Este documento analiza el origen y delimitación histórica de la filosofía presocrática. Discute diferentes perspectivas sobre cuándo comenzó la filosofía griega, oscilando entre Tales de Mileto en el siglo VII a.C. o antecedentes más tempranos como la poesía religiosa de Homero y Hesíodo. También explora las condiciones sociales y económicas que hicieron posible la transición del pensamiento mítico al racional, como el desarrollo del comercio y la moneda en las ciudades jonias.
1. Filosofía presocrática
La filosofía presocrática es el período de la historia de la
filosofía griega que se extiende desde el comienzo mismo
de ésta, con Tales de Mileto (nacido en el siglo VII a. C.),
hasta las últimas manifestaciones del pensamiento griego
no influidas por el pensamiento de Sócrates, aún cuando
sean cronológicamente posteriores a él. Tales y los filó-
sofos griegos posteriores a él se incluyen dentro de los
llamados «presocráticos» hasta la época de Platón, cuyas
obras más importantes corresponden a la primera mitad
del siglo IV a. C. y afirman estar basadas directamente en
las enseñanzas de Sócrates.
La obra de estos pensadores antiguos no nos ha llegado
sino fragmentariamente, en citas de autores posteriores,
por lo que el estudio de sus doctrinas debe tener presente
constantemente la forma de transmisión textual y la valo-
ración de las fuentes.
1 Delimitación histórica de la filo-
sofía presocrática
La precisión acerca de los límites de este período de la
historia de la filosofía es problemática, tanto en lo que se
refiere a su comienzo como a su final, y encontramos en
los tratadistas soluciones diferentes.
1.1 El comienzo de la filosofía en Grecia
Aristóteles expone en su Metafísica que Tales de Mileto
fue el iniciador de un tipo de filosofía que concibió que
el principio de todos los entes era de índole material.[1]
A
partir de esta consideración la tradición entera de la his-
toriografía ha dado por sentado que Tales fue el primer
filósofo, y aún Guthrie[2]
se apoya en esta autoridad para
empezar sus consideraciones sobre la historia de la filo-
sofía griega comenzando por los filósofos milesios. Sin
embargo, el origen de este tipo de indagación ha sido ex-
plicado de diferentes maneras por la filología y la filosofía
contemporánea.
1.1.1 El comienzo absoluto del pensamiento occi-
dental: ciencia y filosofía
John Burnet expresa la opinión común de principios del
siglo XX[3]
al decir que en los pensadores jonios, el logos
se libera, de golpe, de las concepciones míticas imperan-
tes. Esto se debería sobre todo a una excepcional cualidad
de inteligencia y espíritu de observación del hombre grie-
go. A partir de esta discontinuidad radical que supone el
advenimiento del logos, la ciencia occidental no ha tenido
más que seguir la vía marcada por los filósofos jonios.[4]
Esta manera de entender el inicio del pensamiento filosó-
fico encuentra eco en Bruno Snell, aun cuando este sigue
una perspectiva más histórica.[5]
Luego de las importantes obras de Cornford: De la Re-
ligión a la Filosofía (1912) y Principium sapientiae (obra
póstuma, 1952) este tipo de visiones han dejado lugar a
explicaciones más matizadas. Para Cornford, el comienzo
de la filosofía sigue en estrecha relación con el comien-
zo de la ciencia. Por eso también observó la influencia
de la astrología y la aritmética babilónicas y la geometría
egipcia en la formación de la mentalidad filosófica, si bien
esta mentalidad transforma el afán práctico que estas dis-
ciplinas tenían en sus culturas de origen (la astrología ba-
bilónica estaba al servicio de la religión oficial, y la geo-
metría egipcia estaba destinada a medir campos de cul-
tivo concretos) en un afán puramente teórico. Ello se da
en virtud del descubrimiento, propio de los griegos, de la
forma, independiente de la materia.[6]
El primero que vin-
culó el inicio de la ciencia (la matemática) con intereses
exclusivamente especulativos (o sea, con intereses ajenos
al placer o a lo necesario) fue Aristóteles, en Metafísica
I, 981b13ss.
Podemos considerar que Guthrie se sitúa en esta perspec-
tiva de la relación filosofía – ciencia cuando considera la
relación entre mito y logos. Al hombre pre-filosófico no
le fue difícil considerar a la naturaleza y a sí mismo a
merced de fuerzas superiores arbitrarias: una típica con-
cepción politeísta o pandemonista tal y como se presenta
en los poemas homéricos. Los fenómenos atmosféricos
como la lluvia y el viento, o netamente humanos como la
enfermedad, la muerte o los impulsos psicológicos, tie-
nen una explicación en fuerzas personales, que se intere-
san por los asuntos humanos, e incluso guardan ciertos
lazos consanguíneos con estos. Frente a esta concepción,
la filosofía inicia cuando el hombre comenzó a indagar
por un orden subyacente al caos de los acontecimientos,
orden producido por fuerzas impersonales. La familia di-
vina se transforma en una “necesidad” despersonalizada.
El nacimiento de la filosofía está vinculado con el aban-
dono de la explicación mitológica para los problemas del
origen del universo, y la fe religiosa es sustituida por la fe
científica con sus triunfos y limitaciones.[7]
La relación del nacimiento de la ciencia con el desplie-
gue de la filosofía presocrática también ha sido puesta
de relieve por Eggers Lan, el cual nota, siguiendo a Sza-
1
2. 2 1 DELIMITACIÓN HISTÓRICA DE LA FILOSOFÍA PRESOCRÁTICA
bó, que la primera demostración deductiva de la historia
de la ciencia pertenece a Parménides. Todos los filóso-
fos presocráticos han hecho aportes a la ciencia, sea a las
matemáticas o a la ciencia natural.[8]
Aun así, Eggers Lan
distingue en este período la filosofía de la ciencia: ambas
tienen pretensiones de ser un estudio de validez universal,
solo que la filosofía es el estudio del universo como tota-
lidad ordenada, y la ciencia prescinde de tal referencia al
mundo.[9]
1.1.2 Del mito a la razón: el origen cosmogónico y
religioso de la filosofía
La primera reacción moderna ante la opinión común so-
bre el “milagro griego” del origen absoluto de la razón fue
la de F. M Cornford[10]
que vincula el inicio de la filoso-
fía con distintas manifestaciones de la poesía religiosa.
Debemos notar que esta tendencia de los tratadistas tam-
bién tiene su antecedente en Aristóteles: en Metafísica I,
983b29, dice que también los primeros “teologizantes”
(se refiere con este término a los “autores de cosmogo-
nías”, como entiende García Yebra)[11]
opinaron “acerca
de la naturaleza”.
