El documento presenta una discusión sobre la definición y naturaleza del retrato fotográfico. Explora cómo diferentes fotógrafos han abordado el retrato de diferentes maneras, desde capturar la esencia de la persona hasta usar el retrato para documentar una época o lugar. También examina la relación entre el fotógrafo, el modelo y el espectador, y cómo cada uno aporta una perspectiva diferente a la interpretación del retrato.
1. Algunas opiniones acerca del seminario de retrato
“…Una fotografía no es sólo una imagen (en el sentido en el que lo es una pintura), una
interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real, como una huella o una
máscara mortuoria”. (John Berger. Mirar)
Según Wikipedia y otras varias definiciones: El retrato fotográfico es un género donde se reúnen
toda una serie de iniciativas artísticas que giran en torno a la idea de mostrar las cualidades físicas o
morales de las personas que aparecen en las imágenes fotográficas.
Definición general que puede o no ser compartida y que a poco de procesarla, genera al menos
algunos interrogantes - ¿se pueden mostrar las cualidades morales de una persona en una imagen?-
o en todo caso - ¿se puede intentar representar un aspecto del carácter del modelo?- ¿cuál es el
papel del fotógrafo?, ¿la pose es importante?, ¿el retrato tiene algo de verdad o es ficción?,
etcétera.
Sin embargo tomar como inicio una definición, aunque esta no sea compartida plenamente, ya es un
punto de partida y tener un punto referencial de alguna manera ordena el relato posterior.
Una tendencia muy marcada en la fotografía y también presente en otras disciplinas es la de
clasificar en géneros, naturaleza muerta, paisaje, desnudo y retrato - ¿será por una herencia derivada
del positivismo?-, definiendo el género, su características y alcances, bastaría para clasificar una
imagen fotográfica y de esa manera colocarla en un casillero determinado. Siguiendo este criterio,
que no dudo que puede ser de una utilidad mayúscula en muchas circunstancias, se pueden
encontrar inconsistencias, dejar de lado, en el sentido de no tener en cuenta, actores y elementos
presentes en el proceso fotográfico, se puede caer fácilmente en complicaciones innecesarias o en
análisis incompletos.
Ejemplos triviales, la fotografía de Lewis Hine de la pequeña hilandera es un retrato ambientado,
también un registro de la explotación infantil y además un documento, la fotografía publicitaria con
modelos puede considerarse un retrato porque es el registro de un rostro o un cuerpo pero ante
todo es una publicidad, dos casos entre miles en el que una fotografía puede ubicarse en más de un
casillero.
Foto1 Lewis Hine, niña hilandera - 1909 Foto 2 Publicidad del perfume Diavolo
2. Hay que notar que en los dos ejemplos anteriores se ha puesto el acento en el carácter denotativo de
la imagen sin reparar en lo connotativo de la misma imagen, o en la ambigüedad propia de la obra
de arte, este comentario solo tiene por intención remarcar la cantidad de elementos que complejizan
la posible unicidad de la lectura de una imagen.
Condesa Castiglione
Frente a esta situación parece de mayor provecho pensar en una “macro categoría”, que contemple,
que tenga presente las intenciones, el concepto o la idea del autor sobre su materia prima, este es un
punto de partida para poder poner, si se desea, la foto en un “estante” determinado. Se tiene en
cuenta, por ahora, la intención y no el resultado. Además hay que tener presente otro aspecto no
menor, el espectador, quien de alguna manera completa la obra con su mirada y que esa acción le
confiere la potestad de poder ubicar la obra fotográfica no solo en otro estante sino dotarla de
sentido.
Por lo tanto, bajo este concepto, la materia prima del retrato fotográfico es el ser humano, esta
acción (el acto de fotografiar) no puede ser llevado a cabo sin la presencia del autor, segunda pata
del retrato (en el caso del autorretrato el mismo sujeto cubre estos dos roles). Por último, la tercera
pata, el espectador, cuya mirada no es neutra, está condicionada por sus competencias culturales,
por el conocimiento previo de aquello que mira, o la ausencia del mismo, en definitiva su propia
historia tiñe su mirada. Una foto del abuelo, sin lugar a dudas, tiene significados, connotaciones
diferentes para cualquier espectador que no sea el nieto.
3. Bajo estas reflexiones puede pensarse que el registro fotográfico de personas se convierte tanto en
la representación visual de las descripciones físicas del ser humano como de las relaciones de
intercambio entre sujeto y fotógrafo, esto último puede revelar algo del carácter del retratado y
también del autor.
