2. En Tierra del Fuego habitaban los Selk'nam,
más conocidos como Onas, ertenecientes la
raza de los Tehuelches.
El nombre "ona" proviene del idioma vagan y
ha prevalecido sobre selk'nam, que era el
nombre que les daban los tehuelches.
Antes de su extinción, eran nómadas
terrestres, cazadores y recolectores.
3. La búsqueda de alimento
signaba la vida cotidiana.
Conseguir comida era tarea de
los varones con el uso del arco
y la flecha.
Las mujeres cuidaban la casa,
y, durante los traslados,
cargaban las tiendas en bolsas
de cuero y cestos de junco,
junto con los utensilios y los
hijos que aún no caminaban.
Su alimento principal era el
guanaco, zorros, roedores o lo
que consiguieran, además de
los mariscos que las mujeres
pudieran recolectar en las
costas.
4. Recogían hongos y frutos
silvestres.
Las mujeres fabricaban un
tipo de toras con semillas
molidas y especie de
crucífera llamada tay,
mezcladas con lobo
marino.
Aprovechaban las pieles
de los zorros que
cazaban.
5. No tenían jefes o caciques,
solamente una elite integrada
por "chamanes", sabios y
profetas que gozaban de
privilegios y reconocimiento
social, inspirados en el temor a
sus poderes sobrenaturales.
Se agrupaban en clanes o
parentelas de no más de
cincuenta personas, y aun
dentro del clan se mantenían
aislados.
La familia era poligámica.
6. Los chicos se criaban con sus madres y los varones, al llegar a la
adolescencia, comenzaban un largo período de iniciación durante el cual
aprendían a obtener comida y a desenvolverse como adultos.
La ceremonia iniciática, era el hain. Una vez superada la última prueba en el
hain, los jóvenes podían casarse y largarse por su cuenta.
Tenían varias maneras de hallar esposa: por mutuo conocimiento, por
negociación con los padres o por la más expeditiva vía de guerrear con los
hombres de otro territorio y alzarse con sus mujeres.
8. No poseían religión estructurada y temían la muerte por brujería.
Celebraban su inmemorial rito del hain, el centro de su vida religiosa.
Creían en Hashe, el espíritu maléfico
encarnado en el árbol seco y otros
espíritus malignos. También existían
espíritus benignos que curaban las
heridas.
Creian en la existencia de un ser
supremos al que llamaban Temaukel;
Kenos, su mensajero, creó todas las
cosas del mundo y fue el héroe
civilizador de este pueblo.