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PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL
Plaza de San Pedro, 1Plaza de San Pedro, 1Plaza de San Pedro, 1 ——— 23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno
Correo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.comCorreo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.comCorreo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.com ——— Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224
EQUIPO DE REDACCIÓN
Andrés López Ángeles, párroco.
Paqui Peragón Ocaña.
Vicente Pereña Pamos.
Magdalena Cañada Anguita.
Francisco Javier Zuheros Cámara.
Heliodora Morales Guardia.
Antonio José Blanca Ortega.
Carmen Higueras Higueras.
Manuel Jesús Cañada Hornos.
PáginaPáginaPágina 222
JUAN JOSÉ LÓPEZ DÍAZ
CRISTRÓBAL HERMOSO CASTRO
GUADALUPE ACEITUNO GÁVEZ
JOSÉ ARRABAL UREÑA
JUAN MARTÍNEZ VERGARA
FLORENCIA SERRANO MUÑOS
RUBÉN GARCÍA BERMÚDEZ
SERGIO ORTEGA ESTRELLA
CARMEN UREÑA PARTAL
MARÍA ANGUSTIAS RISQUEZ UREÑA
AGUSTÓN MORENO MARTOS
EMILIO GONZÁLEZ RISQUEZ
JOSÉ TRIGO VALLEJO
LEIRE GALLARDO ORTEGA
IZÁN TEVA OCAÑA
JESÚS PEÑA CORTECERO
ÁLVARO VIZCAÍNO BEGARA
!Vigilad!
Sí; vigilemos. ¿Por qué?
Porque necesitamos de una palabra de aliento. Por-
que, el mundo, este mundo que tocamos con las ye-
mas de nuestras manos; que amamos y que a la vez
odiamos;
este mundo tan necesitado de paz, como tan lleno de
contiendas
necesita de buenos vigilantes.
Hombres y mujeres que, más allá del día a día, entre
los rascacielos del puro y duro sensacionalismo o
materialismo, levanten su cabeza y esperen.
Sí; esperen a un Dios que viene a salvarnos.
¿Salvarnos? ¿Salvarnos de qué?
De mucho, amigos, de mucho.
Hay muchas cosas y acontecimientos que atragantan
nuestra felicidad.
Vemos que este “gran castillo del bienes-
tar que nos hemos montado”
se tambalea y nos produce ansiedad, co-
rrupción, mentiras e inestabilidad
Dios que sale a nuestro encuentro
Dios que, en la Navidad, se hará pequeño
mientras que el hombre se empeña en
hacerse grande.
Dios que, en Jesús, se dejará abrazar,
amar, tocar, besar, adorar.
¡Bienvenido, Adviento!
Entra por las ventanas y balcones de nuestros cora-
zones.
Vivamos, amigos, este tiempo de esperanza; sema-
nas de espera y horas de tensión.
¡Que va a venir el Señor!
No podemos bajar la guardia; no podemos bajarnos
del torreón de nuestra fe por el simple hecho de que
nos digan que, en el llano, se vive mejor sin Dios.
Adviento. Lo necesitamos. ¡Qué déficit de esperanza
el nuestro!
Viene el Señor, porque nos ve vacíos.
Cuántas estrellas que iluminan las calles y, los que
las han puesto,
no saben ni por qué ni por quién.
Adviento. ¡Bienvenido seas!
¡Qué ganas tenemos de un Niño
que nos reúna en torno a la mesa
y nos haga pensar que, el mundo, aún tie-
ne solución!
Adviento. Es el Señor, que llega.
Prepárate…es Dios quien llega en persona.
Javier Leoz
PáginaPáginaPágina 333
1L
CONSEJO ARCIPRESTES
2M
3X
11 – 13 H. CONFESIONES
17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. SAN
PEDRO
4J
17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. VIR-
GEN DEL OLIVO
5V
18h. TALLER DE ORACIÓN
21h. REUNIÓN MATRIMONIOS
6S
DÍA DE LA CONSTITUCIÓN
18h. EQUIPO REVISTA PARROQUIAL
19h. REUNIÓN PREBAUTISMAL
SAN PEDRO PASCUAL, M.O.
7D
II ADVIENTO. B
VIGILIA INMACULADA
8L
INMACULADA CONCEPCIÓN
MINISTERIOS: ACOLITADO
9M
10X
11 – 13 H. CONFESIONES
11J
11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS
12V
11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS
FESTIVAL VILLANCICOS COFRADÍA CRISTO
DEL AMOR
17.30h.FORMACIÓN BIBLICA PARA AGEN-
TES DE PASTORAL
13S
10.30h. AGRUPACIÓN ARCIPRESTAL DE
COFRADÍAS
17.30h. CONSEJO DE PASTORAL
19h. BAUTISMOS MANUEL ARANDA
CONSEJO DIOCESANO DE CÁRITAS
14D
III ADVIENTO. B
15L
REUNIÓN ARCIPRESTAZGO EN SAN JUAN
DE DIOS DE MARTOS
(RETIRO DE ADVIENTO)
16M
17X
18J
11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS
18.30h. HORA SANTA HERMANOS DEL
SANTÍSIMO EN SANTA MARÍA
19V
11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS
18h. REUNIÓN DE CATEQUISTAS
ADOREMUS
20S
21D
IV ADVIENTO. B
13h. BAUTISMOS
ACABA TRIMESTRE CATEQUESIS SEMBRA-
DORES DE ESTRELLAS
22L
23M
11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS
18H. SE PONE EL MISTERIO
24X
NOCHEBUENA
25J
NATIVIDAD DEL SEÑOR
BAUTISMOS
CAMPAÑA NAVIDAD PARA CÁRITAS
26V
27S
20h. FIESTA DE LA FAMILIA. RENOVACIÓN
DE LAS PROMESAS MATRIMONIALES
28D
FESTIVIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA
29L
30M
31X
PáginaPáginaPágina 444
LA PIEDAD POPULAR
CARTA PASTORAL PARA COFRADÍAS, HERMAN-
DADES Y GRUPOS PARROQUIALES
Fiesta de Cristo Rey
Año 2014
SUMARIO:
O. Introducción,
I. ¿Qué se entiende por Piedad Popular?.
II. La Piedad Popular en tiempos de Santa Teresa.
III. Teresa de Jesús, testigo de esta Piedad.
IV. La fuerza evangelizadora de la Piedad Popular
según el Papa Francisco.
V. Nuestro apoyo y atención a la Piedad Popular.
VI. En el Plan Pastoral Diocesano y Delegación Epis-
copal.
VII. Exhortación Final.
0. INTRODUCCIÓN
1. Mi saludo a los numerosos hermanos y hermanas
cofrades en este XXVI Encuentro diocesano.
En esta ocasión les ofrezco una reflexión sobre la
piedad popular .
El motivo para ello nos la da, sobre todo, su Santidad,
el Papa Francisco, al dedicar un apartado del capítulo
IV de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
(nn. 122-126) a la piedad popular, por su fuerza e
importancia evangelizadora.
Por otra parte, como respuesta a cuanto nos indica el
Papa en estas líneas del documento programático de
su Pontificado, nuestra Diócesis lo incluye en el Plan
Pastoral, cursos 2014-2015, cómo capítulo especial,
en apoyo de su propósito evangelizador, bajo el signo
de la alegría .
Uniéndonos, asimismo, a las celebraciones del Año
jubilar teresiano, trataré de informales a los miles de
hermanos asociados en Cofradías y Hermandades a
lo largo y ancho del territorio diocesano, como se en-
tendía en tiempos de Santa Teresa la piedad popular,
la influencia favorable y hasta decisiva que pudo te-
ner en su vida y su entrega misionera a favor de la
evangelización.
2. De muy poco nos sirve, sin embargo, conocer y
reflexionar sobre estos contenidos si ello no nos ayu-
dara a dar un paso adelante en nuestra conversión
personal. De esto se trata: sentirnos cada vez más
responsables de la evangelización de nuestro entorno
y sociedad.
Las Cofradías y Hermandades, no son un fin, sino un
medio que, al expresar y vivir su fe junto a otros her-
manos cristianos, signifique, para cada miembro, una
verdadera ayuda y estímulo para conducir nuestras
vidas por los caminos que el Espíritu nos sugiere.
El Papa nos anima a ello con estas palabras: Jesu-
cristo “nos vuelve a cargar sobre los hombros una y
otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos
otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos
permite levantar la cabeza y volver a empezar, con
una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre
puede devolvernos la alegría” .
I. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR PIEDAD POPULAR?
1. En los últimos años se ha estudiado la piedad po-
pular, podría decirse, que desde todos los ángulos y
direcciones. Son abundantes los libros y artículos en
revistas especializadas, sobre sus variadas perspecti-
vas .
No son pocas las dificultades que encuentran a la
hora de describir y, mucho más, si tratan de definirla.
No obstante, suelen coincidir en asignarla los siguien-
tes rasgos característicos fundamentales, sin que
agoten su rico contenido:
a) Se trata de un fenómeno que forma parte del mismo
ser eclesial. Los sujetos y protagonistas de esta piedad,
constituyen lo que se llama el Catecismo popular.
PáginaPáginaPágina 555
b) En lo más profundo de esta piedad se encuentra
siempre verdadera hambre de lo sagrado, de lo divi-
no. Es la forma como manifiesta el pueblo sus creen-
cias y vivencias de lo sagrado. Sus expresiones con-
cretas hacen referencia a la cultura de cada época y
núcleo étnico. Se apoya esa vivencia en dos pilares
comunes: una misma fe y un mismo amor sobrenatu-
ral.
c) Utiliza lo concreto y se apoya en la mediación de
los ritos y ceremonias, de los símbolos y los gestos
culturales. Las imágenes, cuadros, iconos… cobran
en esta piedad una importancia capital. Otro tanto
cabría decir de sus fiestas y celebraciones litúrgicas.
d) Los misterios de la vida de Cristo, lejos en el tiem-
po, se hacen cercanos y hasta presentes por medio
de sus representaciones plásticas, a veces, hasta en
vivo, de modo particular en el ciclo de Navidad, y so-
bre todo, en la pasión, muerte y resurrección de
Jesús. Lo mismo debe decirse con respecto a María
Santísima y Santos titulares.
2. Con el fin de profundizar un poco más en la riqueza
y alcance de la piedad popular, nos acercamos al ma-
gisterio de los últimos Papas después del Concilio
Vaticano II.
a) El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica
Evangelii nuntiandi escribe sobre la piedad popular:
“ella refleja una sed de Dios que sólo los pobres y los
sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosi-
dad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de
manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los
atributos profundos de Dios: la fraternidad, la provi-
dencia, su presencia amorosa y constante. Engendra
actitudes interiores… (como) la paciencia, sentido de
la cruz en la vida cotidiana, aceptación de los demás,
devoción” .
b) San Juan Pablo II, la calificó como tesoro del pue-
blo de Dios y obra del Espíritu Santo en un Discurso
pronunciado en Chile, año 1987. Estas fueron sus
palabras: “Es el Espíritu Santo quien enciende en los
corazones, la esperanza y el amor, virtudes excelsas
que dan valor a la piedad cristiana. Es el mismo Espí-
ritu el que ennoblece tan variadas formas de expresar
el lenguaje cristiano de acuerdo con la cultura y cos-
tumbres propias de cada lugar en todos los tiempos.
Sí, la piedad popular es un verdadero tesoro del Pue-
blo de Dios” .
c) El Papa Benedicto XVI, al referirse a la piedad
popular, dijo en más de una ocasión, que no es algo
secundario en la vida cristiana, necesaria cuando la
fe se debilita y muy de tener en cuenta para la nueva
evangelización. Éstas son sus palabras: “sirve tam-
bién para evangelizar, para comunicar la fe, para
acercar a los fieles los sacramentos, para fortalecer
los lazos de amistad y de unión familiar y comunitaria,
así como para incrementar la solidaridad y el ejercicio
de la caridad” .
d) El Pontífice actual, el Papa Francisco, ya había
dicho en su Homilía del año pasado, 2013, que las
Cofradías y Hermandades son “una realidad tradicio-
nal en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos
una renovación y un redescubrimiento” . Son una ma-
nera legítima de vivir la fe y de evangelizar a los sen-
cillos, nos dijo también en aquella ocasión. Pero, so-
bre todo, conviene conocer y reflexionar sobre la fuer-
za evangelizadora que les atribuye, en el capítulo que
dedica al “anuncio del Evangelio” en la Exhortación
Evangelii Gaudium, al que me refería en la introduc-
ción.
“La piedad popular, escribe, es verdadera expresión
de la acción espontánea del Pueblo de Dios. Se trata
de una verdad en permanente desarrollo, donde el
Espíritu Santo es el agente principal… en la piedad
popular, subyace una fuerza activamente evangeliza-
dora… (que) estamos llamados a alentarla y fortale-
cerla… las expresiones de la piedad popular, tienen
mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas,
son un lugar teológico, al que debemos prestar aten-
ción, particularmente a la hora de pensar en la nueva
evangelización” .
II. LA PIEDAD POPULAR EN TIEMPOS DE SANTA
TERESA
Con el fin de acercarnos más a esta Santa y para ca-
er en la cuenta de que somos herederos de la piedad
popular de tiempos pasados, nos detendremos breve-
mente a destacar algunos de los rasgos más sobre-
salientes en aquellos años del S. XVI.
