SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 7
Descargar para leer sin conexión
Ojos para
soñar                                                                                                                        Fabienne Bradu


                        La escritora Fabienne Bradu, autora de libros como Ecos de Pá-
                        ramo y Señas particulares, entre otros, comenta en este texto la
                        obra de la fotógrafa Graciela Iturbide, cuyas imágenes confor-
                        man el reportaje gráfico del presente número de nuestra revista.

                                                     “¿Qué hago yo detrás de los ojos?”.   frecuente es una manera de sonambulismo que sólo rom-
                                                                     Rafael Cadenas        pe el imán de un objeto aislado, un rostro que se recorta
                                                                                           sobre el aire, un ángulo de realidad, una esquina, las esce-
                                                  “Me miro en lo que miro como entrar
                                                    por mis ojos en un ojo más limpio”.
                                                                                           nas insólitas cuyo milagro dura sólo un instante. Recor-
                                                                           Octavio Paz     demos que en la mitología los sabios eran ciegos —así lo
                                                                                           atestigua Tiresias—, como si la mutilación fuese la ga-
                        Antes de conocer a Graciela Iturbide, yo tenía una mala            rantía de una mejor y mayor manera de ver. Ésta es la
                        opinión de la fotografía, quiero decir, una idea confu-            paradoja que el cineasta Wim Wenders, citado por la crí-
                        sa y equivocada. No me he vuelto una especialista en               tica española Marta Dahó, expresa en estos términos:
                        este arte —¡Dios me libre de esta cárcel!—, ni hablo
                        aquí como crítica autorizada de la obra de Graciela                   Tomar fotografías es un acto en dos direcciones: hacia
                        Iturbide, pero su amistad fue para mí la oportunidad y                adelante y hacia atrás. La cámara es, pues, un ojo capaz
                        la guía hacia un conocimiento más profundo y, sobre                   de mirar en dos direcciones al mismo tiempo. Hacia ade-
                        todo, desempolvado de clichés y prejuicios. Es poco de-               lante, de hecho, “dispara la fotografía”; hacia atrás regis-
                        cir que Graciela me enseñó a ver sus fotografías y me des-            tra una vaga sombra, algo así como una radiografía de la
                        cubrió a algunos de los artistas afines a su sensibilidad.            mente del fotógrafo, al mirar directamente a través de su
                            Nuestra amistad se inició en la Exposición Universal              ojo al fondo de su alma.
                        de Hannover, en el año 2000, adonde nos había con-
                        vocado Mercedes Iturbe para documentar la presencia                    Como el trabajo en Hannover no era esclavizante,
                        de México en este concierto de naciones, yo con la plu-            durante el mes que gastamos en esa ciudad excesivamen-
                        ma y ella, por supuesto, con su cámara. Como ya lo he              te quieta, conversamos horas y días, y a veces hasta bue-
                        contado en otra ocasión, desde el primer día que cami-             na parte de las noches. Le pregunté así muchas cosas que
                        namos por las calles mortecinas de Hannover, me di                 ignoraba sobre la fotografía, su vida y sus imágenes en
                        cuenta de la paradoja que encarna Graciela Iturbide: es            particular. Tiempo después, Graciela decidió que reto-
                        incapaz de retener en la retina el nombre de una calle o,          máramos el hilo de esta dilatada conversación para reali-
                        al menos, la sucesión de fachadas que forman el perfil de          zar un libro sencillamente titulado: Graciela Iturbide
                        las mismas, al tiempo que ve lo que nadie ve a través de           habla con Fabienne Bradu, que publicó la editorial La
                        la neblina que parece envolverla. Suele ir por el mundo            Fábrica y la Fundación Telefónica de España, en 2003.
                        en un estado de distracción bastante legendario que, sin           El hilo de nuestro diálogo estuvo tensado por mis lagu-
                        embargo, se antoja su condición sine qua non para mere-            nas y mi curiosidad hacia el itinerario artístico y, hasta
                        cer la visión que plasmará con la cámara. Su estado más            diría, espiritual de la fotógrafa mexicana. La confianza


58 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
OJOS PARA SOÑAR




                                                                                                                                                    © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga
que favorece el trato amistoso me permitió preguntarle
lo que otros quizá no se hubieran atrevido a plantear por
temor a traicionar su propia ignorancia o a sobrepasarse
de impertinentes. Ninguno de estos dos escollos hizo
peligrar la travesía hacia el pasado y las profundidades, y
Graciela se sintió alentada para confiarme algunos epi-
sodios y reflexiones que nunca antes había revelado. En
esta conjunción reside, a mi juicio, la virtud del libro.Tan
así es que un día le oí decir a uno de sus hijos que, leyen-
do la conversación, se había enterado de cosas que des-
conocía acerca de su madre. Más tarde, se entusiasmaron
con el librito los editores ConnieTodd y Bill Wittliff, quie-
nes decidieron convertirlo en un librote: Eyes to fly with,
(University of Texas Press, Austin, USA, 2006) que incor-
pora las imágenes evocadas a lo largo de la entrevista.


LA FOTOGRAFíA Y LA REALIDAD

El primer prejuicio que me despejó Graciela Iturbide es
que la fotografía no es un espejo de la realidad, ni siquie-
                                                                Jardín botánico de Lucknow, India, 1999
ra un reflejo, sino una interpretación en la que intervie-
nen la intuición, el azar, la pericia y la sensibilidad del
artista. Suena a perogrullada, pero quizá sea la más soco-      nico de Lucknow (1999), en la que un diminuto jardín
rrida entre las muchas que nos agobian. En efecto, por-         de plantas y piedras se antepone al pie de un telón con
que la confusión entre imagen y realidad es la más com-         otro paisaje pintado. El jardín “real” es más nítido que
partida del mundo, solemos pensar que cualquiera puede          su repetición pintada en el fondo, pero también más
sacar una foto mientras no cualquiera se aventura a escri-      árido y miserable como si la fotógrafa nos dijera que la
bir un poema o un cuento, a componer una sinfonía, a            realidad es menos lucida que la ilusión. En una de sus
bailar un dueto o a pintar un cuadro. De hecho, ¿quién          recientes fotos (Chalma, México, 2008), las nubes pin-
no ha sacado alguna vez una fotografía como si ésta fuera       tadas sobre el telón, que enmarca la efigie de la Virgen
la más democrática de las artes? Pero, ¿cuál es la diferen-     de Guadalupe, se prolongan en el cielo verdadero, pero
cia entre sacar una foto y sacar una buena foto que se          ya convertido en el cielo de la imagen de Graciela Itur-
considere una obra de arte? Si comparáramos cualquier           bide. El efecto así conseguido es una especie de palimp-
intento nuestro con las imágenes de Graciela Iturbide,          sesto de ilusiones, un trompe l’oeil destinado a enfatizar
entenderíamos enseguida en qué consiste el salto o, me-         que “la fotografía no es la verdad”. En el Señor de los
jor dicho, el abismo. Ella misma aclara al respecto:            espejos (Quito, Ecuador, 1984), un hombre se vuelve
                                                                hacia la cámara como si cuestionara, entre dubitativo e
   La fotografía no es la verdad. El fotógrafo interpreta la    incrédulo, la realidad que la cámara pretende robarle
   realidad y, sobre todo, hace su realidad, de acuerdo a sus   en los espejos que carga para vender a algún incauto. El
   conocimientos o sus emociones. A veces es complicado         hombre y la fotógrafa saben que el instrumento que car-
   porque es un fenómeno algo esquizofrénico. Sin la cá-        gan no sirve para cautivar la realidad, apenas para fijar-
   mara ves el mundo de una manera y con la cámara de otra;     la en un reflejo o ni siquiera; la cámara y el espejo así se
   por esta ventana estás componiendo, incluso soñando          enfrentan a duelo en la coincidencia del encuentro: mul-
   con esta realidad, como si a través de la cámara se estu-    tiplicación de ojos que se miran atónitos e impotentes.
   viera sintetizando lo que tú eres y has aprendido del lu-    Podemos ver el resultado como una mise en abîme, un
   gar. Al fotógrafo le sucede lo mismo que al escritor: le     juego de muñecas rusas, que nos contagia el vértigo de
   resulta imposible tener la verdad de la vida.                la repetición desencajada.
                                                                     Adivino la misma intención, pero expresada de ma-
    En varias imágenes, ella ha optado por subrayar             nera distinta, en la imagen de una luna recostada en un
esta imposibilidad con una ironía que muestra la lla-           campo de futbol de los suburbios de Roma (Mandrione,
mada realidad y su representación contigua, por lo ge-          Roma, 2007). Aquí, no es la contigüidad entre reali-
neral tan burda como un decorado de feria pueblerina.           dad y representación la que realza la sorpresa, sino una
Es el caso de una foto tomada en la India, Jardín botá-         insólita escena servida en bandeja de plata por el azar o


                                                                                                              REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 59
© Graciela Iturbide / Galería López Quiroga




