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Miguel F. Oliva
Carlos F. De Angelis
Investigación social
para el análisis de la opinión pública
y el comportamiento electoral
Oliva, Miguel
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el
comportamiento electoral / Miguel Oliva y Carlos F. De Angelis. -
1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Antigua, 2013.
260 p. ; 23x16 cm.
ISBN 978-987-28949-8-6
Autores: Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
E-mail: miguel_oliva_op@yahoo.com / cfdeangelis@outlook.com
Colección Investigación Aplicada
Metodología que no muerde
Directoras: Ana Paula Solans y Sabrina Ayub
Primera edición: diciembre 2013
Editorial Antigua
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
E-mail: info@editorialantigua.com.ar
Página web: http://www.editorialantigua.com.ar
Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Prohibida su reproducción total o parcial por
cualquier medio sin el consentimiento de la autora/compiladora o la editorial.
Impreso en Argentina
© 2013 Todos los derechos reservados
ISBN 978-987-28949-8-6
INDICE
Introducción ………………………………………………………………. 5
Parte I: Opinión pública y comportamiento electoral ………………… 7
Opinión pública …………………………………………………………... 9
Opinión pública y comportamiento electoral …………………………. 25
Teorías y variables en la investigación de la opinión pública y el
comportamiento electoral ………………………………………………... 45
Propiedades sistémicas ………………………………………………….. 46
Propiedades de opinión………………………………………………….. 49
Propiedades de segmentación social …………………………………… 51
Pronósticos electorales …………………………………………………… 55
Parte II: Diseños de investigación y métodos de investigación en
ciencias sociales …………………………………………………………… 59
Marco teórico, objetivos y preguntas e hipótesis de investigación …. 64
Tipos de diseños de investigación ……………………………………… 69
Enfoques y técnicas de investigación ………………………………….. 73
Estrategia o enfoque cualitativo ………………………………………… 73
Estrategia o enfoque cuantitativo ………………………………………. 75
Técnicas de investigación: de la observación a la encuesta …………... 76
Observación ………………………………………………………………. 77
Entrevista …………………………………………………………………. 78
Grupos focales ……………………………………………………………. 80
Encuesta …………………………………………………………………… 82
Unidades de análisis, muestra, variables y matrices ………………… 91
Unidades de análisis ……………………………………………………… 91
Muestreo …………………………………………………………………... 93
Construcción de la matriz de datos …………………………………….. 101
Parte III: Aplicación de técnicas estadísticas al análisis de la opinión
pública y el comportamiento electoral …………………………………. 103
Análisis de datos cuantitativos …………………………………………. 105
Análisis univariado ………………………………………………………. 108
Análisis bivariado ………………………………………………………… 118
Lectura de tablas …………………………………………………………. 120
Uso de tabulaciones cruzadas para el análisis de la fidelidad,
captación y fuga de votos ……………………………………………….. 127
Tabulaciones de problemas sociales y respuesta múltiple …………… 139
Ponderaciones múltiples y simulaciones ………………………………. 149
Análisis de la varianza …………………………………………………… 156
Medidas direccionales …………………………………………………… 161
Correlación y regresión …………………………………………………... 162
Correlación de resultados electorales ………………………………….. 169
Pronósticos electorales …………………………………………………… 177
Proyección de los indecisos ……………………………………………… 184
Análisis de Imagen de dirigentes ……………………………………….. 190
Análisis multivariado …………………………………………………….. 199
Análisis Factorial de la varianza ………………………………………… 201
Análisis de clúster o conglomerados …………………………………… 206
Análisis de correspondencias múltiple …………………………………. 222
Anexo I: Sintaxis y ejemplos de aplicación …………………………….. 229
Índice de tablas ……………………………………………………………. 241
Índice de ilustraciones …………………………………………………… 245
Índice de gráficos …………………………………………………………. 245
Bibliografía ………………………………………………………………… 247
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
5
INTRODUCCIÓN
Este libro aborda aspectos y conceptos útiles para la investigación
social, enfocándose en particular hacia la investigación de la opinión
pública y el comportamiento electoral.
El comportamiento electoral constituye un campo de interés de la
investigación social en sí mismo. Pero el interés de su análisis también
reside en los múltiples fenómenos sociales involucrados en estos
comportamientos, tales como el poder, la cohesión social, las demandas,
los liderazgos, la comunicación social, la naturaleza y la dinámica de las
estructuras del estado.
El conocimiento del comportamiento electoral no debería ser
entendido como el progreso del conocimiento en un área en particular,
sino como el avance en la comprensión de los fenómenos sociales.
El desarrollo metodológico en las ciencias sociales ha aumentado la
capacidad de análisis de datos de todos los órdenes del quehacer social, y
sobre el comportamiento electoral, pero no se ha avanzado en la misma
medida en la integración del análisis empírico a teorías de alcance más
general sobre el comportamiento social.
En la comprensión de estos fenómenos la teoría y la indagación
empírica se complementan.
Este libro avanza en la integración de la indagación empírica en los
estudios de caso del comportamiento electoral, con elementos teóricos. Se
analizan los posibles abordajes metodológicos de estos fenómenos, la
aplicación de distintos diseños de investigación y técnicas estadísticas al
análisis del comportamiento electoral, y las técnicas más habituales
utilizadas para elaborar pronósticos electorales.
Se presentan distintas herramientas aplicables en ciencias sociales sin
extender más de lo imprescindible elementos matemáticos o fórmulas,
buscando la comprensión en términos sencillos. En una primera parte se
examinan distintas teorías, conceptualizaciones y abordajes de opinión
pública y el comportamiento electoral.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
6
En una segunda parte, se abordan aspectos de los diseños de
investigación y métodos de investigación en ciencias sociales. En una
tercera parte, se revisan distintas aplicaciones estadísticas al análisis de la
opinión pública y el comportamiento electoral, tales como el uso de
tabulaciones cruzadas para el análisis de la fidelidad, captación y fuga de
votos, captación de problemas mediante técnicas de respuesta múltiple,
ponderaciones múltiples y simulaciones, análisis simple de la varianza,
correlación y regresión, pronósticos electorales, proyección de los
indecisos, análisis de Imagen de dirigentes, análisis multivariado, análisis
factorial de la varianza (ANOVA), análisis de clúster o conglomerados, y
análisis de correspondencias múltiple.
Creación de indicadores, dimensiones y modelos metodológicos son
desarrollados en este libro. La laboriosa construcción de variables e
indicadores complejos permite una aproximación a los fenómenos
electorales, y al análisis de las relaciones posibles entre las variables. A
estas aplicaciones metodológicas, subyacen ciertos supuestos, cuyo análisis
y explicitación, que se abordan aquí, enriquece la reflexión teórica sobre los
fenómenos electorales y sociales en general.
La formulación de problemas específicos sobre el comportamiento
electoral mediante distintas técnicas de análisis, aborda desde la
investigación sociológica y politológica la enorme complejidad del
comportamiento social.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
7
Parte I:
Opinión pública y comportamiento electoral
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
8
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
9
Opinión pública
Durante el siglo XX, se desarrolla una historia de prácticas
profesionales y académicas de medición de fenómenos sociales, que se
suele denominar estudios de opinión pública.
En principio, los estudios de opinión pública se han generalizado con
la difusión de las democracias1. Las elecciones en las democracias actúan
como mecanismos de legitimación de los gobiernos – sin ser el único
posible de un sistema de gobierno--, y cumplen, en ese sentido, con una
función de cohesión social en la política moderna.
Existió en las últimas décadas una difusión de la mecánica
democrática, a partir de los procesos sociales en Europa Oriental con la
caída del comunismo (Garrido, 2003), o en Latinoamérica con la
generalización de los procedimientos democráticos, la interrupción de los
gobiernos militares2, y la difusión de la democracia “de baja intensidad”3,
1
En ese sentido, se han formado asociaciones como WAPOR (World Association for Public
Opinion Research), una institución internacional fundada en 1947, que tiene como misión
promover el desarrollo de la investigación en opinión pública. La versión latinoamericana
es WAPOR Buenos Aires. En 2007, se llevó a cabo el Primer Congreso Latinoamericano de
WAPOR, a partir de esta experiencia se publica el libro –“Opinión pública: una mirada
desde América Latina, (Emecé, 2009).
2 “La paradoja es que el actual rechazo internacional a las experiencias autoritarias y la
crisis y el agotamiento de las formulaciones sistémicas alternativas, especialmente después
de la caída del comunismo en los países de Europa Oriental, han reforzado el atractivo del
régimen democrático en el mundo” (Garrido 2003).
3 “According to Bergesen (1992), semi-peripheral states are more constrained than core
states in their possible responses to global recession. With state legitimacy already low, the
strains of economic recession can topple governments. Political changes to accommodate
some opposition, as well as to show a more democratic face to the outside world, offer a
way to reduce unrest. However, some scholars hold that this type of external intervention
serves only to promote nominal “low-intensity democracies,” or minor political change
without modifications to the underlying political and social structures. The result,
according to this view, is a state sympathetic to foreign interests and susceptible to external
markets (Gill et al. 1993). Bergesen (1992) and Boswell and Peters (1989) attribute the
temporally-coincident and geographically-concentrated wave of democratization in Latin
America and East Asia in the 1980s and in Eastern Europe after 1989 to the mobilization of
internal opposition. Because of the regional clustering of states of similar economic, social
and political character, the same external influences have region-wide distributions”
(Loughlin et al., 2004).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
10
como mecanismo de legitimación de los gobiernos. Estos procesos, y lo
que Huntington (1991) denomina la tercer ola de democratización, han
hecho cada vez más relevante la investigación sobre el comportamiento
electoral.
Estos procesos de democratización, no pueden desligarse al mismo
tiempo de lo que Jessop (2000) y otros autores describen como un
“maridaje” tradicional entre el capitalismo y la democracia, en el sentido
de lo que empíricamente aparece como una convivencia de los sistemas
capitalistas con los regímenes democráticos en la política. En ese sentido, la
introducción de procedimientos democráticos en regímenes políticos
socialistas, suelen estar asociado a cambios sociales y del sistema
económico más amplio.
Sin embargo, no hay una única definición de “opinión pública”, y la
expresión ha sido utilizada en distintos sentidos y contextos históricos.
Se ha conceptualizado una tradición normativa del concepto de
opinión pública. En la visión normativa, se ha dado relevancia a la
opinión pública como un fundamento de la existencia del estado
democrático. Platón, Maquiavelo, Hume, Locke, Rousseau, Tocqueville,
Bentham, Habermas, entre otros, han abordado la relación entre
gobernantes y gobernados, vinculando la existencia de un estado
democrático a la legitimación popular de la opinión pública.
La legitimación de la política mediante el voto es el resultado de un
proceso de secularización de la política, y de abandono de la legitimidad
religiosa del ejercicio del poder, en un proceso histórico de modernización
social.
El concepto de opinión pública se politiza (y se vuelve normativo)
con la burguesía europea enfrentada a las tradiciones de los gobiernos
monárquicos. La razón se libera de la fe, y se aleja de la idea de lo
trascendente (Giner, 1975: 157). Así, la expresión “opinión pública”
describe prácticas políticas de la burguesía emergente a finales del siglo
XVII y XVIII (Aguilar, 1987), que se debaten en oposición a la monarquía
absoluta (Habermas, 1999), aspirando a la igualdad civil y política
(Boladeras, 2001). En la revolución francesa, se habla de mas bien de espirit
publique, o simplemente de “opinión” (Luhmann, citado en Torres
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
11
Nafarrete 2009). En un proceso de secularización del poder y la política, la
opinión pública se erige como una forma de rebeldía o autonomía de la
burguesía frente a la autoridad real, de raíz religiosa. En este sentido se
enfrenta por un lado con procedimientos de transmisión del poder con
matriz genética (los hijos –v.g. príncipes -- heredan el poder de los padres),
y se rompe por el otro con la mediación ejercida por los representantes de
las instituciones religiosas (Kahler, 1953: 203-205).
Los primeros esbozos teóricos de la opinión pública se suelen
atribuir a los fisiócratas4 (Habermas, 1981). Rousseau usa la expresión
“opinión pública” en 1750, en su “Discurso sobre las ciencias y las artes”
en la Academia de Dijon (Rousseau, 1980: 163). Los conceptos de “contrato
social” y “voluntad general” (y la soberanía, como ejercicio de la voluntad
general), desarrollados en su famoso libro El Contrato Social (1762), fueron
decisivos para dar fundamento a la idea de democracia y reemplazar la
noción de “voluntad del rey” que fundaba la monarquía.
Surge la pregunta acerca de la relación entre la legitimación de los
gobiernos en los procesos democráticos y la voluntad general. El resultado
electoral en un país con sistemas de elección democrática de su gobierno,
no es una acción de una conciencia supraindividual, como un genio
consciente que vota en porcentajes, sino una operación de suma de
conciencias que producen acciones individuales que luego se reinterpretan
comunicacionalmente (entendiendo comunicación en forma amplia,
incluyendo al poder). La existencia de una opinión pública podría
entenderse en términos de interacciones comunicacionales, pero no como
una expresión de una conciencia (humana o incluso animal). De hecho, no
podría medirse opiniones compartidas entre individuos que no
compartieran algún tipo de código de comunicación. Los sondeos de
opinión pública necesariamente se realizan en un lenguaje comprensible
para los encuestados; nadie haría una encuesta en chino mandarín, en
4 La fisiocracia era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por
François Quesnay, Anne Robert Jacques Turgot y Pierre Samuel du Pont de Nemours en
Francia. Los primeros esbozos teóricos de la importancia de la opinión pública se suelen
atribuir a los filósofos fisiócratas, como Louis Sebastián Mercier de la Riviere (Habermas
1981: 129-130).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
12
Argentina. Por otro lado, es válida la pregunta de si estos estados de
opinión existen de no ser medidos, y sin la intervención de observadores5.
Como en toda idea de contrato o voluntad, se requiere una
conciencia, y tal conciencia no existe a nivel social (en el sentido de la
conciencia de un ser vivo). El término “voluntad general”, o general will, e
incluso la idea del contrato social desarrollada por los teóricos
contractualistas, puede pensarse en términos de interacciones sociales, en
términos comunicacionales de sociedades o grupos acotados. La voluntad
del rey existe en su conciencia; pero la voluntad general existe en términos de
acoplamientos comunicacionales e interacciones en redes sociales acotadas
que comparten cierto tipo de comunicación (en ese sentido, puede
diferenciarse una voluntad general china, de una voluntad general
europea, por ejemplo). Y en particular, lo que tiene la comunicación de
constructor de conciencia individual, dado el acoplamiento estructural
entre lenguaje y conciencia, utilizando los términos de Luhmann (1991).
Esto significa que no podría haber conciencia sin lenguaje, ni lenguaje sin
conciencia.
Por otro lado, no existe algo escrito en un documento que constituya
un contrato social, al estilo de los conceptos de Rosseau.
Hay una variedad de formas de consenso social, que van desde las
costumbres, los folkways, leyes, constituciones, símbolos y poder, hasta la
opinión pública. Desde tiempos inmemoriales, los individuos buscan
orientarse por lo que opinan los otros.
Estos diversos niveles de consenso tienen distintos grados de
racionalización, explicitación, o discusión pública. También tienen
distintos grados de extensión; hay consensos que son comunes a una
5 Del mismo modo que en física cuántica, en el experimento del gato de Schrödinger, la
descripción adecuada para la mecánica cuántica es que se superponen los estados gato vivo
/ gato muerto, hasta que el observador abre la caja. Erwin Schrödinger plantea un sistema
que se encuentra formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior,
una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual contiene una partícula radiactiva con
una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si la
partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Al terminar el tiempo
establecido, hay una probabilidad del 50% de que el dispositivo se haya activado y el gato
esté muerto, y la misma probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el gato
esté vivo.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
13
mayor cantidad de individuos; en general, la difusión mediante medios de
comunicación permite potencialmente ampliar la extensión de los
consensos o juicios compartidos. Algunos juicios compartidos son
simplemente consuetudinarios; no se supone por ejemplo, que la gente
deba conocer los textos de las leyes para cumplirlas. Otros juicios no
surgen a la discusión pública en cualquier momento de la historia; la
opinión de que la tierra era el centro del universo, en la época de Galileo,
era socialmente disruptiva; muchas de estas opiniones tienen asociadas
estructuras de poder, o redes sociales asociadas a ciertas creencias. En el
mismo sentido, parece haber un proceso evolutivo donde ciertas opiniones
se abandonan definitivamente en la historia, como por ejemplo las
opiniones sobre el origen religioso del poder político, o la opinión de que
la tierra es el centro del sistema solar y el universo.
En general, se supone que las opiniones son provisorias y volátiles.
Los griegos ya diferenciaban el conocimiento de la opinión. Platón
estimaba que la opinión subjetiva e individual (doxa) es el punto medio
entre la ignorancia y el conocimiento (epistémee); ignorancia, opinión y
conocimiento relativos a cuestiones de competencia democrática. En un
sentido afín, se ha definido la opinión como aquello que aún no se ha
verificado (Habermas 1981), de características mudables, cambiantes y de
mayor volatilidad que los valores o la ideología, a los que se suele
considerar más estables.
Las mismas contradicciones e intereses diversos en la vida social, se
reflejan en contradicciones de opiniones. Tönnies define a la “opinión
pública como conglomerado de puntos de vista, deseos y propósitos
diversos y contradictorios, y opinión pública como potencia unitaria,
expresión de la voluntad común” (Botero Montoya, 2006).
Al mismo tiempo, Luhmann (2009) ha señalado a este fenómeno de
la opinión pública es necesario entenderlo en un contexto en el que las
sociedades contemporáneas son cada vez más complejas, como
consecuencia de la mayor especialización y diversificación funcional.
También, por supuesto, como resultado del crecimiento demográfico; no
podría pensarse en una opinión compartida por 7000 millones de seres
humanos que habitan en la tierra. Luego, “el medio y las formas de la
opinión pública no son nada más que la mirada auto-referencial que los
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
14
protagonistas de la opinión pública se dirigen a sí mismos y a sus
actuaciones. Dicho ‘espejo social’ también podríamos compararlo con un
‘cañón de luz’ o un ‘haz de luz’ que focaliza y concentra la atención en un
escenario” (Luhmann, 2009). La mirada se concentra en un solo punto, así
no sea éste relevante, permitiendo que todos compartan un tema en
común.
En la opinión pública se incluye un elemento de juicios racionales,
que se suponen compartidos en grupos, muchas veces antagónicos, y por
lo tanto, posiblemente controversiales. Son consensos y decodificaciones
(estereotipos, porque los dicen la mayoría, en términos de Lippmann
(1922) compartidas sobre la realidad. Los estereotipos se basan en
predisposiciones que ayudan a seleccionar la información, a jerarquizar
nuestros juicios y a expresarlos según nuestra forma de entender el
mundo. Cuanto más inespecíficos y simples sean, más sencilla es su
expansión y generalización.
Sin embargo, este tipo de fenómenos no se resuelven en conciencias
individuales, como puede interpretarse en la formulación de Lippmann6
(1922). Surgen de conciencias individuales, pero al no existir las
conciencias colectivas, son por lo tanto juicios o codificaciones que se
transmiten socialmente. Es decir, lo que solemos estudiar como opinión
pública son juicios o consensos compartidos, que trascienden a las
conciencias individuales que los crean. Estos consensos tienen efectos
sociales7; nadie pregunta en una encuesta la velocidad de la luz, por
ejemplo, porque un consenso en este sentido tendrá menores
consecuencias en lo social. Estos efectos sociales se cristalizan en
fenómenos concretos, como resultados electorales8. En esos momentos deja
de ser abstracta, y sus efectos pueden observarse efectivamente.