Desde la Edad Media se fue configurando una religio-
sidad “no oficial”, podríamos decir, como complemen-
to de la “expresión oficial” que aparecía en la liturgia,
ya que, por sus textos y el uso exclusivo de la lengua
latina, no satisfacía las aspiraciones del pueblo fiel
para expresar el dinamismo de su fe y devociones.
Así fueron surgiendo los santuarios y ermitas, como
cierta réplica a las iglesias parroquiales, los “gozos”,
festejos en honor de la Virgen María y sus Patronos,
las asociaciones y cofradías cultuales y de asistencia,
como otros modos de practicar la misericordia.
Entre las formas de piedad de aquella época destaca-
mos:
a) La devoción a Jesucristo, a la Virgen María y a los
Santos, representados en imágenes, lienzos e iconos,
pasos para la Semana Santa y otras expresiones que
exaltan los sentimientos religiosos del pueblo fiel,
hasta rivalizar con fuerza en sus diversas expresio-
nes.
PáginaPáginaPágina 666
b) Se difunde el culto a la Eucaristía, como réplica a
las doctrinas luteranas, así como la devoción a la
Santa Cruz y a las reliquias. Se generaliza también la
piadosa práctica del Vía Crucis que, con el paso de
los años, evolucionaría hasta su forma actual.
c) Son frecuentes las procesiones penitenciales, cul-
tuales y de rogativas, lo mismo que las romerías a
santuarios y ermitas.
d) Otros dos capítulos importantes que se viven en
estos años, en relación con la piedad popular, son “la
milagrería” y “el demonismo”.
La primera incluía milagros de carácter físico y moral,
como integrantes en aquella piedad un tanto profesio-
nalizada. Los videntes, curanderos y taumaturgos
eran unos profesionales más, que se mezclaban con
el pueblo.
Como contrapunto a la milagrería religiosa, aparecía
también con fuerza la figura del demonio. Su presen-
cia e influencia en la vida espiritual, en particular so-
bre las personas que se dedicaban a la práctica de la
oración mental, es otra de las notas distintivas de la
piedad en aquellos años.
Todas estas formas y características de esta piedad
popular ocupan un lugar relevante en los escritos de
espiritualidad de aquellos años y no podrían enten-
derse las devociones de Santa Teresa sin conocer
esta realidad, de la que participó y vivió desde niña.
Hemos de decir también, sin embargo, que el cristia-
no vivía inmerso en la realidad de Dios. Interpretaba
la pobreza, el trabajo, la enfermedad… bajo la luz de
la Providencia divina y tenía, a flor de piel, los miste-
rios de la muerte y la gloria del cielo. Sacralizaba el
espacio en que vivía y su tiempo desde la oración.
Vivían con amor y ternura, al mismo tiempo, su vincu-
lación con Dios.
III. TERESA DE JESÚS, TESTIGO DE ESTA PIEDAD
1. Supo discernir, ayudada por la sabiduría que fue
adquiriendo desde la práctica de la oración mental, la
“auténtica piedad” popular, distinguiéndola de las de-
vociones que calificó de “bobas”. Utilizó los valores
positivos de esta piedad para manifestar su profundo
e incondicional amor a Jesucristo, a la Eucaristía, a la
Virgen María, a San José, a otros Santos y a las reli-
quias.
Integró en esta piedad, también, la celebración de las
fiestas religiosas y la veneración de las imágenes,
llevadas en ocasiones en procesión. Acudió, de jo-
ven, por ejemplo al santuario de Nuestra Señora de
Guadalupe, en Cáceres, en procesión. En algunos
monasterios reformados mandó edificar algunas ermi-
tas a las que se retiraba en soledad para orar mejor.
2. Esto hace de la santa andariega testigo cualificado
de la piedad del pueblo de su tiempo. Podrían desta-
carse, en este sentido, los siguientes aspectos de su
piedad, más en concreto:
a) Todos los tratadistas de Santa Teresa consideran
el culto y devoción a Jesucristo como el centro de su
religiosidad. Jesús ocupa el lugar más íntimo de su
vida. Era para ella el amigo fiel con el que trata con
gran familiaridad y confianza. Celebraba con gran
alegría los misterios de su infancia, nacimiento y pre-
sentación en el templo, y lo mismo los misterios de su
pasión y muerte. Era muy devota a una imagen de
Cristo atado a la columna y a otra de Cristo muy lla-
gado, ante la que tuvo lugar su conversión definitiva
al Señor (Cf. Vida, 9.1).
De ahí precedía su devoción a la Santa Cruz, le gus-
taba tomar en sus manos una cruz, porque le parecía
que, por este medio, Dios le daba ánimo para vencer
a todos los demonios (Cf. Ibídem 25, 19).
b) Su devoción a la Eucaristía. Para ella la sagrada
Comunión era el momento más importante del día.
todo su deseo era glorificar a Cristo sacramentado y
extender su culto. Esto la animaba en la fundación de
Conventos pues así habría una Iglesia más para ren-
dir culto al sagrario. Escribe en el libro de las Funda-
ciones: “para mí es grandísimo consuelo ver una igle-
sia, más donde haya Santísimo Sacramento” (Cf. Ibí-
dem 3, 9).
c) La devoción de Santa Teresa a la Virgen María es
también uno de los rasgos más sobresalientes de su
piedad, la invocaba como mediadora y protectora.
Fue su madre quien la educó desde niña en esta de-
voción, que practicaría durante toda su vida. Con in-
genuidad de niña, al quedarse huérfana de madre
“suplicó con lágrimas que hiciese Ella las veces de
una Madre” (Ibídem 1.7). Colocaba imágenes de la
Virgen en lugares especiales de la casa en sus Fun-
daciones y, en sus viajes, llevaba como compañía la
imagen de Nuestra Señora de la Consolación.
d) Con el mismo alcance debemos interpretar su de-
voción al Patriarca San José y a algunos Santos. A
sus 25 años estuvo a las puertas de la muerte. Escri-
be que acudió al Patriarca san José y de manera mi-
lagrosa remitieron sus males. Dedica todo el capítulo
VI de la autobiografía de su Vida para dar a conocer
su devoción a este Santo (Ej. Ibídem 6. 6.7).
Otro tanto cabe decir de su devoción a algunos otros
Santos, a los que acudía para que la libraran del de-
monio
e) Era muy aficionada a rezar oraciones vocales,
costumbre heredada de su madre (Cf. Ibídem 1,1;
3,2) y recitaba el Oficio divino diariamente .
PáginaPáginaPágina 777
3. Podríamos decir que la devoción de Teresa de
Cepeda es fruto de sus profundas vivencias espiri-
tuales. Transformó las formas de piedad popular de
su tiempo, con una disponibilidad abierta, hasta al-
canzar y experimentar los más altos grados del misti-
cismo. Piedad popular y mística constituyeron en
ella, podríamos decir, una unidad maravillosa.
Esto nos lleva a concebir que la Madre Teresa de
Jesús, maestra de una espiritualidad culta y cualifi-
cada, sea al mismo tiempo uno de los testimonios
más autorizados de la importancia, en la práctica, de
la piedad popular en todos los tiempos.
IV. LA FUERZA EVANGELIZADORA DE LA PIEDAD
POPULAR SEGÚN EL PAPA FRANCISCO
1. La misión de la Iglesia, de los discípulos de Cristo,
siempre ha sido, desde sus orígenes, difundir en el
mundo la llama de la fe que Jesús encendió en el
mundo: la fe en Dios, que es Padre, Amor, misericor-
dia, llevar el Evangelio de Jesucristo a toda la crea-
ción (Cf. Mc. 16, 15).
El Papa comenta lo siguiente sobre esta tarea que
Cristo nos encomienda con unas bellas palabras:
“Para ser evangelizadores de alma también hace
falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de
la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que
eso es fuente de un gozo superior. La misión, añade,
es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una
pasión por el pueblo. Cuando nos detenemos ante
Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que
nos dignifica y nos sostiene, pero ahí mismo, si no
somos ciegos, empezaremos a percibir que esa mi-
rada de Jesús se amplía y nos envía al pueblo, de tal
modo que nuestra identidad no se entiende sin esa
pertenencia… A veces sentimos la tentación de ser
cristianos manteniendo una prudente distancia de las
llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la
miseria humana, que toquemos la carne sufriente de
los demás” .
2. Ya hemos dicho antes, que el Papa Francisco de-
dica un apartado en el capítulo tercero de su Exhor-
tación Apostólica Evangelii Gaudium para poner de
relieve la fuerza evangelizadora de la piedad popu-
lar.
De entre todos los valores que adornan y encierra
esa piedad, él ha querido destacar para nuestro
tiempo esa fuerza de la piedad del pueblo que se
evangeliza continuamente a sí mismo.
La piedad popular, en palabras del Papa: “Es verda-
dera expresión de la acción misionera espontánea
del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en per-
manente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el
agente principal. En la piedad popular puede perci-
birse, añade, el modo en el que la recibida se en-
carnó en una cultura y se sigue transmitiendo” .
V. NUESTRO APOYO Y ATENCIÓN A LA PIEDAD
POPULAR
1. Resulta también de máximo interés el apoyo que
muestra el Santo Padre a la piedad popular, advir-
tiéndonos que si “en algún tiempo se miró con des-
confianza”, como aún lo hacen algunos, muy pocos,
es cierto también, nos dice el Papa, “que ha sido
objeto de revalorización en las décadas posteriores
del Concilio” , lo cual es muy cierto.
Pero en la Exhortación citada no sólo nos invita el
Santo Padre a esa “revalorización” continuada de la
piedad popular, sino que además expone las razo-
nes para ello, con las siguientes palabras porque:
“en la piedad popular, por ser parte del Evangelio
inculturizado, subyace una fuerza activamente evan-
gelizadora que no podemos menospreciar, porque
sería desconocer la obra del Espíritu Santo” .
Lejos de ello, por el contrario, nos dice a todos noso-
tros, que “estamos llamados a alentarla y fortalecerla
para alentar el proceso de inculturación que es una
realidad nunca acabada” .
De nuevo quiere destacar su importancia para la
nueva evangelización y como fuente de renovación
personal, cuando escribe que “las expresiones de la
piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, pa-
ra quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que
debemos prestar atención, particularmente a la hora
de pensar en la nueva evangelización” .
El Papa San Juan Pablo II en la visita ad Limina del
año 1982, les dijo a los Obispos de las provincias
eclesiásticas de Sevilla y Granada que la exaltación
ritualista, su tendencia a la devoción y dimensión
festiva de la piedad de sus fieles diocesanos, que en
parte la caracterizan, merecían su “atención conti-
nuada y con respeto y cuidado” .
También el Papa Benedicto XVI, en diversos mo-
mentos de su fecundo magisterio, ha manifestado su
interés por la piedad popular destacando, sobre to-
do, su incidencia imprescindible a favor de la evan-
gelización, y la comunicación de la fe, para acercar a
los fieles a los sacramentos, fortalecer los lazos de
amistad y de unión familiar y comunitaria, así como
para incrementar la solidaridad y el ejercicio de la
caridad.
Insistió también, más de una vez, en que esta piedad
tiene que estar en estrecha relación con la liturgia y
PáginaPáginaPágina 888
Virgen María y una conciencia de pertenencia a la
Iglesia, con afecto al Sucesor de Pedro y al episco-
pado .
2. Sin embargo, hemos de advertir también que, for-
mando parte de la atención que la Iglesia debe pre-
star a la piedad popular, incluya asimismo su ince-
sante vigilancia por parte de los Pastores respecti-
vos.
Los últimos Pontífices citados suelen unir esta adver-
tencia al tiempo que manifiestan su apoyo a esta
piedad a fin de que los elementos menos perfectos
se purifiquen progresivamente, evitando que esta
piedad quede reducida a mera expresión folclórica o
costumbrista traicionándose, de esta forma, su ver-
dadera esencia.
Se requiere, insisten, que los Pastores “se encar-
guen de ella” y caminen juntos con sus fieles en un
esfuerzo constante para que el valor de los signos
penetre en lo hondo del corazón, para que esos sig-
nos estén siempre iluminados por la Palabra de Dios
y se transformen en convicciones firmes de fe, con-
solidada por los sacramentos y su fidelidad a los va-
lores morales. Debe apuntar siempre al centro que
es Jesucristo, y no quedarse únicamente en lo exter-
no .
VI. EN EL PLAN PASTORAL DIOCESANO Y DELE-
GACIÓN EPISCOPAL
1. Nuestra Iglesia diocesana, en comunión con toda
la Iglesia y siguiendo las orientaciones del Santo
Padre para todo el Pueblo de Dios y de los Obispos
de la Conferencia Episcopal Española, ha elaborado
el nuevo Plan Pastoral para el presente curso y el
siguiente.
No pretende otra cosa que ser un instrumento de
ayuda en manos de los fieles para caminar juntos en
comunión y con objetivos concretos.
Se dedica el capítulo tercero a la piedad popular co-
mo habrán podido comprobar y se marcan los si-
guientes objetivos y sensibilidades para la misma:
a) Adquirir una mirada significativa de las distintas
expresiones de piedad popular para saber conside-
rarlos como un “lugar teológico”.
b) Diferenciar lo que es puramente cultual, lo que es
solamente religioso y lo que constituye propiamente
la expresión de en Jesucristo.