Al hablar del fotógrafo se abre un espectro de situaciones que obliga a visitar nuevamente el
concepto de la intención del autor, aun bajo el supuesto que el deseo del fotógrafo es hacer un
registro para mostrar “algo” de una persona, detenerse en este único aspecto es por lo menos
insuficiente si no se considera además como concibe el retrato, la manera de como aborda al
modelo, cuál es su estrategia en función de su intencionalidad.
Richard Avedon planeaba larguísimas sesiones, casi extenuantes para que de esa manera sus
modelos dejaran de lado su máscara o para mostrar lo que él creía ver, Diane Arbus buscó una clase
de modelos particulares, aquellos que mostrasen los que otros no querían ver, August Sander retrató
a sus modelos en su ambiente, pretendiendo concretar un registro exhaustivo de la sociedad
alemana, un fresco gigantesco, Nadar los aisló colocando un telón neutro de fondo, Arnold Newman
incorporó elementos afines a la actividad del modelo para completar y reforzar la percepción de
este, Cindy Sherman se ubicó frente a la cámara, en el lugar de la modelo, caracterizada como
cientos de mujeres, Nicholas Nixon saca a sus retratados al porche de sus viviendas, Nancy Burson
construye sus retratos con partes de otros retratos y la ayuda de la tecnología, Nan Goldin se centró
casi exclusivamente en su entorno social con una crudeza e intimidad solo posible a quien pertenece
a ese círculo y sigue la lista.
Ezra Pound por Richard Avedon
8. Aun así todavía debemos acotar más el campo de acción, no por erróneo sino por inabarcable. Tener
en cuenta límites que definan el campo de incumbencia del “retrato fotográfico”.
En aras de buscar precisión en el análisis se incluye la siguiente premisa - no todas las fotos de
personas son retratos- en este sentido lo que prevalece para determinar el carácter de retrato o no
es la intencionalidad del fotógrafo, con este criterio, que por cierto no es absoluto, se “despeja” un
poco el camino.
Una fotografía de un rostro no siempre, ni necesariamente es un retrato, tomemos nuevamente
como ejemplo la foto publicitaria, no se discute que en la imagen aparece un ser humano, pero es
un rostro o un cuerpo puesto al servicio de otra cosa, de la misma manera ocurre con la fotografía de
moda. Un rostro también puede ser leído como un paisaje, como una abstracción, como aquel juego
de niños, solo que invertido, que procuraba encontrar rostros en las nubes, en las rocas, en la
naturaleza.
También excluimos de nuestra indagación aquellas fotografías de identificación, la fotografía del
documento, de la ficha del club, de la tarjeta de crédito o la del prontuario, no porque no merezcan
ser analizadas sino porque excede el propósito de este texto.
El retrato fotográfico históricamente surgió como una necesidad de dejar constancia del éxito y del
progreso de ciertas clases sociales en ascenso (privilegio antes reservado solo para la aristocracia y la
nobleza), en ese momento y en ese contexto (mediados del siglo XIX) la actividad se asentaba más en
una exigencia del modelo al solicitar su retrato, en tanto que en muchos casos la labor del fotógrafo
era asumida como una actividad comercial. Ese trabajo se apoyaba en los cánones estilísticos del
retrato pictórico, como una manera de asegurar el contenido artístico de la obra y de esa manera
jerarquizarla.
Luis XVI por Antoine François Callet Retrato de militar Disderì
9. El notario, el comerciante acaudalado debían ser reconocidos en sus retratos, se explotaba así el
carácter mimético de la fotografía. Pronto este carácter va a ser cuestionado, desde la técnica por un
lado, ya que este “registro fiel” puede ser “distorsionado”, “adecuado a” gracias al ángulo de toma
elegido, a la focal usada o a la iluminación empleada, y por otro desde disciplinas como la semiótica,
la filosofía o la psicología.
En estos tiempos tempranos de la fotografía ya aparecen antecedentes de una búsqueda diferente,
más profunda por parte de algunos autores que piensan a la fotografía en general y en particular el
retrato como un medio expresivo nuevo y distinto, probablemente sin vislumbrar aun todas sus
posibilidades y alcances.
Nadar, Carjat, Cameron, Hill y Adamson, son algunos nombres de esta lista, incompleta por cierto,
que dejaron una huella, una marca inicial en el desarrollo del retrato fotográfico.