6 Walter Lippmann (1922) sostiene que: “Las imágenes que se hallan dentro de las cabezas
(...) de los seres humanos, las imágenes de sí mismos, de los demás, de sus necesidades,
propósitos y relaciones son sus opiniones públicas”.
7 Si no los tienen, no se analizan en opinión pública.
8 Uno de los mecanismos de la democracia incluye la elección de representantes, por las
dificultades que existen en establecer consensos en forma directa. Entonces, aparecen como
relevantes los consensos entre legisladores, o representantes en las cámaras, que
ciertamente van cambiando con dinámicas diferentes a los cambios de opiniones en la
población general.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
15
Estos consensos pueden ser más o menos estables, y más o menos
extendidos. Algunos consensos estables, no podrían ser conceptualizados
como opiniones estrictamente. Por ejemplo, los códigos como el lenguaje,
son consensos sobre como designar determinados conceptos u objetos
entre los individuos que comparten el lenguaje; el dinero también es una
codificación similar (un consenso) de qué tipo de equivalente monetario
puede ser aceptable para los intercambios. Otros consensos están ocultos o
no son conscientes, como la prohibición del incesto; estos no suelen ser
objeto de controversias, y habitualmente sólo son discutidos por
individuos cuando ellos realizan una reflexión social o filosófica.
La expansión de las conciencias individuales a consensos y
codificaciones sociales, puede ser más extendida e improbable en la
medida que existen nuevos y más eficientes medios de comunicación
social. Esto le da la importancia central que se le ha dado a los medios de
comunicación en el análisis de opinión pública, a la publicidad de los actos
de gobierno, y la denominada “opinión publicada” (Habermas, 1992), con
el desarrollo de los medios de comunicación (Luhmann, citado en Torres
Nafarrete, 2009).
Por supuesto, el tema de la influencia de los medios de comunicación
y la opinión “publicada”, sobre la opinión pública, está siendo redefinida
en el contexto de la difusión de las redes sociales. Esta difusión ha
ampliado y redefinido el concepto de “publicado”, e incluso de “público”.
Las redes sociales también aumentan la capacidad de autoorganización de
los individuos; como ha señalado Castells en su artículo en el diario La
Vanguardia9 en el caso del conflicto de Gezi en Turquía.
9 “Esa cosa que llaman redes sociales no es más que una fuente de problemas para la
sociedad actual... Hay un problema que se llama Twitter", declaró el primer ministro turco,
Tayyip Erdogan.
http://www.lavanguardia.mobi/slowdevice/opinion/articulos/20130608/54375789623/de-
tahrir-a-taksim.html. Si antes había condiciones de manipulación de la opinión y para
reducir la democracia a elecciones controladas, ahora resulta que los ciudadanos se
autocomunican, autoorganizan y automovilizan para defender sus derechos en las
protestas. Así se levantaron cientos de miles de turcos en defensa del parque Gezi, algo
similar a lo ocurrido en Egipto” (Diario La Vanguardia, Junio 2013). Al mismo tiempo, en
Brasil (2913) y Argentina (2012 y 2013) hubo manifestaciones importantes de protesta
organizadas mediante convocatorias por redes sociales.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
16
En el siglo XX, se fueron diseñando formas de medición empírica de
opinión pública; se pasa de las visiones teóricas sobre este concepto, y
sobre la “voluntad general”, a las mediciones empíricas.
Para ello, se suele derivar las visiones filosóficas y normativas a las
definiciones operativas de opinión pública. Desde una visión
antropológica, la politóloga alemana Noelle-Neumann (fundadora en 1947
del instituto Demoscopía), define operativamente el concepto, indicando
que la opinión pública es un conjunto de comportamientos que
constituyen la expresión de las mentalidades y actitudes de las
colectividades sobre temas de cualquier índole (Noelle Neumann, 1993);
ella utilizaba la expresión “espiral de silencio”, como la tendencia a
expresar opiniones que son aprobadas por el grupo de pertenencia10. Algo
similar podría aplicarse al voto: cada individuo que vota debe dar cuenta
de su elección a su grupo social cercano, lo cual implica una influencia
decisiva para el voto, por el peligro de aislamiento11.
En general, se considera que todas las opiniones tienen en un
principio un elemento controversial. Cuando las opiniones ganan en
firmeza, y se han convertido en costumbre, tradición, o folkways
(Habermas, 1999), pierden este elemento (en los término de Noelle
Neumann la controversia es un prerrequisito para que se perciba el peligro
del aislamiento entre quienes no comparten opiniones). El elemento
controversial sólo aparece cuando un elemento estable de la opinión
pública, tradición o moral ha sido violado. Por lo general, en situaciones
tales como elecciones, el elemento controversial vuelve a aparecer.
10 Existen para esta autora tres elementos ligados con el proceso de formación de la opinión
pública (Noelle Neumann, 1995): 1) la habilidad humana de establecer cuando una opinión
pública crece o decrece en su fuerza, 2) la reacción frente a esta evidencia, ya sea hacia un
discurso más confiado o hacia el silencio, y 3) el miedo al aislamiento que hace a la gente
seguir las opiniones del resto. Una definición operativa de la opinión pública puede ser
construída sobre la base de estos tres elementos: “...la opinión sobre temas controversiales
que un individuo puede expresar en público sin aislarse” (Noelle-Neumann 1995, 63-64)
11 “Parece que el miedo al aislamiento es la fuerza que pone en marcha la espiral del
silencio. Correr en pelotón constituye un estado de relativa felicidad; pero si no es posible,
porque no se quiere compartir públicamente una convicción aceptada aparentemente de
modo universal, al menos se puede permanecer en silencio como segunda mejor opción,
para seguir siendo tolerado por los demás” (Noelle-Neumann 1993).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
17
Con el avance de estas prácticas, surgen también voces críticas a
estas operacionalizaciones y captaciones de “respuestas a estímulos” (en
rigor una encuesta o sondeo es la captación de una respuesta a un
estímulo). En 1972, Pierre Bourdieu dicta una conferencia titulada “La
opinión pública no existe”, en Noroit, Arras, cuyas ideas han ejercido una
influencia relevante en los estudios posteriores y las discusiones
académicas sobre opinión pública. En esta conferencia se cuestiona la
posibilidad de analizar las opiniones en forma agregada. Bourdieu (1972)
señala que toda encuesta de opinión pública implica la hipótesis de que
hay un consenso sobre los problemas, cuando en realidad las
problemáticas propuestas en las encuestas están subordinadas a intereses
políticos12.
“Uno de los efectos más perniciosos de la encuesta de opinión
consiste precisamente en conminar a las personas a responder a preguntas
que no se han planteado” (Bourdieu, 2000).
En este marco, la formulación de las preguntas es reinterpretada en
función de los intereses de quien responde, es decir, no podemos afirmar
que todo sujeto esté interpretando la pregunta de la misma manera, dado
que el sujeto es convocado a responder a una pregunta que posiblemente
no se planteó. Bourdieu plantea que estas encuestas transforman
respuestas en instrumentos de acción política como consecuencia de
imponerle al sujeto una problemática13. También es posible señalar, que el
12 “Toda encuesta de opinión supone que todo el mundo puede tener una opinión; o, en
otras palabras, que la producción de una opinión está al alcance de todos. Aun a riesgo de
contrariar un sentimiento ingenuamente democrático, pondré en duda este primer
postulado. Segundo postulado: se supone que todas las opiniones tienen el mismo peso.
Pienso que se puede demostrar que no hay nada de esto y que el hecho de acumular
opiniones que no tienen en absoluto la misma fuerza real lleva a producir artefactos
desprovistos de sentido. Tercer postulado implícito: en el simple hecho de plantearle la
misma pregunta a todo el mundo se halla implicada la hipótesis de que hay un consenso
sobre los problemas, entre otras palabras, que hay un acuerdo sobre las preguntas que vale
la pena plantear. Estos tres postulados implican, me parece, toda una serie de distorsiones
que se observan incluso cuando se cumplen todas las condiciones del rigor metodológico
en la recogida y análisis de los datos” (Bourdieu, 2000).
13 Según la visión del autor, la encuesta de opinión es un instrumento de acción política, su
función más importante consiste, quizá, en imponer la ilusión de que existe una opinión
pública como sumatoria puramente aditiva de opiniones individuales (Bourdieu 2000).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
18
mismo Bourdieu (2012), en su libro “La distinción”, elabora conclusiones
sobre datos de sondeos que consultan opiniones sobre estética, sobre las
cuáles difícilmente todos los respondentes tengan una opinión previa14.
Al mismo tiempo, se supone que no todas las opiniones valen lo
mismo. En ciertas circunstancias, las opiniones no tendrán el mismo peso
sobre distintos fenómenos sociales. Esto es válido para casi todas las
organizaciones jerárquicas, y en la vida social institucional. Por ejemplo, en
las encuestas a empresas15, por lo general se comete este error conceptual.
Más allá del gesto democrático, la información captada en ellas no revelará
el hecho de que la opinión del gerente tiene más peso que la de los
operarios; y tampoco que los representantes de megaempresas, no podrían
ponderarse al mismo nivel que empresas de tamaño menor. Hay empresas
de facturaciones millonarias, y empresas pequeñas, cuyo impacto en los
procesos económicos no es el mismo. Dar distinto peso a las opiniones no
constituye un problema técnico, ya que no habría problema en aplicar
ponderadores (los softwares estadísticos suelen tener procedimientos de
ponderación de sus registros), sino teórico; es decir, la selección del criterio
a aplicar para calcular esos pesos.
En contraposición a estas visiones de Bourdieu, el problema de los
pesos diferenciales de las opiniones no siempre es un obstáculo. Por
ejemplo es razonable, en las elecciones abiertas, suponer un peso
equivalente entre respondentes, dado que el voto vale uno en todos los
casos, y no existe en las democracias modernas el voto calificado (Oliva
2001).
En general, los distintos pesos de las opiniones en política, en
términos de análisis de redes sociales, pueden interpretarse a partir de la
14 Por ejemplo, “¿Con cuál de los siguientes temas tiene el fotógrafo más posibilidades de
hacer una foto bella, interesante, insignificante o fea? Un paisaje, un accidente de
automóvil, una niña jugando con un gato, una mujer encinta, una naturaleza muerta, una
mujer amamantando a un bebé, una estructura metálica, una riña entre mendigos, unas
coles, una puesta de sol sobre el mar… “ (Bourdieu, 2012). Es difícil que todos los
respondentes tengan una opinión definida sobre estas temáticas.
15 Estas encuestas se suelen hacer a representantes, dueños o decisores de las empresas.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
19
presencia de nodos16 con mayor influencia; en términos de Lazarsfeld
(1944), como la presencia de líderes de opinión.
En 1944, el gran metodólogo Paul Lazarsfeld, publica dos estudios
clásicos, “The People´s Choice” (1944) y “Voting” (1954) donde se analizaban
distintos elementos de la opinión y el comportamiento electoral. En este
estudio, los "líderes de opinión" fueron estudiados dentro de una red de
relaciones de dirección de la opinión; constituyendo circuitos de liderazgo
que compiten en la comunidad. En dicha red es posible aislar e identificar
aquellos individuos que están más próximos a ocupar una posición central
de relaciones, a los que se llama "líderes de opinión"; éstos revisten mayor
interés y competencia en el ámbito de la discusión, y representatividad de
aquellos a quienes influyen. Los líderes de opinión se encuentran en todos
los estratos sociales, y en general, tienen una mayor coherencia ideológica,
y una mayor exposición, en los sistemas modernos de influencia política
(por ejemplo en los medios de comunicación). Para los gobiernos, y los
operadores políticos, es interesante identificar a estos líderes. Hoy, la
metodología que se utilizaría en este tipo de temáticas, es el social network
analysis, que tiene la capacidad de detectar por ejemplo a los individuos
con mayor influencia y centralidad (nodos con mayor centralidad, en
términos de estas teorías). Es bastante interesante observar como, por
ejemplo, los empresarios de consultoras que se dedican a medir opinión
pública, creen erróneamente que ellos mismos son los líderes de opinión.
Retomando el estudio mencionado, Lazarsfeld (1944) analizó la
influencia que poseen las campañas políticas en el proceso de formación de
los votos de los individuos, y entre cuyas conclusiones indicó que es
posible generar cierto consenso hacia un partido o candidato de
16 “El término red, tiene distintos significados en distintas disciplinas. En las ciencias
sociales, una red habitualmente es definida como una serie de actores (o agentes, o nodos, o
puntos, o vértices) que podrían tener una relación (“links, edges, ties”) con otro (Izquierdo
& Hanemann, 2006 )”. Las redes sociales pueden ser conceptualizadas como interacciones
entre nodos (Hanemann, 2005), conectados con diferentes tipos de interdependencia social.
“En redes podemos formalizar interacción social que se producen simultáneamente o
dinámica de los cambios en el tiempo de estas redes. En sociología, las relaciones
interpersonales se definen como conexiones portadoras de información entre las personas.
Estos lazos también podrían ser potenciales, en cuyo caso habitualmente se denominan
lazos latentes (Haythornthwaite, 2011)”.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
20
determinado partido desde las estrategias políticas que se ponen en
funcionamiento durante las campañas políticas (Lazarsfeld, 1944)17. Este
autor analiza el efecto “carro de ganador” (o efecto bandwagon, que puede
ocurrir durante una votación: algunas personas votan por aquellos
candidatos o partidos que es probable que resulten ganadores, esperando
estar en el 'lado ganador' al final) para las elecciones de 1940 en EEUU. A
este fenómeno observado por Lazarsfeld, Neumann (1993) lo interpreta en
términos sociológicos en el sentido de que nadie quiere quedarse aislado.
Estos mecanismos se apoyan en el supuesto común de que el individuo
observa las señales del medio sobre la fuerza y la debilidad de los
diferentes bandos.
Algunos aspectos de esta definición no han sido suficientemente
discutidos. Si bien es posible que el miedo al aislamiento favorezca la
selección de opiniones, este mecanismo no debería implicar la existencia de
una opinión generalizada. Es poco exacto considerar que existe solo una
opinión pública (o un silencio social como señal de conformidad18), o una
masa de ideas homogénea.
En este sentido una opinión de este tipo no es aceptable e inclusiva
para todos los sectores, estamentos, o clases sociales. Los grupos sociales
(definidos por características comunes como el patrimonio, la educación, o
la raza), pueden tener diferentes opiniones sobre temas significativos;
optar por opiniones, es optar por grupos (Bourdieu, 1972). Así, el estudio
de la segmentación de las opiniones entre distintos grupos sociales, es
fundamental en la elaboración de estrategias políticas y electorales.
Otro aporte relevante, fue la conceptualización de los estereotipos,
de Lippmann (1922), como una versión codificada y moralizada de los
hechos. Este autor también refiere a que las opiniones se adoptan con el
respaldo de la mayoría, o porque la mayoría las acepta.
17 Este estudio analiza el proceso de formación de las preferencias partidarias en la ciudad
de Erie, Ohio en las elecciones durante la campaña presidencial de 1940 en EEUU.
18 En 1650, Thomas Hobbes escribió sobre el significado del silencio en The Elements of Law.
El silencio, decía, “puede interpretarse como señal de conformidad”. Hobbes también
incorporó el concepto del silencio de las leyes; la libertad de acción, se produce en aquello
sobre lo cual la ley calla, y en lo que el individuo actúa a su propia discreción.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
21
“The orthodox theory holds that opinion constitutes a moral
judgement on a group of facts. I am suggesting that, in the
present state of education, a public opinion is primarily a
moralized and codified version of the facts. I am arguing than the
patterns of stereotypes at the center of our codes largely
determines what group of facts we shall see, and in what light we
will see them (Lippmann, 1922)”.
Es cierto, en este sentido, que las visiones ideológicas de la política
tienen componentes moralizados y se basan en dar “sentido a la vida” a los
individuos. Al dar un sentido a la vida, la evaluación de los hechos
políticos o sociales se suele realizar en base a ciertos supuestos
moralizados. En muchas ocasiones, los individuos que tienen una visión
ideológica (por ejemplo la izquierda más radical), al mismo tiempo dan
una orientación y sentido a la vida.
Al mismo tiempo, la evaluación de cualquier gobierno se hace sobre
decisiones subjetivas, de que indicadores sobre un gobierno son
ponderados con mayor o menor peso; estos ponderadores o pesos
cualitativos siempre tienen importantes componentes subjetivos.
Las opiniones morales o éticas de los individuos, como la visión
sobre la pena de muerte, se transforman en factores de influencia política a
partir de las mediciones de opinión pública.
Desde un punto de vista empírico, lo que se capta en los sondeos
como opinión pública es la respuesta a un estímulo. A nivel agregado,
estas respuestas a estímulos pueden interpretarse con un significado
sociológico. Y si bien no se sabe exactamente qué entiende el individuo
frente a una pregunta estandarizada, el conjunto de evaluaciones
analizado desde un punto de vista estadístico permite obtener
conclusiones.
Los datos del Eurobarómetro que presentamos en la Ilustración 1
muestran la utilidad del análisis agregado de las opiniones; se observa que
las expectativas sobre la economía son más negativas en los países donde
la crisis económica europea es más marcada (en el mapa, las zonas más
claras tienen mayor porcentaje de negativa, y las zonas más oscuras, mayor
porcentaje de positiva).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
22
Por otro lado, el hecho de que una opinión sea verdadera, no es
relevante desde el análisis sociológico (Oliva, 2010). Por ejemplo, en las
opiniones del Eurobarómetro, carece de relevancia si los individuos tienen
razón sobre las expectativas económicas, pero sí interesan sus efectos
sociales.
Si en una encuesta se consulta sobre si Dios existe o no, no interesa
específicamente si los respondentes están en lo cierto -lo cuál sería objeto
de una teología empírica, por ejemplo-, si no los efectos sociales (cohesión
religiosa, generalización de una moral, procesos de secularización, o en
algunos casos fanatismo, y otros efectos) de esas respuestas colectivas.
Suponemos que si una fracción muy importante de una población es
religiosa, tendrá efectos sobre la convivencia social por ejemplo; también
cierto tipo de ética religiosa compartida puede tener efectos económicos
(como indica la famosa tesis de Weber sobre la influencia de la ética
protestante en la formación del capitalismo).
La opinión compartida (creencias políticas, ideológicas, religiosas)
posee determinados efectos sociales, como por ejemplo, la cohesión de un
grupo en torno a un liderazgo, independientemente de la verdad o
falsedad de la opinión. Por lo tanto, el hecho mismo de compartir ciertas
creencias religiosas y prácticas relacionadas con una religión en particular
demuestra, independientemente de la verdad de los supuestos religiosos,
los efectos que tiene en el ámbito social: por ejemplo pueden remitir a
sentimientos de integración y de pertenencia social.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
23
Ilustración 1: Mapa de evaluación situación económica en Europa
(Eurobarómetro 2012)
Fuente: Standard Eurobarometer 77 Spring 201219
19 EUROBAROMETRO. http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_356_present.pdf
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
24
Ilustración 2: Mapa de expectativas económicas en Europa
(Eurobarómetro 2012)
Fuente: Standard Eurobarometer 77 Spring 2012
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
25
Opinión pública y comportamiento electoral
En el ámbito profesional de los estudios de opinión pública, se suele
analizar el comportamiento electoral. Este tipo de análisis resulta de
interés para el conocimiento de fenómenos sociológicos de identificación,
cohesión, solidaridad, demandas, liderazgos, la naturaleza y legitimidad
del estado moderno.
