1. La máquina de
escribir fotográfica
o los
cuentos de luz
Reflexiones para fotógrafos de reportaje
A finales de los años setenta además de empezar a
dejar de usar camisas de bacterias, muchos de quienes
por inclinación terminábamos el día en un cuarto oscuro,
aspirábamos que nuestras capturas de luz recibieran la
calificación de obra de arte. Todavía a la sombra de una
supuesta relación con la pintura, la fotografía intentaba
entonces romper la filiación que desde su nacimiento la
insinuaba hermanastra menor, casi perversa y muy
artificial del arte pictórico.
“En estos días deplorables se ha producido una
industria nueva que ha contribuido no poco a confirmar
a la estupidez en su fe… de que el arte es y no puede
ser más que la reproducción exacta de la naturaleza…
Un Dios vengativo ha hecho caso a las peticiones de
esta multitud. Daguerre fue su mesías” (Benjamin, 52)
Si consideramos que un CD es hermano de una dona
porque al final... los dos son redondos con un hueco en
el medio, tendremos que aceptar que el CD es una
versión sintética y muy desabrida de la segunda. Bien,
en aquel tiempo empezamos a romper con la idea
heredada de los pinceles de luz (los primeros fotógrafos
se dedicaron al retrato utilizando técnicas de
composición pictórica) pero lejos de lograr una
identidad propia tropezamos con algunas definiciones
más afortunadas que otras.
Entre tantos clichés el de ... "dice más que mil palabras"
nos acerca indiscretamente a la literatura e
insospechadamente a sus géneros y estilos, así una
fotografía en esencia trata de decirnos algo, contarnos
algo, nos narra algo, nos reporta algo y... por qué no?
hace de algo, una poesía visual.
"La fotografía vino a tiempo para
liberar la pintura de toda literatura, de la anécdota,
e incluso del tema."
(Pablo Picasso)
2. Una aproximación interesante se puede desprender de
las siguientes líneas de Julio Cortázar:
La novela y el cuento se dejan comparar
analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida
en que una película es en principio un “orden abierto”,
novelesco, mientras que una fotografía lograda
presupone una ceñida limitación previa, impuesta en
parte por el reducido campo que abarca la cámara y por
la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa
limitación. No sé si ustedes han oído hablar de su arte a
un fotógrafo profesional; a mí siempre me ha
sorprendido el que se exprese tal como podría hacerlo
un cuentista en muchos aspectos. Fotógrafos de la
calidad de un Cartier-Bresson o de un Brasai definen su
arte como una aparente paradoja: la de recortar un
fragmento de la realidad, fijándole determinados límites,
pero de manera tal que ese recorte actúe como una
explosión que abre de par en par una realidad mucho
más amplia, como una visión dinámica que trasciende
espiritualmente el campo abarcado por la cámara.
Mientras en el cine, como en la novela, la captación de
esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante
el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que
no excluyen, por supuesto, una síntesis que dé el
“clímax” de la obra, en una fotografía o en un cuento de
gran calidad se procede inversamente, es decir que el
fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y
limitar una imagen o un acaecimiento que sean
significativos, que no solamente valgan por sí mismos,
sino que sean capaces de actuar en el espectador o en
el lector como una especie de apertura, de fermento que
proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que
va mucha más allá de la anécdota visual o literaria
contenidas en la foto o en el cuento. Un escritor
argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese
combate que se entabla entre un texto apasionante y su
lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que
el cuento debe ganar por knock-out.”
Sin pretensión alguna de afirmar o no, lo válido de esta
analogía, podríamos jugar a darle un poco más de
argumento; entonces la cámara fotográfica equivaldría a
la máquina de escribir (hoy computadora) y el fotógrafo
al el escritor detrás de ella, el resultado por parentesco
una hoja de papel, un cuento. Uno en frase, otro en
imagen, o sea algo así como, frase=imagen... un poco
más: oración = fotografía, desprendiendo que si la
primera la forman el sujeto, verbo y predicado en
nuestra fotografía estas formas deberán estar presentes
si pretendemos una lectura de nuestro mensaje.
3. El "sujeto fotográfico" es el eje o razón del cuento
debe ser fácilmente identificable y ocupar una posición
preponderante en nuestra composición, sobre él
estamos "escribiendo" en nuestra imagen.
Es el quién?
El "verbo fotográfico" viene a relatar la situación en la
que está envuelto el sujeto, trata de traducir la acción
congelada en la imagen en una continuidad dinámica en
la mente del observador.
Es el qué?
El "predicado fotográfico" nos dice cómo, cuándo,
dónde o cualquier información adicional que nos ayuda
a develar el por qué de lo que está haciendo el sujeto en
nuestro cuento.
Es la información complementaria.
SUJETO
VERBO
PREDICADO
Vista así, una fotografía debe ser capaz de relatar de
manera eficiente el mensaje o propósito de su autor,
dejando entonces a la técnica fotográfica el del buen
uso de ortografía sintaxis y estilo. Una fotografía sin
sujeto y verbo es como una frase, no termina de
decirnos nada, y a menudo ni sumando muchas de ellas
podemos trasmitir un mensaje, son solo formas gráficas
de mayor o menor atractivo como frases sin propósito...
mil palabras sin sentido.
Manuel Armirotti
CEO 2005-2011
Fatafarina C.A.
Comunicación Estratégica