La contaminación del suelo conduce a la pérdida de la cubierta vegetal y la fauna del subsuelo, debilitando la nutrición de las plantas y alterando los mantos freáticos. Las emisiones de dióxido de azufre y dióxido de nitrógeno causan irritación ocular, respiratoria y problemas cardíacos, así como cáncer de pulmón y daños en el sistema nervioso.