Según Cornford, la “física” milesia nada tiene que ver con
la ciencia y la observación directa de la realidad. Estas
elaboraciones continúan las respuestas míticas tanto en
su material conceptual como en sus esquemas explica-
tivos, traslada a representaciones laicizadas el esquema
cosmogónico realizado por el pensamiento mítico–ritual.
Si el mundo homérico presenta una distribución, entre los
crónidas, de diversos lotes y honores (Il. XV, 189-194),
el mundo de los naturalistas jonios presenta una división
de jurisdicciones entre los poderes contrarios. El pensa-
miento de Anaximandro guarda una estrecha dependen-
cia con la poesía de Hesíodo: no hay gran diferencia entre
concebir el origen de todo a partir del Caos (Teog. 116)
o de una naturaleza indeterminada (12 B 1, A 9, A 13, A
14). A partir de este origen indiferenciado, la cosmogonía
hesiódica hace nacer parejas divinas, que interactuando
terminan por formar la estirpe de los dioses olímpicos, en
los que se fundamenta el orden del mundo; para la cosmo-
logía jonia estos contrarios no son ya divinidades perso-
nales, como Urano y Gea, sino naturalezas como lo cálido
y lo frío, lo húmedo y lo seco, que en su interacción dan
forma al cosmos cíclico.[12]
Las repercusiones de la concepción de Cornford fueron
tan importantes que la quinta edición de fragmentos de
Diels (1935) fue modificada por Kranz para adaptarla en
este sentido; este helenista amplió el apéndice que incluía
fragmentos de poesía y prosa cosmológica y astrológica
y los ubicó al principio de la colección. Kirk y Raven le
dedican todo un capítulo de su obra crítica[13]
a los “pre-
cursores de la cosmogonía filosófica”, como las cosmogo-
nías órficas, la cosmogonía de Hesíodo y las cosmogonías
“mixtas” como la de Ferécides.
La edición de fragmentos de los presocráticos de Gredos,
aun cuando inicia también por Tales, lo hace a pesar de
los reparos del director de la edición: este expresa que
no comienza por Anaximandro, primer autor del que dis-
ponemos de citas textuales, sólo para no romper con la
tradición,[14]
y que él no tendría inconvenientes en co-
menzar la historia de la filosofía con Homero, si se le en-
comendara la tarea de confeccionar una historia temática
de la filosofía por textos, donde se incluyeran temas filo-
sóficos, como los del significado de la muerte, el sentido
de la vida, etc.[15]
Los que se niegan a considerar la producciones cosmo-
gónicas como antecedentes de la filosofía, como Jaeger,
Guthrie y Eggers Lan, esgrimen en su contra la inauten-
ticidad de tales escritos: Son obras conservadas en frag-
mentos, en citas de autores posteriores, excepto la Teo-
gonía hesiódica que se ha conservado íntegra. En es-
te sentido comparten la precaria forma de transmisión
de la filosofía presocrática. Pero cuando se ha evalua-
do la influencia recíproca entre poemas y prosa de con-
tenido cosmogónico y la filosofía presocrática, los cos-
mólogos se han mostrado siempre en deuda con los fi-
lósofos. Así, se ha visto que Epiménides está influido
por Anaxímenes,[16]
y la teogonía rapsódica de Orfeo
está en deuda con Ferécides, Heráclito, Parménides y
Empédocles.[17]
Por ello se ha podido determinar que las
cosmogonías órficas no son anteriores al siglo VI a. C.,[18]
incluso algunas son posteriores a Sócrates, y pertenecen
frecuentemente a la era cristiana.[15]
De cualquier manera, la mayoría de los especialistas,
aun los que consideran las cosmologías como antece-
dente, distinguen éstas de la filosofía propiamente dicha.
Kirk y Raven consideran que tanto los poemas homéri-
cos como la teogonía hesiódica son muestras de un es-
tado particular de racionalización. Sobre todo la Teogo-
nía de Hesíodo con su afán sistematizador de la genea-
logía de los dioses.[19]
Sin embargo, el paso del “mito”
al “logos” es un cambio radical que incluye no solo una
des-personificación de las fuerzas de la naturaleza, sino
un cambio político, social y religioso que involucra una
apertura mental que tiende a relativizar el valor de la
tradición.[20]
1.1.3 Las condiciones sociales del origen del pensa-
miento racional
Para explicar la transformación que presentan las concep-
ciones filosóficas respecto de las míticas, algunos especia-
listas dirigieron la mirada a sus condiciones de posibili-
dad, y observan que estas son de índole social y económi-
ca. P. M. Schul[21]
piensa que debe de haber ejercido una
gran influencia, en la orientación del pensamiento hacia la
práctica, la creación de la moneda, el calendario, la escri-
tura alfabética, el rol de la navegación y el comercio. B.
Farrington, por su parte, enlaza el origen de la racionali-
dad griega (y el incremento de la riqueza material) con el
progreso técnico de las ciudades jonias, gracias a la liber-
tad que estas tenían respecto de una ortodoxia mantenida
3. 3
por una casta sacerdotal, como en Egipto o Babilonia.[22]
G. Thompson, en cambio, ve en la apertura de mercados
en los cuales el objeto se transforma en mercancía, y así
pasa de tener un valor de uso a un valor de cambio, el
factor que hace comprensible el advenimiento de la ra-
zón: puesto que esto significa que el objeto se despoja de
su diversidad cualitativa y pasa a tener una significación
abstracta.[23]
Jean-Pierre Vernant retoma estas consideraciones sobre
las condiciones sociales que hicieron posible el adveni-
miento del pensamiento filosófico, y las reformula. En lí-
neas generales, acepta la idea del paso del mito al “logos”,
pero enfatiza la conexión de los mitos cosmogónicos con
los ritos orientales de soberanía, y ve que la filosofía jó-
nica es una transposición de los elementos de estos mitos.