En relación a esto, los gobiernos democráticos se valen de este tipo
de información para la definición de estrategias políticas; desde hace miles
de años existe la organización política de las sociedades, pero hace pocos
años se cuenta con este tipo de información directa que permite guiar o
reflexionar sobre la acción del gobierno, la administración pública y la
agenda setting del sector público. En este sentido, este tipo de información
es un dato relevante en la política moderna. Dentro de esta información se
cuenta con los sondeos de opinión, que sirven no sólo para conocer
resultados electorales, si no para conocer la legitimación del sistema
político. Por ejemplo, veamos por ejemplo los datos del Gráfico 1 del
Latinobarómetro:
Gráfico 1: Democracia puede tener problemas pero es el mejor sistema
de gobierno (frase de Churchill)
Fuente: Latinobarómetro, consultado en línea, 15 de Mayo 2013.
26,0%
21,3%
40,4%
20,5%
35,0%
41,9%
23,1%
58,1%
59,2%
45,7%
63,0%
50,4%
49,6%
63,8%
14,0%
16,1%
10,5%
13,7%
12,1%
7,6%
11,4%
1,9%
3,4%
3,4%
2,8%
2,5%
0,9%
1,7%
0,0% 10,0% 20,0% 30,0% 40,0% 50,0% 60,0% 70,0%
Argentina
Bolivia
Brasil
Colombia
Costa Rica
Chile
Ecuador
Muy en desacuerdo
En desacuerdo
De acuerdo
Muy de acuerdo
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
26
A partir de estos datos, se observa en Bolivia y Argentina niveles más
altos de desacuerdo con la frase “el sistema democrático es el mejor
gobierno”. Estos datos dan una referencia del consenso sobre el sistema
democrático como sistema social en Latinoamérica, más allá de que el
significado de las respuestas puede ser muy disímil para los respondentes
de los distintos países.
Comportamiento electoral
Las encuestas electorales se utilizan para comprender, e influir, sobre
los comportamientos electorales. A las condiciones políticas de
generalización de la democracia se sumaron al mismo tiempo avances en
las ciencias sociales y en la capacidad de procesamiento de información.
Las mediciones de opinión pública no solo se aplican al
comportamiento electoral, si no en temas tan disímiles como la aprobación
de las inversiones mineras en una comunidad (fundamental para este tipo
de actividad), la evaluación de leyes, la representación de los procesos de
crisis (Luhmann, 2009), o la evaluación de medidas económicas e
impositivas.
A partir de las demandas y los nuevos contextos políticos, ha habido
una importante aplicación profesional de estas temáticas e intentos de
estandarización profesional internacional, como se ven reflejados en las
guías para la elaboración de encuestas de opinión de ESOMAR y
WAPOR20. Así, se fueron creando distintos institutos de medición de
opinión pública21.
20 ESOMAR And WAPOR guide to OPINION Polls,
http://wapor.unl.edu/pdf/ESOMAR_Codes&Guidelines_OpinionPolling_v5.pdf
[Consultado Mayo 2013 ]
21Gallup realizó en 1936 una encuesta, en la que predijo la victoria de Roosevelt. Roper fue
otro pionero americano en los pronósticos políticos, con la predicción de la reelección del
presidente Roosevelt en 1936, 1940 y 1944. En septiembre de 1938, Stoetzel crea IFOP, el
Institut Français d'Publique Opinión, como el primer instituto de investigación europeo en
París. Gallup puso en marcha una filial en el Reino Unido, que predijo la victoria de los
laboristas en las elecciones generales de 1945, a diferencia de casi todos los otros
comentaristas, que esperaban una victoria para el Partido Conservador, liderado por
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
27
En América Latina, distintos factores condicionaban el desarrollo
teórico sobre estas temáticas: entre otros, el tiempo relativamente breve en
el que se han desarrollado investigaciones sobre estos temas, la escasez de
estudios longitudinales sobre conductas electorales, el desconocimiento de
relación entre las conductas electorales y la evolución de variables
estructurales como el desempleo o la inflación, las interrupciones en las
prácticas democráticas -- y “los procesos de acumulación de conocimiento
abortados como consecuencia de las rupturas institucionales que sufrió el
continente hasta hace pocas décadas” (Braun, 2010). En este sentido, la
posibilidad de contrastación empírica de muchas de las hipótesis
explicativas sobre el comportamiento electoral era escasa.
A pesar de esto, en los últimos años se ha avanzado mucho en la
aplicación y el análisis del comportamiento electoral. La creciente difusión
de los sondeos de opinión, el surgimiento de metodologías nuevas y más
económicas para realizarlos (v.g. encuestas telefónicas), han ido
aumentando la capacidad de recolección de datos y análisis de los
fenómenos electorales. En las últimas décadas, la difusión de los sondeos
de opinión pública dinamiza toda la discusión teórica al respecto del
comportamiento electoral.
Se han sugerido distintas hipótesis de cuáles serían los factores que
intervienen en la decisión de un individuo de su opción electoral
(Habermas, 1981; Noelle Neumann, 1995; Schuessler, 2000), y la influencia
de los sistemas políticos (Przeworski & Teune, 1980). Se han analizado las
diferencias en el comportamiento electoral de los distintos segmentos
sociales (Canton, Jorrat, 1996; Canton, Jorrat: 1997: Jorrat: 1996; Oliva,
2003: 311 – 315; Oliva, 2001: 37 - 64). Jorrat ha analizado opciones
electorales segmentadas según el tipo de inserción en el mercado de
trabajo (cuentapropistas y obreros), en el contexto del retorno a la
democracia en Argentina en 1983 (Jorrat, 1996). Se ha hipotetizado la
posibilidad de analizar el voto espacial, o spatial voting, una aplicación de
distintas teorías al cálculo de distancias entre elecciones y electores22.
Winston Churchill. Por la década de 1950, varios tipos de encuestas se habían extendido a
la mayoría de las democracias.
22 “The central assumption of spatial voting is that voters tend to choose the candidate
whose position is closest to their own. A minimally necessary condition for this is that those
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
28
También se ha conceptualizado el voto expresivo (Schuessler, 2000)
como la identificación que el votante hace con su partido, como un
elemento de su identidad; refiere a la necesidad de votar como mandato
moral, un elemento relevante para entender el voto a la izquierda. Se ha
analizado el voto racional y el cálculo utilitario, realizado a partir de la
evaluación económica y extraeconómica del desempeño pasado o futuro
de un partido (Echegaray, 1996). En general, las grandes campañas
electorales y su profesionalización, requirieron de reflexión académica y
estructura de servicios en estos temas.
Aun así, no se ha desarrollado un marco teórico tal que permita
considerar todos los aspectos del comportamiento electoral, y los
conceptos teóricos con los que se cuenta sólo pueden adaptarse a
experiencias acotadas, no fungibles.
Analizaremos algunos de estos temas, básicamente en su relación
con abordajes empíricos. Por ejemplo, una pregunta sobre la opinión sobre
la situación económica del país a futuro, permite testear empíricamente
una hipótesis referida a la influencia de la economía en el voto, en su
modalidad prospectiva y altruista.
No obstante, es prudente establecer previamente una distinción
analítica entre dos problemas: la configuración de la oferta electoral (qué
partidos se pueden elegir) y el comportamiento electoral (dadas estas
opciones, por cuál se decide el elector). Y también, evitar confundir la
opinión pública con la representación política.
with more conservative policy views be more likely to vote for the conservative candidate.
The division of social choice theory which attempts to predict how politicians seeking to be
elected will interact with voters attempting to vote for their favourite set of policies. The
idea derives from the work of economists who tried to explain why shops are located
together in the middle of town rather than being spaced equidistantly. By analogy, Downs
argued (1957) that politicians seeking (re-) election would position themselves on the set of
policies favoured by the median voter. Spatial theory assumes that voters can measure the
distance between themselves and the candidates in multidimensional policy space, and
vote either for the candidate nearest them or, tactically, for a more remote candidate with a
higher chance of winning” (Jesee 2009).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
29
Configuración de la oferta electoral
La configuración de la oferta electoral es un proceso histórico
complejo, donde intervienen factores institucionales (v.g. organización de
los partidos políticos, sindicatos, iglesias o comunidades religiosas),
culturales e ideológicos, y por supuesto, las desigualdades sociales.
En general, la oferta de partidos tiende a configurarse sobre la
desigualdad social, que crea demandas y grupos con intereses comunes
(Oliva, 2000).
La variedad de partidos políticos suele reflejar las desigualdades y la
diversidad de intereses en una sociedad23. Al mismo tiempo, estas
instituciones crean liderazgos e identidades sociales, en un proceso
complejo; se suele indicar también que la identidad común es un recurso o
capital político (Dubet, 1989). También, el liderazgo, genera coordinación
de acciones de los individuos, un recurso fundamental para el logro de
poder en la acción política.
En estas configuraciones, hay una retroalimentación con los
resultados electorales, que permiten que los partidos obtengan recursos de
administración, cooptación y formación de líderes.
Aun así, no todas las desigualdades sociales están reflejadas en la
oferta electoral, y no siempre se dan todas las condiciones necesarias para
que la actividad política de un partido se sostenga; por ejemplo, la
supervivencia de un partido político requiere liderazgos fuertes, y esos
líderes son escasos y extraños. De igual modo, no siempre las condiciones
sociales para un cambio político se ven orientadas por un liderazgo
eficiente. Por otro lado, los contextos históricos cambian, y las demandas e
intereses desaparecen o se transforman y de este modo, los partidos
políticos, o bien se adaptan a las nuevas demandas sociales e intereses de
grupos, o se debilitan y/o desaparecen.
23 Por ejemplo, hay partidos de jubilados o de jóvenes que intentan representar a los intereses
que genera la desigualdad social entre generaciones. Hay partidos ecológicos, que
representan los intereses de los afectados por la explotación irracional de los recursos
naturales; los obreros o socialistas, los intereses de clases; los raciales, los intereses de los
distintos grupos de razas; y los partidos provinciales o municipales, los intereses locales o
regionales.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
30
Análisis de las preferencias electorales
Una vez definida la oferta electoral, se utilizan los sondeos para
analizar diversos aspectos de las preferencias sociales partidarias y de
liderazgos. Durante muchas décadas, sólo existieron datos secundarios
para el estudio de los fenómenos electorales (Jorrat & Canton24, 1996). En
los últimos años, se ha avanzado significativamente en la aplicación de
encuestas electorales, con las cuales es posible hipotetizar relaciones entre
variables explicativas y el comportamiento electoral, en base a evidencias
empíricas de segmentaciones en el voto (distintos grupos sociales
definidos por características sociodemográficas, nivel socioeconómico,
ingreso, origen étnico del votante y muchos otros factores, no votan de la
misma manera). Estas segmentaciones deben ser conceptualizadas en
distintos niveles, entre los cuales pueden referirse por ejemplo a estados de
un sistema social o sistemas institucionales, o bien a las características de
los individuos.
En los casos reales y situaciones históricas, distintas variables tienden
a tener mayor o menor importancia en la segmentación. Los sondeos
permiten detectar este tipo de segmentaciones, y en ese sentido,
constituyen un aporte relevante a la investigación del comportamiento
electoral. Las pautas de voto de los grupos sociales se relacionan con el
hecho de que los partidos políticos tienden a dirigir su oferta electoral –en
forma planificada o no- a algunos sectores sociales, y no a todos.
Al mismo tiempo, no puede definirse relaciones mecánicas entre
variables estímulo y respuestas en el comportamiento social, como sí
puede hacerse en las máquinas (por ejemplo en los ordenadores). No sería
ocioso recodar las diferencias entre los comportamientos automáticos y los
comportamientos humanos. Hofstadter (1987), en su famoso libro Gödel,
Escher, Bach, expone el concepto de sistema formal, ejemplificando con un
sistema de tres letras, MIU. Y define una serie de reglas que permiten
crear otros sistemas; por ejemplo la regla 1 dice que “si tienes una cadena
que termina en I, puedes agregar una U”. Entonces, de la cadena MI, se
puede crear MIU. La regla 2 dice “que si se tienes Mx, entonces podrás
agregar Mxx a tu colección”. De allí que se puede crear por ejemplo a
24 Un estudio utilizando datos contextuales para el caso de la Capital Federal entre 1912 –
1930 en Canton - Jorrat (1996).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
31
partir de MIU, MIUIU. El autor señala que podríamos poner a un
ordenador a hacer estas cadenas de un modo sencillo, y lo hará
eficientemente sin consultar el porqué. Si ponemos a una persona a
hacerlo, se dará cuenta rápidamente que está haciendo un ejercicio
ridículo, y dejaría de hacerlo (“saltaría de sistema”). Estas diferencias, y
las formas de “saltar del sistema”, son diferencias muy profundas entre
máquinas y seres humanos (Hofstadter, 1987).
Los comportamientos electorales, tienen fluctuaciones aleatorias; el
cúmulo de situaciones y variables que influyen sobre este tipo de
comportamiento podría calificarse de infinito. Se ha señalado la
arbitratriedad y las impresiones momentáneas como un factor relevante en
las elecciones políticas (Luhmann, 2009)25. El mismo concepto de libertad,
implica algún tipo de aleatoreidad e impredictibilidad en estas conductas,
y “saltos del sistema”. De hecho, si existiese algún ser al estilo del demonio
de Laplace que pudiese predecir y explicar con variables el comportamiento
electoral, la vida y la voluntad política, quedarían reducidos a una
expresión mínima. La política, por definición, es autonomía de acción.
De todos modos, y aun considerando las prevenciones anteriores,
ningún resultado electoral es completamente aleatorio, si se concibe la
aleatoriedad como falta de influencias significativas (del mismo modo que,
en el lenguaje cotidiano, indicamos “no es casual que…”, como una
expresión de que hemos encontrado una causa de algo) y que ha perdido
la aleatoriedad.
En este marco, han surgido distintas teorías de alcance intermedio
sobre la conexión del voto con el comportamiento electoral, a pesar de las
limitaciones expuestas.
Muchas de esas relaciones se han establecido en forma empírica,
sin una fundamentación teórica o hipótesis explicativas, o un análisis de
las interacciones entre las variables, o eventualmente causalidad (aunque
este es un concepto muy discutido en ciencias sociales).
25 “En las elecciones políticas, la arbitratriedad, la casualidad, las impresiones
momentáneas, la simple necesidad de cumplir juegan un rol muy importante” (Luhmann,
2009).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
32
Si bien en asuntos humanos no podemos establecer causalidades con
certezas, podemos verificar la existencia de ciertas asociaciones
estadísticas. En la relación causa efecto, existe una asimetría y un
ordenamiento temporal: las causas siempre son anteriores a los efectos. El
análisis de estas asociaciones estadísticas demanda una indagación sobre la
forma substantiva en que dos variables covarían26. Quizás sea posible
postular parte de la secuencia lógica de la racionalidad detrás de toda
correlación entre variables, ya sea en forma comprensiva o investigando
nuevas posibles conexiones entre las variables.
Inclusive pueden postularse relaciones significativas entre dos
variables, y relaciones multivariadas. Así, las combinaciones de atributos
entre variables antecedentes a los efectos pueden tener un impacto sobre
variables dependientes.
Al mismo tiempo, es dificultoso analizar la influencia longitudinal
de distintos aspectos de la historia de los individuos y la medida en que
las causas del voto pueden encontrarse en el pasado lejano del votante, o
en la presencia de experiencias irreductibles en la vida de un individuo
(por ejemplo, recibir algún beneficio simbólico o material importante
para un individuo). Esto requeriría de métodos longitudinales, difíciles
de aplicar en la práctica. El análisis longitudinal puede ser relevante en
muchos contextos; por lo general, analizamos causalidad en tiempo
breves (por ejemplo, subo una perilla y se prende simultáneamente una
luz), pero en las vidas humanas seguramente hay influencias de eventos
significativos a largo plazo, que no se captan en los estudios
transversales.
Una de las consecuencias prácticas de los avances en la investigación
en opinión pública, es la creciente precisión de los pronósticos electorales;
los sondeos han demostrado ser una aproximación útil en estas
predicciones. Su factibilidad y precisión son una preocupación de los
investigadores en temas de conductas electorales, y quizás lo sea también
la posibilidad de extender los pronósticos a otras áreas de lo social. Por
26 Por otro lado, que se verifique variación concomitante no implica que se verifique
causalidad (aunque el concepto de causa es discutido en ciencias sociales; ver Marradi,
2007).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
33
ejemplo, la posibilidad de predecir las tasas de desempleo, el crecimiento
de la delincuencia y otras áreas críticas de lo social.
En general, este tipo de estudios tiene limitaciones muy serias que no
suelen ser reconocidas por los consultores que se dedican a predicciones,
básicamente por temas comerciales o simplemente por la voluntad de
poder que suelen tener algunos individuos dedicados a las ciencias
sociales. Abordaremos en otros apartados la conceptualización de las
predicciones en este tipo de estudios.
En cierto modo, las generaciones futuras de sociólogos contarán con
este tipo de información como histórica, lo que permitirá una mayor
capacidad de elaborar teorías y generalizaciones empíricas.
Abordajes teóricos
Actualmente, es posible identificar algunos trazos gruesos en las
discusiones sobre estas temáticas, que sin embargo, refieren a debates
epistemológicos que exceden el marco de este trabajo.
Una discusión habitual es si las explicaciones de estos fenómenos se
deben buscar en los individuos o en los factores sociales. En algunas
interpretaciones, se suelen oponer los enfoques holista o colectivista, al
individualista; siendo ésta una discusión recurrente en ciencias sociales. En
ese caso la argumentación crítica contra la elección racional, hace
referencia a que el tipo de procesos que explica el voto no se puede
descomponer en categorías puramente individuales (Bourdieu, 2000) por
ejemplo, indica que en los fenómenos de opinión pública, su explicación
no puede venir por su descomposición en la suma de opiniones
individuales). La sociología clásica solía tener una tendencia holística en la
explicación del comportamiento social. Por su parte, la teoría económica,
tiene una tendencia de explicar a partir de la racionalidad individual de los
actores.
Algunos teóricos indican que el análisis del voto a partir del
individuo puede ser despojado de sus connotaciones políticas y éticas27, y
27 “Este tema está relacionado con el conflicto sobre el individualismo metodológico,
rechazado por muchos marxistas que lo asocian con individualismo en un sentido ético y
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
34
que el individualismo metodológico no es exactamente asimilable al
egoísmo en términos éticos, sino una forma de analizar la sociedad.
Postular la racionalidad instrumental como explicación no es despojar el
voto de connotaciones políticas y éticas. Lo que ocurre es que estas
connotaciones se toman como dadas, como elementos sobre los que el
individuo evalúa.
Al énfasis explicativo en la estructura social subyace un supuesto
metodológico, que es considerar las propiedades de los colectivos (y no de
los individuos) como la influencia más relevante en los fenómenos sociales.
Estas explicaciones suelen ser independientes de la racionalidad concreta
que le atribuye el individuo a la opción; desde este punto de vista, el perfil
psicológico del votante es irrelevante.
