El Banco Central Europeo comenzó a comprar deuda pública para estimular la economía, lo que provocó una devaluación del euro. Esto ha tenido como consecuencia un aumento de las exportaciones europeas al volverse más baratas, pero también ha encarecido las importaciones a la zona euro. Los exportadores europeos se han beneficiado de un euro más débil, mientras que las empresas que venden a Europa podrían verse perjudicadas.