La aparición de la polis como forma de ordenamiento so-
cial le hace perder significación a este rito y el mito aso-
ciado pierde inteligibilidad, y el pensamiento naturalista
de los milesios no es más que un reflejo de este nuevo
orden, al independizar los elementos atmosféricos de la
figura del soberano.[24]
Por otra parte, acentúa la signifi-
cación del pensamiento que surge en Magna Grecia para
la comprensión del nacimiento de la filosofía como for-
ma de racionalidad y del filósofo como tipo humano. Si a
la filosofía precede el mito como forma de pensamiento,
el filósofo es precedido por el augur y por el poeta ins-
pirado. La filosofía mantiene ciertos caracteres de saber
revelado, lo que se ve claramente en el proemio del poe-
ma de Parménides.[25]
Sin embargo, entre las formas del
“chamanismo” griego y el filósofo hay un abismo, y es que
mientras que el augur está en posesión de un saber secre-
to, el filósofo se propone divulgar su saber a un cuerpo de
discípulos (Pitágoras); esta transformación de la figura del
sabio es hermana de una mutación en el plano social, que
consiste en la pérdida del poder político excluyente de los
gene nobiliarios, la disposición al servicio de la comuni-
dad de los ritos pertenecientes a los clanes sacerdotales, la
publicación de los decretos de justicia, antes reservados
para los Eupátridas; la aparición de la moneda, acuñada
y con un valor garantizado por el Estado. El paso del uso
del plural "τὰ ὄντα" (ta onta, los entes) en los jonios al
singular "τὸ (ἐ)ὄν" (to [e]on, el ente) en Parménides es un
signo más de la búsqueda de unidad, estabilidad y perma-
nencia que puede verse en la incipiente organización de
la ciudad griega, con la reforma de Clístenes, por ejem-
plo. En definitiva, Vernant considera que la filosofía es
resultado del advenimiento de la polis.[26]
1.2 Los últimos presocráticos
En general los tratadistas están de acuerdo en poner fin al
período presocrático una vez que se desarrolla y difunde
el pensamiento platónico. El término “presocrático” pa-
rece haberse extendido a partir de la edición de Diels y
Kranz, Fragmente der Vorsokratiker.[27]
El mismo Kranz,
en el prólogo, explica que “presocrático” no indica “an-
tes de Sócrates”, sino “antes de los socráticos” (sobre to-
do Platón y su escuela), y de hecho, incluyen en la obra
a pensadores posteriores a Sócrates, como Diógenes de
Apolonia o Demócrito. Por ello Guthrie entiende que la
palabra “presocrático” significa “no socrático”, y que este
significado se determina por el contenido del pensamien-
to más que por la cronología.[28]
La selección de pensa-
dores de la edición de fragmentos de la editorial Gredos
sigue un criterio semejante. Eggers Lan dice no temer
quedar atrapado en los esquemas de manuales, que dis-
ciernen, en la historia de la filosofía griega, una primera
parte cosmológica (la de los presocráticos) de otra antro-
pológica (representada por la sofística y Sócrates). Aún
cuando Heráclito o los pitagóricos parecen estar interesa-
dos en temas éticos, la diferencia con la sofística es no-
table, cuando esta concibe al hombre como medida de
todas las cosas, o con la afirmación socrática acerca del
reconocimiento de la ignorancia del hombre. Este quie-
bre de la cosmología tradicional y el enfoque puesto en
el hombre y su puesto en la sociedad sería el límite que
distingue ambas fases de la historia del pensamiento.[29]
2 Determinaciones internas de la
filosofía presocrática
Sea como sea que se entienda el inicio o el fin del pe-
ríodo histórico considerado, nos encontramos allí con un
grupo de pensadores que dista mucho de ser homogéneo
en sus intereses especulativos, en sus métodos e incluso
en sus formas expresivas. Sin embargo muchos autores
antiguos y modernos han ensayado diversas maneras de
agruparlos, y de entender la estructura y la evolución de
esta época de la historia de la filosofía.
2.1 Los doxógrafos y las escuelas filosófi-
cas
Teofrasto, en su obra Opiniones de los físicos había desa-
rrollado una clasificación de filósofos por escuelas. Di-
versos doxógrafos, los escritores de “sucesiones”, conti-
nuaron y sistematizaron esta tendencia, sobre todo Soción
de Alejandría. Relacionaban a los filósofos con sus su-
puestos maestros y discípulos. De estas sucesiones se nu-
trió el cronógrafo Apolodoro para confeccionar sus Cró-
nicas.[30]
Generalmente bastaba saber que un filósofo era
conciudadano de otro más joven para que los doxógrafos
y otros autores tardíos supusieran que el primero había
sido maestro del segundo.[31]
Así es como se fueron “in-
ventando” filiaciones intelectuales dispuestas en escuelas,
cuyo máximo divulgador fue Diógenes Laercio, y que si-
guieron como verdaderas los Padres de la Iglesia.
Las escuelas distinguidas por estas tradiciones fueron la
Escuela de Mileto, compuesta por Tales, Anaximandro
y Anaxímenes; la Escuela eleática, con Jenófanes como
fundador y Parménides, Zenón y Meliso como sucesores;
y la Escuela atomista, con Demócrito y Leucipo.
4. 4 3 FUENTES ANTIGUAS DE LAS CITAS Y ANÉCDOTAS DE LOS PRESOCRÁTICOS
La Escuela Pitagórica, en cambio, parece tener más pro-
babilidades de haber sido real, puesto que era no solo
una asociación con fines filosóficos, sino también religio-
sos, y hay una apreciable cantidad de testimonios ante-
riores a Teofrasto que nos detallan su actividad. Sin em-
bargo presenta problemas particulares de datación, así
como para precisar su unidad doctrinal.[32]
Además de
Pitágoras, semilegendario fundador de la escuela, pode-
mos contar en ella a Alcmeón. Los neoplatónicos, como
Jámblico, tendían a considerar a Parménides y su escue-
la dentro del pitagorismo, conformando la más general
Escuela itálica.[33]
2.2 Las agrupaciones de autores en la crí-
tica moderna
Los filólogos modernos han tendido a rechazar la divi-
sión escolar doxográfica. El análisis de las doctrinas pre-
socráticas por separado muchas veces ha refutado las
suposiciones de influencias entre autores. La edición de
Diels prescinde, en la medida de lo posible, de la división
escolar.[34]
Jaeger, sin embargo, en su obra La teología de los pri-
meros filósofos griegos, considera en un solo capítulo (II,
La teología de los naturalistas milesios) a la escuela mi-
lesia. Kirk, Raven y Schofield modifican la vieja distin-
ción entre escuela milesia y escuela itálica, modificando
la nomenclatura geográfica pero concibiendo cierta uni-
dad de orientación: por un lado presentan a los pensado-
res jonios, caracterizándolos como monistas materialis-
tas: cada autor concebía un principio material (el agua o el
aire, por ejemplo) como génesis de la pluralidad de las co-
sas que se presentan ante los ojos. Los autores indican que
la inclusión de Jenófanes y de Heráclito en los capítulos
dedicados a la filosofía jonia es meramente pragmática,
puesto que estos superan de alguna manera los intereses
naturalistas.[35]
Los jonios están divididos históricamente
en pre-parmenídeos (los ya mencionados, precedidos por
la escuela de Mileto) y post-parmenídeos (Anaxágoras,
Meliso, los atomistas). Estos últimos siguieron la tenden-
cia naturalista de los primeros, pero respondiendo a la es-
peculación de Parménides, que desarticuló aquellas con-
cepciones físicas.[36]
La filosofía en el occidente griego,
o sea, en el sur de Italia, se sitúa históricamente entre am-
bos. Sus representantes tuvieron intereses no naturalistas,
sino especulativos, aunque sobre este punto tampoco hay
una uniformidad total.[37]
Allí los autores ubican tanto a
Pitágoras como a los representantes de la escuela eleática
(excepto Meliso) y a Empédocles.
