memorice Rom 8:37. ¿Qué tiene que ver este versículo con las “consecuencias mayores” de la obra actual de Dios para hacer que su carácter se asemeje más al de Él? (Especifique acerca de las luchas en las que Dios le está permitiendo vencer) ¿Cuál es el proceso de Dios para perfeccionarnos? Se trata de todo lo que hemos estado estudiando hasta ahora: el proceso de perdón, redención, reconciliación, justificación, crucifixión, y ahora, glorificación. Rom 8:29-39 nos revela que, incluso antes de haber nacido, Dios nos conoció, y decidió restituirnos todo lo que se perdió en la caída. Toda la historia humana ha sido parte de este proceso, el cual continuará hasta su perfeccionamiento en el regreso glorioso de Cristo. (1 Jn 3:1-3) Examine su vida desde que conoció a Cristo como Salvador. Pídale a Él que le revele las áreas de crecimiento y glorificación que Él ha llevado a cabo. (Por ejemplo, ¿hay algún hábito espiritualmente perjudicial del cual Él lo halla liberado? ¿O hay alguna mentira que alguna vez usted creyó, pero que ahora la reconoce como un engaño?) Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de: Entender la motivación de Dios al glorificar a sus hijos. Entender cómo es posible que alguien todavía peque, y sin embargo, ser declarado “glorificado” por Dios. Distinguir entre la gloria de Dios y la glorificación del hombre. Identificar los cuatro aspectos del proceso de glorificación por parte de Dios para preservarnos. ¿Le sorprende el hecho de que el plan de Dios para nosotros no terminara en el momento de nuestra salvación? Él sabía que no bastaría con que fuéramos salvos. Así que, Él quiere que nuestras vidas brillen y que magnifiquen su propia bondad. Nuestra gloria no proviene de lo que nosotros mismos hagamos, sino de lo que Dios hace en y por medio de nosotros. 1: Selección única: La motivación de Dios para glorificarnos fue: Rescatarnos de nuestro pecado Su deseo de que cada aspecto de nuestras vidas refleje su bondad. Las dos alternativas anteriores Ninguna de las anteriores La tercera área que hemos de examinar es la manera en que Dios nos preserva al glorificarnos. Así como en el caso de los verbos de las lecciones anteriores, la glorificación aquí es una acción que se completó en el pasado y que, sin embargo, tiene consecuencias todavía hoy. No obstante, a diferencia del resto, nuestra glorificación es algo que se realizó en el pasado, pero que no se experimentará por completo sino hasta en algún tiempo futuro. En primer lugar, la glorificación implica una posición perfecta con respecto a Dios Todopoderoso. Esto es lo que se da a entender en 1 Jn 3:2 al decir que “seremos semejantes a Cristo”. Una vez que seamos totalmente glorificados, el antiguo principio de pecado que una vez dominó nuestras vidas ya no nos molestará más. 2: ¿Falso o verdadero? A pesar de haber sido glorificados, el pecado todavía existe como una contienda, porque la plenitud de nuestra glorificación va a ocurrir en el futuro. En segundo lugar, la glorificación involucra una familia completamente nueva. Nosotros somos miembros en la actualidad del cuerpo de Cristo, unidos por un vínculo especial a cada creyente individual en Jesucristo durante todo el tiempo. De modo que nuestra nueva familia no son simplemente aquellos con quien podemos vivir por un tiempo, sino mas bien todos aquellos con quienes pasaremos la eternidad junto con Dios. En tercer lugar, además de nuestra nueva familia, nuestra glorificación nos convertirá en ciudadanos de un nuevo hogar. Fil 3:20 lo expone así: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al salvador, al Señor Jesucristo”. Esto significa que aunque estemos todavía en el mundo, ya no somos del mundo. (Jn 17:11-18) En cuarto y último lugar, nuestra glorificación tendrá como resultado un cuerpo renovado. Fil 3:20-21 continúa diciendo: “(Jesús)… el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya… “. Esto significa que en la eternidad aun conservaremos nuestros