1. 1
Nuria Natalia Vázquez
Programa de Educación Ambiental
Fundación Patagonia Natural
Consolidación e Implementación del Plan de Manejo
Integrado de la Zona Costera Patagónica
para la Conservación de la Biodiversidad
ARG / 02 / G31
GEF - FPN – PNUD
y la colaboración de Wildlife Conservation Society
Biodiversidad Costero Marina
en la Patagonia: características,
conservación e importancia
3. 5
El presente documento ha sido realizado por Nuria Natalia Vázquez, en el Área
de Educación Ambiental, en el marco del proyecto “Consolidación e Implementa-
ción del Plan de Manejo de la Zona Costera Patagónica para la Conservación de la
Biodiversidad”, llevado a cabo por la Fundación Patagonia Natural (FPN), el Progra-
ma de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo Mundial para el
Medio ambiente (GEF) y la colaboración de Wildlife Conservation Society (WCS).
Su contenido ha sido extraído de diversas fuentes bibliográficas, la mayoría de
las cuales son informes técnicos realizados por la Fundación Patagonia Natural du-
rante la primera fase del mencionado Proyecto (1993-1996).
La región costera patagónica presenta características únicas en el mundo. El he-
cho de que alberga un gran número de colonias de aves y mamíferos, las cuales,
además, fueron sujetas a caza hasta mediados de 1950; de que la fauna terrestre de
la Patagonia incluye especies endémicas, presentes solamente en esta región, como
el guanaco, el choique, la mara; y de que estas especies son sometidas a una inten-
sa presión de caza aún hoy en día, le confiere a esta zona una importancia global en
cuanto a su biodiversidad y a su conservación.
Nuestra intención es hacer posible un conocimiento más global sobre la cantidad
de especies presentes en la Patagonia, haciendo un especial énfasis en lo que con-
cierne a la biodiversidad costera y marina. Sin embargo, para poder cumplir con ese
propósito, se hizo también una detallada descripción de la fauna y flora terrestres.
Se enumeraron las especies que se encuentran amenazadas, así como las que son
consideradas vulnerables o raras, ya que el conocimiento del estado de conserva-
ción de las mismas es fundamental para la definición y ejecución de políticas ten-
dientes a la conservación de la biodiversidad.
Este documento comienza entonces realizando una descripción del ecosistema
marino y de la zona costera patagónica, incluyendo todas sus características y hábi-
tats, a fin de poder centrarnos en dicho escenario. Se agrega también una breve re-
seña de los rasgos biológicos y la distribución de algunas especies carismáticas co-
mo la ballena, el delfín y la orca, entre otros, de manera que se comprenda un poco
más su existencia e importancia en la Patagonia.
Al final del informe, incluimos una serie de recomendaciones que, de ser teni-
das en cuenta, podrían evitar la posible extinción de algunas especies. Por último,
con el fin de facilitar la lectura, se ha elaborado un Glosario que explicará algunas
palabras o conceptos biológicos (que aparecerán subrayados en el texto) y brindará
descripciones de algunos grupos de animales.
INTRODUCCIÓNINTRODUCCIÓN
4. 6 7
ZONA COSTERA PATAGÓNICA: CARACTERÍSTICAS
unión de estas dos corrientes es amplia
y produce un efecto sustancial para la
fauna de la región (Harris, 1998).
Dos de las características principales
del ecosistema marino de la plataforma
patagónica son las siguientes: 1) la dis-
tribución y la biomasa de las especies
que lo constituyen no es uniforme, sino
que las colonias de aves y mamíferos se
hallan agrupadas en zonas específicas;
2) ellas dependen del ecosistema mari-
no tanto para alimentarse como para
migrar.
Por lo tanto, se hace necesario esta-
blecer áreas para organizar el manejo de
la costa patagónica.
La costa y sus hábitats.
La costa representa la frontera natu-
ral entre la tierra firme y el mar. Consti-
tuye un cinturón cambiante en el que las
condiciones ambientales varían con la
emersión y la inmersión provocadas por
las mareas. Los seres vivos que la pue-
blan tienen que estar preparados para
resistir esa alternancia. Además, la cos-
ta se modifica permanentemente: el gol-
pe impetuoso del mar, el aporte del es-
currimiento y de los ríos, así como la
acción de los organismos vivos, la van
modificando lenta pero sostenidamente.
Es en esta franja donde conviven dos
mundos y donde se desarrolla una co-
El ecosistema marino sud occiden-
tal, con una superficie de 1.000.000
km2
, abarca desde los 23º S hasta los
55º S; es decir que se extiende a lo lar-
go de las costas de Argentina, Uruguay
y del sur de Brasil. En el Este, su límite
más extremo es el talud continental.
Dentro de este ecosistema, se encuen-
tra la Zona Costera Patagónica, que in-
cluye la franja de territorio de la Patago-
nia continental argentina y el sector de
mar adyacente a ella. Esta zona sustenta
un ecosistema integrado e interdepen-
diente, caracterizado por la presencia de
grandes colonias de aves y mamíferos
marinos, peces e invertebrados y bos-
ques de algas (Informe final del Plan de
Manejo Integrado de la Zona Costera Pa-
tagónica (PMIZCP), 1996).
Ella se halla, asimismo, bajo la in-
fluencia de dos corrientes marinas prin-
cipales: la de Brasil y la de Malvinas.
La primera, cálida y pobre en plancton,
fluye hacia el sur a lo largo del margen
Este de Sudamérica, variando estacio-
nalmente su caudal y su dirección. Se
encuentra con la corriente de las Malvi-
nas sobre la costa Argentina, y es des-
viada por ella hacia el este, en el Atlán-
tico, formando grandes remolinos y tor-
bellinos. Aunque las dos corrientes en-
tran en contacto cerca de la latitud co-
rrespondiente a la provincia de Buenos
Aires, la influencia de la de Brasil se
siente a lo largo de la costa norte de la
Patagonia. La corriente de las Malvinas
es fría, ya que sus aguas provienen de la
deriva Subantártida. Fluye hacia el nor-
te bordeando la costa patagónica y se
desplaza, a una velocidad promedio de
2 kilómetros por hora, a lo largo de la
plataforma continental argentina. Los
vientos predominantes del Oeste produ-
cen el fenómeno de surgencia, que lleva
los nutrientes desde el fondo a la super-
ficie del mar. Dichos nutrientes consti-
tuyen el sostén alimenticio de las colo-
nias de aves y mamíferos característicos
de la zona costera de la Patagonia. La
ZONA COSTERA PATAGÓNICA: CARACTERÍSTICAS
munidad de características exclusivas.
Aquí habitan decenas de especies dife-
rentes, que se entierran en el sedimento
o se ocultan bajo restos de algas o se
aferran a rocas u otros sustratos duros.
La zona costera patagónica presenta
cuatro tipos distintos de hábitats, entre
los que se encuentran:
• Playas de arena y dunas: habita-
das principalmente por bivalvos (alme-
jas), gasterópodos (caracoles), isópodos
y anfípodos (pequeños crustáceos), y
poliquetos (gusanos). La vegetación jue-
ga un rol fundamental en la formación y
la estabilización de las dunas costeras.
La vegetación, las dunas y la playa ac-
túan como un sistema único y dinámico,
que resulta esencial para mantener las
playas, proteger la vegetación en tierra e
impedir la erosión costera.
• Costas rocosas: formadas por sus-
tratos duros que están cubiertos por me-
jillones, cangrejos, erizos, anémonas, es-
trellas de mar y piletas de marea que con-
tienen diversas algas como la coralina, la
polisifonia y la gracilaria.
• Comunidades del infralitoral o
submareal: formadas por bancos de
cholgas y otros bivalvos, gasterópodos,
que son predadores de estos bancos, y
especies de algas como la dictiota y la
codium.
• Humedales: ambientes en los que
predominan las spartinas al norte y sali-
cornias al sur, y que se caracterizan por
la presencia de cangrejales y aves mari-
nas migratorias como los chorlitos. En
la costa patagónica, existen humedales
en la Bahía de San Antonio (Río Ne-
gro), la Península Valdés y la Bahía
Bustamante (Chubut), la Ría Deseado y
la Ría Santa Cruz (Santa Cruz) y la Ba-
hía San Sebastián (Tierra del Fuego).
Los colores verdes a lo largo de la costa patagónica reflejan la presencia
de algas microscópicas llamadas fitoplancton, base alimenticia de toda la
cadena trófica.
Playas de restinga y acantilados son habitadas por especies
de moluscos y crustáceos (Parque Nacional Monte León, Santa Cruz).
5. 8 9
Su importancia:
Con sus 3.500 Km. de extensión, la
Zona Costera Patagónica les proporcio-
na importantes zonas de reproducción y
crianza a peces, crustáceos y moluscos,
sustentando uno de los ecosistemas ma-
rinos templados más ricos y producti-
vos del mundo. Constituye, además, un
sitio fundamental de alimentación y
descanso para especies marinas y coste-
ras. A lo largo de estas costas, se insta-
lan grandes colonias de aves y mamífe-
ros marinos durante sus épocas repro-
ductivas.
La importancia económica del eco-
sistema marino patagónico se sustenta
en esta diversidad biológica y en la bio-
masa de algunas especies. La platafor-
ma continental patagónica mantiene
una de las industrias pesqueras más pu-
jantes y de crecimiento más rápido del
mundo. Más de un 60% del total de los
desembarcos pesqueros de la Argentina
son producto de la región. Del total de
U$S 720 millones del ingreso por pes-
querías, 427 millones provienen de la
Patagonia, con una flota de altura que
genera U$S 396 millones y una flota
costera que genera U$S 76 millones
(PMIZCP, 1996).
A su vez, la actividad turística se en-
cuentra en pleno desarrollo, adquirien-
do importancia nacional e internacional
gracias a la presencia de especies caris-
máticas como pingüinos, lobos mari-
nos, ballenas y delfines. El beneficio
económico de esta actividad fue estima-
do en U$S 54 millones anuales para la
región en 1996. Se ha pronosticado un
incremento de la misma, especialmente
en el sector relacionado con la naturale-
za, cuya proyección es de crecimiento
rápido en el futuro cercano. Esta afir-
mación se ilustra con el aumento de los
avistajes de ballenas de 15.000 realiza-
dos en 1992 a más de 40.000 realizados
en 1996 (PMIZCP, 1996) y más de
90.000, en 2003 (Benegas R. com.pers.)
La Patagonia cubre prácticamente
la totalidad de la parte continental sur
de la Argentina. Dotada de un área de
alrededor de 673.000 km2
, constituye
una zona vasta de estepa y desierto
comprendida entre los paralelos 37º S
y 51º S. Sus límites son, aproximada-
mente, los siguientes: al oeste, los An-
des patagónicos; al norte, el Río Colo-
rado (excepto donde la región lo sobre-
pasa, extendiéndose hacia los faldeos
de la Cordillera de los Andes); al este y
al sur, el Océano Atlántico. La isla de
Tierra del Fuego, dividida entre Argen-
tina y Chile, también forma parte de la
Patagonia.
Esta zona, y su plataforma continen-
tal, se caracterizan por su gran diversi-
dad de paisajes y seres vivos, y cuentan
con más de 50 especies de aves mari-
nas, 36 de aves costeras, 41 especies
de mamíferos marinos (9 pinnípedos,
30 cetáceos, 2 mustélidos), 35 de tibu-
rones (Caille et al, 2004), 30 de rayas,
90 de crustáceos decápodos, 200 de
moluscos, 300 de peces marinos, 150
de macroalgas, (PMIZCP, 1996), 90 de
aves terrestres (Harris, 1998), 55 espe-
cies de reptiles, 25 de anfibios, 74 de
mamíferos terrestres y 19 clases de
chorlos y pájaros playeros (CARPFS
et al, 1995).
Aunque, si se la compara con los
ecosistemas tropicales, su diversidad de
especies es menor, la Patagonia se ca-
racteriza por la gran biomasa de su fau-
na y por brindar lugares de reproduc-
ción y alimentación para muchas espe-
cies de importancia global.
