Este documento ofrece una lista de posibles defectos y actitudes defectuosas que las personas buenas podrían tener dificultad para encontrar durante la confesión. Incluye cosas como ser caprichoso, colérico, envidioso, egoísta, perezoso, vanidoso, impuntual, murmurador, indiferente hacia los demás, y descuidar la oración y la formación religiosa. Aunque algunas puedan parecer pequeñeces, el documento señala que son esas pequeñeces las que mantienen viva la llama de la fe y d
1. PROFUNDO EXAMEN, EN TIEMPO DE CUARESMA,
PARA AQUELLOS QUE NO ENCUENTRAN PECADOS
Parroquia San Fulgencio y San Bernardo - España
Para aquellos de ustedes que, gracias a Dios, no suelen incurrir en
actos gravemente pecaminosos, y que, por otra parte, experimentan
cierta dificultad a la hora de encontrar materia de la cual acusarse en
la Confesión, quizá pueda servirles de orientación la siguiente lista,
hecha a vuela pluma, y con escasas pretensiones y que bien podría
titularse algo así como "Elenco muy incompleto de defectos y
actitudes defectuosas en que suelen incurrir las buenas personas".
Como podrán observar, no se trata, en general, de cosas en sí
necesariamente graves, sino de modos de ser, de pensar o de actuar
que, aparte de desagradar a Dios, pueden hacer daño al alma y
dificultar la vida de los demás. ¿Se imaginan, por ejemplo, lo dura que
podemos hacer la vida de quienes con nosotros conviven -y más si de
nosotros dependen- cuando nos dejamos dominar por el pesimismo, la
intransigencia o la tacañería?
"Hemos de convencernos de que el mayor enemigo de la roca no es
el pico o el hacha, ni el golpe de cualquier otro instrumento, por
contundente que sea: es esa agua menuda, que se mete, gota a
gota, entre las grietas de la peña, hasta arruinar su estructura. El
peligro más fuerte para el cristiano es despreciar la pelea en esas
escaramuzas que calan poco a poco en el alma, hasta volverla
blanda, quebradiza e indiferente, insensible a las voces de Dios".
Se trata de saber si soy -y si desde la última Confesión se me ha notado
claramente-, aparte de otras cosas más gordas:
Caprichoso, tozudo, intransigente, colérico, irascible, agresivo,
discutidor implacable, quejumbroso, malhumorado, envidioso,
protestón por sistema, egoistón, susceptible, tacaño, mezquino,
propenso al complejo de víctima, perezoso, comodón, flojo, sensual,
equilibrista de la impureza, novelero, excesivamente soñador,
suavemente materialista, irresponsable, frívolo, vacío, superficial,
inconstante, mentiroso, tramposo, falto de autenticidad, desordenado,
vanidoso, arrogante, engreído, impuntual, rencoroso, murmurador,
chismoso, mal pensado, difamador, duro(a) para la comprensión,
burdo en la expresión, mal dispuesto contra todo y contra todos,
despreciativo, falto de espíritu universal, fácilmente injusto, ingrato,
desagradecido, poco propicio a la generosidad, indiferente hacia los
demás, aislacionista, individualista, sembrador de pesimismo,
incrédulo por comodidad, irreverente, poco piadoso, falto de visión
sobrenatural, falto de confianza en Dios, sordo a su voluntad, propenso
a olvidarme de Él, distraído en la liturgia, poco devoto de la Virgen.
2. Y examinar también: -si desprecio el tiempo, -si vivo
permanentemente descontento, -si me falta sentido del pudor, -si estoy
excesivamente seguro de las propias ideas, -si me siento como rey no
reconocido o injustamente destronado, y, en consecuencia, siempre
enfadado, -si en todas las cosas estoy en contra, -si vivo
exageradamente inquieto por el porvenir, -si no me preocupa el
sufrimiento ajeno ni las injusticias, -si sólo soyamable cuando me
conviene, -si soy propenso a dirigirlo todo hacia lo que me conviene, -si
carezco del "sentido del otro", -si pacto fácilmente con la injusticia, -si
siempre lo veo todo desde el punto de vista propio, -si suelo pasar
factura a los demás, por lo que hago o me parece hacer por ellos, -si no
doy limosna ni por casualidad, -si soynegligente en la educación de los
hijos, quizá con el pretexto del mucho trabajo, -si soy negligente en la
atención debida a los padres, esposa o esposo, -si aumento
innecesariamente la carga de los demás con caprichos y nuevas
necedades, -si sólo me preocupo de que mis padres me complazca, y
rara vez les doy una alegría, -si exijo mucho y doy poco, si acepto la
mediocridad en las cosas de Dios, si tengo tendencia a confiar más en
mí mismo que en la gracia, -si descuido la oración personal, -si no
procuro adquirir la debida formación religiosa, -si doy por supuesto
que el apostolado es cosa de los otros, -si vivo esquivando las cruces que
me santificarían, -si siento celos por el progreso espiritual de los otros, -
si me falta fe en el Magisterio de la Iglesia, -si tengo tendencia a
criticarla, -si me considero el mejor intérprete del Vaticano II, -si
contribuyo al desprestigio de las personas consagradas a Dios, -si
soytacaño en la ayuda económica a la Iglesia, -si llego habitualmente
tarde a Misa, -si descuido el ayuno y la abstinencia, -si..., muchas otras
cosas…
Después de esta relación meramente ejemplificativa, ¿continuarán
pensando algunos que todavía es difícil hallar (aun sin emplear
demasiado tiempo), cinco, seis, siete o diez pecados o defectos gordos
de los cuales acusarse? Y si fuese así, ¿no sería cosa de ir pensando en
introducir su proceso de canonización? Ya se dan cuenta de que ese
elenco no es sino un cajón de sastre, donde hay cosas que pueden ser,
o llegar a ser, incompatibles con una vida cristiana de verdad; y cosas
menos importantes, si se lucha contra ellas. Y si, refiriéndose a estas
últimas, me dijeran que son pequeñeces, yo podría responderles con
palabras ajenas, muy llenas de razón y muy experimentadas: "Sí,
verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que
mantienen viva la llama encendida de la luz".
_______________________________________
Tomado del libro: ALFONSO REY. El sacramento de la Penitencia. Ed. Palabra.
Madrid 1977. Fernando Botero H. CECAM Cuaresma de 2014