cuerpos, pero estos serán muy distintos; serán cuerpos eternos, resucitados. (1 Cro 15:35-50) 3: Escoja los cuatro aspectos de la preservación que Dios lleva a cabo a favor de nosotros mediante su proceso de glorificación: Se nos a ha dado una perfecta posición con respecto al Señor. Se nos ha dado la misma exaltación y alabanza que se le da a Dios. Se nos ha dado una nueva ciudadanía en el cielo. Se nos ha dado una nueva familia en el cuerpo de la iglesia. Se nos ha dado un cuerpo nuevo, resucitado. Todas estas cosas pondrán de manifiesto la conclusión del plan original de Dios en el momento de la creación. Quizá usted diga: “Bueno, ¡necesito eso ahora mismo! Mi amigo, le aseguro que usted ya tiene todo lo que necesita ahora mismo. Jesucristo está vivo dentro de usted. Nos hallamos en un proceso continuo en el que vamos asemejándonos más y más a Él. Pero esto no ocurre debido a algo que nosotros mismos hayamos hecho, sino debido a que Cristo está obrando en y por medio de nuestras vidas, para llevar a cabo nuestra perfección definitiva. Gracias a Él, somos (y seremos) Glorificados. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso B: Cómo entender lo que ha cambiado Lección 9: Hechos conformes a su imagen Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 9, usted debe estar en capacidad de: Definir el principio de pecado Distinguir entre el alma del hombre y su apariencia externa. Lea Romanos 8:28-29 Durante las últimas ocho lecciones hemos examinado a fondo siete aspectos vitales de nuestra relación con Cristo, así como las implicaciones que esta relación tiene en nuestra vida diaria. Ahora, mientras finalizamos este segundo curso, echaremos un vistazo a un último punto referente a nuestra transformación a la semejanza de Cristo: nuestra conformidad a Su imagen. En Rom 8:29 vemos que el objetivo de Dios es que nosotros seamos hechos conforme a la imagen de Jesús. Sin embargo, siempre tenemos problemas para entender lo que significa esto, y lo que hemos de hacer para alcanzar esta meta. En realidad, muchos de nosotros podemos ver este pasaje como un mandamiento para vivir una vida como el mismo Jesús la vivió. Con este fin, quizá hemos hecho un esfuerzo para hacer solo lo que Jesús haría: Leer la Biblia, responder a las necesidades de los demás y ser consagrados hasta donde sabemos serlo. No obstante, si usted es como yo, es probable que no haya tardado mucho en darse cuenta de que algo anda mal en esta estrategia de acción. No es fácil ser como Jesús, y siempre, siempre, nos faltará algo. Rom 3:23 describe este principio de pecado: Aun en el mejor de los casos, todavía batallamos contra nuestra naturaleza pecadora. Por tanto, somos absolutamente incapaces de vivir una vida que siga totalmente el modelo de Jesucristo, el Hijo perfecto de Dios. 1. ¿Falso o verdadero? El principio de pecado puede parafrasearse en la oración siguiente: Hasta que seamos hechos conformes a la imagen de Dios, el pecado hace que no alcancemos la santidad de Dios hasta su plenitud. Entendemos que el propósito de Dios para nosotros es que seamos como Cristo, aunque también sabemos que nos es imposible vivir una vida libre de pecado. (Rom 3:10-18) (Si no le queda claro este punto tan importante, refiérase al curso 1, lección 1) Y entonces, ¿qué debemos de hacer? Primero, necesitamos entender lo que significa ser hecho conforme. Una definición general es hacer semejante a algo o a alguien. ¿Y cuál es esta “semejanza” a la cual se nos está conformando? Pues en el momento en que usted aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador, algo ocurrió dentro de usted: el Espíritu Santo vino a su corazón y estableció su residencia en su vida. Esto constituye su parte espiritual, lo que podemos llamar su alma. El alma de una persona representa su vida espiritual, sus emociones, mente y voluntad. Su cuerpo constituye el resto de su ser. Con su cuerpo, ésta expresa el contenido de su alma mediante la interacción