Se proponen también unas acciones: sobre todo el
estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium, in-
vitándose a los sacerdotes, como pastores, a ser los
primeros por su cercanía, y se indican los siguientes
momentos, en concreto, para la promoción de las
Cofradías y Hermandades:
1) Una vida de oración durante cada curso, como la
celebración de algún retiro espiritual, vía crucis peni-
tencial, rezo del santo rosario en familia o en la mis-
ma Cofradía.
Los últimos Pontífices destacan y apoyan en la reno-
vación para la piedad popular las “peregrinaciones•.
En este Año Jubilar de Santa Teresa, bien podría-
mos hacerlo a los lugares señalados para alcanzar la
Indulgencia plenaria, con sentido de conversión.
2) Austeridad, destinando algunos de sus recursos,
a través de Cáritas parroquial o diocesana a favor de
los necesitados, como vienen haciéndolo ya con tan-
ta generosidad.
3) Poner un interés especial bien programado, en
favor de la formación de los hermanos cofrades, sir-
viéndose de las propuestas a su alcance de la Vicar-
ía Diocesana de Pastoral y Delegación Episcopal de
Cofradías y Hermandades .
4) Conocimiento de los fines fundacionales de su
respectiva Cofradía o Hermandad, actualizando el
cumplimiento de los mismos desde una visión inserta
en el “hoy” de nuestras vidas.
c) Una “permanente misión” interna de cara a los
propios miembros, todos necesitamos ser evangeli-
zadores, en cualquier edad, para afianzar la fe y dar,
luego, respuestas como testigos del Evangelio de
Jesucristo, sin escondernos, ni desentendernos de lo
que Dios ha puesto en nuestras manos .
2. La Delegación Episcopal, por su parte, pone tam-
bién en sus manos, a través del Delegado, una Guía
de estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium,
para su lectura personal y su reflexión en grupo de
cofrades.
Se proponen cuatro reuniones de trabajo en cada
curso. Cada uno de los encuentros se centra en una
de las acciones señaladas en el Plan pastoral dioce-
sano: la formación. Por ello les exhorto a todos, es-
pecialmente a sus Consiliarios y Presidentes o Her-
manos Mayores a reunirse también para lograr los
objetivos propuestos.
VII. EXHORTACIÓN FINAL
“La alegría renace el Jesucristo”. Éste es el título del
Plan Diocesano de Pastoral. Se hace eco de las pa-
labras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium,
cuando nos dice: “Con Jesucristo siempre nace y
renace la alegría”, y nos invita a tomar parte activa
en “una nueva etapa evangelizadora marcada por la
alegría” .
Habrán podido fijarse, durante la lectura de esta car-
ta, cómo el Santo Padre insiste y espera de la pie-
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todos los discípulos de Jesús.
Nos propone como punto de partida y de llegada, en
todo el recorrido, dejarnos encontrar con Dios. En Él
radica la fuente de la acción evangelizadora porque
Dios siempre tiende a comunicarse por quien le aco-
ge.
Sólo el egoísta y de corazón cómodo, que vive única-
mente para él, al no dejar espacio para nadie, tampo-
co necesita de Dios. Éste nunca podrá gozar de la
dulce alegría de un Dios que nos quiere, nos espera y
acompaña cada día.
En nombre del Señor, les envío para ser sus alegres
testigos y de su Evangelio en todos los rincones de
esta Iglesia diocesana. No hace falta hacer milagros;
los milagros los hace Él. Por eso les decía en mis
palabras de aprobación del Plan diocesano de Pasto-
ral “que como pueblo que camina unido bajo la fuerza
del Espíritu, entreguemos a Jesucristo los cinco pa-
nes y los dos peces, de nuestra pequeñez”. Él se en-
cargará “de volver a repetir el milagro de la multiplica-
ción (cf. Jn. 6, 9) para saciar a tantos hermanos nues-
tros que buscan a Dios” .
Así se lo recomendamos a nuestros Patronos: Santí-
sima Virgen de la Cabeza y san Eufrasio, junto con
santa Teresa de Jesús, en el V Centenario de su na-
cimiento.
Con mi saludo y bendición
Jaén, 23 de noviembre de 2014
Solemnidad de Cristo Rey
 Ramón del Hoyo López
Obispo de Jaén
Muchas personas se preguntan: ¿por qué
enseñar a orar? ¿No se trata de un gesto
espontáneo que llevamos a cabo cuando
lo sentimos y que pertenece a nuestra pri-
vacidad? Otras van más allá y se plantean:
pero ¿realmente se puede enseñar a orar?
¿no es una experiencia tan personal que
resulta incomunicable?. Sin pretender dar
una respuesta tajante a esta cuestiones,
este libro ofrece una “introducción a la
oración” centrándose en la importancia
del <<tú>>, el <<Misterio>> al que el ser
humano necesita dirigirse cuando ora y
que a la vez debe ser <<personal>>. Ese
<<tú>> es el que permite expresar lo inefa-
ble y dejarse envolver por el absoluto que
es Dios.
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¡¡¡ GRACIAS !!!
FELIZ ADVIENTO
CÁRITAS DE SAN PEDRO Y SANTA MARÍA DE TORREDONJIMENO
CÁRITAS AGRADECE A TODOS LOS TOSIRIANOS SU
PERMANENTE AYUDA PARA LOS MÁS NECESITADOS
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En la liturgia de Adviento, la Iglesia deposita
su mirada principalmente sobre cuatro gran-
des figuras bíblicas (Isaías, Juan Bautista,
María y José), que le ayudan a vivir este
tiempo con autenticidad.
Isaías. El primer personaje es el que mu-
chos autores antiguos llaman el evangelista
del Antiguo Testamento. Se lee durante el
Adviento según una costumbre presente en
todas las tradiciones litúrgicas, ya que él ex-
presa con gran belleza la esperanza que ha
confortado al pueblo elegido en los momen-
tos difíciles de su historia. Esperanza que
brota de la fe, tal como recuerda Benedicto
XVI: «El profeta encuentra su alegría y su
fuerza en la Palabra del Señor y, mientras
los hombres buscan a menudo la felicidad
por caminos que resultan equivocados, él
anuncia la verdadera esperanza, la que no
falla porque tiene su fundamento en la fideli-
dad de Dios» (Ángelus, 12-12-2010).
Es el profeta más citado por los escritores
del Nuevo Testamento, ya que habla tanto
de la gloria del Mesías como de los sufri-
mientos del siervo de YHWH, que traerán la
salvación al pueblo. En Adviento, de él se
toman la mayoría de las primeras lecturas de
la misa (tanto ferial como dominical) y del
Oficio de Lectura. Estos textos son un anun-
cio de esperanza para los hombres de todos
los tiempos, independientemente de las cir-
cunstancias concretas que les toque vivir.
Todos ansiamos un tiempo en el que las
víctimas del egoísmo encuentren justicia, en
que las armas se transformen en instrumen-
tos de trabajo y los pueblos vivan unidos.
Al mismo tiempo, Isaías invita a no permane-
cer con los brazos cruzados, a preparar acti-
vamente el camino del Señor, a hacer posi-
ble su venida al mundo: «Preparad el cami-
no al Señor; allanad en la estepa una calza-
da para nuestro Dios; que los valles se le-
vanten, que montes y colinas se abajen, que
lo torcido se enderece y lo escabroso se
iguale» (Is 40,3-4). Estas palabras serán el
corazón del anuncio de san Juan Bautista.
La Iglesia las repite en las oraciones de Ad-
viento. El Señor viene, pero quiere que le
preparemos el camino abajando los montes
del orgullo y rellenando los valles de la indi-
ferencia, enderezando los comportamientos
que se han desviado, igualando los dere-
chos de todos. La salvación será un don de
Dios en Cristo, pero Él quiere que nos dis-
pongamos convenientemente y, de alguna
manera, la adelantemos con nuestras bue-
nas obras.
Juan Bautista. Es el segundo personaje de
Adviento, cuya historia se lee los domingos
segundo (en sus tres ciclos) y tercero (ciclos
a y b) y los días feriales (desde el sábado de
la segunda semana hasta el viernes de la
tercera). Las lecturas patrísticas del segundo
y tercer domingo, tomadas de Eusebio de
Cesarea y de san Agustín, reflexionan sobre
su mensaje. Su ayuno, su ascetismo y su
oración en la soledad del desierto son un
estímulo para los que quieren acoger al
«Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo» (Jn 1,29). Bien encarna, por lo tan-
to, el espíritu de Adviento.
Juan es el punto de unión entre el Antiguo y
el Nuevo Testamento, entre las promesas y
su cumplimiento. Es el último de los profetas
de Israel (Anuncia, como ellos, la llegada del
Mesías, invitando a la conversión) y el pri-
mero de los evangelistas (Da testimonio de
que el Mesías ya ha venido, señalándolo en-
tre los hombres). Después de varios años de
retiro y soledad, comenzó su tarea de predi-
cación. Muchos lo escucharon y se acerca-
ron al río para participar en el rito penitencial
que él proponía. Insistía en que la urgencia
de la conversión estaba motivada por la lle-
gada inminente del reino de Dios, tantas ve-
ces anunciado por los profetas. Supo reco-
nocer al Mesías y dar testimonio de Él.
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Quizás su testimonio más significativo sea el que
da poco antes de morir, cuando manda mensaje-
ros a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que tenía
que venir o esperamos a otro?» (Lc 7,19). La
franqueza de la pregunta es la garantía de su
seriedad. Juan se encuentra al final de su exis-
tencia, caracterizada por las privaciones. Vivir de
saltamontes y miel silvestre en el desierto no tie-
ne nada que ver con las excursiones turísticas a
los lugares santos o con las idealizaciones de las
personas devotas. Él lo ha hecho sostenido por
el convencimiento de una misión divina. Ahora
todo parece hundirse, ya que Jesús no respond-
ía a las expectativas de Juan.
La respuesta de Cristo sirve para confirmarle en
la fe y para ponerle un nuevo reto: «Contad a
Juan Bautista lo que habéis visto y oído: los cie-
gos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los
muertos resucitan, a los pobres se les anuncia el
Evangelio, y ¡dichosos los que no se escandali-
cen de mí!» (Lc 7,22-23). Efectivamente, se han
cumplido las palabras de Isaías, que indicaban
las señales de los días últimos. Si el bien vence
sobre el mal y la buena noticia se anuncia a los
anawin, al resto humilde de Israel que confiaba
en las promesas de Dios y esperaba su realiza-
ción, es porque han llegado los días de la salva-
ción.
Cuando los embajadores de Juan se retiran,
Jesús dice que éste no era «una caña batida por
el viento», es decir: un hombre sin raíces ni con-
vicciones, sino un profeta, «e incluso más que un
profeta». Juan conocía las obras de Jesús, pero
en cierto momento duda de que Él se ajustara a
la figura de Mesías que sus contemporáneos es-
peraban, por lo que corre el riesgo de
«escandalizarse». Efectivamente, con Jesús
irrumpe en el mundo la novedad de Dios, que
cumple las promesas del Antiguo Testamento
superándolas, que va más allá de nuestras ex-
pectativas, que rompe nuestros esquemas, que
nos obliga a hacernos pequeños para ver, más
allá de las apariencias, los signos que muestran
que Jesús es el que vino, el que vendrá, el que
está viniendo.
Jesús invita a creer no solo cuando Dios se
adapta a nuestras ideas sino, especialmente,
cuando las rompe. Precisamente Juan Bautista,
que dará el testimonio supremo al derramar su
sangre, se convierte en figura de Jesús, que nos
salva por medio del anonadamiento y del don
total de sí. El Adviento de Dios sigue acontecien-
do en la humildad. Él viene a los corazones de
aquellos que no se dejan escandalizar por el
hecho de que Dios no se presente como ellos
deseaban. Viene a los corazones de los que
están abiertos a la perenne novedad de Dios,
que nunca se encierra en los pensamientos y
deseos de los hombres, por muy nobles que se-
an.
María. El Vaticano II recuerda que en María con-
fluyen las esperanzas mesiánicas del Antiguo
Testamento: «Con ella, excelsa Hija de Sión,
tras larga espera de la promesa, se cumple la
plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva
Economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella
la naturaleza humana para librar al hombre del
pecado mediante los misterios de su carne» (LG
55). María es modelo excelso de las actitudes
propias del Adviento: la confianza en la Palabra
de Dios, que cumple sus promesas, y la disponi-
bilidad para acoger al Señor que viene. Por eso,
Benedicto XVI la llama «Mujer del Advien-
to» (Ángelus 28-11-2010) y la propone como mo-
delo para este tiempo litúrgico. Pablo VI, en su
encíclica sobre el culto mariano, indica la profun-
da relación existente entre el Adviento y María:
«La liturgia de Adviento, uniendo la espera me-
siánica y la espera del glorioso retorno de Cristo
al admirable recuerdo de la Madre, presenta un
feliz equilibrio cultual que puede ser tomado co-
mo norma para impedir toda tendencia a separar
el culto a la Virgen de su necesario punto de re-
ferencia: Cristo. Resulta así que este periodo,
como han observado los especialistas en liturgia,
debe ser considerado como un tiempo particular-
mente apto para el culto de la Madre del Se-
ñor» (Marialis Cultus, 3-4).
