1. Las economías etnocampesinas ante la
fragmentación de los territorios chapines. 12/07/12 23:50
Primero. Guatemala es un país centroamericano que, luego de 36 años de
guerra civil, ha devenido un largo y doloroso proceso de pacificación aún
en curso, en el que el tejido social aún no cicatriza.
Segundo. Los territorios chapines se encuentran fragmentados y enfermos
ante bandas de narcotraficantes, políticos conservadores, terratenientes
caciquiles y banqueros neoliberales. La izquierda activista e institucional,
las organizaciones campesinas y las comunidades étnicas han denunciado
por décadas la situación de opresión social y depredación ecológica en
Guatemala.
Tercero. Las decisiones estratégicas, aún se encuentran en dilema y
mantienen enfrentadas a sus comunidades y estructuras sociales, que
lentamente van definiendo un proyecto de nación propio, desde sus
limitaciones y enfrentando sus incertidumbres; teniendo claras sus
inequidades, pluralidades y rezagos internos conforme se van atreviendo
a expresarlas en un ambiente más liberal.
Cuarto. Estos dilemas y enfrentamientos –principalmente clasistas-,
tienen su máxima expresión en la falta de una auténtica Reforma Agraria,
que redistribuya la tierra de los latifundios y la posibilidad de equidad en
el acceso a satisfactores para el bienestar.
Quinto. Así, los territorios guatemaltecos son principalmente rurales y
dependen de los intercambios de bienes agropecuarios como modo
principal de vida de sus habitantes; a pesar de existir una enorme
penetración colonizadora del modelo occidental modernizador en términos
ideológicos, mercantiles, culturales, de consumo y producción; es decir,
capitalista.
Sexto. Las características metabólico-sociales de apropiación
ecosistémica refieren, cuando menos, dos formas: una etnocampesina y
otra agroproductora. Aquí, se exhibe un fracaso del capitalismo y su
concreción histórica agraria: la revolución verde.
Séptimo. El sistema agroproductor se muestra en fincas monoproductivas
de banano, cardamomo y café convencionales, establecidas en fincas
extensas con baja productividad, propiedad de familias de abolengo que
conforman la oligarquía chapina y la clase política conservadora, con
amplio apoyo militar. Esta oligarquía conservadora, terrateniente y
clasista, se halla en disputa con las familias capitalistas de banqueros
2. guatemaltecos monopólicos que pugnan por una mayor liberalización
económica, y al mismo tiempo aparece un tercero enfrentado: las redes
de narcotraficantes y narcoempresarios que lavan dinero en los bancos de
los primeros pero sobretodo en las redes cooperativistas guatemaltecas.
Octavo. El agroecosistema etnocampesino, es exhibido por comunidades
étnicas de ascendencia maya y organizaciones campesinas de base social
fuerte y beligerante, cuyas fincas son minifundios multifuncionales
autosuficientes orientados al autoconsumo y al mercado local
comunitario, centrados en la producción de maíz, frijol, café y otros
productos relacionados con ciclos religiosos, ecológicos y climáticos,
cuyos germoplasmas se encuentran perfectamente adaptados a los
microclimas y estratos edáficos; por lo que existe enorme variedad de
semillas y manejos de finca y sistemas de aprovechamiento que han
venido siendo fomentados desde los grupos académicos y organizaciones
de izquierda en Guatemala, bajo la noción de economías campesinas y
agricultura familiar.
Noveno. La posibilidad de establecer un Proyecto de Nación sustentable,
conforme sus potenciales y restricciones, pasa por un gran pacto y
alianza de Nación cuyo eje sea la decisión de profundizar en el fomento
de los agroecosistemas etnocampesinos (economías etnocampesinas) y
profundizar en las Reformas hacia la equidad y democracia participativa
que incorpore la pluralidad cultural y la diversidad marcadamente
agrocultural.
Décimo. A su vez, el Estado tiene la responsabilidad histórica de asumirse
como promotor de alianzas entre los actores nacionales y sus
aspiraciones legítimas, que permita la reconstrucción de los territorios
fragmentados, en términos de fuentes de reproducción de identidad y que
se exprese en dinámicas de reproducción societal basadas en una doble
simetría: socioeconómica y medioambiental-comunitaria.
Undécimo. Las oligarquías terratenientes, bancarias y narcopolíticas en
Guatemala, que han subsistido menester su entreguismo hacia los
yanquis, hacia las empresas trasnacionales y hacia el capital ilícito, han
mantenido a las comunidades rurales, étnicas y ladinas pobres en una
situación de subsistencia y en condiciones infrahumanas propias del Siglo
XVIII; bajo una explotación de tipo esclavista y xenofóbica, que es
3. erróneamente explicada como causa natural tautológica debido a su
ignorancia, atraso y ser indígena.
Duodécimo. Las economías etnocampesinas, su fomento e impulso
como una estrategia de reconstrucción de los territorios chapines -hoy
fragmentados, colapsados y en franca debacle- se convierten en
arquetipos que le pueden permitir al Estado guatemalteco el diseño de
políticas públicas orientadas a la sustentabilidad eco-socio-ambiental, que
rescate del estado de calamidad bidimensional en que se encuentran las
mayorías de los guatemaltecos: subsumidos en una injusticia ecológica y
social.