con los demás, los hábitos particulares, el comportamiento y así sucesivamente. Cuando Dios habla de hacernos a cada uno de nosotros conforme a la imagen de Cristo, Él se refiere a ambos aspectos, tanto el cuerpo como el alma. 2: Complete esta oración con la palabra más apropiada: Su alma es una combinación de lo que usted siente, lo que usted _______________ y lo que usted piensa. Hace Decide Cree Quiere Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 8, usted debe estar en capacidad de: Entender lo que significa el ser hecho conforme a Cristo, y cómo ocurre este proceso. Distinguir entre la residencia de Dios y Su revelación Identificar las áreas en las cuales Dios ha permitido cosas que son desagradables o dolorosas para revelarse en su vida. Memorizar Rom 8:28; meditar sobre cómo éste ha transformado su percepción de Dios y cómo responde usted a Él Identificar asuntos, hábitos o actitudes a los cuales Dios quiere que renuncie. La presencia residente del Espíritu Santo produce de inmediato cambios en nuestras almas. Nuestros cuerpos también serán transformados en cuerpos eternos, resucitados, el día del regreso de Cristo, tal como se discutió en la lección anterior. Muchos cambios en nuestras vidas no son inmediatos; por el contrario, nuestra conformidad a la imagen de Cristo es un proceso progresivo. Fil 1:6 El ser “hechos conformes a Su semejanza” no significa que cada uno de nosotros se convertirá en el mismo Cristo. Se trata más bien de una semejanza derivada gracias a la cual reflejamos a la persona de Jesús en y por medio de nuestras propias vidas. Por ejemplo, usted puede tener muchos rasgos físicos semejantes a uno de sus padres. Para algunos el parecido es tan grande, que no pueden evitar darse cuenta a primera vista de que se trata de dos personas que son parientes cercanos. Del mismo modo, Dios desea que su vida refleje tan fielmente a Jesucristo, que los demás no puedan evitar mirarle a usted y decir: “¡Caray!, hay algo especial en cuanto a esa persona. Me pregunto qué tendrá que yo no tenga”. Quizá usted está leyendo esto y diciendo para sí: “Bueno, seguro que aun me falta mucho camino por recorrer para llegar a eso”. Es difícil aceptar la verdad de que para lograr esta meta, usted y yo debemos dejar de intentar alcanzarla completamente. El conformarnos a Cristo no es algo que nosotros podamos ganar. Sencillamente no hay forma de hacerlo por nuestra cuenta, no importa lo que nos esforcemos para imitar a Jesús. Aun con nuestro mejor esfuerzo, lamentablemente no alcanzaremos la justicia de Dios ni la vida perfecta de Su Hijo Jesús. (Is 64:6) 3: Elija la afirmación que NO es correcta: Para ser hechos conformes a Cristo, debemos dejar de intentar conseguirlo El ser hecho conforme a Cristo significa ser transformado gradualmente a imagen de Él. El reflejar el carácter de Cristo fielmente describe cómo se manifiesta esta conformidad en nuestras vidas. La buena noticia es que no tenemos que esforzarnos por conseguirlo por nuestra cuenta. Dios mismo llevará a cabo nuestra conformidad por medio de dos pasos cruciales: Su residencia y Su revelación. En primer lugar, Dios reside en cada creyente mediante el Espíritu Santo. Este Espíritu residente es fundamentalmente importante para los creyentes por muchas razones, tal como lo discutiremos en las lecciones venideras. Sin embargo, es importante que por ahora usted entienda que una función primordial del Espíritu Santo consiste en revelarnos el mensaje de Cristo, y también a los demás por medio de nosotros. (Jn 16:13) La presencia del Espíritu Santo nos cambia de adentro hacia fuera, al implantar una vida dentro de nosotros que nosotros jamás podríamos reproducir o imitar en nuestros propios corazones. En segundo lugar, una vez que el Espíritu Santo está residiendo en cada uno de nosotros, Dios inicia el proceso de revelar la vida de Cristo en nosotros; es decir Él está rehaciendo nuestras vidas de tal manera que lo que ahora tenemos en el interior (El Espíritu Santo) podrá ser visto por los demás. 