3 Fuentes antiguas de las citas y
anécdotas de los presocráticos
No nos ha llegado ninguna obra completa de los llamados
filósofos presocráticos. Hoy contamos solo con fragmen-
tos que nos han sido trasmitidos como citas más o menos
precisas de pensadores y recopiladores posteriores. Los
detalles de este tipo de transmisión, y sobre todo la va-
loración de las fuentes, deben ser tenidos en cuenta en
un estudio completo y una interpretación aproximada del
pensamiento de estos filósofos arcaicos, incluso para de-
terminar ciertos rasgos biográficos importantes, como sus
cronologías.
3.1 Cómo citaban los antiguos, caracterís-
ticas literarias y gramaticales
La primera dificultad que presenta el estudio de los fi-
lósofos presocráticos es la dificultad de precisar cuán fi-
dedigno ha sido el autor que lo cita o comenta. Sucede
que algunas obras con intenciones más o menos litera-
rias (como en el caso de la Historia de Heródoto, o los
diálogos platónicos) incorporan a su relato alusiones mu-
chas veces vagas sobre doctrinas anteriores, la mayoría
de las veces citas de memoria (siempre falible) o meras
paráfrasis, puesto que subordinan la citación precisa a la
composición de sus obras.
En cambio, con Aristóteles comienza una tradición de
tratadistas en prosa que hace desaparecer parte de las
dificultades mencionadas, aunque aparecen otras nuevas.
Hay que tener en cuenta que, cuando un expositor grie-
go o latino ha escrito sobre un pensador anterior, no ha
contado con los signos que en los idiomas modernos nos
ayudan a distinguir lo que se expone con lo que se cita,
esto es, sobre todo, las comillas dobles (""). Se han vali-
do, en cambio, de construcciones gramaticales diversas,
que dependen siempre de 'verba dicendi':
• verbo de decir + conjunción + oración de cita con
verbo en indicativo u optativo.[38]
Esta construcción
equivale a nuestro discurso directo: “dijo: viví en
Éfeso”, donde la conjunción vale por nuestros dos
puntos (:). Esta construcción es, lamentablemente
para la recolección de citas, poco frecuente en la-
tín y griego.
• verbo de decir + oración de cita con sujeto en acu-
sativo y verbo en infinitivo.[39]
Sin equivalentes en
la mayoría de los idiomas modernos, similar a una
poco usada forma española de discurso indirecto, ej:
“dijo residir en Éfeso”. Esta construcción es la pre-
ferida para citar, por ejemplo por Aristóteles.
• verbo de decir + adverbio, o punto alto (equivalente
a nuestros dos puntos), + texto de cita. Esta forma de
citar es la más parecida a la de los idiomas modernos
y quizás la más precisa. Pero es frecuente solo en
autores tardíos como Diógenes Laercio.
En cualquier caso, no se puede tener total seguridad de
la exactitud de la cita a partir solo de la consideración de
5. 3.3 Valoración de fuentes por autores 5
la forma elegida para citar.[40]
En cambio, citas que tie-
nen por objeto reproducir opiniones de autores que escri-
bieron en verso -Jenófanes, Parménides, Empédocles-son
mucho más fiables: la forma métrica nos permite discer-
nir el texto auténtico de una glosa.[41]
3.2 Aspectos históricos de la transmisión
de citas y anécdotas
Las primeras noticias sobre pensadores presocráticos
nos llegan por Aristófanes, Heródoto y por escritos
hipocráticos, pero estos escritores del siglo V a. C. nos
trasmiten esporádicamente datos muy escasos.[42]
Recién
en el siglo IV a. C. tenemos noticias y referencias amplias
y detalladas sobre algunas figuras. Las citas y testimonios
siguen apareciendo en diversos escritos de la antigüedad
tardía, en recopilaciones e historias que a veces también
se han perdido, aunque contaron con ellas algunos autores
de nuestra era, tanto paganos como cristianos. Incluso se
han encontrado citas, perdidas hasta entonces, en autores
del siglo XII y XIII. Lo importante a tener en cuenta es
que no es la antigüedad de una cita lo que la hace más o
menos fidedigna,[43]
sino la naturaleza de la obra donde
aparece, su estilo, la intención del autor, su acceso a otras
fuentes, y otros detalles.
Además de haber tenido en cuenta las vicisitudes
histórico-literarias de cada citador, la filología moderna
ha hecho estudios pormenorizados sobre el valor que ca-
da autor tiene como trasmisor, a partir de inspecciones
realizadas sobre sus citas de obras que sí nos han llegado
–las obras de Homero, por ejemplo–.
3.3 Valoración de fuentes por autores
3.3.1 Platón – S. IV a.C.
Según Kirk y Raven, Platón es extremadamente descui-
dado en citas de todo tipo,[44]
su actitud no es objeti-
va, sino humorística o irónica. En cuanto a sus comen-
tarios, son parciales o exagerados y no juicios históricos
moderados.[45]
Eggers Lan y Juliá consideran que Platón cita de memo-
ria –una memoria falible, hecho constatable a partir de sus
distorsionadas citas de Homero– incluso por una cuestión
de principio. Siguiendo a Cherniss,[46]
indican que en Fe-
dro 274c hay una justificación del uso de la memoria por
sobre el de las fuentes escritas. Lo importante no sería sa-
ber quién dijo tal cosa, o de dónde era, o cuándo lo dijo,
sino si era verdad o no.[47]
Por lo demás, al relatar anéc-
dotas de pensadores anteriores no tiene la pretensión de
transmitir hechos históricos precisos, sino más bien de
componer una situación propicia para sus diálogos, aun
incurriendo en anacronismos.[48]
3.3.2 Aristóteles – S. IV a. C.
El valor de Aristóteles, para Kirk y Raven, no reside en
la cantidad de sus citas directas sino en el “carácter de
recapitulador y crítico de los pensadores anteriores”.[49]
Aristóteles realiza, de hecho, un examen de las opiniones
de los filósofos en el primer libro de la Metafísica.