Hill y Adamson cazador Julia Margaret Cameron Julia Jackson
10. Etienne Carjat Charles Baudelaire, 1860. Nadar Claude Manet 1899
Un aporte muy interesante se debe a Walter Benjamin quien se refiere a esta retratística inicial del
siguiente modo “… en la fotografía en cambio, nos sale al encuentro algo nuevo y especial: en cada
pescadora de New Haven que baja los ojos con un pudor tan seductor, tan indolente, queda algo que
no se consume en el testimonio del arte del fotógrafo Hill, algo que no puede silenciarse, que es
indomable y reclama el nombre de la que vivió aquí y está aquí todavía realmente, sin querer jamás
entrar en el arte del todo”, para continuar más adelante “…si hemos ahondado lo bastante en una de
estas fotografías, nos percataremos de lo mucho que también en ellas se tocan los extremos: la
técnica más exacta puede dar a sus productos un valor mágico que una imagen pintada ya nunca
poseerá para nosotros”. (1)
Este texto de inusitada vigencia da pie al siguiente planteo, ¿es necesario identificar al retratado?
Ante la multiplicidad de espectadores y de lecturas posibles sobre un retrato, como una forma de
anclaje a las diferentes interpretaciones la respuesta es positiva.
Un retrato identificado, al contrario de lo que puede suponerse en primera aproximación, no ata al
espectador, lo salvaguarda de interpretaciones dispares, lo pone en relación más directa con la
intención del autor.
Un retrato sin identificación puede hablar de otras cosas, tiene otras connotaciones, habla de un
grupo o de una clase social, de un género no de un individuo.
La fotografía de difuntos fue una práctica usual en los primeros tiempos de la fotografía, hoy en día
escasamente realizada, a no ser que la envergadura social del personaje fallecido lo exija. El retrato
mortuorio pone en juego el carácter de reaseguro de la memoria, se retrata al difunto para que viva
en el recuerdo, sin embargo a pesar de ser una clase muy particular de retrato no escapa al análisis
general que puede efectuarse sobre cualquier retrato.
11. Barthes reflexiona desde el lugar del modelo y así plantea otro aspecto poco tratado sobre el retrato,
en su texto dice: “…cuando me siento observado por el objetivo todo cambia, me constituyo en el
acto de “posar”, me fabrico instantáneamente otro cuerpo, me transformo por adelantado en
imagen”. (2)
¿No atenta esta percepción del retratado contra la pretendida fidelidad del retrato?
Las inevitables preguntas que se plantea el modelo ¿cómo me veré?, ¿cómo me verán?, colocan al
fotógrafo frente al desafío de atravesar esa máscara, hurgando, tratando de hacer visible lo que está
detrás.
En este punto el fotógrafo tiene un aliado, la técnica, en una fracción de segundo puede sacar a la luz
aquel gesto imperceptible, que no se ve a simple vista, aquella situación que no va a repetirse.
El retrato es un dialogo diferido, pospuesto, primero entre fotógrafo y fotografiado, luego entre
espectador e imagen.
(1) Pequeña Historia de la Fotografía- Walter Benjamin 1931
(2) La Cámar Lúcida – Roland Barthes 1994
Nota: las imágenes utilizadas son de uso exclusivo para fines didácticos.
Trabajo Práctico Nº 2 Retrato
De acuerdo a lo discutido en la clase teórica y expresado en el texto acerca del retrato, en particular
del “pacto” de trabajo entre fotógrafo y modelo, se propone a los estudiantes trabajar de a pares
intercambiando los roles de fotógrafo y modelo.
En ese diálogo deben pautar las condiciones de la toma, ambiente, puesta en escena y
fundamentalmente que quiere mostrar el modelo y que ve el fotógrafo, es decir cómo quiere ser
visto y que destaca el fotógrafo del modelo.
Enviar al correo practicosfotografia@gmail.com dos retratos, uno elegido por el modelo y el otro por
el fotógrafo.
Las imágenes tienen que ser obtenidas para este práctico en particular, no se admiten fotos de
archivo ni sacadas con anterioridad.
Tamaño máximo de la imagen 1280 píxeles de lado mayor.
Todas las imágenes serán proyectadas en una puesta en común donde se debatirá acerca de la
consigna y los resultados obtenidos, cada estudiante debe enviar al foro de discusión una reflexión
final.