                                                                                                    © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga




                                              Señor de los espejos, Quito, Ecuador, 1984                                                          México, 1969




                                                                          la imaginación de otros hombres, y que hace tambalear                                     de ahí, al lecho definitivo, la tumba. Extraño decorado el
                                                                          nuestra percepción de la realidad. Sabemos que la luna                                    de esta cantina que más bien parece el escenario de una
                                                                          es de cemento, parecida a otras lunas de cartón o de queso                                pesadilla. Pero la mujer es sin duda lo más enigmático.
                                                                          con las que hemos soñado en la infancia, y sin embar-
                                                                          go nos seduce la poesía de su abandono como si fuese                                       Y a continuación, revela el enigma que, sin duda tam-
                                                                          una escena de una película de Meliès o de Fellini. Es                                  bién, es la clave del arte de Graciela Iturbide: la foto-
                                                                          probable que esta luna sembrada en un baldío romano,                                   grafía fue tomada en el Museo de Cera de la Ciudad de
                                                                          tal la ruina de un sueño que nació ya deshilachado por                                 México. Esta mujer, tan idéntica a las ficheras del cine
                                                                          la incuria o la pobreza, no corresponda a una delibera-                                de oro mexicano, tan “real” que el humo parece subir
                                                                          da intención de ironizar la realidad; es sin duda el ojo                               de su cigarrillo, es en sí misma una ilusión, es ya una
                                                                          de la fotógrafa el que le añade esta dimensión y el nues-                              representación de la realidad y, como lo advierte Marta
                                                                          tro el que capta la cifra en complicidad con la artista.                               Dahó, “podría considerarse como un primer manifiesto
                                                                          Todas son maneras distintas de refrendar esta verdad tan                               inconsciente, un inicio premonitorio de lo que consti-
                                                                          primordial y olvidada —la fotografía no es la verdad—,                                 tuirá la obra futura de Graciela Iturbide: una obra in-
                                                                          sin la cual no puede entenderse el arte de la fotografía                               tensa, poética, hipnótica”.
                                                                          en su cabalidad. Al igual que el poeta está consciente de
                                                                          los límites de las palabras y, sobre todo, de que la pala-
                                                                          bra no es la realidad que nombra, el fotógrafo es un                                   LA INTERPRETACIóN Y EL AZAR
                                                                          lúcido mago de la ilusión óptica. Vladimir Nabokov
                                                                          asegura que la realidad es la palabra que más frecuente-                               Otra caracterización de la obra de Graciela Iturbide me
                                                                          mente aparece entrecomillada, es decir, la que más sos-                                parece residir en esta afirmación suya: “Debo precisar
                                                                          pecha despierta en casi todas las artes. Tan es cierto que                             que nunca he construido ninguna imagen. Cuando ha-
                                                                          la curadora Marta Dahó escogió la que probablemente                                    blo de interpretación, me refiero al encuadre que uno
                                                                          sea una de las primeras fotografías publicadas por Gra-                                da a lo que ve, éste es mi modo de interpretar”. Así se
                                                                          ciela Iturbide, México (1969) para introducir su pre-                                  entiende que lo que aparece como increíble, insólito o
                                                                          sentación de la reciente retrospectiva que se realizó en                               francamente imposible en muchas de sus imágenes son
                                                                          Madrid, en 2009. Marta Dahó así describe la imagen:                                    dones que misteriosamente el mundo le regala. Esto
                                                                                                                                                                 suena contradictorio con lo anterior, y lo es y no lo es,
                                                                               Una mujer está sentada en una cantina con un cigarrillo                           y constituye a mi juicio el núcleo más impenetrable de
                                                                               en los dedos y un vaso vacío. Tiene una extraña mueca en                          un artista que ciframos en la palabra “talento”. ¿Por
                                                                               el rostro y parece absorta en sus pensamientos, ajena a la                        qué la realidad de pronto se ofrece a los ojos de Gracie-
                                                                               presencia de la fotógrafa. Tras ella, a su espalda, una                           la como si el azar cuajara en una imagen y un instante?
                                                                               enorme calavera pintada en la pared ilustra con admira-                           No sabría explicarlo, simplemente sucede y somos tes-
                                                                               ble síntesis narrativa los episodios de una vida disoluta:                        tigos del suceso en la fotografía. Tomemos por ejemplo
                                                                               de la lúgubre habitación de hotel a la cama del hospital y,                       una de sus fotografías más famosas: La señora de las


60 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
OJOS PARA SOÑAR



iguanas. Las circunstancias en las que la fotografía se              con la señora X. La verdad, no recuerdo cuáles fotografías
logró fueron muy aleatorias como lo relata Graciela:                 pude haber sacrificado, pero sí registraba las situaciones
                                                                     y las dejaba pasar.
   Es una foto que tomé casualmente en el mercado: llegó
   esta señora con las iguanas en la cabeza y le dije: “Espé-        Esto no habla solamente de la nobleza de espíritu
   rame, déjame sacar una foto”. Ella había descargado las       de Graciela Iturbide, que no olvida que lo humano es
   iguanas en el suelo y se las volvió a colocar en la cabeza.   siempre más importante que el arte, sino quizá también
   Una sola fotografía de las doce que le saqué, quedó bien,     de una condición imprescindible para que el mundo le
   porque era la única donde las iguanas alzaron la cabeza       depare sus sorpresas como una recompensa a su ética.
   como si estuviesen posando.                                   Esta enseñanza que le había anticipado su maestro en
                                                                 una frase: “Graciela, no hay que apresurarse, hay tiem-
    ¿Pura suerte? Digamos, una parte de suerte y otra            po” y que ella profundizó en su estancia de casi diez años
gran parte de intuición para cifrar en una sola imagen           en Juchitán, la cifró en un retrato de don Manuel Álva-
el imaginario zapoteca, la fuerza de sus mujeres valien-         rez Bravo (Manuel Álvarez Bravo en el campo, México,
tes y altivas, la fusión del mundo humano con el ani-            1970’s), tal un homenaje que ilustra la enseñanza:
mal, en pocas palabras, la monstruosa belleza de un ar-
quetipo tan arraigado en el subconsciente que Graciela               Él está frente a su cámara de gran formato, como pen-
Iturbide pudo representarlo sin falsedad ni folclorismo.             sando y esperando que algo sucediera. (…) Cuando salía-
La publicación de la página de los contactos de estas                mos por el campo, colocaba su cámara grande frente a
doce tomas atestigua los fracasos que refrendan el éxito             un paisaje que a él le gustaba y esperaba que sucediera
único e irrepetible del instante preciso, el “ojo de lince y         algo. Esta paciencia y este tiempo de espera de Manuel
guante de seda” como lo califica Henri Cartier-Bresson.              Álvarez Bravo es una cosa que me marcó.
Además, doce tomas, frente a los miles de negativos dis-
parados por algunos paparazzi en un solo día, es un nú-              El sacrificio y la paciencia: sendas actitudes se origi-
mero deleznable para cautivar la belleza y el misterio.          nan en una confianza fundamental en el cumplimien-
                                                                 to del arte y contrastan con la ansiedad mayoritaria por

EL SACRIFICIO




                                                                                                                                                                 © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga
La tercera singularidad depende directamente de la an-
terior: se trata de la necesidad del sacrificio y su contra-
rio concadenado: la inesperada aparición. De la etapa
que la dio a conocer al mundo entero, el estudio sobre
Juchitán, Graciela Iturbide retuvo una lección que su
mentor Manuel Álvarez Bravo le había anticipado. Qui-
zá la experimentó en carne propia hasta descubrir ese
mundo mítico y primordial, ajeno a su origen social y
racial. Allí, entre las mujeres juchitecas, las iguanas y los
travestis, Graciela descubrió la necesidad del sacrificio
para penetrar una comunidad, ser aceptada por ella y
volverse así invisible como antaño los antropólogos
optaban por la “pasividad participativa” en sus explora-
ciones de la Otredad. El sacrificio que sólo los grandes
fotógrafos conocen y practican. Pensemos en la vulga-
ridad de los enjambres de cámaras que cercan personas
y escenas con tal de obtener una imagen negociable en
el mercado de la prensa e incluso del arte. En cambio,
Graciela recuerda acerca de los años vividos en Juchitán:

   Estuve en muchos lugares donde me daba cuenta de una
   fotografía interesante y no la tomaba porque estaba pla-
   ticando con una de las mujeres. Depende de qué era más
   importante en ese momento. A lo mejor me perdí de al-
   gunas fotos buenas, pero era igualmente importante estar
                                                                 La señora de las iguanas, Juchitán, Oaxaca, México, 1979



                                                                                                                            REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 61
© Graciela Iturbide / Galería López Quiroga




                                                                                                                                               © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga
                                              Mujer ángel, Desierto de Sonora, México, 1979                                                                                                  Autorretrato, Oaxaca, México, 2002




