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Por C.J. Mahaney Y Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church.
Capítulo 1 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Cómo Usar Este Libro




¿Cómo puedo cambiar?, como todos los libros en la serie En busca de la santidad, está
diseñado para uso en grupo o individual. La serie es el lógico resultado de cuatro profundamente
enraizadas convicciones:

■La Biblia es nuestra medida infalible para la fe, doctrina, y práctica. Los que resisten su
autoridad serán apartados del camino por sus propios sentimientos y tendencias culturales.

■El conocimiento sin aplicación carece de vida. Para poder ser transformados, debemos aplicar
y practicar la verdad de la Palabra de Dios a la vida diaria.

■La aplicación de estos principios es imposible aparte del Espíritu Santo. Aunque debemos
participar en el cambio, Él es la fuente de nuestro poder.

■La iglesia es el contexto deseado por Dios para el cambio. Nunca fue la intención de Dios que
viviéramos aislados o independientes de otros cristianos. A través de dedicada participación en
la iglesia local, encontramos instrucción, ánimo, corrección, y oportunidades para seguir adelante
hacia la madurez en Cristo.

A medida que estudias estas páginas, confiamos en que cada una de estas convicciones
fundamentales serán reforzadas en tu corazón.

Con la posible excepción de las preguntas para “Discusión en grupo”, el formato de este libro se
presta igualmente para individuos como para grupos pequeños. Se ha incluido una variedad de
diferentes elementos para hacer cada capítulo lo más interesante y útil posible. Para aquellos de
ustedes que no se pueden satisfacer con un tema particular, hemos incluido al final de cada
capítulo uno o más libros adicionales que les ayudarán a crecer en el Señor.

Aunque se te anima a experimentar en tu uso de este libro, la discusión en grupo será mejor
servida cuando los miembros estudien el material por adelantado. Y recuerda que no estudias
este libro solo. El Espíritu Santo es tu tutor. Con su ayuda, este libro tiene el potencial de
cambiar tu vida.



Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church.
Capítulo 2 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Prefacio




Cuando yo estaba en la escuela intermedia, era requisito que todos corriéramos una carrera
marcada con el reloj. Normalmente yo hubiera ejecutado una carrera marginal, si acaso. Pero
esta vez decidí poner todo mi esfuerzo en la prueba.

No me mal entiendas – aunque no soy un atleta sobresaliente, por lo regular mantenía mi paso, y
estaba dispuesto a esforzarme en otros deportes. Pero la carrera larga era diferente. Era difícil.
No compleja-sólo difícil. Quería decir dolor, y a mí no me interesaba el dolor. De hecho, durante
una unidad de carrera larga en mi clase de gimnasia, mis amigos y yo, a escondidas de nuestro
instructor, regularmente trotábamos un curso más corto que nos llevaba por el edificio de la
secundaria, por el corredor donde estaban las clases de mecanografía, y luego salíamos de
nuevo al campo. Así ahorrábamos casi cuarta milla del curso, hasta que el maestro de
mecanografía cayó en la cuenta por el ensordecedor ruido de cascos que disturbaba su clase.

Pero esta vez yo decidí hacer lo mejor que pudiera. De modo que, con toda mi fortaleza interior,
me empujé hasta no más y entregué una carrera extraordinaria. De hecho fue tan extraordinaria,
que el entrenador se enteró y trató de enlistarme para el equipo. Yo le respondí de la misma
manera que había respondido a mamá cuando me sugirió que tomara clases de ballet junto con
mis hermanas: -No gracias-.

-Pero Robin,- me dijo ella, -los chicos también bailan ballet.-

No este chico.

Yo me sentía como que iba a morir después de esa carrera, y por razones obvias. No había
hecho nada para entrenarme para la carrera-no podía molestarme con eso-así que no estaba en
forma para perseverar.

Veinticinco años después, he adquirido un nuevo respeto para la carrera larga. Es una de las
mejores analogías para comprender la vida cristiana, como vemos tan claramente en la
Escritura:

“Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos,
despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos
con perseverancia la carrera que tenemos por delante” (Heb 12:1).

Esta gran multitud de testigos incluye a esos heroicos hombres y mujeres de la historia bíblica-
como Abraham, José, y Moisés-que corrieron fielmente su carrera (Heb 10).

Aunque en la Escritura hay otras útiles ilustraciones de la vida cristiana, el tema de la carrera
larga nos da mucho para pensar. Una carrera como esa exige perseverancia. Exige disciplina y
entrenamiento. Exige fijar la vista en la meta. Y aunque no sea particularmente complicada, los
corredores de éxito han estado entre nuestros atletas más inteligentes. Pueden armarse de sus
recursos y enfocarlos en la tarea a mano, paso a paso.

Hemos escrito este libro para los corredores-mujeres y hombres cristianos sinceramente
interesados en correr la carrera que les está marcada. A los que han tratado y han fracaso y
están a punto de darla por algo sin esperanza, ofrecemos ánimo. Habiendo nosotros tropezado
lo suficiente en el camino, hemos consistentemente encontrado que Aquel que nos llama a correr
es fiel. Su Palabra y su Espíritu nos están disponibles. No sólo eso, sino que tiene un interés
compasivo en nuestro éxito. “No acabará de romper la caña quebrada”, dijo el profeta Isaías, “ni
apagará la mecha que apenas arde” (Is 42:3). Cuando estés tan doblado que estás seguro de
partirte en dos, cuando tu fuego esté casi apagado, Él está ahí para revivirlo.

A los que puedan sentirse como que han logrado un cómodo grado de éxito en la vida cristiana,
ofrecemos una exhortación. El profeta advirtió a sus oyentes, “¡Ay de los que viven tranquilos en
Sión!” (Am 6:1). Una actitud así es extremadamente peligrosa, porque cuando creemos que
tenemos afianzada la santidad, es cuando estamos más inclinados a relajar y confiar en nosotros
mismos en vez de confiar en Dios. En ese punto por lo regular es necesaria una crisis para
volvernos a la realidad.

Finalmente, este libro es para los que simplemente desean crecer como cristianos, que están
satisfechos en Cristo pero no satisfechos consigo mismos. Quizás estés frustrado con tu
progreso. Quizás no estés seguro de dónde comenzar. Quizás hayas corrido muchas millas y
simplemente necesitas un segundo aliento. Creemos que este libro ayudará.
En un día cuando con demasiada facilidad se ofrecen soluciones rápidas a problemas que
existen desde mucho tiempo, deseamos recomendar los caminos antiguos, habiéndolos
encontrado probados y verdaderos. No hay atajos hacia la madurez cristiana. No hay un camino
sin cruz para seguir a Cristo, no hay secreto instante para la vida cristiana. Pero como la carrera
larga, si el camino de la cruz no es fácil, tampoco es complicado. Dios nos presenta un camino
que es angosto pero recto. Él muestra sus caminos a los que están sinceramente interesados en
seguirlo a Él, y Él se mostrará fuerte a favor de aquellos cuyo corazón es enteramente suyo.

Nuestro propósito en introducir la doctrina de la santificación (eso es lo mejor que podíamos
esperar hacer en un libro de este tamaño) es que podamos ser transformados según la imagen
de Jesucristo (Ro 8:29). Y desde el comienzo damos énfasis al hecho de que el Espíritu de Dios
es el que nos transforma (2 Co 3:18). Aunque se requiere de nuestro vigoroso esfuerzo, todo
crecimiento es por su gracia. Con esa maravillosa verdad como nuestro bloque para comenzar,
sigamos hacia la meta, cada uno confiado de que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la
irá perfeccionando hasta el día de Cristo” (Fil 1:6).

-Robin Boisvert

“Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del
Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que
es el Espíritu” (2 Corintios 3:18)



Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church.
Capítulo 3 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Atrapado en la Trampa de la Brecha




“Todos los que están luchando con la ira, por favor pasen al frente. Nos gustaría orar por
ustedes.”

Era domingo por la mañana. Yo acababa de enseñar sobre la ira, y quería dar al Espíritu Santo
la oportunidad de obrar en el corazón de los presentes. Pero yo no podía haber anticipado la
reacción.

Casi veinte humildes santos pasaron al frente del auditorio-un grupo grande para una iglesia del
tamaño de la nuestra. Pero no fue el número lo que captó mi atención. Fueron las personas.
¡Diecinueve de los veinte eran madres de niños pequeños! (La ira es un peligro de la ocupación,
según la mayoría de las madres que he conocido.)

Como su pastor, yo sabía que todas estas mujeres eran cristianas serias y dedicadas al Señor.
Lo que hizo que pasaran al frente era su intensa frustración al encontrarse atrapadas en la
brecha-una brecha entre el modelo bíblico para el control de sí mismas y su propio fracaso en
vivir según ese modelo.

Ya sea que el problema es la ira, el temor, la preocupación o algo tan común como la pereza,
todos hemos experimentado esa brecha entre lo que somos y lo que debemos ser. La Biblia dice
que somos nuevas creaciones, victoriosos, vencedores. Y no somos sólo vencedores-somos
más que vencedores (Ro 8:37). A veces hasta nos sentimos así. Pero la mayoría de las veces se
nos hace difícil ver más allá de nuestras limitaciones y perpetuos fracasos. Y siempre parece ser
durante estos tiempos de la vida que Mateo 5:48 surge en nuestro plan de lectura bíblica: “Por
tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”.
Para más estudio: Hasta Pablo el apóstol cayó en la trampa de la brecha (Ro 7:21-25). ¿Puedes
identificarte con su frustración?
En silencio suspiramos y pensamos, Nunca sucederá.

Yo llamo a este estado de mente la “trampa de la brecha”. Así es como funciona: Como
cristianos todos tenemos cierto conocimiento sobre lo que Dios espera de nosotros. Pero
logramos menos de lo que sabemos que debemos estar logrando. Luego entonces existe una
brecha entre lo que sabemos que se nos exige y nuestro comportamiento en sí. Si la distancia
entre lo que sabemos y lo que estamos viviendo se hace demasiado grande, correctamente se
nos puede llamar hipócritas.
“La vida cristiana se trata de hacernos en carácter intrínseco lo que ya somos en Cristo...El
propósito de estos pasajes (v.g. Romanos 6, Colosenses 3:5-14, Efesios 4:22-32) es mostrarnos
la gran brecha que existe entre lo que somos contados o considerados ser en Cristo
(justificación) y lo que en realidad somos en la vida diaria (santificación) para poder instarnos a
cerrar la brecha...el propósito de Pablo es instarnos a hacernos en la vida diaria lo que ya se nos
considera ser en Cristo.”[1]
— Jay Adams

Esta brecha es un hecho de la vida cristiana. Para la mayoría de nosotros, no es necesario que
nadie nos diga cuáles son nuestras inconsistencias-estamos perfectamente concientes de ellas.
Esa conciencia debe servir para mantenernos humildes y dependientes de Dios para triunfar.
Pero la trampa con frecuencia nos la tiende nuestra ignorancia de la doctrina de la santificación.
En vez de reconocer que la brecha existe para instarnos hacia adelante en fervorosa confianza
en Cristo, permitimos que nos condene y que detenga nuestro progreso hacia adelante. Somos
atrapados a creer que simplemente somos perdedores, fracasos, que no servimos para nada...y
que quizás ni tan siquiera somos cristianos. Algunos hasta pasan a la inactividad o a la
desobediencia. Los que son atrapados en esta trampa (y, hasta cierto punto, todos lo somos)
innecesariamente padecen de desánimo.

Como pastor, una de mis mayores responsabilidades es ayudar a los individuos a salir de la
trampa de la brecha. Con frecuencia me encuentro diciendo a la gente, “No será instante, y le
exigirá serio esfuerzo, pero salir de la trampa de la brecha no es complicado. Y créame, valdrá la
pena.”

Quizás tú te has encontrado en la trampa de la brecha. Quizás estés ahí ahora mismo. Si así es,
tenemos confianza de que este libro puede ayudarte a cerrar la brecha entre lo que debes ser en
Cristo y lo que eres en la práctica.

¿Puedes imaginarte una vida en la que rompes los hábitos pecaminosos y haces verdadero
progreso en la santidad? Esa vida es posible. Y este libro está escrito para ayudarte y animarte
cuando hagas tuya esa vida.
Entre “Ahora” y “Todavía no”
1 1 ¿Hay cosas en tu vida en las que sabes que no estás viviendo como Dios espera que vivas?
(Describe brevemente una de esas cosas en el espacio abajo.)




Sin duda, una de las cosas más frustrantes de la vida cristiana es la aparente contradicción entre
lo que Dios espera que seamos y lo que nosotros, por experiencia, sabemos que somos.
Observa a los corintios, por ejemplo. En un punto Pablo les asegura, “ya han sido lavados, ya
han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu
de nuestro Dios” (1Co 6:11). Parece un caso cerrado, ¿no? Hasta que leemos la segunda carta
de Pablo a esta iglesia, en la que parece decir casi lo opuesto: “Purifiquémonos de todo lo que
contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra
santificación” (2Co 7:1).

Espero que los corintios estuvieran un tanto confusos. ¿Estaban santificados...o contaminados?
En realidad, estaban santificados y contaminados, y así estamos nosotros. Para poder explicar
eso, permíteme llevarte brevemente por una tangente.
Medita en 1 Juan 3:2-3. ¿Qué impacto debe tener en el “ahora” lo que pensamos del “todavía
no”?

El reino de Dios es tanto “ahora” como “todavía no”. Está presente en ciertos respectos y es
futuro en otros. Nuestro Señor vino proclamando y demostrando que el reino (o dominio) de Dios
había cruzado la historia humana: “Pero si expulso a los demonios con el poder de Dios, eso
significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios” (Lu 11:20). Sin embargo, el reino de Dios
todavía no ha llegado en su plenitud. Eso no sucederá hasta que Jesús regrese en poder,
cuando toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es Señor. Hasta entonces, sin
negar la presente realidad del reino de Dios, oramos fervorosos, “Venga tu reino” (Mt 6:10).

En este respecto, el reino de Dios paralela bastante nuestra vida individual. Dios, por medio de la
maravillosa obra de justificación, nos ha declarado justos. Nuestra posición legal ante Él ha
cambiado. Ese asunto ha sido arreglado una vez y por todas en la corte del cielo. Pero, en este
lado del cielo, nuestra transformación interna es un proyecto en progreso. El proceso de
santificación me mantiene ocupado personalmente como cristiano, y también me da suficiente
trabajo como pastor.

De modo que ¿tenemos victoria en Jesús o no? ¿Somos vencedores, o somos vencidos? Oscar
Cullman sugiere una analogía de la Segunda Guerra Mundial que creo que nos puede ayudar a
comprender esta aparente contradicción.[2]

La historia nos cuenta de dos días importantes hacia el final de la II Guerra Mundial: D-Day (Día
D) y VE-Day (Día VE). El D-Day tuvo lugar el 6 de junio de 1944 cuando las fuerzas Aliadas
desembarcaron en las playas de Normandía, Francia. Este fue el punto decisivo en la guerra;
una vez se llevó a cabo con éxito esta desembarco, la suerte de Hitler se selló. La guerra
esencialmente había terminado. Pero la victoria total en Europa (VE-Day) no ocurrió sino hasta el
7 de mayo de 1945 cuando las fuerzas alemanas se rindieron en Berlín. Este intervalo de once
meses se recuerda como uno de los períodos más sangrientos de la guerra. Se pelearon batallas
campales por toda Francia, Bélgica, y Alemania. Aunque el enemigo había sido herido
mortalmente, no sucumbió inmediatamente.
“Elección divina es la garantía de que Dios se encargará de completar por gracia santificadora lo
que su gracia electora ha comenzado. Este es el significado del nuevo pacto: Dios no sólo
ordena obediencia, Él la da.”[3]
- John Piper

La cruz fue nuestro D-Day. Ahí el Señor Jesucristo murió para romper las cadenas del pecado de
su pueblo. Por su muerte y resurrección somos justificados. Pero la victoria final espera el
regreso de Cristo. No hay duda de cuál será el resultado de las cosas. Pero todavía nos
encontraremos envueltos en escaramuzas y batallas hasta que el Señor aparezca en gloria para
derrotar para siempre las fuerzas de las tinieblas.
Para más estudio: Lee 1 Pedro 5:8-9. Aunque el triunfo final de Dios es inevitable, debemos
luchar con un saludable respeto para nuestro adversario.

Esta distinción, si se mantiene en mente, nos puede evitar mucho desánimo. La batalla todavía
sigue atroz, pero la guerra ya se ganó. Una conciencia de la obra acabada de Cristo a nuestro
favor es esencial para levantar el ánimo mientras buscamos la santificación. Debemos estudiar y
meditar en la gran doctrina de la santificación hasta que penetre profundamente en nuestra
conciencia.
¿Alguien quiere Listerine?
Aunque estamos totalmente justificados en Cristo (D-Day), de ninguna manera estamos
totalmente santificados (VE-Day). Algunos no han comprendido esto.

El maestro de la Biblia Ern Baxter cuenta de un incidente que ocurrió durante el Avivamiento de
la lluvia al final de los 1940. Había surgido una herética enseñanza llamada “Los manifiestos
hijos de Dios”. Esencialmente era una doctrina que prometía total santificación en esta vida. En
su forma más extrema, incluía la creencia de que una élite espiritual recibiría cuerpos glorificados
antes del regreso de Cristo.

Al final de una reunión en la que Baxter predicaba, varios hijos (e hijas) manifiestos aparecieron
atrás del auditorio vestidos con túnicas blancas. Cuando terminó de predicar se deslizaron por el
pasillo hasta el frente de la iglesia y comenzaron a tratar de hacer discípulos para su doctrina de
absoluta perfección. Según él relata la historia, “La señora que era su líder tenía seria necesidad
de usar Listerine. Esa no es la clase de perfección a la que yo añoro.”[4]

Más común que el escenario de Ern Baxter son las situaciones que resultan de un concepto
superficial, sencillo de lo que es la santificación.
2 Si tú buscaras total perfección en esta vida, ¿cuál de los siguientes te sería más difícil hacer?

❏Nunca conducir ni siquiera una milla sobre el límite de velocidad

❏Hablar con afecto y bondad a todo vendedor que llame por teléfono

❏Evitar todas las calorías innecesarias

❏Nunca usar el botón del despertador para dormir un poquito más
❏Siempre pagar los impuestos sobre ingresos con alegría

Cuando yo era recién convertido, conocí a un joven llamado Greg, un admitido ladrón y
drogadicto que al parecer se había convertido cuando estaba en la prisión. Se comportaba con
audaz certeza y caminaba con un ligero contoneo. Más de una vez me dijo cómo había sido
“salvado, santificado, y lleno con el Espíritu Santo.”

Según él lo describía, todo parecía tan sencillo. Un día, cuando era recién convertido, se montó
en un tren, y cuando se bajó horas después había tenido lo que él llamaba una “experiencia
santificadora”. Me aseguró que una experiencia así era un preludio necesario para recibir el
bautismo en el Espíritu Santo, y que una vez eso sucediera, uno estaba listo.

Debo admitir que había ciertas cosas de Greg que decían que quizás no estaba muy santificado.
Tenía una tendencia a pasar juicio y una actitud farisaica. Podía ser imperioso y rencoroso.
Recuerdo su indignada expresión cuando un amigo sin darse cuenta puso algo sobre su Biblia:
“¡Oye, disculpa, pero esa es la Palabra de Dios!” Con todo, él sí que podía citar la Biblia, y
parecía entender su asunto de la santificación.
Para más estudio: Lee Mateo 26:41. ¿Cuándo es seguro dar por sentado que hemos “logrado” la
santificación?

Qué impresión más desagradable me causó cuando Greg volvió a vender y a usar drogas
fuertes.

Los problemas de Greg incluían un incompleto, y por lo tanto incorrecto, entendimiento de la
enseñanza de la Biblia sobre la santificación. Él había hecho lo que muchos hacen al enfocarse
sólo en las citas bíblicas favoritas que parecen validar su experiencia personal.
“La santidad no es el camino a Cristo. Cristo es el camino a la santidad.”[5]
— Adrian Rogers

La santificación es tanto definitiva (que ocurre en el momento de la conversión) como progresiva.
No sucedió todo en una sola experiencia en el pasado, ni tampoco se debe considerar como algo
que sólo sucede por grados. Fuimos cambiados y estamos cambiando. Sin amenguar el
entusiasmo de nuestro exitoso desembarque en Normandía, seamos sobrios y realistas cuando
asesoramos la oposición que se encuentra entre nosotros y Berlín. No tenemos la opción de
subirnos al tren de la santificación, como Greg decía haberlo hecho. Va a ser una batalla a cada
paso del camino.
Vale la Pena el Trabajo

Para muchos, “santificación” es otra de esas largas palabras teológicas que se oyen con
frecuencia pero que raramente se entienden. Suena erudita e impráctica. Sin embargo es
intensamente práctica. La doctrina de la santificación contesta las preguntas que ha hecho casi
todo cristiano en la historia de la iglesia:

¿Cómo cambio?

¿Cómo crezco?

¿Cómo me hago como Cristo?

¿Cómo salgo de la trampa de la brecha?

Cualquier cosa que pueda contestar esas preguntas vale la pena cierto esfuerzo. El Apéndice A
(página ) muestra cómo diversas ramas de la Iglesia han manejado este asunto en el pasado,
pero veamos lo que podemos aprender sobre esta esencial doctrina según se aplica a nosotros
hoy.
“¿Nos puede salvar la santidad? ¿Puede la santidad apartar el pecado, satisfacer por las
transgresiones, pagar a Dios nuestra deuda? No, ni una pizca. Dios no permita que yo diga eso
nunca. La santidad no puede hacer ninguna de estas cosas. Los santos más brillantes son todos
‘siervos inútiles’. Nuestras obras más puras no son más que trapos inmundos, cuando los
probamos bajo la luz de la santa ley de Dios. El manto blanco, que Jesús ofrece y la fe pone,
debe ser nuestra única justicia, el nombre de Cristo nuestra única confianza, el libro de vida del
Cordero nuestro único derecho al cielo. Con toda nuestra santidad no somos mejores que los
pecadores. Nuestras mejores cosas están manchadas y contaminadas con imperfección. Todas
son más o menos incompletas, sus motivos son equivocados o su rendimiento es defectuoso.
‘Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino
que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte’ (Ef 2:8,9)”[6]
— J.C. Ryle

El significado bíblico de la palabra santificar es “apartar; consagrar”. Puede aplicarse a una
persona, lugar, ocasión, u objeto. Cuando algo es santificado, es que se ha separado del uso
común y se ha dedicado a un uso especial. Por ejemplo, en los tiempos de Moisés el Día de la
Expiación era apartado (santificado) a un Dios santo. Ese día se convirtió en un día santo. Una
cosa santificada no se hace santa simplemente por ser apartada; deriva su santidad de aquello a
lo que ha sido dedicada. Porque sólo Dios es santo, solamente Él puede impartir santidad.

Teológicamente la palabra “santificación” ha sido usada para describir el proceso por el que pasa
el creyente a medida que el Espíritu de Dios obra en él para hacerlo como Cristo. El proceso
comienza en el momento en que nacemos de nuevo y sigue mientras vivamos. Está marcado por
el conflicto diario a medida que nos apropiamos de la gracia y la fortaleza de Dios para vencer el
pecado que está en nosotros.

Ten en mente que la culpa del pecado ya ha sido quitada por medio de la justificación, como lo
explica Anthony Hoekema: la santificación quita la contaminación del pecado:

Al decir culpa queremos decir el estado de merecer condenación o de merecer castigo porque la
ley de Dios ha sido violada. En la justificación, que es un acto declarativo de Dios, la culpa de
nuestro pecado es removida a base de la obra expiatoria de Jesucristo. Sin embargo, al decir
contaminación queremos decir la corrupción de nuestra naturaleza que es el resultado del
pecado y que, a su vez, produce más pecado. Como resultado de la caída de nuestros primeros
padres, todos nacemos en un estado de corrupción; los pecados que cometemos no sólo son
producto de esa corrupción sino que también añaden a ella. En la santificación la contaminación
del pecado está en el proceso de ser removida (aunque no será totalmente removida hasta la
vida que está por venir)[7]
Para más estudio: ¿Te das cuenta cuán importante y beneficioso es temer al Señor? (Ve Salmo
19:9 y 25:14, Proverbios 1:7 y 9:10, y 1 Pedro 1:17.)