4: ¿Falso o verdadero? Mientras que el acto de residir por parte de Dios ocurre de una sola vez, la revelación de sí mismo por medio de usted es una obra continua. La revelación de Dios en nosotros suele ocurrir mediante pruebas y tragedias. Hay partes de nuestras vidas que muy a menudo necesitan ser cinceladas, tal como un escultor experto elimina los bordes ásperos de una obra en curso. Normalmente, no nos gusta mucho el tener que perder ciertas cosas que son importantes para nosotros, pero estas dificultades pueden ser las oportunidades para que Dios quite aquello que Él sabe que representa un obstáculo en nuestras vidas. Debido a que solamente Él conoce el “cuadro completo” (tal como se discutió en la lección anterior) Él sabe exactamente lo que se necesita eliminar o rehacer. Escriba en cuanto a una prueba o dificultad que Dios haya utilizado para que usted sea mas como Cristo. Para concluir, permítame darle una hermosa ilustración con respecto a este punto. Cuando Miguel Ángel se propuso crear la estatua de David, que ahora es mundialmente famosa, decidió empezar con un trozo de piedra que había sido desechado. Cuando se le preguntó luego cómo había hecho para tallar aquella obra maestra de esa áspera roca particular, el artista respondió: “Yo no tallé a David; yo vi a David en ese trozo de piedra, y con las herramientas, sencillamente lo dejé salir”. Eso es lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Cuando Él nos mira, ve a Su Hijo Jesucristo; y luego con sus herramientas (nuestras familias, amigos, dificultades y fracasos) Él va cincelando el exceso hasta “dejar salir a Jesús” Memorizar Rom 8:28 “Y sabemos que los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. ¿Cómo ha usado Dios este versículo para cambiar su punto de vista tocante a estas tres cosas: (1) dejar de esforzarse para lograr su semejanza, (2) controlar sus circunstancias, y (3) responder a las pruebas y tragedias de la vida? Nuestra conformidad a la imagen de Cristo no se refiere a lo que nosotros podemos hacer o llegar a ser, sino a lo que Dios puede revelar en nuestras vidas. Si usted es un creyente en Jesucristo, entonces no es otro sino Él el que será revelado como el Escultor Maestro que obra en su vida- ¿Qué quiere el Señor que usted le entregue a Él, de manera que usted pueda reflejar su carácter de forma mas completa? Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 10: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 10, usted debe estar en capacidad de: Identificar y explicar brevemente las tres personas de la Trinidad. Reconocer que los atributos de Dios no cambian entre los tres miembros de la deidad. Llegar a conocer bien la base bíblica de la Trinidad, y memorizar Juan 1:1 Lea Juan 1:1-3 Uno de los conceptos más difíciles de entender para nosotros una vez que llegamos a conocer a Cristo como Señor y Salvador, es el de la Trinidad. Este asunto tiene, al parecer, algo de misterioso, no porque Dios desee ocultar algunas de sus partes, sino porque nuestras mentes humanas simplemente no pueden desentrañar la supereminente grandeza de Dios. Sin embargo, hasta que tengamos por lo menos alguna idea de lo que la Biblia enseña acerca de la Trinidad, nunca podremos entender quién es Dios ni cómo actúa. Ahora, parte de nuestra confusión puede derivarse del hecho de que la palabra “Trinidad” no se encuentra en ningún lugar de la Biblia. Sin embargo, aunque este término específico no se emplea, la verdad de la Trinidad sí aparece por toda la Escritura. Lo primero que debemos advertir acerca la Trinidad, tal como lo revela la Palabra, es que Dios consta de tres personas distintas que son: El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. A lo que me refiero con “distintas”, es a que el Padre no es el Hijo, el Hijo no es el Espíritu, y el Espíritu no es el Padre. Cada una de estas personas es distinta de las otras, y, sin