1. 9 de abril de 2012
«ACTA DE LEVANTAMIENTO DE UN CADÁVER»
por Carlos Rey
Sucedió en 1962, en una carretera de la Costa Atlántica de Colombia que
une las poblaciones de Mategüadua y Río Loro. Al peluquero del pueblo,
que ejercía también el cargo de Inspector de Policía en esa región, le dieron
aviso de que en dicha carretera habían encontrado a un muerto, a fin de que
procediera con el levantamiento del cadáver y la investigación de rigor. Así
que el ingenioso funcionario, que tenía fama de ser un gran aficionado a las
Selecciones de Reader’s Digest, juramentó y posesionó a dos peritos para
que sirvieran de testigos, y se encaminó con ellos y con el secretario al lugar
de los hechos. He aquí algunos apartes del acta que resultó, transcrito con la
ortografía y el lenguaje originales:
«Levantamiento de un cadáver que fue allado muerto allí y que fue visto por
unos campesinos que pasaban y al verlo que no se movía y que estaba
encharcado de sangre lo reconocieron como muerto y avisaron al suscrito
inspector....
»Se encuentra sobre una charca de sangre el cadáver de un individuo de sexo
masculino de unos 48 años de edad aproximadamente, al parecer casado
porque tiene una argolla de matrimonio en el dedo anular de la mano
izquierda, de profesión mecánico porque la ropa la tiene untada de grasa
quemada, de piel morena tirando a negra, flaco, carepalo y medio canoso, y
de unos 1,60 metros de altor, desconociéndose más datos sobre la
personalidad del muerto por tratarse de un hombre forastero y sin amistades
en la región.
»El cadáver del difunto se encuentra bocarriba, con la boca abierta y los ojos
cerrados, con la cabeza medio ladiada como mirando un guanábano en
completa producción, con el brazo derecho estirado hacia un lado y como
saludando a alguna persona, y el brazo izquierdo en estado de reposo, los
pies semicruzados como haciendo el numero 4 (cuatro) y en aptitud
totalmente rigida....
»Presenta un machetazo en la cabeza..., otro en la quijada inferior..., otro en
el pescueso..., otro en la paleta izquierda que alcanzó a llegar hasta serca del
espinazo, otro en la región del nalgatorio que le interesó mayormente la
nalga derecha y parte del guesito de la alegría, otro en el cuadril derecho y
dos en la canilla derecha.
»Se ve claramente que los autores del asesinato no le pegaron más
machetazos al cadáver porque seguramente vieron que el muerto había
dejado de existir...»1
¿A qué nos lleva toda esa palabrería? A concluir que ¡sí que no queda duda
2. alguna de que aquel «cadáver del difunto» que «había dejado de existir»
estaba «más muerto que nunca»! Si bien en ese caso del siglo veinte no
parece haber sido necesario hacer semejante énfasis, en el caso de la muerte
de Jesucristo por crucifixión en el primer siglo de la era cristiana sí era
importante que se hiciera, ya que algunos posteriormente alegarían que Él en
realidad no había muerto. Por eso Juan, en el acta que llega a ser su
Evangelio, especifica que los soldados romanos se cercioraron de que Jesús
había muerto y que uno de ellos le traspasó el costado con una lanza; y
Marcos en el acta suya deja en claro que Pilato constató de parte del
centurión romano que Jesús, en efecto, había muerto.2 Es que, luego de la
resurrección de Cristo, habría de ser más importante que nunca despejar toda
duda de que Él había muerto, de que había sido sepultado y de que al tercer
día había resucitado, tal y como Él mismo había predicho que era necesario,
a fin de redimirnos del pecado y darnos vida plena y eterna.