De hecho, en las misas de Adviento, María está
presente en los textos bíblicos y en las oracio-
nes, subrayando el paralelismo Adán-Cristo y
Eva-María, muy común en los Santos Padres.
Los textos de la liturgia de las horas también la
citan e invocan desde el principio. Ya al final del
Adviento, la figura de María se une de una ma-
nera indisoluble con el cumplimiento de las pro-
mesas y la llegada del tiempo esperado. En el
Oficio de Lectura se proponen dos importantes
textos de san Ireneo (sobre Eva como antitipo de
María) y del beato Isaac de Stella (sobre María
como tipo de la Iglesia).
Las actitudes de María se convierten en el mo-
delo que los cristianos deben seguir para vivir el
Adviento: su fe, su silencio, su oración, su ala-
banza agradecida al Padre, su disponibilidad a la
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voluntad de Dios y al servicio. Las fiestas de la
Inmaculada, de Nuestra Señora de Guadalupe y
de Nuestra Señora de la Esperanza, celebradas
en el corazón de este tiempo litúrgico, subrayan
aún más la relación de María con el Adviento, tal
como recuerda la Congregación para el Culto
Divino: «La Concepción purísima y sin mancha
de María, en cuanto preparación fontal al naci-
miento de Jesús, se armoniza bien con algunos
temas principales del Adviento: nos remite a la
larga espera mesiánica y recuerda profecías y
símbolos del Antiguo Testamento, empleados
también en la liturgia del Adviento […] La fiesta
de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciem-
bre) acrecienta en buena medida la disposición
para recibir al Salvador» (Directorio, 102).
José. Terminemos esta reflexión recordando a
san José, especialmente presente en los evan-
gelios de los días anteriores a la fiesta de Navi-
dad. Ciertamente, José y María vivieron de una
manera única el tiempo de la espera y del naci-
miento de Jesús. Como subraya
Como subraya Benedicto XVI, dos aspectos
hacen de san José uno de los personajes impor-
tantes del Adviento y de toda la historia de la sal-
vación: su descendencia davídica (que él trans-
mite a Jesús) y su condición de justo.
Respecto al primer punto, recuerda que José
pertenece a la estirpe de David (cf. Mt 1,20). En
cuanto que Jesús es legalmente el «hijo de
José» (Lc 4,22), puede reclamar para sí el título
mesiánico de «hijo de David» (cf. Mt 22,41-46),
dando cumplimiento en su persona a las prome-
sas hechas a su antepasado: «Mantendré el lina-
je salido de ti y consolidaré tu reino» (2Sm
7,12ss). El Pontífice afirma que, «a través de él,
el Niño resultaba legalmente insertado en la des-
cendencia davídica y así daba cumplimiento a
las Escrituras, en las que el Mesías había sido
profetizado como “hijo de David”» (Ángelus, 18-
12-2005). José es el anillo que une a Jesús con
la historia de Israel, desde Abrahán en adelante,
según la genealogía de Mateo (1,1-16), y con las
esperanzas de toda la humanidad, desde Adán,
según la genealogía de Lucas (3,23-38).
Respecto al segundo punto, cuando la Escritura
llama «justo» a José quiere decir, ante todo, que
es un hombre de fe, que ha acogido en su vida
la Palabra de Dios y su proyecto sobre él. Como
Abrahán, ha renunciado a sus seguridades y se
ha puesto en camino sin saber adónde iba, fián-
dose de Dios. En este sentido, el Papa recuerda
que José es «modelo del hombre “justo” (Mt
1,19) que, en perfecta sintonía con su esposa,
acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por
su crecimiento humano» (Ángelus, 18-12-2005).
De esta manera, vive las verdaderas actitudes
del Adviento: la fe inquebrantable en la bondad
de Dios, la acogida solícita de su Palabra y la
obediencia incondicional a su voluntad. Por eso,
añade el Papa, «en él se anuncia el hombre nue-
vo que mira con fe y fortaleza al futuro, no sigue
su propio proyecto sino que se confía a la infinita
misericordia de Aquel que cumple las profecías y
abre el tiempo de la salvación» (Idem).
Hablando de la relación entre san José y el Ad-
viento, Benedicto XVI reflexiona sobre el silencio
del santo Patriarca, manifestación de su actitud
contemplativa, del asombro ante el misterio de
Dios. Siguiendo su ejemplo, nos invita a vivir es-
te tiempo en actitud de recogimiento interior, pa-
ra meditar la Palabra de Dios y acogerle cuando
viene a nuestra vida: «El silencio de san José no
manifiesta un vacío interior, sino la plenitud de fe
que lleva en su corazón y que guía todos sus
pensamientos y todos sus actos. Un silencio gra-
cias al cual san José, al unísono con María,
guarda la palabra de Dios, conocida a través de
las sagradas Escrituras, confrontándola conti-
nuamente con los acontecimientos de la vida de
Jesús; un silencio entretejido de oración cons-
tante, oración de bendición del Señor, de adora-
ción de su santísima voluntad y de confianza sin
reservas en su providencia» (Ángelus, 18-12-
2005).
P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
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Rezar el Avemaría no es solo una oración bella, es
también fruto de nuestra vivencia, una forma sencilla
de expresar aquello que bulle en el interior de nuestra
alma, una forma sencilla de expresar aquello que está
latiendo en el interior del cristiano. Una forma dulce y
sencilla de acompañar a nuestra Madre la Virgen
María y de dejarnos acompañar por Ella.
El Avemaría es la oración de Nuestra Señora, pero es
también la vida de cualquier cristiano donde se hace
presente la alegría, el gozo, el dolor... Lo que vive
María está también disponible para vivirlo cada uno
de nosotros.
El Avemaría tiene una parte evangélica, la primera.
"Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Ante
estas palabras María se turbó y se preguntaba qué
significaría tal saludo. El ángel le dijo: "No tengas
miedo, María, porque has hallado gracia ante Dios,
concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por
nombre Jesús" (Lc 1,28-31). Y también tiene una par-
te de la Iglesia, la segunda. En esta ocasión, nos cen-
traremos en la primera parte del Avemaría, dejando la
segunda parte para otra edición de nuestra revista
parroquial.
Comienza la oración con "Salve, llena de gracia". La
llena de gracia, en griego χαιρε κεχαριτωμενη, no se
le dice a María que sea feliz por el buen trabajo que
tiene, sino porque la Vida está en ella. Alégrate,
María porque la Vida está en ti. Es la llena de gracia.
Alegría significa estar aligerado. La persona alegre
está aligerada. Cuanto más pierde uno, cuanto más
va dejando cosas, más alegre está. No hay que bus-
car la alegría fuera de nosotros. Pobres de nosotros
si buscáramos la alegría en algo fuera de nosotros. El
Avemaría es una oración que nos lleva a nosotros
mismos a buscar el gozo en nuestro propio corazón,
no a causa de nada. Simplemente es sentir alegría,
laetitia perfundi.
Llena de gracia, pero a su vez vacía. María está vac-
ía, Dios ha mirado el vacío de su sierva. María en el
Magnificat canta su vacío. Vacío al que estamos invi-
tados todos los cristianos. Despojarse, humillarse,
vaciarse,...es algo personal. Si nos vaciamos de
nuestro orgullo, de nuestras ambiciones, expectati-
vas,...entonces encontraremos una gran llenura en
nosotros. Seremos también llenos de gracia.
El Señor está contigo. En la aventura espiritual se
vive una cierta soledad, pero en esta soledad se en-
cuentra el hallazgo de la compañía más amada, más
grande y más profunda. Hemos de felicitarnos porque
el Señor está con y en cada uno de nosotros. María
nos despierta la gran confianza que es descubrir que
Cristo está con nosotros.
Bendita tú entre las mujeres.
Bendecir es "decir bien", "hacer bien". Dios, todo lo
que dice lo hace. Por eso llena de bienes a María y
nos llena de bienes a nosotros. Dios nos ha hecho
bien a todos: "todo lo ha hecho bien" (Gn 1,31). Pero
reprochamos a Dios cuando no estamos de acuerdo
con lo que somos... María nos recuerda que Dios to-
do lo ha hecho bien.
Bendito el fruto de tu vientre. La palabra vientre en
una mujer evoca la vida que se gesta en su interior, la
despensa de la vida. Obrar desde el vientre es obrar
desde dentro, desde nuestra dimensión interior, des-
de nuestra espiritualidad. María es ejemplo de vida
interior, de mundo interior. Y nosotros también tene-
mos ese mundo interior. Dice san Agustín que hay
dos clases de hombres, los que cuidan preferente-
mente el mundo interior y los que cuidan preferente-
mente el exterior, aquellos que buscan la "ciudad de
Dios" y aquellos que prefieren la ciudad pagana y te-
rrenal. (De civitate Dei)
El fruto del vientre de María ha sido Jesús. Él es el
fruto de nuestra vida, el fruto del vacío. María nos
entrega a Jesús. María nos da a Jesús, y nuestra mi-
sión es dar a Jesús a los demás, a aquellos que más
sufren, a los más necesitados, a los más discrimina-
dos,...el fruto de nuestro vientre es un corazón de
carne entregado al sufrimiento del hermano. Como
decía la beata Madre Teresa de Calcuta:
“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la ora-
ción es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del
amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz".
Que nuestro fruto interior nos lleve a través de la ora-
ción, la fe y el amor a servir a nuestros hermanos con
paz y alegría.
Dejémonos acompañar durante este tiempo de Ad-
viento por María, Ella es, sin duda alguna, nuestra
Madre y compañera en un itinerario que nos llevará
hasta la gruta de Belén. Allí, en la oscuridad y en el
silencio de la noche, la llena de gracia, nos dará la
Luz de la Palabra hecha carne.
Feliz tiempo de Adviento.
Antonio José Blanca Ortega.
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Noviembre, mes por excelencia
de los Santos y difuntos, ha dis-
currido en nuestra parroquia
envuelto de una amplia ejecu-
ción de actividades que la han
llenado de actuaciones y han
dado sentido a su propia reali-
dad: Formar Comunidad; Evan-
gelización y Catequesis; Litur-
gia y Religiosidad Popular y
Pastoral Social y Cáritas.
Siguiendo el Calendario Pastoral del presente cur-
so casi una treintena de actividades, además de las
Santas Misas diarias y dominicales, fuente de toda la
vida parroquial, han llenado el quehacer de nuestra
feligresía en el concluido mes de Noviembre.
Como vienen siendo repetitivo cada año, desde la
llegada del párroco D. Andrés a la parroquia, se abr-
ía el mes, tras la celebración del día de los Santos,
con la Semana de difuntos. Por mil novecientos di-
funtos parroquiales se pidieron, a lo largo de la sema-
na del 4 al 9. En cada una de las Eucaristías celebra-
das a las 20 horas acudieron familiares y conocidos
de los difuntos que correspondían por haberlo pedido
con anterioridad y que eran recordados por D. Andrés
con la lectura previa de sus nombres. En el primer día
se pidió por 265 difuntos, después por 224, 649, 230,
188, y 357, sucesivamente, que pertenecían a los
seis sectores en que se dividió la parroquia. De esta
manera se siguió la tradición de rezar por los muertos
y se hizo en el mejor sufragio como fue la Santa Misa
por los difuntos.
Confirmaciones de adultos. Un grupo de catorce
personas de la parroquia recibieron en la Sacra Igle-
sia Catedral de Jaén el sacramento de la
Confirmación. Entre las dos primeras semanas del
mes recibieron las catequesis correspondientes:
“Temas de Iniciación al Sacramento de la Confirma-
ción” que les fueron impartidos por el catequista Paco
Cerbán. En la mañana del domingo 16, uniéndose a
otros mayores de la diócesis, recibieron de la mano
de nuestro obispo, D. Ramón del Hoyo. Desde nues-
tra parroquia les trasmitimos enhorabuena por haber-
se vinculan con más perfección a la Iglesia, enrique-
cerse con una fortaleza especial del Espíritu Santo y
haber adquirido mayor compromiso para difundir y
defender la fe, con sus palabras y sus obras como
verdaderos testigos de Cristo.
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Como se programó al comienzo de curso los
Miércoles de Confesiones se han ido realizan-
do a lo largo de cada semana. Nuestro párroco,
desde once a treces horas, cada miércoles, ha
permanecido en el confesionario para atender a
cuantos acuden a recibir el perdón de sus fal-
tas. El silencio, tranquilidad y meditación, rein-
ante en el templo, invitan a muchas personas
que acuden al confesionario.
En este curso iniciado una nueva tarea se ha
propuesto la parroquia. La Lectio divida a ma-
dres de niños de nuestra catequesis. Durante
el primer miércoles de mes en San Pedro y jue-
ves en la Virgen del Olivo, de 17 a 18 horas
(tiempo que los niños están en catequesis) las
mamás se reúnen con el párroco y llevar a cabo
un encuentro con Dios a través de la Sagrada
Escritura. Se hace normalmente tomando un
pasaje determinado de la Biblia para hacer la
oración.