Estos comentaristas siguen, como también lo hacen Eg-
gers Lan y Juliá, a Cherniss[50]
en la valoración de Aris-
tóteles como citador: éste está ocupado en construir su
propio sistema filosófico, en general selecciona solo citas
que le interesan para tal fin, sin respetar órdenes crono-
lógicos, e incluso llega a distorsionar los temas tratados o
exponerlos mezclados con sus reflexiones sobre las impli-
caciones de tal doctrina en su sistema. Esta actitud nace
de su concepción histórica: piensa que los pensamientos
anteriores a él son un titubeante avance hacia la verdad
contenida en su propia doctrina.[51]
3.3.3 Teofrasto – finales del S. IV a. C.
La principal fuente para el conocimiento de los filósofos
presocráticos es la obra de Teofrasto Opiniones físicas u
Opiniones de los físicos.[52]
Tradicionalmente se conside-
ra esta obra como el esfuerzo de Teofrasto por colaborar
en la actividad enciclopédica de la escuela peripatética,
actividad que incluía una historia de la filosofía encomen-
dada a él.[53]
Hay dudas al respecto: por una parte, sobre
la mencionada “actividad enciclopédica” de la escuela,
por otra, al carácter histórico de la obra de Teofrasto. Eg-
gers Lan no cree que Teofrasto sea una excepción entre
los pensadores antiguos, y ve en dicha obra un ensayo más
sistemático que histórico, sobre todo en la forma exposi-
tiva: un diálogo en donde preguntas de cuño peripatético
eran respondidas por los pensadores anteriores a la es-
cuela, preguntas que quizás nunca se hubieran formulado
ellos mismos.[54]
Sea como sea, parece probable que Teofrasto haya podido
contar con las obras originales de la mayoría de los preso-
cráticos, al redactar su obra. Y aunque la objetividad del
escrito ha sido cuestionada, otros estudiosos han compa-
rado los lugares donde Teofrasto cita el Timeo platónico,
y la conclusión ha sido que procede con gran exactitud,[55]
a pesar de que unas pocas veces tiñe la exposición con
las opiniones aristotélicas vertidas, por ejemplo, en el de
Caelo.[56]
Allanadas o no las dificultades sobre la objetividad o la
dependencia del escrito respecto del pensamiento aris-
totélico, los investigadores han tenido que enfrentarse a
otro tipo de problemas, que pueden ser incluso mayores
que los consignados hasta ahora: sucede que las physikôn
doxôn tampoco se nos ha conservado. Las consideracio-
nes anteriores están basadas en una reconstrucción del úl-
timo libro de la obra de Teofrasto, titulado de las Sensa-
ciones, realizada por Hermann Diels[57]
a partir de citas
de Simplicio en su comentario al de Caelo de Aristóteles.
6. 6 3 FUENTES ANTIGUAS DE LAS CITAS Y ANÉCDOTAS DE LOS PRESOCRÁTICOS
Simplicio tampoco tuvo la obra original en sus manos,
sino un resumen de un tal Aecio, hecho a partir de otro
manual intermedio, llamado por Diels Vetusta Placita, da-
tado en el S. I a. C.[58]
Aun con estas dificultades, las physikôn doxôn siguen
siendo consideradas de primera magnitud como fuente de
citas de presocráticos, puesto que fue, para la antigüedad
tardía, la gran autoridad a la hora de extraer opiniones
de antiguos pensadores.[59]
A partir de la obra de Diels
de 1879, Doxographi Graeci, se comenzó a llamar “do-
xógrafos” a los trasmisores de citas dependientes de la
obra de Teofrasto. De ellos provienen la mayoría de los
fragmentos considerados auténticos de los presocráticos.
3.3.4 Los Doxógrafos[60]
Teofrasto
[Vetusta Placita]
Aecio [Placita]
Estobeo
pseudo-Plutarco
Antología
Epítome
Aquiles
Tacio
Cicerón
II
IV
III
II
I
I
IV
III
Soción y otros
doxógrafos de sucesiones
Eusebio
Ireneo
Teodoreto
San Agustín
VI
V
Diógenes Laercio
Vidas de los
filósofos ilustres
Hipólito
Refutación de todas
las herejías
Sexto Empírico
Adversus
mathematicos
Simplicio
In Aristoteles De Caelo comm.
In Aristotelis Phisica comm.
Doxógrafos biógrafos
y fuentes helenísticas
Apolodoro
[Crónicas]
Cirilo
Academica priora
S. a. C.
V
S. d. C.
Opiniones de los físicos
Esquema de dependencias de las fuentes doxográficas más rele-
vantes.
• Los Vetusta Placita: fue una compilación originada
en la escuela posidonia durante el S. I a. C. En el S. II
d. C., Aecio –nombre que nos es trasmitido por una
referencia de Teodoreto- resumió dicha obra. Ni los
Vetusta Placita ni el resumen de Aecio se han con-
servado. Solo conocemos restos de la obra de Aecio
en las citas de la Antología de Estobeo y del Epítome
de las opiniones físicas del Pseudo-Plutarco. A partir
de la comparación pormenorizada de estas fuentes,
el texto de Aecio ha sido reconstruido, también por
Diels.[61]
Del Epítome del Pseudo-Plutarco depen-
den las citas de Aquiles Tacio y de Cirilo. En cam-
bio, Varrón y Cicerón pudieron contar directamente
con los Vetusta Placita. Se puede determinar que es-
tas compilaciones y resúmenes fueron compuestos
imitando la disposición del texto de Teofrasto physi-
kôn doxôn: presentaban secciones determinadas por
un tema, y en un apartado las opiniones de varios
pensadores sobre el mismo.[62]
• Las sucesiones filosóficas: Soción de Alejandría es-
cribió hacia el 200 a. C. una obra, primera de mu-
chas en su género, donde agrupaba a los pensadores
por escuelas (es quizá el autor de la tradicional dis-
tinción, presente en su obra por primera vez, de las
escuelas jónica e itálica) y relacionaba a los diversos
autores con sus maestros y discípulos. De estos es-
critos dependen algunos testimonios trasmitidos por
Eusebio de Cesarea, Ireneo, Arnobio, Teodoreto y
San Agustín
• Cronógrafos: Eratóstenes había escrito una cronolo-
gía con fechas de artistas y escritores varios, y a me-
diados del S. II a. C., Apolodoro de Alejandría vino
a llenar ciertos vacíos de su obra. Lamentablemen-
te lo hizo a partir de principios poco convincentes,
tales como considerar que la madurez de un filósofo
le llegaba a los cuarenta años, y hacía coincidir esta
fecha con la de algún importante evento histórico.
Informado de la obra de Soción y su división en es-
cuelas, incluyó sucesiones en su obra, pero consideró
arbitrariamente que siempre el maestro era cuarenta
años mayor que su supuesto discípulo. No se con-
serva la obra de Apolodoro sino en citas de autores
posteriores, como Diógenes Laercio y Simplicio.
• Plutarco (S. II d. C.) incorporó abundantes citas a
sus Moralia (Obras morales y de costumbres).