                                                                             lograr una imagen, por llegar a la fama, como si el ta-               Esta clase de imágenes son las apariciones que sólo el
                                                                             lento estuviera más afuera que adentro de uno.                    olvido depara al fotógrafo como si el artista anduviera, a
                                                                                No obstante, pese a su sabiduría, Graciela también             la par de Marcel Proust, “en busca del tiempo perdido”.
                                                                             recuerda las fotos que no tomó por falta de oportunismo               Otra faceta fascinante del arte de Graciela Iturbi-
                                                                             en el mejor sentido de la palabra. Cuenta por ejemplo:            de tiene que ver con las fotos que anticipadamente vio
                                                                                                                                               en sueños y luego encontró en sus andanzas por el mun-
                                                                                  Tengo una fotografía de una bicicleta con pollos, que vi     do. Escuchemos en sus propias palabras una expe-
                                                                                  en Tlaxcala; me pareció rarísima esta imagen de los po-      riencia concreta de este fenómeno para el cual no ten-
                                                                                  llos con las patas atadas para arriba. En ese momento en     go calificativos:
                                                                                  que yo estaba fascinada haciendo una foto casi abstracta,
                                                                                  pasó una pareja de recién casados, ya mayores, con el pol-                                                  Un día, quizás en los ochenta, soñé con una frase que se
                                                                                  vo de Tlaxcala encima, y solamente su madre atrás de                                                        repetía: “En mi tierra sembraré pájaros” y veía a un hom-
                                                                                  ellos. Me quedé tan pasmada que no los tomé y me arre-                                                      bre con muchos pájaros revoloteando. En mi sueño apa-
                                                                                  pentiré toda mi vida de no haberles sacado una foto. Era                                                    recían la frase y la imagen juntas. No sé qué significado
                                                                                  como una visión de Pasolini en México: llenos de polvo,                                                     tenga la frase y visualmente era un hombre con muchos
                                                                                  con su velo, junto a la bicicleta…                                                                          pájaros, y por casualidad, más adelante, lo encontré. (El
                                                                                                                                                                                              señor de los pájaros) (…) Lo que todavía no he averigua-
                                                                                 Al evocar con palabras la foto que no tomó, Graciela                                                         do es si la frase tiene que ver conmigo como fotógrafa o
                                                                             nos da a ver la imagen que nunca existirá salvo en noso-                                                         como simple persona. Fue hasta que imprimí la foto
                                                                             tros y paradójicamente quedará impresa en el frágil y                                                            cuando me acordé del sueño y me impresioné un poco.
                                                                             misterioso almacén de nuestra memoria. Nunca sabre-                                                              Ahora no sé si he forzado el reconocimiento o fue el
                                                                             mos cómo la habría sacado. En cambio, aunque tam-                                                                sueño que me influyó a ver cierta realidad.
                                                                             poco nosotros la sacaremos nunca, al imaginarla, será
                                                                             la mejor foto que habremos tomado en nuestra vida.                    Me temo que si Graciela pudiera contestar estas pre-
                                                                                 Por lo general, Graciela no se queja de las fotografías       guntas, dejaría de soñar con sus imágenes; y si yo lo in-
                                                                             que no toma. Más bien se sorprende de las que saca sin            tentara, probablemente diría falsedades y sería desleal
                                                                             darse cuenta. El ejemplo más conocido de este fenó-               hacia las razones que me hacen admirar su obra. Por lo
                                                                             meno remite a otro icono de su obra: La mujer ángel               demás, también me temo que es imposible separar a la
                                                                             (1979) que, con grabadora en mano, se dirige volando              fotógrafa de la persona. Es lo que intento mostrar a lo
                                                                             hacia el abismo.                                                  largo de este texto y espero que lo logre.

                                                                                  No recuerdo a qué hora tomé esa foto —comenta Gra-
                                                                                  ciela—. Ya tenía armado mi libro sobre los seris y fue       VOLVERSE INVISIBLE
                                                                                  Pablo Ortiz Monasterio quien descubrió esta foto entre mis
                                                                                  contactos. ¡Yo nunca la vi, a veces hasta creo que la tomó   La ganancia del sacrificio es la invisibilidad que así
                                                                                  el amigo que venía conmigo! Tuve suerte de que la com-       conquista Graciela Iturbide pese a la prótesis de su cá-
                                                                                  posición resultó buena.                                      mara, concebible como una extensión de su ojo, de su


                                              62 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
OJOS PARA SOÑAR



brazo y de su mano, así como de su alma. La discre-           die atestigua por el testigo”. No se sabe si el testigo es el
ción, la paciencia, y si hay suerte, la complicidad son       que desaparece en la neblina del olvido o si el paso del
las condiciones para crear el clima propicio para una         tiempo va espesando la nebulosa donde el fotógrafo se
buena foto. Las personas no se sienten amenazadas por         yergue como un fantasma con su desmedida ambición
su cámara, a diferencia de otros fotógrafos despiadados       de borrar el tiempo y el olvido. En estas sombras, veo,
a la hora de congelar el tiempo en un rostro. Pero llama      no tanto un dramatismo como una ironía hacia el arte
la atención que los autorretratos de Graciela Iturbide        que, por antonomasia, es “la única manera de matar la
no busquen mejorar su propia imagen, ni mostrar su            muerte”, según las palabras de Jean Cocteau.
faceta más seductora. Es más, algunos son severos, cas-           Autorretratarse como sombra sobre el suelo cuyas
tigadores, casi góticos cuando juega con animales fan-        entrañas arden es una imagen que remite a un sueño que
tásticos que fingen surgir de sus ojos y de su boca, o        Graciela me relató en la mencionada entrevista:
cegarla cerrando para la posteridad las ventanas de su
alma. “Mis autorretratos son muy inconscientes, ase-             A raíz de una separación afectiva, soñé con mi casa ar-
gura ella, y tienen que ver con mis estados de ánimo”.           diendo y veía mis negativos consumidos por el fuego, que
Ha exacerbado la invisibilidad hasta el punto de desa-           era lo que más me angustiaba. Me sentía desesperada
parecerse a sí misma o reducirse a la condición de som-          porque me decía: “Se va a perder mi trabajo”. Lo fantás-
bra. Varios Autorretratos son tan sólo siluetas oscuras que      tico fue que empezaron a salir de los negativos la mujer
se proyectan sobre la claridad de otra imagen que así se         con la grabadora caminando y la señora de las iguanas.
vuelve más importante que el evanescente retrato. Una            No he podido interpretar este sueño, pero de alguna ma-
silueta se dibuja sobre la tierra apisonada del jardín bo-       nera se salvaban mis personajes. Quizá signifique que era
tánico de Oaxaca, perpendicular a un hoyo cuadrado               más importante el personaje que los negativos, pero a fin
de donde salen llamas; otra se recorta sobre la pared de         de cuentas, se trataba del personaje inventado por mí en
la casa de Trotsky, que conserva las huellas de las balas        mis fotografías. Por eso me pregunto: ¿se estaban salvan-
del primer atentado; y otra más, sobre un campo de trigo         do los personajes que yo vi o se estaba salvando mi inter-
en los sureños Estados Unidos. La segunda, más difu-             pretación de ellos? Quizá sea tan egoísta que si bien se
minada aún que la primera, se antoja la encarnación              pierde el celuloide, sí se salva mi imagen.
del testigo de la Historia, de una Historia que va per-
diéndose en el tiempo y que el fotógrafo procura rete-           Pero, si se salvan los personajes, ¿dónde queda el
ner en la memoria y el presente. La veo también como          fotógrafo? Tal vez, en esa sombra pronta a ser alcanza-
la imagen que encarnaría el verso de Paul Celan: “Na-         da por las mismas llamas que amenazan a los persona-

