1. Placa tectónica
Una placa tectónica o placa litosférica es un fragmento de litosfera
relativamente rígido que se mueve sobre la astenosfera, una zona
relativamente plástica del manto superior. Toda la litosfera está dividida en
placas tectónicas, quince de ellas de gran tamaño y más de cuarenta
microplacas. En los bordes de las placas se concentra actividad sísmica,
volcánica y tectónica. Esto da lugar a la formación de grandes cadenas
montañosas y cuencas sedimentarias. La palabra «tectónica» deriva del
griego antiguo τέκτων, τέκτωνος: nominativo y genitivo de singular de
constructor, carpintero; y del sufijo ικα: relativo.
La tectónica de placas es la teoría que explica la estructura y dinámica de
la superficie terrestre. Establece que la litosfera (la zona dinámica
superior, la más externa y rígida de la Tierra) está fragmentada en una
serie de placas que se desplazan sobre la astenosfera. Esta teoría también
describe el movimiento de las placas, sus direcciones e interacciones y
explica fenómenos como el cinturón de fuego del Pacífico, los arco-isla o
las fosas oceánicas.
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3. Descubrimiento
Aunque la teoría de la tectónica de placas fue formalmente establecida en las
décadas de 1960 y 1970, en realidad es producto de más de dos siglos de
observaciones geológicas y geofísicas. En el siglo XIX se observó que en el
pasado remoto de la Tierra existieron numerosas cuencas sedimentarias, con
espesores estratigráficos de hasta diez veces los observados en el interior de
los continentes, y que –posteriormente– procesos desconocidos las
deformaron y originaron cordilleras: sucesiones montañosas de enormes
dimensiones que pueden incluir sierras paralelas. A estas cuencas se les
denominó geosinclinales, y al proceso de deformación, orogénesis. Otro
descubrimiento del siglo XIX fue una cadena montañosa o dorsal en medio del
océano Atlántico, que observaciones posteriores mostraron que se extendía
formando una red continua por todos los océanos. Un avance significativo en
el problema de la formación de los geosinclinales y sus orogenias ocurrió
entre 1908 y 1912, cuando Alfred Wegener, al mirar las líneas de costa a ambos
lados del Océano Atlántico y tras considerar cierta información geológica
(rocas del mismo tipo y edad coincidían con otras situadas hoy en día a larga
distancia), paleontológica (encontró fósiles de los mismos animales terrestres
en continentes separados) y paleo climática (supuso que al norte se hallaban
bosques tropicales y al sur glaciares),3 hipotetizó que las masas continentales
estaban en movimiento y que se habían fragmentado de un supercontinente
que denominó Pangea.
4. Tipos de placas tectónicas
Las placas litosféricas son esencialmente de dos tipos, según la clase de
corteza que forma la superficie. Hay dos clases de corteza: la oceánica y la
continental.
Placas oceánicas. Están cubiertas íntegramente por corteza oceánica,
delgada, de composición básica: hierro y magnesio dominantes. Aparecen
sumergidas en toda su extensión, salvo por existencia de edificios volcánicos
intraplaca, de los cuales los destacados por altos aparecen emergidos, o por
arcos insulares (de islas) en alguno de sus bordes. Los ejemplos más notables
se ubican en el Pacífico: la del Pacífico, la placa de Nazca, la placa de Cocos y
la placa Filipina.
Placas mixtas. Son placas parcialmente cubiertas por corteza continental y así
mismo en parte por corteza oceánica. La mayoría de las placas son de estas
características. Valen como ejemplos de placas mixtas la placa Sudamericana
y la placa Euroasiática.
No existen «placas continentales». Para que una placa fuera exclusivamente
continental tendría que carecer de bordes de tipo divergente (dorsales) en su
contorno. En teoría esto es posible en fases de convergencia y colisión de
fragmentos continentales. Así pueden interpretarse algunas subplacas que
constituyen los continentes.