1. SOLDADO, ESCRITOR Y FRANCISCANO, CERVANTES
“Entre los pecados mayores que los hombres cometen,
aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el
desagradecimiento. Este pecado en cuanto me ha sido posible,
he procurado yo huir desde el instante que tuve uso de razón;
y si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras
obras, pongo en su lugar los deseos de hacerlas”.
... esto lo escribió Cervantes, en el Quijote, hace ya más de
cuatrocientos años. Siguiendo este principio cervantino, de cortesía
y educación, lo primero es dar las gracias a:
Mª José Píriz, Ministra de la Zona Castellana de San Gregorio
Magno.
Concepción Quintanilla, Ministra Local
Mercedes Peña
...
... por haberme invitado a vuestro XXII Encuentro Fraterno de
la Zona Castellana de San Gregorio Magno, para hablar aquí un
poco de una de las personas más conocidas en el mundo y que
contradictoriamente, aún hoy, conocemos muy poco de su vida.
Hablar de Cervantes en Alcázar de San Juan es casi levantar,
de nuevo, la vieja disputa, que aún sigue viva en la tradición
alcazareña, de que el autor del Quijote nació aquí. No vamos a
conversar especialmente de esta parte de su vida, ni del mito de
Cervantes que se ha creado a su alrededor, sino de Miguel, hombre
de carne y hueso.
Cervantes muere el 23 de abril del 1616. Cuatro días antes
estaba redactando, en su lecho de muerte, la dedicatoria al Conde
2. de Lemos, de su recién terminado Persiles, en una prosa
inigualable, sincera, conmovedora, escrita por un hombre que se
sabe muy cerca de su muerte. Y así la comenzaba:
Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo.
Ayer me dieron la Extremaunción y hoy escribo ésta: el tiempo
es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con
todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir.
Es consciente de que le quedan muy pocas horas de vida,
pero no demuestra desilusión, amargura. Todo lo contrario, dice:
"¡llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir!"... Ilusión,
esperanza, esperanza cristiana, es lo último que Miguel escribe.
Cervantes, mandó ser enterrado en el convento de la Trinitarias, a
escasos 250 metros de donde vivía. Esta última carta y la forma de
ser enterrado, refleja el horizonte espiritual y la manera de ver y de
interpretar la vida, al menos, en sus últimos años.
Pero esto lo sabemos ahora. De Miguel de Cervantes se
perdió completamente el rastro de su vida al poco de morir.
Hay que esperar, que románticos ingleses y alemanes, ya
entrado el siglo XVIII, nos recuerden que el Quijote es una joya
literaria, un tratado de buenas costumbres, al fin y al cabo un gran
libro de humanidades. Como nos lo dicen desde fuera, con gran
entusiasmo lo releemos, cayendo en la cuenta, ahora sí, de que no
es solo un libro de aventuras o para hacer reír a la gente, y nos
ponemos a buscar al autor. Pero para que esto pasase, para
3. ponernos a buscar al autor, al hombre, a Cervantes, hizo falta que
nos lo encargaran también desde fuera de nuestras fronteras.
Es un inglés, el Barón de Carteret, quien para su edición
inglesa del Quijote, encarga al valenciano Gregorio Mayans, que
recopilara los datos de la vida de Cervantes e hiciese una biografía
para incluirla, por primera vez, en el Quijote. En 1737, ciento
veintiún años después de su muerte, es publicada esta primera
biografía con el título de Vida de Miguel de Cervantes Saavedra.
Y el mismo Mayans reconoce en ella, los pocos datos reales que se
disponían del autor del Quijote en aquellos años, recurriendo
principalmente para elaborar su trabajo a lo escrito por el mismo
Cervantes, especialmente en los Prólogos y Dedicatorias de sus
obras. Mayans no pudo encontrar ningún documento de Cervantes
y solo leyendo, leyendo a Cervantes, salvó el encargo del editor
inglés.
Y comienza Mayans la biografía por el lugar del nacimiento,
que al no conocerse fehacientemente apunta a los lugares que ya
por entonces se disputaban su cuna. Estos lugares eran Esquivias,
Sevilla y Lucena. Aunque Mayans apunta ya su propia hipótesis
del lugar de nacimiento, la villa de Madrid. Y tampoco tiene,
Mayans, ninguna certeza del lugar de su muerte, ni mucho menos
de cuando esta sucedió, aunque si vislumbra también a Madrid,
precisamente por la carta dedicatoria al Conde de Lemos en su
Persiles, firmada en
"... Madrid, a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y
seis años."