Como es habitual desde la creación del Gru-
po Parroquial de Hermanos del Santísimo,
en este mes de Noviembre, cumpliendo los Es-
tatutos, se celebra la Asamblea General. Duran-
te el viernes siete a las 18 horas, en el salón
parroquial y bajo la mesa presidencial formada
por los párrocos D. Andrés y D. Enrique, con el
secretario Antonio Delgado y el tesorero Manolo
Tudela, se abordó el orden del día que lo com-
ponían: Oración; Lectura y aprobación del acta
anterior; Vida espiritual del grupo; Informes so-
bre el Corpus 2015; estados de cuenta, Revi-
sión de cuotas, Necesidad de anderos y ande-
ras, terminando con ruegos y pregunta. Todo
discurrió con normalidad y se decidieron acuer-
dos importantes, entre ellos el itinerario por don-
de discurrirá la procesión del Corpus (zona baja
del barrio de
San Roque) que
fueron aceptados
por los asisten-
tes.
Como man-
da los Estatutos,
la Cofradía de la
Entrada Triunfal
de Jesús en Je-
rusalén, celebró
su Asamblea
General. Con la
asistencia del
p á r r o c o D .
Andrés, como
Consiliario de la
misma, se hizo
memoria del año y se anunciaron nuevos pro-
yectos.
Concluía la segunda semana del mes con la
Reunión de matrimonios. Como es habitual el
grupo de matrimonio de la parroquia se reunió
en el salón parroquial para celebrar su reunión
mensual. En torno a los temas señalados para
este primer trimestre: Oración en el matrimo-
nio; Claves para la felicidad del matrimonio y
El perdón en el matrimonio, animadas por el
párroco, se volvieron a compartir unas horas
que finalizaron en un ambiente de convivencia y
en el acostumbrado refrigerio.
A nivel interparroquial siguen desarrollándo-
se la ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRIS-
TIANOS. Se iniciaron a finales del mes de Octu-
bre y duraran hasta mediados de Enero. Duran-
te el pasado mes de Noviembre se han llevado
a cabo en los lunes 10 y 24.
El programa se desarrolla en las dependen-
cias del Convento de la Victoria a partir de las
20 horas. Las clases que sigue el texto del Ca-
tecismo de la Conferencia Episcopal Española
“Esta es nuestra fe” son impartidas por la cate-
quista Magdalena Cañada.
A los encuentros, que son quincenales,
están asistiendo 14 alumnos de ambas parro-
quias. Quedan por celebrar las sesiones de Di-
ciembre 1,15 y 22. Enero 19 y 26 para concluir
en Febrero 2 y 16.
La nueva tarea parroquial tuvo lugar entorno
a la Formación Bíblica para Agentes de Pas-
toral. Un grupo de feligreses, de forma mayori-
taria los catequistas, se reunieron con D.
Andrés y siguieron conociendo más y mejor las
Sagrada Escrituras. Por ahora la introducción al
Antigua Testamento fue el tema sobre el que
departió la intervención de nuestro párroco y la
intervención de algunos asistentes. Estas reu-
niones se vienen realizando en el salón parro-
quial durante dos viernes al mes aunque en es-
te mes fueron el viernes 14 y sábado 28. Este
mismo día, pero a las 20:30 horas, también la
Cofradía de la Virgen de las Angustias ce-
lebró su Asamblea General. Como ocurren
siempre en estas reuniones la cofradía revisan
la marcha de la institución, asesorada siempre
por la presencia de D. Andrés como Consiliario
de la misma.
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Tras la reunión prebautismal celebrada con
padres y padrinos, en la tarde del sábado 8,
los días, 1, 23 y 29 nuestra parroquia ce-
lebró Bautismos. Pequeños feligreses re-
cibieron este sacramento por el que fueron
liberados del pecado, hechos hijos de Dios
e incorporados a su Iglesia y partícipes de
su misión. La alegría de padres, padrinos y
familiares se hizo extensiva en la comuni-
dad que pidió por estos nuevos miembros
de la Iglesia.
Completó la jornada del sábado 15, la reu-
nión del Equipo de la Revista Parroquial.
Bajo la presencia y dirección de nuestro
párroco, y componentes del equipo de re-
dacción de la misma, se diseñó los temas y
apartados que componen esta revista parro-
quial que tienes en tus manos. Como siem-
pre nuestro deseo es, además de exponer
enseñanzas de nuestra Santa Madre Igle-
sia, damos a conocer el quehacer de nues-
tra parroquia. Siempre con el deseo de que
sea amena, entretenida y formativa.
Dos nuevas actividades tuvieron cabida
durante la jornada del jueves 20. A partir e
la 18 horas el grupo de Vida Ascendente
en la que un grupo de Mayores y Jubilados
de la parroquia se reúnen con el párroco
para crecer en la Fe, fomentar la amistad y
ser miembros activos de la Iglesia y de la
sociedad. San Juan Pablo II decía, en Ro-
ma, en el año 1987: "Sois un auténtico Mo-
vimiento de Iglesia, un Movimiento de lai-
cos que trabaja en colaboración con Sacer-
dotes y Religiosos, en comunión muy fiel con
el Papa y los Obispos..." Una hora después
tuvo lugar la hora santa de hermanos del
Santísimo. Esta actividad que se celebra
cada mes alternando las dos parroquias lo-
cales. En esta ocasión tuvo su encuentro en
la iglesia de San Pedro. Allí, ante el Señor,
estuvieron presentes un buen grupo de
asistentes adorándolo y alabándolo en la
Hostia Santa que lo hace presente y nos
llena de su infinito amor.
Una nueva actividad arranca este curso
en la parroquia: Taller de Oración. Siguien-
do la revista ORAR de la editorial Monte
Carmelo la nueva experiencia tiene como
objetivo presentar distintos modelos de ora-
ción. De esta manera la feligresía adquiere
un material diverso para la oración perso-
nal. Todo se resume en tener distintas
fórmulas de oración y elegir en cada mo-
mento.
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El Consejo de Pastoral también se reunió en la
jornada del sábado 22. Los componentes de
este Consejo con la presencia y dirección de D.
Andrés que informó sobre asuntos diversos, en-
tre ellos la presentación del Documento de tra-
bajo para las parroquias que ha puesto en mar-
cha el Arciprestazgo de Martos-Torredonjimeno,
con el fin de acercar más la comunión eclesial y
coordinación de las parroquias. Otro aspecto
tratado fue la constitución del Consejo de Laicos
Diocesano que se ha puesto
en marcha recientemente.
Dos horas más tarde la nue-
va actividad que vivió la pa-
rroquia fue la celebración de
Santa Cecilia. En la celebra-
ción eucarística de las 20
horas la parroquia acogió, un
año más, la celebración de la
patrona de los músicos. Con
la imagen presente de la san-
ta la agrupación musical y numeroso público
veneraron a la virgen y mártir por su fe, patrona
de la música.
Las celebraciones de las Eucaristía de los
domingos 23 (Cristo Rey) y 30 (San Andrés) la
parroquia celebraba el final y comienzo del año
litúrgico. En este último domingo también la pa-
rroquia celebraba y pedía por nuestro párroco
en el día de su santo. Como es costumbre en
sus homilías, también sus feligreses le decimos
con todo nuestro cariño “Que Dios lo bendiga”
El Jueves 27 también la parroquia acogió
dos nuevas
celebracio-
nes. A las 6 e
la tarde en la
ermita de los
Santos Pa-
tronos, Misa
en recuerdo
de la relación
de de estos
santos márti-
res con la ciu-
dad, desde
que en el año
1580 se constituyeron en patronos, amparo de
defensa de los tosirianos. Como siempre mu-
chos devotos llenaron la ermita y después pasa-
ron por el camarín que alberga sus imágenes.
Horas después, en San
Pedro, en la celebración
diaria de la Santa Misa se
celebró la fiesta de La Mi-
lagrosa imagen muy vene-
rada en la localidad. Bella-
mente adornada la imagen
de la Virgen milagrosa, si-
tuada en la escalinata del
altar mayor, recibió el trato
devocional y cariñoso de
los muchos asistentes que,
años tras años, esperan la
cita.
En el penúltimo día del mes de Noviembre se
celebró, en la Capilla del Santísimo, el Retiro
de Adviento. Desde las
10:30 y hasta las 13 horas
el párroco de la vecina lo-
calidad de Jamilena y tosi-
riano de nacimiento, D. An-
tonio Montijano, dirigió el
encuentro y centró su inter-
vención en torno al tema:
El sentido cristiano del Ad-
viento. Su intervención sir-
vió para activar en los asis-
tentes la espera del Señor.
Vicente Pereña Pamos
DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014
1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B
EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33———373737 )))
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DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014
2º adviento. B2º adviento. B2º adviento. B
EVANGELIO (EVANGELIO (EVANGELIO ( Mc 1, 1—8).).).
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad,
vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es
igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su ca-
sa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encar-
gando al portero que velara. Velad entonces, pues no
sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atar-
decer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al ama-
necer; no sea que venga inesperadamente y os en-
cuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo
a todos: ¡Velad!»
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está
escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delan-
te de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el
desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus sen-
deros."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtie-
ran y se bautizaran, para que se les perdonasen los peca-
dos. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban
sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba ves-
tido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintu-
ra, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merez-
co agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pe-
ro él os bautizará con Espíritu Santo.»
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LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014
INMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓN
EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26———38)38)38)
DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014
3º ADVIENTO3º ADVIENTO3º ADVIENTO
EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6---8.198.198.19---28)28)28)
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciu-
dad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llama-
ba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gra-
cia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era
aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia
ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altí-
simo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará
sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a
varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu
pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la
que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para
que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo
de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron
desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le pregun-
taran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una res-
puesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad
el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no
eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conoc-
éis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014
4º ADVIENTO4º ADVIENTO4º ADVIENTO
EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26---38)38)38)
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JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014
NAVIDAD. BNAVIDAD. BNAVIDAD. B
EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1———18)18)18)
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin
ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de
los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre envia-
do por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era
la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el
mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos
no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen
en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, si-
no de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimo-
nio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante
de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia
tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por
medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno
del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a
una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen despo-
sada con un hombre llamado José, de la estirpe de David;
la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué salu-
do era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se lla-
mará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de Da-
vid, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre,
y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a
varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar
de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque
para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
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Cuando llegó el tiempo de la purificación,
según la ley de Moisés, los padres de Jesús
lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al
Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley
del Señor: «Todo primogénito varón será
consagrado al Señor», y para entregar la
oblación, como dice la ley del Señor: «un
par de tórtolas o dos pichones.».
Vivía entonces en Jerusalén un hombre lla-
mado Simeón, hombre justo y piadoso, que
aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíri-
tu Santo moraba en él. Había recibido un
oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus pa-
dres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios diciendo:
- «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos
los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
- «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;
será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos co-
razones. y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una
mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viu-
da hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sir-
viendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba
gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de
Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a
Galilea, a su ciudad de Nazaret.
El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia
de Dios lo acompañaba.
DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014
SAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIA
EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22———40)40)40)
PáginaPáginaPágina 242424
Hace unos meses, EL
Consejo de Pastoral
Parroquial propuso
para este nuevo curso
una actividad pastoral
que centraría todo el
trabajo de la parro-
quia. Nos invita a vivir
y protagonizar un
gran impulso misione-
ro, salir al encuentro
de todas las perso-
nas, de las familias,
de todos sin excepción, para comunicarles y compar-
tir de primera mano ese don maravilloso del encuen-
tro con Cristo.
Los cristianos no nos podemos quedar en una espera
pasiva a que vengan, el Señor nos urge a acudir en
todas las direcciones para decir a todos los hombres
que la última palabra, la primera y las del intermedio
no las tiene más que Jesucristo. La tiene quien ha
triunfado sobre todo, también de la muerte. Por eso,
nuestra Iglesia tiene que asumir el compromiso de
multiplicar los discípulos misioneros.
Debemos hacer que nuestra parroquia de San Pedro,
sea una “comunidad de comunidades”, se convierta
en centro de irradiación de la vida de Cristo. Una irra-
diación que nos haga vivir desde el centro hacia to-
dos los caminos donde están los hombres. Irradiación
que se hace asumiendo dos dimensiones: la interiori-
dad y la alteridad, es decir, desde un encuentro con el
Señor tan fuerte que nos lleve a dar la vida por los
otros, que nos impulse a salir y no a dar, sino a dar-
nos. En nuestra comunidad tiene que ser habitual
esas expresiones: abrir puertas, crear ámbitos de en-
cuentro, salir a los lugares de donde no viene nadie,
salir allí donde hay penurias fruto de no conocer al
Señor.
¿Pero sabemos qué es la misión parroquial? La Mi-
sión Parroquial es un tiempo fuerte de evangelización
extraordinaria durante el cual la comunidad, ayudada
por los misioneros, se auto evangeliza entusiasman-
do y fortaleciendo la experiencia cristiana de esa co-
munidad, promoviendo en ella el nacimiento de gru-
pos de catequesis de jóvenes y adultos; ayudando a
establecer caminos de acercamiento a los alejados;
potenciando así el proyecto pastoral de la propia co-
munidad.
Para esta difícil pero gratificante tarea, nos ayudaran
los hermanos de la Congregación del Santísimo Re-
dentor (más conocidos como “redentoristas”). Funda-
dos en 1732 por San Alfonso, que trabaja junto a los
campesinos en Nápoles, su método de ofrecer la
Buena Noticia del Evangelio son las Misiones Popula-
res y las Misiones en Países del Sur, estando presen-
tes en 76 países. El método utilizado con un lenguaje
sencillo, claro, con dinamismo, audacia, creatividad y
siempre al lado de los más débiles, nos llevará allá
finalizando abril y comenzando mayo a intentar llegar
al corazón de todos los hombres desde el centro, que
es Jesucristo.
