"Armonía, proporción y matemáticas en la arquitectura griega: una tradición g...
Día de Muertos tradición mexicana
1. Conalep estado de México
Tlalnepantla 1
Nombre del alumno: Arellano
Vázquez Michelle Guadalupe
Nombre del profesor: Hugo
acosta serna
Asunto: día de muertos
Grupo: 101
2. Día de muertos
El Día de Muertos es una celebración mexicana de origen mesoamericano que
honra a los difuntos.1 Se celebra principalmente los días 1 y 2 de noviembre,
aunque en algunos lugares comienza desde el 31 de octubre, coincidiendo con
las celebraciones católicas de Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos.
Es una festividad que se celebra en México y en algunos países de América
Central, así como en muchas comunidades de los Estados Unidos, donde
existe una gran población mexicana y centroamericana. La Unesco ha
declarado la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad.2 En Brasil existe una celebración similar conocida como Día dos
Finados, aunque esta festividad no tiene las mismas raíces prehispánicas que
el Día de Muertos.
El culto a la muerte en México no es algo nuevo, pues ya se practicaba desde
la época precolombina.3 Asimismo, en el calendario mexica, que se localiza en
el Museo de Antropología, se puede observar que entre los 18 meses que
forman este calendario, había por lo menos seis festejos dedicados a los
muertos.4 Posteriormente, los evangelizadores cristianos de tiempos coloniales
aceptaron en parte las tradiciones de los antiguos pueblos mesoamericanos,
fusionándolas con las tradiciones europeas, para poder implantar el
cristianismo entre dichos pueblos.
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a
la llegada de los españoles. Hay registro de celebraciones en las
etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Los rituales que celebran la vida
de los ancestros se realizan en estas civilizaciones desde la época
precolombina. Entre los pueblos prehispánicos era común la práctica de
conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que
simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El festival que se convirtió en el Día de Muertos se conmemoraba el noveno
mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba
durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa
Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente
relacionada con "La Catrina", personaje de José) y esposa de Mictlantecuhtli,
Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la
celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
El paso de la vida a la muerte es un momento emblemático que ha causado
admiración, temor e incertidumbre al ser humano a través de la historia. Por
muchos años, en diversas culturas se han generado creencias en torno a la
muerte que han logrado desarrollar toda una serie de ritos y tradiciones ya sea
para venerarla, honrarla, espantarla e incluso para burlarse de ella. México es
3. un país rico en cultura y tradiciones; uno de los principales aspectos que
conforman su identidad como nación es la concepción que se tiene sobre
la vida, la muerte y todas las tradiciones y creencias que giran en torno a ellas.
De cualquier modo, hay que destacar que esta celebración no es propia de
todos los mexicanos puesto que, pese a ser una fiesta que se ha convertido en
un símbolo nacional y que como tal es enseñada (con fines educativos) en las
escuelas del país, existen muchas familias que son más apegadas a celebrar el
“Día de todos los Santos” como lo hacen en otros países católicos. Además,
cabe mencionar la fuerte influencia de los Estados Unidos que, al menos en
zonas fronterizas, se evidencia con la presencia de la fiesta conocida como
Halloween, la cual se celebra cada año con más frecuencia y en un mayor
número de hogares. De ahí también que exista una inquietud entre los propios
mexicanos de querer preservar el Día de Muertos como parte de la cultura
mexicana sobre otras celebraciones parecidas.
4. Conclusión
Dado que esta tradición nace en los albores de las civilizaciones
Prehispánicas y se mezcló con rituales y elementos culturales europeos
nacidos en culturas tan antiguas como la Romana, templaron el concepto de
la Muerte misma y el carácter que posee el Mexicano, y se dice que los
Mexicanos no le tememos a la Muerte y que esta “nos pela los dientes”,
porque aprendemos a comprenderla y a respetarla desde la infancia, desde el
momento en que nacemos, y que por eso para nosotros cada día es una
gracia, un regalo y lo vivimos con
intensidad…a pecho abierto y con el corazón en la mano…y nos reímos de
ella...