La intensidad con la que se buscaban documentos del autor
era tal, que en 1748 se encuentra una partida de bautismo en
4. Alcázar de San Juan, de un niño al que su padre, Blas de Cervantes
Saavedra, le pone de nombre Miguel y cinco años después otra
partida en Alcalá de Henares al que se bautiza a un niño hijo de
Rodrigo Cervantes, que también tiene el nombre de Miguel.
Posteriormente fueron apareciendo documentos sobre el
Miguel alcalaíno y ausencia absoluta de rastro, tanto en Alcázar,
como en el resto de archivos españoles, del Miguel bautizado aquí.
La evidencia de los documentos del rescate del alcalaíno en Argel,
entre otros documentos, decantó la balanza definitivamente hacia el
Miguel de Alcalá.
Y con muy pocos datos contrastados, fueron apareciendo
multitud de biografías realizadas por autores que sin la información
necesaria, se inventaron la vida de Cervantes de forma romántica o
incluso calificando alguno de ellos su vida como "ejemplar" o
"heroica", aun sabiendo que de ese Miguel de Alcalá ya se tenía
constancia documental de su paso por algunas cárceles, y su
familia directa dejaba mucho que desear moralmente.
No hay constancia alguna del Cervantes niño, nada de su
infancia y tampoco de su paso por la universidad. Entonces,
¿Donde estudió a los clásicos?, ¿donde pudo leerlos en latín, pues
aún no estaban traducidos al castellano? y por tanto, en aquella
España de gran analfabetismo, ¿dónde y cuándo estudió latín? ¡En
un embargo al padre de Cervantes, el alcalaíno, solo tenía tres
libros en casa, escaso bagaje para fomentar las letras en su hijo
Miguel.
La única referencia a sus estudios está en un elogio que el
catedrático y responsable de la Escuela de la Villa de Madrid, Juan
5. López de Hoyos, hace, en 1569, de uno de sus alumnos, Miguel de
Cervantes, en una obra compuesta en memoria de la reina Isabel
de Valois, fallecida un año antes.
Cuando ocurrió la muerte de la reina Isabel, se encontraba en
Madrid monseñor Giulio Acquaviva, que en 1568 es enviado por el
papa Pío V a España para, entre otras cosas de índole diplomático
y político, dar el pésame al rey Felipe II por la muerte de su hijo, el
príncipe Carlos. Monseñor Acquaviva parte de Roma el 19 de
septiembre y llega a Madrid el 13 de Octubre. Solo diez días antes
de su llegada a la Corte española, el 3 de Octubre, había muerto la
reina Isabel de Valois. El día 30 de Diciembre, de ese mismo año de
1569, parte de Madrid de vuelta hacia Roma. Su estancia en
España, y especialmente en Madrid, fue de unos dos meses y
medio.
Parece muy probable que en alguna de las reuniones que
mantuvo monseñor Acquaviva, con figuras relevantes de las letras
españolas en Madrid, ya que era muy conocido el interés por las
letras y la cultura de monseñor, escuchase o leyese las
composiciones de este alumno destacado de Juan López de
Hoyos.
Por lo tanto, parece más que posible la hipótesis de que
monseñor Acquaviva admirado por las dotes de composición de
Miguel, le propusiese que le acompañase a Roma. Como mecenas
de escritores y poetas contaba con una extraordinaria biblioteca,
donde bien pudo Miguel estudiar allí a los clásicos. Solo así se
puede confirmar que estuvo al servicio con el cardenal Acquaviva,
tal y como el mismo Cervantes nos lo dice en la dedicatoria de La
Galatea.
6. Monseñor Acquaviva fue nombrado cardenal en junio de
1570. Por tanto sabemos que tenemos a Cervantes en Madrid en
1568 estudiando con López de Hoyos y en enero de 1569 llega a
Roma, estando con el cardenal Accuaviva hasta al menos después
de mayo de 1570. Solo un año y medio junto a Accuaviva, porque
su vida da un giro importante. Su vida dedicada a las letras cambia
en este año de 1570 por la del servicio a las armas.