                                                                                                                              © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga




Desierto de Pushkar, India, 1999



                                                                                                             REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 63
jes en el sueño, es decir, pronta a ser consumida por la      que curiosamente coinciden con sus pupilas y su nariz.
                        misma ilusión o la misma eternidad. “La vida no puede         El velo es lo suficientemente transparente para revelar
                        ser captada ni por el realismo ni por el naturalismo,         los rasgos de la mujer, pero también lo suficientemente
                        sino solamente por el sueño, el símbolo o la imagina-         encubridor para sugerir una aparición levemente gro-
                        ción”, aseguraba Brassaï, que mucho sabía de sombras          tesca y amenazadora, una calavera sonriente, surgida
                        en el París nocturno y noctámbulo de los años veinte, y       de la inmensidad de arena que se extiende a sus espal-
                        a quien Graciela Iturbide reconoce como una de sus            das. “Así, acota el crítico Alejandro Castellanos, las imá-
                        inspiraciones más decisivas.                                  genes de Graciela Iturbide son un conjuro contra la
                            En un Autorretrato de 2002, tomado en una de sus          visibilidad como espectáculo y la mirada como prejui-
                        tantas visitas al jardín botánico de Oaxaca, al pie de un     cio hacia el otro”.
                        pochote cuyas espinas se mimetizan con las piedras del
                        camino, aparece en primer plano la cabeza y la mano
                        de la fotógrafa. La cabeza se aureola con la sombra de        BLANCO
                        un sombrero y la cámara queda disimulada en la ne-
                        grura del círculo que dibuja el rostro. La sombra figura      Aunque uno no termina nunca de ver las fotografías de
                        un Cristo primitivo, parecido al de San Marcos en             Graciela Iturbide, de verlas y volverlas a ver, de agotar
                        Venecia, y la imagen adquiere así un cariz simbólico por      sus detalles y soñar en concierto con ellas, hay que fina-
                        las espinas, las piedras y el Cristo decapitado. Algunos      lizar de alguna manera este rápido repaso. Quisiera men-
                        preguntarán: ¿todo esto está creado deliberadamente o         cionar tres fotografías cuyos temas, aparentemente,
                        la visión sale de mi imaginación? Yo contestaría: ni lo       nada tienen que ver entre sí. Se trata de Ritual (Nuevo
                        uno, ni lo otro únicamente. El talento excepcional de         León, México, 2000), una inmersión según el rito del
                        Graciela Iturbide consiste en su intuición para concen-       niño Fidencio, en la cual vemos la túnica de un hom-
                        trar en un diamante una mina de sentidos y símbolos.          bre flotando boca abajo, henchida y mojada por el agua;
                        Ella es parca con la palabra oral y escrita, pero ¡qué elo-   la segunda, sin título, (México, 2005) captó los blo-
                        cuencia despliega en sus fotografías!                         ques de hielo que todavía se transportan en un carrito
                                                                                      jalado por una bicicleta en algunas calles del Centro de
                                                                                      la Ciudad de México, arponados por unas pinzas dig-
                        DEVELAR Y VELAR                                               nas de Alicia en el país de las maravillas. Cabe aventurar
                                                                                      de pasada que esta fotografía se antoja un homenaje al
                        Otra paradoja me parece singularizar el arte de Graciela      fotógrafo sueco Christer Strömholm, muy apreciado
                        Iturbide y reside en su trato con el misterio. “No me         por Graciela. Ella se pregunta acerca de una imagen de
                        gusta que me digan que mi fotografía es mágica, esto          su admirado amigo: “Lo que te intriga es saber lo que
                        me pone furiosa. Más me interesaría, y no sé si lo logro,     él sintió ante un pedazo de hielo que estaba tirado en la
                        que hubiera una dosis de poesía en mi fotografía”, con-       calle”, y esa misma pregunta nos la hacemos frente a
                        fiesa la artista. Develar misterios es una de las ambicio-    “su” hielo. La tercera se titula El sacrificio (La Mixteca,
                        nes más locas de la poesía, pero es asimismo la locura        Oaxaca, México, 1982) y muestra a un cabrito nonato,
                        más ambiciosa de la fotografía. Incluso se antoja que         recién sacado del vientre de su madre degollada y re-
                        esta ambición no puede serle deparada en razón del            cién lavado en el río. Lo sostiene una mujer vestida de
                        exceso de visibilidad al que obliga este arte. ¿Cómo          negro con cuchillo en la mano y los pies descalzos en el
                        enseñar sin desentrañar el misterio? Es obvio que la so-      agua. El punto en común entre estas tres fotografías
                        lución no está en un desvanecimiento de los contornos         está, para mí, en el blanco que horada el centro de la
                        o en su caso de los colores, ni en un excesivo oscureci-      imagen. Es un blanco cegador, más una luz que un
                        miento de la imagen, tampoco en un “fuera de foco”            color, un mármol traslúcido como ciertas tumbas mu-
                        que difumina la nitidez para registrar el movimiento y        sulmanas de la India. No sabría explicar muy bien por
                        acaso sólo traicione la falta de pericia del fotógrafo.       qué veo en este blanco, que no se antoja de este mundo,
                        Graciela Iturbide resuelve la paradoja con una propen-        el probable color de lo sagrado, esa luz que los místicos
                        sión por volver a velar lo que su ojo devela. Pienso en la    dicen vislumbrar en sus raptos. En el poema Blanco,
                        cantidad de velos, mallas, redes, barreras y filtros de       Octavio Paz habla de “traslumbramiento”, un neolo-
                        toda índole que ha retratado para significar su resisten-     gismo para calificar, a mi juicio, aquellas visiones que
                        cia a entregar una realidad demasiado desnuda o cruda,        van atrás o más allá de las cosas a través de las cuales se
                        y como si con su arte ofendiera el misterio que, a un         manifiesta lo sagrado cotidiano. Creo que esto es lo que
                        tiempo, la opaca y la protege. En el Desierto de Pushkar,     nos ofrecen las imágenes de Graciela Iturbide: un tras-
                        en la India, retrató en 1999 a una mujer cuyo rostro          lumbramiento que nos hace ver el mundo con un per-
                        está cubierto por un velo negro, salpicado de bordados        petuo asombro.


64 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
Mary Velasquez
 
Fotografos En La Calle
Fotografos En La CalleFotografos En La Calle
Fotografos En La Calle
GZ-Israel
 
Análisis de una película como si fuera la primera vez
Análisis de una película   como si fuera la primera vezAnálisis de una película   como si fuera la primera vez
Análisis de una película como si fuera la primera vez
vero alicia
 

La actualidad más candente (18)

Portfolio Vic
Portfolio VicPortfolio Vic
Portfolio Vic
 
Trincheras de la no ficción
Trincheras de la no ficciónTrincheras de la no ficción
Trincheras de la no ficción
 
IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS (Antología cine iraní)
IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS (Antología cine iraní)IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS (Antología cine iraní)
IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS (Antología cine iraní)
 
Un libro maravilloso
Un libro maravillosoUn libro maravilloso
Un libro maravilloso
 
ZOLTÁN HUSZÁRIK, un trágico apasionado (Director de cine)
ZOLTÁN HUSZÁRIK, un trágico apasionado (Director de cine)ZOLTÁN HUSZÁRIK, un trágico apasionado (Director de cine)
ZOLTÁN HUSZÁRIK, un trágico apasionado (Director de cine)
 
Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
Elegibilidad lenguaje iii° medio 2011
 
Un libro de_tiempo
Un libro de_tiempoUn libro de_tiempo
Un libro de_tiempo
 
Aleteo de colibrí
Aleteo de colibríAleteo de colibrí
Aleteo de colibrí
 
Ejemplos literarios, cinematográficos y letras de canciones que tratan sobre ...
Ejemplos literarios, cinematográficos y letras de canciones que tratan sobre ...Ejemplos literarios, cinematográficos y letras de canciones que tratan sobre ...
Ejemplos literarios, cinematográficos y letras de canciones que tratan sobre ...
 
Pastaacabadacorregida
PastaacabadacorregidaPastaacabadacorregida
Pastaacabadacorregida
 
LA OVEJA ROJA (1951-1974) Margarita Aguirre
LA OVEJA ROJA (1951-1974) Margarita AguirreLA OVEJA ROJA (1951-1974) Margarita Aguirre
LA OVEJA ROJA (1951-1974) Margarita Aguirre
 
Tres dias para ver
Tres dias para verTres dias para ver
Tres dias para ver
 
Fotografos En La Calle
Fotografos En La CalleFotografos En La Calle
Fotografos En La Calle
 
Análisis de una película como si fuera la primera vez
Análisis de una película   como si fuera la primera vezAnálisis de una película   como si fuera la primera vez
Análisis de una película como si fuera la primera vez
 
La desaparición del_guión__jc_carr
La desaparición del_guión__jc_carrLa desaparición del_guión__jc_carr
La desaparición del_guión__jc_carr
 
Gerard y Elena
Gerard y ElenaGerard y Elena
Gerard y Elena
 
Gatopardo Ecuador Julio
Gatopardo Ecuador JulioGatopardo Ecuador Julio
Gatopardo Ecuador Julio
 
23. 24. mayo 2010
23. 24. mayo 201023. 24. mayo 2010
23. 24. mayo 2010
 

Similar a 72bradu

Trabajo Literatura Vs. Arte
Trabajo Literatura Vs. ArteTrabajo Literatura Vs. Arte
Trabajo Literatura Vs. Arte
Ana M Robles
 
Las relaciones entre el texto y la imagen
Las relaciones entre el texto y la imagenLas relaciones entre el texto y la imagen
Las relaciones entre el texto y la imagen
rearvieweye
 
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-BressonFotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
Kunak Kunakov
 
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdflibera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
BotelloAguillnCsar
 

Similar a 72bradu (20)

Book03
Book03Book03
Book03
 
Trabajo Literatura Vs. Arte
Trabajo Literatura Vs. ArteTrabajo Literatura Vs. Arte
Trabajo Literatura Vs. Arte
 
Dossier eldevoradoríntimo
Dossier eldevoradoríntimoDossier eldevoradoríntimo
Dossier eldevoradoríntimo
 
Dossier eldevoradoríntimo
Dossier eldevoradoríntimoDossier eldevoradoríntimo
Dossier eldevoradoríntimo
 
Las relaciones entre el texto y la imagen
Las relaciones entre el texto y la imagenLas relaciones entre el texto y la imagen
Las relaciones entre el texto y la imagen
 
Mirando miradas
Mirando miradasMirando miradas
Mirando miradas
 
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-BressonFotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
Fotografiar del Natural. El instante decisivo y una nota. Cartier-Bresson
 
Alejandria 18
Alejandria 18Alejandria 18
Alejandria 18
 
“La fotografía” de Enrique Amorim y el simulacro espacio-temporal - Pedro Las...
“La fotografía” de Enrique Amorim y el simulacro espacio-temporal - Pedro Las...“La fotografía” de Enrique Amorim y el simulacro espacio-temporal - Pedro Las...
“La fotografía” de Enrique Amorim y el simulacro espacio-temporal - Pedro Las...
 
