Este documento es la homilía de una misa celebrada el 1 de mayo de 2009 en honor a San José Obrero. En ella, el sacerdote reflexiona sobre la dignidad del trabajo a la luz de las lecturas bíblicas del día y la enseñanza de la Iglesia. También analiza problemas laborales en la región de Atacama como jornadas largas de trabajo, trabajo infantil y despidos injustos. Concluye pidiendo solidaridad con los desempleados y el cuidado de los puestos de trabajo.
Lección adultos: Justicia y misericordia en el Antiguo Testamento - I
Homilía sobre la dignidad del trabajo y San José Obrero
1. Homilía
Festividad de San José Obrero
Viernes 1 de mayo 2009.
Introducción
En una fecha como hoy, el Día Mundial de los Trabajadores, todo el mundo
celebra una jornada de especial relieve social, haciendo memoria de los mártires de
Chicago, caídos en la defensa de sus derechos laborales.
Nosotros, reunidos en esta celebración de la Eucaristía del Señor para hacer
memoria de San José obrero, iluminados por la Palabra de Dios y fortalecidos por el
alimento del Cuerpo y la Sangre de Jesús el Señor, queremos hacer nuestro lo que
significa este Día,
Este momento de acción de gracias y de oración, nos ayudará a continuar nuestra
tarea de dignificar el trabajo y de buscar mejores condiciones de vida para los
trabajadores y trabajadoras de nuestra Región.
El mensaje que nos da la Sagrada Escritura, en las dos lecturas que haremos, nos
fortalecerá en nuestro compromiso.
1.- La dignidad de quien trabaja (Gen 1, 26-2, 3).
En la primera lectura, tomada del libro del Génesis, se nos presenta el relato de
la creación del ser humano, varón y mujer, a imagen y semejanza de Dios. Al mismo
tiempo el texto nos indica cuál será su tarea: procrear dando vida a los que poblarán el
mundo y trabajar la tierra en forma inteligente y responsable.
En este relato, de lenguaje tan sencillo y expresivo, encontramos varias verdades
de profundo sentido, que señalan la sabiduría del plan de Dios al crear al ser humano y
confiarle ciertas tareas a realizar.
Decir que Dios es creador no es una afirmación teórica, para el mero
conocimiento, sino que nos ayuda a entender el horizonte de la acción creadora de Dios.
Al crear, Él actúa o interviene de manera gratuita, es decir, sumamente generosa y
desinteresada, llena de amor a favor de su creatura predilecta, de cada uno de nosotros.
Ser creaturas suyas, a imagen y semejanza de Él, y poniéndolos en el jardín del paraíso,
quiere decir que cada uno tiene que ser un signo visible de Él y un instrumento eficaz de
su amor, cultivando y conservando debidamente los bienes de la creación.
Lamentablemente el ser humano, desde lo que ha sido la mala experiencia de
Adán y Eva, desobedeciendo a su Creador, por el mal uso de su libertad, ha
desordenado el mundo interior de cada persona y la humanidad en general. Por la
ruptura de la relación con el Dios Creador se ha deteriorado la unidad interior de cada
uno, la relación entre el varón y la mujer, la relación con los demás y con el resto de las
creaturas.
El Compendio de la DSI nos enseña que “en esta ruptura originaria debe
buscarse la raíz más profunda de todos los males que asechan las relaciones sociales
entre las personas, humanas, de todas las situaciones que en la vida económica y
política atentan contra la dignidad de la persona, contra la justicia y contra la
solidaridad.” (DSI, 27).
Si aplicamos esta visión desde el sabio plan creador de Dios a la realidad laboral
de Atacama nos encontramos con hechos dolorosos y preocupantes que encierran en sí
desórdenes. Detallo algunos de ellos. Por ejemplo,
2. el hecho de que el trabajo se haya convertido en una mera mercancía,
las largas jornadas de trabajo sin derecho al descanso o la recreación, no
respetando las 8 horas de trabajo, con daño para la salud o la sana relación con la
familia,
el hecho de que actualmente haya trabajo infantil, especialmente en algunos
predios,
la situación abusiva de empresarios que se aprovechan de la crisis actual para
despedir a sus trabajadores, o presionándolos para que ganen menos a costa de
no perder la fuente de trabajo.
Las recientes cifras de desempleo, 9,2% en el país y 9,8% en la región, nos
siguen preocupando grandemente por lo que significa esta situación para tantos
hermanos y hermanas nuestros, sin la posibilidad de una supervivencia digna y segura
para cada familia.
2.- Jesús compartiendo el trabajo en familia (Mt 13, 54-58).
La lectura del evangelio de Mateo nos presenta la persona de Jesús identificado
como perteneciente a una familia, sin mayores antecedentes, la familia de un trabajador,
José. El, haciendo las labores propias de un carpintero, gana el pan cotidiano para la
familia que le ha sido encomendada por Dios.
Un dato muy importante: Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, nace, crece y se
cría en un ambiente popular, de esfuerzo, de una vida que no es fácil para nada. El
evangelista Mt relata muy brevemente que una vez que Jesús aparece a la vida pública
para anunciar el Evangelio, la gente no quiere creer en lo que él dice o hace. Sospechan
de la validez de su enseñanza, simplemente porque “es hijo de un carpintero, su mamá
es María, una mujer común y corriente, y sus parientes son gente del montón.” O sea,
no tiene estudios ni carrera alguna.