De lo que siempre se ha estado seguro es que Miguel estuvo
en la batalla naval de Lepanto. En el Prólogo de Las Novelas
Ejemplares, nos dice de él mismo: “... Perdió en la batalla naval
de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que,
aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla
cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los
siglos pasados, ni esperan ver los venideros, …”
Cervantes estará orgulloso toda su vida de haber estado en
aquella batalla naval, ¡que si no es porque él estuvo, no nos
acordaríamos nadie! Batalla donde se cambió el sentido del mundo.
De estar en 1570 en casa del cardenal en Roma, entre libros, la
vena patriótica y cristiana le llevó a alistarse en la recién constituida
Liga Santa, integrada por España, los Estados Pontificios, las
Repúblicas de Venecia y Génova, y la Orden de Malta, contra la
amenaza inminente de que los turcos invadieran todos los países
de la ribera del Mediterráneo, siendo España la que más aportaba a
la coalición con más de la mitad de los navíos, que superaban los
200 barcos, entre guerra y apoyo, y más de 90.000 hombres, entre
soldados, tripulantes, chusma y galeotes.
Esta batalla sucedía el día 7 de Octubre de 1571. Enfrentó a
más de 500 barcos y de 200.000 hombres, cristianos y turcos. Al
7. amanecer de ese día, domingo, en el golfo de Lepanto, en todos los
barcos de la flota cristiana, se rezó el Santo Rosario por expreso
deseo del Papa Pio V y del almirante don Juan de Austria,
recibiendo todos de rodillas la bendición apostólica enviada desde
Roma. Tras cruzarse las salvas de guerra y aceptarse la batalla, el
agua se tiñó de sangre. A medio día todo había terminado. Al
conocer el Papa la victoria de la flota cristiana, en gratitud a la
segura intercesión de la Virgen en la batalla, instituyó la fiesta del 7
de Octubre con el nombre de Nuestra Señora del Rosario y
añadió a las Letanías, la de "Auxilio de los cristianos".
Cervantes estaba aquel día en la galera Marquesa,
napolitana. El orden de batalla diseñado por don Juan de Austria
era en forma de cruz. Por delante 8 galeras sicilianas, a la derecha
51 galeras, en el centro 62 galeras y la "Real" donde iba don Juan,
a la derecha 54 galeras, y detrás como escuadra de socorro, y a su
mando Alvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, otras 30 galeras.
En esta formación de socorro iba la Marquesa. ¿Qué empleo
contaba Cervantes ese día?, desde luego que de alférez valeroso
como nos lo han pintado sus biógrafos románticos no, lo máximo
sería de soldado bisoño, con poca o nula experiencia en las armas.
Igual que tampoco sabemos su empleo, después de curarse de sus
heridas en el pecho y en la mano izquierda, en sus cuatro años que
sirvió después como militar en Túnez y Navarino, aunque
lógicamente no podría ser de soldado al uso con una mano
inservible para las armas.
Dudas y más dudas sobre un joven militar que se ha mitificado
interesadamente, hasta el punto de haberse “guardado” incluso
documentos que podrían crear dudas sobre la biografía oficial en
8. esta interesante parte de su vida. Aquí quiero comentar el
redescubrimiento de un documento conocido desde ¡1870! y que el
año pasado salió de los cajones a las vitrinas de la exposición sobre
Cervantes en el Archivo General de Simancas. En él se encuentra
una carta de don Juan de Austria a su hermano el rey Felipe II, en
marzo de 1572, cinco meses después de la batalla de Lepanto,
enviándole entre otras noticias, una relación de 409 heridos en
aquella batalla, que aún seguían en el hospital militar de Messina,
recuperándose de sus heridas y a los que les ha ayudado con cierto
dinero, y la mayoría habían quedado mancos. Entre los heridos se
encuentra Miguel de Cervantes. Hasta aquí perfecto, no hay motivo
para guardar este documento. Pero en la última página aparece otro
Miguel Cervantes. Este es el motivo por el que este documento ha
estado “guardado” en los cajones casi 150 años ¡¡En Lepanto
estuvieron dos Migueles de apellido Cervantes!! Uno es el futuro
autor del Quijote… pero ¿y el otro? Si uno es el alcalaíno, del que
hay muchos documentos, el otro Cervantes ¿quién era? ¿de donde
era? ¿Se conocieron entre ellos?... Tampoco hay rastro de él, como
pasa con el niño bautizado en Alcázar… ¿Hay más documentos
“guardados”? ¿Quién lo decide y por qué se guardan estos
documentos tan importantes? Más incógnitas, que ahora más que
nunca hace temer que todo lo escrito hasta ahora del autor del
Quijote no es todo lo que se conoce y quizás haya que volver a
replantearse su biografía, sin miedos al resultado final, sea el que
sea.