Como ejemplo de ecosistema árido,
la Patagonia extraandina, en su región
central, presenta una temperatura anual
de 12,8ºC y una mínima invernal de
6,8ºC. Predominan los vientos cuya di-
rección es oeste-este, con una veloci-
dad media anual de 43 km/h y con ráfa-
gas que, en muchos casos, superan los
100 km/h. Las lluvias son escasas en
FLORA Y FAUNA DE LA PATAGONIA EXTRAANDINA:
DISTRIBUCIÓN, ABUNDANCIA Y ESTADO DE CONSERVACIÓN
FLORA Y FAUNA DE LA PATAGONIA EXTRAANDINA:
DISTRIBUCIÓN, ABUNDANCIA Y ESTADO DE CONSERVACIÓN
La biodiversidad presente en la Patagonia sustenta actividades como
la pesca y el turismo, fuentes económicas importantes en nuestra región.
6. 10 11
las zonas oriental y central, del orden de los 130 mm, aumentando hacia el oeste
hasta llegar a los 500 mm.
Si comparamos a la región patagónica con Costa Rica, puede verse que ésta pre-
senta un ecosistema tropical, siendo el más rico del planeta en cuanto a biodiversi-
dad, ya que está situado en el neotrópico y por esta razón recibe más energía solar
a lo largo del año. Presenta un clima primaveral permanente. Su temperatura pro-
medio es de 22ºC en el Valle Central y, en las costas y playas, oscila entre los 24 y
los 27ºC.
En la siguiente tabla, se comparan determinadas características de este ecosiste-
ma tropical con algunas de nuestro ecosistema, mostrando la cantidad de especies
presentes en cada uno (Ministerio de Ambiente y Energía, Costa Rica, 2000):
Biodiversidad Costa Rica vs. Patagonia
A pesar de las diferencias en el número de especies presentes en cada región,
puede verse que la distribución de éstas en ambos ecosistemas es muy similar:
Sin embargo, en cuanto al número de individuos y biomasa, la Patagonia presen-
ta cifras mayores que Costa Rica. Por ejemplo, nuestra región posee más de
2.000.000 pingüinos de Magallanes. Ninguna especie de ave presente en Costa Ri-
ca presenta un tamaño poblacional similar.
CARACTERÍSTICAS COSTA RICA PATAGONIA
EXTRAANDINA
Superficie Terrestre 51.100 km2
673.000 km2
Superficie del Mar 589.000 km2
700.000 km2
Población 3.500.000 700.000
Cantidad de especies de aves 800 200
Cantidad de especies de mamíferos marinos 200 41
Cantidad de especies de peces marinos 1000 300
Cantidad de especies de mamíferos terrestres 200 74
Cantidad de especies de reptiles 235 55
Cantidad de especies de anfibios 182 25
Cantidad de especies de peces continentales 130 50
Especies presentes en los ecosistemas marinos, costeros y terrestres patagónicos,
como el lobo marino de un pelo (Otaria flavescens), el cisne de cuello negro
(Cygnus melancoryphus) y el cuis (Microcavia australis).
7. 12 13
FAUNA MARINA
• Especies de aves y mamíferos
marinos que usan la Zona Costera
para reproducirse.
Durante la temporada reproductiva,
época de suma importancia para la su-
pervivencia de la población, y de extre-
ma vulnerabilidad a las que se exponen
los individuos, 20 especies de aves ma-
rinas y 20 de mamíferos marinos eli-
gen nuestras costas para llevar adelante
su reproducción.
Las actividades principales que rea-
lizan las aves son el cortejo, el aparea-
miento, la puesta de huevos y la crianza
de pichones. Generalmente, la época re-
productiva comienza en la primavera y,
dependiendo de la especie, la puesta es
de dos huevos, en el caso de gaviotas,
gaviotines y pingüinos, o hasta de 4, en
el caso de los cormoranes.
La dieta de estas aves varía según la
especie, pero mayormente se alimentan
de peces, calamares y crustáceos. Salvo
la gaviota cocinera y el skúa que, ade-
más, predan sobre huevos de otras aves
y comen carroña.
Entre las aves marinas, podemos
mencionar al pingüino de Magallanes
(Spheniscus magellanicus), el pingüino de
penacho amarillo (Eudyptes chrysocome),
la gaviota de Olrog (Larus atlanticus),
el gaviotín de pico amarillo (Sterna
eurygnatha), el cormorán guanay
(Phalacrocorax bougainvillii) y el cor-
morán gris (Phalacrocorax gaimardi),
entre otros (ver tabla 1).
La gaviota de Olrog es considerada
vulnerable, mientras que el cormorán
guanay y el gris, el gaviotín de pico ama-
rillo y el real, y la gaviota austral, son
considerados raros, según el documento
de Recalificación del estado de conser-
vación de la fauna silvestre Argentina
(CARPFS et al, 1995) (ver tabla A).
Los mamíferos marinos eligen esta
zona para cortejar, copular, parir y criar
a los cachorros, gracias a las tranquilas
aguas de los golfos San Matías, San Jo-
sé y Nuevo, principalmente. Éstos cons-
tituyen ambientes peculiares de las cos-
tas patagónicas en razón de su gran pro-
fundidad, estrechas entradas y aguas
mansas.
En cuanto a los mamíferos marinos,
contamos con 15 especies de cetáceos, 3
de pinnípedos; aunque también es co-
mún la presencia de 2 especies de mus-
télidos:
Entre los cetáceos, encontramos a la ba-
llena franca austral (Eubalaena australis),
la orca (Orcinus orca), el delfín oscuro
(Lagenorhynchus obscurus), la tonina
overa (Cephalorhynchus commersonii),
el delfín común (Delphinus delphis) y la
marsopa de anteojos (Australophocoena
dioptrica) (ver tabla 2).
La ballena franca austral es conside-
rada en estado vulnerable (CARPFS et
al,1995) (ver tabla A ).
Entre los pinnípedos, se encuentran
el lobo marino de un pelo (Otaria fla-
vescens), el lobo marino de dos pelos
(Arctocephalus australis) y el elefante
marino del sur (Mirounga leonina).
Las dos especies de mustélidos son
el huillín (Lutra provocax) y el chun-
gungo (Lutra felina). Ambas, en peligro
de extinción (CARPFS et al, 1995) (ver
tabla A).
FAUNA MARINA • Especies de aves y mamíferos
marinos que utilizan la Zona Costera
como área de alimentación, migra-
ción y descanso.
Más de 30 especies de aves mari-
nas y 20 de mamíferos marinos, utili-
zan las aguas de nuestras costas, ricas
en nutrientes, para alimentarse y/o mi-
grar hacia otros sitios:
Entre las primeras, encontramos al
pingüino rey (Aptenodytes patagonicus),
el pingüino macaroni (Eudyptes
chrysolophus), albatros, petreles, par-
delas y gaviotas (PMIZCP, 1996) (ver
tabla 3).
El albatros oscuro, el ceja negra, el pe-
trel gigante del norte y el cara gris, y el pai-
ño vientre blanco, son considerados vulne-
rables (CARPFS et al, 1995) (ver tabla B).
Con respecto a los mamíferos, exis-
ten 6 especies de pinnípedos, entre lo-
bos peleteros y focas, y 16 de cetáceos,
entre ballenas, delfines y cachalotes
(ver tabla 4).
Dentro de éstos, la ballena minke
(Balaenoptera acutorostrata), la ballena
sei (Balaenoptera borealis), el rorcual
(Balaenoptera physalus) y la ballena jo-
robada (Megaptera novaengliae) son
considerados vulnerables (CARPFS et
al, 1995) .
Elcachalote(Physetermacrocephalus)es
considerado en peligro (Ministerio de edu-
cación, ciencia y tecnología) (ver tabla B).
• Especies de aves costeras que vi-
sitan la Zona Costera para reprodu-
cirse, alimentarse y/o migrar.
Son alrededor de 36 las aves coste-
ras propiamente dichas y comprenden a
gran variedad de macaes, garzas, cis-
nes, cigüeñas, flamencos, patos, cau-
quenes, gallaretas, loros y ostreros, en-
tre otras (PMIZCP, 1996; Harris, 1998)
(ver tabla 6).
Entre ellas, el cauquén colorado
(Chloephaga rubidiceps) se encuentra
en peligro de extinción; y el macá tobia-
no (Podiceps gallardoi), la paloma antár-
tica (Chionis alba) y el chorlito cenicien-
to (Pluvianellus socialis) son considera-
das vulnerables (CARPFS et al, 1995)
(ver tabla C).
El cormorán gris (Phalacrocorax gaimardi), la gaviota de Olrog
(Larus atlanticus) y el pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus)
son algunas de las especies de aves marinas que reproducen en Patagonia.
Grupo de ostreros del sur (Haematopus leucopodus) que utilizan la costa
para alimentarse de moluscos y otros invertebrados marinos y para descansar.
8. 14 15
La mayoría de las otras especies se
encuentran en el Apéndice II del CITES
(Convención sobre el Comercio Inter-
nacional de Especies Amenazadas de
Fauna y Flora Silvestres).
• Otras especies marinas.
Además de esta gran variedad de es-
pecies de aves y mamíferos, las aguas
del mar Argentino, caracterizadas por su
elevada productividad, hacen posible la
presencia de numerosas especies de pe-
ces, habiéndose registrado más de 300,
más de 60 entre tiburones y rayas, 200
de moluscos y 90 de crustáceos, aproxi-
madamente.
Algunas especies de peces de gran
interés comercial son la merluza argen-
tina (Merluccius hubbsi), la merluza de
cola (Macruronus magellanicus), la po-
laca (Micromesistius australis), el aba-
dejo (Genypterus blacodes), la corvina
blanca (Micropogonias furnieri), la mer-
luza negra (Dissostichus eleginoides), la
pescadilla de red (Cynoscion guatucupa),
el bacalao del sur (Salilota australis), el
mero (Acanthistius brasilianus), la an-
choita (Engraulis anchoita), la caballa
(Scomber japonicus) y el bonito (Sarda
sarda), entre otras (PMIZCP, 1996).
Algunas especies de tiburones re-
gistradas en nuestras aguas son: el pez
ángel (Squatina guggenheim), el cazón
espinoso (Squalus acanthias), el gato-
pardo (Notorhynchus cepedianus), el ti-
burón pintarroja (Schroederichthys bi-
vius), el gatuzo (Mustelus schmitti), el
tiburón azul (Prionace glauca), el tibu-
rón martillo (Sphyrna zygaena), entre
otras (Caille et al, 2004) (ver tabla 5).
Entre las rayas, podemos mencionar
a la raya ojona (Atlantoraja cyclophora),
la raya pintada (Atlantoraja castelnaui),
las rayas hocicudas (Dipturus chilensis
y D. trachiderma), la raya marrón claro
(Psammobatis normani), la raya mar-
morada (Sympterygia bonapartei), el
chucho (Myliobatis goodei) y las rayas
eléctricas (Narcine brasiliensis y Torpedo
puelcha)
abadejo
(Genypterus blacodes)
medida máxima: 135 cm
anchoita
(Engraulis anchoita)
medida máxima: 21 cm
lenguado
(Paralichthys patagonicus)
medida máxima: 62 cm
merluza austral
(Merluccius australis)
medida máxima: 118 cm
polaca
(Micromesistius australis)
medida máxima: 63 cm
cazón (Galeorhinus galeus)
medida máxima: 155 cm
torpedo (Discopyge tschudii)
medida máxima: 54 cm
raya hocicuda (Dipturus chilensis)
medida máxima: 150 cm
raya marrón claro (Psammobatis normani)
medida máxima: 50 cm
raya marmorada (Sympterygia bonapartei)
medida máxima: 60 cm
raya ojona (Atlantoraja cyclophora)
medida máxima: 55 cm
raya pintada (Atlantoraja castelnaui)
medida máxima: 140 cm
gatuzo (Mustelus schmitti)
medida máxima: 94 cm
pez ángel (Squatina guggenheim)
medida máxima: 130 cm
pez gallo (Callorhynchus callorhynchus)
medida máxima: 70 cm
tiburón espinoso (Squalus acanthias)
medida máxima: 90 cm
Algunos peces marinos de interés comercial.