La familia de los redentoristas lo forman religiosos,
sacerdotes y laicos a través de distintas instituciones
como son el Instituto Superior de Ciencias Morales, el
Centro de Estudios y Planificación Misionera, el Gru-
po de Laicos Redentoristas, etc. Su patrona es la Vir-
gen del Perpetuo Socorro donde se ve a Cristo Re-
dentor observando a dos ángeles, Miguel y Gabriel,
como le muestran la cruz con los clavos, la lanza y la
esponja. De ahí la similitud con el escudo de la Con-
gregación: una cruz sobre tres montes, sobre la que
se apoyan, en el brazo derecho la lanza con la que le
traspasaron, y en el brazo izquierdo la caña coronada
por la esponja, con la que le dieron a beber vino mez-
clado con hiel durante la crucifixión. El sello es rema-
tado por una corona real, ya que el origen de la Con-
gregación Redentorista era el Reino de Nápoles o de
las Dos Sicilias. Finalmente, bajo el sello se puede
ver una leyenda que reza: “Copiosa apud eum re-
demptio”, palabras latinas tomadas del salmo 130, 7.
El salmo dice: “del Señor viene la misericordia, y en él
la Redención es sobreabundante”.
Pues pidámosle al Señor que nos de fuerza para que
seamos capaces de llevar a cabo esta experiencia
misionera en nuestro pueblo y que sea el punto de
inflexión para acercar a Cristo a todos los toxirianos
sin excepción.
Fco. Javier Zuheros Cámara
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DECALOGO PARA
LA PRIMERA SE-
MANA DE ADVIEN-
TO
1. VIGILA y cuida
los dones que Dios
te ha dado. No es
bueno dejar que
muera o no sirva
para nada, lo mejor
que existe en noso-
tros.
2. VIGILA tu vida
interior. ¿Por qué
tanto empeño en la
eficacia, en lo que se
ve y, tan poco, en el
equilibrio de uno mismo?
3. VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las
sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con
contenido y verdad
4. VIGILA aquello que te produce vértigo o temor.
No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a
estar y a vivir en paz.
5. VIGILA las tareas que tienes encomendadas.
Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves?
¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado
para hacerse presente en medio de los hombres
6. VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pa-
sen las horas sin un pensamiento para Dios por lo
mucho que ama y se acerca hasta la humanidad.
7. VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser
creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado
a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si
no es en Dios?
8. VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos ale-
jamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos
alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con
una poderosa neumonía espiritual.
9. VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de
alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con
tu familia, con tus amigos.
10.VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza
a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estre-
lla, un signo cristiano.
DECALOGO PARA LA 2ª SEMANA DE ADVIENTO
1. CONVIÉRTETE de la desesperanza. Es más fácil
vivir desde la esperanza que en el puro y duro derro-
tismo.
2. CONVIÉRTETE del inmovilismo. El Señor nos
quiere activos, en pie. Cuando venga ¿Nos encon-
trará paralizados o en movimiento?
3. CONVIERTETE de la confusión. Vuelve los ojos
un poco a Jesús que viene. No confundas
“diosecillos” por la vida que te trae Dios en Belén.
4. CONVIERTETE del vacío. No por tener más, vas
a ser más feliz. Llena tu persona, tu familia o tu en-
torno con la fe en Dios.
5. CONVIERTETE de las palabras huecas. Da la
cara por Jesucristo. Habla sin temor de El.
6. CONVIERTETE de los caminos equivocados. A
veces perdemos demasiadas energías con nuestras
actitudes y obras. ¿No es mejor ofrecer a Dios cami-
nos de verdad y de sinceridad?
7. CONVIERTETE de la tristeza. El Señor quiere
seguidores alegres. La tristeza no es el mejor chale-
co para un cristiano.
8. CONVIERTETE del cerrazón. Como María haz
algo por Dios. Dile “aquí estoy, Señor”.
9. CONVIERTETE de tu comodidad. La Iglesia, la
Navidad, el Nacimiento de Cristo, necesita de prego-
neros que anuncien el amor de Dios.
10.CONVIERTETE de la autosatisfacción. Un cristia-
no siempre tiene que hacerse una pregunta: ¿En
qué debo mejorar? ¿Puedo hacer todavía algo más
por Dios?
DECALOGO PARA LA 3ª SEMANA DE ADVIENTO
1ª ALEGRATE por haber sido tocado por Dios desde
el día de tu Bautismo. Eres hijo suyo y, además, en
Belén te demostrará una vez más su gran amor: JE-
SUS
2ª ALEGRATE en medio de las contrariedades.
Sonríe, aunque a veces, estés llorando por dentro.
3ª ALEGRATE aunque la suerte no te sonría. Dios te
acompaña y, tarde o temprano, te dará respuesta
4ª ALEGRATE porque Dios sale a tu encuentro. Se
hace hombre por salvarnos, para que le veamos,
para romper las distancias existentes entre la tierra y
el cielo.
5ª ALEGRATE para infundir alegría a nuestro mun-
do. El pesimismo no se combate con más kilos de
tristeza y, por el contrario, sí con una buena dosis de
alegría cristiana.
6ª ALEGRATE aunque, aparentemente, no consigas
los efectos deseados. Tampoco Dios, en Belén, se
hizo sentir con mucho éxito sino todo lo contrario.
7ª ALEGRATE en el trabajo. Que se note que eres
cristiano. Que irradies la alegría de la próxima Navi-
dad: Dios en medio de nosotros
8ª ALEGRATE porque, como Juan Bautista, también
tú puedes ser pregonero del nacimiento de Cristo, de
su fuerza y de su Palabra
9ª ALEGRATE esperando en Dios y, sobre todo, tra-
bajando y optando por su inminente llegada: ¡El Se-
ñor está cerca!
10ª ALEGRATE y, lejos de pretender que cambien
los demás, cambia un poco tú. Que el Señor, cuando
llegue, encuentre por lo menos tu camino limpio y
bien preparado para su nacimiento.
PáginaPáginaPágina 262626
Cuarenta y un catequistas se ocupan de laCuarenta y un catequistas se ocupan de la
formación de los cuatrocientos dos catecú-formación de los cuatrocientos dos catecú-
menos de nuestra feligresía.menos de nuestra feligresía.
La enseñanza o instrucción de los principios y
dogmas de la doctrina cristiana o bien el proceso de
profundización en el mensaje evangélico para edu-
car la fe, nos serviría para definir la catequesis. Con
este sentido se puso en marcha en el mes de Octu-
bre la catequesis parroquial.
En el primer día el mes, D. Andrés reunió a los
catequistas para poner en marcha el nuevo curso.
Una nueva reunión lo dispuso todo para su comien-
zo. Entre los días 7 y 9, ambos inclusive, hubo reu-
nión por cursos y catequistas correspondientes, con
los padres del catecumenado para dar a conocer en
comienzo de la catequesis. Estando todo preparado
en los días 14, 15 y 16 se fueron iniciando las ense-
ñanza. Algunos días después y durante la misa do-
minical de las doce de la mañana, se efectuó el ritual
del Envío de Catequistas por el que fueron presenta-
dos ante la comunidad y manifestando su profesión
de fe dieron el sí a una llamada de Dios para servir a
la comunidad cristiana.
Como en cursos anteriores, de martes a viernes,
además de domingo que realizan su catequesis los
pequeños de cuarto que recibirán este curso su pri-
mera comunión, los cuatrocientos dos pequeños feli-
greses, pertenecientes a los centros educativos:
Olivo, Toxiria, San José de la Montaña y Puerta de
Martos, hasta tercero de Educación Secundaria del
IES Santo Reino, han comenzado su proceso de
instrucción catequética.
Agrupados en 41 grupos, con sus catequistas
respetivos, a lo largo de la semana van recibiendo el
mensaje evangélico que significa la doctrina de Cris-
to. Distribuidos según proximidad a sus domicilios el
catecumenado asisten a las dependencias parro-
quiales de San Pedro o bien a las del centro de la
Virgen del Olivo.
Con enorme ilusión y fe arranca esta actividad
parroquial que, con la colaboración y el compromiso
de los padres de nuestros pequeños para los que
previamente han solicitados su incorporación al cur-
so correspondiente, se sigue sembrando el Evange-
lio de nuestro Señor Jesucristo.
Vicente Pereña Pamos
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La Iglesia, para comenzar el año litúrgi-
co, celebra la llegada de Cristo con los
hombres con una gran fiesta a la cual
llamamos Navidad. Esta fiesta es tan
importante para los cristianos que la
Iglesia, antes de celebrarla, prepara a
sus hijos durante el período conocido
como Adviento. Ya desde tiempos re-
motos la Iglesia acostumbra tener esta
preparación.
La palabra Adviento, como se conoce
este periodo, significa "llegada" y cla-
ramente indica el espíritu de vigilia y
preparación que los cristianos deben
vivir. Al igual que se prepara la casa
para recibir a un invitado muy especial
y celebrar su estancia con nosotros,
durante los cuatro domingos que ante-
ceden a la fiesta de Navidad, los cris-
tianos preparan su alma para recibir a
Cristo y celebrar con Él su presencia
entre nosotros.
En este tiempo es muy característico
pensar: ¿cómo vamos a celebrar la No-
che Buena y el día de Navidad?
¿con quien vamos a disfrutar estas
fiestas? ¿qué vamos a regalar? Pero
todo este ajetreo no tiene sentido si no
consideramos que Cristo es el festeja-
do a quien tenemos que acompañar y
agasajar en este día. Cristo quiere que
le demos lo más preciado que tene-
mos: nuestra propia vida; por lo que el
período de Adviento nos sirve para
preparar ese regalo que Jesús quiere,
es decir, el adviento es un tiempo para
tomar conciencia de lo que vamos a
celebrar y de preparación espiritual.
Durante el Adviento los cristianos re-
nuevan el deseo de recibir a Cristo por
medio de la oración, el sacrificio, la ge-
nerosidad y la caridad con los que nos
rodean, es decir, renovarnos procuran-
do ser mejores nuestra vida para reci-
bir a Jesús.
La Iglesia durante las cuatro semanas
anteriores a la Navidad y especialmen-
te los domingos dedica la liturgia de la
misa a la contemplación de la primera
"llegada" de Cristo a la tierra, de su
próxima "llegada" triunfal y la disposi-
ción que debemos tener para recibirlo.
El color morado de los ornamentos
usados en sus celebraciones nos re-
cuerda la actitud de penitencia y sacri-
ficio que todos los cristianos debemos
tener para prepararnos a tan importan-
te evento.
La familia como Iglesia doméstica pro-
cura reunirse para hacer más profunda
esta preparación. Algunas familias se
unen para orar en torno a una corona
de ramas de hojas perennes sobre la
cuál colocan velas que van encendien-
do cada domingo. En otros lugares se
elabora un calendario en el cuál se
marcan los días que pasan hasta llegar
al día de Navidad. En algunos países
como México familiares y amigos se
reúnen para celebrar las Posadas re-
zando el rosario, recordando el peregri-
nar de María y José para llegar a Belén.
En todas estas reuniones el sentido de
penitencia y sacrificio se enriquece por
la esperanza y el espíritu de fraternidad
y generosidad que surge de la alegría
de que Dios pronto estará con noso-
tros.
PáginaPáginaPágina 282828
Como había dicho Jesús, al tercer día des-
pués de su muerte, resucitaría de entre los
muertos. Y, como era de esperar, así suce-
dió.
Jesucristo estaba en la seguridad de que iba
a ocurrir, exactamente, lo que luego suce-
dería.
Antes, sin embargo, de su resurrección, ten-
ía que descender, a los infiernos. Podemos
preguntarnos, a este respecto, la razón por
la cual Jesús tenía que hacer tal cosa.
Decía Santo Tomás de Aquino que “Al ins-
tante de haber padecido Cristo la muerte, su
alma descendió al infierno, y manifestó el
fruto de su pasión a los santos que allí esta-
ban retenidos, aunque no salieran de tal lu-
gar mientras Cristo moró en los infiernos,
porque la misma presencia de Cristo perte-
necía al culmen de la gloria.”
Debía, pues, Cristo, descender a los infier-
nos para liberar a los que estaban esperan-
do la salvación eterna. Por eso, cuando des-
cendió a los infiernos lo hizo como Salvador
y para proclamar la buena noticia porque
“por eso hasta a los muertos se ha anun-
ciado la Buena Nueva, para que, condena-
dos en carne según los hombres, vivan en
espíritu según Dios.”
Pero se tenía que cumplir la voluntad de
Dios y, como la misma era que Jesús resuci-
tara como Él mismo había profetizado, Cristo
resucitó. Según dice el mismo Pedro que,
dirigiéndose a los israelitas (Hechos, 2, 22-
24):
“A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado
por Dios entre vosotros con milagros, prodi-
gios y señales que Dios hizo por su medio
entre vosotros, como vosotros mismos sab-
éis, a éste, que fue entregado según el de-
terminado designio y previo conocimiento de
Dios, vosotros le matasteis clavándole en la
cruz por mano de los impíos; a éste, pues,
Dios le resucitó librándole de los dolores del
Hades, pues no era posible que quedase ba-
jo su dominio.”
