El documento presenta un resumen del Evangelio según San Mateo 18:15-20 sobre cómo tratar con los hermanos que pecan y la importancia de la oración y la unidad. Jesús instruye a sus discípulos a reprender en privado a los hermanos que pecan y si no escuchan, llevar testigos y si aún no escuchan, decirle a la iglesia. Jesús promete que donde dos o tres se reúnen en su nombre, él estará con ellos.

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2. Lectura del Santo Evangelio según san Mateo (18, 15-20) Gloria a ti, Señor.

3. Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario Día del Señor Señor, que no seamos sordos a tu voz Eres justo, Señor, y rectos son tus mandamientos

4. Aleluya, aleluya. Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. Aleluya.

5. 15 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.

6. 16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.

7. 17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.

8. 18 «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.

9. 19 «Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.

10. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

11. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

12. Meditando en el Santo Evangelio que acabamos de leer, Oremos el Salmo: 94

13. Señor, que no seamos sordos a tu voz. Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él, llenos de júbilo, y démosle gracias.

14. Señor, que no seamos sordos a tu voz. Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo, él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.

15. Señor, que no seamos sordos a tu voz. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “ No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”.

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