Un hecho como este, que Jesús el Salvador y Maestro de la humanidad, haya
conocido y vivido el mundo del trabajo, es de gran significado para todos los hombres y
mujeres que se mueven, gozan y sufren en torno al trabajo de cada día. Es bueno
recordar algunos aspectos.
a) Jesús, desde el comienzo de su existencia en esta tierra, siendo parte de una
familia trabajadora, ha vivido y asumido lo que es sobrevivir dependiendo de
esta experiencia humana tan significativa como el trabajo (Mt 13, 55).
b) A través de su vida predicando la Palabra de Dios Jesús ha enseñado a valorar el
trabajo, ayudándole a san José en las labores de carpintería (Lc 2, 51),
condenando la flojera (Mt 25, 14-30), alabando al hombre responsable y fiel (Mt
24, 46), ganando el sustento para su familia (L0, 7).
c) En su trato con la gente ha enseñado a no dejarse esclavizar por el trabajo,
poniendo el primer lugar su alma, y el sentido de su vida. Esto se debe a que los
tesoros de la tierra se consumen mientras que los del cielo, son imperecederos.
d) El mismo durante su vida ha trabajado incansablemente para ayudar y liberar a
la gente de sus enfermedades, sufrimientos y de la muerte misma, pero dando al
descanso un claro sentido de dignidad, de encuentro gozoso con los demás, en
especial con la familia.
e) En su persona misma se expresa la culminación del valor de la creación,
haciendo que el trabajo humano de cada día llegue a ser un servicio a la
grandeza de Dios.
3. f) Finalmente, uniendo nuestra vida a la persona del Señor, a pesar del cansancio
que nos trae el trabajo, de nuestros problemas y dificultades, el hecho de trabajar
nos permite cooperar con Dios no sólo en la obra de la creación sino también en
la redención de nuestra realidad humana.
Nuestros Obispos de Chile nos han dicho en las nuevas Orientaciones Pastorales
2008-2012 que la Pastoral Social nos ofrece el aporte de la Doctrina o Enseñanza Social
de la Iglesia como “luz para una lectura cristiana y una aproximación pastoral a la
realidad del país. Es escuela de humanidad y de auténtico humanismo, pues a partir de
la Palabra de Dios, contiene propuestas para el respeto de las personas, para su
crecimiento y dignidad como tales y para su vida en sociedad.” (OO.PP., n. 85.4)
Mirando a Jesús, que participa de la experiencia de trabajo, junto a su padre
adoptivo José, y su madre María, excelente dueña de casa y vecina solidaria, hoy
podemos tener más claro lo que exige un trato digno y justo para con los trabajadores.
A la luz de las enseñanzas sociales desde el Evangelio no se puede aceptar
realidades como estas:
que el trabajo, tanto para los organismos de Estado como para los empresarios,
pierda la dimensión de la dignidad humana, y pase a ser una simple mercancía.
En este apartado se debe afirmar que el salario ético es un tema que no ha
perdido actualidad porque sigue siendo una realidad el hecho que muchos
trabajadores no cuentan con el ingreso adecuado para sostener dignamente a sus
familias.
que las autoridades pertinentes no estén atentas al cumplimiento de lo que
establece el Código del Trabajo respecto a las leyes contractuales. Es doloroso
constatar que hay quienes trabajan sin la seguridad de un contrato formal como
corresponde y que haya personas de otros países, que son discriminadas o que en
ocasiones reciben un trato vejatorio o poco respetuoso;
Una vez más hay que recordar a los trabajadores y trabajadoras la importancia de
que se organicen en forma seria, responsable y solidaria, con argumentos que
sean creíbles y aceptados por la fuerza de su verdad y no por la violencia
destructiva.
3.- Conclusión
Al final de este mensaje no puedo dejar de citar lo que ha declarado la
Conferencia Episcopal de Chile, con ocasión de la última Asamblea Plenaria de hace
una semana atrás, a propósito de la recesión económica mundial. “Desde nuestras
diócesis conocemos muy bien cómo la crisis está afectando a muchos sectores de sus
familias y habitantes. El cierre de las fuentes de trabajo, la cesantía que ello significa,
el derrumbe emocional de quienes están en esa situación, los tan dolorosos efectos en
la vida familiar, la congelación de estudios superiores, la incertidumbre, son sólo
algunos dramáticos efectos. Pero la crisis financiera mundial, cuyas nefastas
consecuencias percibimos a diario, tiene un origen mucho más grave, que dice relación
con el extravío de los valores éticos y la consecuente vida moral…” (Declaración
CECh, n. 5). Ciertamente que este mensaje nos llama, tanto a las personas como a las
comunidades, a ser solidarios con los cesantes, y a cuidar responsablemente nuestras
fuentes de trabajo.
En las circunstancias actuales en que vive el país, pidamos a la Virgen María del
Carmen, Madre de Chile, que nos ayude a estar fraternalmente cerca de todos los
4. trabajadores y trabajadoras que están sufriendo en algún aspecto de su vida personal y
familiar.
Al Señor Jesús, hijo del carpintero, nuestro Señor y Salvador, el honor, el poder
y la gloria. AMEN.
Copiapó, 1 de mayo, 2009