Algunos peces cartilaginosos registrados en el Mar Argentino.
9. 16 17
FLORA MARINAFLORA MARINA
Nuestro mar no sólo se caracteriza
por esta rica variedad de especies de
fauna, sino también por tener más de
150 especies de macroalgas.
Las algas marinas bentónicas, que
viven sobre los fondos marinos, perte-
necen a cuatro divisiones. Éstas se dife-
rencian principalmente por el tipo de
pigmento predominante: verde, pardo,
rojo o azul (http://www.unp.edu.ar/mu-
seovirtual/Algasmarinas/clasifica.htm).
Las algas verdes (división Chlo-
rophyta) pueden organizarse formando
talos de aspectos muy diferentes: fila-
mentosos simples o ramificados, lami-
nares, etc. Alcanzan mayores dimensio-
nes que en los cuerpos de agua dulce,
aunque no presentan tanta variedad co-
mo las que se desarrollan en ellos.
Comprenden a siete órdenes con más de
24 especies en total.Algunos ejemplos son
Enteromorpha prolifera y Ulva rigida.
Las algas pardas (división
Phaeophyta) son siempre pluricelulares
y prácticamente marinas en su totalidad.
Pueden constituir pequeños talos fila-
mentosos microscópicos o alcanzar
gran tamaño, como las especies que for-
man bosques bajo el nivel del mar. Es-
tas últimas presentan una incipiente or-
ganización de tejidos de conducción.
Comprenden a 10 órdenes con más de
18 especies en total. Un ejemplo es Ma-
crocystis pyrifera.
Las algas rojas (división Rho-
dophyta) son en su mayoría pluricelula-
res, aunque existen algunas especies
unicelulares. Ésta es la división de algas
marinas que alcanza mayor variedad en
cuanto a diversidad en la estructura de sus
talos. Comprende a 11 órdenes con alre-
dedor de 50 especies en total. Algunos
ejemplos son la Gracilaria verrucosa, la
Porphyra columbina
Las algas azules (división Cyanop-
hita) son organismos microscópicos con
estructura y pared celular. El tipo de ri-
bosomas y de bioquímica que poseen es
similar al que caracteriza a las bacterias
Gram negativas. Pero, por la ausencia
de bacterioclorofila, la presencia de clo-
rofila "a" y la liberación de oxígeno,
fueron asignadas al reino vegetal como
“algas verde-azules”.
Con frecuencia, en nuestras costas,
se las visualiza normalmente como pelí-
culas verdosas, algo gelatinosas cuando
están húmedas, o como costras secas
negruzcas después de varias horas de
exposición al aire al bajar la marea.
Algunas de estas especies son explo-
tadas comercialmente, por ejemplo, la
Gracilaria verrucosa, para la produc-
ción de agar; la Gigartina skottsbergii,
para la fabricación de carragenanos; la
Macrocystis pyrifera, para la elabora-
ción de alginatos; la Porphyra columbina
y la Undaria pinnatifida para consumo
humano (Piriz et al, 1996).
Los moluscos más importantes co-
mercialmente son el calamar argentino
(Illex argentinus), la vieira patagónica
(Zigochlamys patagónica), la almeja
púrpura (Amiantis purpurata), la ostra
patagónica (Ostrea pelchuana), el pul-
pito (Octopus tehuelches), la cholga
(Aulacomya ater), el mejillón (Mytilus
edulis platensis) entre otras.
Entre los crustáceos, que incluyen a
los cangrejos, los camarones y las cen-
tollas, los de mayor interés comercial
son el langostino argentino (Pleoticus
muelleri), la centolla austral (Lithodes
santolla), el centollón (Paralomis
granulosa) y el cangrejo ermitaño
(Pagurus comptus).
vieira patagónica
(Zigochlamys patagónica)
caracol buccino
(Buccinanops globulosus)
farito
(Epitonium georgetinum)
cholga
(Aulacomya atra)
calamar argentino
(Illex argentinus)
lapa
(Nacella magellanica)
mejillón
(Mytilus edulis platensis)
centolla austral
(Lithodes santolla)
langostino
(Pleoticus muelleri)
Extracción del alga Gracilaria para la producción de agar
en Bahía Bustamante (Chubut).
Algunas especies de crustáceos y moluscos de la región
10. 18 19
FAUNA TERRESTRE
Como se mencionó anteriormente,
nuestro principal objetivo era ampliar el
conocimiento sobre la biodiversidad
costero-marina de la Patagonia. Sin em-
bargo, a fines de enriquecer el mismo,
nos pareció interesante hacer una deta-
llada descripción de la biodiversidad
presente en la estepa patagónica, ya que
este ecosistema presenta especies úni-
cas en el mundo. Las especies de repti-
les y anfibios registradas en la Patago-
nia son autóctonas.
En el ecosistema terrestre de la Pata-
gonia extraandina, existen cerca de 90
especies de aves, 70 de mamíferos, 60
de reptiles, 30 de anfibios y un gran
número desconocido de insectos.
Algunas de las aves comprenden a
choiques, águilas, gavilanes, caranchos,
halcones, teros, agachonas, palomas, lo-
ros, lechuzas, picaflores, martín pesca-
dores, bandurritas, camineras, monjitas,
gorriones, tordos, zorzales, golondrinas
y calandrias (Harris, 1998).
Entre ellas, el halcón peregrino
(Falco peregrinus), el cóndor (Vultur
gryphus) y el choique (Pterocnemia
pennata) se encuentran en peligro de ex-
tinción (Apéndice I (CITES) (ver tabla C).
Algunas de las especies restantes,
como el águila mora (Geranoaetus
melanoleucus), el carancho (Polyborus
plancus), el cisne de cuello negro
(Cygnus melancoryphus), el gavilán
mixto (Parabuteo unicinctus), la lechu-
za de campanario (Tyto alba), el loro
barranquero (Cyanoliseus patagonus) y
la cotorra común (Myopsitta monachus),
entre otras, son consideradas en el
Apéndice II del CITES (ver tabla C).
Entre los mamíferos, hay una gran
diversidad de especies: comadrejas,
murciélagos, piches, peludos, liebres,
ratones, ratas, tuco tucos, cuises, hue-
mules, maras, vizcachas, guanacos, zo-
rros, gatos monteses, zorrinos y huro-
nes, entre otras (CARPFS et al, 1995)
(ver tabla 7).
FAUNA TERRESTRE De éstas, el huemul se encuentra en
peligro de extinción (CARPFS et al,
1995). El yaguarundi (Herpailurus
yaguarondi), el gato guigna (Oncifelis
guigna) y el tuco tuco (Ctenomys
sociabilis), son considerados vulnera-
bles (CARPFS et al, 1995) (ver tabla
D); mientras que el gato montés (Felis
geoffroyi) y el pudú (Pudu pudu) son
considerados en peligro de extinción en
el Apéndice I (CITES) (ver tabla D).
Según el Libro Rojo, la mara
(Dolichotis patagonum), la comadre-
jita patagónica (Lestodelphis halli), el
zorro colorado (Dusicyon culpaeus
magellanicus) y el gato del pajonal
(Oncifelis colocolo) se encuentran en
peligro de extinción (ver tabla D).
Podemos mencionar algunas espe-
cies de reptiles, entre tortugas, víboras,
iguanas y lagartos: la tortuga de tierra
(Chelonoidis donosobarrosi), las lagar-
tijas (Liolaemus darwinii y liolaemus
gracilis), el lagarto colorado (Tupinambis
rufescens), la lagartija de cola larga
(Cnemiduphorus longicoudus), el gue-
ko de Darwin (Homonota darwini), el
gueko de salamanca (Homonota horrida),
la culebra (Liophis sagittifer), la vibori-
ta ciega (Amphisbaena angustifrons) y
la yarará ñata (Bothrops ammodytoides)
(Darwin, aventuras científicas). Sólo la
tortuga de tierra se encuentra en estado
de vulnerabilidad, y 5 especies de la-
gartijas son consideradas raras
(CARPFS et al, 1995).
En cuanto a las especies de anfibios,
podemos mencionar al sapo común
(Bufo arenarum), la rana (Rhinoderma
darwinii), la ranita de zorzal (Hyla pul-
chela), la rana criolla (Leptodactylus
ocellatus),la ranaendémica(Atelognathus
patagonicus), y el sapo andino (Bufo
spinulosus)(Darwin, aventuras científicas).
No se tiene información sobre el es-
tado de conservación de la mayoría de
estas especies, a excepción de 5 es-
pecies de ranas (Atelognathus nitoi,
patagonicus, salai, solitarius, Somuncuria
somuncurensis), endémicas de Patago-
nia, que se consideran vulnerables, y 8
especies más (entre sapos y ranas) que
se consideran raras (CARPFS et al,
1995).
Algunas especies de aves que se encuentran en peligro en la Patagonia,
como el choique (Pterocnemia pennata) y el cóndor (Vultur gryphus).
Diversidad de especies presentes en la estepa, como la mara (Dolichotis
patagonum) y la culebra (Liophis sagittifer), y en la cordillera,
el huemul (Hippocamelus bisulcus). Este último es considerado
Monumento Natural y se encuentra en peligro de extinción.
11. 20 21
Insectos y arañas.
No se cuenta con información sobre
el número de especies de insectos y ara-
ñas presentes en la Patagonia, y faltan
muchos conocimientos básicos al res-
pecto. Al ser su número muy grande, se
hace indispensable una gran cantidad de
especialistas para estudiarlos. Una ca-
racterística a tener en cuenta es que los
insectos se hacen más abundantes a me-
dida que nos acercamos a la línea ecua-
torial.
A continuación, hacemos una breve
descripción de algunos ejemplares regis-
trados en nuestra región (Morán, 2003):
La araña pollito (Grammostola
mollicoma): araña de gran tamaño, con
una longitud de 5 a 7 cm., sin incluir las
patas. Su coloración oscila entre el negro
y el castaño claro, y tiene el cuerpo den-
samente cubierto de pelos. Vive en luga-
res pedregosos, utiliza como hábitat las
oquedades bajo las piedras. Recubre la
superficie de su cueva con una densa ca-
pa de seda. Se trata de una especie muy
longeva, registrándose casos de arañas
colectadas siendo ya adultas, que vivie-
ron más de treinta años en cautiverio. La
hembra sigue mudando la piel externa
después de llegar a la adultez, aproxima-
damente una vez por año. Es inofensiva,
pica solamente si es molestada.
La viuda negra (Latrodectus
mactans): esta araña es de color negro
brillante. El cuerpo de la hembra tiene
una longitud de 1 cm. El macho es más
pequeño, midiendo sólo de 4 a 6 mm.
El abdomen de la hembra es globoso y
termina en punta, en cambio, el del
macho es de forma elíptica. Esta espe-
cie es muy tímida, suele huir del hom-
bre. Vive en el campo, bajo piedras y
troncos. Su veneno es neurotóxico y
muy peligroso. Los síntomas de una
picadura son fuertes dolores y contrac-
turas musculares, transpiración. El tra-
tamiento se realiza inyectando el suero
antilatrodectus.
El arañón del monte (Polybetes
pitagoricus): puede sobrepasar los 4 cm.
con las patas extendidas. Su color es leo-
nado, con manchas negras. Su hábitat
preferido son los montes, las enredade-
ras, las parras, los arbustos, las tejas y
entretechos. Es una especie muy agresi-
va, pero su veneno actúa sólo de forma
local y sin síntomas, salvo un leve dolor,
no es peligroso para el ser humano. El
tratamiento de su picadura depende de
los síntomas.