• Sexto Empírico (S. II d. C.): su adscripción a la
escuela escéptica lo llevó a citar un número impor-
tante de opiniones antiguas sobre los sentidos y el
conocimiento.
• Clemente de Alejandría (S. II d. C.): en su Protrép-
tico y en sus Stromateis introdujo una cantidad apre-
ciable de citas de poetas y filósofos antiguos.
• Hipólito (S. III d. C.) y su Refutación de todas
las herejías: Acusa este escrito el uso de dos fuen-
tes doxográficas interesadas sobre todo en datos
biográficos, y que por ello agrupaban las opinio-
nes de los filósofos griegos por pensadores y no
por temas. Una de ellas es un compendio de po-
co valor (fue usado por Hipólito para extraer opi-
niones de Tales, Pitágoras, Empédocles, Heráclito,
Parménides, Meliso y Demócrito). La otra fuente es
más fidedigna incluso que Aecio; de ella extrajo sen-
tencias de Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras,
Arquelao y Jenófanes.
• Diógenes Laercio (S. III d. C.) y su Vidas, opiniones
y sentencias de los filósofos más ilustres: Interesado
más en biografías presentaba también juntas todas
las opiniones de cada filósofo, sumadas a anécdotas
procedentes de biógrafos helenísticos, de muy dudo-
sa veracidad. Contiene, de cualquier manera, citas
valiosas de Apolodoro. Su obra contiene un com-
pendio de poco valor, y una exposición detallada,
procedente de una fuente menos discutible.
• Las misceláneas del Pseudo-Plutarco: utiliza una
fuente independiente de Aecio. Se basa en los pri-
meros libros de la obra de Teofrasto, de contenido
cosmogónico.
7. 4.1 Fragmente der Vorsokratiker de Hermann Diels 7
• Simplicio: a pesar de ser un autor tardío (S. VI d.
C.), es una de las más importantes fuentes para el
conocimiento de citas directas de presocráticos. En
sus comentarios a los libros De Caelo y Física de
Aristóteles, incluyó citas de autores antiguos, más
extensas de lo necesario, puesto que según él, algu-
nas obras se habían vuelto difíciles de hallar.
• Otros autores que citan anécdotas o textos de
presocráticos: Filodemo, Marco Aurelio, Orígenes,
Ateneo de Náucratis, Numenio de Apamea, Plotino,
Porfirio, y más.
4 Compilaciones modernas de las
citas de los presocráticos
4.1 Fragmente der Vorsokratiker de Her-
mann Diels
El filólogo alemán Hermann Diels (1848-1922).
En 1903, Hermann Diels, que ya había escrito la impor-
tante obra Doxographi Graeci,[63]
publica la no menos
trascendente compilación Fragmente der Vorsokratiker.
Allí se encuentran editados los testimonios biográficos,
las interpretaciones antiguas, las citas directas auténticas
y las citas de imitaciones de más de cuatrocientos autores,
entre los cuales no solo se hallan filósofos presocráticos
en sentido literal, sino también poetas antiguos y sofistas
y otros escritores posteriores a Sócrates cuyas obras no se
han conservado completas.
La intención del autor fue hacer un manual con todo el
material disponible para el estudio del comienzo de la fi-
losofía griega.[64]
Y a tal punto lo logró, que actualmente
todos los estudios sobre los presocráticos utilizan, para ci-
tar los fragmentos, el orden de su edición. Cada autor ocu-
pa un capítulo numerado. A su vez, cada capítulo (no en
todos se respeta esta estructura) está dividido en: A. Tes-
timonios acerca de su vida y su doctrina; B. Fragmentos
considerados textuales y auténticos del autor; y C. Imita-
ciones.
Para citar un fragmento original, se utiliza el número del
autor y la letra B, más el número del fragmento. Por ejem-
plo, 28 B 7 es el fragmento séptimo de las citas textuales
de Parménides, trasmitida por Platón, Sofista 258d.
Para citar un testimonio sobre la vida de un autor, se uti-
liza el número de éste y la letra A con el número del frag-
mento: por ejemplo, 22 A 1 corresponde a la primera cita
de testimonios sobre Heráclito, que pertenece a las Vidas
de los filósofos ilustres de Diógenes Laercio, libro IX.
Usualmente se utiliza, encabezando la cita, una indicación
sobre la edición (Diels y Kranz = DK), ej. DK 22 A 1 ó
DK 28 B 7.
Luego de la corrección y reedición de Walther Kranz, el
orden de los autores de la edición es cronológico. La se-
lección está dividida en
A. Principios, donde se encuentran citas de
I. Poetas cosmólogos tempranos
1. Orfeo, 2.Museo y 3.Epiménides;
II. Poetas astrólogos del siglo sexto
4. Hesíodo, 5. Foco y 6. Cleostrato
III. Prosa cosmológica y gnómica temprana:
7. Ferécides de Siros, 8. Teágenes,
9. Acusilao y 10. Los Siete sabios
de Grecia
B. Los fragmentos de filósofos del siglo sexto y quinto y
sucesores directos, donde constan los siguientes autores:
11. Tales, 12. Anaximandro, 13. Anaxímenes,
14. Pitágoras,
15 – 20. Pitagóricos antiguos, 21. Jenófanes,
22. Heráclito, 23. Epicarmo,
24. Alcmeón, 25 – 27. Icos, Paros y Aminias,
28. Parménides, 29. Zenón,
30. Meliso, 31. Empédocles, 32 – 58. Autores
menores y escuela pitagórica,
59.Anaxágoras, 60 – 67. Autores menores, 68.
Demócrito, 69 – 78. Autores menores de Ab-
dera;
8. 8 6 ESTUDIOS CRÍTICOS
C. Antigua Sofística, donde podemos destacar las citas de
80. Protágoras y 82. Gorgias
4.2 The Presocratic Philosophers de Kirk,
Raven y Schofield
En 1957, la Cambridge University Press publica un estu-
dio crítico con una selección de textos de presocráticos,
con el título The Presocratic Philosophers. La obra es un
esfuerzo conjunto de Geoffrey Stephen Kirk, que comen-
ta la tradición jonia, los atomistas y Diógenes de Apolo-
nia; y John E. Raven, que redacta los estudios sobre la
tradición itálica, Anaxágoras y Arquelao. En la segunda
edición, de 1983, se une a la tarea Malcolm Schofield ac-
tualizando la bibliografía y redactando nuevamente los
capítulos sobre los eléatas y los pitagóricos, y retocando
otras secciones.[65]
La obra no pretende ser, como la de Diels, un compen-
dio de todos los autores arcaicos, sino una historia crítica.
