1. Dodecafonismo (música de doce tonos ): forma de música atonal, con una
técnica de composición en la cual las 12 notas de la escala cromática están
sujetas a una relación ordenada que no establece jerarquía entre las notas. La
música tradicional y popular actual suele ser tonal, y por lo tanto tener una
nota de mayor importancia, respecto a la cual gravita una obra (esta nota
indica la tonalidad). El fundador de la música dodecafónica, Schönberg,
prohibió por estatuto usar una nota más que otra como sucede en un sistema
tonal (la melodía dodecafónica debe llevar las 12 notas de la escala cromática).
Se escribe siguiendo el principio de que todos los doce semitonos o notas son
de igual importancia. La relación interna se establece a partir del uso de una
serie compuesta por las doce notas. El compositor decide el orden en que
aparecen con la condición de que no se repita ninguna hasta el final.
Procede del "atonalismo libre", y surge de la necesidad que había a principios
del siglo XX de organizar coherentemente las nuevas posibilidades de la
música tras la crisis de la tonalidad.
Schönberg estableció cuatro posiciones básicas para una serie:
La serie fundamental. Utiliza la abreviatura P.
La retrogradación: la serie fundamental dispuesta en orden retrógrado,
o sea de adelante hacia atrás. Se utiliza la abreviatura R.
La inversión: consiste en invertir la dirección (no el valor) de los
intervalos haciendo ascendentes los descendentes y viceversa. Se utiliza
la abreviatura I.
La inversión retrógrada: se realiza una retrogradación de la inversión. Se
utiliza la abreviatura RI.
Compositores destacados:
Arnold Schönberg: padre del dodecafonismo. En 1899 había escrito un sexteto
de cuerdas, La noche transfigurada, Op. 4, basado en un poema de Richard
Dehmel; una obra de cámara con espíritu de poema sinfónico. Schönberg vio la
finalidad del arte y la música en la expresión de la personalidad y la
humanidad: «puesto que el arte es el grito de socorro de quienes
experimentan en sí mismos el destino de la humanidad... interiormente, en
ellos está contenido el movimiento del mundo; hacia afuera se abre paso sólo
el eco: la obra de arte» (1910).Asi explica el nacimiento del expresionismo con
su postura radical, sus contrastes y su pasión, que a menudo raya en la locura.
La estética de Schönberg se dirigía contra la sociedad burguesa.
Schönberg comenzó a componer en el estilo del romanticismo tardío. Dio el
paso hacia la atonalidad por necesidades de expresión.
2. Alban Berg: estaba animado por un desbordante ardor de sentimiento.
Combinaba una refinada estructura artística y los más sutiles matices de
composición como maestro de la mínima modulación con una embriaguez
sonora característica. El hálito humano de sus melodías, la naturalidad de su
fraseo, la vitalidad orgánica de sus ritmos y la suave plenitud de su armonía
atonal hicieron la música de Berg más fácilmente accesible.
Se dirigió, los primeros años posteriores a la guerra, hacia
un método compositivo controlado de una forma más consciente, aunque en
su caso los cambios fueron menos dramáticos. Sus composiciones atonales
anteriores a la guerra eran cercanas al carácter rítmico y armónico de la música
tonal de finales del siglo XIX, pero reflejaban ya una inclinación
hacia procedimientos composicionales más estrictos. Sin embargo, la primera
obra que compuso tras la guerra siguió una concepción estructural más
detallada y comprensible que sus composiciones anteriores. Produjo la primera
obra dodecafónica extensa en1926. La habilidad de Berg para combinar
música dodecafónica y no dodecafónica dentro de una misma obra refleja la
suavidad con la que incorporó esta nueva técnica.
Antón von Webern: recibió una esmerada educación universitaria y musical.
Tímido, introvertido, intelectual, fue el menos conocido en vida, y por tanto el
que menos escándalos suscitaría, a pesar de llegar en sus mensajes atonales a
los últimos extremos que la forma permitía. Su música tiende a la brevedad del
aforismo, especialmente en el período de libre atonalidad. No hay adornos,
modulaciones, repeticiones ni una base armónica a la que se añadan otras
notas secundarias: todo es esencial y está determinado por el
carácter personal, el espíritu de la época y la situación histórica del material
musical, que representa una selección del material acústico general según el
sistema musical y el momento histórico, que es para él como el espíritu
sedimentario.La música está presidida por una transparente claridad que
reside no sólo en una elaboración racional, sino también en una especial
intuición musical. Su constante búsqueda de relaciones muestra una
contemplación casi mística y un gran poder de concentración
"toda obra de arte es hija de su tiempo", los principios artísticos no son
eternos sino históricos