La expresión “inserción social”, no se opone a la elección racional. La
racionalidad instrumental, en tanto que sujeta al conjunto factible (espacio
de decisión, restricción presupuestaria) también considera el entorno
social, pues si se es pobre, es racional votar a un partido que proponga un
sistema impositivo progresivo y una política de rentas altamente
redistributiva, y viceversa para los ricos.
Racionalidad: La conexión entre opiniones y voto, requiere del supuesto de
racionalidad28. Este tema es central en la democracia y sus supuestos como
mecanismo de legitimación, como la capacidad de discernimiento de los
electores. Suponer una edad (por ejemplo los 16 o los 18 años) a partir de la
cual se puede votar, implica racionalidad a partir de cierta edad biológica.
Si los electores fueran totalmente irracionales sus votos serían aleatorios; si
los niños o los locos votaran, ocurriría algo similar. Nadie podría imaginar
este mecanismo democrático de selección de líderes en sociedades
animales.
político. Por individualismo metodológico entiendo la doctrina de que todos los
fenómenos sociales (su estructura y su cambio) son en principio sólo explicables desde los
individuos – sus características, logros y creencias” (Elster, 1982, 11:453-482).
28 “El término racional no califica los objetivos del sujeto, sino sus medios. Así se desprende
la definición de racional como eficiente, es decir que maximiza producto con un insumo
dado o que minimiza el insumo para un producto dado” (Downs 1990).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
35
El voto racional introduce la teoría de la acción racional (Young,
1980). Y si bien el análisis del concepto de racionalidad excede el alcance
de este libro -desde los conceptos de racionalidad hermenéutica de
Habermas, a los conceptos de racionalidad con arreglo a valores o a fines
de Weber, o las diferencias entre racionalidad y afectividad que
encontramos en Parsons (1966)- podemos indicar que adjudicar
racionalidad al actor permite atribuir una forma de imputación causal, o
una comprensión, causalidad a la acción humana.
El supuesto de racionalidad del actor en elecciones es objeto de
discusiones teóricas, dado que una evaluación racional implica a un actor
medianamente informado sobre las opciones electorales y sobre la
actuación económica del gobierno, y una capacidad de distinción entre lo
público y lo privado (Luhmann, 1991). En algunas versiones, como el
spatial voting, el elector infiere racionalmente que candidato está más cerca
de sus posiciones. Pero las dificultades en el acceso a la información y la
elaboración de una opinión sobre la administración pública, el gobierno o
las variables macroeconómicas, pueden llevar a opiniones simplificadas y
sesgadas acerca de la actuación económica de un gobierno29.
Por otro lado, el conocimiento de una opinión de un votante no
permite establecer, por ejemplo, una predicción lineal de su
comportamiento electoral. Algunos individuos no votan según lo que sus
evaluaciones sobre un gobierno o un candidato permitirían prever.
Ideología y Opinión: Algunas de estas racionalidades del voto se codifican
en ideologías. Por ejemplo, ser demócrata, laborista, republicano, o
socialista, son conjuntos de valores políticos. Las opiniones, en cambio
tienen una volatilidad mucho mayor que estos valores o la ideología. La
ideología suele ser un grupo coherente y estable de perspectivas de lo
social, que también puede ser objeto de análisis de sondeos de opinión
pública. Por ejemplo, en el siguiente gráfico se observa la evolución de la
clasificación de izquierda y derecha para la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires en el período 2007 - 2008, donde se registra cierta estabilidad en los
29 Es posible que las decisiones económicas de los gobiernos nacionales o locales serán cada
vez de menor autonomía, en vista de los procesos de globalización e integración regional y
subregional, y el mayor peso político en la vida social de las grandes corporaciones en el
capitalismo.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
36
porcentajes de las clasificaciones, compatible con algún tipo de coherencia
en un conjunto de creencias o valores políticos.
Estas ideologías también suelen estar segmentadas socialmente.
Entre los individuos de mayor nivel educativo (Gráfico 2), aumenta por
sobre el promedio los que se identifican con la izquierda. A mayor
educación, mayor probabilidad de ser de izquierda.
Gráfico 2: Identificación en escala de Izquierda - derecha. C.A.B.A. En
porcentajes (Mayo 2007 – Noviembre 2008)
Fuente: Observatorio Cultura Política Ciudad de Buenos Aires. UNTREF - CINEA.
En el mosaic – plot (Kastellec & Leoni, 2007) se observa que, en los
niveles educativos secundarios y terciarios, aumenta por sobre el
promedio la identificación con centroizquierda y centroderecha, para los
datos de la Ciudad de Buenos Aires. La categoría centroizquierda es la
que tiene mayor cantidad de adeptos, la columna más ancha (sin
considerar la columna de no respuesta, que refiere a quienes no se
autoidentifican en este espectro, situación más habitual en los individuos
de menor nivel educativo).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
37
Gráfico 3: Posicionamiento en escala de derecha e izquierda según
máximo nivel educativo (Diciembre 2007)
Fuente: Observatorio Cultura Política Ciudad de Buenos Aires. Programación
científica UNTREF – CINEA.
Existen también lo que podríamos denominar “experiencias
irreductibles”, tales como un beneficio económico obtenido por un
gobierno, o haber sufrido como individuos las consecuencias de acciones
públicas de violencia (por ejemplo, consecuencias del terrorismo de estado,
o acciones de autoritarismo simbólico sobre ciertas creencias relevantes
para el actor), que fundamentan y dan racionalidad desde una experiencia
acotada de vida al voto. Frente a estas experiencias irreductibles, resultaría
muy difícil establecer otro tipo de racionalidad que cambie la elección del
votante.
Teoría del voto económico: Pero, sosteniendo la idea de racionalidad -
acotada-, se configuran distintas aplicaciones de estos conceptos. Una de
las aplicaciones de la idea de racionalidad es el enfoque del voto
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
38
económico a partir de cálculos utilitarios. Por ejemplo, el voto sería una
decisión individual racional mediada por un cálculo utilitario
(minimización de costos y maximización de beneficios), realizada a partir
de la evaluación económica y extraeconómica del desempeño pasado o
futuro de un partido (Echegaray, 1996).
Desde otra perspectiva, lo que decide el voto es un cálculo costo-
beneficio derivado de la actuación real o potencial de determinada fuerza
política en el gobierno (Echegaray, 1996). Dicho cálculo puede tomar la
forma simple de una evaluación puramente economicista del desempeño
pasado y/o futuro de cada partido, o la forma algo más compleja de una
apreciación sobre el grado de proximidad o distancia que cada partido
guarda en relación a las preferencias económicas y no económicas del
individuo, con la consiguiente opción por aquella fuerza aparentemente
más cercana a las posiciones del votante (Echegaray, 1996). Esto está
ligado al spatial voting, que veremos más adelante.
La asignación de una gran preponderancia a la dimensión económica
en el cálculo de los votantes se ha generalizado como “Teoría del Voto
Económico” (Canton & Jorrat, 1997; Echegaray 1996). Es la opción electoral
en base a una elección racional con relación a la evaluación que se realiza
del desempeño económico del gobierno.
En varios trabajos sobre el comportamiento electoral se les ha dado
mayor preeminencia a los temas económicos como un factor clave en la
determinación del voto. En Latinoamérica, este voto económico debería
traducirse a mecánicas específicas de cooptación de votos, y de
clientelismo político, para tener una visión menos ingenua de estas
temáticas. Esto no solo se aplica en cuanto al voto popular en elecciones,
sino en cuanto al voto de los legisladores en poderes legislativos, que
suelen ser fácilmente captables con fondos públicos orientados
específicamente a las administraciones territoriales o partidos políticos que
representan.
Si el voto es realizado en función de un cálculo racional económico,
se debería deducir por ejemplo, que las campañas electorales y los
liderazgos políticos tendrían una función acotada. Por ello, el conocimiento
de este tipo de factores no es inocuo, y existen intereses profesionales e
inversiones importantes de dinero en relación a creencias muy poco
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
39
fundamentadas respecto del impacto de las campañas electorales. Algunos
teóricos socialistas, en una crítica razonable, indican que se gasta mucho
dinero y esfuerzos sociales en las campañas políticas, y en las versiones
latinoamericanas, en clientelismo, o en estructuras sobredimensionadas de
administración pública y prácticas clientelares, que requieren factores de
presión impositiva que suelen ser obstáculos del desarrollo social.
Conceptualizando la influencia de la economía en el voto, se han
diferenciado dos tipos de evaluaciones en relación al actual partido en el
poder introduciendo la idea de oficialismo u oposición política (referido a
la búsqueda de continuidad o cambio de un gobierno): a) la evaluación
retrospectiva de la actuación de la fuerza política en el gobierno; y b) la
prospectiva que juzga según proyecciones a futuro cuál será la eficacia de
una gestión (aunque toda evaluación del pasado puede y suele ser también
una evaluación proyectada sobre las consecuencias futuras de un voto).
En la misma línea de análisis se ha comparado también la concepción
egoísta o de votante de bolsillo (Markus 1992 y 1988; Kinder-Adams-
Gronke 1989; Kinder-Kiewiet 1979) frente a una concepción sociotrópica o
altruista del voto. El votante egoísta, vota partiendo de la evaluación de la
situación económica personal; el votante altruista, se define por tener en
cuenta, en su evaluación sobre el gobierno de turno, la situación económica
del país o el contexto social más general.
En las sociedades latinoamericanas, los efectos del clientelismo
político deberían ser analizados sociológicamente con mayor profundidad,
quizás también en estos términos del voto económico.
Existen diversas dificultades en la definición concreta de la influencia
de la economía en el comportamiento electoral, tales como, ¿es la inserción
económica del individuo lo que influye en el voto, o su experiencia y/o
expectativas de movilidad social?.
Tampoco es clara la direccionalidad de la acción que se desprendería
por ejemplo, simplemente del cálculo racional de un “elector” ideal. Se
hipotetiza que la influencia de la economía en una elección se expresa
castigando una mala actuación del gobierno y volcándose a favor de la
oposición, pero esto no sería necesariamente así si las alternativas no
suponen un nuevo gobierno mejor desde ese cálculo económico
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
40
La dialéctica del voto opositor - oficialista puede ser entendido en
función de una dinámica de cambio – continuidad, y permite analizar
algunos fenómenos, como la polarización que se produce en dos partidos
en situaciones de competencia ajustada. Pero por otro lado, no permite
captar en función de un pronóstico, cuál será la elegida entre las distintas
alternativas de la oposición.
Teoría espacial del voto: Otra variante de la aplicación de la racionalidad, es
la teoría espacial del voto30, o spatial voting. Este abordaje supone que las
personas tienden a elegir las opciones más cercanas a su posición más
preferida31.
Como otras teorías de elección racional, la teoría espacial se
encuentra habitualmente en el lenguaje matemático accesible sólo a otros
teóricos dedicados al tema. Así, sus puntos fuertes y débiles son opacos a
todos los demás. Pero puede ser una poderosa herramienta para el análisis
de las maniobras de los votantes sofisticados en ámbitos como los comités
del Congreso. Allí, la idea básica de que las personas que quieren ganar las
elecciones intentaran captar al votante mediano (Gatica Arreola, Grajeda,
2007), se mantiene fuerte.
La idea de posición o espacio en política también refleja el hecho de
que no se puede elegir a dos candidatos para el mismo cargo, del mismo
modo que un individuo no puede estar físicamente en dos lugares al
mismo tiempo32. En temas de cultura política, un individuo no puede ser
de izquierda y de derecha simultáneamente.
30 Una revisión sobre el estudio del comportamiento electoral puede encontrarse en Fiorina
(1997).
31 Descansando en la simple suposición de que las personas tienden a elegir las opciones
más cercanas a su posición más preferida, el modelo espacial, ha generado una amplia
gama de las predicciones teóricas y conocimientos a través de muchas áreas de la ciencia
política (Hotelling 1929, Black 1948, Downs 1957, Davis et al. 1970). En el comportamiento
electoral, los modelos espaciales suponen que cada candidato en una elección toma una
posición en un espacio ideológico y los votantes eligen al candidato que está más cerca de
su propia posición.
32 Podría pensarse una elección a un cargo, con una primera y segunda opción disponible
(voto en primer lugar al candidato A, y en segundo lugar al candidato B; estas opciones
podrían jerarquizarse, por ejemplo que el primer voto dos, y el segundo uno), pero estos
mecanismos complejos no se utilizan en las democracias actuales.
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
41
Estas posiciones no necesariamente deberían ser unidimensionales;
también pueden ser clasificaciones multidimensionales; por ejemplo,
peronista - no peronista puede combinarse con izquierda - derecha, para
obtener categorizaciones como peronista de izquierda o de derecha. Estas
posiciones finalmente se reducen un voto.
La idea de un votante mediano, también puede ayudar a interpretar
no sólo la conducta del elector, sino a la del líder que tiene que captar el
voto. La idea de un espacio de atributos decodificado por electores y
dirigentes políticos, permite analizar la cercanía entre la oferta política y la
demanda de los votantes. Finalmente las elucubraciones políticas del
votante se definen en una decisión, un voto por ejemplo. Esto es lo que se
suele denominar “toma de posición”, que se asocia al concepto de
“estructuras de campo”33 (Bourdieu, 2000).
De hecho, la clasificación izquierda derecha puede ser entendida
como una conceptualización posicional. El término “izquierda política”
tiene su origen en la posición en la que se sentaban los representantes en la
Asamblea Nacional durante la Revolución Francesa en 1789; los
monárquicos –partidarios del Antiguo Régimen--, se ubicaban a la derecha
del rey, los jacobinos --radicalizados-- a la izquierda. Históricamente, la
izquierda radical representó un cuestionamiento de la propiedad privada,
orientado a procesos de cambio social, con una organización clasista,
impulsados por sujetos sociales con una misión histórica, como la clase
obrera; también, históricamente siempre surgieron expresiones de
izquierdas no radicales, con una orientación reformista (Bernstein, 188934).
Desigualdades sociales: se destaca en las explicaciones holísticas del
comportamiento electoral, el factor de las desigualdades sociales. Las
decisiones de los individuos en temas electorales se toman en un contexto
de desigualdades sociales, que constituyen el marco para entender clivajes
y segmentaciones sociales en los votos. Todo contexto social genera
33 “Se suele hablar de "tomas de posición"; hay posiciones que ya están previstas y que se
toman. Pero no se las toma al azar. Se toman las posiciones que se está predispuesto a
tomar en función de la posición que se ocupa en un campo determinado” (Bourdieu, 2000)
34 Una conceptualización interesante es la de uno de los fundadores de la socialdemocracia,
Eduard Bernstein (1889).
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
42
desigualdades y exclusiones en el acceso a recursos económicos y
culturales. Estos procesos son dinámicos, ya que los fenómenos sociales
no son estructuras estáticas si no configuraciones temporales que requieren
energía para su sostenimiento (Elías, 1988; Giddens 1989)35. Estructura de
clases, estamentos, y niveles socioeconómicos son conceptualizaciones
teóricas o descripciones históricas de la estructura social. Estas
desigualdades sociales suelen tener correlatos en desigualdades que
podríamos denominar territoriales (hay barrios donde habitualmente
residen hogares pobres, y otros donde es más probable que residan
hogares de mayor nivel de ingresos; o, por ejemplo, países centrales y
países periféricos).
Las descripciones e interpretaciones teóricas sobre los fenómenos de
clase o estratificación social también son variadas; no existe un acuerdo
definitivo sobre cuál es el método adecuado para su medición empírica (y
si es éste un atributo de los individuos o de los hogares), como medir
estamento social, casta o clase social. Tampoco hay una forma muy
plausible de utilizar indicadores que permitan medir el mismo concepto
con el paso del tiempo; los indicadores de nivel socioeconómico de hace 30
años atrás, seguramente no servirán en el presente.
Sin embargo, es real que la forma en que operan mecanismos de
desigualdad y exclusión social, y sus transformaciones en el tiempo, se
expresan en el comportamiento electoral. En los distintos grupos sociales
(definidos por características comunes como el patrimonio, la educación, o
la raza) se observan pautas diferenciales de comportamiento electoral, para
cuyo análisis las encuestas son de gran utilidad.
Este tipo de análisis ha sido habitual en distintas interpretaciones
teóricas del voto. Por ejemplo en el análisis marxista, se asume que los
partidos políticos representan a las distintas clases sociales; así, el voto es
35 Los entornos sociales en los que existimos no consisten en meras agrupaciones casuales
de acontecimientos o acciones – están estructurados. Existen regularidades subyacentes, o
pautas de los modos de comportamiento de las personas y de las relacione que tienen entre
sí. Los sistemas sociales se constituyen de acciones y relaciones humanas: lo que les
confiere a éstas su pauta es su repetición a través de períodos de tiempo y distancia en el
espacio. Así, en el análisis sociológico las ideas de reproducción social y de estructura
social están íntimamente ligadas (Giddens, 1989, 52).
Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
43
una función de esta estructura, en una concepción clasista de la conducta
electoral, en la que determinados partidos representarían los intereses de
una clase social. Esta cuestión plantea la pregunta básica de que ocurriría
si no existieran las clases sociales. Desde esta perspectiva se afirma que si
no existiesen las clases sociales, existiría un solo partido político (Giddens
1989). En las sociedades comunistas se supone que los antagonismos de
clase han desaparecido, que existe una sola clase social, y por lo tanto, es
necesario un sólo partido36.
En general, las relaciones de clases en una sociedad no son explicitas,
formales o institucionales:
“En la mayoría de las formas de relaciones políticas capitalistas, los
portadores de las relaciones de producción no aparecen como tales al nivel
de las instituciones políticas. Las relaciones ideológicas y políticas
capitalistas individualizan las relaciones entre los portadores de las
relaciones de producción en la forma en que éstas aparecen a nivel
político” (Przeworski, 1978:122).
Si bien las relaciones de clases no se institucionalizan en
organizaciones particulares de clase, la estructuración de algunos partidos
36 Así, “en los sistemas de democracia unipartidista, los electores no eligen entre partidos,
pero existen elecciones en que se designan representantes a niveles local y nacional (...) En
ellas, los votantes no eligen entre partidos que postulan diferentes políticas, sino entre
candidatos. En la práctica a menudo hay un sólo candidato, el candidato oficial, y lo que se
supone es una elección no lo es en absoluto” (Giddens, 1989: 366). Las primeras elecciones
presidenciales de Rusia se celebraron en 1991, antes de la desintegración de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Los ciudadanos no elegían al jefe de Estado —en
aquel momento el presidente de la URSS era Mijaíl Gorbachov— sino al jefe de la República
Socialista Federativa Soviética de Rusia. Boris Yelstin gana esta elección por el 57.3% de los
votos.
En Cuba, el parlamento unicameral, la Asamblea Nacional del Poder Popular, es el órgano
supremo del poder del Estado. Tiene las potestades constituyente y legislativa, así como la
atribución de elegir a los miembros de los órganos ejecutivos, judiciales y complementarios
de instancia superior. Los diputados cubanos de la Asamblea Nacional no son propuestos
por ningún partido, ni siquiera por el Partido Comunista de Cuba, sino por los delegados
de las Asambleas Municipales elegidos por el propio pueblo, aunque su amplia mayoría
milita en él. Los gastos de las elecciones son sufragados por el Estado, e incluso queda
prohibido por la ley que los candidatos hagan campaña a su favor. La constitución no
permite la formación de partidos opositores al Partido Comunista Cubano.
Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis
44
políticos sigue en algunos casos la lógica de los conflictos de clases (como
en el caso de los partidos de izquierda), o la lógica de la organización de la
estructura social en torno al mercado laboral en otros (partidos laboristas,
por ejemplo).
Las condiciones de pobreza (pobres estructurales con necesidades
básicas insatisfechas, población bajo la línea de pobreza) y la distribución
del ingreso también son formas de segmentación social que influyen sobre
el voto. No se supone que estos grupos tengan una pertenencia partidaria
necesariamente común, o una “misión histórica” intrínseca, como sí lo
tenía el proletariado en la interpretación marxista de la historia (es decir,
no existe un partido de los pobres, por ejemplo).
También podemos ejemplificar el énfasis en los condicionantes
sociales en la interpretación del comportamiento electoral, con la
explicación del voto a los partidos populistas en América Latina a partir de
la pertenencia de clase.
Todos estos enfoques analíticos tienen en común el énfasis
explicativo en la estructura social.

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  • 1.
  • 2.
  • 3. Miguel F. Oliva Carlos F. De Angelis Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral
  • 4. Oliva, Miguel Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral / Miguel Oliva y Carlos F. De Angelis. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Antigua, 2013. 260 p. ; 23x16 cm. ISBN 978-987-28949-8-6 Autores: Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis E-mail: miguel_oliva_op@yahoo.com / cfdeangelis@outlook.com Colección Investigación Aplicada Metodología que no muerde Directoras: Ana Paula Solans y Sabrina Ayub Primera edición: diciembre 2013 Editorial Antigua Ciudad Autónoma de Buenos Aires E-mail: info@editorialantigua.com.ar Página web: http://www.editorialantigua.com.ar Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin el consentimiento de la autora/compiladora o la editorial. Impreso en Argentina © 2013 Todos los derechos reservados ISBN 978-987-28949-8-6
  • 5. INDICE Introducción ………………………………………………………………. 5 Parte I: Opinión pública y comportamiento electoral ………………… 7 Opinión pública …………………………………………………………... 9 Opinión pública y comportamiento electoral …………………………. 25 Teorías y variables en la investigación de la opinión pública y el comportamiento electoral ………………………………………………... 45 Propiedades sistémicas ………………………………………………….. 46 Propiedades de opinión………………………………………………….. 49 Propiedades de segmentación social …………………………………… 51 Pronósticos electorales …………………………………………………… 55 Parte II: Diseños de investigación y métodos de investigación en ciencias sociales …………………………………………………………… 59 Marco teórico, objetivos y preguntas e hipótesis de investigación …. 64 Tipos de diseños de investigación ……………………………………… 69 Enfoques y técnicas de investigación ………………………………….. 73 Estrategia o enfoque cualitativo ………………………………………… 73 Estrategia o enfoque cuantitativo ………………………………………. 75 Técnicas de investigación: de la observación a la encuesta …………... 76 Observación ………………………………………………………………. 77 Entrevista …………………………………………………………………. 78 Grupos focales ……………………………………………………………. 80 Encuesta …………………………………………………………………… 82 Unidades de análisis, muestra, variables y matrices ………………… 91 Unidades de análisis ……………………………………………………… 91 Muestreo …………………………………………………………………... 93
  • 6. Construcción de la matriz de datos …………………………………….. 101 Parte III: Aplicación de técnicas estadísticas al análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral …………………………………. 103 Análisis de datos cuantitativos …………………………………………. 105 Análisis univariado ………………………………………………………. 108 Análisis bivariado ………………………………………………………… 118 Lectura de tablas …………………………………………………………. 120 Uso de tabulaciones cruzadas para el análisis de la fidelidad, captación y fuga de votos ……………………………………………….. 127 Tabulaciones de problemas sociales y respuesta múltiple …………… 139 Ponderaciones múltiples y simulaciones ………………………………. 149 Análisis de la varianza …………………………………………………… 156 Medidas direccionales …………………………………………………… 161 Correlación y regresión …………………………………………………... 162 Correlación de resultados electorales ………………………………….. 169 Pronósticos electorales …………………………………………………… 177 Proyección de los indecisos ……………………………………………… 184 Análisis de Imagen de dirigentes ……………………………………….. 190 Análisis multivariado …………………………………………………….. 199 Análisis Factorial de la varianza ………………………………………… 201 Análisis de clúster o conglomerados …………………………………… 206 Análisis de correspondencias múltiple …………………………………. 222 Anexo I: Sintaxis y ejemplos de aplicación …………………………….. 229 Índice de tablas ……………………………………………………………. 241 Índice de ilustraciones …………………………………………………… 245 Índice de gráficos …………………………………………………………. 245 Bibliografía ………………………………………………………………… 247
  • 7. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 5 INTRODUCCIÓN Este libro aborda aspectos y conceptos útiles para la investigación social, enfocándose en particular hacia la investigación de la opinión pública y el comportamiento electoral. El comportamiento electoral constituye un campo de interés de la investigación social en sí mismo. Pero el interés de su análisis también reside en los múltiples fenómenos sociales involucrados en estos comportamientos, tales como el poder, la cohesión social, las demandas, los liderazgos, la comunicación social, la naturaleza y la dinámica de las estructuras del estado. El conocimiento del comportamiento electoral no debería ser entendido como el progreso del conocimiento en un área en particular, sino como el avance en la comprensión de los fenómenos sociales. El desarrollo metodológico en las ciencias sociales ha aumentado la capacidad de análisis de datos de todos los órdenes del quehacer social, y sobre el comportamiento electoral, pero no se ha avanzado en la misma medida en la integración del análisis empírico a teorías de alcance más general sobre el comportamiento social. En la comprensión de estos fenómenos la teoría y la indagación empírica se complementan. Este libro avanza en la integración de la indagación empírica en los estudios de caso del comportamiento electoral, con elementos teóricos. Se analizan los posibles abordajes metodológicos de estos fenómenos, la aplicación de distintos diseños de investigación y técnicas estadísticas al análisis del comportamiento electoral, y las técnicas más habituales utilizadas para elaborar pronósticos electorales. Se presentan distintas herramientas aplicables en ciencias sociales sin extender más de lo imprescindible elementos matemáticos o fórmulas, buscando la comprensión en términos sencillos. En una primera parte se examinan distintas teorías, conceptualizaciones y abordajes de opinión pública y el comportamiento electoral.
  • 8. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 6 En una segunda parte, se abordan aspectos de los diseños de investigación y métodos de investigación en ciencias sociales. En una tercera parte, se revisan distintas aplicaciones estadísticas al análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral, tales como el uso de tabulaciones cruzadas para el análisis de la fidelidad, captación y fuga de votos, captación de problemas mediante técnicas de respuesta múltiple, ponderaciones múltiples y simulaciones, análisis simple de la varianza, correlación y regresión, pronósticos electorales, proyección de los indecisos, análisis de Imagen de dirigentes, análisis multivariado, análisis factorial de la varianza (ANOVA), análisis de clúster o conglomerados, y análisis de correspondencias múltiple. Creación de indicadores, dimensiones y modelos metodológicos son desarrollados en este libro. La laboriosa construcción de variables e indicadores complejos permite una aproximación a los fenómenos electorales, y al análisis de las relaciones posibles entre las variables. A estas aplicaciones metodológicas, subyacen ciertos supuestos, cuyo análisis y explicitación, que se abordan aquí, enriquece la reflexión teórica sobre los fenómenos electorales y sociales en general. La formulación de problemas específicos sobre el comportamiento electoral mediante distintas técnicas de análisis, aborda desde la investigación sociológica y politológica la enorme complejidad del comportamiento social.
  • 9. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 7 Parte I: Opinión pública y comportamiento electoral
  • 10. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 8
  • 11. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 9 Opinión pública Durante el siglo XX, se desarrolla una historia de prácticas profesionales y académicas de medición de fenómenos sociales, que se suele denominar estudios de opinión pública. En principio, los estudios de opinión pública se han generalizado con la difusión de las democracias1. Las elecciones en las democracias actúan como mecanismos de legitimación de los gobiernos – sin ser el único posible de un sistema de gobierno--, y cumplen, en ese sentido, con una función de cohesión social en la política moderna. Existió en las últimas décadas una difusión de la mecánica democrática, a partir de los procesos sociales en Europa Oriental con la caída del comunismo (Garrido, 2003), o en Latinoamérica con la generalización de los procedimientos democráticos, la interrupción de los gobiernos militares2, y la difusión de la democracia “de baja intensidad”3, 1 En ese sentido, se han formado asociaciones como WAPOR (World Association for Public Opinion Research), una institución internacional fundada en 1947, que tiene como misión promover el desarrollo de la investigación en opinión pública. La versión latinoamericana es WAPOR Buenos Aires. En 2007, se llevó a cabo el Primer Congreso Latinoamericano de WAPOR, a partir de esta experiencia se publica el libro –“Opinión pública: una mirada desde América Latina, (Emecé, 2009). 2 “La paradoja es que el actual rechazo internacional a las experiencias autoritarias y la crisis y el agotamiento de las formulaciones sistémicas alternativas, especialmente después de la caída del comunismo en los países de Europa Oriental, han reforzado el atractivo del régimen democrático en el mundo” (Garrido 2003). 3 “According to Bergesen (1992), semi-peripheral states are more constrained than core states in their possible responses to global recession. With state legitimacy already low, the strains of economic recession can topple governments. Political changes to accommodate some opposition, as well as to show a more democratic face to the outside world, offer a way to reduce unrest. However, some scholars hold that this type of external intervention serves only to promote nominal “low-intensity democracies,” or minor political change without modifications to the underlying political and social structures. The result, according to this view, is a state sympathetic to foreign interests and susceptible to external markets (Gill et al. 1993). Bergesen (1992) and Boswell and Peters (1989) attribute the temporally-coincident and geographically-concentrated wave of democratization in Latin America and East Asia in the 1980s and in Eastern Europe after 1989 to the mobilization of internal opposition. Because of the regional clustering of states of similar economic, social and political character, the same external influences have region-wide distributions” (Loughlin et al., 2004).
  • 12. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 10 como mecanismo de legitimación de los gobiernos. Estos procesos, y lo que Huntington (1991) denomina la tercer ola de democratización, han hecho cada vez más relevante la investigación sobre el comportamiento electoral. Estos procesos de democratización, no pueden desligarse al mismo tiempo de lo que Jessop (2000) y otros autores describen como un “maridaje” tradicional entre el capitalismo y la democracia, en el sentido de lo que empíricamente aparece como una convivencia de los sistemas capitalistas con los regímenes democráticos en la política. En ese sentido, la introducción de procedimientos democráticos en regímenes políticos socialistas, suelen estar asociado a cambios sociales y del sistema económico más amplio. Sin embargo, no hay una única definición de “opinión pública”, y la expresión ha sido utilizada en distintos sentidos y contextos históricos. Se ha conceptualizado una tradición normativa del concepto de opinión pública. En la visión normativa, se ha dado relevancia a la opinión pública como un fundamento de la existencia del estado democrático. Platón, Maquiavelo, Hume, Locke, Rousseau, Tocqueville, Bentham, Habermas, entre otros, han abordado la relación entre gobernantes y gobernados, vinculando la existencia de un estado democrático a la legitimación popular de la opinión pública. La legitimación de la política mediante el voto es el resultado de un proceso de secularización de la política, y de abandono de la legitimidad religiosa del ejercicio del poder, en un proceso histórico de modernización social. El concepto de opinión pública se politiza (y se vuelve normativo) con la burguesía europea enfrentada a las tradiciones de los gobiernos monárquicos. La razón se libera de la fe, y se aleja de la idea de lo trascendente (Giner, 1975: 157). Así, la expresión “opinión pública” describe prácticas políticas de la burguesía emergente a finales del siglo XVII y XVIII (Aguilar, 1987), que se debaten en oposición a la monarquía absoluta (Habermas, 1999), aspirando a la igualdad civil y política (Boladeras, 2001). En la revolución francesa, se habla de mas bien de espirit publique, o simplemente de “opinión” (Luhmann, citado en Torres
  • 13. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 11 Nafarrete 2009). En un proceso de secularización del poder y la política, la opinión pública se erige como una forma de rebeldía o autonomía de la burguesía frente a la autoridad real, de raíz religiosa. En este sentido se enfrenta por un lado con procedimientos de transmisión del poder con matriz genética (los hijos –v.g. príncipes -- heredan el poder de los padres), y se rompe por el otro con la mediación ejercida por los representantes de las instituciones religiosas (Kahler, 1953: 203-205). Los primeros esbozos teóricos de la opinión pública se suelen atribuir a los fisiócratas4 (Habermas, 1981). Rousseau usa la expresión “opinión pública” en 1750, en su “Discurso sobre las ciencias y las artes” en la Academia de Dijon (Rousseau, 1980: 163). Los conceptos de “contrato social” y “voluntad general” (y la soberanía, como ejercicio de la voluntad general), desarrollados en su famoso libro El Contrato Social (1762), fueron decisivos para dar fundamento a la idea de democracia y reemplazar la noción de “voluntad del rey” que fundaba la monarquía. Surge la pregunta acerca de la relación entre la legitimación de los gobiernos en los procesos democráticos y la voluntad general. El resultado electoral en un país con sistemas de elección democrática de su gobierno, no es una acción de una conciencia supraindividual, como un genio consciente que vota en porcentajes, sino una operación de suma de conciencias que producen acciones individuales que luego se reinterpretan comunicacionalmente (entendiendo comunicación en forma amplia, incluyendo al poder). La existencia de una opinión pública podría entenderse en términos de interacciones comunicacionales, pero no como una expresión de una conciencia (humana o incluso animal). De hecho, no podría medirse opiniones compartidas entre individuos que no compartieran algún tipo de código de comunicación. Los sondeos de opinión pública necesariamente se realizan en un lenguaje comprensible para los encuestados; nadie haría una encuesta en chino mandarín, en 4 La fisiocracia era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por François Quesnay, Anne Robert Jacques Turgot y Pierre Samuel du Pont de Nemours en Francia. Los primeros esbozos teóricos de la importancia de la opinión pública se suelen atribuir a los filósofos fisiócratas, como Louis Sebastián Mercier de la Riviere (Habermas 1981: 129-130).
  • 14. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 12 Argentina. Por otro lado, es válida la pregunta de si estos estados de opinión existen de no ser medidos, y sin la intervención de observadores5. Como en toda idea de contrato o voluntad, se requiere una conciencia, y tal conciencia no existe a nivel social (en el sentido de la conciencia de un ser vivo). El término “voluntad general”, o general will, e incluso la idea del contrato social desarrollada por los teóricos contractualistas, puede pensarse en términos de interacciones sociales, en términos comunicacionales de sociedades o grupos acotados. La voluntad del rey existe en su conciencia; pero la voluntad general existe en términos de acoplamientos comunicacionales e interacciones en redes sociales acotadas que comparten cierto tipo de comunicación (en ese sentido, puede diferenciarse una voluntad general china, de una voluntad general europea, por ejemplo). Y en particular, lo que tiene la comunicación de constructor de conciencia individual, dado el acoplamiento estructural entre lenguaje y conciencia, utilizando los términos de Luhmann (1991). Esto significa que no podría haber conciencia sin lenguaje, ni lenguaje sin conciencia. Por otro lado, no existe algo escrito en un documento que constituya un contrato social, al estilo de los conceptos de Rosseau. Hay una variedad de formas de consenso social, que van desde las costumbres, los folkways, leyes, constituciones, símbolos y poder, hasta la opinión pública. Desde tiempos inmemoriales, los individuos buscan orientarse por lo que opinan los otros. Estos diversos niveles de consenso tienen distintos grados de racionalización, explicitación, o discusión pública. También tienen distintos grados de extensión; hay consensos que son comunes a una 5 Del mismo modo que en física cuántica, en el experimento del gato de Schrödinger, la descripción adecuada para la mecánica cuántica es que se superponen los estados gato vivo / gato muerto, hasta que el observador abre la caja. Erwin Schrödinger plantea un sistema que se encuentra formado por una caja cerrada y opaca que contiene un gato en su interior, una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual contiene una partícula radiactiva con una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Al terminar el tiempo establecido, hay una probabilidad del 50% de que el dispositivo se haya activado y el gato esté muerto, y la misma probabilidad de que el dispositivo no se haya activado y el gato esté vivo.
  • 15. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 13 mayor cantidad de individuos; en general, la difusión mediante medios de comunicación permite potencialmente ampliar la extensión de los consensos o juicios compartidos. Algunos juicios compartidos son simplemente consuetudinarios; no se supone por ejemplo, que la gente deba conocer los textos de las leyes para cumplirlas. Otros juicios no surgen a la discusión pública en cualquier momento de la historia; la opinión de que la tierra era el centro del universo, en la época de Galileo, era socialmente disruptiva; muchas de estas opiniones tienen asociadas estructuras de poder, o redes sociales asociadas a ciertas creencias. En el mismo sentido, parece haber un proceso evolutivo donde ciertas opiniones se abandonan definitivamente en la historia, como por ejemplo las opiniones sobre el origen religioso del poder político, o la opinión de que la tierra es el centro del sistema solar y el universo. En general, se supone que las opiniones son provisorias y volátiles. Los griegos ya diferenciaban el conocimiento de la opinión. Platón estimaba que la opinión subjetiva e individual (doxa) es el punto medio entre la ignorancia y el conocimiento (epistémee); ignorancia, opinión y conocimiento relativos a cuestiones de competencia democrática. En un sentido afín, se ha definido la opinión como aquello que aún no se ha verificado (Habermas 1981), de características mudables, cambiantes y de mayor volatilidad que los valores o la ideología, a los que se suele considerar más estables. Las mismas contradicciones e intereses diversos en la vida social, se reflejan en contradicciones de opiniones. Tönnies define a la “opinión pública como conglomerado de puntos de vista, deseos y propósitos diversos y contradictorios, y opinión pública como potencia unitaria, expresión de la voluntad común” (Botero Montoya, 2006). Al mismo tiempo, Luhmann (2009) ha señalado a este fenómeno de la opinión pública es necesario entenderlo en un contexto en el que las sociedades contemporáneas son cada vez más complejas, como consecuencia de la mayor especialización y diversificación funcional. También, por supuesto, como resultado del crecimiento demográfico; no podría pensarse en una opinión compartida por 7000 millones de seres humanos que habitan en la tierra. Luego, “el medio y las formas de la opinión pública no son nada más que la mirada auto-referencial que los
  • 16. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 14 protagonistas de la opinión pública se dirigen a sí mismos y a sus actuaciones. Dicho ‘espejo social’ también podríamos compararlo con un ‘cañón de luz’ o un ‘haz de luz’ que focaliza y concentra la atención en un escenario” (Luhmann, 2009). La mirada se concentra en un solo punto, así no sea éste relevante, permitiendo que todos compartan un tema en común. En la opinión pública se incluye un elemento de juicios racionales, que se suponen compartidos en grupos, muchas veces antagónicos, y por lo tanto, posiblemente controversiales. Son consensos y decodificaciones (estereotipos, porque los dicen la mayoría, en términos de Lippmann (1922) compartidas sobre la realidad. Los estereotipos se basan en predisposiciones que ayudan a seleccionar la información, a jerarquizar nuestros juicios y a expresarlos según nuestra forma de entender el mundo. Cuanto más inespecíficos y simples sean, más sencilla es su expansión y generalización. Sin embargo, este tipo de fenómenos no se resuelven en conciencias individuales, como puede interpretarse en la formulación de Lippmann6 (1922). Surgen de conciencias individuales, pero al no existir las conciencias colectivas, son por lo tanto juicios o codificaciones que se transmiten socialmente. Es decir, lo que solemos estudiar como opinión pública son juicios o consensos compartidos, que trascienden a las conciencias individuales que los crean. Estos consensos tienen efectos sociales7; nadie pregunta en una encuesta la velocidad de la luz, por ejemplo, porque un consenso en este sentido tendrá menores consecuencias en lo social. Estos efectos sociales se cristalizan en fenómenos concretos, como resultados electorales8. En esos momentos deja de ser abstracta, y sus efectos pueden observarse efectivamente. 6 Walter Lippmann (1922) sostiene que: “Las imágenes que se hallan dentro de las cabezas (...) de los seres humanos, las imágenes de sí mismos, de los demás, de sus necesidades, propósitos y relaciones son sus opiniones públicas”. 7 Si no los tienen, no se analizan en opinión pública. 8 Uno de los mecanismos de la democracia incluye la elección de representantes, por las dificultades que existen en establecer consensos en forma directa. Entonces, aparecen como relevantes los consensos entre legisladores, o representantes en las cámaras, que ciertamente van cambiando con dinámicas diferentes a los cambios de opiniones en la población general.