Tampoco contiene todos los fragmentos referidos a los
autores tratados sino solo una selección, en griego y con
traducción al inglés, seguida de amplios comentarios.
Luego de un capítulo inicial (I) sobre los precursores de la
cosmogonía filosófica, donde se ocupan en caracterizar la
visión ingenua que los griegos tenían del cosmos, las cos-
mogonías órficas y “mixtas”, pasan a considerar a los pre-
socráticos propiamente dichos, en tres secciones. La pri-
mera, dedicada a los pensadores jonios, contiene estudios
sobre (II) Tales, (III) Anaximandro, (IV) Anaxímenes,
(V) Jenófanes y (VI) Heráclito. La segunda trata sobre
la filosofía en el occidente griego, con (VII) Pitágoras,
(VIII) Parménides, (IX) Zenón, (X) Empédocles y (XI)
Filolao y el pitagorismo del siglo V. Una tercera sección
dedicada a la “Respuesta jonia” considera los pensamien-
tos de (XII) Anaxágoras, (XIII) Arquelao, (XIV) Meliso,
(XV) Los atomistas y (XVI) Diógenes de Apolonia.
Esta obra cobra gran importancia para el mundo de ha-
bla hispánica a partir de la publicación de una traduc-
ción española (de Jesús García Fernández) por parte de
la Editorial Gredos, en 1970. Hasta 1978, cuando apare-
ce la edición de Eggers Lan, fue la única obra que con-
tenía un número elevado de traducciones al español (por
supuesto indirectas, a partir de las traducciones inglesas)
de fragmentos de los presocráticos en su conjunto.
4.3 Los filósofos presocráticos de Eggers
Lan
La misma Editorial Gredos publica en 1978 la primera
edición de textos en español (traducidos directamente del
griego) de los presocráticos, encargada a Conrado Eggers
Lan, en tres tomos de su conocida colección Biblioteca
Clásica Gredos (n.º 12, 13 y 14).
El editor explícitamente se expresa en contra de incluir
poetas, aunque sean cosmólogos, junto con filósofos pre-
socráticos propiamente dichos[66]
y excluyen a otros pen-
sadores consignados en la edición de Diels (Epicarmo,
Hipón, Arquelao, Eurito, Arquitas, Critias, Protágoras)
por carecer para ellos de importancia para la historia de
la filosofía.[67]
La lista de autores tratados es, después de
quitar la sección sobre los “Inicios” cosmogónicos y los
autores mencionados, idéntica en orden a la edición de
Diels.
Eggers Lan no distingue radicalmente los fragmentos que
proceden de testimonios biográficos y comentarios (DK
A) de las citas textuales (DK B), y los presentan mezcla-
dos y seleccionados según el arreglo interpretativo de ca-
da capítulo, en los que abundan títulos y secciones orien-
tativas. Sin embargo, al final del tratamiento de cada au-
tor, presentan seguidas todas las citas textuales conside-
radas auténticas, y las apócrifas, en el orden de la edición
DK, siendo la edición española más completa de los frag-
mentos de los presocráticos.
5 Cronología (640 a. C. — 370 a.
C.)
6 Estudios críticos
• Barnes, Jonathan: Los presocráticos. Madrid, Cáte-
dra, 1992. ISBN 84-376-1029-X
• Cherniss, Harold F.: Aristotle’s Criticism of Presocra-
tic Philosophy. Nueva York, Octagon Books, 1983.
ISBN 0-88254-836-0
• Berenguer Amenós, Gramática griega. Barcelona,
Bosch, 36ª ed. 1999. ISBN 84-7676-582-7
• Guthrie, W.K.C., Historia de la Filosofía Griega:
• Vol. I: Los primeros presocráticos y los pitagó-
ricos, Editorial Gredos: Madrid, 1999 [1ª edi-
ción, 3ª reimpresión]. ISBN 84-249-0949-6.
• Vol. II: La tradición presocrática desde Parmé-
nides a Demócrito, Editorial Gredos, Madrid,
1994 [1ª edición, 3ª reimpresión]. ISBN 84-
249-1032-X.
• Vol. III: Siglo V. Ilustración, Editorial Gre-
dos: Madrid, 1994 [1ª edición, 2ª reimpre-
sión]. ISBN 84-249-1268-3.
• G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield. The Pre-
socratic Philosophers. A Critical History with a Se-
lection of Text. S.L., Cambridge University Press,
1957, 1983. (Tr. española Los filósofos presocráti-
cos. Historia crítica con selección de textos. Traduc-
ción de Jesús García Fernández, Madrid, Editorial
Gredos, 1970, 2ª edic. 1987 (Biblioteca Hispánica
de Filosofía, 63). ISBN 84-249-1249-7)
9. 9
• Jean-Pierre Vernant: Mythe et pensée chez les grecs.
Zetein, 1973. (Trad. esp. Mito y pensamiento en la
Grecia antigua. Trad. J. D. López Bonillo. Barce-
lona, Ariel, 2007 (1ª ed. 5º reimpr.) ISBN 978-84-
344-9702-4)
7 Ediciones de fragmentos
• Diels, Hermann (1958). Doxographi Graeci (3ª edi-
ción). Berlín: Walter de Gruyer.
• Diels, Hermann; Kranz, Walther (1960-1961). Die
Fragmente der Vorsokratiker (10ª edición). Berlín:
Weidmann.
• Eggers Lan, Conrado; Juliá, Victoria E. (1978). Los
filósofos presocráticos 1 (1ª edición). Madrid: Gre-
dos. ISBN 84-249-3511-X.
• Cordero, Nestor Luis; Olivieri, F. J.; La Croce, Er-
nesto; Eggers Lan, Conrado (1979). Los filósofos
presocráticos 2 (1ª edición). Madrid: Gredos. ISBN
84-249-3532-2.
• Poratti, A.; Eggers Lan, Conrado; Santa Cruz de
Prunes, María Isabel; Cordero, Nestor Luis (1980).
Los filósofos presocráticos 3 (1ª edición). Madrid:
Gredos. ISBN 84-249-3542-X.
8 Véase también
• Historia de la filosofía occidental
• Monistas
• Pluralistas
9 Notas y referencias
[1] Aristóteles, Metafísica, A, 983b20
[2] W. C. K. Guthrie, Historia de la filosofía griega, I, p. 51
−52.
[3] Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, VII, p.