El alacrán (Bothriurus burmeisteri):
mide 6 cm y es de color castaño. Vive en
toda la Patagonia, habitando en los cam-
pos, bajo piedras, corteza de árboles,
grietas del terreno, entre la leña. Se ali-
menta de insectos, sobre todo de cucara-
chas y grillos; pero también de arañas,
moscas y escarabajos. Se reproduce se-
xualmente. Su época de celo coincide
generalmente con la primavera. El vene-
no del Bothriurus burmeisteri es de leve
acción neurológica y sólo produce dolor
local, nunca conlleva riesgo de muerte.
La escolopendra (Scolopendra
gigantea): es un tipo de ciempiés muy
robusto que, pese a su nombre, sólo tie-
ne de 21 a 23 pares de patas. Su colora-
ción es muy llamativa en algunos ejem-
plares, pudiendo ser azul, roja, naranja
o verde. El tamaño puede superar los
30 cm. Es una especie muy agresiva y
no duda en amenazar e incluso atacar
con sus largas patas traseras si se sien-
te molestada. Sus movimientos son
extremadamente rápidos, y puede des-
plazarse de manera vertical caminan-
do sólo con las últimas 6 u 8 patas. Las
escolopendras son rápidos y fulminan-
tes depredadores para todo tipo de pre-
sas de un tamaño muy variable, desde
grillos a ratones; pero una de sus pre-
sas favoritas son los escorpiones, aun-
que al cazarlos se exponen a una pica-
dura de toxinas mucho más potentes y
letales que la suya. De todos modos,
es de suponer que estos ciempiés sa-
can el máximo partido de su velocidad
y del hecho de poseer tantas patas. Su
veneno no es peligroso para el ser hu-
mano: está compuesto de sustancias
neurotóxicas de potencia moderada.
Los síntomas de su picadura son gene-
ralmente leves y no hay casos docu-
mentados de muertes causadas por la
misma, aunque se citan algunas com-
plicaciones más serias en niños que
han sido picados por un ejemplar de
esta especie.
La viuda negra (Latrodectus mactans) y el alacrán (Bothriurus burmeisteri), ambos venenosos,
son algunos ejemplos de la biodiversidad de insectos presentes en la Patagonia.
12. 22 23
FLORA TERRESTREFLORA TERRESTRE
La vegetación de la Patagonia incluye
una alta proporción de la riqueza florísti-
ca de toda la República. En esta región,
encontramos un 65% de las familias y un
40% de los géneros del país. Las familias
más representadas son las Poaceas y las
Asteráceas (www.fao.org).
Una de las características principales
de la vegetación patagónica es que está
adaptada al clima árido, con escasas llu-
vias estacionales. Los céspedes son tos-
cos y crecen rápidamente en primavera.
La mayoría de los arbustos brotan en
esta estación, florecen en verano y ger-
minan en otoño. Algunas especies son
de poca altura, y de esta manera ofrecen
una mínima resistencia a los vientos
constantes de la región.
Al norte de la Patagonia, se pueden
encontrar ejemplares de arbustos de
cresote (Larrea divaricata y L.nitida),
zampa (Atriplex lampa), quillimbai
(Chuquiraga avellanedae), piquillin
(Condalia microplilla), llaollin (Lycium
chilense) y molle (Schinus polygamus).
Algunos tipos de pastos, como: flechilla
(Stipa tenuis), coirón pluma (Stipa
neaei), coirón Amargo (Stipa humilis, S.
speciosa, S. Chrysophylla).
En el centro sur de la Patagonia,
dominan los arbustos de duraznillo
(Colliguaya integerrina) y también la
zampa y el quillimbai. Más al sur, se em-
piezan a intercalar especies de arbustos
con pastos de duraznillo, llaollin, molle y
algarrobillo (Prosopis denudans).
En los extremos este y oeste, se en-
cuentran el coirón fueguino (Festuca
gracillima), gramíneas, como el agropi-
rón (Agropyron patagonicum) y grami-
noides del género Cárex, así como el ca-
lafate (Berberis heterophylla), entre otras.
En la parte oriental, el coirón blanco
(Festuca palescens) es dominante y
suele estar acompañado por el huecú,
un coirón más robusto que suele ser tó-
xico para los animales. Son también co-
munes los coirones amargos y el coirón
poa (Poa ligularis). Entre los arbustos,
se destacan las matas semiesféricas de
neneo (Mulinum spinosum), calafate,
Vegetación característica de nuestra estepa: la lengua de fuego
(Anarthrophyllum desideratum) y el botón de oro (Grindelia sp.).
Lenga (Nothofagus pumilio), una de las especies arbóreas
más comercializadas de nuestra región por su excelente madera.
mata negra (Junellia tridens), mata mora
(Senecio filaginoides De Candolle) y ma-
ta torcida (Nardophyllum obtusifolium).
Sobre la franja cordillerana, se for-
ma un complejo de mallines, turberas,
bosques, praderas, desiertos de altura y
hielos eternos. Los árboles dominantes
del bosque pertenecen al género Notho-
fagus o hayas del sur. Éstos incluyen la
lenga (Nothofagus pukilio), el ñire
(Nothofagus antarctica) y el coihue
(Nothofagus dombeyii). Las áreas más
secas están dominadas por el ñire,
mientras que la lenga y el guindo
(Nothofagus betuloides) ocupan sitios
más húmedos. Además de los Nothofa-
gus, existen unas pocas especies más de
porte arbóreo, como el canelo (Drimys
winteri) y el notro (Embothrium
coccineum). En ambientes un poco más
húmedos, encontramos el alerce (Fitzroya
cupressoides), y en zonas más secas, el
ciprés de la cordillera (Austrocedrus
chilensis), el radal (Lomatia hirsuta) y
el maitén (Maitenus boaria). Entre los
arbustos, predomina la chaura (Gaultheria
phillyreaefolia), la siete camisas
(Escallonia rubra), y la fucsia (fuchsia
magellanica), de hermosas flores col-
gantes. Las laderas y altas cumbres tie-
nen pastizales de coirón blanco. En si-
tios más elevados, se desarrolla la tundra
andina, con la mutilla (Empetrum
rubrum) y el bacaris (Baccharis sp.) co-
mo especies vegetales características.
13. 24 25
BIOLOGÍA Y DISTRIBUCIÓN DE ALGUNAS
ESPECIES CARISMÁTICAS MARINAS DE LA PATAGONIA:
Los adultos mudan de plumaje entre fe-
brero y abril. En otoño, abandonan la
colonia y migran hacia el norte.
Los animales adultos pasan gran
parte del año en el mar, regresan sólo
para procrear y mudar su plumaje. Arri-
ban con regularidad a comienzos de
septiembre y los últimos parten hacia
mediados de abril. En su migración, van
al norte, a lo largo de las costas de Río
Negro, Buenos Aires, Uruguay y sur de
Brasil hasta la latitud de Río de Janeiro.
Entre sus depredadores se destacan
la gaviota cocinera, el skúa, el petrel gi-
gante, el zorro gris y, en el mar, los lo-
bos marinos y las orcas. Pero el gran
enemigo, tanto para adultos como para
pichones, es el petróleo derramado por
el hombre, dado que se les adhiere al
plumaje y les causa pérdida de aisla-
miento, además de intoxicación, porque
intentan limpiarse con su pico.
Pingüino de Magallanes.
Al pingüino de Magallanes
(Spheniscus magellanicus) se lo puede
observar prácticamente en toda la costa
patagónica hasta Tierra del Fuego, Isla
de los Estados e Islas Malvinas por el
Atlántico, mientras que en el Pacífico
anida en las islas y costas del sur de
Chile. En Chubut, las principales colo-
nias de reproducción se encuentran en
Punta Tombo, Península Valdés, Cabo
Dos Bahías e islas del norte del Golfo
San José.
El adulto de más de un año posee tí-
picas bandas blancas y negras en la ca-
beza, en el cuello y en los flancos. El
pecho es de plumas blancas, en tanto
que su espalda es totalmente negra. Su
cola es corta. En la última etapa de cre-
cimiento, el pichón cambia el plumón
pardo oscuro por el plumaje que le per-
mite ir al agua. Posee un fuerte pico con
el cual captura a sus presas y sus patas
poseen membranas interdigitales. Nada
con agilidad y rapidez, utilizando las
alas que tienen forma de aletas.
En la adultez, mide alrededor de 50
centímetros, aunque las hembras son al-
go menores y tienen pico más delgado.
El peso de los machos oscila entre los
4,3 kilos y los 5,5 kilos. Las crías pesan
alrededor de 80 gramos al nacer.
Come pequeños peces, principal-
mente anchoita, merluza y pejerrey, así
como también calamares.
Es una especie monógama. Los ma-
chos llegan primero a tierra para esta-
blecer los territorios y acondicionar los
nidos. Un alto porcentaje utiliza los
mismos nidos de años anteriores. Una o
dos semanas después de la llegada de la
hembra, el macho comienza el cortejo.
Luego de la cópula, la hembra pone dos
huevos y se turna con el macho para
cuidar el nido y para alimentarse en el
mar. La incubación se lleva a cabo en el
mes de octubre, dura en promedio 40
días. La crianza de los pichones de-
manda unas 12 semanas, desde no-
viembre hasta fines de enero y febrero.
BIOLOGÍA Y DISTRIBUCIÓN DE ALGUNAS
ESPECIES CARISMÁTICAS MARINAS DE LA PATAGONIA:
El Pingüino de Magallanes es el ave marina más abundante en Patagonia,
llegando a registrarse más de 2.000.000 individuos.
Elevando su cabeza hacia el cielo y extendiendo sus aletas, el pingüino de
Magallanes produce sonidos que le permiten comunicarse con otros individuos.
14. 26 27
Elefante marino del sur.
El elefante marino del sur (Mirounga
leonina), tiene una amplia distribución
en los mares subantárticos. En la Pata-
gonia, se concentra para reproducirse y
mudar la piel en el sector comprendido
entre Punta León y Punta Ninfas (25
Km.), y en la zona de la Península Val-
dés, desde Punta Buenos Aires hasta
Morro Nuevo (183 Km.). En esta re-
gión, en 1995, se estimó que había, du-
rante el pico de la temporada reproduc-
tiva (octubre), un total de 24.147 ele-
fantes marinos.
La población de la Península Valdés
es la única agrupación de la especie que
se halla en crecimiento. Se estima que
en dicha zona la producción es de
12.000 crías anuales, aproximadamen-
te, lo que permite calcular un tamaño
poblacional de alrededor de 40.000 in-
dividuos (PMIZCP, 1996). En la época
de muda (diciembre – enero) de 1995,
se censaron 11.200 crías y 6.600 elefan-
tes (Campagna et al, 1996).
No se conocen las causas de las sig-
nificativas variaciones de algunas sub-
poblaciones de esta especie, pero es po-
sible que la agrupación de la Península
Valdés esté en aumento por razones que
tienen que ver con la disponibilidad de
alimento. Estudios realizados sobre su
comportamiento de buceo y sobre la lo-
calización de sus áreas de alimentación
muestran que los elefantes marinos se
alimentan en las aguas profundas del
borde de la plataforma continental.
Los elefantes marinos son focas per-
tenecientes al género Mirounga. Hay
dos especies que habitan en hemisferios
opuestos: la especie del norte, Mirounga
angustirostris, que se distribuye en el
Pacífico Norte, y la del sur, Mirounga
leonina, que es la única de las cinco es-
pecies de focas del Hemisferio Sur que
habita la zona subantártica. Las otras
cuatro especies, la foca cangrejera, la de
Ross, la de Wedell y el leopardo mari-
no, se distribuyen exclusivamente en la
zona antártica.
El elefante marino macho puede lle-
gar a pesar 3.500 kilos y medir 5 me-
tros; la hembra alcanza una longitud de
3 metros y pesa entre 500 y 900 kilos.