Tenía, pues, que ser liberado de la situación
en la que se encontraba y tenía que serlo
por el Padre. Y así, fue: al tercer día, resu-
citó de entre los muertos que había ido a li-
berar. Por eso, dice San Pablo, “Este que
bajó es el mismo que subió por encima de
todos los cielos, para llenarlo todo.”
Al respecto de la resurrección de Cristo ya
dejó escrito el apóstol de los gentiles (1 Cor
15, 3-8) que“porque os transmití, en primer
lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo mu-
rió por nuestros pecados, según las Escritu-
ras; que fue sepultado y que resucito al ter-
cer día, según las Escrituras; que se apare-
ció a Cefas y luego a los Doce; después se
apareció a más de quinientos hermanos a la
Descendió a los infiernos,
y al tercer día resucitó de entre los muertos.
PáginaPáginaPágina 292929
vez, de los cuales todavía la mayor parte vi-
ven y otros murieron. Luego se apareció a
Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y
en último lugar a mí”
El Mesías, pues, resucita, pero no es una
situación que den por buena aquellos que
escriben sobre la misma como para difundir
lo que les convenía sino que sostienen
aquella realidad con el testimonio de muchas
personas que podían decir que, en efecto,
aquel hombre a quien habían dado muerte
en una cruz era el mismo que se les aparec-
ía en tantas y tantas ocasiones para ense-
ñarles. Así, desde la misma María Magdale-
nahasta los que luego conocieron que, en
verdad, era cierto lo que decían cuando se
les apareció podían demostrar, con sus pa-
labras, que Jesús había resucitado.
Antes que nada no podemos olvidar aquello
que San Pablo escribió acerca de la impor-
tancia de la resurrección de Cristo que“si no
hay resurrección de los muertos, tampoco
Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía
es nuestra predicación, vacía también vues-
tra fe”
Por otra parte, la resurrección de Jesucristo
tiene un sentido profundo que, a nivel espiri-
tual, conviene sea destacado. La misma no
supone, en exclusiva, el cumplimiento de la
voluntad de Dios aunque sea, la misma,
esencial y fundamental para un hijo del
Creador sino que, además, tiene un verda-
dero sentido de salvación eterna, por eso, el
discípulo que tanto amara Cristo, recogió en
su Evangelio (Jn 6, 54) lo más importante de
cara a nuestro destino eterno que es que“El
que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna y yo lo resucitaré el último día”.
Así, a partir de lo que había quedado esta-
blecido en la Última Cena con la institución
de la Santa Misa y el mismo Sacerdocio, co-
bra pleno sentido la muerte, descenso a los
infiernos y resurrección del Hijo de Dios y,
también, de la derrota del Mal y de la muer-
te.
No extraña, pues, que lo que proclama San
Pablo cuando dice (Gal 2, 20)“Con Cristo
estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es
Cristo que vive en mí., la vida que vivo al
presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo
de Dios que me amó y se entregó a sí mis-
mo por mí”
Sea esto exactamente, cierto y propio de los
hijos de Dios que así nos consideramos y
nos tenemos.
¡Alabado sea Dios que procuró, para noso-
tros, la salvación eterna!
FCO. JAVIER ZUHEROS CÁMARA
PáginaPáginaPágina 303030
1º ADVIENTO
ME LO DIJERON, SEÑOR
Que en el bienestar y en el tener,
encontraría el futuro y mi seguridad.
Pero, cada día que pasa,
veo que soy menos que ayer
y que, en muchos momentos,
siento que no soy ni dueño de mi mismo.
Que los acontecimientos caminan muy depri-
sa
Que la apariencia y la superficialidad es pan
que sacia
pero un algo que siempre me falta
SI; ME LO DIJERON, SEÑOR
Que el horizonte era marcado exclusivamente
por la brújula del ingenio humano,
y que, en ese paisaje, poco o nada
Tú, Señor, tenías que ver.
Pero, cada día que pasa,
compruebo que el hombre es un barco a la
deriva
y que, empeñado en ser “super-dios”
corre el riesgo de dejar de ser lo que es: hom-
bre
ME LO DIJERON, SEÑOR
Que no hay fuerza que venga de lo alto
que todo lo que somos y tenemos
es fruto del azar o de la pura casualidad.
Pero, cada día que pasa,
siento que algo va a ocurrir;
que Alguien tiene que echar una mano
que Alguien tiene que intervenir
para que, la tierra, no sea un brasero de ceni-
zas.
ME LO DIJERON, SEÑOR
Por ello mismo, porque espero en Ti, Señor
¡Ven! ¡Ven y sálvanos!
Y, a este mundo –roto, gélido y vehemente-
regálanos un poco de esperanza y de ilusión
con tu llegada en Belén.
Amén.
2º ADVIENTO
¡PREPAREMOS EL CAMINO!
Claro que sí….y, además, dedicado al Señor
Un camino, que es el corazón,
en el que Dios pueda nacer,
crecer, vivir y quedarse para siempre.
Un camino, por el que avanzando,
podamos encontrarnos con el Señor
que viene de frente y que, tan sólo espera,
actitudes de fe y de alegría
de conversión y de acogida
de oración y de entrega.
¿Seremos capaces de construir
ese camino para el Señor?
¿Por qué tantas sendas para los “señores”
del mundo
y una, a veces estrecha y mal cuidada, para
Dios?
¡PREPAREMOS EL CAMINO!
¡Dios se lo merece y, nuestra humanidad, lo
necesita!
Viene el Señor y, porque se acerca,
es cuestión de mirar en la dirección adecua-
da.
Con Juan el Bautista, vivamos en el desierto
Perdámonos en la calma que ofrece la ora-
ción
Comprometámonos en un mundo mejor
Ofrezcamos, lo que somos y tenemos,
a un Dios que nos da y nos regala lo que tie-
ne: JESUS
En el Adviento no hay lugar para el pesimis-
mo,
la ansiedad o la angustia…¡tenemos mucho
que hacer!
¡Viene el Señor!
¡Vienes Señor!
¡Soy y seré un camino por el que vengas al
mundo!
Amén
PáginaPáginaPágina 313131
3º ADVIENTO
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Entre otras cosas, porque sé, Señor
que Tú llegas por mí y para mí.
Porque ves el vacío que existe en el hombre
si Tú no estás dentro.
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Porque soy consciente, Señor,
que la llegada de un amigo
altera la vida de una familia
el orden al que estamos acostumbrados
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Porque, ante las calamidades, Señor
no es bueno acobardarse
no es sensato reprimirse
no es cristiano acomplejarse:
hay que sonreir, incluso, en la aflicción
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Alegre por tu llegada, Señor
Alegre por tu Nacimiento, Señor
Alegre porque, Tú, me das la fuerza
Alegre porque vienes a levantarme
Alegre porque mi ALEGRIA eres Tú
Alegre porque mi ILUSION eres Tú
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Porque al final de la oscuridad brillas Tú, Se-
ñor
Porque en los problemas socorre tu mano,
Señor
Porque en las dudas, envías certezas
Porque en la soledad, eres eterna compañía
Porque vienes, y si vienes, es para estar con-
migo
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Porque, sin alegría, algo faltará en mi co-
razón
Porque, sin alegría, puede que pases de lar-
go, Señor,
Porque, sin alegría, la vida no es vida
Porque, sin alegría, falta la luz a cada uno de
mis días
Porque, sin alegría, ¿puedo acogerte en mi
casa, Señor?
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?
Simplemente porque al tenerte, Señor,
no siento otra cosa en mí sino la ALEGRIA
Tú, Señor, tu Nacimiento y tu llegada
es la causa de mi gozo,
la música de mi alma
la alegría de mi cara
¡Gracias, Señor!
¡Tú eres la causa de mi felicidad!
4º ADVIENTO
¿QUÉ SENTISTE, MARIA?
Con pocas palabras, pero en Ti María,
habitó por el anuncio de un Angel
el Misterio de un Dios humanado.
¿Qué sentiste, Virgen María
ante la llegada del mensajero?
¿Creíste, acaso, que ese personaje celestial
se equivocó de puerta?
¿Pensaste que, uno de tus vecinos,
venía para probar tu fe o tu ingenuidad?
¿Qué sentiste María, dinos Tú que miraste al
cielo,
ante la llegada del famoso mensajero?
Tal vez, como humilde nazarena,
sentiste que Dios habla en el silencio
Que Dios se hace grande
en el que le recibe manifestándose
esclavo, humilde…y pequeño
Tal vez, como mujer de Dios,
mirando por la ventana
de tu pobre casa de Nazaret
soñaste que, simplemente,
era una estrella que de repente
cayó desde el mismo cielo.
O, tal vez, María,
en el secreto escondido
desde hace siglos,
supiste que, contigo,
la partitura comenzaba a escucharse
que el plan comenzaba a llevarse a cabo
que, Dios, en una más de las suyas
irrumpía ahora sin ruido, en silencio,
sin más exigencia que tu obediencia
sin más preguntas que tu respuesta
sin más palacios que tu vientre virginal
sin más pregoneros que un Ángel.
Ayúdanos, María,
en medio de los ruidos que sacuden
los valles de nuestras vidas
a escuchar, como Tú lo hiciste,
la voz de un Dios que sale a nuestro encuen-
tro
en el rostro de un Niño nacido en pesebre.
PáginaPáginaPágina 323232
LLLA CARIDAD EN LAA CARIDAD EN LAA CARIDAD EN LA
EXHORTACIÓNEXHORTACIÓNEXHORTACIÓN
DELDELDEL
PAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCO
CONTINUACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GADIUM
EN SU DIMENSIÓN SOCIAL
Continuamos en este Número con el Capítulo IV:
“La dimensión social de la evangelización”, que
está dividido en cinco grandes bloques, el segundo
de ellos titulado “La inclusión social de los po-
bres”, y que a su vez está dividido en cinco aparta-
dos. En la revista de Noviembre vimos el primero de
estos apartados, y que titulábamos “Unidos a Dios
escuchamos un clamor”. En este número vamos a
desarrollar los otros cuatro apartados (b-e).
b) Fidelidad al Evangelio para no correr en vano
El Santo Padre nos recuerda en el n.193 “Felices
los misericordiosos, porque obtendrán miseri-
cordia”(Mt 5,7), y, refiriéndose a la Carta de Santia-
go (St 2,12-13) afirma “…Porque tendrá un juicio
sin misericordia el que no tuvo misericor-
dia…”.Sigue haciendo alusión a otros Textos Sagra-
dos (Dn 14,24;Tb12,9; Eclo 3,30; 1Pe 4,8), donde
nos interpela a la Caridad. Sigue con San Agustín,
que nos invita a que “una vez que se nos ofrezca
la ocasión de una obra llena de misericordia,
alegrémonos de ella”.
A continuación de estos textos escribe que este “es
un mensaje claro, tan directo, tan simple y elo-
cuente que ninguna hermenéutica eclesial puede
relativizarlo” (n.194). Destaca el sentido exhortati-
vo, de mandato, al “amor fraterno, al sentido
humilde y generoso, a la justicia, a la misericor-
dia del pobre”. Jesús nos lo enseñó con palabras
y obras.
Insiste más adelante en que “los defensores de la
“ortodoxia” se dirige a veces el reproche de pasi-
vidad, de indulgencia o de complicidad culpables
respecto a situaciones de injusticia intolerables y
a los regímenes políticos que las mantie-
nen” (n.194).
En el n.195, refiere que cuando san Pablo visitó a
los Apóstoles en Jerusalén olvidara de los po-
bres” (Ga 2,10).Hoy día, tendemos al individualismo
pagano igual que entonces, y por eso a los cristianos
el Evangelio nos exige “la opción por los últimos,
por aquellos que la sociedad descarta y dese-
cha” (n.195): Que la alienación a la que nos lleva el
consumismo y la distracción no nos lleve a olvidar la
solidaridad interhumana.
c) El lugar privilegiado de los pobres en el Pue-
blo de Dios
En el n.197 nos recuerda el Papa que Jesucristo
mismo “se hizo pobre” (2Co8,9). Vemos como
nuestra Salvación ha estado signada por los pobres:
la Virgen María, el mismo Jesús, los Apóstoles,…
Jesucristo mismo repetía en Lc 4,18: “El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha
enviado para anunciar el Evangelio a los po-
bres”, y en ese mismo Evangelio de Lucas (Lc 6,20)
afirma: ¡Felices los pobres porque el Reino de
Dios os pertenece! .
Jesús se identifica con los pobres: “Porque tuve
hambre y me distéis de comer” (Mt 25,35 ss.).
En el n.198 afirma el Papa Francisco: “Para la Igle-
sia la opción por los pobres es una categoría te-
ológica antes que cultural, social, política o filosófi-
ca”.
Los cristianos estamos “llamados a tener los mis-
mos sentimientos que Jesucristo” (Flp 2,5). Por
eso afirma el Santo Padre: “Quiero una Iglesia po-
bre para los pobres”: Hemos de dejarnos evangeli-
zar por ellos y descubrir a Cristo en ellos”.
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Revista Parroquial Diciembre

  • 1. PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1Plaza de San Pedro, 1Plaza de San Pedro, 1 ——— 23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno Correo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.comCorreo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.comCorreo electrónico: parroquiadesanpedro@hotmail.com ——— Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224 EQUIPO DE REDACCIÓN Andrés López Ángeles, párroco. Paqui Peragón Ocaña. Vicente Pereña Pamos. Magdalena Cañada Anguita. Francisco Javier Zuheros Cámara. Heliodora Morales Guardia. Antonio José Blanca Ortega. Carmen Higueras Higueras. Manuel Jesús Cañada Hornos.