Ambigú Colectivo Tec en Arte - Oscar Racso
Ambigú Colectivo  Tec en Arte - Oscar RacsoAmbigú Colectivo  Tec en Arte - Oscar Racso
Ambigú Colectivo Tec en Arte - Oscar Racso
 
EL RAYO COLGADO (1986-1988) Francisco Nieva
EL RAYO COLGADO (1986-1988) Francisco Nieva EL RAYO COLGADO (1986-1988) Francisco Nieva
EL RAYO COLGADO (1986-1988) Francisco Nieva
 
Ambigú Colectivo_ Tec en Arte_O.Racso
Ambigú Colectivo_ Tec en Arte_O.RacsoAmbigú Colectivo_ Tec en Arte_O.Racso
Ambigú Colectivo_ Tec en Arte_O.Racso
 
No 12 del_6_al_9_mayo
No 12 del_6_al_9_mayoNo 12 del_6_al_9_mayo
No 12 del_6_al_9_mayo
 
La Fotografía Corporativa
La Fotografía Corporativa La Fotografía Corporativa
La Fotografía Corporativa
 
Julio Cortazar - Dossier 2
Julio Cortazar - Dossier 2Julio Cortazar - Dossier 2
Julio Cortazar - Dossier 2
 
29. octubre 2010
29. octubre 201029. octubre 2010
29. octubre 2010
 
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdflibera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
libera-tu-magia.-una-vida-creativa-m_s-all_-del-miedo (1).pdf
 
Artículo sobre Juan Marsé en Esquire
Artículo sobre Juan Marsé en EsquireArtículo sobre Juan Marsé en Esquire
Artículo sobre Juan Marsé en Esquire
 
Artículo sobre Juan Marsé en Esquire
Artículo sobre Juan Marsé en EsquireArtículo sobre Juan Marsé en Esquire
Artículo sobre Juan Marsé en Esquire
 
Violeta Parra
Violeta ParraVioleta Parra
Violeta Parra
 

Más de Tecnomania

D800 sell sheet
D800 sell sheetD800 sell sheet
D800 sell sheet
Tecnomania
 
D800 sell sheet
D800 sell sheetD800 sell sheet
D800 sell sheet
Tecnomania
 
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
Tecnomania
 
Hoja producto_elph300_hs
Hoja producto_elph300_hsHoja producto_elph300_hs
Hoja producto_elph300_hs
Tecnomania
 
Hoja de datos papyre
Hoja de datos papyreHoja de datos papyre
Hoja de datos papyre
Tecnomania
 
Como configurar el_i_pad
Como configurar el_i_padComo configurar el_i_pad
Como configurar el_i_pad
Tecnomania
 
Altas lcd bravia sony feb sears (2)
Altas lcd bravia sony feb sears (2)Altas lcd bravia sony feb sears (2)
Altas lcd bravia sony feb sears (2)
Tecnomania
 
Hp 2011 nuevo line up
Hp 2011 nuevo line upHp 2011 nuevo line up
Hp 2011 nuevo line up
Tecnomania
 
Cables 2011 sears
Cables 2011 searsCables 2011 sears
Cables 2011 sears
Tecnomania
 
Ficha técnica gt s5330
Ficha técnica gt s5330Ficha técnica gt s5330
Ficha técnica gt s5330
Tecnomania
 
Samsung product detail_preview
Samsung product detail_previewSamsung product detail_preview
Samsung product detail_preview
Tecnomania
 
Nx100 acces esp
Nx100 acces espNx100 acces esp
Nx100 acces esp
Tecnomania
 
Publicación1 samsung
Publicación1 samsungPublicación1 samsung
Publicación1 samsung
Tecnomania
 
2011 ces fact sheet final (2)
2011 ces fact sheet   final (2)2011 ces fact sheet   final (2)
2011 ces fact sheet final (2)
Tecnomania
 
Regalos de navidad
Regalos de navidadRegalos de navidad
Regalos de navidad
Tecnomania
 

Más de Tecnomania (20)

D800 sell sheet
D800 sell sheetD800 sell sheet
D800 sell sheet
 
D800 sell sheet
D800 sell sheetD800 sell sheet
D800 sell sheet
 
Nikon Speedlight SB-910
Nikon Speedlight SB-910Nikon Speedlight SB-910
Nikon Speedlight SB-910
 
Catalogo generico SAMSUNG
Catalogo generico SAMSUNG Catalogo generico SAMSUNG
Catalogo generico SAMSUNG
 
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
Eos 7 d-p8436-c3945-es_es-1264517582
 
Hoja producto_elph300_hs
Hoja producto_elph300_hsHoja producto_elph300_hs
Hoja producto_elph300_hs
 
Hoja de datos papyre
Hoja de datos papyreHoja de datos papyre
Hoja de datos papyre
 
Como configurar el_i_pad
Como configurar el_i_padComo configurar el_i_pad
Como configurar el_i_pad
 
Gaceta samsungabril (2)
Gaceta samsungabril (2)Gaceta samsungabril (2)
Gaceta samsungabril (2)
 
Xplod 2011 sears (2)
Xplod 2011 sears (2)Xplod 2011 sears (2)
Xplod 2011 sears (2)
 
Altas lcd bravia sony feb sears (2)
Altas lcd bravia sony feb sears (2)Altas lcd bravia sony feb sears (2)
Altas lcd bravia sony feb sears (2)
 
Hp 2011 nuevo line up
Hp 2011 nuevo line upHp 2011 nuevo line up
Hp 2011 nuevo line up
 
Cables 2011 sears
Cables 2011 searsCables 2011 sears
Cables 2011 sears
 
Ficha técnica gt s5330
Ficha técnica gt s5330Ficha técnica gt s5330
Ficha técnica gt s5330
 
Samsung product detail_preview
Samsung product detail_previewSamsung product detail_preview
Samsung product detail_preview
 
Nx100 acces esp
Nx100 acces espNx100 acces esp
Nx100 acces esp
 
información general netsuite
información general netsuiteinformación general netsuite
información general netsuite
 
Publicación1 samsung
Publicación1 samsungPublicación1 samsung
Publicación1 samsung
 
2011 ces fact sheet final (2)
2011 ces fact sheet   final (2)2011 ces fact sheet   final (2)
2011 ces fact sheet final (2)
 