De lo que no cabe duda es que Cervantes ha pasado a la
historia como escritor, uno de los escritores más geniales que ha
existido, al menos por su trascendencia de su obra más conocida, el
9. Quijote. Como muchos escritores de su tiempo, no puede vivir del
teatro, ni mucho menos de la poesía, el gran Lope de Vega
ensombrece a todos. Tiene que trabajar, ¡y gracias! de funcionario,
después de volver de su cautiverio en Argel. Regresando de
soldado desde Italia es apresado y ha estado cinco largos años
cautivo, ¡ya estamos en 1580! Por su conocimiento del norte de
África le encargan un trabajo de espía, recauda víveres para la
Armada Española, cobra tributos atrasados, y cuando sus cuentas
no están claras, pasa por la cárcel en varias ocasiones. Tiempo
para limpiar cuentas y… para crear historias y cuentos que quizás,
si los imprimiese, pueda vivir de escribir, lo que siempre ha
deseado. Y a comienzos del 1600 decide escribir e imprimir novela,
pero una novela distinta a la que hasta entonces se había hecho.
Pero si el Quijote, ha transcendido hasta nuestros días no es
por ser una buena o ingeniosa novela, sino por las enseñanzas
humanas que, ya en su vejez y con la experiencia de su tan azarosa
vida, Cervantes, nos dejó entre las líneas de las aventuras de don
Quijote y Sancho Panza. Cervantes tuvo a la desgracia como
compañera inseparable de viaje durante casi toda su vida. Errante y
sin lugar fijo donde establecerse, se enfrentó a incontables
adversidades personales, familiares y sociales. Y esa experiencia
de vida, la utiliza en su creación.
El Quijote es el vínculo entre la literatura y la vida. En él
podemos vernos todos reflejados de una manera u otra. Han
pasado más de cuatro siglos que salió de la imprenta y sigue
vigente, pues la condición humana no ha cambiado en nada. Y eso
es el Quijote, un espejo de la condición humana donde mirarnos.
10. Hoy no viajamos en caballo, pero nuestros pecados y virtudes son
los mismos que conoció Miguel.
El espíritu generoso hasta la entrega de la propia vida en la
consecución de un ideal, convierte a un ser normal en un ser
inmenso, inmortal, ¡¡no en un loco!! ¡Y este ser inmensamente
generoso es don Quijote! Pero Cervantes, nos deja también a otro
personaje, ni más ni menos importante que don Quijote, aunque
algunas veces nos olvidemos de él, Sancho Panza. Los dos son
cómplices necesarios en la historia que nos cuenta Cervantes.
El sueño y la realidad se entrecruzan y entremezclan tan
genialmente que se complementan como formas inseparables del
existir humano. ¿Quién no se levanta por la mañana soñador, y a lo
largo del día te das cuenta que no es posible lograr lo emprendido,
acostándonos asumiendo la realidad, o al revés? ¡Todos somos en
el mismo día quijotes y sanchos!
Don Quijote es un loco, ¡pero extrañamente cuerdo! Esquilo,
un clásico griego, al que tuvo que leer Cervantes en alguna ocasión,
y por qué no, aprender de sus consejos, nos afirma: “Parecer loco
es el secreto del sabio”. Y solo con unas armas viejas de su
bisabuelo y un flaco caballo, se lanza a enderezar estos entuertos.
Al ir ligero de equipaje alcanzó la gran libertad de acción, solo le
pesaba su gran ideal, su sueño en una sociedad mejor, más digna
para el ser humano. Su fe cristiana le dirige por los caminos y
parajes de la Mancha, que podrían ser del mundo entero, y la
esperanza le sostiene ante tantas adversidades.