embargo, se caracteriza por los mismos atributos. Existen cinco atributos divinos que quisiera compartir con ustedes. Estos son: Eternidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia e inmutabilidad. Estos son atributos que solo pueden atribuírsele a Dios, y cada persona de la Trinidad posee todos los cinco. Esto ha hecho que muchas personas lleguen a esta conclusión: “Bueno, el cristianismo verdaderamente tiene que servirle a tres dioses”. Nada más lejos de la verdad. La Biblia enseña claramente que Dios es uno, tal como lo reiteraremos a lo largo de las lecciones siguientes. La diferencia es que cada persona tiene una función diferente, separada, lo cual no debería degradar su opinión de Dios, ni obligarlo a ver la Trinidad como una jerarquía de dioses. Las tres personas trabajan de común acuerdo para constituir la Divinidad, un término que se usa para describir la singularidad de Dios por medio de la unidad de la Trinidad. P1: Escoja la afirmación que NO es verdadera: La Divinidad consta de tres dioses distintos. El término “Divinidad” se utiliza para describir tres funciones distintas de un solo Dios. Aunque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo reflejan a Dios de diferentes formas, cada uno refleja los mismos atributos divinos. En la Escritura se revela la verdad de la Trinidad, aunque no se usa el término “Trinidad”. La distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se demuestra explícitamente a lo largo de toda la Escritura, y quizá de forma más notable en la misma creación. Por ejemplo, así describe Gén 1:1 claramente la actividad del Padre: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Luego, empezando en el versículo 3, vemos al Dios Padre creando con Su Palabra cada faceta del universo. La mayoría de cristianos, al considerar la creación, solo reconoce la actividad del Padre; pero ¿qué hay en cuanto a la actividad de las otras dos personas? El primer capítulo del evangelio de Juan refleja Gén 1:1, aunque revela algo mas. En Juan 1:1-3, leemos: “En el principio eral el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” ¿Cuál es este “verbo” al que Juan se refiere? ¡Jesús, Dios el Hijo! (Jn 1:14) En Génesis vemos a Dios el Padre planeando la creación y haciéndola nacer con Su Palabra; aquí, en Juan, vemos que es por medio de Jesús que el Padre creó al mundo. (Jn 1:3; Col 1:16) Memorice Juan 1:1 “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. ¿Cómo da testimonio este versículo de la unidad del Padre con el Hijo? Encontrar al Espíritu Santo justo en el momento de la creación no es difícil. Todo lo que tenemos que hacer es volver al primer capítulo de Génesis, versículo 2, que dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. Vemos, entonces, que mientras el Padre dio origen a la creación mediante el Hijo, el Espíritu estaba sobre las aguas ejerciendo cierto grado de control sobre la actividad de la creación. ¡Qué cuadro tan maravilloso de las tres personas actuando de manera distinta, y sin embargo, como una sola! Además, la Trinidad se evidencia en otros lugares a lo largo del libro de Génesis, donde Dios atestigua ante sí mismo en forma plural. En Gén 1:26; 3:22 y 11:6, se muestra a Dios refiriéndose a sí mismo como “nosotros”. Por ejemplo, en Gén 1:26, Él declara: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. En el contexto de la unidad absoluta de Dios (Deut 6:4), estas alusiones al plural solo tienen sentido en el marco de la Trinidad. Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 10, usted debe estar en capacidad de: Distinguir entre las tres personas de la Trinidad y sus funciones. Identificar preguntas persistentes acerca de la Trinidad. Aunque no usa la palabra “Trinidad”, la Escritura enseña claramente acerca de las distintas personalidades de estas tres personalidades. Juan 15:26, por ejemplo, cita a Jesús cuando este dijo: “Pero cuando venga el Consolador, a quién Yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de mí”. En este pasaje vemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo actuando individualmente, y sin embargo, con un solo propósito. 