1. El despertador rompió por completo cualquier posibilidad de llegar a Roma en ese deportivo
blanco… Abrió los ojos asustado. El sueño había sido profundo y aquella absurda e inoportuna
melodía lo devolvía a la soledad angosta de su cama. Extendió la mano y, de un golpe, apagó la
música.
No hubiera estado mal, pensaba mientras se daba la vuelta para mirar por la ventana. La
mañana estaba gris y lluviosa. La cama era el mejor refugio para un sábado canalla que
empezaba robando sueños con golpes de corazón.
No hubiera estado mal. Sonrió y se dejó caer de la cama como un peso muerto que se deja
llevar por la corriente río abajo. Ahora sí, ya tenía los pies en el suelo. La mañana era gris y fría.
Nada que ver con el sol mediterráneo de Roma del que disfrutaba hacía escasos minutos,
conduciendo un descapotable blanco.
La cafetera empezó a gruñir ese ruido que hace cuando muele. Al instante, el café a
borbotones y un aroma intenso inundó la cocina. Agarró el vaso con las dos manos para notar
el calor. Se acercó a la ventana. En la calle, unos madrugadores paraguas no habían perdonado
el paseo mañanero. Es bonito ver llover –pensaba- Es bonito ver llover.