Regalos de navidad
Regalos de navidadRegalos de navidad
Regalos de navidad
 

72bradu

  • 1. Ojos para soñar Fabienne Bradu La escritora Fabienne Bradu, autora de libros como Ecos de Pá- ramo y Señas particulares, entre otros, comenta en este texto la obra de la fotógrafa Graciela Iturbide, cuyas imágenes confor- man el reportaje gráfico del presente número de nuestra revista. “¿Qué hago yo detrás de los ojos?”. frecuente es una manera de sonambulismo que sólo rom- Rafael Cadenas pe el imán de un objeto aislado, un rostro que se recorta sobre el aire, un ángulo de realidad, una esquina, las esce- “Me miro en lo que miro como entrar por mis ojos en un ojo más limpio”. nas insólitas cuyo milagro dura sólo un instante. Recor- Octavio Paz demos que en la mitología los sabios eran ciegos —así lo atestigua Tiresias—, como si la mutilación fuese la ga- Antes de conocer a Graciela Iturbide, yo tenía una mala rantía de una mejor y mayor manera de ver. Ésta es la opinión de la fotografía, quiero decir, una idea confu- paradoja que el cineasta Wim Wenders, citado por la crí- sa y equivocada. No me he vuelto una especialista en tica española Marta Dahó, expresa en estos términos: este arte —¡Dios me libre de esta cárcel!—, ni hablo aquí como crítica autorizada de la obra de Graciela Tomar fotografías es un acto en dos direcciones: hacia Iturbide, pero su amistad fue para mí la oportunidad y adelante y hacia atrás. La cámara es, pues, un ojo capaz la guía hacia un conocimiento más profundo y, sobre de mirar en dos direcciones al mismo tiempo. Hacia ade- todo, desempolvado de clichés y prejuicios. Es poco de- lante, de hecho, “dispara la fotografía”; hacia atrás regis- cir que Graciela me enseñó a ver sus fotografías y me des- tra una vaga sombra, algo así como una radiografía de la cubrió a algunos de los artistas afines a su sensibilidad. mente del fotógrafo, al mirar directamente a través de su Nuestra amistad se inició en la Exposición Universal ojo al fondo de su alma. de Hannover, en el año 2000, adonde nos había con- vocado Mercedes Iturbe para documentar la presencia Como el trabajo en Hannover no era esclavizante, de México en este concierto de naciones, yo con la plu- durante el mes que gastamos en esa ciudad excesivamen- ma y ella, por supuesto, con su cámara. Como ya lo he te quieta, conversamos horas y días, y a veces hasta bue- contado en otra ocasión, desde el primer día que cami- na parte de las noches. Le pregunté así muchas cosas que namos por las calles mortecinas de Hannover, me di ignoraba sobre la fotografía, su vida y sus imágenes en cuenta de la paradoja que encarna Graciela Iturbide: es particular. Tiempo después, Graciela decidió que reto- incapaz de retener en la retina el nombre de una calle o, máramos el hilo de esta dilatada conversación para reali- al menos, la sucesión de fachadas que forman el perfil de zar un libro sencillamente titulado: Graciela Iturbide las mismas, al tiempo que ve lo que nadie ve a través de habla con Fabienne Bradu, que publicó la editorial La la neblina que parece envolverla. Suele ir por el mundo Fábrica y la Fundación Telefónica de España, en 2003. en un estado de distracción bastante legendario que, sin El hilo de nuestro diálogo estuvo tensado por mis lagu- embargo, se antoja su condición sine qua non para mere- nas y mi curiosidad hacia el itinerario artístico y, hasta cer la visión que plasmará con la cámara. Su estado más diría, espiritual de la fotógrafa mexicana. La confianza 58 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 2. OJOS PARA SOÑAR © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga que favorece el trato amistoso me permitió preguntarle lo que otros quizá no se hubieran atrevido a plantear por temor a traicionar su propia ignorancia o a sobrepasarse de impertinentes. Ninguno de estos dos escollos hizo peligrar la travesía hacia el pasado y las profundidades, y Graciela se sintió alentada para confiarme algunos epi- sodios y reflexiones que nunca antes había revelado. En esta conjunción reside, a mi juicio, la virtud del libro.Tan así es que un día le oí decir a uno de sus hijos que, leyen- do la conversación, se había enterado de cosas que des- conocía acerca de su madre. Más tarde, se entusiasmaron con el librito los editores ConnieTodd y Bill Wittliff, quie- nes decidieron convertirlo en un librote: Eyes to fly with, (University of Texas Press, Austin, USA, 2006) que incor- pora las imágenes evocadas a lo largo de la entrevista. LA FOTOGRAFíA Y LA REALIDAD El primer prejuicio que me despejó Graciela Iturbide es que la fotografía no es un espejo de la realidad, ni siquie- Jardín botánico de Lucknow, India, 1999 ra un reflejo, sino una interpretación en la que intervie- nen la intuición, el azar, la pericia y la sensibilidad del artista. Suena a perogrullada, pero quizá sea la más soco- nico de Lucknow (1999), en la que un diminuto jardín rrida entre las muchas que nos agobian. En efecto, por- de plantas y piedras se antepone al pie de un telón con que la confusión entre imagen y realidad es la más com- otro paisaje pintado. El jardín “real” es más nítido que partida del mundo, solemos pensar que cualquiera puede su repetición pintada en el fondo, pero también más sacar una foto mientras no cualquiera se aventura a escri- árido y miserable como si la fotógrafa nos dijera que la bir un poema o un cuento, a componer una sinfonía, a realidad es menos lucida que la ilusión. En una de sus bailar un dueto o a pintar un cuadro. De hecho, ¿quién recientes fotos (Chalma, México, 2008), las nubes pin- no ha sacado alguna vez una fotografía como si ésta fuera tadas sobre el telón, que enmarca la efigie de la Virgen la más democrática de las artes? Pero, ¿cuál es la diferen- de Guadalupe, se prolongan en el cielo verdadero, pero cia entre sacar una foto y sacar una buena foto que se ya convertido en el cielo de la imagen de Graciela Itur- considere una obra de arte? Si comparáramos cualquier bide. El efecto así conseguido es una especie de palimp- intento nuestro con las imágenes de Graciela Iturbide, sesto de ilusiones, un trompe l’oeil destinado a enfatizar entenderíamos enseguida en qué consiste el salto o, me- que “la fotografía no es la verdad”. En el Señor de los jor dicho, el abismo. Ella misma aclara al respecto: espejos (Quito, Ecuador, 1984), un hombre se vuelve hacia la cámara como si cuestionara, entre dubitativo e La fotografía no es la verdad. El fotógrafo interpreta la incrédulo, la realidad que la cámara pretende robarle realidad y, sobre todo, hace su realidad, de acuerdo a sus en los espejos que carga para vender a algún incauto. El conocimientos o sus emociones. A veces es complicado hombre y la fotógrafa saben que el instrumento que car- porque es un fenómeno algo esquizofrénico. Sin la cá- gan no sirve para cautivar la realidad, apenas para fijar- mara ves el mundo de una manera y con la cámara de otra; la en un reflejo o ni siquiera; la cámara y el espejo así se por esta ventana estás componiendo, incluso soñando enfrentan a duelo en la coincidencia del encuentro: mul- con esta realidad, como si a través de la cámara se estu- tiplicación de ojos que se miran atónitos e impotentes. viera sintetizando lo que tú eres y has aprendido del lu- Podemos ver el resultado como una mise en abîme, un gar. Al fotógrafo le sucede lo mismo que al escritor: le juego de muñecas rusas, que nos contagia el vértigo de resulta imposible tener la verdad de la vida. la repetición desencajada. Adivino la misma intención, pero expresada de ma- En varias imágenes, ella ha optado por subrayar nera distinta, en la imagen de una luna recostada en un esta imposibilidad con una ironía que muestra la lla- campo de futbol de los suburbios de Roma (Mandrione, mada realidad y su representación contigua, por lo ge- Roma, 2007). Aquí, no es la contigüidad entre reali- neral tan burda como un decorado de feria pueblerina. dad y representación la que realza la sorpresa, sino una Es el caso de una foto tomada en la India, Jardín botá- insólita escena servida en bandeja de plata por el azar o REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 59