2: Basado en los pasajes de Génesis mencionados anteriormente, y en Juan 15:26, haga coincidir cada aspecto de la Trinidad de Dios con la acción correspondiente: 1. DiosA. Consolador 2. JesúsB. El que envía y Salva 3. Espíritu SantoC. Autor y creador Del Mismo modo, Marcos 1:9-11, el cual describe el bautismo de Jesús, presenta a cada una de estas tres personas claramente. En este pasaje, al subir Jesús del agua, el Espíritu desciende como paloma; y en ese momento, suena la voz del Padre desde los cielos: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Es crucial que entendamos que no servimos a tres dioses. Solo tenemos un Dios, el cual se revela a sí mismo en tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ahora, cada una de las tres está en armonía perfecta con las demás, y cada una tiene los cinco atributos divinos (mencionados antes) que solo pueden caracterizar a Dios. Es cierto que la Trinidad es un concepto difícil; sin embargo, ¡esa dificultad puede realmente obrar para el beneficio y la validez del evangelio! Considere lo siguiente: Si alguien se propusiera inventar una religión, ¿quién procuraría inventar una divinidad Trina? Sencillamente no tiene sentido. Por lo tanto, hay muchas personas que pueden decir: “Mire, yo creo en Dios, pero francamente no creo en nada de ese asunto de Jesús y el Espíritu Santo”. Pues, estimado amigo, con pleno apoyo de la Escritura, permítame decirle que aquí no se trata de una alternativa, ya que la Biblia señala claramente hacia la verdad de la Trinidad. Para poder dejar de lado la Trinidad, usted tiene que dejar de lado la Escritura misma. Al contrario, si usted cree en la Palabra de Dios, debe creer en la existencia y obra de la Trinidad. Sé que estos conceptos no son fáciles, pero le aseguro que son vitales para entender quién es Dios. En la siguiente lección continuaremos con esta importante discusión, a medida que exploremos la igualdad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Qué preguntas tiene usted acerca de la Trinidad? Anótelas en su cuaderno, y repáselas conforme va completando las dos lecciones siguientes. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 11: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 11, usted debe estar en capacidad de: Memorizar Col 1:17, y compararlo con Juan 1:1 Entender los atributos de la Trinidad Descubrir cómo ha crecido su concepto de Dios Lea Colosenses 1:15-17 En la lección anterior empezamos nuestro análisis de la Trinidad, y observamos que aunque el término “Trinidad” no se usa en la Escritura, la Biblia justifica indudablemente el uso del concepto. Vimos específicamente que Dios es UNO, y que, sin embargo, existe en tres personas distintas y separadas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En esta lección continuaremos nuestro estudio de la Trinidad y exploraremos otra característica de nuestro trino Dios, que es la deidad absoluta de cada persona. Es fundamental que entendamos que cada persona de la Trinidad, aunque distinta de las demás, es totalmente Dios. Esto significa que ninguno de los tres es “menos Dios” que otros, ya que cada uno tiene una medida completa de los cinco atributos divinos fundamentales vistos en la lección anterior: eternidad, omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia e inmutabilidad. Memorice Col 1:17 “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” Compárelo ahora con el versículo de memoria de la lección 10, Jn 1:1. ¿Cómo respaldan estos versículos los atributos de eternidad y omnipresencia de la santa Trinidad de Dios? Hay personas que se molestan cuando se habla del Espíritu Santo y dicen molestas: “No entiendo por qué está hablando del Espíritu Santo. ¡Debería hablar sobre Jesús!”