Un hombre se quejó de ir a la iglesia cada domingo porque no recordaba ninguno de los miles de sermones a los que había asistido en 30 años. Otro respondió que aunque no recuerde los menús de las 32,000 comidas que su esposa le había preparado en 30 años de matrimonio, estas lo habían alimentado físicamente; de la misma manera, aunque no recuerde los sermones, la iglesia lo había alimentado espiritualmente y lo mantenía espiritualmente vivo.