2. Suena El Teléfono
Ring, ring, suena el teléfono a las cuatro de la mañana, al descolgar
se oye una voz que pregunta:
-Aló, aló, ¿La familia Silva?
Una voz dormilona contesta:
-¡No tarado, la familia duerme!
El Niño Y El Policía
Un niño le dice a un policía:
“Policía, policía en aquel lugar hay una pelea hace media hora”
El policía le dice: si dices que la pelea era hace media hora por que no
me avisaste antes.
El niño responde: “Es que mi papá estaba ganando“
Un Regalo
Un niño esperaba impacientemente que llegara navidad para ver que
le iba a regalar su padre. No aguantó más y se lo preguntó:
. Papá, papá, ¿Qué me vas a regalar para navidad?
El padre le dice:
¿Qué te regalé el año pasado?
Un globo.
Pues, este año te lo inflo.
3. A Cuesta le cuesta
subir la cuesta,
y en medio de la cuesta,
va y se acuesta.
El cielo está enladrillado
¿quién lo desenladrillará?
el buen desenladrillador
que lo desenladrille
buen desenladrillador será
Yo compré pocas copas,
pocas copas yo compré,
como yo compré pocas copas,
pocas copas yo pagué.
El gallo Pinto no pinta,
el que pinta es el pintor;
que el gallo Pinto, las pintas,
Pinta por pinta, pintó.
Pablito clavó un clavito
en la calva de un calvito.
En la calva de un calvito,
un clavito clavó Pablito.
El rey de Constantinopla
Se quiere descontantinopolizar
el que lo descontantinopolizare
buen descontantinopolizador será.
4. 1- Blanquilla es mi nombre
y endulzo la vida al hombre
2-Tengo patas y no ando, soy plana
y no canto, seme apoyan para
escribir y no te puedo hacer reir.
3- Mi casa la llevo a cuestas,
tras de mí dejo un sendero,
soy lento de movimientos,
y no le gusto al jardinero.
4- Somos muchos hermanitos,
en una sola casa vivimos,
si nos rascan la cabeza al instante morimos.
Los fósforos
Una señorita muy señoreada,
que siempre va en coche
y siempre va mojada
resp:
1-El azúcar
2-La mesa
3-El caracol
4-Los fósforos
5-La lengua
5. LA MEJOR PROFESIÓN
Ya tengo bien elegida
mi profesión ideal,
la de ganarme la vida
en dulce forma real.
¡Qué general ni doctor!
¡Qué sacerdote ni nada!
La profesión de mi amor,
la que a mí mucho me agrada,
la de mi anhelo mayor
y de mi amor bien sincero,
es la de ser gran señor,
un gran señor... ¡confitero!
(Lorenzo D’Auria)
6. En la selva
El barco navegaba tranquilamente hacia el puerto. Nosotros, sobre la cubierta,
contemplábamos impacientes la gente que caminaba sobre el muelle. Es que
por fin estábamos llegando a la bella ciudad de Manaos, una ciudad industrial
del noroeste brasilero. Esta ciudad tiene una particularidad que la hace única:
está construida en el medio de la selva del Amazonas.
Habíamos ido allí para aprender más sobre la cultura Banibas, indígenas que
junto a los Barés, Passés y Manaós habían habitado la zona durante siglos.
Luego del desembarco nos dirigimos a un negocio de alquiler de vehículos
con la intención de rentar un jeep, porque según nos había dicho nuestro guía
Gilberto, la zona era bastante pantanosa y difícil de circular. La pequeña aldea
aborigen se encontraba a más o menos 10 Km.. de la ciudad. Sin embargo
debido a lo dificultoso y serpenteado del camino tardamos más de una hora en
llegar al lugar. En medio de la espesura de la selva, alcanzamos a avistar las
chozas. Cuando estábamos cerca dos individuos altos, morenos, de pelo
enrulado cortito como los africanos se nos acercaron al vehículo. Nuestro guía
que hablaba en la lengua Mbangâ, les dijo que éramos dos arquitectos que
veníamos para aprender de ellos, que queríamos pasar algunos días en su tribu
para ver como vivían. Contestaron que el jefe Dtíaga sería quién decidiría si
nos podíamos quedar o no. Fuimos llevados con el líder de inmediato, y luego
de darles las mismas explicaciones que a los guardias, éste consultó con el que
parecía ser el más anciano de la tribu. Nos dieron su aprobación y dejaron una
choza a nuestra disposición.
Tremenda sorpresa nos llevamos al día siguiente cuando, al amanecer, se
escuchó como si alguien estuviera bailando y cantando. Nos asomamos a la
puerta de la choza que gentilmente nos habían cedido para que descansemos y
pudimos observar a toda la tribu danzando en largas filas y cantando alrededor
de una pira adornada con iperângas, una pequeña flor celeste parecida a la
enamorada del sol. Esta ceremonia se realiza cada 40 años según el calendario
indígena, que se rige por el sol y la luna —en el calendario gregoriano
equivale a 6 meses— para rendir culto a Adão, el dios de la fertilidad. Arman
una pira y colocan encima una corona de iperângas, luego se realiza la danza
ritual y el cántico sagrado de los banibas. Luego se hace arder las flores que en
la creencia indígena significa abundancia. Nosotros tuvimos la suerte de estar
en el momento preciso para observar la ceremonia. Incluso por ser invitados
especiales, el anciano de la tribu nos invitó a nosotros a prender el fuego que
haría arder la pira. Fue algo magnifico pero las manos nos quedaron coloradas
7. de tanto frotar los palitos, claro ellos no tienen encendedores.
Al día siguiente se sale a cazar puesto que se supone que Adão proveerá
suficiente comida. Los banibas cazan con lanzas hechas de las ramas de los
árboles y con redes tejidas con las fibras de algunas plantas de la selva. Entre
los animales de la zona estaban una especie de yacarés, aves parecidas a las
palomas y unos roedores que nos dijeron que se llamaban nenguè.
El tiempo que pasamos con ellos fue grandioso, aprendimos mucho de sus
cultura. Por ejemplo toman una infusión de iperânga muy parecida al mate
tereré del Paraguay y el norte argentino. Nosotros como arquitectos que somos
notamos un gran desarrollo en la construcción de las chozas, muy
proporcionadas. Además los caminos estaban diagramados para tener una
comunicación muy fluida entre los integrantes de la tribu.
Volvimos muy reconfortados del viaje a nuestra querida Paraná donde ahora
tomamos la infusión de iperângas que aprendimos a preparar mientras
caminamos por la nueva costanera de la ciudad.