Los cachorros, al nacer, pesan entre 40
y 45 kilos y miden 1,3 metros, aproxi-
madamente (Campagna et al, 1996).
Estos animales reciben el nombre de
elefantes marinos a causa del gran ta-
maño corporal que alcanzan los machos
adultos y de la trompa o prosboscis que
tienen. La misma funciona como caja
de resonancia de sus rugidos durante las
luchas territoriales.
Se alimentan de peces y calamares,
para lo cual bucean a profundidades su-
periores a los 1.000 metros durante pe-
ríodos que superan una hora. Permane-
cen varios meses en alta mar, más allá
de la plataforma continental, buceando
continuamente día y noche, e incluso
duermen bajo el agua, emergiendo a
respirar por reflejo. En promedio, du-
rante todo este período, permanecen
tres minutos en la superficie por cada
20 minutos que pasan bajo el agua.
La época reproductiva se inicia a
mediados de agosto, cuando los prime-
ros machos y hembras arriban a las cos-
tas de Península Valdés. Inmediatamen-
te se inicia la formación de los harenes,
que llegan a estar compuestos por más
de 100 hembras y un macho dominante.
Entre los 5 y 6 días posteriores a su
arribo, cada hembra pare una sola cría.
Los nacimientos se producen entre sep-
tiembre y octubre. A los 16 ó 18 días del
parto, cada hembra vuelve a entrar en
celo y es servida por su macho dominan-
te. La gestación es de 11 meses y medio.
La cría, al nacer, presenta un pelaje ne-
gro. Durante el primer mes de vida, se
produce una muda y el nuevo pelaje pre-
senta un color gris plateado. Es en ese
momento cuando culmina la lactancia
(que dura entre 20 y 25 días). El alto te-
nor graso de la leche materna permite al
cachorro aumentar, de los 40 ó 45 kilos
que tenía al nacer, a un peso que oscila
entre130 y 150 kilos, cuando tiene un
mes de vida. De allí en más, las hembras
no proporcionan cuidado ni enseñanza
alguna a sus crías. La madurez sexual se
produce a los 2 años en las hembras y a
los 8 ó 9 años en los machos.
La muda de piel de los elefantes mari-
nos ocurre entre noviembre y marzo. Du-
rante ésta, el pelo y las capas superficia-
les de la epidermis caen en jirones y los
capilares subepidérmicos quedan a flor
de piel. El crecimiento del pelaje nuevo
dura entre dos y tres semanas, período en
el cual el animal no puede ingresar al mar
hasta reestablecer su sistema de termorre-
gulación y aislamiento térmico.
Colonia de elefantes marinos (Mirounga leonina) descansando
en las costas de Caleta Valdés, (Chubut).
Cachorro, macho adulto y parte de un harén formado por un macho
dominante y hembras de elefantes marinos (Mirounga leonina)
en el apostadero continental de Caleta Valdés.
15. 28 29
Lobo marino de un pelo.
El lobo marino de un pelo del sur
(Otaria flavescens) se distribuye a lo
largo de las costas templadas de Suda-
mérica. En la costa atlántica, su área de
distribución se extiende desde los 23º S,
en Brasil, hasta las Islas Malvinas y el
extremo sur del continente. Sobre el
Océano Pacífico, se encuentran lobos des-
de las costas de Chile hasta los 4º S, en
Perú. En Argentina, el Otaria flavescens
es el pinnípedo de mayor distribución, y
se concentra principalmente en aposta-
deros continentales e insulares de la re-
gión patagónica (Reyes et al, 1996). En
las provincias de Río Negro, Chubut y
Santa Cruz, existen 75 asentamientos de
lobos marinos de un pelo. Se estima que
su población, para todo el litoral, es de
75 a 80.000 individuos (PMIZCP,
1996).
Esta especie, si bien de menor valor
peletero que las especies del género
Arctocephalus, fue objeto de explota-
ción ya en los comienzos de la conquis-
ta. Desde 1520, los europeos se aprovi-
sionaron de carne de lobo marino para
las travesías oceánicas. El cuero de lobo
o de foca también había sido utilizado
por los aborígenes de la Isla Grande de
Tierra del Fuego para la construcción de
hondas y para abrigo personal. A orillas
del Río Negro, los pobladores costeros
utilizaron el cuero para la confección de
artículos de talabartería, arneses, rien-
das, etc., por lo menos desde principios
del siglo XX. Es posible que casos simi-
lares se registraran en las costas de la
Provincia de Buenos Aires y en todo el
litoral patagónico. (Dans et al, 1996).
La naturaleza irracional de la explo-
tación redujo severamente el número de
individuos de esta especie. A lo largo
del siglo XIX, se fue reglamentando la
actividad de la caza marítima. Desde
1953, luego del amplio relevamiento
que realizó Carrara (1952) entre 1946 y
1949, se prohibió la caza del lobo de
dos pelos y se reguló la del lobo de un
pelo del sur. Estos pinnípedos quedaron
definitivamente protegidos por el De-
creto Nacional Ley 1216, fechado el 19
de abril de 1974, ampliación del Decre-
to 125.258 que prohibió la caza de los
cetáceos (Dans et al, 1996).
Haciendo una breve descripción de
estos animales, se puede decir que los
machos pesan 500 kilos y alcanzan una
longitud de 2,5 metros; las hembras lle-
gan a tener 1,8 metros de largo y a pe-
sar 100 kilos; mientras que los cacho-
rros, al nacer, miden 80 centímetros y
pesan entre 11 y 14 kilos.
La coloración de los machos es ma-
rrón oscura y, en general, más clara en
las hembras. En los machos adultos, el
pelo del cuello es un poco más claro; la
zona ventral de machos y hembras es de
color amarillo oscuro. Estas últimas
presentan la parte posterior de la cabeza
y el cuello de color amarillo. En algunas
oportunidades, se registran casos de al-
binismo.
Se alimentan de peces y mariscos
(róbalos, pejerreyes, pulpos, calamares,
langostinos y camarones), pudiendo co-
mer también pingüinos débiles. Su re-
producción se inicia a fines de diciem-
bre, cuando los machos adultos comien-
zan a delimitar los territorios donde
agruparán, a su llegada, a las hembras
(hasta 15, aproximadamente), para for-
mar los harenes. Si bien la madurez se-
xual de los machos llega a los 4 ó 5
años, a esa edad no pueden acceder a un
harén porque su fortaleza física es insu-
ficiente para enfrentar a un macho "sul-
tán". Esta capacidad recién llega a los
10 años de edad.
Los nacimientos se producen en su
mayoría durante el mes de enero. Entre
los 6 y 7 días siguientes al parto, la
hembra entra en celo y copula con el
“sultán”; recién entonces puede regre-
sar al mar para alimentarse. La gesta-
ción dura 11 meses y medio. Las crías
nacen con el pelaje de color negro y al
mes lo mudan por otro amarronado.
Durante el primer mes de vida, la tasa
de mortalidad de las crías es del 10 %.
A diferencia del elefante marino, a par-
tir de la muda, el cachorro comienza el
aprendizaje de la natación junto con su
madre. La lactancia se prolonga hasta
un año. El nuevo nacimiento marca el
destete del cachorro anterior, el cual
comienza a llevar una vida indepen-
diente.
Colonia de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) y pareja de macho y hembra.
Se puede distinguir el dimorfismo sexual en esta especie.
16.
17. 32 33
Lobo marino de dos pelos.
El lobo marino de dos pelos
(Arctocephalus australis), por su parte,
es considerado escaso en el litoral pata-
gónico, de acuerdo con los registros de
los últimos 50 años. También ha sido
víctima de explotación intensa por par-
te de la industria peletera desde el año
1700 hasta 1950 (en Uruguay, la caza
continuó hasta 1980). Datos actuales
muestran que la población patagónica
de esta especie es de al menos 20.000
individuos. Las agrupaciones más im-
portantes se encuentran en Isla Rasa e
Isla Escondida, Chubut, y en Isla de los
Estados, Tierra del Fuego, las cuales
concentran el 85% de la población total
(PMIZCP, 1996).
En general, los machos miden aproxi-
madamente 2 metros y pesan alrededor
de 160 kilos; las hembras son menores,
ya que miden 1,4 metros y pesan unos 50
kilos. Las crías pesan de 3,5 a 5,5 kilos y
nacen con piel oscura y suave.
La especie debe su nombre vulgar a
la presencia, en su pelaje, de dos tipos
diferentes de pelos: uno muy fino, que
forma un capa aislante cerca de la piel,
y otro más grueso y largo, que forma
una capa protectora. Los machos adul-
tos son de color gris oscuro, con pelo
más largo en el cuello y el dorso, mien-
tras que la coloración de las hembras y
de los especímenes juveniles es varia-
ble. Se alimentan generalmente de cefa-
lópodos, crustáceos y caracoles, y lo ha-
cen en alta mar, en una amplia área de
la plataforma continental, llegando a
descender, en sus incursiones de caza, a
profundidades de hasta 170 metros.
Durante la época de reproducción,
los machos que se encuentran defen-
diendo su territorio no se alimentan,
consumen las reservas de grasa acumu-
ladas en el cuerpo. Las hembras y los
cachorros recién destetados se alimen-
tan en zonas próximas a las colonias;
pero pasando el primer mes después del
parto comienzan a alejarse. Importantes
áreas reproductivas de la especie están
ubicadas en Cabo Blanco, isla de los
Estados e islas al sur de Tierra del Fue-
go. La parición se produce en noviem-
bre y diciembre, aunque a veces puede
producirse durante los primeros días de
enero. Las hembras amamantan a sus
crías por un período aproximado que va
de 6 meses a 1 año. La cópula se produ-
ce en los 6 u 8 días posteriores al parto.
Sus depredadores más importantes
son las orcas y los tiburones.
resultados de este estudio, se estimó
que había alrededor de 1800 indivi-
duos en la zona del Golfo San Matías;
sin embargo, esta estimación debe ser
tomada como preliminar debido al ba-
jo número de observaciones realizadas
(Pedraza et al, 1996).
En cuanto a sus características gene-
rales, estos delfines presentan una lon-
gitud promedio de 2,10 metros. Los ma-
chos son un poco más grandes que las
hembras, pudiendo alcanzar una longi-
tud máxima de 2,60 metros y pesar 75
kilogramos.
El cuerpo de estos delfines es delga-
do; tiene una aleta dorsal triangular o
curvada hacia atrás, ubicada en el cen-
tro del dorso. Las aletas pectorales son
cortas y en la aleta caudal se destaca
una marcada muesca central. Poseen de
40 a 55 dientes a cada lado de la man-
díbula y el maxilar. Su patrón de colo-
res es complejo: el pico y los labios son
negros; una banda oscura parte del ex-
tremo de la mandíbula y llega hasta la
inserción anterior de la aleta pectoral.
El dorso es negro y el pecho y la zona
ventral, blancas. Presentan a cada uno
de los lados, una montura oscura que se
angosta a la altura de la aleta dorsal,
formando un triángulo invertido. A am-
bos lados de éste, se destacan dos áreas,
la anterior, amarillenta, y la posterior,
grisácea. Todas sus aletas son negras.
Se alimentan básicamente de peces, ce-
falópodos y calamares. Su período de
gestación dura de 10 a 11 meses. Las
crías, al nacer, miden alrededor de 85
centímetros (Lichter, 1998). En febre-
ro, en el golfo San Matías, a 20 kilóme-
tros de la costa, se han avistado ejem-
plares juveniles y adultos; estos últi-
mos, protagonizando numerosos inten-
tos de cópula.
Delfín común.
El delfín común (Delphinus delphis)
se encuentra distribuido en aguas tropi-
cales y templadas de todos los océanos
y mares del mundo. En el océano Atlán-
tico Suroccidental, se lo ha registrado
frente a las costas de los estados de San-
ta Catarina y Río Grande do Sul (Bra-
sil); Cabo Polonio (Uruguay); así como
en las costas de la provincia de Buenos
Aires (Mar del Plata, Monte Hermoso,
Bahía Blanca) y en el Golfo San Matías
en la Argentina.
