1. CAPITULO IV
El impacto del sentido de pertenencia.
“No temas, porqueyo te redimí;te puse nombre; mío eres tú”. (Isaías 43:1)
El crecimiento del pandillerismo en este tiempo se relaciona directamente con la
necesidad que tienen los jóvenes de pertenecer a algo o alguien. La familia, en su mejor
expresión significa continuidad, cuidado, apoyo, amor identidad y pertenencia. En su pero
expresión, puede significar herida, desconfianza, desavenencia, rechazo y abuso. Mucho
depende de quienes conforma esa familia, a quien pertenece usted.
Muchas personas tienen ideas suicidas y están deprimidas porque se sienten solas,
rechazadas y piensan que nadie les aprecia. Al contrario, algunos encuentran que los
amigos son la familia y dicen: Ellos me proporciona un grupo y un lugar al cual pertenezco.
El clamor del corazón que huye que no siente el lugar al cual se pertenece. Es un círculo de
personas que nos hacen sentir especiales, necesarios y deseados. ¿El deseo oculto de
quienes huyen de sus hogares, de pandilleros, prostitutas, estudiantes, cónyuges y
predicadores?
Sea que tengamos padres o no, que seamos extraños para nuestra familia o amados. Dios
nos llama su pueblo, “ovejas de su prado” (Salmos 100:3). En verano y en otoño. En
invierno y en primavera. En la cama y en el trabajo. En el mercado o de rodillas. Bajo
estrés o en paz. Sea el día bueno o malo. Rodeados de gente o solos. Cambiando una
llanta o cambiando un pañal. En la computadora o en la lavandería. En el campo de
recreación o tomando un curso universitario. En la calle o en el túnel. NO MIMPORTA
DONDE ESTEMOS, no importa cómo nos sintamos, o lo que estemos haciendo. ¡DIOS NOS
AMA!. Pertenecemos a él. Somos su pueblo.
Me dirijo a su corazón, no a su intelecto ¿Cree usted sinceramente que Dios lo ama?
¿Qué es especial para él y que nadie _ no importa cuán ingenioso, bien parecido, elegante,
talentoso, carismático, o espiritual sea _ nadie puede reemplazarlo en el divino corazón?.
LA VERDADERA ORACIÓN OCURRE CUANDO USTED SE ARRODILLA
SABIENDO QUE EL DIOS AL QUE HABLA, DE VERAS LE AMA. QUE AMBOS SE
PERTENECE MUTUAMENTE.
La confesión de muchos cristianos, aunque su confesión esta caminando lentamente,
todavía se les hace difícil venir a Dios en busca de ayuda porque, en sus propias palabras.
“El me da miedo”. No se sienten amados por Dios. Es un Dios a quien se les enseñó a tener
miedo. Es un Dios que demanda absoluta perfección y que no telera el fracaso. Por el
contrario, el amor de Dios busca al que ama, le acepta y permanece en sus caminos.