Y todo lo hace don Quijote, gratis, sin esperar nada a
cambio. Hacer feliz a los demás gratuitamente es la forma más
11. sublime de existir. Hoy parece que en nuestra sociedad esto de la
“gratuidad” no se lleva, incluso quien hace cosas gratis se le
conoce, con cierto tono despectivo, como ser un “quijote”.
Sancho, un labrador pobre, es un hombre bueno, moralmente
honesto, persona sensata y de corazón generoso. De buen
temperamento, con gran amor a los animales y a la naturaleza.
¡Nadie ha llorado tanto como Sancho cuando encuentra a su borrico
que le habían robado! Es un borrico, ¡pero es su amigo, su
hermano, borrico!. Es feliz, a su manera, persona querida en su
hogar, respetado en su pueblo, aunque sea pobre de solemnidad.
No sabe leer ni escribir, tiene formación cristiana, dice conocer el
catecismo, recuerda las predicaciones por cuaresma y es el
“muñidor” de una cofradía; practica su fe cristiana con normalidad y
coherencia sencilla, es incapaz de hacer mal a nadie. ¡Cervantes
elige un pobre labrador, sencillo, y lo eleva también a categoría
universal, como a don Quijote!
¡Esto es el Quijote, escrito por Cervantes, léanlo despacio!
Entre la primera y la segunda parte del Quijote, principios del
siglo XVII, Cervantes sigue escribiendo novelas ejemplares, como él
mismo las tituló. Estaba en Madrid, atrás quedaban los recuerdos
de su patriotismo confesional cuando se alistó en la Armada de la
Liga Santa a las órdenes de don Juan de Austria, y aquella batalla
en Lepanto, pero era ya mayor. Un hombre entre cincuenta y
sesenta años estaba en el final de su vida y él lo sabía.
En Madrid se funda en esos mismos años la Venerable Orden
Tercera Seglar franciscana. Desde el mismo momento de su
fundación fueron numerosas las peticiones de ingreso. Penitencia y
12. caridad, repartiendo comida a presos, socorro a pobres y enfermos
y dar sepultura a los hermanos que carecían de los recursos
necesarios, eran algunas de las obligaciones que asumían.
Cervantes se había inscrito en 1608 en la Hermandad del
Santísimo Sacramento. No sabemos los motivos que le llevó a
abandonar esta hermandad y solicitar su ingreso en los terceros
franciscanos, posiblemente en 1613, aunque no se han encontrado
documentos que así lo contrasten, ni que en la fecha de su muerte
hubiera ya profesado, ni tampoco de haber realizado el testamento,
aunque sí recibiese el hábito en la cama y fuese enterrado con él.
Posiblemente Cervantes solo tuviese el cordón franciscano y el
escapulario, que debían llevar los terceros oculto bajo los vestidos.
Lo cierto es que su casero, Francisco Martínez, también era tercero,
posiblemente la cercanía y amistad con Francisco Martínez fue la
causa de su ingreso en la Orden Tercera. Es también más que
posible que al saberse muy cerca de la muerte, Cervantes solicitase
el hábito y por este motivo le fuese entregado en su lecho de
muerte, sin las formalidades que se exigían, salvo la confesión y la
comunión al recibirlo.
Habría muerto rodeado de sus familiares más directos y de
sus hermanos terceros, que se hicieron cargo de su enterramiento,
tal y como ordenaba la Venerable Orden Tercera: su cuerpo
amortajado con el sayal franciscano, con el rostro y una parte de la
pierna derecha descubiertos en un ataúd sencillo de madera. Al día
siguiente sus hermanos rezarían las oraciones del Santo Sudario y
llevándolo en hombros en una sencilla comitiva lo entregarían en el
convento de las Trinitarias Descalzas, en la cercana calle de
Cantarranas.
13. Este epitafio a Cervantes lo escribía Francisco de Urbina,
amigo suyo, en el Persiles, publicado como hemos dicho un año
después de morir, en 1617, este año de 2017 se cumplen cuatro
siglos de su publicación:
"A Miguel de Cervantes, insigne y cristiano ingenio de
nuestros tiempos, a quien llevaron los Terceros de San
Francisco a enterrar con la cara descubierta, como Tercero que
era"
Así terminaba, el último viaje de Miguel por este mundo,
¡como tercero que era!, después de ser soldado y escritor.
¡¡Muchas gracias!!
Alcázar, 25 de junio de 2017.
Luis Miguel Román Alhambra