. Estas personas creen que se estaba perjudicando a Jesús al describir al Espíritu Santo como igual a Él. Pero sencillamente, ese no es el caso. Jesús no es más o menos Dios que el Espíritu Santo. La Escritura prueba que cada uno es totalmente Dios. Por ejemplo, Jn 6:27 demuestra que Jesús mismo consideraba iguales al Padre y a Dios. Este pasaje dice: “…porque a éste (a Jesús) señaló Dios el Padre”. Vemos, entonces, con toda claridad, que Jesús enseñó que el Padre era Dios. Además, la Escritura da fe también de la plena divinidad de Jesús. En Juan 1:1, vemos que dice: “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios”. Este “verbo” aquí, tal como lo revela Juan 1:1, es el mismo Jesús. Asimismo, Mateo 28:18 cita a Jesús dando estas instrucciones: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. ¿Quién podría tener toda la autoridad en el cielo u en la tierra aparte solamente de Dios? ¡Nadie! Vemos, por lo tanto, que Jesús era totalmente Dios. Por último, el Espíritu Santo es colocado en la Escritura en un plano de igualdad con el Padre y el Hijo. Considere Mateo 28:19: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del hijo y del Espíritu Santo” (énfasis añadido). Si uno de estos tres no fuera Dios, ¿por qué lo incluiría Jesús en este poderoso mandato? Del mismo modo 2 Cor 13-14 y 1 Ped 1:1-2 contienen declaraciones explícitas que incluyen al Espíritu en la misma categoría que el Padre y el Hijo. Conforme a su comprensión de la plenitud de Dios en tres personas aumenta, ¿cómo se ha ampliado su visión de Él? Sección 2 Al terminar esta sección de la lección 11, usted debe estar en capacidad de: A. Aplicar su comprensión de la Trinidad en lo que se refiere a su vida de oración A lo largo del Nuevo Testamento vemos que la iglesia cristiana primitiva reconocía, desde luego, al Padre como Dios, al Hijo como Dios, y al Espíritu Santo como Dios. No existe jerarquía, solo diferentes funciones y propósitos entre la divinidad. Una pregunta interesante que surge de la comprensión de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son cada uno absolutamente Dios, es ¿A quién, entonces, debemos orar? Si la oración es nuestra comunicación con Dios, ¿cómo se lleva a cabo, oye, o contesta nuestras oraciones cada miembro de la Trinidad? Examinemos primero el papel del Padre en la oración. Quizá usted recuerde que cuando los discípulos de Jesús le preguntaron acerca de la oración, el Señor los condujo a un modelo que enfatiza el papel del Padre. Su oración comienza así: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (Mat 6:9). Gracias a este ejemplo por parte del mismo Jesús, vemos que hemos de orar al Padre. Sin embargo, esto no deja al Hijo y al Espíritu Santo fuera del asunto por completo. Fíjese en la explicación de Jesús en Jn 15:16, tocante a Su papel en la oración: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo de”. De modo que vemos que también Jesús está involucrado en la oración, ya que debemos orar en Su nombre. Esto quiere decir que cuando nos dirigimos al Padre, podemos hacerlo como Su Hijo, porque Jesucristo se halla en nuestros corazones. 1: ¿Falso o verdadero? Jesús dijo que hemos de orar a Él en el nombre del Padre. Veamos, por último, la participación del Espíritu en nuestras oraciones. En el versículo 20 del único capítulo del libro de Judas, el autor les infunde aliento a sus lectores, al decir: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna”. Vemos, entonces, que cuando oramos, debemos hacerlo en el Espíritu santo. Además el Espíritu Santo ora por nosotros cuando no podemos hacerlo. Esto nos revela Romanos 8:26: “,,,el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles”. A veces nuestro dolor es tan grande, que no podemos ni siquiera orar. En tales ocasiones, todo lo que podemos hacer es quedarnos quietos, y dejar que el Espíritu de Dios interceda por nosotros, ofreciendo oraciones en nombre nuestro. ¿Puede acordarse de alguna vez en su vida cuando su sufrimiento era tal, que ni siquiera podía pronunciar una oración? ¿Cómo