La Biblia también describe la santificación como crecimiento en santidad. Por santidad me refiero
a una devoción a Dios y el carácter que resulta de esa devoción. La santidad incluye amor y
deseo de Dios[8] También incluye el temor de Dios, que John Murray ha llamado “el alma de la
santidad”.[9] Habiendo sido liberado del temor del tormento eterno, el cristiano teme a Dios al
enfocarse no en su ira sino en su “majestad, santidad y transcendente gloria...”[10] 10 El temor
del Señor tiene en el corazón un efecto purificante y es una precondición para la intimidad con
Dios.

La santidad tiene que ver con más que moralidad y celo. Surge de una unión con Cristo y una
pasión por darle honra. Una persona santa quiere ser como su Señor para darle placer a Él.
Quiere sentir lo que Dios siente, pensar como Él piensa, y hacer su voluntad. En pocas palabras,
desea tomar para sí el carácter de Dios para que Dios pueda ser glorificado. Ninguna empresa
es más de digna de nuestro esfuerzo durante toda la vida: “Pues aunque el ejercicio físico trae
algún provecho, la piedad (santidad) es útil para todo, ya que incluye una promesa no sólo para
la vida presente sino también para la venidera. (1Ti 4:8).

Tanto Dios como el hombre tienen lugares clave en la obra por gracia de la santificación. Él, por
su admirable gracia, inicia nuestra salvación e imparte el deseo y el poder para vencer el
pecado. Al responder a y confiar en su gracia, nosotros a nuestra vez obedecemos el
mandamiento bíblico que dice “lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es
quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”
(Fil 2:12-13).
“La santificación, dice el catecismo Westminster Shorter (Q.35), es ‘la obra de la gracia libre de
Dios, por la cual somos renovados en el hombre entero a la imagen de Dios, y somos
capacitados más y más para morir al pecado, y vivir en justicia.’ El concepto no es que el pecado
es totalmente erradicado (eso es decir mucho) o simplemente contrarrestado (eso es decir muy
poco), sino que es un cambio de carácter divinamente forjado que nos libra de hábitos
pecaminosos y forma en nosotros afectos, disposiciones, y virtudes como los de Cristo.”[11]
— J.I. Packer

El Nuevo Testamento fija un curso para vivir en santidad que es un campo medio (en realidad un
campo más alto) entre el legalismo por un lado y el libertinaje por otro. Esas tradiciones de la
iglesia que han puesto demasiado énfasis en la obra de Dios dentro de nosotros sin esperar que
esa obra resulte en un creciente deseo de santidad, se apartan del camino hacia el libertinaje.
“Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como
enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios
deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal” (Fil 3:18-19).
Por otro lado, hay aquellos que han enfatizado tanto la parte del hombre, que elevan la técnica
sobre la verdad de Dios y acaban en legalismo. (Por supuesto que hay variados grados de estas
derivaciones.)
Medita en 1 Timoteo 6:11-16. Pablo hubiera sido un sargento de entrenamiento muy motivador.
Cómo Obtener la Perfección

Una pregunta común que oigo a los cristianos hacer es, “¿Hasta dónde puedo esperar que
llegue este proceso de santificación? ¿Algún día estaré completamente libre del pecado?” Es
una pregunta que se hace especialmente relevante cuando leemos una declaración como la de
Pablo a la iglesia de los filipenses: “Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este
modo de pensar. Y si en algo piensan en forma diferente, Dios les hará ver esto también” (Fil
3:15). Jesús lo dijo aún más enfáticamente en un versículo citado anteriormente: “Por tanto, sean
perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5:48).
3 Toma esta corta prueba de Verdadero/Falso para ver si has comprendido bien este material
hasta aquí:

(Las respuestas se encuentran cabeza abajo en la parte inferior de la página 9)

•La palabra “santificar” quiere decir “destrozar; profanar”.V F

•La santificación comienza en el momento en que uno nace de nuevo y sigue mientras vive.V F

•La culpa de nuestro pecado ha sido removida por la justificación.V F

•La santidad se refiere exclusivamente a la moralidad y celo de la persona.V F
•Dios tiene toda la responsabilidad de nuestra santificación.V F

¿En realidad espera Dios que logremos la perfección?

El anhelo por la perfección ha inspirado a muchos a seguir a Dios. A través de la historia humana
poetas y filósofos han expresado el deseo de volver a lograr una inocencia y pureza perdidas.
Los cantantes contemporáneos Crosby, Stills, y Nash celebraron la experiencia de Woodstock
con una canción que decía, “Somos polvo de estrella, somos dorados, estamos atrapados en la
ganga del diablo. Y tenemos que volver al Edén.”

El problema es que no somos perfectos y lo sabemos. En el mundo de fantasía de las películas,
Mary Poppins muy bien puede alegremente referirse a sí misma como “prácticamente perfecta
en todo”, pero no es así en la vida real. Y ciertamente no vamos a lograr la perfección a través
de Woodstock.
Cuando el amanecer de...la santidad de Dios irrumpe en nuestro espíritu, somos liberados de
todo pensamiento superficial e inadecuado sobre nuestra propia santificación. También somos
preservados de cualquier enseñanza barata que nos animara a pensar que hay atajos por los
que podemos obtener la santidad con más facilidad. La santidad no es una experiencia; es la
reintegración de nuestro carácter, la reedificación de una ruina. Es labor diestra, un proyecto de
largo alcance, que exige todo lo que Dios nos ha dado para vida y santidad.”[12]
— Sinclair Ferguson

R.A. Miller señala que la Escritura claramente nos dice que seamos perfectos, mientras que al
mismo tiempo da evidencia de que la perfección no se puede lograr en esta vida.[13] 12 Esto nos
presenta un dilema. No estamos libres para poner manos arriba y admitir derrota. Pero tampoco
podemos adoptar una actitud respecto a la perfección que diga “puedo hacerlo”, que tiene más
en común con el pensamiento positivo que con la Biblia. La única manera de resolver este
dilema es darnos cuenta de que el Nuevo Testamento ve la perfección de dos maneras.[14]

La visión de Pablo para los filipenses era la madurez, no la infalibilidad. Nota cómo la Nueva
Versión Internacional traduce su comentario a la iglesia filipense: “¡Escuchen los perfectos!
Todos debemos tener este modo de pensar” (Fil 3:15). Los “perfectos” en este sentido se pueden
describir como “los que han logrado razonable progreso en el crecimiento y la estabilidad
espiritual.”
Medita en 1 Pedro 1:14-16. ¿Te parece poco realista este mandamiento? ¿Te pediría Dios a ti
que hicieras lo imposible?

Es algo natural que todo niño quiera ser grande, llegar a adulto. Esto no es menos cierto del
creyente. Antes que adoptar una actitud casual o descuidada respecto al crecimiento, debemos
dejar que el llamado a la perfección nos impulse hacia adelante en una seria búsqueda de ser
como Jesús. El propio ejemplo de Pablo debe ser el modelo para todos nosotros:
Respuestas: F, V, V, F, F

No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante
esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que
yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y
esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el
premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Fil 3:12-14)
4 Una pegatina para el parachoques del automóvil que una vez fue muy popular decía, “Los
cristianos no son perfectos, sólo son perdonados.” ¿Qué clase de actitud podría reflejar esto?
(Especialmente si el automóvil va a más del límite de velocidad.)




“Primero debemos ser hechos buenos antes de poder hacer el bien.”[15]
— Hugh Latimer

Vemos un segundo uso de la palabra perfección en la primera epístola de Pablo a los corintios.
“Pero cuando llegue lo perfecto,” dice él, “lo imperfecto desaparecerá” (1Co 13:10). En este
sentido, la perfección es una palabra correctamente restricta a Dios – una perfección que no
veremos hasta que Cristo vuelva. El teólogo Louis Berkhof prefiere hablar de las perfecciones de
Dios antes que de sus atributos.[16] Sólo Dios no tiene faltas. No importa cuánto maduremos en
esta vida, jamás lograremos la perfección hasta ese día cuando Dios nos perfeccione en la
gloria.
Siete Razones Para Cerrar la Brecha

Generalmente hablando, el mundo tiene una impresión negativa de la santidad. Muchos la
igualan con una existencia aburrida, que carga con una cruz vacía de gozo. Parece más una
justificación de sí mismo que dice “soy más santo que tú” que la gozosa experiencia que en
realidad es. Al terminar, rechacemos esa idea examinando algunos de los muchos beneficios y
bendiciones que ganamos al seguir a Cristo. Aquí hay siete frutos de la santificación:

Dios es glorificado. Cuando nosotros somos santos, damos peso a lo que decimos de que Dios
es tan real y maravilloso como decimos que es. Pablo nos dice que las buenas obras de los
cristianos adornan la doctrina de Cristo (Tit 2:10). Hasta los que niegan a Dios son obligados a
admitir su realidad cuando su pueblo anda en sus caminos.

Continuo compañerismo en esta vida con la Trinidad. “Le contestó Jesús: -El que me ama,
obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él” (Jn 14:23). Es un
tremendo gozo y consuelo tener la presencia del Padre y del Hijo por medio del Espíritu Santo. Y
Jesús indica que esta presencia es una presencia amorosa, no indiferente ni impersonal. Por
supuesto que junto con su presencia viene su poder, que nos permite vencer los obstáculos de la
vida.
“No hay gozo permanente sin santidad...¡Cuán importante es, entonces, la verdad que santifica!
¡Cuán crucial es la Palabra que rompe el poder de los tesoros falsos! ¡Y cuán vigilantes debemos
ser de alumbrar nuestros caminos y cargar nuestro corazón con la Palabra de Dios!”[17]
- John Piper

Compañerismo con otros cristianos. Si caminamos en oscuridad, no podemos gozar de
auténticas relaciones con otros creyentes. “Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz,
tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado”
(1Jn 1:7).

El Señor promete darnos compañeros, compañeros de viaje en el camino a la santificación. Por
mi parte, he encontrado que la verdad de Dios combinada con el ejemplo del pueblo de Dios son
absolutamente necesarios para mi crecimiento espiritual. Y cuando he andado en sus caminos
nunca me ha hecho falta ninguno de los dos. Nos necesitamos unos a otros en el contexto de la
iglesia para poder triunfar. La santidad y la comunidad cristiana van mano a mano.

Seguridad de salvación. Aunque nuestra salvación no se basa en nuestro afán de ir tras la
santidad, la seguridad de salvación seguramente está conectada con ello. En su segunda
epístola, Pedro exhorta a sus lectores a hacer todo esfuerzo por amontonar virtudes espirituales,
añadiendo virtud a la fe y entendimiento a la virtud hasta tener en medida abundante dominio
propio, constancia, devoción a Dios, afecto fraternal y amor (2P 1:5-9). Él advierte que cuando
éstos faltan, la persona puede olvidar...

“...que ha sido limpiado de sus pasados pecados. Por lo tanto, hermanos, esfuércense más
todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no
caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo.” (2P 1:9-11)

Evangelismo. De joven bajo la convicción del pecado, yo traté lo mejor que pude de encontrar
faltas a los cristianos para poder rechazar su mensaje y despacharlos como hipócritas. Pero
aunque no eran perfectos, yo no pude encontrar inconsistencias mayores. La familia grande que
me extendió el evangelio hizo más impacto en mí con su modo de vivir que con sus palabras. El
esposo amaba a su esposa, la esposa respetaba a su esposo, los hijos obedecían a sus padres,
y todos tenían gozo. Yo nunca había visto nada así.
Medita en 1 Pedro 2:12. Aunque los que no son cristianos se pueden burlar de tu estilo de vida
ahora, ¿qué efecto tendrá al final en ellos?

Se ha dicho que aunque el mundo no lea su Biblia, ciertamente lee a sus cristianos. Dios usa a
gente santa para alcanzar a otros. No perfecta, sino santa.

Entendimiento, sabiduría, y conocimiento. Estos tesoros esperan a los que buscan a Dios de
todo corazón (Pr 2:1-11). Se esconden del perverso, el rebelde, y el necio.

Ver a Dios. La Escritura nos dice, “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá
al Señor” (Heb 12:14). Aunque el total significado de este pasaje está envuelto en un velo de
misterio, la Escritura sí tiene mucho que decir sobre la “visión beatífica”, o ver a Dios. Ocurrirá
después del regreso de nuestro Señor cuando todo enemigo haya sido vencido y hayamos sido
totalmente santificados. En ese tiempo nuestra visión de Dios será continua e intensa, sin
distracción ni la conciencia de sí mismos que causa el pecado. Entonces conoceremos así como
somos conocidos. No que nuestro conocimiento de Dios será completo, porque Él siempre nos
revelará más y más de su infinito y maravilloso ser.
“Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.”
- Jesús (Mateo 5:8)

“Dichosos los de corazón limpio,” dijo Jesús, “porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8). Esta continua
iluminación de su grandeza y bondad ciertamente es la maravilla más sobresaliente que resulta
de una vida de santidad.

Como puedes ver, hay suficientes buenas razones para cerrar la brecha entre lo que Dios espera
de nosotros y nuestra propia experiencia. Fuimos hechos para compartir de su santidad-no sólo
en el cielo, sino aquí en la tierra. Paso a paso, podemos aprender a vencer el pecado y a vivir de
una manera que refleje más y más la gloria y el carácter de Dios.

En este primer capítulo hemos tratado de estimular tu apetito por la santidad. Comenzando con
el Capítulo Dos, vamos a empezar a formar el marco bíblico necesario para una vida santa y
feliz.
Discusión en Grupo
1. ¿Qué síntomas indican que uno está atrapado en la “trampa de la brecha”?
 2. Una cierta brecha entre las normas de Dios y nuestro desempeño es inevitable; pero
demasiada, y calificamos como hipócritas. ¿Dónde fijamos el límite?
 3. ¿Cómo es que nuestra santificación es tanto historia pasada como esperanza futura?
 4. El temor del Señor, dice el autor, es una “precondición para la intimidad con Dios” (página ).
¿Qué quiere decir?
 5. ¿Hasta qué punto debe un cristiano maduro estar libre de pecado?
 6. Ahora que has terminado este capítulo, ¿cómo explicarías Mateo 5:48 a un nuevo cristiano?

Lectura Recomendada

How to Help People Change 'por Jay E. Adams (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House,
1986)

Saved by Grace por Anthony A. Hoekema (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1989)
Referencias

  1. ↑ Jay E. Adams, The Biblical View of Self-Esteem, Self-Love, Self-Image (Eugene, OR:
Harvest House Publishers, 1986), p. 78.
  2. ↑ Oscar Cullman, Christ and Time (Philadelphia, PA: The Westminster Press, 1964), p. 3.
  3. ↑ John Piper, The Pleasures Of God (Portland, OR: Multnomah Press, 1991), p. 147.
  4. ↑ Ern Baxter, taped message, “Sanctification,” n.d.
  5. ↑ Citado en Gathered Gold, John Blanchard, ed. (Welwyn, Hertfordshire, England:
Evangelical Press, 1984), p.146.
  6. ↑ J.C. Ryle, Holiness (Welwyn, Hertfordshire, England: Evangelical Press, 1879, reprinted
1989), p. 39.
  7. ↑ Anthony A. Hoekema, Saved by Grace (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co.,
1989), pp. 192-93.
  8. ↑ Jerry Bridges, The Practice of Godliness (Colorado Springs, CO: NavPress, 1983), pp.
15-20.
  9. ↑ Ibid., p. 24.
 10. ↑ Ibid., p. 26.
 11. ↑ J.I. Packer, Concise Theology (Wheaton, IL: Tyndale House, 1993), p. 169.
 12. ↑ Sinclair Ferguson, A Heart for God (Colorado Springs, CO: NavPress, 1985), p. 129.
 13. ↑ R.A. Muller, The International Standard Bible Encyclopedia, Volume Four (Grand Rapids,
MI: Eerdmans Publishing Co., 1988), p. 324.
 14. ↑ William Hendriksen, New Testament Commentary: Philippians (Grand Rapids, MI:
Eerdmans Publishing Co., 1962), p. 176.
 15. ↑ Citado en Gathered Gold, p.148.
 16. ↑ Louis Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1941),
p. 52.
 17. ↑ Reference missing from original




Por C.J. Mahaney. Traducción por Covenant Life Church.
Capítulo 4 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Donde Todo Comienza



No hace muchos años comenzó a circular el rumor de que una popular estrella de rock había
“nacido de nuevo.” La reacción de la comunidad cristiana fue, como era de esperar, de mucho
entusiasmo. Pero cuando se enteró de su supuesta conversión, la estrella de rock pronto puso
fin al rumor: “Se informó que yo nací de nuevo. Eso no es verdad. Lo que dije fue que me había
metido a la porno de nuevo.”

Unas pocas letras pueden hacer toda una diferencia.

A veces me hago escéptico cuando oigo vagos informes de que se han convertido figuras
públicas. Aunque el individuo admita haber tomado la decisión de seguir a Cristo, su vida quizás
no refleje el cambio correspondiente. Quizás no haya evidencia de un arrepentimiento, ni
ninguna participación en una iglesia local. A medida que los ciudadanos ordinarios observan
dichas aparentes contradicciones, concluyen incorrectamente que esto es lo que quiere decir
nacer de nuevo.
Medita en 1 Pedro 2:2-3. ¿Cuál es la “leche” que se describe aquí? ¿Por qué es esencial para el
crecimiento espiritual la leche pura?

Charles Colson es una notable excepción al patrón. Un anterior abogado y asistente presidencial
en la administración del presidente Nixon, Colson fue condenado y encarcelado por su parte en
el escándalo de Watergate. Pareció sospechoso cuando, durante ese tiempo, dijo haber
entregado su vida a Cristo. Pero esa no era una trama para reducir su sentencia. La conversión
de Colson fue genuina, según dejaba ver su nuevo estilo de vida. Su libro, Nacido de Nuevo,
ofrece un elocuente y poderoso relato de su auténtico encuentro con el evangelio.

Aunque la frase “nacido de nuevo” se usa comúnmente en la cultura de hoy, sus implicaciones
teológicas han sido oscurecidas. Por ejemplo, cuando el boxeador George Foreman, que se
había retirado, volvió al boxeo, los locutores deportivos dijeron que su carrera había “nacido de
nuevo”. A los políticos que experimentan un retraso y luego vuelven a recuperar la popularidad a
veces se les llama nacidos de nuevo. Y muchas personas piensan de los cristianos nacidos de
nuevo como un hiperactivo grupo marginal dentro de la iglesia, sin darse cuenta de que el nuevo
nacimiento ¡es un prerrequisito bíblico para siquiera ser parte de la iglesia!
“Hacerse cristiano no es comenzar de nuevo en la vida; es recibir una nueva vida para
comenzar.”[1]
- Thomas Adams

Hasta el cristiano maduro puede faltar en comprender esta crítica frase. Pero si alguna vez
esperamos cambiar como Dios lo quiere, debemos comenzar con experimentar y entender lo
que es la regeneración-el nuevo nacimiento. Aquí es donde comienza el proceso entero de la
santificación.
1 ¿Cuál de las siguientes frases mejor describe, en tu opinión, lo que significa nacer de nuevo?

(La respuesta está cabeza abajo en la parte inferior de la página)

❏Tomar una decisión de comenzar a vivir una vida mejor

❏Renovar un compromiso con Cristo ya perdido desde hace mucho tiempo

❏Pedir a Dios que te perdone tus pecados y que viva en tu corazón

❏Decir a todos tus antiguos amigos que se van a ir al infierno
❏Ninguno de los anteriores
La Educación de un Fariseo

La frase “nacido de nuevo” no se originó con el presidente Jimmy Carter. Se originó con
Jesucristo. Descubramos dónde la introdujo y cómo quiso que se entendiera mientras
escuchamos a escondidas una conversación capaz de doblar el cerebro en el tercer capítulo de
Juan.

Nicodemo era fariseo y miembro del concilio judío, el Sanedrín. Era muy respetado en Jerusalén
como teólogo y maestro de la ley. En vista de su posición y prestigio, es sorprendente que
Nicodemo hiciera una visita privada a Jesús. Después de todo, Jesús carecía de la preparación
formal que Nicodemo y sus compañeros tanto valoraban. Además, este conservador rabí
acababa de alborotar el templo al insinuar que tenía autoridad única de parte de Dios (Jn
2:13-22). Pero Nicodemo se sintió intrigado por la enseñanza de Jesús, y no podía negar ni
rechazar los milagros que sucedían. Así que, con cierto grado de humildad, el prominente
religioso privilegiado dijo al carpintero sin preparación académica de Galilea:

Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer
las señales que tú haces si Dios no estuviera con él (Jn 3:2).
Respuesta: Ninguno de los anteriores. Para una definición bíblica, sigue leyendo.

Una cosa se podría decir a favor de los fariseos - es que sabían la importancia de la etiqueta. Al
dirigirse a Jesús como “Rabí”, Nicodemo expresó respeto por su posición como maestro y
demostró disposición para aprender. Pero su próxima frase fue una de las que pronto se
arrepentiría: “Rabí, sabemos...”.

No era la manera recomendada para comenzar una conversación con el Hijo de Dios.

Jesús pudo haber confrontado a Nicodemo por su arrogante actitud y pudo haber terminado ahí
mismo la conversación. En vez de eso, decidió ayudar a Nicodemo a ver cuán limitado en
realidad era su conocimiento. ¿Su método? Un rápido juego de Jeopardy (Peligro) bíblico.
Categoría: Regeneración, por $200.
“Raramente tomamos esta enseñanza [de que el hombre no puede entrar al reino de Dios] lo
suficientemente en serio, quizás porque nos quita de debajo de los pies los últimos vestigios de
nuestra natural suficiencia en nosotros mismos. Subraya la enseñanza bíblica de que nuestra
salvación es toda por gracia. ¡Lo único que es necesario es lo que nosotros no podemos
hacer!”[2]
— Sinclair Ferguson

“De veras te aseguro”, le contestó Jesús, “que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de
Dios” (vs. 3).

La declaración del Señor dejó perplejo a Nicodemo. Él preguntó “¿Cómo puede uno nacer de
nuevo siendo ya viejo?” Nicodemo no podía comprender lo que Jesús quería decir, ni tampoco
estaba acostumbrado a que se dirigieran a él de esta manera. Típicamente le tocaba a él dar las
respuestas, no buscarlas a tientas. Pueda que haya estado en el templo cuando Jesús, a los
doce años de edad, maravilló a los sacerdotes con sus preguntas. Pero Jesús ya no era un
adolescente.
Para más estudio: Lee Mateo 19:23-26. ¿Cuál es la posibilidad, aparte de la intervención de
Dios, de que la persona entre al reino de Dios?

“Yo te aseguro”, continuó Jesús, “que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el reino de Dios...no te sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’” (vs. 5,7).

Pero Nicodemo se sorprendió. De hecho, se escandalizó.

“¿Cómo es posible que esto suceda?” preguntó.

En este momento Nicodemo necesitaba dos aspirinas. Para añadir a su dificultad tenía un
sentido de humillación, especialmente cuando Jesús dijo, “Te digo con seguridad y verdad que
hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero
ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen,
¿entonces cómo van a creer si les hablo de las celestiales?” (vs. 11-12).
“El nuevo nacimiento no es sólo un misterio que ningún hombre comprende, es un milagro que
ningún hombre puede emprender.”[3]
— Richard Baxter
Es fácil mirar con desprecio al humillado erudito, pero sometámonos al mismo examen:
¿Comprendemos lo que Jesús decía sobre nacer de nuevo? ¿Nos sorprendemos ante las
declaraciones de Jesús? A menos que hayamos llegado al lugar donde, como Nicodemo,
preguntamos, “¿Cómo es posible que esto suceda?”, no es probable que hayamos comprendido
totalmente el misterio y el milagro de la regeneración.
Nada Que Contribuir
2 Al enfocarte en las partes individuales de la extraordinaria declaración de Jesús, ¿recibes una
nueva percepción?