  • 17. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 15 Estos consensos pueden ser más o menos estables, y más o menos extendidos. Algunos consensos estables, no podrían ser conceptualizados como opiniones estrictamente. Por ejemplo, los códigos como el lenguaje, son consensos sobre como designar determinados conceptos u objetos entre los individuos que comparten el lenguaje; el dinero también es una codificación similar (un consenso) de qué tipo de equivalente monetario puede ser aceptable para los intercambios. Otros consensos están ocultos o no son conscientes, como la prohibición del incesto; estos no suelen ser objeto de controversias, y habitualmente sólo son discutidos por individuos cuando ellos realizan una reflexión social o filosófica. La expansión de las conciencias individuales a consensos y codificaciones sociales, puede ser más extendida e improbable en la medida que existen nuevos y más eficientes medios de comunicación social. Esto le da la importancia central que se le ha dado a los medios de comunicación en el análisis de opinión pública, a la publicidad de los actos de gobierno, y la denominada “opinión publicada” (Habermas, 1992), con el desarrollo de los medios de comunicación (Luhmann, citado en Torres Nafarrete, 2009). Por supuesto, el tema de la influencia de los medios de comunicación y la opinión “publicada”, sobre la opinión pública, está siendo redefinida en el contexto de la difusión de las redes sociales. Esta difusión ha ampliado y redefinido el concepto de “publicado”, e incluso de “público”. Las redes sociales también aumentan la capacidad de autoorganización de los individuos; como ha señalado Castells en su artículo en el diario La Vanguardia9 en el caso del conflicto de Gezi en Turquía. 9 “Esa cosa que llaman redes sociales no es más que una fuente de problemas para la sociedad actual... Hay un problema que se llama Twitter", declaró el primer ministro turco, Tayyip Erdogan. http://www.lavanguardia.mobi/slowdevice/opinion/articulos/20130608/54375789623/de- tahrir-a-taksim.html. Si antes había condiciones de manipulación de la opinión y para reducir la democracia a elecciones controladas, ahora resulta que los ciudadanos se autocomunican, autoorganizan y automovilizan para defender sus derechos en las protestas. Así se levantaron cientos de miles de turcos en defensa del parque Gezi, algo similar a lo ocurrido en Egipto” (Diario La Vanguardia, Junio 2013). Al mismo tiempo, en Brasil (2913) y Argentina (2012 y 2013) hubo manifestaciones importantes de protesta organizadas mediante convocatorias por redes sociales.
  • 18. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 16 En el siglo XX, se fueron diseñando formas de medición empírica de opinión pública; se pasa de las visiones teóricas sobre este concepto, y sobre la “voluntad general”, a las mediciones empíricas. Para ello, se suele derivar las visiones filosóficas y normativas a las definiciones operativas de opinión pública. Desde una visión antropológica, la politóloga alemana Noelle-Neumann (fundadora en 1947 del instituto Demoscopía), define operativamente el concepto, indicando que la opinión pública es un conjunto de comportamientos que constituyen la expresión de las mentalidades y actitudes de las colectividades sobre temas de cualquier índole (Noelle Neumann, 1993); ella utilizaba la expresión “espiral de silencio”, como la tendencia a expresar opiniones que son aprobadas por el grupo de pertenencia10. Algo similar podría aplicarse al voto: cada individuo que vota debe dar cuenta de su elección a su grupo social cercano, lo cual implica una influencia decisiva para el voto, por el peligro de aislamiento11. En general, se considera que todas las opiniones tienen en un principio un elemento controversial. Cuando las opiniones ganan en firmeza, y se han convertido en costumbre, tradición, o folkways (Habermas, 1999), pierden este elemento (en los término de Noelle Neumann la controversia es un prerrequisito para que se perciba el peligro del aislamiento entre quienes no comparten opiniones). El elemento controversial sólo aparece cuando un elemento estable de la opinión pública, tradición o moral ha sido violado. Por lo general, en situaciones tales como elecciones, el elemento controversial vuelve a aparecer. 10 Existen para esta autora tres elementos ligados con el proceso de formación de la opinión pública (Noelle Neumann, 1995): 1) la habilidad humana de establecer cuando una opinión pública crece o decrece en su fuerza, 2) la reacción frente a esta evidencia, ya sea hacia un discurso más confiado o hacia el silencio, y 3) el miedo al aislamiento que hace a la gente seguir las opiniones del resto. Una definición operativa de la opinión pública puede ser construída sobre la base de estos tres elementos: “...la opinión sobre temas controversiales que un individuo puede expresar en público sin aislarse” (Noelle-Neumann 1995, 63-64) 11 “Parece que el miedo al aislamiento es la fuerza que pone en marcha la espiral del silencio. Correr en pelotón constituye un estado de relativa felicidad; pero si no es posible, porque no se quiere compartir públicamente una convicción aceptada aparentemente de modo universal, al menos se puede permanecer en silencio como segunda mejor opción, para seguir siendo tolerado por los demás” (Noelle-Neumann 1993).
  • 19. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 17 Con el avance de estas prácticas, surgen también voces críticas a estas operacionalizaciones y captaciones de “respuestas a estímulos” (en rigor una encuesta o sondeo es la captación de una respuesta a un estímulo). En 1972, Pierre Bourdieu dicta una conferencia titulada “La opinión pública no existe”, en Noroit, Arras, cuyas ideas han ejercido una influencia relevante en los estudios posteriores y las discusiones académicas sobre opinión pública. En esta conferencia se cuestiona la posibilidad de analizar las opiniones en forma agregada. Bourdieu (1972) señala que toda encuesta de opinión pública implica la hipótesis de que hay un consenso sobre los problemas, cuando en realidad las problemáticas propuestas en las encuestas están subordinadas a intereses políticos12. “Uno de los efectos más perniciosos de la encuesta de opinión consiste precisamente en conminar a las personas a responder a preguntas que no se han planteado” (Bourdieu, 2000). En este marco, la formulación de las preguntas es reinterpretada en función de los intereses de quien responde, es decir, no podemos afirmar que todo sujeto esté interpretando la pregunta de la misma manera, dado que el sujeto es convocado a responder a una pregunta que posiblemente no se planteó. Bourdieu plantea que estas encuestas transforman respuestas en instrumentos de acción política como consecuencia de imponerle al sujeto una problemática13. También es posible señalar, que el 12 “Toda encuesta de opinión supone que todo el mundo puede tener una opinión; o, en otras palabras, que la producción de una opinión está al alcance de todos. Aun a riesgo de contrariar un sentimiento ingenuamente democrático, pondré en duda este primer postulado. Segundo postulado: se supone que todas las opiniones tienen el mismo peso. Pienso que se puede demostrar que no hay nada de esto y que el hecho de acumular opiniones que no tienen en absoluto la misma fuerza real lleva a producir artefactos desprovistos de sentido. Tercer postulado implícito: en el simple hecho de plantearle la misma pregunta a todo el mundo se halla implicada la hipótesis de que hay un consenso sobre los problemas, entre otras palabras, que hay un acuerdo sobre las preguntas que vale la pena plantear. Estos tres postulados implican, me parece, toda una serie de distorsiones que se observan incluso cuando se cumplen todas las condiciones del rigor metodológico en la recogida y análisis de los datos” (Bourdieu, 2000). 13 Según la visión del autor, la encuesta de opinión es un instrumento de acción política, su función más importante consiste, quizá, en imponer la ilusión de que existe una opinión pública como sumatoria puramente aditiva de opiniones individuales (Bourdieu 2000).
  • 20. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 18 mismo Bourdieu (2012), en su libro “La distinción”, elabora conclusiones sobre datos de sondeos que consultan opiniones sobre estética, sobre las cuáles difícilmente todos los respondentes tengan una opinión previa14. Al mismo tiempo, se supone que no todas las opiniones valen lo mismo. En ciertas circunstancias, las opiniones no tendrán el mismo peso sobre distintos fenómenos sociales. Esto es válido para casi todas las organizaciones jerárquicas, y en la vida social institucional. Por ejemplo, en las encuestas a empresas15, por lo general se comete este error conceptual. Más allá del gesto democrático, la información captada en ellas no revelará el hecho de que la opinión del gerente tiene más peso que la de los operarios; y tampoco que los representantes de megaempresas, no podrían ponderarse al mismo nivel que empresas de tamaño menor. Hay empresas de facturaciones millonarias, y empresas pequeñas, cuyo impacto en los procesos económicos no es el mismo. Dar distinto peso a las opiniones no constituye un problema técnico, ya que no habría problema en aplicar ponderadores (los softwares estadísticos suelen tener procedimientos de ponderación de sus registros), sino teórico; es decir, la selección del criterio a aplicar para calcular esos pesos. En contraposición a estas visiones de Bourdieu, el problema de los pesos diferenciales de las opiniones no siempre es un obstáculo. Por ejemplo es razonable, en las elecciones abiertas, suponer un peso equivalente entre respondentes, dado que el voto vale uno en todos los casos, y no existe en las democracias modernas el voto calificado (Oliva 2001). En general, los distintos pesos de las opiniones en política, en términos de análisis de redes sociales, pueden interpretarse a partir de la 14 Por ejemplo, “¿Con cuál de los siguientes temas tiene el fotógrafo más posibilidades de hacer una foto bella, interesante, insignificante o fea? Un paisaje, un accidente de automóvil, una niña jugando con un gato, una mujer encinta, una naturaleza muerta, una mujer amamantando a un bebé, una estructura metálica, una riña entre mendigos, unas coles, una puesta de sol sobre el mar… “ (Bourdieu, 2012). Es difícil que todos los respondentes tengan una opinión definida sobre estas temáticas. 15 Estas encuestas se suelen hacer a representantes, dueños o decisores de las empresas.
  • 21. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 19 presencia de nodos16 con mayor influencia; en términos de Lazarsfeld (1944), como la presencia de líderes de opinión. En 1944, el gran metodólogo Paul Lazarsfeld, publica dos estudios clásicos, “The People´s Choice” (1944) y “Voting” (1954) donde se analizaban distintos elementos de la opinión y el comportamiento electoral. En este estudio, los "líderes de opinión" fueron estudiados dentro de una red de relaciones de dirección de la opinión; constituyendo circuitos de liderazgo que compiten en la comunidad. En dicha red es posible aislar e identificar aquellos individuos que están más próximos a ocupar una posición central de relaciones, a los que se llama "líderes de opinión"; éstos revisten mayor interés y competencia en el ámbito de la discusión, y representatividad de aquellos a quienes influyen. Los líderes de opinión se encuentran en todos los estratos sociales, y en general, tienen una mayor coherencia ideológica, y una mayor exposición, en los sistemas modernos de influencia política (por ejemplo en los medios de comunicación). Para los gobiernos, y los operadores políticos, es interesante identificar a estos líderes. Hoy, la metodología que se utilizaría en este tipo de temáticas, es el social network analysis, que tiene la capacidad de detectar por ejemplo a los individuos con mayor influencia y centralidad (nodos con mayor centralidad, en términos de estas teorías). Es bastante interesante observar como, por ejemplo, los empresarios de consultoras que se dedican a medir opinión pública, creen erróneamente que ellos mismos son los líderes de opinión. Retomando el estudio mencionado, Lazarsfeld (1944) analizó la influencia que poseen las campañas políticas en el proceso de formación de los votos de los individuos, y entre cuyas conclusiones indicó que es posible generar cierto consenso hacia un partido o candidato de 16 “El término red, tiene distintos significados en distintas disciplinas. En las ciencias sociales, una red habitualmente es definida como una serie de actores (o agentes, o nodos, o puntos, o vértices) que podrían tener una relación (“links, edges, ties”) con otro (Izquierdo & Hanemann, 2006 )”. Las redes sociales pueden ser conceptualizadas como interacciones entre nodos (Hanemann, 2005), conectados con diferentes tipos de interdependencia social. “En redes podemos formalizar interacción social que se producen simultáneamente o dinámica de los cambios en el tiempo de estas redes. En sociología, las relaciones interpersonales se definen como conexiones portadoras de información entre las personas. Estos lazos también podrían ser potenciales, en cuyo caso habitualmente se denominan lazos latentes (Haythornthwaite, 2011)”.
  • 22. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 20 determinado partido desde las estrategias políticas que se ponen en funcionamiento durante las campañas políticas (Lazarsfeld, 1944)17. Este autor analiza el efecto “carro de ganador” (o efecto bandwagon, que puede ocurrir durante una votación: algunas personas votan por aquellos candidatos o partidos que es probable que resulten ganadores, esperando estar en el 'lado ganador' al final) para las elecciones de 1940 en EEUU. A este fenómeno observado por Lazarsfeld, Neumann (1993) lo interpreta en términos sociológicos en el sentido de que nadie quiere quedarse aislado. Estos mecanismos se apoyan en el supuesto común de que el individuo observa las señales del medio sobre la fuerza y la debilidad de los diferentes bandos. Algunos aspectos de esta definición no han sido suficientemente discutidos. Si bien es posible que el miedo al aislamiento favorezca la selección de opiniones, este mecanismo no debería implicar la existencia de una opinión generalizada. Es poco exacto considerar que existe solo una opinión pública (o un silencio social como señal de conformidad18), o una masa de ideas homogénea. En este sentido una opinión de este tipo no es aceptable e inclusiva para todos los sectores, estamentos, o clases sociales. Los grupos sociales (definidos por características comunes como el patrimonio, la educación, o la raza), pueden tener diferentes opiniones sobre temas significativos; optar por opiniones, es optar por grupos (Bourdieu, 1972). Así, el estudio de la segmentación de las opiniones entre distintos grupos sociales, es fundamental en la elaboración de estrategias políticas y electorales. Otro aporte relevante, fue la conceptualización de los estereotipos, de Lippmann (1922), como una versión codificada y moralizada de los hechos. Este autor también refiere a que las opiniones se adoptan con el respaldo de la mayoría, o porque la mayoría las acepta. 17 Este estudio analiza el proceso de formación de las preferencias partidarias en la ciudad de Erie, Ohio en las elecciones durante la campaña presidencial de 1940 en EEUU. 18 En 1650, Thomas Hobbes escribió sobre el significado del silencio en The Elements of Law. El silencio, decía, “puede interpretarse como señal de conformidad”. Hobbes también incorporó el concepto del silencio de las leyes; la libertad de acción, se produce en aquello sobre lo cual la ley calla, y en lo que el individuo actúa a su propia discreción.
  • 23. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 21 “The orthodox theory holds that opinion constitutes a moral judgement on a group of facts. I am suggesting that, in the present state of education, a public opinion is primarily a moralized and codified version of the facts. I am arguing than the patterns of stereotypes at the center of our codes largely determines what group of facts we shall see, and in what light we will see them (Lippmann, 1922)”. Es cierto, en este sentido, que las visiones ideológicas de la política tienen componentes moralizados y se basan en dar “sentido a la vida” a los individuos. Al dar un sentido a la vida, la evaluación de los hechos políticos o sociales se suele realizar en base a ciertos supuestos moralizados. En muchas ocasiones, los individuos que tienen una visión ideológica (por ejemplo la izquierda más radical), al mismo tiempo dan una orientación y sentido a la vida. Al mismo tiempo, la evaluación de cualquier gobierno se hace sobre decisiones subjetivas, de que indicadores sobre un gobierno son ponderados con mayor o menor peso; estos ponderadores o pesos cualitativos siempre tienen importantes componentes subjetivos. Las opiniones morales o éticas de los individuos, como la visión sobre la pena de muerte, se transforman en factores de influencia política a partir de las mediciones de opinión pública. Desde un punto de vista empírico, lo que se capta en los sondeos como opinión pública es la respuesta a un estímulo. A nivel agregado, estas respuestas a estímulos pueden interpretarse con un significado sociológico. Y si bien no se sabe exactamente qué entiende el individuo frente a una pregunta estandarizada, el conjunto de evaluaciones analizado desde un punto de vista estadístico permite obtener conclusiones. Los datos del Eurobarómetro que presentamos en la Ilustración 1 muestran la utilidad del análisis agregado de las opiniones; se observa que las expectativas sobre la economía son más negativas en los países donde la crisis económica europea es más marcada (en el mapa, las zonas más claras tienen mayor porcentaje de negativa, y las zonas más oscuras, mayor porcentaje de positiva).
  • 24. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 22 Por otro lado, el hecho de que una opinión sea verdadera, no es relevante desde el análisis sociológico (Oliva, 2010). Por ejemplo, en las opiniones del Eurobarómetro, carece de relevancia si los individuos tienen razón sobre las expectativas económicas, pero sí interesan sus efectos sociales. Si en una encuesta se consulta sobre si Dios existe o no, no interesa específicamente si los respondentes están en lo cierto -lo cuál sería objeto de una teología empírica, por ejemplo-, si no los efectos sociales (cohesión religiosa, generalización de una moral, procesos de secularización, o en algunos casos fanatismo, y otros efectos) de esas respuestas colectivas. Suponemos que si una fracción muy importante de una población es religiosa, tendrá efectos sobre la convivencia social por ejemplo; también cierto tipo de ética religiosa compartida puede tener efectos económicos (como indica la famosa tesis de Weber sobre la influencia de la ética protestante en la formación del capitalismo). La opinión compartida (creencias políticas, ideológicas, religiosas) posee determinados efectos sociales, como por ejemplo, la cohesión de un grupo en torno a un liderazgo, independientemente de la verdad o falsedad de la opinión. Por lo tanto, el hecho mismo de compartir ciertas creencias religiosas y prácticas relacionadas con una religión en particular demuestra, independientemente de la verdad de los supuestos religiosos, los efectos que tiene en el ámbito social: por ejemplo pueden remitir a sentimientos de integración y de pertenencia social.
  • 25. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 23 Ilustración 1: Mapa de evaluación situación económica en Europa (Eurobarómetro 2012) Fuente: Standard Eurobarometer 77 Spring 201219 19 EUROBAROMETRO. http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_356_present.pdf
  • 26. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 24 Ilustración 2: Mapa de expectativas económicas en Europa (Eurobarómetro 2012) Fuente: Standard Eurobarometer 77 Spring 2012
  • 27. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 25 Opinión pública y comportamiento electoral En el ámbito profesional de los estudios de opinión pública, se suele analizar el comportamiento electoral. Este tipo de análisis resulta de interés para el conocimiento de fenómenos sociológicos de identificación, cohesión, solidaridad, demandas, liderazgos, la naturaleza y legitimidad del estado moderno. En relación a esto, los gobiernos democráticos se valen de este tipo de información para la definición de estrategias políticas; desde hace miles de años existe la organización política de las sociedades, pero hace pocos años se cuenta con este tipo de información directa que permite guiar o reflexionar sobre la acción del gobierno, la administración pública y la agenda setting del sector público. En este sentido, este tipo de información es un dato relevante en la política moderna. Dentro de esta información se cuenta con los sondeos de opinión, que sirven no sólo para conocer resultados electorales, si no para conocer la legitimación del sistema político. Por ejemplo, veamos por ejemplo los datos del Gráfico 1 del Latinobarómetro: Gráfico 1: Democracia puede tener problemas pero es el mejor sistema de gobierno (frase de Churchill) Fuente: Latinobarómetro, consultado en línea, 15 de Mayo 2013. 26,0% 21,3% 40,4% 20,5% 35,0% 41,9% 23,1% 58,1% 59,2% 45,7% 63,0% 50,4% 49,6% 63,8% 14,0% 16,1% 10,5% 13,7% 12,1% 7,6% 11,4% 1,9% 3,4% 3,4% 2,8% 2,5% 0,9% 1,7% 0,0% 10,0% 20,0% 30,0% 40,0% 50,0% 60,0% 70,0% Argentina Bolivia Brasil Colombia Costa Rica Chile Ecuador Muy en desacuerdo En desacuerdo De acuerdo Muy de acuerdo
  • 28. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 26 A partir de estos datos, se observa en Bolivia y Argentina niveles más altos de desacuerdo con la frase “el sistema democrático es el mejor gobierno”. Estos datos dan una referencia del consenso sobre el sistema democrático como sistema social en Latinoamérica, más allá de que el significado de las respuestas puede ser muy disímil para los respondentes de los distintos países. Comportamiento electoral Las encuestas electorales se utilizan para comprender, e influir, sobre los comportamientos electorales. A las condiciones políticas de generalización de la democracia se sumaron al mismo tiempo avances en las ciencias sociales y en la capacidad de procesamiento de información. Las mediciones de opinión pública no solo se aplican al comportamiento electoral, si no en temas tan disímiles como la aprobación de las inversiones mineras en una comunidad (fundamental para este tipo de actividad), la evaluación de leyes, la representación de los procesos de crisis (Luhmann, 2009), o la evaluación de medidas económicas e impositivas. A partir de las demandas y los nuevos contextos políticos, ha habido una importante aplicación profesional de estas temáticas e intentos de estandarización profesional internacional, como se ven reflejados en las guías para la elaboración de encuestas de opinión de ESOMAR y WAPOR20. Así, se fueron creando distintos institutos de medición de opinión pública21. 20 ESOMAR And WAPOR guide to OPINION Polls, http://wapor.unl.edu/pdf/ESOMAR_Codes&Guidelines_OpinionPolling_v5.pdf [Consultado Mayo 2013 ] 21Gallup realizó en 1936 una encuesta, en la que predijo la victoria de Roosevelt. Roper fue otro pionero americano en los pronósticos políticos, con la predicción de la reelección del presidente Roosevelt en 1936, 1940 y 1944. En septiembre de 1938, Stoetzel crea IFOP, el Institut Français d'Publique Opinión, como el primer instituto de investigación europeo en París. Gallup puso en marcha una filial en el Reino Unido, que predijo la victoria de los laboristas en las elecciones generales de 1945, a diferencia de casi todos los otros comentaristas, que esperaban una victoria para el Partido Conservador, liderado por
  • 29. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 27 En América Latina, distintos factores condicionaban el desarrollo teórico sobre estas temáticas: entre otros, el tiempo relativamente breve en el que se han desarrollado investigaciones sobre estos temas, la escasez de estudios longitudinales sobre conductas electorales, el desconocimiento de relación entre las conductas electorales y la evolución de variables estructurales como el desempleo o la inflación, las interrupciones en las prácticas democráticas -- y “los procesos de acumulación de conocimiento abortados como consecuencia de las rupturas institucionales que sufrió el continente hasta hace pocas décadas” (Braun, 2010). En este sentido, la posibilidad de contrastación empírica de muchas de las hipótesis explicativas sobre el comportamiento electoral era escasa. A pesar de esto, en los últimos años se ha avanzado mucho en la aplicación y el análisis del comportamiento electoral. La creciente difusión de los sondeos de opinión, el surgimiento de metodologías nuevas y más económicas para realizarlos (v.g. encuestas telefónicas), han ido aumentando la capacidad de recolección de datos y análisis de los fenómenos electorales. En las últimas décadas, la difusión de los sondeos de opinión pública dinamiza toda la discusión teórica al respecto del comportamiento electoral. Se han sugerido distintas hipótesis de cuáles serían los factores que intervienen en la decisión de un individuo de su opción electoral (Habermas, 1981; Noelle Neumann, 1995; Schuessler, 2000), y la influencia de los sistemas políticos (Przeworski & Teune, 1980). Se han analizado las diferencias en el comportamiento electoral de los distintos segmentos sociales (Canton, Jorrat, 1996; Canton, Jorrat: 1997: Jorrat: 1996; Oliva, 2003: 311 – 315; Oliva, 2001: 37 - 64). Jorrat ha analizado opciones electorales segmentadas según el tipo de inserción en el mercado de trabajo (cuentapropistas y obreros), en el contexto del retorno a la democracia en Argentina en 1983 (Jorrat, 1996). Se ha hipotetizado la posibilidad de analizar el voto espacial, o spatial voting, una aplicación de distintas teorías al cálculo de distancias entre elecciones y electores22. Winston Churchill. Por la década de 1950, varios tipos de encuestas se habían extendido a la mayoría de las democracias. 22 “The central assumption of spatial voting is that voters tend to choose the candidate whose position is closest to their own. A minimally necessary condition for this is that those
  • 30. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 28 También se ha conceptualizado el voto expresivo (Schuessler, 2000) como la identificación que el votante hace con su partido, como un elemento de su identidad; refiere a la necesidad de votar como mandato moral, un elemento relevante para entender el voto a la izquierda. Se ha analizado el voto racional y el cálculo utilitario, realizado a partir de la evaluación económica y extraeconómica del desempeño pasado o futuro de un partido (Echegaray, 1996). En general, las grandes campañas electorales y su profesionalización, requirieron de reflexión académica y estructura de servicios en estos temas. Aun así, no se ha desarrollado un marco teórico tal que permita considerar todos los aspectos del comportamiento electoral, y los conceptos teóricos con los que se cuenta sólo pueden adaptarse a experiencias acotadas, no fungibles. Analizaremos algunos de estos temas, básicamente en su relación con abordajes empíricos. Por ejemplo, una pregunta sobre la opinión sobre la situación económica del país a futuro, permite testear empíricamente una hipótesis referida a la influencia de la economía en el voto, en su modalidad prospectiva y altruista. No obstante, es prudente establecer previamente una distinción analítica entre dos problemas: la configuración de la oferta electoral (qué partidos se pueden elegir) y el comportamiento electoral (dadas estas opciones, por cuál se decide el elector). Y también, evitar confundir la opinión pública con la representación política. with more conservative policy views be more likely to vote for the conservative candidate. The division of social choice theory which attempts to predict how politicians seeking to be elected will interact with voters attempting to vote for their favourite set of policies. The idea derives from the work of economists who tried to explain why shops are located together in the middle of town rather than being spaced equidistantly. By analogy, Downs argued (1957) that politicians seeking (re-) election would position themselves on the set of policies favoured by the median voter. Spatial theory assumes that voters can measure the distance between themselves and the candidates in multidimensional policy space, and vote either for the candidate nearest them or, tactically, for a more remote candidate with a higher chance of winning” (Jesee 2009).
  • 31. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 29 Configuración de la oferta electoral La configuración de la oferta electoral es un proceso histórico complejo, donde intervienen factores institucionales (v.g. organización de los partidos políticos, sindicatos, iglesias o comunidades religiosas), culturales e ideológicos, y por supuesto, las desigualdades sociales. En general, la oferta de partidos tiende a configurarse sobre la desigualdad social, que crea demandas y grupos con intereses comunes (Oliva, 2000). La variedad de partidos políticos suele reflejar las desigualdades y la diversidad de intereses en una sociedad23. Al mismo tiempo, estas instituciones crean liderazgos e identidades sociales, en un proceso complejo; se suele indicar también que la identidad común es un recurso o capital político (Dubet, 1989). También, el liderazgo, genera coordinación de acciones de los individuos, un recurso fundamental para el logro de poder en la acción política. En estas configuraciones, hay una retroalimentación con los resultados electorales, que permiten que los partidos obtengan recursos de administración, cooptación y formación de líderes. Aun así, no todas las desigualdades sociales están reflejadas en la oferta electoral, y no siempre se dan todas las condiciones necesarias para que la actividad política de un partido se sostenga; por ejemplo, la supervivencia de un partido político requiere liderazgos fuertes, y esos líderes son escasos y extraños. De igual modo, no siempre las condiciones sociales para un cambio político se ven orientadas por un liderazgo eficiente. Por otro lado, los contextos históricos cambian, y las demandas e intereses desaparecen o se transforman y de este modo, los partidos políticos, o bien se adaptan a las nuevas demandas sociales e intereses de grupos, o se debilitan y/o desaparecen. 23 Por ejemplo, hay partidos de jubilados o de jóvenes que intentan representar a los intereses que genera la desigualdad social entre generaciones. Hay partidos ecológicos, que representan los intereses de los afectados por la explotación irracional de los recursos naturales; los obreros o socialistas, los intereses de clases; los raciales, los intereses de los distintos grupos de razas; y los partidos provinciales o municipales, los intereses locales o regionales.
  • 32. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 30 Análisis de las preferencias electorales Una vez definida la oferta electoral, se utilizan los sondeos para analizar diversos aspectos de las preferencias sociales partidarias y de liderazgos. Durante muchas décadas, sólo existieron datos secundarios para el estudio de los fenómenos electorales (Jorrat & Canton24, 1996). En los últimos años, se ha avanzado significativamente en la aplicación de encuestas electorales, con las cuales es posible hipotetizar relaciones entre variables explicativas y el comportamiento electoral, en base a evidencias empíricas de segmentaciones en el voto (distintos grupos sociales definidos por características sociodemográficas, nivel socioeconómico, ingreso, origen étnico del votante y muchos otros factores, no votan de la misma manera). Estas segmentaciones deben ser conceptualizadas en distintos niveles, entre los cuales pueden referirse por ejemplo a estados de un sistema social o sistemas institucionales, o bien a las características de los individuos. En los casos reales y situaciones históricas, distintas variables tienden a tener mayor o menor importancia en la segmentación. Los sondeos permiten detectar este tipo de segmentaciones, y en ese sentido, constituyen un aporte relevante a la investigación del comportamiento electoral. Las pautas de voto de los grupos sociales se relacionan con el hecho de que los partidos políticos tienden a dirigir su oferta electoral –en forma planificada o no- a algunos sectores sociales, y no a todos. Al mismo tiempo, no puede definirse relaciones mecánicas entre variables estímulo y respuestas en el comportamiento social, como sí puede hacerse en las máquinas (por ejemplo en los ordenadores). No sería ocioso recodar las diferencias entre los comportamientos automáticos y los comportamientos humanos. Hofstadter (1987), en su famoso libro Gödel, Escher, Bach, expone el concepto de sistema formal, ejemplificando con un sistema de tres letras, MIU. Y define una serie de reglas que permiten crear otros sistemas; por ejemplo la regla 1 dice que “si tienes una cadena que termina en I, puedes agregar una U”. Entonces, de la cadena MI, se puede crear MIU. La regla 2 dice “que si se tienes Mx, entonces podrás agregar Mxx a tu colección”. De allí que se puede crear por ejemplo a 24 Un estudio utilizando datos contextuales para el caso de la Capital Federal entre 1912 – 1930 en Canton - Jorrat (1996).
  • 33. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 31 partir de MIU, MIUIU. El autor señala que podríamos poner a un ordenador a hacer estas cadenas de un modo sencillo, y lo hará eficientemente sin consultar el porqué. Si ponemos a una persona a hacerlo, se dará cuenta rápidamente que está haciendo un ejercicio ridículo, y dejaría de hacerlo (“saltaría de sistema”). Estas diferencias, y las formas de “saltar del sistema”, son diferencias muy profundas entre máquinas y seres humanos (Hofstadter, 1987). Los comportamientos electorales, tienen fluctuaciones aleatorias; el cúmulo de situaciones y variables que influyen sobre este tipo de comportamiento podría calificarse de infinito. Se ha señalado la arbitratriedad y las impresiones momentáneas como un factor relevante en las elecciones políticas (Luhmann, 2009)25. El mismo concepto de libertad, implica algún tipo de aleatoreidad e impredictibilidad en estas conductas, y “saltos del sistema”. De hecho, si existiese algún ser al estilo del demonio de Laplace que pudiese predecir y explicar con variables el comportamiento electoral, la vida y la voluntad política, quedarían reducidos a una expresión mínima. La política, por definición, es autonomía de acción. De todos modos, y aun considerando las prevenciones anteriores, ningún resultado electoral es completamente aleatorio, si se concibe la aleatoriedad como falta de influencias significativas (del mismo modo que, en el lenguaje cotidiano, indicamos “no es casual que…”, como una expresión de que hemos encontrado una causa de algo) y que ha perdido la aleatoriedad. En este marco, han surgido distintas teorías de alcance intermedio sobre la conexión del voto con el comportamiento electoral, a pesar de las limitaciones expuestas. Muchas de esas relaciones se han establecido en forma empírica, sin una fundamentación teórica o hipótesis explicativas, o un análisis de las interacciones entre las variables, o eventualmente causalidad (aunque este es un concepto muy discutido en ciencias sociales). 25 “En las elecciones políticas, la arbitratriedad, la casualidad, las impresiones momentáneas, la simple necesidad de cumplir juegan un rol muy importante” (Luhmann, 2009).
  • 34. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 32 Si bien en asuntos humanos no podemos establecer causalidades con certezas, podemos verificar la existencia de ciertas asociaciones estadísticas. En la relación causa efecto, existe una asimetría y un ordenamiento temporal: las causas siempre son anteriores a los efectos. El análisis de estas asociaciones estadísticas demanda una indagación sobre la forma substantiva en que dos variables covarían26. Quizás sea posible postular parte de la secuencia lógica de la racionalidad detrás de toda correlación entre variables, ya sea en forma comprensiva o investigando nuevas posibles conexiones entre las variables. Inclusive pueden postularse relaciones significativas entre dos variables, y relaciones multivariadas. Así, las combinaciones de atributos entre variables antecedentes a los efectos pueden tener un impacto sobre variables dependientes. Al mismo tiempo, es dificultoso analizar la influencia longitudinal de distintos aspectos de la historia de los individuos y la medida en que las causas del voto pueden encontrarse en el pasado lejano del votante, o en la presencia de experiencias irreductibles en la vida de un individuo (por ejemplo, recibir algún beneficio simbólico o material importante para un individuo). Esto requeriría de métodos longitudinales, difíciles de aplicar en la práctica. El análisis longitudinal puede ser relevante en muchos contextos; por lo general, analizamos causalidad en tiempo breves (por ejemplo, subo una perilla y se prende simultáneamente una luz), pero en las vidas humanas seguramente hay influencias de eventos significativos a largo plazo, que no se captan en los estudios transversales. Una de las consecuencias prácticas de los avances en la investigación en opinión pública, es la creciente precisión de los pronósticos electorales; los sondeos han demostrado ser una aproximación útil en estas predicciones. Su factibilidad y precisión son una preocupación de los investigadores en temas de conductas electorales, y quizás lo sea también la posibilidad de extender los pronósticos a otras áreas de lo social. Por 26 Por otro lado, que se verifique variación concomitante no implica que se verifique causalidad (aunque el concepto de causa es discutido en ciencias sociales; ver Marradi, 2007).
  • 35. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 33 ejemplo, la posibilidad de predecir las tasas de desempleo, el crecimiento de la delincuencia y otras áreas críticas de lo social. En general, este tipo de estudios tiene limitaciones muy serias que no suelen ser reconocidas por los consultores que se dedican a predicciones, básicamente por temas comerciales o simplemente por la voluntad de poder que suelen tener algunos individuos dedicados a las ciencias sociales. Abordaremos en otros apartados la conceptualización de las predicciones en este tipo de estudios. En cierto modo, las generaciones futuras de sociólogos contarán con este tipo de información como histórica, lo que permitirá una mayor capacidad de elaborar teorías y generalizaciones empíricas. Abordajes teóricos Actualmente, es posible identificar algunos trazos gruesos en las discusiones sobre estas temáticas, que sin embargo, refieren a debates epistemológicos que exceden el marco de este trabajo. Una discusión habitual es si las explicaciones de estos fenómenos se deben buscar en los individuos o en los factores sociales. En algunas interpretaciones, se suelen oponer los enfoques holista o colectivista, al individualista; siendo ésta una discusión recurrente en ciencias sociales. En ese caso la argumentación crítica contra la elección racional, hace referencia a que el tipo de procesos que explica el voto no se puede descomponer en categorías puramente individuales (Bourdieu, 2000) por ejemplo, indica que en los fenómenos de opinión pública, su explicación no puede venir por su descomposición en la suma de opiniones individuales). La sociología clásica solía tener una tendencia holística en la explicación del comportamiento social. Por su parte, la teoría económica, tiene una tendencia de explicar a partir de la racionalidad individual de los actores. Algunos teóricos indican que el análisis del voto a partir del individuo puede ser despojado de sus connotaciones políticas y éticas27, y 27 “Este tema está relacionado con el conflicto sobre el individualismo metodológico, rechazado por muchos marxistas que lo asocian con individualismo en un sentido ético y
  • 36. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 34 que el individualismo metodológico no es exactamente asimilable al egoísmo en términos éticos, sino una forma de analizar la sociedad. Postular la racionalidad instrumental como explicación no es despojar el voto de connotaciones políticas y éticas. Lo que ocurre es que estas connotaciones se toman como dadas, como elementos sobre los que el individuo evalúa. Al énfasis explicativo en la estructura social subyace un supuesto metodológico, que es considerar las propiedades de los colectivos (y no de los individuos) como la influencia más relevante en los fenómenos sociales. Estas explicaciones suelen ser independientes de la racionalidad concreta que le atribuye el individuo a la opción; desde este punto de vista, el perfil psicológico del votante es irrelevante. La expresión “inserción social”, no se opone a la elección racional. La racionalidad instrumental, en tanto que sujeta al conjunto factible (espacio de decisión, restricción presupuestaria) también considera el entorno social, pues si se es pobre, es racional votar a un partido que proponga un sistema impositivo progresivo y una política de rentas altamente redistributiva, y viceversa para los ricos. Racionalidad: La conexión entre opiniones y voto, requiere del supuesto de racionalidad28. Este tema es central en la democracia y sus supuestos como mecanismo de legitimación, como la capacidad de discernimiento de los electores. Suponer una edad (por ejemplo los 16 o los 18 años) a partir de la cual se puede votar, implica racionalidad a partir de cierta edad biológica. Si los electores fueran totalmente irracionales sus votos serían aleatorios; si los niños o los locos votaran, ocurriría algo similar. Nadie podría imaginar este mecanismo democrático de selección de líderes en sociedades animales. político. Por individualismo metodológico entiendo la doctrina de que todos los fenómenos sociales (su estructura y su cambio) son en principio sólo explicables desde los individuos – sus características, logros y creencias” (Elster, 1982, 11:453-482). 28 “El término racional no califica los objetivos del sujeto, sino sus medios. Así se desprende la definición de racional como eficiente, es decir que maximiza producto con un insumo dado o que minimiza el insumo para un producto dado” (Downs 1990).