  • 3. © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga Señor de los espejos, Quito, Ecuador, 1984 México, 1969 la imaginación de otros hombres, y que hace tambalear de ahí, al lecho definitivo, la tumba. Extraño decorado el nuestra percepción de la realidad. Sabemos que la luna de esta cantina que más bien parece el escenario de una es de cemento, parecida a otras lunas de cartón o de queso pesadilla. Pero la mujer es sin duda lo más enigmático. con las que hemos soñado en la infancia, y sin embar- go nos seduce la poesía de su abandono como si fuese Y a continuación, revela el enigma que, sin duda tam- una escena de una película de Meliès o de Fellini. Es bién, es la clave del arte de Graciela Iturbide: la foto- probable que esta luna sembrada en un baldío romano, grafía fue tomada en el Museo de Cera de la Ciudad de tal la ruina de un sueño que nació ya deshilachado por México. Esta mujer, tan idéntica a las ficheras del cine la incuria o la pobreza, no corresponda a una delibera- de oro mexicano, tan “real” que el humo parece subir da intención de ironizar la realidad; es sin duda el ojo de su cigarrillo, es en sí misma una ilusión, es ya una de la fotógrafa el que le añade esta dimensión y el nues- representación de la realidad y, como lo advierte Marta tro el que capta la cifra en complicidad con la artista. Dahó, “podría considerarse como un primer manifiesto Todas son maneras distintas de refrendar esta verdad tan inconsciente, un inicio premonitorio de lo que consti- primordial y olvidada —la fotografía no es la verdad—, tuirá la obra futura de Graciela Iturbide: una obra in- sin la cual no puede entenderse el arte de la fotografía tensa, poética, hipnótica”. en su cabalidad. Al igual que el poeta está consciente de los límites de las palabras y, sobre todo, de que la pala- bra no es la realidad que nombra, el fotógrafo es un LA INTERPRETACIóN Y EL AZAR lúcido mago de la ilusión óptica. Vladimir Nabokov asegura que la realidad es la palabra que más frecuente- Otra caracterización de la obra de Graciela Iturbide me mente aparece entrecomillada, es decir, la que más sos- parece residir en esta afirmación suya: “Debo precisar pecha despierta en casi todas las artes. Tan es cierto que que nunca he construido ninguna imagen. Cuando ha- la curadora Marta Dahó escogió la que probablemente blo de interpretación, me refiero al encuadre que uno sea una de las primeras fotografías publicadas por Gra- da a lo que ve, éste es mi modo de interpretar”. Así se ciela Iturbide, México (1969) para introducir su pre- entiende que lo que aparece como increíble, insólito o sentación de la reciente retrospectiva que se realizó en francamente imposible en muchas de sus imágenes son Madrid, en 2009. Marta Dahó así describe la imagen: dones que misteriosamente el mundo le regala. Esto suena contradictorio con lo anterior, y lo es y no lo es, Una mujer está sentada en una cantina con un cigarrillo y constituye a mi juicio el núcleo más impenetrable de en los dedos y un vaso vacío. Tiene una extraña mueca en un artista que ciframos en la palabra “talento”. ¿Por el rostro y parece absorta en sus pensamientos, ajena a la qué la realidad de pronto se ofrece a los ojos de Gracie- presencia de la fotógrafa. Tras ella, a su espalda, una la como si el azar cuajara en una imagen y un instante? enorme calavera pintada en la pared ilustra con admira- No sabría explicarlo, simplemente sucede y somos tes- ble síntesis narrativa los episodios de una vida disoluta: tigos del suceso en la fotografía. Tomemos por ejemplo de la lúgubre habitación de hotel a la cama del hospital y, una de sus fotografías más famosas: La señora de las 60 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 4. OJOS PARA SOÑAR iguanas. Las circunstancias en las que la fotografía se con la señora X. La verdad, no recuerdo cuáles fotografías logró fueron muy aleatorias como lo relata Graciela: pude haber sacrificado, pero sí registraba las situaciones y las dejaba pasar. Es una foto que tomé casualmente en el mercado: llegó esta señora con las iguanas en la cabeza y le dije: “Espé- Esto no habla solamente de la nobleza de espíritu rame, déjame sacar una foto”. Ella había descargado las de Graciela Iturbide, que no olvida que lo humano es iguanas en el suelo y se las volvió a colocar en la cabeza. siempre más importante que el arte, sino quizá también Una sola fotografía de las doce que le saqué, quedó bien, de una condición imprescindible para que el mundo le porque era la única donde las iguanas alzaron la cabeza depare sus sorpresas como una recompensa a su ética. como si estuviesen posando. Esta enseñanza que le había anticipado su maestro en una frase: “Graciela, no hay que apresurarse, hay tiem- ¿Pura suerte? Digamos, una parte de suerte y otra po” y que ella profundizó en su estancia de casi diez años gran parte de intuición para cifrar en una sola imagen en Juchitán, la cifró en un retrato de don Manuel Álva- el imaginario zapoteca, la fuerza de sus mujeres valien- rez Bravo (Manuel Álvarez Bravo en el campo, México, tes y altivas, la fusión del mundo humano con el ani- 1970’s), tal un homenaje que ilustra la enseñanza: mal, en pocas palabras, la monstruosa belleza de un ar- quetipo tan arraigado en el subconsciente que Graciela Él está frente a su cámara de gran formato, como pen- Iturbide pudo representarlo sin falsedad ni folclorismo. sando y esperando que algo sucediera. (…) Cuando salía- La publicación de la página de los contactos de estas mos por el campo, colocaba su cámara grande frente a doce tomas atestigua los fracasos que refrendan el éxito un paisaje que a él le gustaba y esperaba que sucediera único e irrepetible del instante preciso, el “ojo de lince y algo. Esta paciencia y este tiempo de espera de Manuel guante de seda” como lo califica Henri Cartier-Bresson. Álvarez Bravo es una cosa que me marcó. Además, doce tomas, frente a los miles de negativos dis- parados por algunos paparazzi en un solo día, es un nú- El sacrificio y la paciencia: sendas actitudes se origi- mero deleznable para cautivar la belleza y el misterio. nan en una confianza fundamental en el cumplimien- to del arte y contrastan con la ansiedad mayoritaria por EL SACRIFICIO © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga La tercera singularidad depende directamente de la an- terior: se trata de la necesidad del sacrificio y su contra- rio concadenado: la inesperada aparición. De la etapa que la dio a conocer al mundo entero, el estudio sobre Juchitán, Graciela Iturbide retuvo una lección que su mentor Manuel Álvarez Bravo le había anticipado. Qui- zá la experimentó en carne propia hasta descubrir ese mundo mítico y primordial, ajeno a su origen social y racial. Allí, entre las mujeres juchitecas, las iguanas y los travestis, Graciela descubrió la necesidad del sacrificio para penetrar una comunidad, ser aceptada por ella y volverse así invisible como antaño los antropólogos optaban por la “pasividad participativa” en sus explora- ciones de la Otredad. El sacrificio que sólo los grandes fotógrafos conocen y practican. Pensemos en la vulga- ridad de los enjambres de cámaras que cercan personas y escenas con tal de obtener una imagen negociable en el mercado de la prensa e incluso del arte. En cambio, Graciela recuerda acerca de los años vividos en Juchitán: Estuve en muchos lugares donde me daba cuenta de una fotografía interesante y no la tomaba porque estaba pla- ticando con una de las mujeres. Depende de qué era más importante en ese momento. A lo mejor me perdí de al- gunas fotos buenas, pero era igualmente importante estar La señora de las iguanas, Juchitán, Oaxaca, México, 1979 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 61
  • 5. © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga Mujer ángel, Desierto de Sonora, México, 1979 Autorretrato, Oaxaca, México, 2002 lograr una imagen, por llegar a la fama, como si el ta- Esta clase de imágenes son las apariciones que sólo el lento estuviera más afuera que adentro de uno. olvido depara al fotógrafo como si el artista anduviera, a No obstante, pese a su sabiduría, Graciela también la par de Marcel Proust, “en busca del tiempo perdido”. recuerda las fotos que no tomó por falta de oportunismo Otra faceta fascinante del arte de Graciela Iturbi- en el mejor sentido de la palabra. Cuenta por ejemplo: de tiene que ver con las fotos que anticipadamente vio en sueños y luego encontró en sus andanzas por el mun- Tengo una fotografía de una bicicleta con pollos, que vi do. Escuchemos en sus propias palabras una expe- en Tlaxcala; me pareció rarísima esta imagen de los po- riencia concreta de este fenómeno para el cual no ten- llos con las patas atadas para arriba. En ese momento en go calificativos: que yo estaba fascinada haciendo una foto casi abstracta, pasó una pareja de recién casados, ya mayores, con el pol- Un día, quizás en los ochenta, soñé con una frase que se vo de Tlaxcala encima, y solamente su madre atrás de repetía: “En mi tierra sembraré pájaros” y veía a un hom- ellos. Me quedé tan pasmada que no los tomé y me arre- bre con muchos pájaros revoloteando. En mi sueño apa- pentiré toda mi vida de no haberles sacado una foto. Era recían la frase y la imagen juntas. No sé qué significado como una visión de Pasolini en México: llenos de polvo, tenga la frase y visualmente era un hombre con muchos con su velo, junto a la bicicleta… pájaros, y por casualidad, más adelante, lo encontré. (El señor de los pájaros) (…) Lo que todavía no he averigua- Al evocar con palabras la foto que no tomó, Graciela do es si la frase tiene que ver conmigo como fotógrafa o nos da a ver la imagen que nunca existirá salvo en noso- como simple persona. Fue hasta que imprimí la foto tros y paradójicamente quedará impresa en el frágil y cuando me acordé del sueño y me impresioné un poco. misterioso almacén de nuestra memoria. Nunca sabre- Ahora no sé si he forzado el reconocimiento o fue el mos cómo la habría sacado. En cambio, aunque tam- sueño que me influyó a ver cierta realidad. poco nosotros la sacaremos nunca, al imaginarla, será la mejor foto que habremos tomado en nuestra vida. Me temo que si Graciela pudiera contestar estas pre- Por lo general, Graciela no se queja de las fotografías guntas, dejaría de soñar con sus imágenes; y si yo lo in- que no toma. Más bien se sorprende de las que saca sin tentara, probablemente diría falsedades y sería desleal darse cuenta. El ejemplo más conocido de este fenó- hacia las razones que me hacen admirar su obra. Por lo meno remite a otro icono de su obra: La mujer ángel demás, también me temo que es imposible separar a la (1979) que, con grabadora en mano, se dirige volando fotógrafa de la persona. Es lo que intento mostrar a lo hacia el abismo. largo de este texto y espero que lo logre. No recuerdo a qué hora tomé esa foto —comenta Gra- ciela—. Ya tenía armado mi libro sobre los seris y fue VOLVERSE INVISIBLE Pablo Ortiz Monasterio quien descubrió esta foto entre mis contactos. ¡Yo nunca la vi, a veces hasta creo que la tomó La ganancia del sacrificio es la invisibilidad que así el amigo que venía conmigo! Tuve suerte de que la com- conquista Graciela Iturbide pese a la prótesis de su cá- posición resultó buena. mara, concebible como una extensión de su ojo, de su 62 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO
  • 6. OJOS PARA SOÑAR brazo y de su mano, así como de su alma. La discre- die atestigua por el testigo”. No se sabe si el testigo es el ción, la paciencia, y si hay suerte, la complicidad son que desaparece en la neblina del olvido o si el paso del las condiciones para crear el clima propicio para una tiempo va espesando la nebulosa donde el fotógrafo se buena foto. Las personas no se sienten amenazadas por yergue como un fantasma con su desmedida ambición su cámara, a diferencia de otros fotógrafos despiadados de borrar el tiempo y el olvido. En estas sombras, veo, a la hora de congelar el tiempo en un rostro. Pero llama no tanto un dramatismo como una ironía hacia el arte la atención que los autorretratos de Graciela Iturbide que, por antonomasia, es “la única manera de matar la no busquen mejorar su propia imagen, ni mostrar su muerte”, según las palabras de Jean Cocteau. faceta más seductora. Es más, algunos son severos, cas- Autorretratarse como sombra sobre el suelo cuyas tigadores, casi góticos cuando juega con animales fan- entrañas arden es una imagen que remite a un sueño que tásticos que fingen surgir de sus ojos y de su boca, o Graciela me relató en la mencionada entrevista: cegarla cerrando para la posteridad las ventanas de su alma. “Mis autorretratos son muy inconscientes, ase- A raíz de una separación afectiva, soñé con mi casa ar- gura ella, y tienen que ver con mis estados de ánimo”. diendo y veía mis negativos consumidos por el fuego, que Ha exacerbado la invisibilidad hasta el punto de desa- era lo que más me angustiaba. Me sentía desesperada parecerse a sí misma o reducirse a la condición de som- porque me decía: “Se va a perder mi trabajo”. Lo fantás- bra. Varios Autorretratos son tan sólo siluetas oscuras que tico fue que empezaron a salir de los negativos la mujer se proyectan sobre la claridad de otra imagen que así se con la grabadora caminando y la señora de las iguanas. vuelve más importante que el evanescente retrato. Una No he podido interpretar este sueño, pero de alguna ma- silueta se dibuja sobre la tierra apisonada del jardín bo- nera se salvaban mis personajes. Quizá signifique que era tánico de Oaxaca, perpendicular a un hoyo cuadrado más importante el personaje que los negativos, pero a fin de donde salen llamas; otra se recorta sobre la pared de de cuentas, se trataba del personaje inventado por mí en la casa de Trotsky, que conserva las huellas de las balas mis fotografías. Por eso me pregunto: ¿se estaban salvan- del primer atentado; y otra más, sobre un campo de trigo do los personajes que yo vi o se estaba salvando mi inter- en los sureños Estados Unidos. La segunda, más difu- pretación de ellos? Quizá sea tan egoísta que si bien se minada aún que la primera, se antoja la encarnación pierde el celuloide, sí se salva mi imagen. del testigo de la Historia, de una Historia que va per- diéndose en el tiempo y que el fotógrafo procura rete- Pero, si se salvan los personajes, ¿dónde queda el ner en la memoria y el presente. La veo también como fotógrafo? Tal vez, en esa sombra pronta a ser alcanza- la imagen que encarnaría el verso de Paul Celan: “Na- da por las mismas llamas que amenazan a los persona- © Graciela Iturbide / Galería López Quiroga Desierto de Pushkar, India, 1999 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 63
  • 7. jes en el sueño, es decir, pronta a ser consumida por la que curiosamente coinciden con sus pupilas y su nariz. misma ilusión o la misma eternidad. “La vida no puede El velo es lo suficientemente transparente para revelar ser captada ni por el realismo ni por el naturalismo, los rasgos de la mujer, pero también lo suficientemente sino solamente por el sueño, el símbolo o la imagina- encubridor para sugerir una aparición levemente gro- ción”, aseguraba Brassaï, que mucho sabía de sombras tesca y amenazadora, una calavera sonriente, surgida en el París nocturno y noctámbulo de los años veinte, y de la inmensidad de arena que se extiende a sus espal- a quien Graciela Iturbide reconoce como una de sus das. “Así, acota el crítico Alejandro Castellanos, las imá- inspiraciones más decisivas. genes de Graciela Iturbide son un conjuro contra la En un Autorretrato de 2002, tomado en una de sus visibilidad como espectáculo y la mirada como prejui- tantas visitas al jardín botánico de Oaxaca, al pie de un cio hacia el otro”. pochote cuyas espinas se mimetizan con las piedras del camino, aparece en primer plano la cabeza y la mano de la fotógrafa. La cabeza se aureola con la sombra de BLANCO un sombrero y la cámara queda disimulada en la ne- grura del círculo que dibuja el rostro. La sombra figura Aunque uno no termina nunca de ver las fotografías de un Cristo primitivo, parecido al de San Marcos en Graciela Iturbide, de verlas y volverlas a ver, de agotar Venecia, y la imagen adquiere así un cariz simbólico por sus detalles y soñar en concierto con ellas, hay que fina- las espinas, las piedras y el Cristo decapitado. Algunos lizar de alguna manera este rápido repaso. Quisiera men- preguntarán: ¿todo esto está creado deliberadamente o cionar tres fotografías cuyos temas, aparentemente, la visión sale de mi imaginación? Yo contestaría: ni lo nada tienen que ver entre sí. Se trata de Ritual (Nuevo uno, ni lo otro únicamente. El talento excepcional de León, México, 2000), una inmersión según el rito del Graciela Iturbide consiste en su intuición para concen- niño Fidencio, en la cual vemos la túnica de un hom- trar en un diamante una mina de sentidos y símbolos. bre flotando boca abajo, henchida y mojada por el agua; Ella es parca con la palabra oral y escrita, pero ¡qué elo- la segunda, sin título, (México, 2005) captó los blo- cuencia despliega en sus fotografías! ques de hielo que todavía se transportan en un carrito jalado por una bicicleta en algunas calles del Centro de la Ciudad de México, arponados por unas pinzas dig- DEVELAR Y VELAR nas de Alicia en el país de las maravillas. Cabe aventurar de pasada que esta fotografía se antoja un homenaje al Otra paradoja me parece singularizar el arte de Graciela fotógrafo sueco Christer Strömholm, muy apreciado Iturbide y reside en su trato con el misterio. “No me por Graciela. Ella se pregunta acerca de una imagen de gusta que me digan que mi fotografía es mágica, esto su admirado amigo: “Lo que te intriga es saber lo que me pone furiosa. Más me interesaría, y no sé si lo logro, él sintió ante un pedazo de hielo que estaba tirado en la que hubiera una dosis de poesía en mi fotografía”, con- calle”, y esa misma pregunta nos la hacemos frente a fiesa la artista. Develar misterios es una de las ambicio- “su” hielo. La tercera se titula El sacrificio (La Mixteca, nes más locas de la poesía, pero es asimismo la locura Oaxaca, México, 1982) y muestra a un cabrito nonato, más ambiciosa de la fotografía. Incluso se antoja que recién sacado del vientre de su madre degollada y re- esta ambición no puede serle deparada en razón del cién lavado en el río. Lo sostiene una mujer vestida de exceso de visibilidad al que obliga este arte. ¿Cómo negro con cuchillo en la mano y los pies descalzos en el enseñar sin desentrañar el misterio? Es obvio que la so- agua. El punto en común entre estas tres fotografías lución no está en un desvanecimiento de los contornos está, para mí, en el blanco que horada el centro de la o en su caso de los colores, ni en un excesivo oscureci- imagen. Es un blanco cegador, más una luz que un miento de la imagen, tampoco en un “fuera de foco” color, un mármol traslúcido como ciertas tumbas mu- que difumina la nitidez para registrar el movimiento y sulmanas de la India. No sabría explicar muy bien por acaso sólo traicione la falta de pericia del fotógrafo. qué veo en este blanco, que no se antoja de este mundo, Graciela Iturbide resuelve la paradoja con una propen- el probable color de lo sagrado, esa luz que los místicos sión por volver a velar lo que su ojo devela. Pienso en la dicen vislumbrar en sus raptos. En el poema Blanco, cantidad de velos, mallas, redes, barreras y filtros de Octavio Paz habla de “traslumbramiento”, un neolo- toda índole que ha retratado para significar su resisten- gismo para calificar, a mi juicio, aquellas visiones que cia a entregar una realidad demasiado desnuda o cruda, van atrás o más allá de las cosas a través de las cuales se y como si con su arte ofendiera el misterio que, a un manifiesta lo sagrado cotidiano. Creo que esto es lo que tiempo, la opaca y la protege. En el Desierto de Pushkar, nos ofrecen las imágenes de Graciela Iturbide: un tras- en la India, retrató en 1999 a una mujer cuyo rostro lumbramiento que nos hace ver el mundo con un per- está cubierto por un velo negro, salpicado de bordados petuo asombro. 64 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO