2. Vida
Bartolomé Esteban Murillo nació el 31 de
diciembre del 1617 en la localidad sevillana.
A tan solo la edad de diez años sufre la
quedarse huérfano.
Por lo que se vio obligado a vivir con su
hermana y su cuñado, Juan Agustín
Lagares, que se convertiría en su tutor
legal.
El cual al fallecer le dejó parte de su
herencia al joven aprendiz
Aunque la economía en la época en la que
nació no era de gran esplendor, aún así la de
su familia era bastante estable..
Casa natal de Murillo
3. Cuando aún era bastante joven pasó a
formar parte de unas de las grandes
escuelas de Sevilla, la de Juan del
Castillo.
En 1630 trabaja como pintor independiente
en Sevilla, en el cual contaba con un gran
taller.
Se data que por 1642 realiza su primer
viaje a Madrid.
Tres años después contrajo matrimonio.
Desafortunadamente fallece el 3 de abril
de 1682, a causa de un golpe sufrido al
caer desde un andamio mientras pintaba.
Asunción de la Virgen, Juan
del Castillo
4. Características
Frío
Corresponde a la etapa juvenil que se
caracteriza por los fuertes contrastes de luz,
la precisión en el dibujo y la pincelada lisa
Cálido
Comienza a pintar gigantescos cuadros,
incorpora los efectos de contraluz
venecianos.
Vaporoso
Empieza ha hacer los colores más
transparente y difuminados.
6. Mujeres en la ventana (1665 - 1675)
En esta obra Murillo ya ha adquirido
la suficiente madurez, en el campo
artístico, como para fusionar sus
etapas.
Vemos como sobre un fondo
completamente negro, resplandecen
las dos chicas sobre todo la más
joven.
Dicha joven que está apoyada en la
ventana en la cual incide toda la luz
del exterior, iluminado su piel y su
ropa. Esa gran mancha de luz que
supone su cuerpo atrae
irremediablemente la mirada del
espectador, como haría en la escena
real, y sobre todo nos atrae hasta
sus ojos oscuros y su sonrisa
picarona, sensual y provocadora.
Mientras que la otra mujer, más
mayor, se tapa la boca, riéndose,
como sabiendo que ya hemos caído
en el hechizo de su compañera.
7. Mujeres en la ventana (1665 - 1675)
En esta obra Murillo ya ha adquirido
la suficiente madurez, en el campo
artístico, como para fusionar sus
etapas.
Vemos como sobre un fondo
completamente negro, resplandecen
las dos chicas sobre todo la más
joven.
Dicha joven que está apoyada en la
ventana en la cual incide toda la luz
del exterior, iluminado su piel y su
ropa. Esa gran mancha de luz que
supone su cuerpo atrae
irremediablemente la mirada del
espectador, como haría en la escena
real, y sobre todo nos atrae hasta
sus ojos oscuros y su sonrisa
picarona, sensual y provocadora.
Mientras que la otra mujer, más
mayor, se tapa la boca, riéndose,
como sabiendo que ya hemos caído
en el hechizo de su compañera.