Poco se conoce de la población de
este cetáceo en la Patagonia; sólo se
cuenta con datos de siete relevamien-
tos llevados a cabo durante el Plan de
Manejo Integrado de la Zona Costera
Patagónica (1995). De acuerdo a los
Los lobos marinos de dos pelos (Arctocephalus australis)
suelen agruparse en costas acantiladas.
El delfín común (Delphinus delphis), puede formar grupos de 10
hasta de 3.000 individuos. La imagen inferior es una foto
aérea de un grupo de delfines en aguas del golfo San Matías,
donde cada punto blanco representa un individuo.
18. 34 35
Delfín oscuro.
El delfín oscuro (Lagenorhynchus
obscurus) se distribuye exclusivamente
en el hemisferio sur. Hay registros de él
en Nueva Zelanda, Sudáfrica y Suda-
mérica. En nuestro continente, se lo en-
cuentra desde la provincia de Buenos
Aires hasta Tierra del Fuego e islas
Malvinas en el océano Atlántico Sur, y
frente a las costas de Chile y Perú, en el
Pacífico Sur. En relevamientos realiza-
dos durante el desarrollo del Plan de
Manejo Integrado de la Zona Costera
Patagónica (1995), se censó alrededor
de 7000 individuos en total, distribuidos
en la zona que abarca desde Punta Nin-
fas hasta Isla Rasa, y en la boca del gol-
fo San Jorge (Pedraza et al, 1996).
En cuanto a sus características gene-
rales, este delfín alcanza una longitud
máxima de 2 metros y pesa alrededor de
90 kilos. Las aletas pectorales son de re-
gular tamaño, en tanto que la aleta dor-
sal es alta y marcadamente curva hacia
atrás. Presenta de 25 a 35 dientes a cada
lado, tanto en la mandíbula como en el
maxilar. En algunos individuos existen
sutiles diferencias en cuanto al patrón
de colores, aunque en general se puede
afirmar que la zona de la boca es oscu-
ra y está conectada, tanto con los ojos
como con las aletas pectorales, por me-
dio de una banda grisácea. El dorso es
gris oscuro, al igual que dos franjas en
los lados; una de ellas llega hasta el pe-
dúnculo caudal, que también es gris os-
curo. Tanto las aletas pectorales como
el borde posterior de la aleta dorsal son
claros. La zona ventral y la garganta son
de color blanco.
Estos delfines se alimentan funda-
mentalmente de anchoíta y algunas es-
pecies de calamares. Se presume que su
período de gestación dura entre 11 y 12
meses. Los nacimientos se producen
principalmente durante el verano. Han
sido observados apareamientos a lo lar-
go de todo el año, pero con un incre-
mento durante el período estival.
Es usual observarlos en grupos de
entre 6 y 15 ejemplares, aunque a veces
forman grupos de 50 o más individuos.
Realizan saltos fuera del agua de 4 ó 5
metros de altura, los cuales parecen es-
tar relacionados con la comunicación, la
orientación, e incluso con su alimenta-
ción. La integración de los grupos es
fluida y dinámica, produciéndose inter-
cambios entre los distintos grupos de
delfines, que se mantienen unidos du-
rante períodos de distinta extensión.
Sus predadores son la orca y ciertos
tipos de tiburones. A veces, ante la pre-
sencia de un predador, se refugian en
aguas costeras, donde parecen sentirse
seguros, ya que tanto la menor profun-
didad como la costa marina les sirven
de protección. Usualmente, se acercan a
los botes, nadando junto a la proa, y con
frecuencia interactúan con ballenas
francas y lobos marinos de un pelo
(Lichter, 1998).
Tonina overa.
Esta especie (Cephalorhynchus
commersonii) puede ser encontrada
desde la desembocadura del río Negro
hasta la isla Livingston, al sur de la con-
vergencia antártica, incluyendo las islas
Malvinas, las Georgias del Sur y el ex-
tremo sur de Chile. Frecuenta áreas cer-
canas a la costa y su presencia ha sido
confirmada en cursos de agua dulce y
en los ríos Gallegos, Deseado y Grande.
En estudios realizados durante el desa-
rrollo del Plan de Manejo Integrado de
la Zona Costera Patagónica (1995), fue-
ron hallados entre 1.500 y 3.800 indivi-
duos en el norte de Santa Cruz (Pedraza
et al, 1996). Generalmente, se puede
avistar a las toninas en grupos de 2 y 3
ejemplares, aunque pueden llegar a for-
mar grupos de 100 o más individuos. En
ocasiones, suelen nadar junto a la proa
de las embarcaciones, también a veces
se las encuentra cerca de delfines aus-
trales o lobos marinos del sur (Lichter,
1998).
Las toninas overas alcanzan una lon-
gitud máxima de entre 1,38 y 1,49 me-
tros (los machos) y de entre 1,45 y 1,59
metros (las hembras). Los ejemplares
de ambos sexos pesan entre 30 y 45 ki-
los. Las hembras preñadas llegan a los
66 kilos. La cabeza de estas toninas es
redondeada y de color negro -al igual
que las aletas-. Su mandíbula supera el
nivel del maxilar. La aleta dorsal, en
ambos sexos, es también redondeada y
las aletas pectorales son pequeñas, sua-
vemente curvas en las puntas. La zona
ventral es blanca, salvo en las aberturas
genitales, donde presentan una mancha
negra con la punta orientada posterior-
mente. En las hembras, la parte más an-
gosta de esta mancha está orientada an-
teriormente y forma un par de orejas
que incluyen a las mamas. En las prime-
ras semanas de vida, las zonas blancas
de la cría son completamente grises, ex-
cepto el vientre.
En cuanto a su alimentación, en oca-
siones las toninas aprovechan los cam-
bios de mareas para atrapar sus presas
(calamares y peces). Al analizar ejem-
plares de Tierra del Fuego, se encontró
en su interior langostinos magallánicos,
pejerreyes de cola amarilla, sardinas
fueguinas, merluzas de cola corta y ca-
lamaretes. En ejemplares correspon-
dientes a la zona del golfo San Jorge, se
hallaron restos de anchoitas, merluzas
patagónicas y calamares.
Su período de gestación se aproxima
a los 12 meses.
Delfines oscuros (Lagenorhynchus obscurus) alimentándose de un banco de
anchoítas. Espectacular salto fuera del agua del delfín oscuro,
que llega a alcanzar los 4 ó 5 m de altura.
Suelen verse nadar, junto a las embarcaciones, ejemplares
de tonina overa (Cephalorhynchus commersonii).
19. 36 37
Orca.
Es uno de los cetáceos de más am-
plia distribución geográfica. Se lo ha re-
gistrado en zonas ecuatoriales, templa-
das y polares. En el mar argentino, se lo
encuentra a lo largo de todo el litoral
marino; pero la única población estu-
diada es la de Punta Norte, en Penínsu-
la Valdés, Chubut.
Es el más grande de los delfines. Se
trata de un animal robusto, con una ca-
beza redondeada donde casi no se ad-
vierte pico alguno. La aleta dorsal de
gran tamaño y con la forma de un trián-
gulo, que en muchos adultos mide casi
1,8 metros, es uno de sus rasgos más pe-
culiares. En las hembras y los ejem-
plares juveniles, el tamaño de la aleta es
mucho más reducido y ésta es pronun-
ciadamente más curva. Las aletas pecto-
rales son anchas y redondeadas, en
tanto que, en la cola, se advierte una
apreciable hendidura central. Su boca
incluye de 10 a 12 pares de dientes de
gran tamaño, tanto en la mandíbula co-
mo en el maxilar. En su cuerpo, el con-
traste del color negro con el blanco es
muy marcado siendo este último, en al-
gunos individuos, casi amarillento. La
cabeza es negra con un área oval blanca
por encima y detrás del ojo. El dorso
también es negro, salvo una montura
gris posterior a la aleta dorsal, al igual
que las aletas pectorales y el pedúnculo
caudal. De color blanco son la garganta
y una franja que, angostándose, recorre
ininterrumpidamente el pecho y la zona
ventral hasta por detrás de las aberturas
genitales. Se la puede reconocer por la
forma y las irregularidades de su aleta
dorsal y por las manchas de la montura
sobre el dorso, con patrones de colora-
ción singulares. Algunos individuos, en
Península Valdés, Chubut, se conocen
desde 1976, habiendo sido identificados
entre 15 y 20 animales
El macho tiene una longitud que su-
pera los 9,50 metros y un peso de 9.000
kilos, mientras la hembra mide alrededor
de 8 metros y su peso alcanza los 5.000
kilos. Los cachorros, al nacer, miden 2,7
metros de largo y pesan 180 kilos.
Es el predador tope de la cadena ali-
mentaria. Su dieta se basa principal-
mente en peces de diferentes especies,
calamares, focas, lobos marinos y, oca-
sionalmente, ballenas (ejemplares jóve-
nes o adultos heridos). En Punta Norte,
las orcas, durante la pleamar, nadan ac-
tivamente hacia su presa, aprovechando
alguna ola que avanza, y finalmente va-
ran sobre el pedregullo costero, apoyan-
do la parte anterior de su cuerpo y to-
mando con la boca a su presa; luego gi-
ran hacia el mar. Si la presa es pequeña,
se alimentan en forma individual, pero
si se trata de una presa grande, la distri-
buyen con el resto del grupo, despeda-
zándola para tragarla. Al igual que los
delfines, localizan sus presas por medio
de un sonar biológico que les brinda in-
formación acerca de la forma, tamaño y
textura de las mismas. Utilizan la ecolo-
calización para detectar a sus presas.
Las hembras alcanzan su madurez
sexual cuando tienen alrededor de 4,8
metros de longitud y los machos al me-
dir 7,2 metros. El período de gestación
dura entre 15 y 16 meses, naciendo las
crías principalmente durante el otoño y
el invierno. Si bien se han detectado
cruzamientos entre integrantes de un
mismo grupo y por lo tanto, probable-
mente, entre parientes, la mayoría de
los apareamientos se produce cuando
temporariamente varios grupos conver-
gen en una misma área. Pareciera que
las hembras quedan preñadas en pro-
medio cada 10 años y que su máximo
período de vida se extiende hasta los 80
años (50-60 años promedio). Los ma-
chos parecieran vivir excepcionalmen-
te unos 50-60 años (30 años promedio).
El cachorro, al nacer, permanece junto
a la madre durante los dos primeros
años de vida, para luego comenzar el
aprendizaje junto a los machos adultos.
Dada la lenta reproducción de la espe-
cie, el tamaño de la población de la Pe-
nínsula Valdés no varió demasiado en
los últimos 20 años.
Se caracterizan por presentar hábi-
tos gregarios, viviendo en grupos de
hasta 30 animales. Estos grupos están
compuestos casi siempre por los mis-
mos individuos. Los grupos están con-
formados por un macho adulto (posi-
blemente, líder), hembras, ejemplares
juveniles y cachorros. Producen una
amplia variedad de comportamientos
como saltos completos fuera del agua,
golpear ésta con la cola o las aletas pec-
torales y distintas actitudes de observa-
ción. En cautiverio, demuestran apren-
der con facilidad las pruebas enseñadas
por sus instructores, sin agresividad;
sin embargo, es posible que mueran du-
rante las pruebas de adaptación. El pro-
medio de longevidad en cautiverio no
sobrepasa los 5 años.
Una estrategia de alimentación de la orca (Orcinus orca) es el varamiento intencional
sobre la playa, destinado a capturar ejemplares de lobos y elefantes marinos.
20. 38 39
Ballena franca austral.
Las aguas que rodean la Península
Valdés constituyen el área invernal de
reunión de una población de ballenas
francas del sur (Eubalaena australis).
Éstas migran anualmente. Provienen de
áreas australes de alimentación, cuando
la cantidad de alimento disminuye debi-
do a las bajas temperaturas. Mientras
permanecen en la Península, las balle-
nas ayunan. Comienzan a llegar en el
mes de mayo, alcanzan su número má-
ximo durante septiembre/octubre y se
alejan en diciembre (Lichter, 1992).
Además, se las observa en las costas de
Chile, Brasil, Sudáfrica, Nueva Zelan-
da, Australia y las Islas Subantárticas.
La población del Atlántico Sudocciden-
tal se reproduce casi con exclusividad
en las cercanías de la Península Valdés
y en los golfos del norte de la Patago-
nia, debido a las extensas y poco pro-
fundas bahías que actúan como áreas
seguras para la crianza de los ballenatos
durante sus primeros meses de vida.
La hembra adulta de esta especie al-
canza los 13,5 metros, aproximadamen-
te, y pesa 35.000 kilogramos. El macho
llega a los 12,5 metros y su peso es de
30.000 kilogramos. Los ballenatos, al
nacer, miden unos 5,5 metros y pesan
3.000 Kg. La ballena franca austral es
de color negro, carece de aleta dorsal;
tiene aletas pectorales grandes y su ale-
ta caudal mide hasta 5 metros de ancho.
Respira a través de dos orificios llama-
dos espiráculos, situados encima de la
cabeza, que expulsan el aire en forma
de "V", de manera que se ve una nube
que puede alcanzar los 4 metros de altu-
ra. En su cabeza (25% de su cuerpo), se
encuentran "callosidades" de contextura
rugosa, formadas por piel engrosada,
cubiertas de pequeños parásitos llama-
dos "ciámidos", de color blanquecino,
amarillo y gris. De acuerdo a su ubica-
ción, las callosidades se denominan: bo-
nete, brazola, ceja, islas, mandíbulas y
parche labial. La manera en que se dis-
tribuyen estas "callosidades", y la forma
que adoptan, varían de un individuo a
otro, lo que permite identificarlos.
A diferencia de los delfines, las ba-
llenas poseen barbas en vez de dientes.
Éstas son placas rígidas de queratina
(material similar al de las uñas de los
seres humanos) insertadas en la mandí-
bula superior y dispuestas a la manera
de dos peines, uno de cada lado de la
boca (cerca de 230 barbas en cada la-
do). Su parte interna está desflecada en
pelos que, al entrelazarse, forman un
filtro que permite retener las partículas
de alimento. Su alimento se compone
principalmente de plancton (diminutos
crustáceos) y otros invertebrados. Lo
obtienen en zonas del Atlántico Sur que
aún se desconocen, en verano y otoño.
En el período de reproducción, va-
rios machos compiten para copular con
una hembra. Las hembras tienen su pri-
mera cría a los 6 ó 7 años de edad y, de
allí en más, un promedio de un ballena-
to cada 3 años. La gestación dura apro-
ximadamente 12 meses. La población
del Atlántico Sudoccidental da a luz y
cría a sus cachorros, llamados ballena-
tos, en Península Valdés. Éstos crecen,
en sus primeros meses de vida, a razón
de 3,5 cm por día. Las ballenas ama-
mantan a sus ballenatos con frecuencia,
durante lapsos que pueden prolongarse
por más de quince minutos. Los prime-
ros ballenatos del año suelen observarse
a fines del mes de junio, aunque la ma-
yoría nace para el mes de septiembre.
Son capaces de nadar y bucear al nacer,
ya que deben sumergirse para poder ali-
mentarse. Su comportamiento inicial se
relaciona fundamentalmente con su ma-
dre, de la que se independizan a medida
que maduran. En esta etapa, que va des-
de el destete hasta la madurez sexual, se
los conoce como "subadultos".
Algunos comportamientos frecuen-
tes de las ballenas incluyen coletazos y
saltos espectaculares, cuyo significado
se desconoce.
Esta especie fue llevada al borde de
la extinción por los cazadores. En 1998,
se estimaba que la población mundial
de ballenas australes había alcanzado el
7% de los registros históricos. La Repú-
blica Argentina participó activamente
para evitar su captura comercial, a tra-
vés de la Comisión para la Reglamenta-
ción de la Caza de Ballenas creada en
1935. Desde 1964, la Comisión Balle-
nera Internacional (CBI) trata de regu-
lar la caza de todas las especies de ba-
llenas. Las ballenas francas son tan vul-
nerables, que en 1974, la Honorable Le-
gislatura de la provincia del Chubut de-
claró Parque Marino Provincial al golfo
San José, en las costas del Chubut, uno
de los refugios elegidos por estos ani-
males para completar su ciclo de repro-
ducción. Esta iniciativa conservacionis-
ta fue reconocida a nivel internacional.
En 1984, el Honorable Congreso de la
Nación les dio a las ballenas el título de
Monumento Natural Nacional, máxima
protección legal que este país puede
brindarle a una especie. Estos avances
permitieron que la población de balle-
nas francas australes se recuperara len-
tamente. Sus posibilidades futuras están
asociadas en gran parte al cuidado que
les podemos brindar en las costas de la
Patagonia.
Algunos rasgos de comportamiento de las ballenas francas (Eubalaena australis)
son el de saltar cayendo sobre sus espaldas, permanecer junto a la cría
durante un año y el de sacar la aleta caudal fuera del agua.
21. 40 41
Especies Número de nidos activos o parejas reproductoras
Río Negro Chubut Santa Cruz Tierra del Fuego
Pingüino de Magallanes - 527.463 315.515 121.002
Pingüino Penacho Amarillo - - 180 175.000 **
Pingüino Papua - - - 1
Cormorán Imperial - 15.139 19.238 9.538
Cormorán de Cuello Negro - 4.595 1.513 1.428
Cormorán Guanay - 9 - -
Cormorán Gris - - 1.091 -
Biguá 356 531 327 -
Gaviota Cocinera 2.951 44.313 25.104 688
Gaviota Austral - 280 166 178
Gaviotín Sudamericano 2.177 9.455 4.687 -
Gaviotín de Pico Amarillo - 2.026 * 110 -
Gaviotín Real - 771 * - -
Skúa Antártico o Chileno - 363 124 43
Petrel Gigante del Sur - 2.131 487 181
Gaviota de Olrog - 93 - -
*: Al total de nidos para los gaviotines pico amarillo y real debe agregarse un número no
determinado proveniente de la colonia mixta de Islote Luisioni (6500), en el cual no
pudieron discriminarse ambas especies.
**: Pablo Yorio, com. pers.
La costa Argentina presenta una
gran variedad de ambientes apropiados
para la reproducción de las aves mari-
nas. Éstas constituyen un grupo de gran
relevancia ecológica, por su distribu-
ción geográfica, su diversidad y su bio-
masa (Yorio et al, 1998).
Las aves marinas patagónicas han
sido explotadas desde el siglo XVIII;
sobre todo, los pingüinos, de los que se
extraía aceite. Otra actividad económi-
ca importante era la recolección del
guano de los cormoranes. Debido prin-
cipalmente a la explotación descontro-
lada que se realizara en el pasado, va-
rias poblaciones de aves marinas se
vieron considerablemente disminuidas.
En la actualidad, éstas ya no son caza-
das, aunque continúan siendo un im-
portante recurso económico gracias al
aprovechamiento racional del guano y
del ecoturismo. Sin embargo, la amena-
za contra las poblaciones de aves mari-
nas patagónicas ha ido aumentando en
las últimas décadas a causa, principal-
mente, de la contaminación, del incre-
mento de las actividades pesqueras co-
merciales y de los disturbios derivados
de visitas no controladas a sus colonias.
Como resultado de esas actividades de
desarrollo costero, es de esperar que se
produzcan cambios en la distribución y
en la abundancia de las aves marinas
que se reproducen en la Patagonia (Yo-
rio et al, 1998).
Algunas especies, como el pingüino
y el cormorán, forman colonias para la
reproducción. Otras, como el ostrero o
el pato vapor, nidifican en forma solita-
ria, por lo que no están incluidas en es-
te documento.
A fin de que se conozcan esa distri-
bución y abundancia, se presenta la si-
guiente tabla con información sobre el
número de nidos activos o parejas re-
productoras de aquellas especies que
se reproducen en colonias localizadas
en asentamientos reproductivos de cada
provincia patagónica (Yorio et al,
1998):
DISTRIBUCIÓN DE AVES MARINAS REPRODUCTORAS
EN EL LITORAL PATAGÓNICO ARGENTINO
DISTRIBUCIÓN DE AVES MARINAS REPRODUCTORAS
EN EL LITORAL PATAGÓNICO ARGENTINO
Distintas especies de aves marinas como la gaviota de Olrog (Larus atlanticus),
el biguá (Phalacrocorax olivaceus) y el pingüino de Magallanes
(Spheniscus magellanicus), se reproducen a lo largo de la costa patagónica.
22. 42 43
ESTADOS DE CONSERVACIÓN DE AVES Y
MAMíFEROS MARINOS, COSTEROS Y TERRESTRES:
A fin de obtener un diagnóstico de la situación de diversas especies de fauna
en relación con su potencial peligro de desaparición, es que existen algunas con-
venciones y documentos sobre los estados de conservación en que se encuentran
las mismas.
Con el objeto de unificar criterios, se tomaron en cuenta los siguientes: Recali-
ficación del estado de conservación de la fauna silvestre Argentina (CARPFS et al,
1995), Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de
Fauna y Flora Silvestres (CITES) y la " Lista Roja de Mamíferos y Aves Amena-
zados de la Argentina" (Libro Rojo).