Tienen

que

nacer

de
nuevo

Lo que Jesús intencionalmente omitió fue toda sugerencia de que Nicodemo tenía
personalmente toda la responsabilidad de nacer de nuevo. De hecho, dijo todo lo opuesto: “Lo
que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu” (Jn 3:6).
Para más estudio: ¿Cómo es que la paternidad de Abraham de Isaac e Ismael muestra el
contraste entre nuestros esfuerzos y los de Dios? (Ve Génesis 21:1-13 y Romanos 9:6-9)

No es difícil ver por qué a Nicodemo le parecieran tan confusos los comentarios de Jesús.
Habiendo entendido e interpretado incorrectamente la ley, los fariseos buscaban establecer su
propia justicia ante Dios. Nicodemo habrá supuesto que nacer de nuevo (cualquiera que sea el
significado) tenía que ver con algún esfuerzo o contribución de su parte. La mayoría de nosotros
supondríamos lo mismo. Y es exactamente esa suposición lo que Jesús ponía en duda.

“Tienen que nacer de nuevo” no es un mandamiento para creer en Cristo; es una declaración
que clarifica lo que Él debe hacer en nosotros.

“La regeneración es un cambio que Dios hace en nosotros”, escribe C. Samuel Storms, “no un
acto autónomo que nosotros desempeñamos por nuestra propia cuenta”.[4]

Pausa por un momento para considerar las asombrosas implicaciones de las palabras de Cristo:

■Aunque absolutamente esencial para la vida cristiana, la regeneración no se puede lograr con
el esfuerzo humano.

■Dios es el único autor del nuevo nacimiento; no es un esfuerzo cooperativo.

■La regeneración es una experiencia que debemos tener pero que sólo Dios puede dar.

No es por falta de inteligencia que Nicodemo encontró las palabras del Señor tan confusas; es
porque exigían un cambio de paradigma en su modo de pensar. Le revelaron cuán indefenso era
y cuánto dependía de la misericordia del Señor.

Antes de seguir, permíteme clarificar un punto. No estoy disminuyendo la importancia del
arrepentimiento y la fe. Estas deben caracterizar nuestra respuesta a la regeneración, y son
esenciales para la conversión y para nuestra continua santificación. Pero desde mi perspectiva
son el resultado del nuevo nacimiento, no la causa. El teólogo A.A. Hodge nos advierte que
mantengamos la perspectiva de la Escritura: “Haga lo que haga el hombre después de la
regeneración, la primera resurrección de los muertos debe originarse en Dios”.[5]
“Una noche entre semana, cuando estaba sentado en la casa de Dios, no pensaba mucho en el
sermón del predicador porque no lo creía. De repente me llegó el pensamiento, ‘¿Cómo es que
llegaste a ser cristiano?’ Yo busqué al Señor. ‘Pero ¿cómo llegaste a buscar al Señor?’ En un
momento la verdad me pasó por la mente como un relámpago – yo no debí haberlo buscado a Él
a menos que haya habido una previa influencia en mi mente para hacer que lo buscara. Yo oré,
creía yo, pero luego me pregunté, ¿Cómo es que llegué a orar? Fui inducido a orar al leer la
Escritura. ¿Cómo es que llegué a leer la Escritura? La leí yo, pero ¿qué me llevó a hacerlo?
Luego, en un momento, vi que Dios estaba detrás de todo, y que era Él el autor de mi fe, y así
toda la doctrina de la gracia se abrió ante mí, y de esa doctrina no me he apartado hasta este
día, y deseo hacer de esta mi constante confesión, ‘atribuyo mi cambio totalmente a Dios’”.[6]
—Charles H. Spurgeon

Considera esto con cuidado. Aprecia la radical transformación que se exige, y cuán incapaz e
impotente eres para producirla. La regeneración es la distintiva obra de Dios solamente. Como
dice J.I. Packer, “No es un cambio que el hombre hace algo para efectuar, tal como los infantes
no hacen nada para inducir, ni contribuir, a su propia procreación y nacimiento”.[7]No nacemos
“por voluntad humana, sino que...de Dios” escribió Juan (Jn 1:13).

Una nueva, justa naturaleza ha sido impartida, de la que Dios es el único autor. Además,
tenemos la seguridad de que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando
hasta el día de Cristo Jesús” (Fil 1:6). ¡Eso debería producir verdadero regocijo!
Medita en Tito 3:4-7. Reconocer el origen de nuestra salvación (v. 5) fortalece nuestra esperanza
de la vida eterna (v. 7).

Ya no necesitamos preguntarnos si nuestra voluntad y autodisciplina son suficientes. No lo son.
Ser conformados a la imagen de Cristo no depende de nuestra habilidad. Más bien, podemos
confiar respecto a nuestro crecimiento en santidad gracias a la obra definitiva de Dios. Él ha
puesto dentro de nosotros una nueva disposición, una pasión por la justicia. “Esto”, dice J.
Rodman Williams, “es el milagro más grande que cualquier persona puede experimentar”.[8]
Que Haya Vida

¿Qué es lo que en realidad ocurre cuando uno nace de nuevo?

J.I. Packer dice que la palabra regeneración “denota un nuevo comienzo de vida. . . habla de una
renovación creativa efectuada por el poder de Dios”.[9] Cuando Dios te regeneró a ti, te llamó a
ser algo que no existía anteriormente. La Biblia lo describe de esta manera: “Porque Dios, que
ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que
conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo” (2Co 4:6). El paralelo aquí
entre nuestra regeneración y la creación es intencional. Nuestra regeneración no fue un acto
menos creativo de Dios. El mismo Dios que dijo: “Que haya luz” un día nos habló a nosotros y
dijo, “Que haya vida”. ¡Y hubo vida!
Medita en 1 Pedro 1:23. ¿Cómo añade esta analogía a tu entendimiento del nuevo nacimiento?

El nuevo nacimiento también se puede ver como una resurrección. Aunque estábamos muertos
en pecado y éramos incapaces de alterar esta condición, ahora hemos sido hechos vivos a Dios
por la regeneradora obra del Espíritu Santo. El teólogo R.C. Sproul explica esto en mayor detalle:
3 He aquí la situación: Tú eres un especialista en la juventud que asesora a jóvenes con un raro
desorden mental – están absolutamente convencidos de que se dieron a luz a sí mismos. ¿Qué
clase de ansiedades esperarías que esto produjera en ellos?




(¿Esperarías ver similares ansiedades en los cristianos que no entienden el papel que
desempeña Dios en la regeneración?)
El Espíritu vuelve a crear el corazón humano, reviviéndolo de la muerte espiritual a la vida
espiritual. Las personas regeneradas son nuevas creaciones. Mientras que anteriormente no
tenían disposición, inclinación, ni deseo de las cosas de Dios, ahora están dispuestas e
inclinadas hacia Dios. En la regeneración, Dios siembra un deseo de sí mismo en el corazón
humano que de otra manera no estaría ahí.[10]

“Un hombre muerto no puede ayudar en su propia resurrección”, observa W.G.T. Shedd.[11] Si
no hubiera sido por la obra de gracia del Espíritu Santo, quien nos dio una nueva vida completa
con una nueva naturaleza y un nuevo deseo de agradar, servir, obedecer, y glorificar a Dios,
todavía estaríamos espiritualmente muertos y seríamos hostiles hacia Dios.

La regeneración se distingue de las otras facetas de nuestra salvación. Por ejemplo, aunque la
justificación altera nuestra posición legal ante Dios (o sea, somos declarados justos en vez de
culpables), la regeneración transforma nuestra naturaleza fundamental. Este cambio interno es
tan radical y extenso que ahora se nos describe como nuevas creaciones. La imagen de Dios
que se corrompió en la caída del hombre se vuelve a crear a través del nuevo nacimiento y es
progresivamente renovada a través de la santificación. Pero a diferencia de la santificación, la
regeneración no es un proceso. No toma lugar gradualmente ni por grados. Es una obra
soberana e instantánea de Dios en nuestra vida.
“La regeneración es un cambio que se conoce y se siente: se conoce por las obras de santidad y
se siente por una experiencia de gracia”.[12]
— Charles H. Spurgeon

Por favor no me mal entiendas. No todos son regenerados con todas las dramáticas experiencias
que tuvo Pablo. Aquí estaba un hombre que fue sobrenaturalmente cegado por tres días y a
quién se le habló audiblemente desde el cielo. Pero Pablo no fue la única persona que nació de
nuevo en el libro de los Hechos. Cuando Lidia oyó el evangelio en una reunión de oración para
mujeres, “el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo” (Hch 16:14).
Eso fue lo único. Los ojos de Pablo fueron temporalmente cegados, y el corazón de Lidia fue
tranquilamente abierto. Diferentes experiencias, pero el resultado fue exactamente el mismo.
Para más estudio: ¿Quién es “el que santifica”? (Hebreos 2:11). ¿Para qué etapas de nuestra
santificación es responsable Él? (Hebreos 12:2)

Con frecuencia somos tentados a medir la autenticidad de una conversión por las experiencias
que la acompañan. A todos les gusta oír a un líder de pandilla o vendedor de drogas cuya vida
es dramáticamente cambiada. Pero supongamos que tú eres una Lidia. Simplemente ibas
conduciendo el automóvil un día, escuchando una cinta que alguien te había prestado, y sin
nadie como testigo Dios suavemente te abrió el corazón. No oíste ninguna voz, el auto no se
salió de la carretera. Nada dramático. Pero al llegar al trabajo sabías, aunque no lo pudieras
explicar, que algo significante había sucedido. Eras diferente. Habías nacido de nuevo.

Yo he tenido el privilegio de visitar el lugar en Inglaterra donde John Wesley nació de nuevo.
Considera este sencillo relato de ese momento: “Sentí el corazón extrañamente tibio dentro de
mí”. No lo que uno describiría como una experiencia explosiva, pero la validez y el impacto de la
regeneración de Wesley no se puede negar.
4 En el espacio abajo, o al pie de esta página, traza una sencilla línea de tiempo de tu vida,
comenzando con tu nacimiento y extendiéndola hasta el presente. Luego indica cuándo
experimentaste cada uno de los siguientes: regeneración, justificación, santificación,
arrepentimiento, y fe. ¿Cuál sucedió en un punto específico en el tiempo? ¿Cuáles continúan por
el presente?
Ya sea discreto o dramático, cada nuevo nacimiento tiene esto en común: su autoría ha sido
exclusiva y totalmente de Dios. La trama y los personajes son únicos, pero la historia es siempre
la misma. Somos nuevas creaciones. Lo viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado.
Una Resolución Inútil

No es sólo en su evangelio que encontramos a Juan incluyendo notables declaraciones sobre la
regeneración. Terminemos examinando estas asombrosas palabras:

Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él;
no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. (1Jn 3.9)

¿Alguna vez has leído este versículo y te has sentido confuso? No es posible que pueda querer
decir lo que dice...¿no? Pocas personas pueden existir siquiera una hora o dos sin pecar de un
modo u otro. Quizás el verdadero significado del versículo se perdió en la traducción. Por otro
lado, nos preocupamos, ¿y qué si está correcto? Esa no parece ser mi experiencia...¿eso quiere
decir que no he “nacido de Dios”?

Juan no está sugiriendo que los verdaderos cristianos son incapaces de pecar. Eso es evidente
en el primer capítulo de la misma epístola, donde escribió, “Si afirmamos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad” (1Jn 1:8). No-el pecado
todavía está muy presente, y aunque su dominio en nuestra vida ha sido destruido, podemos
rendirnos ante su influencia en cualquier momento. Pero al escribir que el que nace de Dios “no
puede practicar el pecado”, Juan demuestra que la regeneración nos ha hecho incapaces de
seguir pecando.

El significado de Juan en este pasaje, según Anthony Hoekema, es que el cristiano “no sigue
practicando y gozándose en el pecado, con total abandono...no es capaz de seguir pecando con
gozo, de seguir viviendo en pecado”.[13] John R.W. Stott lo resume más sencillamente: “El
creyente puede caer en pecado, pero no caminará en él”.[14]

¿Ves la diferencia?
“La regeneración ocurre principalmente en el centro del ser del hombre, o sea, en su corazón o
espíritu. En este nivel más profundo de la existencia humana hay un cambio decisivo”.[15]
— J. Rodman Williams

Supongamos que yo fuera lo suficientemente necio como para probar la aserción de Juan al
tomar esta resolución personal: “En los próximos seis meses trataré de desarrollar un estilo de
vida pecaminoso”. Esto obviamente no es algo que yo desearía ni recomendaría. Sin embargo,
no creo que podría llevar a cabo tal resolución. ¿Por qué? Porque he nacido de Dios. Ahora
tengo un nuevo corazón, una nueva vida, y una nueva inclinación a buscar la santidad y agradar
a Dios. Aunque todavía cometo pecados, por su poder de regeneración soy incapaz de
dedicarme al pecado o de seguir en él. Jamás volveré a poder gozar del pecado como un estilo
de vida. Sólo un hecho divino pudo haber logrado un cambio semejante.
Medita en Efesios 4:22-24. ¿Qué caracteriza al “nuevo ser” en que nos hemos convertido a
través de la regeneración?

Ya no estamos desvalidos o indefensos en nuestra diaria confrontación con el pecado. No
estamos destinados a andar en continua desobediencia y derrota. Dios interna, sobrenatural, y
fundamentalmente nos ha transformado. Ahora poseemos el deseo y habilidad de agradarlo a Él
por el resto de nuestra vida. Motivados y fortalecidos por la gracia, podemos anticipar una vida
entera de cambio progresivo y definitivo.

Aquí es donde comienza la santificación-en la seguridad y confianza de que hemos nacido de
nuevo, no por nuestro propio esfuerzo sino por el poder y propósito de Dios.
Discusión En Grupo
1. ¿Cuáles son algunas de las palabras que uno que no es cristiano podría usar para describir
a un cristiano “nacido de nuevo” típico?
  2. ¿Cuál es una posible razón por la que las conversiones de celebridades son frecuentemente
superficiales?
  3. Thomas Adams ha escrito, “Quitemos el misterio del nuevo nacimiento y le hemos quitado
su majestad”.[16]¿Qué hace misteriosa la regeneración?
  4. ¿Es una lucha para ti creer que Dios fue el único responsable por tu renacimiento?
  5. Si Lidia y Pablo representan los extremos de la experiencia de nacer de nuevo, ¿dónde
estarías tú en el espectro?
  6. Habla de la línea de tiempo que trazaste en la página . ¿Alguna pregunta sobre la secuencia
de la salvación?
  7. Lee Hebreos 12:2. ¿Cómo afecta tu opinión de la santificación esta “garantía incondicional”?
  8. ¿Este capítulo te ha hecho pensar de manera diferente sobre el nuevo nacimiento?

Lectura Recomendada

The Christian Life por Sinclair Ferguson (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989)

God’s Words por J.I. Packer (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981)
Referencias

  1. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide (Orlando, FL: Ligonier Ministries, Inc.,
1988), capítulo I, p. 14.
  2. ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989), p. 55.
  3. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 20.
  4. ↑ C. Samuel Storms, Chosen for Life (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1987), p. 108.
  5. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19.
  6. ↑ Charles Spurgeon, Autobiography, 1 (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1962), pp. 164-65.
  7. ↑ J.I. Packer, God’s Words (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981), p. 151.
  8. ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II: Salvation, The Holy Spirit, and
Christian Living (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1990), p. 37.
  9. ↑ J.I. Packer, God’s Words, pp. 148-149.
 10. ↑ R.C. Sproul, Essential Truths of the Christian Faith (Wheaton, IL: Tyndale House, 1992),
pp. 171-172.
 11. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19.
 12. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo II, p. 17.
 13. ↑ Anthony A. Hoekema, Saved by Grace (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co.,
1989), p. 100.
 14. ↑ John R.W. Stott, The Epistles of John (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co.,
1964), p. 136.
 15. ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II, p. 50.
 16. ↑ Quoted in R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, Chapter II, p. 16.



Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church.
Capítulo 5 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Unidos Con Cristo



Cuando me convertí en 1972, al comienzo del movimiento carismático y del movimiento del
pueblo de Jesús, no me impresionaban los argumentos lógicos sobre Dios o la vida cristiana. La
mía era una generación irreverente, una generación que “se iluminaba y permanecía iluminada”.
Me inclinaba más a burlarme de cualquier conversación seria sobre el tema de la religión que
escuchar.
Lo que yo necesitaba era una experiencia con Dios. Y eso es exactamente lo que recibí.

Conocí a una familia cristiana cuya vida llena de gozo hizo una tremenda impresión en mí.
Hablaban de Jesús como si estuviera presente allí mismo, y se comportaban como si su vida
hiciera una verdadera diferencia para ellos. Al principio pensé que eso era original. Pero luego
sentí curiosidad. Me atrajo la calidad de su vida. Y cuando me explicaron que no siempre había
sido así para ellos sino que Jesús había cambiado su vida, comencé a desear que lo mismo
sucediera conmigo
Medita en 2 Timoteo 3:16-17. Si de verdad quieres cambiar, he aquí el boleto.

Al decir “vida cambiada” me refiero a la diferencia que Jesucristo hace en la manera, los hábitos,
y la cosmovisión de la persona, hasta en el mismo centro de su naturaleza. Esta familia era
prueba sólida de que Dios sí hace una diferencia. Y cuando yo nací de nuevo y mi vida comenzó
a cambiar, también concluí que Jesús vive.

Pero también aprendí que el cambio tiene que ver con algo más que una sola experiencia. Es
necesario que entendamos cómo es que sucede ese cambio, por qué sucede, y quién hace que
suceda. La Escritura trata directamente con esos asuntos. Aquí es donde vamos si queremos
crecer.
Una Carta a Roma
1 Después que naciste de nuevo, ¿cuál fue lo primero en tu vida que sabías que necesitabas
cambiar?




¿Cómo vencemos el pecado y vivimos victoriosamente en Cristo? Los cristianos en todo lugar
buscan respuestas a esta pregunta...muchos de ellos en los lugares equivocados. Como se
podría esperar, Dios ha dado la respuesta en su Palabra. El sexto capítulo de la epístola de
Pablo a la iglesia en Roma ha sido reconocido desde hace mucho tiempo por su esencial
contribución a la doctrina de la santificación. En este capítulo encontramos a Pablo arguyendo a
favor de un correcto entendimiento de lo que significa vivir como cristiano. Pero sería un error
tratar de descubrir el significado que Pablo da en Romanos 6 sin tomar en cuenta su contexto,
así que un breve repaso de esta epístola está en orden.

Romanos, más que ninguna de las otras epístolas de Pablo, sistemáticamente expone la
doctrina de la salvación. Luego de algunas expresiones de introducción, él suelta una dura
condena de toda la raza humana, mostrando que todos somos culpables como pecadores ante
Dios. Luego explica cómo es que Dios justifica a esos pecadores por medio de la fe en
Jesucristo. Esto es lo esencial en los primeros cuatro capítulos.

En el capítulo 5 Pablo comienza a hablar de la paz y seguridad que nos vienen como resultado
directo de la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Ahora tenemos paz con Dios y podemos
regocijarnos en la esperanza de la gloria de Dios. Hasta podemos regocijarnos en las
tribulaciones que nos vienen porque desarrollan nuestro carácter y producen esperanza. El amor
de Dios nos ha sido derramado a través del Espíritu Santo. Y siendo que estas grandes cosas
fueron hechas por nosotros cuando éramos sus enemigos, podemos estar más que seguros de
la continua gracia de Dios ahora que somos sus amigos.

En la última parte del capítulo 5, Pablo bosqueja una comparación y un contraste entre Jesús y
Adán, mostrando que el sacrificio de Cristo más que compensa por la miseria causada por el
pecado de Adán. Termina el capítulo con estos dos versículos:
Para más estudio: Los oponentes de Pablo convencieron a la iglesia de los gálatas de que su
mensaje trivializaba la ley. Mira con qué fuerza Pablo responde en Gálatas 1:6-9 y 3:1-14.

En lo que atañe la ley, ésta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó
el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine
también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor
(Ro 5:20-21).

A Pablo le gustaría seguir describiendo las bendiciones de la justificación, pero hace una pausa,
dándose cuenta de que la última frase fácilmente podría malinterpretarse. Por tanto comienza el
capítulo 6 con un asalto frontal contra los que tratarían de torcer su significado:[1] “¿Qué
concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna
manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” (Ro
6:2).
“¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna
manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?”
— Pablo el Apóstol (Romanos 6:1-2)

Cuando se predica correctamente, el evangelio de la gracia siempre estará expuesto a la
acusación de que promueve la infracción de la ley. Dondequiera que iba Pablo era acosado por
oponentes que lo acusaban de enseñar que, siendo que estaban perdonados, no importaba
cómo vivieran. Así era como distorsionaban su razonamiento: “Si Dios perdona libremente por
gracia (lo que sí hace) y si es verdad que la gracia de Dios se magnifica en el perdón del pecado
(lo que así es), entonces ¿por qué no pecar más todavía para que fluya más gracia y Dios reciba
más gloria?”

“Alto ahí”, dice Pablo. “Ustedes están pasando por alto algo fundamental. Por medio de este
evangelio morimos al pecado. Y si ese es el caso, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?”

Pablo pasa el resto del capítulo 6 contrarrestando esta acusación de faltar en el cumplimiento a
la ley, o antinomianismo. Al hacerlo así, no solamente responde a sus críticos sino que nos da
algo de la enseñanza más rica que se encuentra en el Nuevo Testamento. Pues aquí
descubrimos lo que significa estar unidos con Cristo, un lugar que radicalmente altera nuestra
relación con el pecado.
¿Estuviste Ahí?
Para más estudio: Colosenses 3:3 dice “su vida está escondida con Cristo en Dios”. Eso da
tremenda seguridad-una verdad que David capta bellamente en el Salmo 91.

Todos podemos ver a individuos en el pasado que han influenciado nuestra vida: nuestros
padres, un amigo especial, o quizás una buena maestra de primaria. Pero Jesucristo es diferente
a cualquier otro. Es seguramente cierto que muchos que nunca han nacido de nuevo han sido
influenciados por el ejemplo y la enseñanza de nuestro Señor, pero el Nuevo Testamento
siempre ha sostenido que la verdadera fe en Jesucristo lleva a una relación mucho más
penetrante e infinitamente más significante que la simple influencia moral. Pablo habla de que
“estamos en Cristo” y que Cristo “está en nosotros”. Y las implicaciones de esta misteriosa unión
son, sin ninguna exageración, asombrosas.

John R.W. Stott ha escrito,

El gran tema de Romanos 6, y en particular los versículos 1-11, es que la muerte y resurrección
de Jesucristo no son sólo hechos históricos y doctrinas significantes, sino experiencias
personales del creyente cristiano. Son sucesos en los que nosotros mismos hemos llegado a
compartir. Todos los cristianos han sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección. Además, si
esto es cierto, es inconcebible que sigamos viviendo en pecado.[2]
2 Si pudieras compartir en los logros de uno de estos individuos famosos, ¿quién sería?

