2. INTRODUCCIÓN:
La lepra era una enfermedad
en la piel que podía infectar
parte del cuerpo, o todo el
cuerpo, incluso vestidos y
hasta casas enteras. Quien
determinaba si era lepra o no
y lo que se debía hacer, era el
sacerdote
3. INTRODUCCIÓN:
Una y otra vez se repite la
frase en nuestro texto: “Y el
sacerdote mirara”. Era
entonces mediante un
examen exhaustivo y
cuidadoso a través del ojo del
sacerdote que se era
declarado o sano o enfermo.
5. La llaga o mancha:
¿Qué era lo que el sacerdote
debía mirar y analizar
cuidadosamente? La llaga o
mancha que había, la
revisaba periódicamente para
ver que cambios había y
poder establecer un
diagnóstico acertado.
6. La llaga nos enseña:
La palabra llaga en hebreo se
escribe:
עֶַגנ
Mientras que Deleite o gozo
es:
ֶגנֹע
¿Nota la relación?
7. La llaga nos enseña:
¡Ambas palabras se escriben
con las mismas letras! ¿Qué
determina cual es cual? ¡La
posición de la Ayin! ע
La letra Ayin significa ojo.
Según donde se coloque el
ojo, podemos tener o llaga o
deleite.
8.
9. Aplicaciones:
En la historia del rico y
Lázaro, ¿Quién tuvo las
llagas y el sufrimiento en este
mundo? ¿Quién gozo de los
deleites en este mundo?
¿Qué paso después de la
muerte de ambos? ¿Qué nos
enseña esta historia?
10. Conclusión:
Muchos de nosotros quizás
solo vemos llagas en nuestra
vida ahora mismo, pero
tenemos de parte del Eterno
el poder para cambiar eso,
usemos el poder del ojo,
coloquemos nuestra mirada
donde debe de estar.
11. Conclusión:
“Pero tenemos este tesoro en
vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros, que
estamos atribulados en todo,
mas no angustiados; en apuros,
mas no desesperados;
perseguidos, mas no
12. Conclusión:
“Por tanto, no desmayamos;
antes aunque este nuestro
hombre exterior se va
desgastando, el interior no
obstante se renueva de día en
día. Porque esta leve tribulación
momentánea produce en
nosotros un cada vez más
13. Conclusión:
no mirando nosotros las cosas
que se ven, sino las que no se
ven; pues las cosas que se ven
son temporales, pero las que no
se ven son eternas.”
2 Corintios 4: 7-9; 16-18