TABLA A: ESTADO DE CONSERVACIÓN DE AVES Y MAMÍFEROS MARINOS
QUE SE REPRODUCEN EN LA PATAGONIA
Nombre vulgar Nombre científico Estado de conservación Referencia
Albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris) vulnerable UICN
Gaviota de Olrog (Larus atlanticus) vulnerable CARPFS
Cormorán guanay (Phalacrocorax bougainvillii) raro CARPFS
Cormorán gris (Phalacrocorax gaimardi) raro CARPFS
Gaviotín real (Sterna maxima) raro CARPFS
Gaviotín de pico amarillo (Sterna eurygnatha) raro CARPFS
Gaviota austral (Larus scoresbii) raro CARPFS
Ballena franca austral (Eubalaena australis) vulnerable CARPFS
Huillín (Lutra provocax) peligro de extinción CARPFS
Chungungo (Lutra felina) peligro de extinción CARPFS
TABLA B: ESTADO DE CONSERVACIÓN DE AVES Y MAMÍFEROS
MARINOS QUE SE REPRODUCEN EN OTROS LUGARES Y SE
ALIMENTAN EN LA PATAGONIA:
Nombre vulgar Nombre científico Estado de conservación Referencia
Albatros oscuro (Phoebetria fusca) vulnerable CARPFS
Petrel gigante (Macronectes giganteus) vulnerable CARPFS
Petrel del norte (Macronectes halli) vulnerable CARPFS
Petrel de cara gris (Pterodroma macroptera) vulnerable CARPFS
Paiño de vientre blanco (Fregetta grallaria) vulnerable CARPFS
Ballena minke (Balaenoptera acutorostrata) vulnerable CARPFS
Rorcual (Balaenoptera physalus) vulnerable CARPFS
Ballena sei (Balaenoptera borealis) vulnerable CARPFS
Ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) vulnerable CARPFS
Cachalote (Physeter macrocephalus) peligro de extinción Ministerio
Educación,
ciencia y
tecnología
ESTADOS DE CONSERVACIÓN DE AVES Y
MAMíFEROS MARINOS, COSTEROS Y TERRESTRES:
TABLA C: ESTADO DE CONSERVACIÓN DE ALGUNAS ESPECIES DE AVES
COSTERAS Y TERRESTRES:
Nombre vulgar Nombre científico Estado de conservación Referencia
Cauquén colorado (Chloephaga rubidiceps) peligro de extinción CARPFS
Macá tobiano (Podiceps galardoi) vulnerable CARPFS
Paloma antártica (Chionis alba) vulnerable CARPFS
Chorlito ceniciento (Pluvianelus socialis) rara CARPFS
La mayoría de las otras especies Apéndice II CITES
Halcón peregrino (Falco peregrinus) peligro de extinción CITES
(Apéndice I)
Cóndor (Vultur gryphus) peligro de extinción CITES
Choique (Pterocnemia pennata) peligro de extinción CITES
Águila mora (Geranoaetus melanoleucus) Apéndice II CITES
Carancho (Polyborus plancus) Apéndice II CITES
Cisne de cuello negro (Cygnus melancoryphus) Apéndice II CITES
Gavilán mixto (Parabuteo unicinctus) Apéndice II CITES
Lechuza de campanario (Tyto alba) Apéndice II CITES
Loro barranquero (Cyanoliseus patagonus) Apéndice II CITES
Cotorra común (Myopsitta monachus) Apéndice II CITES
TABLA D: ESTADO DE CONSERVACIÓN DE ALGUNAS ESPECIES
DE MAMÍFEROS TERRESTRES:
Nombre vulgar Nombre científico Estado Referencia
de conservación
Huemul (Hippocamelus bisulcus) peligro de extinción CARPFS
Yaguarundi (Herpailurus yaguarondi) vulnerable CARPFS
Gato guigna (Oncifelis guigna) vulnerable CARPFS
Tuco tuco (Ctenomys sociabilis) vulnerable CARPFS
Gato montés (Felis geoffroyi) peligro de extinción CITES
Pudú (Pudu pudu) peligro de extinción CITES
Mara (Dolichotis patagonum) peligro de extinción Libro Rojo
Comadrejita patagónica (Lestodelphis halli) peligro de extinción Libro Rojo
Zorro colorado (Dusicyon culpaeus magellanicus) peligro de extinción Libro Rojo
Gato del pajonal (Oncifelis colocolo) peligro de extinción Libro Rojo
El resto de las especies que no figuran en ambas listas, no presentan ningún tipo de riesgo o bien
son insuficientemente conocidas
23. 44 45
MEDIDAS PARA PREVENIR
LA EXTINCIÓN DE ESPECIES
• Debemos tomar conciencia todos
de la problemática ambiental de nues-
tra región; en particular, de la relacio-
nada con la extinción de especies. Sa-
ber cada día más acerca de dicha pro-
blemática, adquiriendo libros o revistas
especializadas en él, concurriendo a bi-
bliotecas o viendo documentales cine-
matográficos o televisivos relacionados
con el tema. Conocer los problemas
ambientales comunes a toda la humani-
dad y la situación general de las distin-
tas especies, poniendo especial énfasis
en centrar nuestro esfuerzo y nuestra
prédica conservacionista en temas rela-
tivos a nuestra zona.
• Los docentes deben dar prioridad a
la temática ambiental en los programas
de estudio, reuniendo materiales y pla-
nificando salidas de campo.
• Los no docentes deben influir en
las escuelas para que se preste particu-
lar atención a esta temática.
• Los biólogos y naturalistas deben
dar prioridad a las investigaciones rela-
cionadas con las especies que enfrentan
un mayor riesgo de extinción.
• Debemos denunciar a quien des-
truya la fauna y la flora, conociendo
para ello la legislación vigente.
• Apoyar la creación de reservas na-
turales, que constituyen la mejor garan-
tía para la subsistencia de las especies
vegetales y animales y, en consecuen-
cia, para salvaguardar a aquellas que se
hallan en riesgo de extinción.
• Exigir la correcta salvaguarda de
las reservas ya existentes mediante la
instalación de la infraestructura míni-
ma indispensable para ello, velando
por su integridad, ya que permanente-
mente surgen o bien proyectos de ex-
plotación de las mismas, o bien recla-
mos jurisdiccionales o de dominio que
las ponen en jaque.
MEDIDAS PARA PREVENIR
LA EXTINCIÓN DE ESPECIES
Es fundamental, para lograr la conservación de nuestra biodiversidad,
la constante inversión para educar a los niños y a la comunidad.
• Tomar conciencia de que el mayor
peligro lo constituyen el desconoci-
miento, la falta de interés y la ignoran-
cia sobre la situación de los otros habi-
tantes del planeta. Ellos también exis-
ten: tienen un espacio en la Tierra y en
este pedazo de ella llamado República
Argentina. El desconocimiento es la
mayor amenaza, aunque paradójica-
mente sea la menos visible.
EXPLICACIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOSEXPLICACIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOS
Para poder comprender la biodiversidad que nos rodea, es importante enten-
der la clasificación que se les asigna a los organismos. Ésta incluye la siguiente
jerarquía:
- Reino - División o Filum - Clase - Orden - Familia - Género - Especie.
A modo de ejemplo, citamos el siguiente, que corresponde al ser humano:
Reino: Animal.
Filum: Cordados.
Subfilum: Vertebrados.
Superclase: Tetrápodos.
Clase: Mamíferos.
Orden: Primates.
Familia: Homínidos.
Género: Homo.
Especie: Homo sapiens.
Así, las especies se agrupan en géneros, los géneros en familias, las familias en
órdenes, los órdenes, en clases y las clases, en fila o divisiones.
Estados de conservación:
A - Según la Recalificación del Estado de Conservación de la Fauna Silvestre
Argentina (CARPFS et al, 1995), los estados de conservación son los siguientes:
- Peligro de extinción: incluye a las especies que están en peligro inmediato de
extinción y cuya supervivencia será improbable si los factores causantes de su re-
gresión continúan actuando.
- Vulnerable: incluye a las especies que, por exceso de caza, destrucción del há-
bitat o por otros factores, son susceptibles de pasar a la situación de peligro de ex-
tinción.
- Rara: incluye aquellas que, con volumen poblacional muy pequeño, aunque no
estén actualmente en peligro ni sean vulnerables, corren esos riesgos.
B - Según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Ame-
nazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), son los siguientes:
- Apéndice I: incluye a las especies en peligro de extinción, que son o pueden
ser afectadas por el comercio. El comercio de ejemplares de estas especies debe-
rá estar sujeto a una reglamentación particularmente estricta, a fin de no poner en
peligro aún mayor su supervivencia. Aquél se autorizará solamente bajo circuns-
tancias excepcionales.
- Apéndice II: esta categoría incluye a las especies que, si bien en la actualidad
no se encuentran necesariamente en peligro de extinción, podrían llegar a esa situa-
ción si el comercio de ejemplares de las mismas no está sujeto a una reglamenta-
ción estricta. También se incluye en esta categoría a aquellas otras especies que no
son afectadas por el comercio, pero que también deberán sujetarse a reglamentación
con el fin de permitir un eficaz control del comercio de las especies a las que se re-
fiere el párrafo anterior.
24. 46 47
GLOSARIOGLOSARIO
ANFÍPODO: pequeño crustáceo
que vive en o cerca del agua. Ejemplo:
pulga de arena, piojo de ballena.
ARAÑA: artrópodo que pertenece a
la clase, arácnido. Su cuerpo se divide
en dos regiones: cefalotórax y abdo-
men. El cefalotórax tiene hasta ocho
ojos sencillos, un par de apéndices cer-
ca de la boca, llamados pedipalpos, con
forma de pata o de bulbo, dependiendo
del sexo, y cuatro pares de patas. Está
unido por un segmento estrecho con el
abdomen, el cual tiene desde uno hasta
cuatro pares de órganos hilanderos (co-
mo uñas), en las puntas.
ARTRÓPODO: el filum artropoda
pertenece al reino animal. Es un insecto
que tiene el cuerpo cubierto por un
exoesqueleto (funda dura y resistente al
agua) formado por placas separadas. Los
arácnidos (arañas), los crustáceos (can-
grejos) y los insectos son artrópodos.
AUTÓCTONO: Pertenece sólo a
un determinado lugar.
AVE: es un animal de sangre calien-
te, el único vertebrado que puede volar,
si se exceptúa a los murciélagos. Pre-
senta un pico sin dientes, el cuerpo cu-
bierto por plumas y pone huevos con
cáscara dura.
BENTÓNICA: referente a los orga-
nismos que viven en el fondo marino.
BIODIVERSIDAD: variedad y va-
riabilidad de los seres vivos y de los
complejos ecológicos que ellos inte-
gran. Se organiza en tres niveles: de
ecosistema, de especies y genética.
BIOMASA: peso o volumen de or-
ganismos vivos de una especie animal o
vegetal, por unidad de área, o de todas
las especies de la comunidad.
BIVALVO: pertenece al filum mo-
llusca y a la clase bivalvia. Su nombre
AGAR: molécula constituyente de
la pared celular de algunas algas rojas.
Materia prima en la industria de la ali-
mentación y en bacteriología.
ALGINATO: sal del ácido algínico,
constituyente de la pared celular de al-
gas pardas. Materia prima de aplicacio-
nes muy variadas en distintas industrias.
ANFIBIO: en griego, significa “do-
ble vida”, y hace referencia tanto a la
vida acuática como a la terrestre que
suelen desarrollar los animales así lla-
mados. A lo largo de su existencia, los
anfibios pasan por dos etapas: una lar-
val y otra adulta (suelen mostrar impor-
tantes diferencias morfológicas entre
una y otra). La transformación de una
larva en adulto es producto de una
compleja metamorfosis. La clase de los
anfibios está conformada por las sala-
mandras (Urodelos), las ranas y sapos
(Anuros) y las cecilias (Gymnophiona).
Las salamandras son batracios que
cuentan con cuatro miembros locomo-
tores -aunque hay excepciones-, piel li-
sa y una cola. Las especies terrestres
tienen estadios larvales y adultos, y
suelen respirar a través de pulmones.
Las ranas y los sapos también tienen
cuatro miembros, mas no poseen cola.
De allí deriva la denominación de anu-
ros. Forman parte de su sistema respi-
ratorio tanto los pulmones como la piel;
pueden incluso utilizar a ambos de ma-
nera simultánea. La diferencia primor-
dial entre sapos y ranas es que los pri-
meros se caracterizan por tener una piel
verrugosa y áspera, mientras las segun-
das suelen tener la piel lisa. Las ceci-
lias, a diferencia de los dos grupos an-
teriores, no tienen miembros y llevan
una vida subterránea. Poseen una suer-
te de escama o membrana que cubre
sus ojos atrofiados, especialmente
adaptados a la oscuridad. De hábitos
carnívoros, tienen dientes –al igual que
algunos anuros y urodelos- que son
producto de queratinizaciones y/o cal-
cificaciones.
El albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris) va a tierra solo
para nidificar, poniendo solamente un huevo blanco. El resto de su ci-
clo de vida lo pasa en el mar alimentándose.
Luego de su indiscriminada matanza durante los siglos pasados, la po-
blación mundial de la ballena franca austral (Eubalaena australis) len-
tamente se va recuperando, alcanzando los 7.000 ejemplares aproxi-
madamente.
El alto tenor graso de la leche materna del elefante marino del sur
(Mirounga leonina) permite al cachorro aumentar unos 100 kg.
durante su primer mes de vida.
En Patagonia, en la provincia de Río Negro, se encuentra la colonia de
loros barranqueros (Cyanoliseus patagonus) más grande del mundo.
Se registraron más de 70.000 ejemplares adultos.
Los grupos de guanacos (Lama guanicoe) se conforman de cuatro a
diez hembras por cada macho. De varios millones de individuos que-
daron menos de 200.000 en toda la Patagonia a inicios de la década del
‘70, debido a la cacerías descontroladas. Hoy se encuentran protegidos
por la ley.
El zorro gris (Pseudalopex griseus) se distribuye por toda la Patagonia
hasta el Estrecho de Magallanes. En el norte de Isla Grande de Tierra
del Fuego, fue introducido para combatir los conejos (aproximada-
mente 1950).
Ejemplares de Codium, suelen encontrarse en las zonas intermareales
de nuestras costas llegando a alcanzar los 30 cm. de altura.