❏Martin Luther King, Jr.: Líder en la lucha por los derechos civiles

❏Winston Churchill: Político británico
❏Thomas Edison: Prolífico inventor

❏Beverly Sills: Cantante de ópera

❏Michael Jordan: Leyenda del baloncesto

❏Madame Curie: Primera persona en ganar dos premios Nobel
❏Jesucristo: Creador, Salvador, y Señor

¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús,
en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo
fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del
Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en
su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra
vieja naturaleza fue crucificada en él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de
modo que no siguiéramos siendo esclavos del pecado. (Ro 6:3-6)

Que nuestro Señor en realidad conquistó la muerte es una verdad abrumadora. Pero, tan
admirable como es esto, es quizás más notable el hecho de que se nos considera estar unidos
con Él en su muerte, sepultura, y resurrección. Pablo reitera esta verdad en otra epístola:

He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el
cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. (Gá 2:20)

Nota las frases “con Cristo” y “en mí” en los pasajes anteriores. Indican nuestra unión con
Jesucristo. Pablo usa el acto del bautismo para recordarnos estas verdades. Pero lo que está
ansioso por demostrar no es el bautismo, sino la fe que lleva al bautismo. Es sobre esta fe que
se basa nuestra presente unión con Cristo.
Para más estudio: Nótense los lugares en Juan 17 donde Jesús se refiere a estar “en” sus
discípulos y viceversa (vs. 21, 23, y 26).

De modo que, ¿cuáles son las implicaciones de esta relación? De alguna manera estamos
conectados con Jesucristo mismo. Y este es uno de esos casos en los que a quién uno conoce
es mucho más importante que lo que uno sabe - una lección que yo aprendí en un café de
Connecticut.

En 1974 Joyce, mi hermana menor, y yo visitábamos a nuestra anciana abuela en Bridgeport,
Connecticut. Un día Joyce sugirió que cruzáramos la calle para ir al café y comprar unos
sándwiches. Pero el vecindario de abuela se había deteriorado, y al nomás entrar vi que
habíamos cometido un error. El lugar estaba repleto de adolescentes de dura y amenazadora
apariencia. Todo se volvió silencio y todos los ojos se fijaron en nosotros - y nadie sonreía.

Varios pensamientos se cruzaron por mi mente. ¿Creerán que estamos invadiendo su territorio?
¿Serán lo suficientemente mayores como para saber que se pueden meter en un gran problema
por asesinar?
“¿Cómo puede una persona que vivió hace casi dos mil años radicalmente cambiar una vida
humana aquí y ahora?....¿Acaso el Jesús del pasado se convierte, de hecho, en el Jesús del
presente? El apóstol Pablo dice que así es. Y esta es la diferencia entre su influencia y la de
cualquier otra persona de influencia. Él nos toca aquí y ahora, no simplemente con las ondas de
las corrientes históricas que una vez puso en movimiento, sino al entrar en unión con nosotros
personalmente.”[3]
— Lewis Smedes

Todavía me pongo nervioso al pensar en ello. Joyce, por el contrario, estaba tan fresca como
una lechuga. Aunque atractiva y muy femenina, había pasado un par de años como directora en
un campamento de adiestramiento del Cuerpo de trabajo en Montana donde obtuvo valiosa
experiencia en cómo lidiar con delincuentes. Y en años futuros llegaría a prestar servicio como
enfermera de salud pública en Alaska, a atravesar bastante del camino en la cordillera
Appalachia, y a trabajar como enfermera de conmoción y trauma. (Estos son sólo los puntos
sobresalientes.) Creo que se podría decir que carecía de todo miedo.

Pero yo no. Mientras estábamos ahí de pie, rodeados de inminente peligro, Joyce notó mi temor.
Me dijo en un tono que yo juzgué demasiado fuerte, “¿Qué te pasa? ¿Tienes miedo?” Yo no
sentí ganas de contestar, por lo menos en ese momento. De alguna manera nos arreglamos
para conseguir los sándwiches y salimos unos pocos minutos después sin ningún incidente. Ya
seguros afuera, yo le dije a ella, “Joyce, esta es una parte peligrosa de la ciudad. Me alegro que
estés conmigo. Necesito la protección." No es lo que uno sabe, sino a quién uno conoce lo que
vale.


El Significado de Unión
Medita en Efesios 4:7-8. Qué mejor cautiverio que ser rehenes de Cristo Jesús.

Todos los cristianos-no sólo la élite espiritual-están unidos a Jesucristo. Si uno no está unido a
Cristo, no es cristiano.[4]
3 Medita en los siguientes hechos bíblicos. ¿Cuál de estos versículos te alienta más?

❏“Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas” (Gn 28:15).

❏“Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20).

❏“Ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios...podrá apartarnos del amor que Dios
nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ro 8:38-39).
❏“Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Heb 13:5).

Nuestra unión con Cristo es una relación viviente que nos da la gracia para vencer el pecado y
vivir vidas victoriosas. Jesús es el autor y consumador de nuestra fe, el capitán de nuestra
salvación. Él es el pionero que ha ido delante de nosotros y hasta ha conquistado la muerte.
Sinclair Ferguson lo describe como el alpinista principal de un equipo que escala el santo monte
de Sión. Estamos amarrados a Él. Y es tan seguro que como Él ha triunfado, así triunfaremos
nosotros.[5]

Esta relación también se puede ver en las metáforas que nuestro mismo Señor usa cuando dice,
“Yo soy la vid y ustedes son las ramas” (Jn 15:5). Se nos dice que permanezcamos en Él, pues
aparte de Él no podemos hacer nada. La Versión Reina Valera Revisada también hace resaltar
esto: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también
lo seremos en la [semejanza] de su resurrección. . .” (Ro 6:5, RVR). Nuestra unión con Cristo es
dinámica, no estática. Él nos ha injertado a una relación que crece.
Medita en Filipenses 2:1. Aunque nuestra unión con Cristo es un hecho, la conciencia de ese
hecho debe generar suficiente sensibilidad.

Ya sea que nos sintamos unidos con Cristo o no es de secundaria importancia; el hecho es que
lo estamos. Este es nuestro estado como creyentes. ¿Acaso un matrimonio deja de existir sólo
porque los esposos sienten cierta distancia entre ellos? Claro que no. Permanecen legalmente
unidos aun cuando su afecto se enfríe por un tiempo. Los sentimientos - o la falta de ellos - de
ninguna manera ponen en peligro el hecho de nuestra unión con Jesús.

El matrimonio con frecuencia ofrece una bella analogía de nuestra unión con Cristo. En el
matrimonio, dos personas se juntan para formar una nueva entidad, una unión. Retienen sus
identidades individuales al mismo tiempo que emergen de una manera que es única y misteriosa.
La mujer toma el nombre de su esposo, mostrando su sumisión a él. El esposo asume la
responsabilidad por el apoyo y protección de su esposa. Tienen todos sus bienes y
responsabilidades en común, y llevan anillos como simbólica evidencia de su especial relación.

Así es cuando nos casamos con Jesucristo. Aunque retenemos nuestra propia personalidad,
nuestra naturaleza cambia dramáticamente cuando compartimos de la divina naturaleza. Ya no
somos la misma persona que éramos antes. Pertenecemos a Cristo, habiendo tomado su
nombre. Nos hemos identificado con Él, deseando ser conocidos como suyos, sin importar el
costo. Traemos a la relación todos nuestros bienes y responsabilidades y así lo hace también Él.
(¡Qué mal negocio, al parecer, para el Señor - Él recibe nuestro pecado y nosotros recibimos su
justicia!) Y por último, el bautismo es el “anillo de boda” que dice al mundo que observa que
pertenecemos a Cristo.
Para más estudio: Lee Juan 14:19. “Porque yo vivo, también ustedes vivirán”. ¡Qué promesa!

Nuestra unión con Cristo es una unión duradera y eterna. Jesús alentó a sus discípulos con la
promesa, “Así ustedes estarán donde yo esté” (Jn 14:3). El significado claro es que un día
gozaremos de la presencia física del Señor, así como ahora gozamos de su presencia espiritual.

Que el cristiano está unido a Jesucristo es un hecho claro. Pero exactamente cómo estamos
unidos a Él es un asunto de profundo misterio. Sabemos que esto lo hace el Espíritu Santo. Cito
a Lewis Smedes:

El Espíritu es el lazo viviente entre Él y nosotros. Él toma lo que es de Cristo y lo “baja” hasta
nosotros. El Espíritu siempre es representado en términos personales. Él no es como un tubo por
el que la materia llamada vida nos es derramada a nosotros que estamos al otro lado. Él siempre
es un ser viviente, dinámico creador de vida; Él nos devuelve a nuestro sentido espiritual, nos
abre los ojos a la realidad de Cristo, alimenta nuestra fe, nos disciplina, y sobre todo, nos injerta
al Cristo viviente.[6]

No hemos sido eliminados de esta unión, sino que Cristo ha sido añadido. No hemos sido
eliminados, sino que hemos sido cambiados por el Espíritu que ha tomado residencia dentro de
nosotros. Además, no se nos ha entregado una guía ni se nos ha dicho que busquemos nuestro
camino al cielo. Al contrario, se nos ha dado un Guía que nos acompañará hasta ahí
personalmente.
¿Vamos a Persistir en el Pecado?

Como notamos anteriormente, Pablo contesta esta pregunta con una resonante negativa. No
podemos persistir en el pecado, arguye él, porque “hemos muerto al pecado”.
Desafortunadamente, esta frase ha sido sujeta a mala interpretación, a veces con catastróficos
resultados.

Un popular maestro de la Biblia interpreta la declaración de Pablo como que el pecado ya no
tiene ninguna influencia en el cristiano. Hace la pregunta: Si uno recostara a un muerto en la
pared, luego desfilara ante él a un grupo de mujeres escasamente vestidas, ¿qué efecto tendría
esto en él? Ningún efecto. ¿Por qué? Porque está muerto. El pecado ya no lo puede tentar.

Aunque ciertamente es muy atractiva, esta interpretación contradice la experiencia humana y
rinde incompresible la multitud de advertencias bíblicas de evitar el pecado. Pablo nos insta a no
rendir nuestro cuerpo al pecado (Ro 6:12-14), una admonición “totalmente innecesaria si hemos
muerto al pecado de tal manera que ahora no respondemos a él.”[7]8 Los que creen que de
cierto modo están más allá de ser tentados ignoran la advertencia del apóstol a los corintios: “Por
lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1Co 10:12).
Medita en Hebreos 4:14-16. Siendo que Cristo mismo fue tentado “en todo de la misma manera
que nosotros”, ¿no sería insensato fingir que nosotros no lo somos?

Algunos han tratado de entender la frase de Pablo “hemos muerto al pecado” como un
imperativo, un mandato, algo que el cristiano debe hacer. El próximo paso es insistir que todo
cristiano tenga una experiencia de “muerte al pecado” o de “muerte a sí mismo”: “Necesita morir
a sí mismo. Y si no ha sucedido, es necesario que lo considere que así es hasta que lo sea.”
“Si ustedes se consideran haber muerto en su muerte, y haber resucitado a una nueva manera
de vivir en su resurrección, el pecado ya no los dominará. Ahora viven bajo un régimen de
gracia, y la gracia no estimula el pecado, como lo hace la ley; la gracia libera del pecado y les
permite triunfar sobre él.”[8]
— F.F. Bruce

Si vemos “morir al pecado” como algo que debemos hacer, nos dirigimos hacia serio
desánimo...o algo peor. Yo creo que esta es la razón por la que muchos parecen caer tan de
repente. (¿Recuerdas a mi amigo Greg?) Luchan para mantener una apariencia externa de
victoria al mismo tiempo que por dentro su vida es una masa de frustración. Luego cuando por
fin se les acaba la gasolina, no tienen esperanza para volver a tratar. Habiendo aportado su
mejor esfuerzo, no ven cómo pueden posiblemente lograrlo.

Creo que Sinclair Ferguson tiene la interpretación más correcta de esta muerte al pecado. Él
escribe, “Pablo no nos está diciendo que hagamos algo; él está analizando algo que ya ha tenido
lugar”.[9]A pesar de nuestra continua vulnerabilidad ante la tentación del pecado, se pueden
decir dos cosas con certeza de los que han sido unidos con Cristo:
Medita en Romanos 6:18. Apréndete de memoria este versículo y tu “potencia de fuego”
aumentará inmediatamente.

Nosotros morimos a la paga (o culpa) del pecado.La Escritura dice claramente que “la paga del
pecado es muerte” (Ro 6:23). La muerte es la paga del pecado. Pero la muerte de nuestro Señor
eliminó la paga del pegado. Y porque estamos “en él”, nosotros también hemos muerto a la paga
del pecado. Otra manera de decir esto es, “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los
que están unidos a Cristo Jesús” (Ro 8:1).

Hemos muerto al reino del pecado. Como resultado de nuestra unión con Cristo en su muerte, ya
no estamos obligados a pecar. ¡Esto es emocionante! No es que ya no podamos pecar sino que
podemos no pecar. Pablo dice, “Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no
están bajo la ley sino bajo la gracia” (Ro 6:14).
4 Indica cuáles de las siguientes declaraciones son verdaderas y cuáles son falsas.

(Las respuestas están cabeza abajo en la parte inferior de esta página)

•Todo cristiano necesita tener una experiencia de “muerte a sí mismo”V F

•Un cristiano verdaderamente maduro ya no es tentado por el pecado V F

•El cristiano santificado no lucha con tentaciones mayores V F
•Porque estoy muerto “en Cristo” la paga del pecado no me puede hacer daño V F

La esclavitud es un tema prominente en Romanos 6, donde se presentan dos tipos muy
diferentes de esclavitud. Antes de ser cristianos éramos esclavos del pecado. No teníamos otra
opción aparte de pecar. Ahora que estamos en Cristo somos esclavos de Dios. La relación de
amo/esclavo que teníamos con el pecado ha sido rota. Ahora Dios es nuestro amo. Por lo tanto
es correcto decir, “No tengo que servir al pecado hoy. He sido puesto en libertad”. Pero la única
persona que puede verdaderamente decir esto es la persona que es esclava de Dios.

Aunque hemos muerto con Cristo, la Escritura nos exhorta a dar “muerte a los malos hábitos del
cuerpo” para que podamos vivir (Ro 8:13). Esperamos que el Apéndice B, que comienza en la
página , ilumine este tema que tiene la posibilidad de confundir.
Lo Necesario Para Cambiar

Ya hemos dicho lo suficiente sobre el fundamento para la victoria. ¿Cómo funciona en la
práctica?
Yo he tenido muchas oportunidades para confiar en estas verdades en mi propia vida y
ministerio pastoral. En más de una ocasión, hombres que luchaban con fantasías sexuales me
han pedido ayuda para renovar su mente. La lujuria es un asunto completamente antitético a
toda la noción de la santidad. Los que luchan con ella se desesperan por ser liberados. Pero es
muy raro que la ayuda duradera llegue inmediatamente.

Recuerdo a un hombre en sus treinta que demostró la actitud correcta hacia este problema. Su
conciencia había sido despertada y vio su pecado bajo la luz de la santidad de Dios. Porque
quería ser libre para glorificar a Dios, estaba muy motivado y dispuesto a hacer el trabajo
necesario para crecer en santidad. Estos fueron los pensamientos que compartí con él de
Romanos 6:
Para más estudio: Lee Efesios 4:22-24. ¿Qué pasos prácticos puedes dar para implementar este
mandamiento?

Saber la verdad. “Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro
cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del
pecado” (Ro 6:6).

Debemos primero saber para poder creer. El conocimiento espiritual precede a la fe. Yo le sugerí
a este hombre que comenzara memorizándose el capítulo seis de Romanos. Pablo después
declara que “la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz” (Ro 8:6). ¿Qué mejor manera
de tener una mente espiritual que llenar la mente con la Escritura?
Respuestas: F, F, F, V

Es mucho más fácil seguir el ejemplo de Jesús de luchar contra la tentación con la Palabra de
Dios cuando esa Palabra ha sido guardada en el corazón. “En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti” (Sal 119:11). Necesitamos tener la verdad en nuestro corazón y en la
punta de la lengua. A medida que nos memorizamos la Escritura y meditamos en ella, seremos
transformados de enclenques espirituales que se dan por vencidos ante la más mínima
tentación, a guerreros espirituales que dicen, “Morimos al pecado; ¿cómo podemos vivir más en
él?”
“No hay nada, quizás, en todo el alcance y esfera de doctrina que, si se conoce a fondo y se
comprende, dé mayor seguridad, mayor consuelo y mayor esperanza que esta doctrina de
nuestra unión con Cristo”[10]
—D. Martyn Lloyd-Jones

Darlo por cierto. “En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a
su vida, vive para Dios. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado,
pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Ro 6:10-11).
5 La lucha contra el pecado comienza en tu mente. Traza una línea conectando cada uno de los
pensamientos destructivos abajo con el versículo que mejor lo refuta.
“Esta noche estoy solo...¿qué si alguien se mete a la casa?”      Fil 4:13
“Soy tan feo y gordo - de nada sirve seguir con la dieta.” 1Co 10:13
“Simplemente no me atrevo a hablar de Jesucristo a mi jefe.”      2Ti 1:7
“Nunca podré mantener mi virginidad.” Mt 19:26
“¿Cómo puedo perdonarlo por lo que hizo?”         Sal 139:14

“Este no es un juego de ‘hagamos de caso’”, escribe el teólogo F.F. Bruce. “Los creyentes deben
considerarse ser lo que Dios de hecho los hizo”.[11] Porque estamos muertos al pecado, la paga
y culpa del pecado ya no son un problema. Tenemos que agradecérselo a Jesús. Pero más allá
de esto, ya no estamos obligados a pecar, ¡sino que estamos vivos para Dios en Cristo Jesús!
Esta frase nos lleva otra vez a nuestra unión con Cristo y todas las bendiciones asociadas con
ese feliz principio.[12] “Considérense muertos al pecado” usa un término de contabilidad que
también se puede traducir como “estímense” o “calcúlense”. Si yo fuera confiable y le dijera que
he depositado dinero en su cuenta bancaria, usted lo consideraría como hecho. En esencia,
Pablo está diciendo, “No te comportes como perdedor, porque no eres perdedor. Compórtate
como el hijo de Dios que eres”.

Ofrézcanse a Dios. “No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de
injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la
vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia” (Ro 6:13).

Tenemos que escoger - muchas veces - todos los días. Podemos ofrecer las partes de nuestro
cuerpo a Dios para usarlas en justicia, o podemos ofrecerlas para uso pecaminoso. Nuestra
mente, lengua, ojos, y otras partes del cuerpo son en sí moralmente neutras. Pero la manera en
que decidimos usarlas determina si honramos o entristecemos a Dios.

Para más estudio: Nota los términos íntimos que Pablo usa en 1 Corintios 6:15-17 para describir
nuestra unión con Cristo. ¿Te motiva esto a honrar a Dios con tu cuerpo?

Los hábitos pecaminosos no se desarrollan de la noche a la mañana, y raramente cambian de la
noche a la mañana. Sólo pueden ser vencidos a través de la persistente aplicación de la verdad
de Dios. Pero como nota Jay Adams, esto requiere perseverancia:

Demasiados son los cristianos que se dan por vencidos. Quieren el cambio demasiado pronto.
Lo que en realidad quieren es el cambio sin la lucha diaria. A veces se dan por vencidos cuando
están a la puerta del éxito. Paran antes de recibir. Por lo regular se toma por lo menos tres
semanas de constante esfuerzo diario para que uno se sienta cómodo desempeñando una
nueva práctica. Y se toma como tres semanas más para hacer de la práctica parte de uno
mismo. Sin embargo, muchos cristianos no continúan ni por tres días. Si no reciben éxito
instantáneo, se desaniman. Quieren lo que quieren ahora mismo, y si no lo reciben ahora mismo,
se dan por vencidos.[13]

Una señora que conozco había sido atormentada con temerosos y depresivos pensamientos que
eran resultado de pecados cometidos contra ella en años pasados. Sus pensamientos negativos
la tenían en una cárcel espiritual. Si meditaba en esas anteriores experiencias o se encontraba
con una dificultad presente, una aguja de fonógrafo en su mente bajaba y comenzaba a tocar un
viejo disco de larga duración. Patrones de pensamiento repetidos a través de los años habían
hecho profundos surcos mentales que tocaban las mismas canciones deprimentes una y otra
vez.
“Sólo hay estas dos maneras de vivir: la vida de pecado motivada por los sentimientos que se
orienta hacia el yo, y la vida de santidad motivada por el mandamiento que se orienta hacia Dios.
Vivir según los sentimientos en vez de los mandamientos de Dios es un estorbo fundamental
para la santidad...Es una astuta ‘artimaña’ de Satanás para tentar a los hombres a pensar que no
pueden hacer lo que Dios exige porque no sienten ganas de hacerlo, o que deben hacer lo que
sienten ganas de hacer y que no pueden evitarlo”.[14]
— Jay Adams

Pero luego aprendió que no tenía que cantar con el disco. Cristo Jesús murió en la cruz para
hacer pedazos esos discos. A medida que aumentó esa conciencia, ella comenzó a reconocer
las canciones melancólicas cuando comenzaban a tocar y pronto las reemplazó con nuevos
cantos de la Palabra de Dios.

Cuando la gente oye la verdad librante de que las experiencias pasadas no tienen ya que dictar
su comportamiento presente, surge en su corazón la esperanza. Ya no es nuestro pasado, sino
el pasado de Cristo el factor decisivo en nuestra vida, porque estamos unidos a Él en su muerte
y en su nueva vida. Yo he tenido que aprender que cuando los recuerdos de pecados pasados
se me amontonan en la mente, inmediatamente debo hacer referencia a mi unión con Jesucristo.
Ahora, en vez de estar paralizado por la condenación, típicamente puedo volver esos recuerdos
en una oportunidad para dar gracias a Dios por perdonar mi pecado...aún ese.
Lancaster, Pennsylvania es hogar de un excelente ministerio para madres solteras. The House of
His Creation [La Casa de su creación] fue establecida y dirigida por Jim y Anne Pierson durante
muchos años. En una ocasión Anne me dijo de una recurrente dificultad con que se enfrentaban
sus jóvenes. Muchas de estas chicas habían quedado embarazadas como resultado de pecado
sexual, pero habían llegado a creer en Jesús y a recibir su perdón. Pero como a los cinco meses
de embarazo, cuando comenzaban a sentir a su bebé moverse dentro de ellas, recordaban
vívidamente sus antiguos pecados. Cada nueva patadita o salto interno del bebé multiplicaba su
culpa y su desánimo.
Cree en la Palabra y en el poder de Dios más de lo que crees en tus propios sentimientos y
experiencias. Tu Roca es Cristo, y no es la Roca la que sube y baja, sino tu mar.[15]
— Samuel Rutherford

Pero los hermanos Pierson ganaron al acusador en su propio juego. Anne enseñó a las jóvenes
a dejar que el movimiento del bebé sirviera como recordatorio de que Dios en verdad las había
perdonado, y que Él haría que todas las cosas resultaran para su bien. ¡Qué manera tan sabia y
creativa de tratar con la condenación!

Por medio de nuestra unión con Cristo hemos muerto a la paga y al poder del pecado. Su cuerpo
crucificado ha expiado por nuestra culpa, así como su cuerpo resucitado es nuestra promesa de
victoria. Nuestra unión con Cristo es la base para nuestra liberación de la esclavitud del pecado.
Es tan inalterable como inmerecida; tan suficiente como cierta. Si tan siquiera buscamos saber la
verdad, considerarla que así es, y luego ofrecernos en consistente obediencia a Dios, pasaremos
de fe a fe, de fortaleza a fortaleza, y de gloria a gloria.
Discusión En Grupo

  1. ¿Alguna vez te has identificado tan íntimamente con la experiencia de otra persona que te
parece como que lo habías experimentado tú?
  2. En tus propias palabras, trata de describir este misterio de estar unido con Cristo.
  3. ¿Cómo podemos considerarnos “muertos al pecado” cuando todavía somos tan susceptibles
a la tentación?
  4. . En vista de este capítulo, ¿cómo explicarías tú 1 Juan 2:1?
  5. . “No es que no podemos pecar”, escribe el autor, “sino que podemos no pecar” (página ).
¿Qué quiere decir?
  6. ¿Cómo cambiará este capítulo la manera en que tú resistes al pecado?

Lectura Recomendada

Men Made New por John R.W. Stott (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1966, 1984)

Romans Chapter Six: The New Man por D. Martyn Lloyd-Jones (Grand Rapids, MI: Zondervan
Publishing House, 1972)
Referencias

  1. ↑ D. Martyn Lloyd-Jones, Romans Chapter Six: The New Man (Grand Rapids, MI: Zondervan
Publishing House, 1972), pp. 4-6.
  2. ↑ John R.W. Stott, Men Made New (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1966, 1984), p.
30.
  3. ↑ Lewis Smedes, Union with Christ (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1970;
edición revisada, 1983), p. xi.
  4. ↑ D. Martyn Lloyd-Jones, Romans Chapter Six,p. 39.
  5. ↑ Sinclair Ferguson, Christian Spirituality: Five Views of Sanctification, Donald L. Alexander,
ed. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1988), p. 49.
  6. ↑ Lewis Smedes,Union with Christ, p. 32.
  7. ↑ John R.W. Stott, Men Made New, p. 40.
  8. ↑ F.F. Bruce, The Letter of Paul to the Romans: An Introduction and Commentary (Grand
Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1985), pp. 129-130.
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¿Cómo Puedo Cambiar?

  • 1. Por C.J. Mahaney Y Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church. Capítulo 1 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Cómo Usar Este Libro ¿Cómo puedo cambiar?, como todos los libros en la serie En busca de la santidad, está diseñado para uso en grupo o individual. La serie es el lógico resultado de cuatro profundamente enraizadas convicciones: ■La Biblia es nuestra medida infalible para la fe, doctrina, y práctica. Los que resisten su autoridad serán apartados del camino por sus propios sentimientos y tendencias culturales. ■El conocimiento sin aplicación carece de vida. Para poder ser transformados, debemos aplicar y practicar la verdad de la Palabra de Dios a la vida diaria. ■La aplicación de estos principios es imposible aparte del Espíritu Santo. Aunque debemos participar en el cambio, Él es la fuente de nuestro poder. ■La iglesia es el contexto deseado por Dios para el cambio. Nunca fue la intención de Dios que viviéramos aislados o independientes de otros cristianos. A través de dedicada participación en la iglesia local, encontramos instrucción, ánimo, corrección, y oportunidades para seguir adelante hacia la madurez en Cristo. A medida que estudias estas páginas, confiamos en que cada una de estas convicciones fundamentales serán reforzadas en tu corazón. Con la posible excepción de las preguntas para “Discusión en grupo”, el formato de este libro se presta igualmente para individuos como para grupos pequeños. Se ha incluido una variedad de diferentes elementos para hacer cada capítulo lo más interesante y útil posible. Para aquellos de ustedes que no se pueden satisfacer con un tema particular, hemos incluido al final de cada capítulo uno o más libros adicionales que les ayudarán a crecer en el Señor. Aunque se te anima a experimentar en tu uso de este libro, la discusión en grupo será mejor servida cuando los miembros estudien el material por adelantado. Y recuerda que no estudias este libro solo. El Espíritu Santo es tu tutor. Con su ayuda, este libro tiene el potencial de cambiar tu vida. Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church. Capítulo 2 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Prefacio Cuando yo estaba en la escuela intermedia, era requisito que todos corriéramos una carrera marcada con el reloj. Normalmente yo hubiera ejecutado una carrera marginal, si acaso. Pero esta vez decidí poner todo mi esfuerzo en la prueba. No me mal entiendas – aunque no soy un atleta sobresaliente, por lo regular mantenía mi paso, y estaba dispuesto a esforzarme en otros deportes. Pero la carrera larga era diferente. Era difícil. No compleja-sólo difícil. Quería decir dolor, y a mí no me interesaba el dolor. De hecho, durante una unidad de carrera larga en mi clase de gimnasia, mis amigos y yo, a escondidas de nuestro instructor, regularmente trotábamos un curso más corto que nos llevaba por el edificio de la
  • 2. secundaria, por el corredor donde estaban las clases de mecanografía, y luego salíamos de nuevo al campo. Así ahorrábamos casi cuarta milla del curso, hasta que el maestro de mecanografía cayó en la cuenta por el ensordecedor ruido de cascos que disturbaba su clase. Pero esta vez yo decidí hacer lo mejor que pudiera. De modo que, con toda mi fortaleza interior, me empujé hasta no más y entregué una carrera extraordinaria. De hecho fue tan extraordinaria, que el entrenador se enteró y trató de enlistarme para el equipo. Yo le respondí de la misma manera que había respondido a mamá cuando me sugirió que tomara clases de ballet junto con mis hermanas: -No gracias-. -Pero Robin,- me dijo ella, -los chicos también bailan ballet.- No este chico. Yo me sentía como que iba a morir después de esa carrera, y por razones obvias. No había hecho nada para entrenarme para la carrera-no podía molestarme con eso-así que no estaba en forma para perseverar. Veinticinco años después, he adquirido un nuevo respeto para la carrera larga. Es una de las mejores analogías para comprender la vida cristiana, como vemos tan claramente en la Escritura: “Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante” (Heb 12:1). Esta gran multitud de testigos incluye a esos heroicos hombres y mujeres de la historia bíblica- como Abraham, José, y Moisés-que corrieron fielmente su carrera (Heb 10). Aunque en la Escritura hay otras útiles ilustraciones de la vida cristiana, el tema de la carrera larga nos da mucho para pensar. Una carrera como esa exige perseverancia. Exige disciplina y entrenamiento. Exige fijar la vista en la meta. Y aunque no sea particularmente complicada, los corredores de éxito han estado entre nuestros atletas más inteligentes. Pueden armarse de sus recursos y enfocarlos en la tarea a mano, paso a paso. Hemos escrito este libro para los corredores-mujeres y hombres cristianos sinceramente interesados en correr la carrera que les está marcada. A los que han tratado y han fracaso y están a punto de darla por algo sin esperanza, ofrecemos ánimo. Habiendo nosotros tropezado lo suficiente en el camino, hemos consistentemente encontrado que Aquel que nos llama a correr es fiel. Su Palabra y su Espíritu nos están disponibles. No sólo eso, sino que tiene un interés compasivo en nuestro éxito. “No acabará de romper la caña quebrada”, dijo el profeta Isaías, “ni apagará la mecha que apenas arde” (Is 42:3). Cuando estés tan doblado que estás seguro de partirte en dos, cuando tu fuego esté casi apagado, Él está ahí para revivirlo. A los que puedan sentirse como que han logrado un cómodo grado de éxito en la vida cristiana, ofrecemos una exhortación. El profeta advirtió a sus oyentes, “¡Ay de los que viven tranquilos en Sión!” (Am 6:1). Una actitud así es extremadamente peligrosa, porque cuando creemos que tenemos afianzada la santidad, es cuando estamos más inclinados a relajar y confiar en nosotros mismos en vez de confiar en Dios. En ese punto por lo regular es necesaria una crisis para volvernos a la realidad. Finalmente, este libro es para los que simplemente desean crecer como cristianos, que están satisfechos en Cristo pero no satisfechos consigo mismos. Quizás estés frustrado con tu progreso. Quizás no estés seguro de dónde comenzar. Quizás hayas corrido muchas millas y simplemente necesitas un segundo aliento. Creemos que este libro ayudará.
  • 3. En un día cuando con demasiada facilidad se ofrecen soluciones rápidas a problemas que existen desde mucho tiempo, deseamos recomendar los caminos antiguos, habiéndolos encontrado probados y verdaderos. No hay atajos hacia la madurez cristiana. No hay un camino sin cruz para seguir a Cristo, no hay secreto instante para la vida cristiana. Pero como la carrera larga, si el camino de la cruz no es fácil, tampoco es complicado. Dios nos presenta un camino que es angosto pero recto. Él muestra sus caminos a los que están sinceramente interesados en seguirlo a Él, y Él se mostrará fuerte a favor de aquellos cuyo corazón es enteramente suyo. Nuestro propósito en introducir la doctrina de la santificación (eso es lo mejor que podíamos esperar hacer en un libro de este tamaño) es que podamos ser transformados según la imagen de Jesucristo (Ro 8:29). Y desde el comienzo damos énfasis al hecho de que el Espíritu de Dios es el que nos transforma (2 Co 3:18). Aunque se requiere de nuestro vigoroso esfuerzo, todo crecimiento es por su gracia. Con esa maravillosa verdad como nuestro bloque para comenzar, sigamos hacia la meta, cada uno confiado de que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo” (Fil 1:6). -Robin Boisvert “Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu” (2 Corintios 3:18) Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church. Capítulo 3 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Atrapado en la Trampa de la Brecha “Todos los que están luchando con la ira, por favor pasen al frente. Nos gustaría orar por ustedes.” Era domingo por la mañana. Yo acababa de enseñar sobre la ira, y quería dar al Espíritu Santo la oportunidad de obrar en el corazón de los presentes. Pero yo no podía haber anticipado la reacción. Casi veinte humildes santos pasaron al frente del auditorio-un grupo grande para una iglesia del tamaño de la nuestra. Pero no fue el número lo que captó mi atención. Fueron las personas. ¡Diecinueve de los veinte eran madres de niños pequeños! (La ira es un peligro de la ocupación, según la mayoría de las madres que he conocido.) Como su pastor, yo sabía que todas estas mujeres eran cristianas serias y dedicadas al Señor. Lo que hizo que pasaran al frente era su intensa frustración al encontrarse atrapadas en la brecha-una brecha entre el modelo bíblico para el control de sí mismas y su propio fracaso en vivir según ese modelo. Ya sea que el problema es la ira, el temor, la preocupación o algo tan común como la pereza, todos hemos experimentado esa brecha entre lo que somos y lo que debemos ser. La Biblia dice que somos nuevas creaciones, victoriosos, vencedores. Y no somos sólo vencedores-somos más que vencedores (Ro 8:37). A veces hasta nos sentimos así. Pero la mayoría de las veces se nos hace difícil ver más allá de nuestras limitaciones y perpetuos fracasos. Y siempre parece ser durante estos tiempos de la vida que Mateo 5:48 surge en nuestro plan de lectura bíblica: “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto”. Para más estudio: Hasta Pablo el apóstol cayó en la trampa de la brecha (Ro 7:21-25). ¿Puedes identificarte con su frustración?
  • 4. En silencio suspiramos y pensamos, Nunca sucederá. Yo llamo a este estado de mente la “trampa de la brecha”. Así es como funciona: Como cristianos todos tenemos cierto conocimiento sobre lo que Dios espera de nosotros. Pero logramos menos de lo que sabemos que debemos estar logrando. Luego entonces existe una brecha entre lo que sabemos que se nos exige y nuestro comportamiento en sí. Si la distancia entre lo que sabemos y lo que estamos viviendo se hace demasiado grande, correctamente se nos puede llamar hipócritas. “La vida cristiana se trata de hacernos en carácter intrínseco lo que ya somos en Cristo...El propósito de estos pasajes (v.g. Romanos 6, Colosenses 3:5-14, Efesios 4:22-32) es mostrarnos la gran brecha que existe entre lo que somos contados o considerados ser en Cristo (justificación) y lo que en realidad somos en la vida diaria (santificación) para poder instarnos a cerrar la brecha...el propósito de Pablo es instarnos a hacernos en la vida diaria lo que ya se nos considera ser en Cristo.”[1] — Jay Adams Esta brecha es un hecho de la vida cristiana. Para la mayoría de nosotros, no es necesario que nadie nos diga cuáles son nuestras inconsistencias-estamos perfectamente concientes de ellas. Esa conciencia debe servir para mantenernos humildes y dependientes de Dios para triunfar. Pero la trampa con frecuencia nos la tiende nuestra ignorancia de la doctrina de la santificación. En vez de reconocer que la brecha existe para instarnos hacia adelante en fervorosa confianza en Cristo, permitimos que nos condene y que detenga nuestro progreso hacia adelante. Somos atrapados a creer que simplemente somos perdedores, fracasos, que no servimos para nada...y que quizás ni tan siquiera somos cristianos. Algunos hasta pasan a la inactividad o a la desobediencia. Los que son atrapados en esta trampa (y, hasta cierto punto, todos lo somos) innecesariamente padecen de desánimo. Como pastor, una de mis mayores responsabilidades es ayudar a los individuos a salir de la trampa de la brecha. Con frecuencia me encuentro diciendo a la gente, “No será instante, y le exigirá serio esfuerzo, pero salir de la trampa de la brecha no es complicado. Y créame, valdrá la pena.” Quizás tú te has encontrado en la trampa de la brecha. Quizás estés ahí ahora mismo. Si así es, tenemos confianza de que este libro puede ayudarte a cerrar la brecha entre lo que debes ser en Cristo y lo que eres en la práctica. ¿Puedes imaginarte una vida en la que rompes los hábitos pecaminosos y haces verdadero progreso en la santidad? Esa vida es posible. Y este libro está escrito para ayudarte y animarte cuando hagas tuya esa vida. Entre “Ahora” y “Todavía no” 1 1 ¿Hay cosas en tu vida en las que sabes que no estás viviendo como Dios espera que vivas? (Describe brevemente una de esas cosas en el espacio abajo.) Sin duda, una de las cosas más frustrantes de la vida cristiana es la aparente contradicción entre lo que Dios espera que seamos y lo que nosotros, por experiencia, sabemos que somos. Observa a los corintios, por ejemplo. En un punto Pablo les asegura, “ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (1Co 6:11). Parece un caso cerrado, ¿no? Hasta que leemos la segunda carta de Pablo a esta iglesia, en la que parece decir casi lo opuesto: “Purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra
  • 5. santificación” (2Co 7:1). Espero que los corintios estuvieran un tanto confusos. ¿Estaban santificados...o contaminados? En realidad, estaban santificados y contaminados, y así estamos nosotros. Para poder explicar eso, permíteme llevarte brevemente por una tangente. Medita en 1 Juan 3:2-3. ¿Qué impacto debe tener en el “ahora” lo que pensamos del “todavía no”? El reino de Dios es tanto “ahora” como “todavía no”. Está presente en ciertos respectos y es futuro en otros. Nuestro Señor vino proclamando y demostrando que el reino (o dominio) de Dios había cruzado la historia humana: “Pero si expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el reino de Dios” (Lu 11:20). Sin embargo, el reino de Dios todavía no ha llegado en su plenitud. Eso no sucederá hasta que Jesús regrese en poder, cuando toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es Señor. Hasta entonces, sin negar la presente realidad del reino de Dios, oramos fervorosos, “Venga tu reino” (Mt 6:10). En este respecto, el reino de Dios paralela bastante nuestra vida individual. Dios, por medio de la maravillosa obra de justificación, nos ha declarado justos. Nuestra posición legal ante Él ha cambiado. Ese asunto ha sido arreglado una vez y por todas en la corte del cielo. Pero, en este lado del cielo, nuestra transformación interna es un proyecto en progreso. El proceso de santificación me mantiene ocupado personalmente como cristiano, y también me da suficiente trabajo como pastor. De modo que ¿tenemos victoria en Jesús o no? ¿Somos vencedores, o somos vencidos? Oscar Cullman sugiere una analogía de la Segunda Guerra Mundial que creo que nos puede ayudar a comprender esta aparente contradicción.[2] La historia nos cuenta de dos días importantes hacia el final de la II Guerra Mundial: D-Day (Día D) y VE-Day (Día VE). El D-Day tuvo lugar el 6 de junio de 1944 cuando las fuerzas Aliadas desembarcaron en las playas de Normandía, Francia. Este fue el punto decisivo en la guerra; una vez se llevó a cabo con éxito esta desembarco, la suerte de Hitler se selló. La guerra esencialmente había terminado. Pero la victoria total en Europa (VE-Day) no ocurrió sino hasta el 7 de mayo de 1945 cuando las fuerzas alemanas se rindieron en Berlín. Este intervalo de once meses se recuerda como uno de los períodos más sangrientos de la guerra. Se pelearon batallas campales por toda Francia, Bélgica, y Alemania. Aunque el enemigo había sido herido mortalmente, no sucumbió inmediatamente. “Elección divina es la garantía de que Dios se encargará de completar por gracia santificadora lo que su gracia electora ha comenzado. Este es el significado del nuevo pacto: Dios no sólo ordena obediencia, Él la da.”[3] - John Piper La cruz fue nuestro D-Day. Ahí el Señor Jesucristo murió para romper las cadenas del pecado de su pueblo. Por su muerte y resurrección somos justificados. Pero la victoria final espera el regreso de Cristo. No hay duda de cuál será el resultado de las cosas. Pero todavía nos encontraremos envueltos en escaramuzas y batallas hasta que el Señor aparezca en gloria para derrotar para siempre las fuerzas de las tinieblas. Para más estudio: Lee 1 Pedro 5:8-9. Aunque el triunfo final de Dios es inevitable, debemos luchar con un saludable respeto para nuestro adversario. Esta distinción, si se mantiene en mente, nos puede evitar mucho desánimo. La batalla todavía sigue atroz, pero la guerra ya se ganó. Una conciencia de la obra acabada de Cristo a nuestro favor es esencial para levantar el ánimo mientras buscamos la santificación. Debemos estudiar y meditar en la gran doctrina de la santificación hasta que penetre profundamente en nuestra conciencia. ¿Alguien quiere Listerine?
  • 6. Aunque estamos totalmente justificados en Cristo (D-Day), de ninguna manera estamos totalmente santificados (VE-Day). Algunos no han comprendido esto. El maestro de la Biblia Ern Baxter cuenta de un incidente que ocurrió durante el Avivamiento de la lluvia al final de los 1940. Había surgido una herética enseñanza llamada “Los manifiestos hijos de Dios”. Esencialmente era una doctrina que prometía total santificación en esta vida. En su forma más extrema, incluía la creencia de que una élite espiritual recibiría cuerpos glorificados antes del regreso de Cristo. Al final de una reunión en la que Baxter predicaba, varios hijos (e hijas) manifiestos aparecieron atrás del auditorio vestidos con túnicas blancas. Cuando terminó de predicar se deslizaron por el pasillo hasta el frente de la iglesia y comenzaron a tratar de hacer discípulos para su doctrina de absoluta perfección. Según él relata la historia, “La señora que era su líder tenía seria necesidad de usar Listerine. Esa no es la clase de perfección a la que yo añoro.”[4] Más común que el escenario de Ern Baxter son las situaciones que resultan de un concepto superficial, sencillo de lo que es la santificación. 2 Si tú buscaras total perfección en esta vida, ¿cuál de los siguientes te sería más difícil hacer? ❏Nunca conducir ni siquiera una milla sobre el límite de velocidad ❏Hablar con afecto y bondad a todo vendedor que llame por teléfono ❏Evitar todas las calorías innecesarias ❏Nunca usar el botón del despertador para dormir un poquito más ❏Siempre pagar los impuestos sobre ingresos con alegría Cuando yo era recién convertido, conocí a un joven llamado Greg, un admitido ladrón y drogadicto que al parecer se había convertido cuando estaba en la prisión. Se comportaba con audaz certeza y caminaba con un ligero contoneo. Más de una vez me dijo cómo había sido “salvado, santificado, y lleno con el Espíritu Santo.” Según él lo describía, todo parecía tan sencillo. Un día, cuando era recién convertido, se montó en un tren, y cuando se bajó horas después había tenido lo que él llamaba una “experiencia santificadora”. Me aseguró que una experiencia así era un preludio necesario para recibir el bautismo en el Espíritu Santo, y que una vez eso sucediera, uno estaba listo. Debo admitir que había ciertas cosas de Greg que decían que quizás no estaba muy santificado. Tenía una tendencia a pasar juicio y una actitud farisaica. Podía ser imperioso y rencoroso. Recuerdo su indignada expresión cuando un amigo sin darse cuenta puso algo sobre su Biblia: “¡Oye, disculpa, pero esa es la Palabra de Dios!” Con todo, él sí que podía citar la Biblia, y parecía entender su asunto de la santificación. Para más estudio: Lee Mateo 26:41. ¿Cuándo es seguro dar por sentado que hemos “logrado” la santificación? Qué impresión más desagradable me causó cuando Greg volvió a vender y a usar drogas fuertes. Los problemas de Greg incluían un incompleto, y por lo tanto incorrecto, entendimiento de la enseñanza de la Biblia sobre la santificación. Él había hecho lo que muchos hacen al enfocarse sólo en las citas bíblicas favoritas que parecen validar su experiencia personal. “La santidad no es el camino a Cristo. Cristo es el camino a la santidad.”[5] — Adrian Rogers La santificación es tanto definitiva (que ocurre en el momento de la conversión) como progresiva.
  • 7. No sucedió todo en una sola experiencia en el pasado, ni tampoco se debe considerar como algo que sólo sucede por grados. Fuimos cambiados y estamos cambiando. Sin amenguar el entusiasmo de nuestro exitoso desembarque en Normandía, seamos sobrios y realistas cuando asesoramos la oposición que se encuentra entre nosotros y Berlín. No tenemos la opción de subirnos al tren de la santificación, como Greg decía haberlo hecho. Va a ser una batalla a cada paso del camino. Vale la Pena el Trabajo Para muchos, “santificación” es otra de esas largas palabras teológicas que se oyen con frecuencia pero que raramente se entienden. Suena erudita e impráctica. Sin embargo es intensamente práctica. La doctrina de la santificación contesta las preguntas que ha hecho casi todo cristiano en la historia de la iglesia: ¿Cómo cambio? ¿Cómo crezco? ¿Cómo me hago como Cristo? ¿Cómo salgo de la trampa de la brecha? Cualquier cosa que pueda contestar esas preguntas vale la pena cierto esfuerzo. El Apéndice A (página ) muestra cómo diversas ramas de la Iglesia han manejado este asunto en el pasado, pero veamos lo que podemos aprender sobre esta esencial doctrina según se aplica a nosotros hoy. “¿Nos puede salvar la santidad? ¿Puede la santidad apartar el pecado, satisfacer por las transgresiones, pagar a Dios nuestra deuda? No, ni una pizca. Dios no permita que yo diga eso nunca. La santidad no puede hacer ninguna de estas cosas. Los santos más brillantes son todos ‘siervos inútiles’. Nuestras obras más puras no son más que trapos inmundos, cuando los probamos bajo la luz de la santa ley de Dios. El manto blanco, que Jesús ofrece y la fe pone, debe ser nuestra única justicia, el nombre de Cristo nuestra única confianza, el libro de vida del Cordero nuestro único derecho al cielo. Con toda nuestra santidad no somos mejores que los pecadores. Nuestras mejores cosas están manchadas y contaminadas con imperfección. Todas son más o menos incompletas, sus motivos son equivocados o su rendimiento es defectuoso. ‘Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte’ (Ef 2:8,9)”[6] — J.C. Ryle El significado bíblico de la palabra santificar es “apartar; consagrar”. Puede aplicarse a una persona, lugar, ocasión, u objeto. Cuando algo es santificado, es que se ha separado del uso común y se ha dedicado a un uso especial. Por ejemplo, en los tiempos de Moisés el Día de la Expiación era apartado (santificado) a un Dios santo. Ese día se convirtió en un día santo. Una cosa santificada no se hace santa simplemente por ser apartada; deriva su santidad de aquello a lo que ha sido dedicada. Porque sólo Dios es santo, solamente Él puede impartir santidad. Teológicamente la palabra “santificación” ha sido usada para describir el proceso por el que pasa el creyente a medida que el Espíritu de Dios obra en él para hacerlo como Cristo. El proceso comienza en el momento en que nacemos de nuevo y sigue mientras vivamos. Está marcado por el conflicto diario a medida que nos apropiamos de la gracia y la fortaleza de Dios para vencer el pecado que está en nosotros. Ten en mente que la culpa del pecado ya ha sido quitada por medio de la justificación, como lo explica Anthony Hoekema: la santificación quita la contaminación del pecado: Al decir culpa queremos decir el estado de merecer condenación o de merecer castigo porque la ley de Dios ha sido violada. En la justificación, que es un acto declarativo de Dios, la culpa de
  • 8. nuestro pecado es removida a base de la obra expiatoria de Jesucristo. Sin embargo, al decir contaminación queremos decir la corrupción de nuestra naturaleza que es el resultado del pecado y que, a su vez, produce más pecado. Como resultado de la caída de nuestros primeros padres, todos nacemos en un estado de corrupción; los pecados que cometemos no sólo son producto de esa corrupción sino que también añaden a ella. En la santificación la contaminación del pecado está en el proceso de ser removida (aunque no será totalmente removida hasta la vida que está por venir)[7] Para más estudio: ¿Te das cuenta cuán importante y beneficioso es temer al Señor? (Ve Salmo 19:9 y 25:14, Proverbios 1:7 y 9:10, y 1 Pedro 1:17.) La Biblia también describe la santificación como crecimiento en santidad. Por santidad me refiero a una devoción a Dios y el carácter que resulta de esa devoción. La santidad incluye amor y deseo de Dios[8] También incluye el temor de Dios, que John Murray ha llamado “el alma de la santidad”.[9] Habiendo sido liberado del temor del tormento eterno, el cristiano teme a Dios al enfocarse no en su ira sino en su “majestad, santidad y transcendente gloria...”[10] 10 El temor del Señor tiene en el corazón un efecto purificante y es una precondición para la intimidad con Dios. La santidad tiene que ver con más que moralidad y celo. Surge de una unión con Cristo y una pasión por darle honra. Una persona santa quiere ser como su Señor para darle placer a Él. Quiere sentir lo que Dios siente, pensar como Él piensa, y hacer su voluntad. En pocas palabras, desea tomar para sí el carácter de Dios para que Dios pueda ser glorificado. Ninguna empresa es más de digna de nuestro esfuerzo durante toda la vida: “Pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad (santidad) es útil para todo, ya que incluye una promesa no sólo para la vida presente sino también para la venidera. (1Ti 4:8). Tanto Dios como el hombre tienen lugares clave en la obra por gracia de la santificación. Él, por su admirable gracia, inicia nuestra salvación e imparte el deseo y el poder para vencer el pecado. Al responder a y confiar en su gracia, nosotros a nuestra vez obedecemos el mandamiento bíblico que dice “lleven a cabo su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad” (Fil 2:12-13). “La santificación, dice el catecismo Westminster Shorter (Q.35), es ‘la obra de la gracia libre de Dios, por la cual somos renovados en el hombre entero a la imagen de Dios, y somos capacitados más y más para morir al pecado, y vivir en justicia.’ El concepto no es que el pecado es totalmente erradicado (eso es decir mucho) o simplemente contrarrestado (eso es decir muy poco), sino que es un cambio de carácter divinamente forjado que nos libra de hábitos pecaminosos y forma en nosotros afectos, disposiciones, y virtudes como los de Cristo.”[11] — J.I. Packer El Nuevo Testamento fija un curso para vivir en santidad que es un campo medio (en realidad un campo más alto) entre el legalismo por un lado y el libertinaje por otro. Esas tradiciones de la iglesia que han puesto demasiado énfasis en la obra de Dios dentro de nosotros sin esperar que esa obra resulte en un creciente deseo de santidad, se apartan del camino hacia el libertinaje. “Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo. Su destino es la destrucción, adoran al dios de sus propios deseos y se enorgullecen de lo que es su vergüenza. Sólo piensan en lo terrenal” (Fil 3:18-19). Por otro lado, hay aquellos que han enfatizado tanto la parte del hombre, que elevan la técnica sobre la verdad de Dios y acaban en legalismo. (Por supuesto que hay variados grados de estas derivaciones.) Medita en 1 Timoteo 6:11-16. Pablo hubiera sido un sargento de entrenamiento muy motivador. Cómo Obtener la Perfección Una pregunta común que oigo a los cristianos hacer es, “¿Hasta dónde puedo esperar que llegue este proceso de santificación? ¿Algún día estaré completamente libre del pecado?” Es una pregunta que se hace especialmente relevante cuando leemos una declaración como la de
  • 9. Pablo a la iglesia de los filipenses: “Así que, ¡escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar. Y si en algo piensan en forma diferente, Dios les hará ver esto también” (Fil 3:15). Jesús lo dijo aún más enfáticamente en un versículo citado anteriormente: “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5:48). 3 Toma esta corta prueba de Verdadero/Falso para ver si has comprendido bien este material hasta aquí: (Las respuestas se encuentran cabeza abajo en la parte inferior de la página 9) •La palabra “santificar” quiere decir “destrozar; profanar”.V F •La santificación comienza en el momento en que uno nace de nuevo y sigue mientras vive.V F •La culpa de nuestro pecado ha sido removida por la justificación.V F •La santidad se refiere exclusivamente a la moralidad y celo de la persona.V F •Dios tiene toda la responsabilidad de nuestra santificación.V F ¿En realidad espera Dios que logremos la perfección? El anhelo por la perfección ha inspirado a muchos a seguir a Dios. A través de la historia humana poetas y filósofos han expresado el deseo de volver a lograr una inocencia y pureza perdidas. Los cantantes contemporáneos Crosby, Stills, y Nash celebraron la experiencia de Woodstock con una canción que decía, “Somos polvo de estrella, somos dorados, estamos atrapados en la ganga del diablo. Y tenemos que volver al Edén.” El problema es que no somos perfectos y lo sabemos. En el mundo de fantasía de las películas, Mary Poppins muy bien puede alegremente referirse a sí misma como “prácticamente perfecta en todo”, pero no es así en la vida real. Y ciertamente no vamos a lograr la perfección a través de Woodstock. Cuando el amanecer de...la santidad de Dios irrumpe en nuestro espíritu, somos liberados de todo pensamiento superficial e inadecuado sobre nuestra propia santificación. También somos preservados de cualquier enseñanza barata que nos animara a pensar que hay atajos por los que podemos obtener la santidad con más facilidad. La santidad no es una experiencia; es la reintegración de nuestro carácter, la reedificación de una ruina. Es labor diestra, un proyecto de largo alcance, que exige todo lo que Dios nos ha dado para vida y santidad.”[12] — Sinclair Ferguson R.A. Miller señala que la Escritura claramente nos dice que seamos perfectos, mientras que al mismo tiempo da evidencia de que la perfección no se puede lograr en esta vida.[13] 12 Esto nos presenta un dilema. No estamos libres para poner manos arriba y admitir derrota. Pero tampoco podemos adoptar una actitud respecto a la perfección que diga “puedo hacerlo”, que tiene más en común con el pensamiento positivo que con la Biblia. La única manera de resolver este dilema es darnos cuenta de que el Nuevo Testamento ve la perfección de dos maneras.[14] La visión de Pablo para los filipenses era la madurez, no la infalibilidad. Nota cómo la Nueva Versión Internacional traduce su comentario a la iglesia filipense: “¡Escuchen los perfectos! Todos debemos tener este modo de pensar” (Fil 3:15). Los “perfectos” en este sentido se pueden describir como “los que han logrado razonable progreso en el crecimiento y la estabilidad espiritual.” Medita en 1 Pedro 1:14-16. ¿Te parece poco realista este mandamiento? ¿Te pediría Dios a ti que hicieras lo imposible? Es algo natural que todo niño quiera ser grande, llegar a adulto. Esto no es menos cierto del creyente. Antes que adoptar una actitud casual o descuidada respecto al crecimiento, debemos dejar que el llamado a la perfección nos impulse hacia adelante en una seria búsqueda de ser
  • 10. como Jesús. El propio ejemplo de Pablo debe ser el modelo para todos nosotros: Respuestas: F, V, V, F, F No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. (Fil 3:12-14) 4 Una pegatina para el parachoques del automóvil que una vez fue muy popular decía, “Los cristianos no son perfectos, sólo son perdonados.” ¿Qué clase de actitud podría reflejar esto? (Especialmente si el automóvil va a más del límite de velocidad.) “Primero debemos ser hechos buenos antes de poder hacer el bien.”[15] — Hugh Latimer Vemos un segundo uso de la palabra perfección en la primera epístola de Pablo a los corintios. “Pero cuando llegue lo perfecto,” dice él, “lo imperfecto desaparecerá” (1Co 13:10). En este sentido, la perfección es una palabra correctamente restricta a Dios – una perfección que no veremos hasta que Cristo vuelva. El teólogo Louis Berkhof prefiere hablar de las perfecciones de Dios antes que de sus atributos.[16] Sólo Dios no tiene faltas. No importa cuánto maduremos en esta vida, jamás lograremos la perfección hasta ese día cuando Dios nos perfeccione en la gloria. Siete Razones Para Cerrar la Brecha Generalmente hablando, el mundo tiene una impresión negativa de la santidad. Muchos la igualan con una existencia aburrida, que carga con una cruz vacía de gozo. Parece más una justificación de sí mismo que dice “soy más santo que tú” que la gozosa experiencia que en realidad es. Al terminar, rechacemos esa idea examinando algunos de los muchos beneficios y bendiciones que ganamos al seguir a Cristo. Aquí hay siete frutos de la santificación: Dios es glorificado. Cuando nosotros somos santos, damos peso a lo que decimos de que Dios es tan real y maravilloso como decimos que es. Pablo nos dice que las buenas obras de los cristianos adornan la doctrina de Cristo (Tit 2:10). Hasta los que niegan a Dios son obligados a admitir su realidad cuando su pueblo anda en sus caminos. Continuo compañerismo en esta vida con la Trinidad. “Le contestó Jesús: -El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él” (Jn 14:23). Es un tremendo gozo y consuelo tener la presencia del Padre y del Hijo por medio del Espíritu Santo. Y Jesús indica que esta presencia es una presencia amorosa, no indiferente ni impersonal. Por supuesto que junto con su presencia viene su poder, que nos permite vencer los obstáculos de la vida. “No hay gozo permanente sin santidad...¡Cuán importante es, entonces, la verdad que santifica! ¡Cuán crucial es la Palabra que rompe el poder de los tesoros falsos! ¡Y cuán vigilantes debemos ser de alumbrar nuestros caminos y cargar nuestro corazón con la Palabra de Dios!”[17] - John Piper Compañerismo con otros cristianos. Si caminamos en oscuridad, no podemos gozar de auténticas relaciones con otros creyentes. “Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado” (1Jn 1:7). El Señor promete darnos compañeros, compañeros de viaje en el camino a la santificación. Por mi parte, he encontrado que la verdad de Dios combinada con el ejemplo del pueblo de Dios son
  • 11. absolutamente necesarios para mi crecimiento espiritual. Y cuando he andado en sus caminos nunca me ha hecho falta ninguno de los dos. Nos necesitamos unos a otros en el contexto de la iglesia para poder triunfar. La santidad y la comunidad cristiana van mano a mano. Seguridad de salvación. Aunque nuestra salvación no se basa en nuestro afán de ir tras la santidad, la seguridad de salvación seguramente está conectada con ello. En su segunda epístola, Pedro exhorta a sus lectores a hacer todo esfuerzo por amontonar virtudes espirituales, añadiendo virtud a la fe y entendimiento a la virtud hasta tener en medida abundante dominio propio, constancia, devoción a Dios, afecto fraternal y amor (2P 1:5-9). Él advierte que cuando éstos faltan, la persona puede olvidar... “...que ha sido limpiado de sus pasados pecados. Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” (2P 1:9-11) Evangelismo. De joven bajo la convicción del pecado, yo traté lo mejor que pude de encontrar faltas a los cristianos para poder rechazar su mensaje y despacharlos como hipócritas. Pero aunque no eran perfectos, yo no pude encontrar inconsistencias mayores. La familia grande que me extendió el evangelio hizo más impacto en mí con su modo de vivir que con sus palabras. El esposo amaba a su esposa, la esposa respetaba a su esposo, los hijos obedecían a sus padres, y todos tenían gozo. Yo nunca había visto nada así. Medita en 1 Pedro 2:12. Aunque los que no son cristianos se pueden burlar de tu estilo de vida ahora, ¿qué efecto tendrá al final en ellos? Se ha dicho que aunque el mundo no lea su Biblia, ciertamente lee a sus cristianos. Dios usa a gente santa para alcanzar a otros. No perfecta, sino santa. Entendimiento, sabiduría, y conocimiento. Estos tesoros esperan a los que buscan a Dios de todo corazón (Pr 2:1-11). Se esconden del perverso, el rebelde, y el necio. Ver a Dios. La Escritura nos dice, “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Heb 12:14). Aunque el total significado de este pasaje está envuelto en un velo de misterio, la Escritura sí tiene mucho que decir sobre la “visión beatífica”, o ver a Dios. Ocurrirá después del regreso de nuestro Señor cuando todo enemigo haya sido vencido y hayamos sido totalmente santificados. En ese tiempo nuestra visión de Dios será continua e intensa, sin distracción ni la conciencia de sí mismos que causa el pecado. Entonces conoceremos así como somos conocidos. No que nuestro conocimiento de Dios será completo, porque Él siempre nos revelará más y más de su infinito y maravilloso ser. “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.” - Jesús (Mateo 5:8) “Dichosos los de corazón limpio,” dijo Jesús, “porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8). Esta continua iluminación de su grandeza y bondad ciertamente es la maravilla más sobresaliente que resulta de una vida de santidad. Como puedes ver, hay suficientes buenas razones para cerrar la brecha entre lo que Dios espera de nosotros y nuestra propia experiencia. Fuimos hechos para compartir de su santidad-no sólo en el cielo, sino aquí en la tierra. Paso a paso, podemos aprender a vencer el pecado y a vivir de una manera que refleje más y más la gloria y el carácter de Dios. En este primer capítulo hemos tratado de estimular tu apetito por la santidad. Comenzando con el Capítulo Dos, vamos a empezar a formar el marco bíblico necesario para una vida santa y feliz. Discusión en Grupo
  • 12. 1. ¿Qué síntomas indican que uno está atrapado en la “trampa de la brecha”? 2. Una cierta brecha entre las normas de Dios y nuestro desempeño es inevitable; pero demasiada, y calificamos como hipócritas. ¿Dónde fijamos el límite? 3. ¿Cómo es que nuestra santificación es tanto historia pasada como esperanza futura? 4. El temor del Señor, dice el autor, es una “precondición para la intimidad con Dios” (página ). ¿Qué quiere decir? 5. ¿Hasta qué punto debe un cristiano maduro estar libre de pecado? 6. Ahora que has terminado este capítulo, ¿cómo explicarías Mateo 5:48 a un nuevo cristiano? Lectura Recomendada How to Help People Change 'por Jay E. Adams (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1986) Saved by Grace por Anthony A. Hoekema (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1989) Referencias 1. ↑ Jay E. Adams, The Biblical View of Self-Esteem, Self-Love, Self-Image (Eugene, OR: Harvest House Publishers, 1986), p. 78. 2. ↑ Oscar Cullman, Christ and Time (Philadelphia, PA: The Westminster Press, 1964), p. 3. 3. ↑ John Piper, The Pleasures Of God (Portland, OR: Multnomah Press, 1991), p. 147. 4. ↑ Ern Baxter, taped message, “Sanctification,” n.d. 5. ↑ Citado en Gathered Gold, John Blanchard, ed. (Welwyn, Hertfordshire, England: Evangelical Press, 1984), p.146. 6. ↑ J.C. Ryle, Holiness (Welwyn, Hertfordshire, England: Evangelical Press, 1879, reprinted 1989), p. 39. 7. ↑ Anthony A. Hoekema, Saved by Grace (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1989), pp. 192-93. 8. ↑ Jerry Bridges, The Practice of Godliness (Colorado Springs, CO: NavPress, 1983), pp. 15-20. 9. ↑ Ibid., p. 24. 10. ↑ Ibid., p. 26. 11. ↑ J.I. Packer, Concise Theology (Wheaton, IL: Tyndale House, 1993), p. 169. 12. ↑ Sinclair Ferguson, A Heart for God (Colorado Springs, CO: NavPress, 1985), p. 129. 13. ↑ R.A. Muller, The International Standard Bible Encyclopedia, Volume Four (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1988), p. 324. 14. ↑ William Hendriksen, New Testament Commentary: Philippians (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1962), p. 176. 15. ↑ Citado en Gathered Gold, p.148. 16. ↑ Louis Berkhof, Systematic Theology (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1941), p. 52. 17. ↑ Reference missing from original Por C.J. Mahaney. Traducción por Covenant Life Church. Capítulo 4 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Donde Todo Comienza No hace muchos años comenzó a circular el rumor de que una popular estrella de rock había “nacido de nuevo.” La reacción de la comunidad cristiana fue, como era de esperar, de mucho entusiasmo. Pero cuando se enteró de su supuesta conversión, la estrella de rock pronto puso fin al rumor: “Se informó que yo nací de nuevo. Eso no es verdad. Lo que dije fue que me había
  • 13. metido a la porno de nuevo.” Unas pocas letras pueden hacer toda una diferencia. A veces me hago escéptico cuando oigo vagos informes de que se han convertido figuras públicas. Aunque el individuo admita haber tomado la decisión de seguir a Cristo, su vida quizás no refleje el cambio correspondiente. Quizás no haya evidencia de un arrepentimiento, ni ninguna participación en una iglesia local. A medida que los ciudadanos ordinarios observan dichas aparentes contradicciones, concluyen incorrectamente que esto es lo que quiere decir nacer de nuevo. Medita en 1 Pedro 2:2-3. ¿Cuál es la “leche” que se describe aquí? ¿Por qué es esencial para el crecimiento espiritual la leche pura? Charles Colson es una notable excepción al patrón. Un anterior abogado y asistente presidencial en la administración del presidente Nixon, Colson fue condenado y encarcelado por su parte en el escándalo de Watergate. Pareció sospechoso cuando, durante ese tiempo, dijo haber entregado su vida a Cristo. Pero esa no era una trama para reducir su sentencia. La conversión de Colson fue genuina, según dejaba ver su nuevo estilo de vida. Su libro, Nacido de Nuevo, ofrece un elocuente y poderoso relato de su auténtico encuentro con el evangelio. Aunque la frase “nacido de nuevo” se usa comúnmente en la cultura de hoy, sus implicaciones teológicas han sido oscurecidas. Por ejemplo, cuando el boxeador George Foreman, que se había retirado, volvió al boxeo, los locutores deportivos dijeron que su carrera había “nacido de nuevo”. A los políticos que experimentan un retraso y luego vuelven a recuperar la popularidad a veces se les llama nacidos de nuevo. Y muchas personas piensan de los cristianos nacidos de nuevo como un hiperactivo grupo marginal dentro de la iglesia, sin darse cuenta de que el nuevo nacimiento ¡es un prerrequisito bíblico para siquiera ser parte de la iglesia! “Hacerse cristiano no es comenzar de nuevo en la vida; es recibir una nueva vida para comenzar.”[1] - Thomas Adams Hasta el cristiano maduro puede faltar en comprender esta crítica frase. Pero si alguna vez esperamos cambiar como Dios lo quiere, debemos comenzar con experimentar y entender lo que es la regeneración-el nuevo nacimiento. Aquí es donde comienza el proceso entero de la santificación. 1 ¿Cuál de las siguientes frases mejor describe, en tu opinión, lo que significa nacer de nuevo? (La respuesta está cabeza abajo en la parte inferior de la página) ❏Tomar una decisión de comenzar a vivir una vida mejor ❏Renovar un compromiso con Cristo ya perdido desde hace mucho tiempo ❏Pedir a Dios que te perdone tus pecados y que viva en tu corazón ❏Decir a todos tus antiguos amigos que se van a ir al infierno ❏Ninguno de los anteriores La Educación de un Fariseo La frase “nacido de nuevo” no se originó con el presidente Jimmy Carter. Se originó con Jesucristo. Descubramos dónde la introdujo y cómo quiso que se entendiera mientras escuchamos a escondidas una conversación capaz de doblar el cerebro en el tercer capítulo de Juan. Nicodemo era fariseo y miembro del concilio judío, el Sanedrín. Era muy respetado en Jerusalén como teólogo y maestro de la ley. En vista de su posición y prestigio, es sorprendente que
  • 14. Nicodemo hiciera una visita privada a Jesús. Después de todo, Jesús carecía de la preparación formal que Nicodemo y sus compañeros tanto valoraban. Además, este conservador rabí acababa de alborotar el templo al insinuar que tenía autoridad única de parte de Dios (Jn 2:13-22). Pero Nicodemo se sintió intrigado por la enseñanza de Jesús, y no podía negar ni rechazar los milagros que sucedían. Así que, con cierto grado de humildad, el prominente religioso privilegiado dijo al carpintero sin preparación académica de Galilea: Rabí, sabemos que eres un maestro que ha venido de parte de Dios, porque nadie podría hacer las señales que tú haces si Dios no estuviera con él (Jn 3:2). Respuesta: Ninguno de los anteriores. Para una definición bíblica, sigue leyendo. Una cosa se podría decir a favor de los fariseos - es que sabían la importancia de la etiqueta. Al dirigirse a Jesús como “Rabí”, Nicodemo expresó respeto por su posición como maestro y demostró disposición para aprender. Pero su próxima frase fue una de las que pronto se arrepentiría: “Rabí, sabemos...”. No era la manera recomendada para comenzar una conversación con el Hijo de Dios. Jesús pudo haber confrontado a Nicodemo por su arrogante actitud y pudo haber terminado ahí mismo la conversación. En vez de eso, decidió ayudar a Nicodemo a ver cuán limitado en realidad era su conocimiento. ¿Su método? Un rápido juego de Jeopardy (Peligro) bíblico. Categoría: Regeneración, por $200. “Raramente tomamos esta enseñanza [de que el hombre no puede entrar al reino de Dios] lo suficientemente en serio, quizás porque nos quita de debajo de los pies los últimos vestigios de nuestra natural suficiencia en nosotros mismos. Subraya la enseñanza bíblica de que nuestra salvación es toda por gracia. ¡Lo único que es necesario es lo que nosotros no podemos hacer!”[2] — Sinclair Ferguson “De veras te aseguro”, le contestó Jesús, “que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios” (vs. 3). La declaración del Señor dejó perplejo a Nicodemo. Él preguntó “¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo?” Nicodemo no podía comprender lo que Jesús quería decir, ni tampoco estaba acostumbrado a que se dirigieran a él de esta manera. Típicamente le tocaba a él dar las respuestas, no buscarlas a tientas. Pueda que haya estado en el templo cuando Jesús, a los doce años de edad, maravilló a los sacerdotes con sus preguntas. Pero Jesús ya no era un adolescente. Para más estudio: Lee Mateo 19:23-26. ¿Cuál es la posibilidad, aparte de la intervención de Dios, de que la persona entre al reino de Dios? “Yo te aseguro”, continuó Jesús, “que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios...no te sorprendas de que te haya dicho: ‘Tienen que nacer de nuevo’” (vs. 5,7). Pero Nicodemo se sorprendió. De hecho, se escandalizó. “¿Cómo es posible que esto suceda?” preguntó. En este momento Nicodemo necesitaba dos aspirinas. Para añadir a su dificultad tenía un sentido de humillación, especialmente cuando Jesús dijo, “Te digo con seguridad y verdad que hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto personalmente, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio. Si les he hablado de las cosas terrenales, y no creen, ¿entonces cómo van a creer si les hablo de las celestiales?” (vs. 11-12). “El nuevo nacimiento no es sólo un misterio que ningún hombre comprende, es un milagro que ningún hombre puede emprender.”[3] — Richard Baxter
  • 15. Es fácil mirar con desprecio al humillado erudito, pero sometámonos al mismo examen: ¿Comprendemos lo que Jesús decía sobre nacer de nuevo? ¿Nos sorprendemos ante las declaraciones de Jesús? A menos que hayamos llegado al lugar donde, como Nicodemo, preguntamos, “¿Cómo es posible que esto suceda?”, no es probable que hayamos comprendido totalmente el misterio y el milagro de la regeneración. Nada Que Contribuir 2 Al enfocarte en las partes individuales de la extraordinaria declaración de Jesús, ¿recibes una nueva percepción? Tienen que nacer de nuevo Lo que Jesús intencionalmente omitió fue toda sugerencia de que Nicodemo tenía personalmente toda la responsabilidad de nacer de nuevo. De hecho, dijo todo lo opuesto: “Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu” (Jn 3:6). Para más estudio: ¿Cómo es que la paternidad de Abraham de Isaac e Ismael muestra el contraste entre nuestros esfuerzos y los de Dios? (Ve Génesis 21:1-13 y Romanos 9:6-9) No es difícil ver por qué a Nicodemo le parecieran tan confusos los comentarios de Jesús. Habiendo entendido e interpretado incorrectamente la ley, los fariseos buscaban establecer su propia justicia ante Dios. Nicodemo habrá supuesto que nacer de nuevo (cualquiera que sea el significado) tenía que ver con algún esfuerzo o contribución de su parte. La mayoría de nosotros supondríamos lo mismo. Y es exactamente esa suposición lo que Jesús ponía en duda. “Tienen que nacer de nuevo” no es un mandamiento para creer en Cristo; es una declaración que clarifica lo que Él debe hacer en nosotros. “La regeneración es un cambio que Dios hace en nosotros”, escribe C. Samuel Storms, “no un acto autónomo que nosotros desempeñamos por nuestra propia cuenta”.[4] Pausa por un momento para considerar las asombrosas implicaciones de las palabras de Cristo: ■Aunque absolutamente esencial para la vida cristiana, la regeneración no se puede lograr con el esfuerzo humano. ■Dios es el único autor del nuevo nacimiento; no es un esfuerzo cooperativo. ■La regeneración es una experiencia que debemos tener pero que sólo Dios puede dar. No es por falta de inteligencia que Nicodemo encontró las palabras del Señor tan confusas; es porque exigían un cambio de paradigma en su modo de pensar. Le revelaron cuán indefenso era y cuánto dependía de la misericordia del Señor. Antes de seguir, permíteme clarificar un punto. No estoy disminuyendo la importancia del arrepentimiento y la fe. Estas deben caracterizar nuestra respuesta a la regeneración, y son esenciales para la conversión y para nuestra continua santificación. Pero desde mi perspectiva son el resultado del nuevo nacimiento, no la causa. El teólogo A.A. Hodge nos advierte que mantengamos la perspectiva de la Escritura: “Haga lo que haga el hombre después de la regeneración, la primera resurrección de los muertos debe originarse en Dios”.[5]
  • 16. “Una noche entre semana, cuando estaba sentado en la casa de Dios, no pensaba mucho en el sermón del predicador porque no lo creía. De repente me llegó el pensamiento, ‘¿Cómo es que llegaste a ser cristiano?’ Yo busqué al Señor. ‘Pero ¿cómo llegaste a buscar al Señor?’ En un momento la verdad me pasó por la mente como un relámpago – yo no debí haberlo buscado a Él a menos que haya habido una previa influencia en mi mente para hacer que lo buscara. Yo oré, creía yo, pero luego me pregunté, ¿Cómo es que llegué a orar? Fui inducido a orar al leer la Escritura. ¿Cómo es que llegué a leer la Escritura? La leí yo, pero ¿qué me llevó a hacerlo? Luego, en un momento, vi que Dios estaba detrás de todo, y que era Él el autor de mi fe, y así toda la doctrina de la gracia se abrió ante mí, y de esa doctrina no me he apartado hasta este día, y deseo hacer de esta mi constante confesión, ‘atribuyo mi cambio totalmente a Dios’”.[6] —Charles H. Spurgeon Considera esto con cuidado. Aprecia la radical transformación que se exige, y cuán incapaz e impotente eres para producirla. La regeneración es la distintiva obra de Dios solamente. Como dice J.I. Packer, “No es un cambio que el hombre hace algo para efectuar, tal como los infantes no hacen nada para inducir, ni contribuir, a su propia procreación y nacimiento”.[7]No nacemos “por voluntad humana, sino que...de Dios” escribió Juan (Jn 1:13). Una nueva, justa naturaleza ha sido impartida, de la que Dios es el único autor. Además, tenemos la seguridad de que “el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Fil 1:6). ¡Eso debería producir verdadero regocijo! Medita en Tito 3:4-7. Reconocer el origen de nuestra salvación (v. 5) fortalece nuestra esperanza de la vida eterna (v. 7). Ya no necesitamos preguntarnos si nuestra voluntad y autodisciplina son suficientes. No lo son. Ser conformados a la imagen de Cristo no depende de nuestra habilidad. Más bien, podemos confiar respecto a nuestro crecimiento en santidad gracias a la obra definitiva de Dios. Él ha puesto dentro de nosotros una nueva disposición, una pasión por la justicia. “Esto”, dice J. Rodman Williams, “es el milagro más grande que cualquier persona puede experimentar”.[8] Que Haya Vida ¿Qué es lo que en realidad ocurre cuando uno nace de nuevo? J.I. Packer dice que la palabra regeneración “denota un nuevo comienzo de vida. . . habla de una renovación creativa efectuada por el poder de Dios”.[9] Cuando Dios te regeneró a ti, te llamó a ser algo que no existía anteriormente. La Biblia lo describe de esta manera: “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo” (2Co 4:6). El paralelo aquí entre nuestra regeneración y la creación es intencional. Nuestra regeneración no fue un acto menos creativo de Dios. El mismo Dios que dijo: “Que haya luz” un día nos habló a nosotros y dijo, “Que haya vida”. ¡Y hubo vida! Medita en 1 Pedro 1:23. ¿Cómo añade esta analogía a tu entendimiento del nuevo nacimiento? El nuevo nacimiento también se puede ver como una resurrección. Aunque estábamos muertos en pecado y éramos incapaces de alterar esta condición, ahora hemos sido hechos vivos a Dios por la regeneradora obra del Espíritu Santo. El teólogo R.C. Sproul explica esto en mayor detalle: 3 He aquí la situación: Tú eres un especialista en la juventud que asesora a jóvenes con un raro desorden mental – están absolutamente convencidos de que se dieron a luz a sí mismos. ¿Qué clase de ansiedades esperarías que esto produjera en ellos? (¿Esperarías ver similares ansiedades en los cristianos que no entienden el papel que desempeña Dios en la regeneración?)
  • 17. El Espíritu vuelve a crear el corazón humano, reviviéndolo de la muerte espiritual a la vida espiritual. Las personas regeneradas son nuevas creaciones. Mientras que anteriormente no tenían disposición, inclinación, ni deseo de las cosas de Dios, ahora están dispuestas e inclinadas hacia Dios. En la regeneración, Dios siembra un deseo de sí mismo en el corazón humano que de otra manera no estaría ahí.[10] “Un hombre muerto no puede ayudar en su propia resurrección”, observa W.G.T. Shedd.[11] Si no hubiera sido por la obra de gracia del Espíritu Santo, quien nos dio una nueva vida completa con una nueva naturaleza y un nuevo deseo de agradar, servir, obedecer, y glorificar a Dios, todavía estaríamos espiritualmente muertos y seríamos hostiles hacia Dios. La regeneración se distingue de las otras facetas de nuestra salvación. Por ejemplo, aunque la justificación altera nuestra posición legal ante Dios (o sea, somos declarados justos en vez de culpables), la regeneración transforma nuestra naturaleza fundamental. Este cambio interno es tan radical y extenso que ahora se nos describe como nuevas creaciones. La imagen de Dios que se corrompió en la caída del hombre se vuelve a crear a través del nuevo nacimiento y es progresivamente renovada a través de la santificación. Pero a diferencia de la santificación, la regeneración no es un proceso. No toma lugar gradualmente ni por grados. Es una obra soberana e instantánea de Dios en nuestra vida. “La regeneración es un cambio que se conoce y se siente: se conoce por las obras de santidad y se siente por una experiencia de gracia”.[12] — Charles H. Spurgeon Por favor no me mal entiendas. No todos son regenerados con todas las dramáticas experiencias que tuvo Pablo. Aquí estaba un hombre que fue sobrenaturalmente cegado por tres días y a quién se le habló audiblemente desde el cielo. Pero Pablo no fue la única persona que nació de nuevo en el libro de los Hechos. Cuando Lidia oyó el evangelio en una reunión de oración para mujeres, “el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo” (Hch 16:14). Eso fue lo único. Los ojos de Pablo fueron temporalmente cegados, y el corazón de Lidia fue tranquilamente abierto. Diferentes experiencias, pero el resultado fue exactamente el mismo. Para más estudio: ¿Quién es “el que santifica”? (Hebreos 2:11). ¿Para qué etapas de nuestra santificación es responsable Él? (Hebreos 12:2) Con frecuencia somos tentados a medir la autenticidad de una conversión por las experiencias que la acompañan. A todos les gusta oír a un líder de pandilla o vendedor de drogas cuya vida es dramáticamente cambiada. Pero supongamos que tú eres una Lidia. Simplemente ibas conduciendo el automóvil un día, escuchando una cinta que alguien te había prestado, y sin nadie como testigo Dios suavemente te abrió el corazón. No oíste ninguna voz, el auto no se salió de la carretera. Nada dramático. Pero al llegar al trabajo sabías, aunque no lo pudieras explicar, que algo significante había sucedido. Eras diferente. Habías nacido de nuevo. Yo he tenido el privilegio de visitar el lugar en Inglaterra donde John Wesley nació de nuevo. Considera este sencillo relato de ese momento: “Sentí el corazón extrañamente tibio dentro de mí”. No lo que uno describiría como una experiencia explosiva, pero la validez y el impacto de la regeneración de Wesley no se puede negar. 4 En el espacio abajo, o al pie de esta página, traza una sencilla línea de tiempo de tu vida, comenzando con tu nacimiento y extendiéndola hasta el presente. Luego indica cuándo experimentaste cada uno de los siguientes: regeneración, justificación, santificación, arrepentimiento, y fe. ¿Cuál sucedió en un punto específico en el tiempo? ¿Cuáles continúan por el presente?
  • 18. Ya sea discreto o dramático, cada nuevo nacimiento tiene esto en común: su autoría ha sido exclusiva y totalmente de Dios. La trama y los personajes son únicos, pero la historia es siempre la misma. Somos nuevas creaciones. Lo viejo ha pasado, lo nuevo ha llegado. Una Resolución Inútil No es sólo en su evangelio que encontramos a Juan incluyendo notables declaraciones sobre la regeneración. Terminemos examinando estas asombrosas palabras: Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. (1Jn 3.9) ¿Alguna vez has leído este versículo y te has sentido confuso? No es posible que pueda querer decir lo que dice...¿no? Pocas personas pueden existir siquiera una hora o dos sin pecar de un modo u otro. Quizás el verdadero significado del versículo se perdió en la traducción. Por otro lado, nos preocupamos, ¿y qué si está correcto? Esa no parece ser mi experiencia...¿eso quiere decir que no he “nacido de Dios”? Juan no está sugiriendo que los verdaderos cristianos son incapaces de pecar. Eso es evidente en el primer capítulo de la misma epístola, donde escribió, “Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad” (1Jn 1:8). No-el pecado todavía está muy presente, y aunque su dominio en nuestra vida ha sido destruido, podemos rendirnos ante su influencia en cualquier momento. Pero al escribir que el que nace de Dios “no puede practicar el pecado”, Juan demuestra que la regeneración nos ha hecho incapaces de seguir pecando. El significado de Juan en este pasaje, según Anthony Hoekema, es que el cristiano “no sigue practicando y gozándose en el pecado, con total abandono...no es capaz de seguir pecando con gozo, de seguir viviendo en pecado”.[13] John R.W. Stott lo resume más sencillamente: “El creyente puede caer en pecado, pero no caminará en él”.[14] ¿Ves la diferencia? “La regeneración ocurre principalmente en el centro del ser del hombre, o sea, en su corazón o espíritu. En este nivel más profundo de la existencia humana hay un cambio decisivo”.[15] — J. Rodman Williams Supongamos que yo fuera lo suficientemente necio como para probar la aserción de Juan al tomar esta resolución personal: “En los próximos seis meses trataré de desarrollar un estilo de vida pecaminoso”. Esto obviamente no es algo que yo desearía ni recomendaría. Sin embargo, no creo que podría llevar a cabo tal resolución. ¿Por qué? Porque he nacido de Dios. Ahora tengo un nuevo corazón, una nueva vida, y una nueva inclinación a buscar la santidad y agradar a Dios. Aunque todavía cometo pecados, por su poder de regeneración soy incapaz de dedicarme al pecado o de seguir en él. Jamás volveré a poder gozar del pecado como un estilo de vida. Sólo un hecho divino pudo haber logrado un cambio semejante. Medita en Efesios 4:22-24. ¿Qué caracteriza al “nuevo ser” en que nos hemos convertido a través de la regeneración? Ya no estamos desvalidos o indefensos en nuestra diaria confrontación con el pecado. No estamos destinados a andar en continua desobediencia y derrota. Dios interna, sobrenatural, y fundamentalmente nos ha transformado. Ahora poseemos el deseo y habilidad de agradarlo a Él por el resto de nuestra vida. Motivados y fortalecidos por la gracia, podemos anticipar una vida entera de cambio progresivo y definitivo. Aquí es donde comienza la santificación-en la seguridad y confianza de que hemos nacido de nuevo, no por nuestro propio esfuerzo sino por el poder y propósito de Dios. Discusión En Grupo
  • 19. 1. ¿Cuáles son algunas de las palabras que uno que no es cristiano podría usar para describir a un cristiano “nacido de nuevo” típico? 2. ¿Cuál es una posible razón por la que las conversiones de celebridades son frecuentemente superficiales? 3. Thomas Adams ha escrito, “Quitemos el misterio del nuevo nacimiento y le hemos quitado su majestad”.[16]¿Qué hace misteriosa la regeneración? 4. ¿Es una lucha para ti creer que Dios fue el único responsable por tu renacimiento? 5. Si Lidia y Pablo representan los extremos de la experiencia de nacer de nuevo, ¿dónde estarías tú en el espectro? 6. Habla de la línea de tiempo que trazaste en la página . ¿Alguna pregunta sobre la secuencia de la salvación? 7. Lee Hebreos 12:2. ¿Cómo afecta tu opinión de la santificación esta “garantía incondicional”? 8. ¿Este capítulo te ha hecho pensar de manera diferente sobre el nuevo nacimiento? Lectura Recomendada The Christian Life por Sinclair Ferguson (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989) God’s Words por J.I. Packer (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981) Referencias 1. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide (Orlando, FL: Ligonier Ministries, Inc., 1988), capítulo I, p. 14. 2. ↑ Sinclair Ferguson, The Christian Life (Carlisle, PA: The Banner of Truth Trust, 1989), p. 55. 3. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 20. 4. ↑ C. Samuel Storms, Chosen for Life (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1987), p. 108. 5. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19. 6. ↑ Charles Spurgeon, Autobiography, 1 (Edinburgh: Banner of Truth Trust, 1962), pp. 164-65. 7. ↑ J.I. Packer, God’s Words (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1981), p. 151. 8. ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II: Salvation, The Holy Spirit, and Christian Living (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1990), p. 37. 9. ↑ J.I. Packer, God’s Words, pp. 148-149. 10. ↑ R.C. Sproul, Essential Truths of the Christian Faith (Wheaton, IL: Tyndale House, 1992), pp. 171-172. 11. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo III, p. 19. 12. ↑ Citado en R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, capítulo II, p. 17. 13. ↑ Anthony A. Hoekema, Saved by Grace (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1989), p. 100. 14. ↑ John R.W. Stott, The Epistles of John (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1964), p. 136. 15. ↑ J. Rodman Williams, Renewal Theology, Volume II, p. 50. 16. ↑ Quoted in R.C. Sproul, Born Again: Leader Guide, Chapter II, p. 16. Por Robin Boisvert. Traducción por Covenant Life Church. Capítulo 5 del Libro ¿Cómo Puedo Cambiar?/Unidos Con Cristo Cuando me convertí en 1972, al comienzo del movimiento carismático y del movimiento del pueblo de Jesús, no me impresionaban los argumentos lógicos sobre Dios o la vida cristiana. La mía era una generación irreverente, una generación que “se iluminaba y permanecía iluminada”. Me inclinaba más a burlarme de cualquier conversación seria sobre el tema de la religión que escuchar.
  • 20. Lo que yo necesitaba era una experiencia con Dios. Y eso es exactamente lo que recibí. Conocí a una familia cristiana cuya vida llena de gozo hizo una tremenda impresión en mí. Hablaban de Jesús como si estuviera presente allí mismo, y se comportaban como si su vida hiciera una verdadera diferencia para ellos. Al principio pensé que eso era original. Pero luego sentí curiosidad. Me atrajo la calidad de su vida. Y cuando me explicaron que no siempre había sido así para ellos sino que Jesús había cambiado su vida, comencé a desear que lo mismo sucediera conmigo Medita en 2 Timoteo 3:16-17. Si de verdad quieres cambiar, he aquí el boleto. Al decir “vida cambiada” me refiero a la diferencia que Jesucristo hace en la manera, los hábitos, y la cosmovisión de la persona, hasta en el mismo centro de su naturaleza. Esta familia era prueba sólida de que Dios sí hace una diferencia. Y cuando yo nací de nuevo y mi vida comenzó a cambiar, también concluí que Jesús vive. Pero también aprendí que el cambio tiene que ver con algo más que una sola experiencia. Es necesario que entendamos cómo es que sucede ese cambio, por qué sucede, y quién hace que suceda. La Escritura trata directamente con esos asuntos. Aquí es donde vamos si queremos crecer. Una Carta a Roma 1 Después que naciste de nuevo, ¿cuál fue lo primero en tu vida que sabías que necesitabas cambiar? ¿Cómo vencemos el pecado y vivimos victoriosamente en Cristo? Los cristianos en todo lugar buscan respuestas a esta pregunta...muchos de ellos en los lugares equivocados. Como se podría esperar, Dios ha dado la respuesta en su Palabra. El sexto capítulo de la epístola de Pablo a la iglesia en Roma ha sido reconocido desde hace mucho tiempo por su esencial contribución a la doctrina de la santificación. En este capítulo encontramos a Pablo arguyendo a favor de un correcto entendimiento de lo que significa vivir como cristiano. Pero sería un error tratar de descubrir el significado que Pablo da en Romanos 6 sin tomar en cuenta su contexto, así que un breve repaso de esta epístola está en orden. Romanos, más que ninguna de las otras epístolas de Pablo, sistemáticamente expone la doctrina de la salvación. Luego de algunas expresiones de introducción, él suelta una dura condena de toda la raza humana, mostrando que todos somos culpables como pecadores ante Dios. Luego explica cómo es que Dios justifica a esos pecadores por medio de la fe en Jesucristo. Esto es lo esencial en los primeros cuatro capítulos. En el capítulo 5 Pablo comienza a hablar de la paz y seguridad que nos vienen como resultado directo de la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Ahora tenemos paz con Dios y podemos regocijarnos en la esperanza de la gloria de Dios. Hasta podemos regocijarnos en las tribulaciones que nos vienen porque desarrollan nuestro carácter y producen esperanza. El amor de Dios nos ha sido derramado a través del Espíritu Santo. Y siendo que estas grandes cosas fueron hechas por nosotros cuando éramos sus enemigos, podemos estar más que seguros de la continua gracia de Dios ahora que somos sus amigos. En la última parte del capítulo 5, Pablo bosqueja una comparación y un contraste entre Jesús y Adán, mostrando que el sacrificio de Cristo más que compensa por la miseria causada por el pecado de Adán. Termina el capítulo con estos dos versículos: Para más estudio: Los oponentes de Pablo convencieron a la iglesia de los gálatas de que su mensaje trivializaba la ley. Mira con qué fuerza Pablo responde en Gálatas 1:6-9 y 3:1-14. En lo que atañe la ley, ésta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó
  • 21. el pecado, sobreabundó la gracia, a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor (Ro 5:20-21). A Pablo le gustaría seguir describiendo las bendiciones de la justificación, pero hace una pausa, dándose cuenta de que la última frase fácilmente podría malinterpretarse. Por tanto comienza el capítulo 6 con un asalto frontal contra los que tratarían de torcer su significado:[1] “¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” (Ro 6:2). “¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” — Pablo el Apóstol (Romanos 6:1-2) Cuando se predica correctamente, el evangelio de la gracia siempre estará expuesto a la acusación de que promueve la infracción de la ley. Dondequiera que iba Pablo era acosado por oponentes que lo acusaban de enseñar que, siendo que estaban perdonados, no importaba cómo vivieran. Así era como distorsionaban su razonamiento: “Si Dios perdona libremente por gracia (lo que sí hace) y si es verdad que la gracia de Dios se magnifica en el perdón del pecado (lo que así es), entonces ¿por qué no pecar más todavía para que fluya más gracia y Dios reciba más gloria?” “Alto ahí”, dice Pablo. “Ustedes están pasando por alto algo fundamental. Por medio de este evangelio morimos al pecado. Y si ese es el caso, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?” Pablo pasa el resto del capítulo 6 contrarrestando esta acusación de faltar en el cumplimiento a la ley, o antinomianismo. Al hacerlo así, no solamente responde a sus críticos sino que nos da algo de la enseñanza más rica que se encuentra en el Nuevo Testamento. Pues aquí descubrimos lo que significa estar unidos con Cristo, un lugar que radicalmente altera nuestra relación con el pecado. ¿Estuviste Ahí? Para más estudio: Colosenses 3:3 dice “su vida está escondida con Cristo en Dios”. Eso da tremenda seguridad-una verdad que David capta bellamente en el Salmo 91. Todos podemos ver a individuos en el pasado que han influenciado nuestra vida: nuestros padres, un amigo especial, o quizás una buena maestra de primaria. Pero Jesucristo es diferente a cualquier otro. Es seguramente cierto que muchos que nunca han nacido de nuevo han sido influenciados por el ejemplo y la enseñanza de nuestro Señor, pero el Nuevo Testamento siempre ha sostenido que la verdadera fe en Jesucristo lleva a una relación mucho más penetrante e infinitamente más significante que la simple influencia moral. Pablo habla de que “estamos en Cristo” y que Cristo “está en nosotros”. Y las implicaciones de esta misteriosa unión son, sin ninguna exageración, asombrosas. John R.W. Stott ha escrito, El gran tema de Romanos 6, y en particular los versículos 1-11, es que la muerte y resurrección de Jesucristo no son sólo hechos históricos y doctrinas significantes, sino experiencias personales del creyente cristiano. Son sucesos en los que nosotros mismos hemos llegado a compartir. Todos los cristianos han sido unidos a Cristo en su muerte y resurrección. Además, si esto es cierto, es inconcebible que sigamos viviendo en pecado.[2] 2 Si pudieras compartir en los logros de uno de estos individuos famosos, ¿quién sería? ❏Martin Luther King, Jr.: Líder en la lucha por los derechos civiles ❏Winston Churchill: Político británico
