Por qué soy chavista: admiración por el líder venezolano Hugo Chávez y coincidencias personales
1. POR QUÉ SOY CHAVISTA
Por Lácides Martínez Ávila
En días pasados una muy distinguida amiga me formuló, por el facebook, la siguiente pregunta: “Lachi, Ud.,
que es tan letrado y versado, me gustaría que dijera por qué CHAVEZ es mejor que URIBE, pero,
independientemente de esas grandes diferencias ¿por qué admira a Chávez?”. Yo prometí responderle, y
tras hacerlo, ésta fue mi respuesta:
“Al fin me ha sido posible responder la pregunta con que me honraste en días pasados: En primer lugar,
quiero hacer la salvedad de que no soy partidario de plantear el asunto en términos de quién es mejor o
peor, pues considero que nadie es mejor o peor que otro, objetiva y absolutamente hablando. Yo puedo
aventajar a alguien en algunos aspectos, pero, con toda seguridad, esa persona me aventajará a mí en otros.
Y esto es válido tanto en el plano personal como en el profesional.
En ello también juega un papel determinante la perspectiva o punto de vista de quien juzga o califica. Si
quien juzga la acción política de Chávez y/o Uribe es un capitalista o persona adinerada, y sobre todo si se
trata de esas personas que han cifrado la razón de su existencia en la acumulación de riquezas materiales
hasta tal punto que están dispuestas a eliminar todo aquello que afecte sus oscuros e innobles intereses, ya
se trate de personas, animales o el ecosistema mismo, ese individuo, sin lugar a dudas, dirá que Uribe es
mejor que Chávez. Personas como ésas suelen ser esclavas del placer sensorial o de las pasiones, como
solían decir los antiguos filósofos, ya se le llame a esto sensualismo, hedonismo, molicie, sibaritismo o
concupiscencia; y esa abyecta condición los lleva a convertirse en seres avaros, ambiciosos y ávidos de
bienes terrenales o bienes adiáforos como los llamo yo en mi libro “Diversidades filosóficas”.
Pero, si se trata de alguien que no posee tales riquezas materiales y, antes por el contrario, nació en medio
de la pobreza, como ocurre con la mayoría de los habitantes de nuestro continente y del mundo en general,
entre ellos este humilde servidor, quien, como Hugo Chávez, nació en una casa de palma con paredes de
barro y piso de tierra, y que logró educarse con sacrificio y esfuerzo propio; tal persona siempre considerará
que Chávez es mil veces mejor que Uribe, para utilizar los términos empleados por ti en tu pregunta; porque
Chávez, como lo hizo Jesucristo, decidió escoger la opción de los pobres, del débil, del que menos haberes
tiene. Esta inclinación o sentimiento de solidaridad hacia los menos favorecidos por la fortuna, la
experimentamos quienes pertenecemos al segundo de estos dos grupo de personas, y se la misma debe
seguramente a nuestra común extracción humilde. Es por eso por lo que yo admiro y defiendo a Hugo
Chávez, y empecé a admirarlo desde antes de ser presidente.
Te cuento algo a este respecto. Cuando yo empecé a dictar clases en la Universidad Metropolitana de
Barranquilla, a comienzos de la década del noventa del siglo pasado, se me dio por denominar mi asignatura
"Sociohumanismo”, en vez de “Humanismo“ o “Humanidades”, como formalmente se llamaba. Esa
composición gramatical yo nunca la había escuchado o leído. Y así lo hice porque por aquellos días había
aprendido, en un libro de Salomón Kalmanovitz, lo que era el neoliberalismo y lo perversa que esta
aberración del capitalismo resulta, sobre todo, para los pobres. Entonces a mis clases les quise imprimir ese
sentido “sociohumanista” en contraposición al neoliberalismo o capitalismo salvaje. Bueno, resulta que un
día, al hojear el periódico, me encontré con un titular que decía más o menos así: “El mío será un gobierno
sociohumanista, dice candidato a la Presidencia de Venezuela Hugo Chávez Frías”. Yo en seguida le dije a mi
esposa: “Oye, este tipo se copió de mí; ésa palabra la inventé yo”, le expliqué, riéndome. Al leer la noticia,
me di cuenta de que él también contraponía el término al neoliberalismo.
Ahí comencé a admirarlo y hacer fuerza para que ganara las elecciones. Eso fue como en el año 1997 o 1998.
Y esa admiración no ha disminuido; por el contrario, siento que ha aumentado, hoy que los grandes poderes
económicos y políticos, tanto internos como externos, lo quieren derrocar y hasta eliminar si les fuera
2. posible, dada su inquebrantable e insobornable voluntad de privilegiar a los pobres. El hombre no me ha
defraudado.
Hay, por lo demás, otros puntos de coincidencias entre él y yo, no ya en el plano político, sino más bien en el
plano personal. Por ejemplo, Chávez es hincha del Magallanes de Carabobo (los Navegantes), equipo de
béisbol venezolano del cual yo también me hice hincha desde cuando estudiaba bachillerato en Codazzi
(Cesar). Por aquel tiempo yo me habitué a escuchar por radio el campeonato profesional de béisbol de
Venezuela, y no sé por qué, desde un comienzo me incliné por el Magallanes.
Otra coincidencia: el 16 de marzo de 1969, en un terrible accidente aéreo ocurrido en Maracaibo, murió el
deportista más admirado por Hugo Chávez, Isaías “El Látigo” Chávez, un joven y promisorio lanzador
venezolano, lo cual le hizo cambiar a aquél el rumbo de su vida, pues abandonó su interés de llegar a ser un
pelotero de las Grandes Ligas y decidió enrumbarse entonces hacia la milicia y luego hacia la política. Pues
bien, en ese mismo accidente pereció mi mamá, y ese infausto suceso también a mí me hizo cambiar el
rumbo de mi vida, apartándome de mi proyecto inicial de llegar a ser un abogado o un general del ejército
colombiano, e impulsándome hacia la Filosofía, derrotero éste del cual, desde luego, no me arrepiento
haberlo emprendido, como tampoco creo que Chávez se arrepienta de haber emprendido el de la política
bien entendida, pese a lo doloroso del motivo que nos impulsó u obligó a cambiar de rumbo.
POR ESO SOY CHAVISTA. Todo lo anterior espero, querida amiga, que haya respondido, si no totalmente, al
menos en parte, tu pregunta. Te aprecio mucho.” Lácides.