5. Desarrollo
Para los mexicanos el Día de Muertos o Día de los Fieles Difuntos representa
algo más que la veneración de sus muertos, podría decirse que a diferencia de
otros países, el temor (si es que existe) lo reflejan burlándose, jugando y
conviviendo con la muerte. Esta convivencia ha dado lugar a diferentes
manifestaciones de su arte popular entre ellas las famosas calaveritas
Estas calaveritas constan de versos donde la muerte (personificada) bromea
con personajes de la vida real, haciendo alusión sobre alguna característica
peculiar de la persona o situación en cuestión. Comúnmente finalizan con
frases donde se expone que se lo llevará a la tumba. Es muy común dedicar
las "calaveritas" a personajes públicos, en especial a políticos en el poder. En
muchos casos la rima habla del aludido como si estuviera ya muerto.
6. Introducción
Proclamada por la UNESCO como patrimonio intangible de la humanidad
(noviembre 2003), la celebración de los Días de Muertos en México es
producto de un sincretismo religioso. Con dos raíces, la indígena y la española,
conjunta elementos de ambas; sin embargo, esta celebración es una práctica
social que se transforma en el discurrir del tiempo. Asimismo, las diferencias de
las localidades donde se lleva a cabo marcan particularidades distintivas a la
vez que identitarias.
Quizás el origen de la ceremonia de ofrendar a los muertos se ubique en China
y Egipto, de donde fue tomada por los árabes en el siglo VIII y llevada a la
Península Ibérica durante la dominación de los moros. Luego de muchas
guerras y largos procesos de unificación entre los pequeños reinos de la
península, así como de resistencia a las invasiones de visigodos y árabes, se
logró la unidad y el establecimiento de la religión católica a finales del siglo XV.
Así, aunque no exentos de la influencia árabe, los ritos funerarios que
desarrollaron en la península se inscribían en los marcos del catolicismo. En
las fechas de Todos Santos y Fieles Difuntos, consideradas como de culto a los
muertos, se realizaban diversas actividades en las regiones de España.
George Foster dice que en Cataluña “se ofrendaba una flor pequeña y amarilla,
la siempreviva, que recuerda al cempasúchil mexicano. En gran parte del norte
de España (provincias vascongadas, norte de Castilla la Vieja, y Aragón), se
llevaban a la misa ofrendas de trigo o de pan y vino para que recibieran la
bendición, o se ponían directamente en las fosas. Parece que la costumbre no
fue común en el sur y hoy día casi ha desaparecido en el norte. La creencia de
que las almas de los muertos regresan a la tierra para compartir estos
alimentos apenas se conserva hoy, aunque tal pensamiento se encontraba
antaño tan firmemente arraigado en Asturias que, por ejemplo en Proeza, poca
gente dormía la víspera de las benditas ánimas. La mayor parte de la gente no
ocupaba sus camas para que las almas de sus parientes fallecidos pudieran
descansar, si así lo deseaban, la noche de su visita a la tierra. La actividad
tradicional de la víspera de los santos difuntos es la de doblar las campanas
durante toda la noche. Los muchachos que las tocan, y en ocasiones los
adultos, se calientan alrededor de una fogata, tuestan castañas y beben vino.
En muchas aldeas del norte y del centro de España, los jóvenes van de casa
en casa, pidiendo limosnas para los muertos, orando a veces por las almas de
los difuntos de cada hogar donde hacen su petición. Las limosnas, en especie
o en efectivo, se las entregan al cura, de quien esperan que les ofrezca, a su
vez, la colación nocturna.
7. En Aragón, se alumbraba a los muertos con velas y se comían los “huesos de
santo”, que eran dulces de mazapán en forma de tibias. Otra ofrenda de
alimentos era el “pan de ánimas”, como se le llama en Segovia, claro
antecedente del “pan de muerto” que se consume actualmente en México.
Aunque el culto a los muertos español no alcanzó las dimensiones rituales,
místicas y de toda índole que tenía en otras culturas, como en la sociedad
mexica por ejemplo, evidenciaba la importancia de la muerte en la vida
cotidiana, hecho que se percibe nítidamente en el arte de la época.
Los conquistadores y colonos de la Nueva España provenían de casi todas las
regiones de la metrópoli hispana, por lo que la diversidad de ritos en el culto
europeo a los muertos, enriqueció el sincretismo novohispano. Tales
costumbres tuvieron una amplia aceptación por parte de los aborígenes, al
encontrar en ellas elementos semejantes a diversas prácticas prehispánicas.
Esto ayudó a los evangelizadores españoles a implantar las ideas cristianas en
los indígenas conquistados.