334
[4] J. Burnet, Early greek philosophy, Londres, 1920
[5] Snell, Die Entdeckung des Geistes. Studien zur Entstehung
des euroäischen Denkens bei den Griechen, Hamburgo,
1955. V. Vernant, op. cit., VII, p. 334.
[6] Guthrie, op. cit. p. 46
[7] Guthrie, op. cit. p. 37-40
[8] Eggers Lan, op. cit. p. 17-19
[9] Eggers Lan, op cit. p. 22-23
[10] F. M. Cornford, From religion to philosophy. A Study in
the origins of greek philosophical thought, Londres, 1912
[11] García Yebra. Metafísica de Aristóteles, p. 22
[12] F. M. Cornford, Principium Sapientiae. The origin of
Greek philosophical thought. V. Vernant, Los orígenes del
pensamiento griego, p. 82-85 y Mito y pensamiento en la
Grecia antigua, p. 338
[13] Kirk, Raven y Schofield. Los filósofos presocráticos. Cap.
1, p. 24 – 117
[14] Eggers Lan, Los filósofos presocráticos, I, p. 10
[15] Eggers Lan, op. cit. p. 11
[16] Kern. De Orphei Epimenidis Pherecydis theogoniis
[17] Rohde. Psyche. App. A, “The Great Orphic Theogony”
[18] Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, cap.
IV, p. 61. Guthrie, Historia de la filosofía griega, I, p. 49
[19] O. Gigon. Der Ursprung, cap. I. y F. M. Cornford, Princ.
Sap. Cap. II
[20] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, p. 116
[21] P. M. Schul, Essai sur la formation de la pensée grecque.
Introduction historique de la philosophie platonicienne, Pa-
rís, 1949. p. 151–175
[22] B. Farrington, Ciencia y filosofía en la antigüedad, Ed.
Ariel, Barcelona 1974, p. 30.
[23] G. Thompson, Studies in ancient Greek society, vol II, The
first philosophers, Londres, 1955.
[24] Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, p.334
−340
[25] No obstante, Gálvez, R., " 'Y una diosa me recibió' al vol-
ver en mi camino por el relato de Parménides”, Nova Te-
llus 29-2, 2011, p. 29, rebate esta última afirmación.
[26] Vernant, op. cit. pp. 341 – 364
[27] De cualquier manera, el término “presocrático”, había si-
do usado anteriormente, como en Plato and the Other
Companions of Sokrates (1865) de George Grote.
[28] Guthrie, Historia de la filosofía griega, II, p. 353
[29] Eggers Lan, Los filósofos presocráticos, I, p. 12ss
[30] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, p. 20.
[31] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 155; Eggers Lan y Juliá,
Los filósofos presocráticos. P. 59-60
[32] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 313; Eggers Lan y Juliá,
op. cit. p. 145ss
[33] Jámblico, de Vita Pythagorica liber, XXXVI 267
[34] DK, prefacio a la 1ª ed.
10. 10 10 ENLACES EXTERNOS
[35] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 118
[36] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 492
[37] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 311-312
[38] Berenguer Amenós, Gramática Griega, 346
[39] Berenguer Amenós, Gramática Griega, 344 y 345
[40] Eggers Lan y Juliá, Los filósofos presocráticos p. 26
[41] Eggers Lan y Juliá, Los filósofos presocráticos p. 27-28
[42] Eggers Lan y Juliá, Los filósofos presocráticos, p. 24
[43] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, p. 15
[44] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos p. 15
[45] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos p. 18
[46] H. F. Cherniss, “The History of Ideas and Ancient Greek
Philosophy”, en: Estudios de Historia de la Filosofía en
homenaje al Profesor Rodolfo Mondolfo Tucumán, 1957,
pp. 93-144
[47] Eggers Lan y Juliá, Los filósofos presocráticos p. 24 y 30-
31
[48] Eggers Lan y Juliá, Los folósofos presocráticos p. 25
[49] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos p. 16.
[50] H. F. Cherniss, Aristotle’s Criticism of Presocratic Philo-
sophy, 1935
[51] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 18. Eggers Lan y Juliá,
op. cit. p. 28-30
[52] El nombre en griego es physikôn doxôn, la forma de la pa-
labra “physikôn”, un genitivo plural, puede ser traducida
como modificador indirecto con carácter posesivo (“opi-
niones de los físicos”) o como adjetivo que modifica al
sustantivo de manera directa (“opiniones físicas”).
[53] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 18 - 19
[54] Eggers Lan, op. cit. p. 33-36.
[55] Kahn, Anaximander, p. 21; G. M. Stratton, Theophrastus
and the Greek Physiological Psychology before Aristotle,
Londres-Nueva York, 1917.
[56] J. B. McDiarmid, “Plato in Theophrastus de Sensibus",
Phronesis 4, 1949, pp. 59-70
[57] H. Diels. Doxographi Graeci, 1879, reed. 1958, p. 473 –
527.
[58] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos. p. 21,
Eggers Lan y Juliá, Los filósofos presocráticos p. 27
[59] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 19
[60] Para esta sección se ha usado la nota introductoria: Las
fuentes de la filosofía presocrática de la obra de Kirk, Ra-
ven y Schofield, los filósofos presocráticos, pp. 15 – 23 y la
segunda parte de la introducción general, El problema de
los escritos de filósofos presocráticos, de la edición de Gre-
dos de los presocráticos a cargo de Eggers Lan, pp. 23 –
38, teniendo a la vista además la obra de Diels Doxographi
Graeci, 3º ed. 1958
[61] H. Diels, Doxographi Graeci p. 267 – 444.
[62] Kirk, Raven y Schofield, op. cit. p. 19-21.
[63] Esta obra es un hito imprescindible para cualquier estudio
sobre la valoración de fuentes de los presocráticos.
[64] H. Diels, Die Fragmente der Vorsokratiker, Prefacio a la
primera edición de 1903.
[65] Kirk, Raven y Schofield, op. cit., Prefacios a la 1ª y 2ª
edición.
[66] Eggers Lan, op. cit. p. 9
[67] Eggers Lan, op. cit. p. 12
10 Enlaces externos
• Wikimedia Commons alberga contenido multi-
media sobre Filosofía presocrática. Commons
• Algunos fragmentos en texto bilingüe griego - espa-
ñol, con introducción, biografías y otras indicacio-
nes en español, en el sitio Filosofía.
• Hermann Alexander Diels: Fragmentos de los preso-
cráticos (Die Fragmente der Vorsokratiker). La pri-
mera edición se hizo en 1903 en Berlín, y fue diri-
gida por el propio Diels. A partir de la 5ª, sustituiría
a Diels Walther Kranz.
• Textos griegos, y algunos latinos, con intro-
ducción y comentarios en alemán: 1ª ed., de
1903, en facsímil electrónico en Internet Ar-
chive.
• Texto de la 2ª ed., de 1906, en su mayoría en
griego, con algunas traducciones al francés y
con índice electrónico en ese idioma, en el sitio
de Philippe Remacle (1944 - 2011).
11. 11
11 Texto e imágenes de origen, colaboradores y licencias
11.1 Texto
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