  • 37. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 35 El voto racional introduce la teoría de la acción racional (Young, 1980). Y si bien el análisis del concepto de racionalidad excede el alcance de este libro -desde los conceptos de racionalidad hermenéutica de Habermas, a los conceptos de racionalidad con arreglo a valores o a fines de Weber, o las diferencias entre racionalidad y afectividad que encontramos en Parsons (1966)- podemos indicar que adjudicar racionalidad al actor permite atribuir una forma de imputación causal, o una comprensión, causalidad a la acción humana. El supuesto de racionalidad del actor en elecciones es objeto de discusiones teóricas, dado que una evaluación racional implica a un actor medianamente informado sobre las opciones electorales y sobre la actuación económica del gobierno, y una capacidad de distinción entre lo público y lo privado (Luhmann, 1991). En algunas versiones, como el spatial voting, el elector infiere racionalmente que candidato está más cerca de sus posiciones. Pero las dificultades en el acceso a la información y la elaboración de una opinión sobre la administración pública, el gobierno o las variables macroeconómicas, pueden llevar a opiniones simplificadas y sesgadas acerca de la actuación económica de un gobierno29. Por otro lado, el conocimiento de una opinión de un votante no permite establecer, por ejemplo, una predicción lineal de su comportamiento electoral. Algunos individuos no votan según lo que sus evaluaciones sobre un gobierno o un candidato permitirían prever. Ideología y Opinión: Algunas de estas racionalidades del voto se codifican en ideologías. Por ejemplo, ser demócrata, laborista, republicano, o socialista, son conjuntos de valores políticos. Las opiniones, en cambio tienen una volatilidad mucho mayor que estos valores o la ideología. La ideología suele ser un grupo coherente y estable de perspectivas de lo social, que también puede ser objeto de análisis de sondeos de opinión pública. Por ejemplo, en el siguiente gráfico se observa la evolución de la clasificación de izquierda y derecha para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el período 2007 - 2008, donde se registra cierta estabilidad en los 29 Es posible que las decisiones económicas de los gobiernos nacionales o locales serán cada vez de menor autonomía, en vista de los procesos de globalización e integración regional y subregional, y el mayor peso político en la vida social de las grandes corporaciones en el capitalismo.
  • 38. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 36 porcentajes de las clasificaciones, compatible con algún tipo de coherencia en un conjunto de creencias o valores políticos. Estas ideologías también suelen estar segmentadas socialmente. Entre los individuos de mayor nivel educativo (Gráfico 2), aumenta por sobre el promedio los que se identifican con la izquierda. A mayor educación, mayor probabilidad de ser de izquierda. Gráfico 2: Identificación en escala de Izquierda - derecha. C.A.B.A. En porcentajes (Mayo 2007 – Noviembre 2008) Fuente: Observatorio Cultura Política Ciudad de Buenos Aires. UNTREF - CINEA. En el mosaic – plot (Kastellec & Leoni, 2007) se observa que, en los niveles educativos secundarios y terciarios, aumenta por sobre el promedio la identificación con centroizquierda y centroderecha, para los datos de la Ciudad de Buenos Aires. La categoría centroizquierda es la que tiene mayor cantidad de adeptos, la columna más ancha (sin considerar la columna de no respuesta, que refiere a quienes no se autoidentifican en este espectro, situación más habitual en los individuos de menor nivel educativo).
  • 39. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 37 Gráfico 3: Posicionamiento en escala de derecha e izquierda según máximo nivel educativo (Diciembre 2007) Fuente: Observatorio Cultura Política Ciudad de Buenos Aires. Programación científica UNTREF – CINEA. Existen también lo que podríamos denominar “experiencias irreductibles”, tales como un beneficio económico obtenido por un gobierno, o haber sufrido como individuos las consecuencias de acciones públicas de violencia (por ejemplo, consecuencias del terrorismo de estado, o acciones de autoritarismo simbólico sobre ciertas creencias relevantes para el actor), que fundamentan y dan racionalidad desde una experiencia acotada de vida al voto. Frente a estas experiencias irreductibles, resultaría muy difícil establecer otro tipo de racionalidad que cambie la elección del votante. Teoría del voto económico: Pero, sosteniendo la idea de racionalidad - acotada-, se configuran distintas aplicaciones de estos conceptos. Una de las aplicaciones de la idea de racionalidad es el enfoque del voto
  • 40. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 38 económico a partir de cálculos utilitarios. Por ejemplo, el voto sería una decisión individual racional mediada por un cálculo utilitario (minimización de costos y maximización de beneficios), realizada a partir de la evaluación económica y extraeconómica del desempeño pasado o futuro de un partido (Echegaray, 1996). Desde otra perspectiva, lo que decide el voto es un cálculo costo- beneficio derivado de la actuación real o potencial de determinada fuerza política en el gobierno (Echegaray, 1996). Dicho cálculo puede tomar la forma simple de una evaluación puramente economicista del desempeño pasado y/o futuro de cada partido, o la forma algo más compleja de una apreciación sobre el grado de proximidad o distancia que cada partido guarda en relación a las preferencias económicas y no económicas del individuo, con la consiguiente opción por aquella fuerza aparentemente más cercana a las posiciones del votante (Echegaray, 1996). Esto está ligado al spatial voting, que veremos más adelante. La asignación de una gran preponderancia a la dimensión económica en el cálculo de los votantes se ha generalizado como “Teoría del Voto Económico” (Canton & Jorrat, 1997; Echegaray 1996). Es la opción electoral en base a una elección racional con relación a la evaluación que se realiza del desempeño económico del gobierno. En varios trabajos sobre el comportamiento electoral se les ha dado mayor preeminencia a los temas económicos como un factor clave en la determinación del voto. En Latinoamérica, este voto económico debería traducirse a mecánicas específicas de cooptación de votos, y de clientelismo político, para tener una visión menos ingenua de estas temáticas. Esto no solo se aplica en cuanto al voto popular en elecciones, sino en cuanto al voto de los legisladores en poderes legislativos, que suelen ser fácilmente captables con fondos públicos orientados específicamente a las administraciones territoriales o partidos políticos que representan. Si el voto es realizado en función de un cálculo racional económico, se debería deducir por ejemplo, que las campañas electorales y los liderazgos políticos tendrían una función acotada. Por ello, el conocimiento de este tipo de factores no es inocuo, y existen intereses profesionales e inversiones importantes de dinero en relación a creencias muy poco
  • 41. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 39 fundamentadas respecto del impacto de las campañas electorales. Algunos teóricos socialistas, en una crítica razonable, indican que se gasta mucho dinero y esfuerzos sociales en las campañas políticas, y en las versiones latinoamericanas, en clientelismo, o en estructuras sobredimensionadas de administración pública y prácticas clientelares, que requieren factores de presión impositiva que suelen ser obstáculos del desarrollo social. Conceptualizando la influencia de la economía en el voto, se han diferenciado dos tipos de evaluaciones en relación al actual partido en el poder introduciendo la idea de oficialismo u oposición política (referido a la búsqueda de continuidad o cambio de un gobierno): a) la evaluación retrospectiva de la actuación de la fuerza política en el gobierno; y b) la prospectiva que juzga según proyecciones a futuro cuál será la eficacia de una gestión (aunque toda evaluación del pasado puede y suele ser también una evaluación proyectada sobre las consecuencias futuras de un voto). En la misma línea de análisis se ha comparado también la concepción egoísta o de votante de bolsillo (Markus 1992 y 1988; Kinder-Adams- Gronke 1989; Kinder-Kiewiet 1979) frente a una concepción sociotrópica o altruista del voto. El votante egoísta, vota partiendo de la evaluación de la situación económica personal; el votante altruista, se define por tener en cuenta, en su evaluación sobre el gobierno de turno, la situación económica del país o el contexto social más general. En las sociedades latinoamericanas, los efectos del clientelismo político deberían ser analizados sociológicamente con mayor profundidad, quizás también en estos términos del voto económico. Existen diversas dificultades en la definición concreta de la influencia de la economía en el comportamiento electoral, tales como, ¿es la inserción económica del individuo lo que influye en el voto, o su experiencia y/o expectativas de movilidad social?. Tampoco es clara la direccionalidad de la acción que se desprendería por ejemplo, simplemente del cálculo racional de un “elector” ideal. Se hipotetiza que la influencia de la economía en una elección se expresa castigando una mala actuación del gobierno y volcándose a favor de la oposición, pero esto no sería necesariamente así si las alternativas no suponen un nuevo gobierno mejor desde ese cálculo económico
  • 42. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 40 La dialéctica del voto opositor - oficialista puede ser entendido en función de una dinámica de cambio – continuidad, y permite analizar algunos fenómenos, como la polarización que se produce en dos partidos en situaciones de competencia ajustada. Pero por otro lado, no permite captar en función de un pronóstico, cuál será la elegida entre las distintas alternativas de la oposición. Teoría espacial del voto: Otra variante de la aplicación de la racionalidad, es la teoría espacial del voto30, o spatial voting. Este abordaje supone que las personas tienden a elegir las opciones más cercanas a su posición más preferida31. Como otras teorías de elección racional, la teoría espacial se encuentra habitualmente en el lenguaje matemático accesible sólo a otros teóricos dedicados al tema. Así, sus puntos fuertes y débiles son opacos a todos los demás. Pero puede ser una poderosa herramienta para el análisis de las maniobras de los votantes sofisticados en ámbitos como los comités del Congreso. Allí, la idea básica de que las personas que quieren ganar las elecciones intentaran captar al votante mediano (Gatica Arreola, Grajeda, 2007), se mantiene fuerte. La idea de posición o espacio en política también refleja el hecho de que no se puede elegir a dos candidatos para el mismo cargo, del mismo modo que un individuo no puede estar físicamente en dos lugares al mismo tiempo32. En temas de cultura política, un individuo no puede ser de izquierda y de derecha simultáneamente. 30 Una revisión sobre el estudio del comportamiento electoral puede encontrarse en Fiorina (1997). 31 Descansando en la simple suposición de que las personas tienden a elegir las opciones más cercanas a su posición más preferida, el modelo espacial, ha generado una amplia gama de las predicciones teóricas y conocimientos a través de muchas áreas de la ciencia política (Hotelling 1929, Black 1948, Downs 1957, Davis et al. 1970). En el comportamiento electoral, los modelos espaciales suponen que cada candidato en una elección toma una posición en un espacio ideológico y los votantes eligen al candidato que está más cerca de su propia posición. 32 Podría pensarse una elección a un cargo, con una primera y segunda opción disponible (voto en primer lugar al candidato A, y en segundo lugar al candidato B; estas opciones podrían jerarquizarse, por ejemplo que el primer voto dos, y el segundo uno), pero estos mecanismos complejos no se utilizan en las democracias actuales.
  • 43. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 41 Estas posiciones no necesariamente deberían ser unidimensionales; también pueden ser clasificaciones multidimensionales; por ejemplo, peronista - no peronista puede combinarse con izquierda - derecha, para obtener categorizaciones como peronista de izquierda o de derecha. Estas posiciones finalmente se reducen un voto. La idea de un votante mediano, también puede ayudar a interpretar no sólo la conducta del elector, sino a la del líder que tiene que captar el voto. La idea de un espacio de atributos decodificado por electores y dirigentes políticos, permite analizar la cercanía entre la oferta política y la demanda de los votantes. Finalmente las elucubraciones políticas del votante se definen en una decisión, un voto por ejemplo. Esto es lo que se suele denominar “toma de posición”, que se asocia al concepto de “estructuras de campo”33 (Bourdieu, 2000). De hecho, la clasificación izquierda derecha puede ser entendida como una conceptualización posicional. El término “izquierda política” tiene su origen en la posición en la que se sentaban los representantes en la Asamblea Nacional durante la Revolución Francesa en 1789; los monárquicos –partidarios del Antiguo Régimen--, se ubicaban a la derecha del rey, los jacobinos --radicalizados-- a la izquierda. Históricamente, la izquierda radical representó un cuestionamiento de la propiedad privada, orientado a procesos de cambio social, con una organización clasista, impulsados por sujetos sociales con una misión histórica, como la clase obrera; también, históricamente siempre surgieron expresiones de izquierdas no radicales, con una orientación reformista (Bernstein, 188934). Desigualdades sociales: se destaca en las explicaciones holísticas del comportamiento electoral, el factor de las desigualdades sociales. Las decisiones de los individuos en temas electorales se toman en un contexto de desigualdades sociales, que constituyen el marco para entender clivajes y segmentaciones sociales en los votos. Todo contexto social genera 33 “Se suele hablar de "tomas de posición"; hay posiciones que ya están previstas y que se toman. Pero no se las toma al azar. Se toman las posiciones que se está predispuesto a tomar en función de la posición que se ocupa en un campo determinado” (Bourdieu, 2000) 34 Una conceptualización interesante es la de uno de los fundadores de la socialdemocracia, Eduard Bernstein (1889).
  • 44. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 42 desigualdades y exclusiones en el acceso a recursos económicos y culturales. Estos procesos son dinámicos, ya que los fenómenos sociales no son estructuras estáticas si no configuraciones temporales que requieren energía para su sostenimiento (Elías, 1988; Giddens 1989)35. Estructura de clases, estamentos, y niveles socioeconómicos son conceptualizaciones teóricas o descripciones históricas de la estructura social. Estas desigualdades sociales suelen tener correlatos en desigualdades que podríamos denominar territoriales (hay barrios donde habitualmente residen hogares pobres, y otros donde es más probable que residan hogares de mayor nivel de ingresos; o, por ejemplo, países centrales y países periféricos). Las descripciones e interpretaciones teóricas sobre los fenómenos de clase o estratificación social también son variadas; no existe un acuerdo definitivo sobre cuál es el método adecuado para su medición empírica (y si es éste un atributo de los individuos o de los hogares), como medir estamento social, casta o clase social. Tampoco hay una forma muy plausible de utilizar indicadores que permitan medir el mismo concepto con el paso del tiempo; los indicadores de nivel socioeconómico de hace 30 años atrás, seguramente no servirán en el presente. Sin embargo, es real que la forma en que operan mecanismos de desigualdad y exclusión social, y sus transformaciones en el tiempo, se expresan en el comportamiento electoral. En los distintos grupos sociales (definidos por características comunes como el patrimonio, la educación, o la raza) se observan pautas diferenciales de comportamiento electoral, para cuyo análisis las encuestas son de gran utilidad. Este tipo de análisis ha sido habitual en distintas interpretaciones teóricas del voto. Por ejemplo en el análisis marxista, se asume que los partidos políticos representan a las distintas clases sociales; así, el voto es 35 Los entornos sociales en los que existimos no consisten en meras agrupaciones casuales de acontecimientos o acciones – están estructurados. Existen regularidades subyacentes, o pautas de los modos de comportamiento de las personas y de las relacione que tienen entre sí. Los sistemas sociales se constituyen de acciones y relaciones humanas: lo que les confiere a éstas su pauta es su repetición a través de períodos de tiempo y distancia en el espacio. Así, en el análisis sociológico las ideas de reproducción social y de estructura social están íntimamente ligadas (Giddens, 1989, 52).
  • 45. Investigación social para el análisis de la opinión pública y el comportamiento electoral 43 una función de esta estructura, en una concepción clasista de la conducta electoral, en la que determinados partidos representarían los intereses de una clase social. Esta cuestión plantea la pregunta básica de que ocurriría si no existieran las clases sociales. Desde esta perspectiva se afirma que si no existiesen las clases sociales, existiría un solo partido político (Giddens 1989). En las sociedades comunistas se supone que los antagonismos de clase han desaparecido, que existe una sola clase social, y por lo tanto, es necesario un sólo partido36. En general, las relaciones de clases en una sociedad no son explicitas, formales o institucionales: “En la mayoría de las formas de relaciones políticas capitalistas, los portadores de las relaciones de producción no aparecen como tales al nivel de las instituciones políticas. Las relaciones ideológicas y políticas capitalistas individualizan las relaciones entre los portadores de las relaciones de producción en la forma en que éstas aparecen a nivel político” (Przeworski, 1978:122). Si bien las relaciones de clases no se institucionalizan en organizaciones particulares de clase, la estructuración de algunos partidos 36 Así, “en los sistemas de democracia unipartidista, los electores no eligen entre partidos, pero existen elecciones en que se designan representantes a niveles local y nacional (...) En ellas, los votantes no eligen entre partidos que postulan diferentes políticas, sino entre candidatos. En la práctica a menudo hay un sólo candidato, el candidato oficial, y lo que se supone es una elección no lo es en absoluto” (Giddens, 1989: 366). Las primeras elecciones presidenciales de Rusia se celebraron en 1991, antes de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Los ciudadanos no elegían al jefe de Estado —en aquel momento el presidente de la URSS era Mijaíl Gorbachov— sino al jefe de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Boris Yelstin gana esta elección por el 57.3% de los votos. En Cuba, el parlamento unicameral, la Asamblea Nacional del Poder Popular, es el órgano supremo del poder del Estado. Tiene las potestades constituyente y legislativa, así como la atribución de elegir a los miembros de los órganos ejecutivos, judiciales y complementarios de instancia superior. Los diputados cubanos de la Asamblea Nacional no son propuestos por ningún partido, ni siquiera por el Partido Comunista de Cuba, sino por los delegados de las Asambleas Municipales elegidos por el propio pueblo, aunque su amplia mayoría milita en él. Los gastos de las elecciones son sufragados por el Estado, e incluso queda prohibido por la ley que los candidatos hagan campaña a su favor. La constitución no permite la formación de partidos opositores al Partido Comunista Cubano.
  • 46. Miguel F. Oliva y Carlos F. De Angelis 44 políticos sigue en algunos casos la lógica de los conflictos de clases (como en el caso de los partidos de izquierda), o la lógica de la organización de la estructura social en torno al mercado laboral en otros (partidos laboristas, por ejemplo). Las condiciones de pobreza (pobres estructurales con necesidades básicas insatisfechas, población bajo la línea de pobreza) y la distribución del ingreso también son formas de segmentación social que influyen sobre el voto. No se supone que estos grupos tengan una pertenencia partidaria necesariamente común, o una “misión histórica” intrínseca, como sí lo tenía el proletariado en la interpretación marxista de la historia (es decir, no existe un partido de los pobres, por ejemplo). También podemos ejemplificar el énfasis en los condicionantes sociales en la interpretación del comportamiento electoral, con la explicación del voto a los partidos populistas en América Latina a partir de la pertenencia de clase. Todos estos enfoques analíticos tienen en común el énfasis explicativo en la estructura social.