El Maestro, dueño del taller celestial, supervisa la creación del padre perfecto por los grandes arquitectos y obreros. Aunque sugieren usar materiales como mármol o piedras preciosas, el Maestro usa tierra y le agrega oro para que sea humilde pero fuerte. Le da forma, le sopla vida y le falta un pedazo de corazón, por lo que el Maestro, quien también es Padre, le entrega parte del suyo para enseñarle a perdonar, corregir y sacrificarse por los hijos.