El documento describe la necesidad urgente de la humildad y el arrepentimiento del pueblo de Dios, así como el regreso a Él. Señala que muchos miembros están siendo engañados y que la iglesia carece de poder y vida. Concluye que la iglesia necesita revivir a través de la oración genuina, dejando de lado las apariencias y buscando el rostro de Dios para lograr un reavivamiento duradero.
1. CAPITULO III
Nuestra mayor necesidad
La urgente necesidad del pueblo de Dios es humillarnos a nosotros mismos, buscar el rostro de
Dios y volvernos de nuestros malos caminos. Si eso no ocurre podemos llegar a sentirnos,
miserables, pobres, ciegos y desnudos (Apoc. 3:17).
Se nos invita a no ser como “niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…”
(Efe. 4:14). Muchos de nuestros miembros están siendo engañados por pseudocampeones auto
nominados de “nueva luz”… Nuestros bautisterios están llenos de telarañas; nuestros intentos de
evangelizar son débiles e ineficaces. Nuestros jóvenes están ausentes de los cultos de adoración y,
si fuéramos honestos, nosotros también estamos mortalmente aburridos.
Demasiado a menudo nuestros cultos parecen describir a un “dios del pasado, encajado en
patrones predeterminados…”. Wintley dice: En nuestra iglesia tenemos la CORONACIÓN sin la
presencia del REY. ¿Qué estamos haciendo? ¿Dónde está el poder?. Muchos están haciendo la
tentativa de regresar a Dios. Necesitamos desaprender muchas cosas que producen culpabilidad y
distorsionan la visión de Dios.
Necesitamos hacer la diferencia aún entre nosotros, dejar de sentirnos miserables, confundidos y
sin paz, gozo y esperanza. Dejar de ser los “perdidos” fuera de las puertas de nuestra iglesia. Es
ahora nuestro turno. NECESITAMOS UNA IGLESIA REVIVIDA en las salas de las casas de los
cristianos que no puedan encontrar tiempo para orar allí y pedir a Dios aquello que más necesitan.
La deficiencia más grande de la iglesia de hoy es su falta de poder. Vander Griend dice: “no los
programas, estrategias, materiales, o ideas. El poder para el ministerio sólo puede llegarnos a
través de la oración.
¿Qué haremos para detener las conquistas del enemigo dentro y fuera de la iglesia de Dios?.
Generaciones hubieran cambiado si tan sólo la gente se levantara en el momento preciso; si tan
sólo se sintiera abrumada por su comodidad y apatía; si tan sólo venciera su avaricia; si tan sólo
fuera moralmente fuertes; si tan sólo abandonara su egoísmo y estrechez, si tan sólo dejara la
trivialidad, el rencor y el descuido, si tan sólo fueran más grandes; si tan sólo supiera lo que está
en juego, si tan sólo fueran menos hipócritas; si tan sólo pudieran hollar el camino amplio y fácil.
¿Qué ocurriría SI como pueblo dejáramos de jugar a la iglesita, para hacer lo que es nuestra mayor
necesidad: ORAR? ¿Qué ocurriría SI lleváramos la Palabra de Dios al corazón y comenzáramos a
buscar el rostro de Dios para lograr un reavivamiento genuino y duradero?
Necesitamos recapturar el verdadero PROPÓSITO DEL DISCIPULADO. Dios quiere hacernos
ejecutores de su voluntad y establecer su reino sobre la tierra a través de nosotros. Pero con un
Dios formado a nuestra imagen, no podemos tener demasiada fe en él. Necesitamos desde ahora
adorar a un Dios vivo, que tiene todo bojo control. Usted se encontrará con este Dios mediante la
oración.