  • 22. ❏Thomas Edison: Prolífico inventor ❏Beverly Sills: Cantante de ópera ❏Michael Jordan: Leyenda del baloncesto ❏Madame Curie: Primera persona en ganar dos premios Nobel ❏Jesucristo: Creador, Salvador, y Señor ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva. En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada en él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que no siguiéramos siendo esclavos del pecado. (Ro 6:3-6) Que nuestro Señor en realidad conquistó la muerte es una verdad abrumadora. Pero, tan admirable como es esto, es quizás más notable el hecho de que se nos considera estar unidos con Él en su muerte, sepultura, y resurrección. Pablo reitera esta verdad en otra epístola: He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí. (Gá 2:20) Nota las frases “con Cristo” y “en mí” en los pasajes anteriores. Indican nuestra unión con Jesucristo. Pablo usa el acto del bautismo para recordarnos estas verdades. Pero lo que está ansioso por demostrar no es el bautismo, sino la fe que lleva al bautismo. Es sobre esta fe que se basa nuestra presente unión con Cristo. Para más estudio: Nótense los lugares en Juan 17 donde Jesús se refiere a estar “en” sus discípulos y viceversa (vs. 21, 23, y 26). De modo que, ¿cuáles son las implicaciones de esta relación? De alguna manera estamos conectados con Jesucristo mismo. Y este es uno de esos casos en los que a quién uno conoce es mucho más importante que lo que uno sabe - una lección que yo aprendí en un café de Connecticut. En 1974 Joyce, mi hermana menor, y yo visitábamos a nuestra anciana abuela en Bridgeport, Connecticut. Un día Joyce sugirió que cruzáramos la calle para ir al café y comprar unos sándwiches. Pero el vecindario de abuela se había deteriorado, y al nomás entrar vi que habíamos cometido un error. El lugar estaba repleto de adolescentes de dura y amenazadora apariencia. Todo se volvió silencio y todos los ojos se fijaron en nosotros - y nadie sonreía. Varios pensamientos se cruzaron por mi mente. ¿Creerán que estamos invadiendo su territorio? ¿Serán lo suficientemente mayores como para saber que se pueden meter en un gran problema por asesinar? “¿Cómo puede una persona que vivió hace casi dos mil años radicalmente cambiar una vida humana aquí y ahora?....¿Acaso el Jesús del pasado se convierte, de hecho, en el Jesús del presente? El apóstol Pablo dice que así es. Y esta es la diferencia entre su influencia y la de cualquier otra persona de influencia. Él nos toca aquí y ahora, no simplemente con las ondas de las corrientes históricas que una vez puso en movimiento, sino al entrar en unión con nosotros personalmente.”[3] — Lewis Smedes Todavía me pongo nervioso al pensar en ello. Joyce, por el contrario, estaba tan fresca como una lechuga. Aunque atractiva y muy femenina, había pasado un par de años como directora en un campamento de adiestramiento del Cuerpo de trabajo en Montana donde obtuvo valiosa
  • 23. experiencia en cómo lidiar con delincuentes. Y en años futuros llegaría a prestar servicio como enfermera de salud pública en Alaska, a atravesar bastante del camino en la cordillera Appalachia, y a trabajar como enfermera de conmoción y trauma. (Estos son sólo los puntos sobresalientes.) Creo que se podría decir que carecía de todo miedo. Pero yo no. Mientras estábamos ahí de pie, rodeados de inminente peligro, Joyce notó mi temor. Me dijo en un tono que yo juzgué demasiado fuerte, “¿Qué te pasa? ¿Tienes miedo?” Yo no sentí ganas de contestar, por lo menos en ese momento. De alguna manera nos arreglamos para conseguir los sándwiches y salimos unos pocos minutos después sin ningún incidente. Ya seguros afuera, yo le dije a ella, “Joyce, esta es una parte peligrosa de la ciudad. Me alegro que estés conmigo. Necesito la protección." No es lo que uno sabe, sino a quién uno conoce lo que vale. El Significado de Unión Medita en Efesios 4:7-8. Qué mejor cautiverio que ser rehenes de Cristo Jesús. Todos los cristianos-no sólo la élite espiritual-están unidos a Jesucristo. Si uno no está unido a Cristo, no es cristiano.[4] 3 Medita en los siguientes hechos bíblicos. ¿Cuál de estos versículos te alienta más? ❏“Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas” (Gn 28:15). ❏“Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20). ❏“Ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios...podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ro 8:38-39). ❏“Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Heb 13:5). Nuestra unión con Cristo es una relación viviente que nos da la gracia para vencer el pecado y vivir vidas victoriosas. Jesús es el autor y consumador de nuestra fe, el capitán de nuestra salvación. Él es el pionero que ha ido delante de nosotros y hasta ha conquistado la muerte. Sinclair Ferguson lo describe como el alpinista principal de un equipo que escala el santo monte de Sión. Estamos amarrados a Él. Y es tan seguro que como Él ha triunfado, así triunfaremos nosotros.[5] Esta relación también se puede ver en las metáforas que nuestro mismo Señor usa cuando dice, “Yo soy la vid y ustedes son las ramas” (Jn 15:5). Se nos dice que permanezcamos en Él, pues aparte de Él no podemos hacer nada. La Versión Reina Valera Revisada también hace resaltar esto: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la [semejanza] de su resurrección. . .” (Ro 6:5, RVR). Nuestra unión con Cristo es dinámica, no estática. Él nos ha injertado a una relación que crece. Medita en Filipenses 2:1. Aunque nuestra unión con Cristo es un hecho, la conciencia de ese hecho debe generar suficiente sensibilidad. Ya sea que nos sintamos unidos con Cristo o no es de secundaria importancia; el hecho es que lo estamos. Este es nuestro estado como creyentes. ¿Acaso un matrimonio deja de existir sólo porque los esposos sienten cierta distancia entre ellos? Claro que no. Permanecen legalmente unidos aun cuando su afecto se enfríe por un tiempo. Los sentimientos - o la falta de ellos - de ninguna manera ponen en peligro el hecho de nuestra unión con Jesús. El matrimonio con frecuencia ofrece una bella analogía de nuestra unión con Cristo. En el matrimonio, dos personas se juntan para formar una nueva entidad, una unión. Retienen sus identidades individuales al mismo tiempo que emergen de una manera que es única y misteriosa. La mujer toma el nombre de su esposo, mostrando su sumisión a él. El esposo asume la responsabilidad por el apoyo y protección de su esposa. Tienen todos sus bienes y
  • 24. responsabilidades en común, y llevan anillos como simbólica evidencia de su especial relación. Así es cuando nos casamos con Jesucristo. Aunque retenemos nuestra propia personalidad, nuestra naturaleza cambia dramáticamente cuando compartimos de la divina naturaleza. Ya no somos la misma persona que éramos antes. Pertenecemos a Cristo, habiendo tomado su nombre. Nos hemos identificado con Él, deseando ser conocidos como suyos, sin importar el costo. Traemos a la relación todos nuestros bienes y responsabilidades y así lo hace también Él. (¡Qué mal negocio, al parecer, para el Señor - Él recibe nuestro pecado y nosotros recibimos su justicia!) Y por último, el bautismo es el “anillo de boda” que dice al mundo que observa que pertenecemos a Cristo. Para más estudio: Lee Juan 14:19. “Porque yo vivo, también ustedes vivirán”. ¡Qué promesa! Nuestra unión con Cristo es una unión duradera y eterna. Jesús alentó a sus discípulos con la promesa, “Así ustedes estarán donde yo esté” (Jn 14:3). El significado claro es que un día gozaremos de la presencia física del Señor, así como ahora gozamos de su presencia espiritual. Que el cristiano está unido a Jesucristo es un hecho claro. Pero exactamente cómo estamos unidos a Él es un asunto de profundo misterio. Sabemos que esto lo hace el Espíritu Santo. Cito a Lewis Smedes: El Espíritu es el lazo viviente entre Él y nosotros. Él toma lo que es de Cristo y lo “baja” hasta nosotros. El Espíritu siempre es representado en términos personales. Él no es como un tubo por el que la materia llamada vida nos es derramada a nosotros que estamos al otro lado. Él siempre es un ser viviente, dinámico creador de vida; Él nos devuelve a nuestro sentido espiritual, nos abre los ojos a la realidad de Cristo, alimenta nuestra fe, nos disciplina, y sobre todo, nos injerta al Cristo viviente.[6] No hemos sido eliminados de esta unión, sino que Cristo ha sido añadido. No hemos sido eliminados, sino que hemos sido cambiados por el Espíritu que ha tomado residencia dentro de nosotros. Además, no se nos ha entregado una guía ni se nos ha dicho que busquemos nuestro camino al cielo. Al contrario, se nos ha dado un Guía que nos acompañará hasta ahí personalmente. ¿Vamos a Persistir en el Pecado? Como notamos anteriormente, Pablo contesta esta pregunta con una resonante negativa. No podemos persistir en el pecado, arguye él, porque “hemos muerto al pecado”. Desafortunadamente, esta frase ha sido sujeta a mala interpretación, a veces con catastróficos resultados. Un popular maestro de la Biblia interpreta la declaración de Pablo como que el pecado ya no tiene ninguna influencia en el cristiano. Hace la pregunta: Si uno recostara a un muerto en la pared, luego desfilara ante él a un grupo de mujeres escasamente vestidas, ¿qué efecto tendría esto en él? Ningún efecto. ¿Por qué? Porque está muerto. El pecado ya no lo puede tentar. Aunque ciertamente es muy atractiva, esta interpretación contradice la experiencia humana y rinde incompresible la multitud de advertencias bíblicas de evitar el pecado. Pablo nos insta a no rendir nuestro cuerpo al pecado (Ro 6:12-14), una admonición “totalmente innecesaria si hemos muerto al pecado de tal manera que ahora no respondemos a él.”[7]8 Los que creen que de cierto modo están más allá de ser tentados ignoran la advertencia del apóstol a los corintios: “Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1Co 10:12). Medita en Hebreos 4:14-16. Siendo que Cristo mismo fue tentado “en todo de la misma manera que nosotros”, ¿no sería insensato fingir que nosotros no lo somos? Algunos han tratado de entender la frase de Pablo “hemos muerto al pecado” como un imperativo, un mandato, algo que el cristiano debe hacer. El próximo paso es insistir que todo cristiano tenga una experiencia de “muerte al pecado” o de “muerte a sí mismo”: “Necesita morir
  • 25. a sí mismo. Y si no ha sucedido, es necesario que lo considere que así es hasta que lo sea.” “Si ustedes se consideran haber muerto en su muerte, y haber resucitado a una nueva manera de vivir en su resurrección, el pecado ya no los dominará. Ahora viven bajo un régimen de gracia, y la gracia no estimula el pecado, como lo hace la ley; la gracia libera del pecado y les permite triunfar sobre él.”[8] — F.F. Bruce Si vemos “morir al pecado” como algo que debemos hacer, nos dirigimos hacia serio desánimo...o algo peor. Yo creo que esta es la razón por la que muchos parecen caer tan de repente. (¿Recuerdas a mi amigo Greg?) Luchan para mantener una apariencia externa de victoria al mismo tiempo que por dentro su vida es una masa de frustración. Luego cuando por fin se les acaba la gasolina, no tienen esperanza para volver a tratar. Habiendo aportado su mejor esfuerzo, no ven cómo pueden posiblemente lograrlo. Creo que Sinclair Ferguson tiene la interpretación más correcta de esta muerte al pecado. Él escribe, “Pablo no nos está diciendo que hagamos algo; él está analizando algo que ya ha tenido lugar”.[9]A pesar de nuestra continua vulnerabilidad ante la tentación del pecado, se pueden decir dos cosas con certeza de los que han sido unidos con Cristo: Medita en Romanos 6:18. Apréndete de memoria este versículo y tu “potencia de fuego” aumentará inmediatamente. Nosotros morimos a la paga (o culpa) del pecado.La Escritura dice claramente que “la paga del pecado es muerte” (Ro 6:23). La muerte es la paga del pecado. Pero la muerte de nuestro Señor eliminó la paga del pegado. Y porque estamos “en él”, nosotros también hemos muerto a la paga del pecado. Otra manera de decir esto es, “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Ro 8:1). Hemos muerto al reino del pecado. Como resultado de nuestra unión con Cristo en su muerte, ya no estamos obligados a pecar. ¡Esto es emocionante! No es que ya no podamos pecar sino que podemos no pecar. Pablo dice, “Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia” (Ro 6:14). 4 Indica cuáles de las siguientes declaraciones son verdaderas y cuáles son falsas. (Las respuestas están cabeza abajo en la parte inferior de esta página) •Todo cristiano necesita tener una experiencia de “muerte a sí mismo”V F •Un cristiano verdaderamente maduro ya no es tentado por el pecado V F •El cristiano santificado no lucha con tentaciones mayores V F •Porque estoy muerto “en Cristo” la paga del pecado no me puede hacer daño V F La esclavitud es un tema prominente en Romanos 6, donde se presentan dos tipos muy diferentes de esclavitud. Antes de ser cristianos éramos esclavos del pecado. No teníamos otra opción aparte de pecar. Ahora que estamos en Cristo somos esclavos de Dios. La relación de amo/esclavo que teníamos con el pecado ha sido rota. Ahora Dios es nuestro amo. Por lo tanto es correcto decir, “No tengo que servir al pecado hoy. He sido puesto en libertad”. Pero la única persona que puede verdaderamente decir esto es la persona que es esclava de Dios. Aunque hemos muerto con Cristo, la Escritura nos exhorta a dar “muerte a los malos hábitos del cuerpo” para que podamos vivir (Ro 8:13). Esperamos que el Apéndice B, que comienza en la página , ilumine este tema que tiene la posibilidad de confundir. Lo Necesario Para Cambiar Ya hemos dicho lo suficiente sobre el fundamento para la victoria. ¿Cómo funciona en la práctica?
  • 26. Yo he tenido muchas oportunidades para confiar en estas verdades en mi propia vida y ministerio pastoral. En más de una ocasión, hombres que luchaban con fantasías sexuales me han pedido ayuda para renovar su mente. La lujuria es un asunto completamente antitético a toda la noción de la santidad. Los que luchan con ella se desesperan por ser liberados. Pero es muy raro que la ayuda duradera llegue inmediatamente. Recuerdo a un hombre en sus treinta que demostró la actitud correcta hacia este problema. Su conciencia había sido despertada y vio su pecado bajo la luz de la santidad de Dios. Porque quería ser libre para glorificar a Dios, estaba muy motivado y dispuesto a hacer el trabajo necesario para crecer en santidad. Estos fueron los pensamientos que compartí con él de Romanos 6: Para más estudio: Lee Efesios 4:22-24. ¿Qué pasos prácticos puedes dar para implementar este mandamiento? Saber la verdad. “Sabemos que nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado” (Ro 6:6). Debemos primero saber para poder creer. El conocimiento espiritual precede a la fe. Yo le sugerí a este hombre que comenzara memorizándose el capítulo seis de Romanos. Pablo después declara que “la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz” (Ro 8:6). ¿Qué mejor manera de tener una mente espiritual que llenar la mente con la Escritura? Respuestas: F, F, F, V Es mucho más fácil seguir el ejemplo de Jesús de luchar contra la tentación con la Palabra de Dios cuando esa Palabra ha sido guardada en el corazón. “En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti” (Sal 119:11). Necesitamos tener la verdad en nuestro corazón y en la punta de la lengua. A medida que nos memorizamos la Escritura y meditamos en ella, seremos transformados de enclenques espirituales que se dan por vencidos ante la más mínima tentación, a guerreros espirituales que dicen, “Morimos al pecado; ¿cómo podemos vivir más en él?” “No hay nada, quizás, en todo el alcance y esfera de doctrina que, si se conoce a fondo y se comprende, dé mayor seguridad, mayor consuelo y mayor esperanza que esta doctrina de nuestra unión con Cristo”[10] —D. Martyn Lloyd-Jones Darlo por cierto. “En cuanto a su muerte, murió al pecado una vez y para siempre; en cuanto a su vida, vive para Dios. De la misma manera, también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Ro 6:10-11). 5 La lucha contra el pecado comienza en tu mente. Traza una línea conectando cada uno de los pensamientos destructivos abajo con el versículo que mejor lo refuta. “Esta noche estoy solo...¿qué si alguien se mete a la casa?” Fil 4:13 “Soy tan feo y gordo - de nada sirve seguir con la dieta.” 1Co 10:13 “Simplemente no me atrevo a hablar de Jesucristo a mi jefe.” 2Ti 1:7 “Nunca podré mantener mi virginidad.” Mt 19:26 “¿Cómo puedo perdonarlo por lo que hizo?” Sal 139:14 “Este no es un juego de ‘hagamos de caso’”, escribe el teólogo F.F. Bruce. “Los creyentes deben considerarse ser lo que Dios de hecho los hizo”.[11] Porque estamos muertos al pecado, la paga y culpa del pecado ya no son un problema. Tenemos que agradecérselo a Jesús. Pero más allá de esto, ya no estamos obligados a pecar, ¡sino que estamos vivos para Dios en Cristo Jesús! Esta frase nos lleva otra vez a nuestra unión con Cristo y todas las bendiciones asociadas con ese feliz principio.[12] “Considérense muertos al pecado” usa un término de contabilidad que también se puede traducir como “estímense” o “calcúlense”. Si yo fuera confiable y le dijera que he depositado dinero en su cuenta bancaria, usted lo consideraría como hecho. En esencia,
  • 27. Pablo está diciendo, “No te comportes como perdedor, porque no eres perdedor. Compórtate como el hijo de Dios que eres”. Ofrézcanse a Dios. “No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia” (Ro 6:13). Tenemos que escoger - muchas veces - todos los días. Podemos ofrecer las partes de nuestro cuerpo a Dios para usarlas en justicia, o podemos ofrecerlas para uso pecaminoso. Nuestra mente, lengua, ojos, y otras partes del cuerpo son en sí moralmente neutras. Pero la manera en que decidimos usarlas determina si honramos o entristecemos a Dios. Para más estudio: Nota los términos íntimos que Pablo usa en 1 Corintios 6:15-17 para describir nuestra unión con Cristo. ¿Te motiva esto a honrar a Dios con tu cuerpo? Los hábitos pecaminosos no se desarrollan de la noche a la mañana, y raramente cambian de la noche a la mañana. Sólo pueden ser vencidos a través de la persistente aplicación de la verdad de Dios. Pero como nota Jay Adams, esto requiere perseverancia: Demasiados son los cristianos que se dan por vencidos. Quieren el cambio demasiado pronto. Lo que en realidad quieren es el cambio sin la lucha diaria. A veces se dan por vencidos cuando están a la puerta del éxito. Paran antes de recibir. Por lo regular se toma por lo menos tres semanas de constante esfuerzo diario para que uno se sienta cómodo desempeñando una nueva práctica. Y se toma como tres semanas más para hacer de la práctica parte de uno mismo. Sin embargo, muchos cristianos no continúan ni por tres días. Si no reciben éxito instantáneo, se desaniman. Quieren lo que quieren ahora mismo, y si no lo reciben ahora mismo, se dan por vencidos.[13] Una señora que conozco había sido atormentada con temerosos y depresivos pensamientos que eran resultado de pecados cometidos contra ella en años pasados. Sus pensamientos negativos la tenían en una cárcel espiritual. Si meditaba en esas anteriores experiencias o se encontraba con una dificultad presente, una aguja de fonógrafo en su mente bajaba y comenzaba a tocar un viejo disco de larga duración. Patrones de pensamiento repetidos a través de los años habían hecho profundos surcos mentales que tocaban las mismas canciones deprimentes una y otra vez. “Sólo hay estas dos maneras de vivir: la vida de pecado motivada por los sentimientos que se orienta hacia el yo, y la vida de santidad motivada por el mandamiento que se orienta hacia Dios. Vivir según los sentimientos en vez de los mandamientos de Dios es un estorbo fundamental para la santidad...Es una astuta ‘artimaña’ de Satanás para tentar a los hombres a pensar que no pueden hacer lo que Dios exige porque no sienten ganas de hacerlo, o que deben hacer lo que sienten ganas de hacer y que no pueden evitarlo”.[14] — Jay Adams Pero luego aprendió que no tenía que cantar con el disco. Cristo Jesús murió en la cruz para hacer pedazos esos discos. A medida que aumentó esa conciencia, ella comenzó a reconocer las canciones melancólicas cuando comenzaban a tocar y pronto las reemplazó con nuevos cantos de la Palabra de Dios. Cuando la gente oye la verdad librante de que las experiencias pasadas no tienen ya que dictar su comportamiento presente, surge en su corazón la esperanza. Ya no es nuestro pasado, sino el pasado de Cristo el factor decisivo en nuestra vida, porque estamos unidos a Él en su muerte y en su nueva vida. Yo he tenido que aprender que cuando los recuerdos de pecados pasados se me amontonan en la mente, inmediatamente debo hacer referencia a mi unión con Jesucristo. Ahora, en vez de estar paralizado por la condenación, típicamente puedo volver esos recuerdos en una oportunidad para dar gracias a Dios por perdonar mi pecado...aún ese.
  • 28. Lancaster, Pennsylvania es hogar de un excelente ministerio para madres solteras. The House of His Creation [La Casa de su creación] fue establecida y dirigida por Jim y Anne Pierson durante muchos años. En una ocasión Anne me dijo de una recurrente dificultad con que se enfrentaban sus jóvenes. Muchas de estas chicas habían quedado embarazadas como resultado de pecado sexual, pero habían llegado a creer en Jesús y a recibir su perdón. Pero como a los cinco meses de embarazo, cuando comenzaban a sentir a su bebé moverse dentro de ellas, recordaban vívidamente sus antiguos pecados. Cada nueva patadita o salto interno del bebé multiplicaba su culpa y su desánimo. Cree en la Palabra y en el poder de Dios más de lo que crees en tus propios sentimientos y experiencias. Tu Roca es Cristo, y no es la Roca la que sube y baja, sino tu mar.[15] — Samuel Rutherford Pero los hermanos Pierson ganaron al acusador en su propio juego. Anne enseñó a las jóvenes a dejar que el movimiento del bebé sirviera como recordatorio de que Dios en verdad las había perdonado, y que Él haría que todas las cosas resultaran para su bien. ¡Qué manera tan sabia y creativa de tratar con la condenación! Por medio de nuestra unión con Cristo hemos muerto a la paga y al poder del pecado. Su cuerpo crucificado ha expiado por nuestra culpa, así como su cuerpo resucitado es nuestra promesa de victoria. Nuestra unión con Cristo es la base para nuestra liberación de la esclavitud del pecado. Es tan inalterable como inmerecida; tan suficiente como cierta. Si tan siquiera buscamos saber la verdad, considerarla que así es, y luego ofrecernos en consistente obediencia a Dios, pasaremos de fe a fe, de fortaleza a fortaleza, y de gloria a gloria. Discusión En Grupo 1. ¿Alguna vez te has identificado tan íntimamente con la experiencia de otra persona que te parece como que lo habías experimentado tú? 2. En tus propias palabras, trata de describir este misterio de estar unido con Cristo. 3. ¿Cómo podemos considerarnos “muertos al pecado” cuando todavía somos tan susceptibles a la tentación? 4. . En vista de este capítulo, ¿cómo explicarías tú 1 Juan 2:1? 5. . “No es que no podemos pecar”, escribe el autor, “sino que podemos no pecar” (página ). ¿Qué quiere decir? 6. ¿Cómo cambiará este capítulo la manera en que tú resistes al pecado? Lectura Recomendada Men Made New por John R.W. Stott (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1966, 1984) Romans Chapter Six: The New Man por D. Martyn Lloyd-Jones (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1972) Referencias 1. ↑ D. Martyn Lloyd-Jones, Romans Chapter Six: The New Man (Grand Rapids, MI: Zondervan Publishing House, 1972), pp. 4-6. 2. ↑ John R.W. Stott, Men Made New (Grand Rapids, MI: Baker Book House, 1966, 1984), p. 30. 3. ↑ Lewis Smedes, Union with Christ (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1970; edición revisada, 1983), p. xi. 4. ↑ D. Martyn Lloyd-Jones, Romans Chapter Six,p. 39. 5. ↑ Sinclair Ferguson, Christian Spirituality: Five Views of Sanctification, Donald L. Alexander, ed. (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1988), p. 49. 6. ↑ Lewis Smedes,Union with Christ, p. 32. 7. ↑ John R.W. Stott, Men Made New, p. 40. 8. ↑ F.F. Bruce, The Letter of Paul to the Romans: An Introduction and Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1985), pp. 129-130.