percibió usted la presencia del Espíritu Santo? ¿Notó como que usted estaba orando aun cuando solamente estaba quieto? La Escritura enseña claramente que cada miembro de la Trinidad es totalmente Dios, y que cada uno tiene los atributos que solamente Dios puede poseer. También, que cada uno opera íntimamente en nuestras vidas, y que está activo en nuestra vida de oración. En la siguiente lección echaremos un vistazo final a la Trinidad como un todo, antes de pasar a examinar a cada persona de esta Trinidad. Ciclo 1: Puntos esenciales de su fe Curso C: Cómo saber quién es Dios Lección 12: La verdad acerca de la Trinidad Sección 1 Al terminar esta sección de la lección 12, usted debe estar en capacidad de: Entender la interacción personal e íntima de Dios en su propia vida Comprender la base bíblica de la existencia de un único Dios Lea Mateo 3:16-17 Hasta ahora en este curso, hemos explorado unos cuantos conceptos difíciles acerca de la naturaleza de Dios. Hemos visto que Dios existe en una Trinidad que consta de tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Hemos visto, además, que aunque cada uno de las tres tiene una personalidad individual, cada una de ellas es totalmente Dios, y posee todos los atributos divinos discutidos previamente. Ahora bien, en esta tercera lección y final sobre la Trinidad, debemos acabar nuestro estudio con este último punto: Hay únicamente un Dios. Este aspecto lo repasamos en la lección 10, pero por tratarse de algo tan importante, se justifica un análisis mas exhaustivo. Es absolutamente vital que todo creyente entienda que el concepto de la Trinidad no implica la existencia de tres dioses separados. La Escritura enseña claramente, tanto a lo largo del Nuevo Testamento como del Antiguo Testamento, que existe únicamente un Dios. Examinemos algunos de estos pasajes: En primer lugar, lea un momento Éxodo 20:1-7. En este pasaje, Dios acaba de sacar a los israelitas de Egipto, donde habían estado como esclavos. Estos habían estado en Egipto por tanto tiempo, que se habían sumido en la cultura egipcia. Una de las cosas con las que seguro habían estado mas familiarizados era la multitud de dioses que los antiguos egipcios adoraban. Para combatir cualquier idea de dioses múltiples o adoración de ídolos, Dios se constituye a sí mismo en el único Dios verdadero, y declara en Éx 20:3-5ª: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…” Es obvio, entonces, que Dios no deja espacio para ninguna otra deidad al lado de Él. Él conocía a los israelitas íntimamente; por eso supo que ellos estaban adorando ídolos. Por consiguiente, Él les dejó bien claro (utilizando términos que ellos entenderían debido a su familiaridad con las prácticas egipcias) que solamente Él era Dios. De igual modo, el único Dios verdadero lo conoce a usted personalmente. Él sabe lo que usted ha tenido que experimentar, las luchas en que ha estado, los pasajes de la Escritura que para usted tienen mayor significado, y cuales son sus deseos. Por tanto, Él se dirige a usted de una manera que Él sabe que usted entenderá. Escriba acerca de alguna experiencia en la que Dios se le reveló de tal forma, que usted se dio cuenta de que Él estaba enterado de su vida y sus necesidades. Deum 4:35 casi no da cabida a preguntas o dudas en cuanto a la singularidad de Dios: “A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de Él” Uno de los pasajes mejor conocidos sobre el tema de la singularidad de Dios es Deum 6:4, el cual se convirtió en una confesión de fe oral y habitual en el judaísmo primitivo. Este importante versículo dice: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Por último, Isaías 45:5 describe a Dios halándole a un rey incrédulo, y le dice: “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí”. Estos son solo unos cuantos de muchos, pero muchos pasajes en el Antiguo Testamento que describen la divinidad de Dios. Este énfasis también se presenta en todo el Nuevo Testamento. Por eje