  • 2. PáginaPáginaPágina 222 JUAN JOSÉ LÓPEZ DÍAZ CRISTRÓBAL HERMOSO CASTRO GUADALUPE ACEITUNO GÁVEZ JOSÉ ARRABAL UREÑA JUAN MARTÍNEZ VERGARA FLORENCIA SERRANO MUÑOS RUBÉN GARCÍA BERMÚDEZ SERGIO ORTEGA ESTRELLA CARMEN UREÑA PARTAL MARÍA ANGUSTIAS RISQUEZ UREÑA AGUSTÓN MORENO MARTOS EMILIO GONZÁLEZ RISQUEZ JOSÉ TRIGO VALLEJO LEIRE GALLARDO ORTEGA IZÁN TEVA OCAÑA JESÚS PEÑA CORTECERO ÁLVARO VIZCAÍNO BEGARA !Vigilad! Sí; vigilemos. ¿Por qué? Porque necesitamos de una palabra de aliento. Por- que, el mundo, este mundo que tocamos con las ye- mas de nuestras manos; que amamos y que a la vez odiamos; este mundo tan necesitado de paz, como tan lleno de contiendas necesita de buenos vigilantes. Hombres y mujeres que, más allá del día a día, entre los rascacielos del puro y duro sensacionalismo o materialismo, levanten su cabeza y esperen. Sí; esperen a un Dios que viene a salvarnos. ¿Salvarnos? ¿Salvarnos de qué? De mucho, amigos, de mucho. Hay muchas cosas y acontecimientos que atragantan nuestra felicidad. Vemos que este “gran castillo del bienes- tar que nos hemos montado” se tambalea y nos produce ansiedad, co- rrupción, mentiras e inestabilidad Dios que sale a nuestro encuentro Dios que, en la Navidad, se hará pequeño mientras que el hombre se empeña en hacerse grande. Dios que, en Jesús, se dejará abrazar, amar, tocar, besar, adorar. ¡Bienvenido, Adviento! Entra por las ventanas y balcones de nuestros cora- zones. Vivamos, amigos, este tiempo de esperanza; sema- nas de espera y horas de tensión. ¡Que va a venir el Señor! No podemos bajar la guardia; no podemos bajarnos del torreón de nuestra fe por el simple hecho de que nos digan que, en el llano, se vive mejor sin Dios. Adviento. Lo necesitamos. ¡Qué déficit de esperanza el nuestro! Viene el Señor, porque nos ve vacíos. Cuántas estrellas que iluminan las calles y, los que las han puesto, no saben ni por qué ni por quién. Adviento. ¡Bienvenido seas! ¡Qué ganas tenemos de un Niño que nos reúna en torno a la mesa y nos haga pensar que, el mundo, aún tie- ne solución! Adviento. Es el Señor, que llega. Prepárate…es Dios quien llega en persona. Javier Leoz
  • 3. PáginaPáginaPágina 333 1L CONSEJO ARCIPRESTES 2M 3X 11 – 13 H. CONFESIONES 17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. SAN PEDRO 4J 17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. VIR- GEN DEL OLIVO 5V 18h. TALLER DE ORACIÓN 21h. REUNIÓN MATRIMONIOS 6S DÍA DE LA CONSTITUCIÓN 18h. EQUIPO REVISTA PARROQUIAL 19h. REUNIÓN PREBAUTISMAL SAN PEDRO PASCUAL, M.O. 7D II ADVIENTO. B VIGILIA INMACULADA 8L INMACULADA CONCEPCIÓN MINISTERIOS: ACOLITADO 9M 10X 11 – 13 H. CONFESIONES 11J 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 12V 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS FESTIVAL VILLANCICOS COFRADÍA CRISTO DEL AMOR 17.30h.FORMACIÓN BIBLICA PARA AGEN- TES DE PASTORAL 13S 10.30h. AGRUPACIÓN ARCIPRESTAL DE COFRADÍAS 17.30h. CONSEJO DE PASTORAL 19h. BAUTISMOS MANUEL ARANDA CONSEJO DIOCESANO DE CÁRITAS 14D III ADVIENTO. B 15L REUNIÓN ARCIPRESTAZGO EN SAN JUAN DE DIOS DE MARTOS (RETIRO DE ADVIENTO) 16M 17X 18J 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18.30h. HORA SANTA HERMANOS DEL SANTÍSIMO EN SANTA MARÍA 19V 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18h. REUNIÓN DE CATEQUISTAS ADOREMUS 20S 21D IV ADVIENTO. B 13h. BAUTISMOS ACABA TRIMESTRE CATEQUESIS SEMBRA- DORES DE ESTRELLAS 22L 23M 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18H. SE PONE EL MISTERIO 24X NOCHEBUENA 25J NATIVIDAD DEL SEÑOR BAUTISMOS CAMPAÑA NAVIDAD PARA CÁRITAS 26V 27S 20h. FIESTA DE LA FAMILIA. RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS MATRIMONIALES 28D FESTIVIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA 29L 30M 31X
  • 4. PáginaPáginaPágina 444 LA PIEDAD POPULAR CARTA PASTORAL PARA COFRADÍAS, HERMAN- DADES Y GRUPOS PARROQUIALES Fiesta de Cristo Rey Año 2014 SUMARIO: O. Introducción, I. ¿Qué se entiende por Piedad Popular?. II. La Piedad Popular en tiempos de Santa Teresa. III. Teresa de Jesús, testigo de esta Piedad. IV. La fuerza evangelizadora de la Piedad Popular según el Papa Francisco. V. Nuestro apoyo y atención a la Piedad Popular. VI. En el Plan Pastoral Diocesano y Delegación Epis- copal. VII. Exhortación Final. 0. INTRODUCCIÓN 1. Mi saludo a los numerosos hermanos y hermanas cofrades en este XXVI Encuentro diocesano. En esta ocasión les ofrezco una reflexión sobre la piedad popular . El motivo para ello nos la da, sobre todo, su Santidad, el Papa Francisco, al dedicar un apartado del capítulo IV de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (nn. 122-126) a la piedad popular, por su fuerza e importancia evangelizadora. Por otra parte, como respuesta a cuanto nos indica el Papa en estas líneas del documento programático de su Pontificado, nuestra Diócesis lo incluye en el Plan Pastoral, cursos 2014-2015, cómo capítulo especial, en apoyo de su propósito evangelizador, bajo el signo de la alegría . Uniéndonos, asimismo, a las celebraciones del Año jubilar teresiano, trataré de informales a los miles de hermanos asociados en Cofradías y Hermandades a lo largo y ancho del territorio diocesano, como se en- tendía en tiempos de Santa Teresa la piedad popular, la influencia favorable y hasta decisiva que pudo te- ner en su vida y su entrega misionera a favor de la evangelización. 2. De muy poco nos sirve, sin embargo, conocer y reflexionar sobre estos contenidos si ello no nos ayu- dara a dar un paso adelante en nuestra conversión personal. De esto se trata: sentirnos cada vez más responsables de la evangelización de nuestro entorno y sociedad. Las Cofradías y Hermandades, no son un fin, sino un medio que, al expresar y vivir su fe junto a otros her- manos cristianos, signifique, para cada miembro, una verdadera ayuda y estímulo para conducir nuestras vidas por los caminos que el Espíritu nos sugiere. El Papa nos anima a ello con estas palabras: Jesu- cristo “nos vuelve a cargar sobre los hombros una y otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría” . I. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR PIEDAD POPULAR? 1. En los últimos años se ha estudiado la piedad po- pular, podría decirse, que desde todos los ángulos y direcciones. Son abundantes los libros y artículos en revistas especializadas, sobre sus variadas perspecti- vas . No son pocas las dificultades que encuentran a la hora de describir y, mucho más, si tratan de definirla. No obstante, suelen coincidir en asignarla los siguien- tes rasgos característicos fundamentales, sin que agoten su rico contenido: a) Se trata de un fenómeno que forma parte del mismo ser eclesial. Los sujetos y protagonistas de esta piedad, constituyen lo que se llama el Catecismo popular.
  • 5. PáginaPáginaPágina 555 b) En lo más profundo de esta piedad se encuentra siempre verdadera hambre de lo sagrado, de lo divi- no. Es la forma como manifiesta el pueblo sus creen- cias y vivencias de lo sagrado. Sus expresiones con- cretas hacen referencia a la cultura de cada época y núcleo étnico. Se apoya esa vivencia en dos pilares comunes: una misma fe y un mismo amor sobrenatu- ral. c) Utiliza lo concreto y se apoya en la mediación de los ritos y ceremonias, de los símbolos y los gestos culturales. Las imágenes, cuadros, iconos… cobran en esta piedad una importancia capital. Otro tanto cabría decir de sus fiestas y celebraciones litúrgicas. d) Los misterios de la vida de Cristo, lejos en el tiem- po, se hacen cercanos y hasta presentes por medio de sus representaciones plásticas, a veces, hasta en vivo, de modo particular en el ciclo de Navidad, y so- bre todo, en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Lo mismo debe decirse con respecto a María Santísima y Santos titulares. 2. Con el fin de profundizar un poco más en la riqueza y alcance de la piedad popular, nos acercamos al ma- gisterio de los últimos Papas después del Concilio Vaticano II. a) El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi escribe sobre la piedad popular: “ella refleja una sed de Dios que sólo los pobres y los sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosi- dad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la fraternidad, la provi- dencia, su presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores… (como) la paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, aceptación de los demás, devoción” . b) San Juan Pablo II, la calificó como tesoro del pue- blo de Dios y obra del Espíritu Santo en un Discurso pronunciado en Chile, año 1987. Estas fueron sus palabras: “Es el Espíritu Santo quien enciende en los corazones, la esperanza y el amor, virtudes excelsas que dan valor a la piedad cristiana. Es el mismo Espí- ritu el que ennoblece tan variadas formas de expresar el lenguaje cristiano de acuerdo con la cultura y cos- tumbres propias de cada lugar en todos los tiempos. Sí, la piedad popular es un verdadero tesoro del Pue- blo de Dios” . c) El Papa Benedicto XVI, al referirse a la piedad popular, dijo en más de una ocasión, que no es algo secundario en la vida cristiana, necesaria cuando la fe se debilita y muy de tener en cuenta para la nueva evangelización. Éstas son sus palabras: “sirve tam- bién para evangelizar, para comunicar la fe, para acercar a los fieles los sacramentos, para fortalecer los lazos de amistad y de unión familiar y comunitaria, así como para incrementar la solidaridad y el ejercicio de la caridad” . d) El Pontífice actual, el Papa Francisco, ya había dicho en su Homilía del año pasado, 2013, que las Cofradías y Hermandades son “una realidad tradicio- nal en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento” . Son una ma- nera legítima de vivir la fe y de evangelizar a los sen- cillos, nos dijo también en aquella ocasión. Pero, so- bre todo, conviene conocer y reflexionar sobre la fuer- za evangelizadora que les atribuye, en el capítulo que dedica al “anuncio del Evangelio” en la Exhortación Evangelii Gaudium, al que me refería en la introduc- ción. “La piedad popular, escribe, es verdadera expresión de la acción espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una verdad en permanente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal… en la piedad popular, subyace una fuerza activamente evangeliza- dora… (que) estamos llamados a alentarla y fortale- cerla… las expresiones de la piedad popular, tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son un lugar teológico, al que debemos prestar aten- ción, particularmente a la hora de pensar en la nueva evangelización” . II. LA PIEDAD POPULAR EN TIEMPOS DE SANTA TERESA Con el fin de acercarnos más a esta Santa y para ca- er en la cuenta de que somos herederos de la piedad popular de tiempos pasados, nos detendremos breve- mente a destacar algunos de los rasgos más sobre- salientes en aquellos años del S. XVI. Desde la Edad Media se fue configurando una religio- sidad “no oficial”, podríamos decir, como complemen- to de la “expresión oficial” que aparecía en la liturgia, ya que, por sus textos y el uso exclusivo de la lengua latina, no satisfacía las aspiraciones del pueblo fiel para expresar el dinamismo de su fe y devociones. Así fueron surgiendo los santuarios y ermitas, como cierta réplica a las iglesias parroquiales, los “gozos”, festejos en honor de la Virgen María y sus Patronos, las asociaciones y cofradías cultuales y de asistencia, como otros modos de practicar la misericordia. Entre las formas de piedad de aquella época destaca- mos: a) La devoción a Jesucristo, a la Virgen María y a los Santos, representados en imágenes, lienzos e iconos, pasos para la Semana Santa y otras expresiones que exaltan los sentimientos religiosos del pueblo fiel, hasta rivalizar con fuerza en sus diversas expresio- nes.
  • 6. PáginaPáginaPágina 666 b) Se difunde el culto a la Eucaristía, como réplica a las doctrinas luteranas, así como la devoción a la Santa Cruz y a las reliquias. Se generaliza también la piadosa práctica del Vía Crucis que, con el paso de los años, evolucionaría hasta su forma actual. c) Son frecuentes las procesiones penitenciales, cul- tuales y de rogativas, lo mismo que las romerías a santuarios y ermitas. d) Otros dos capítulos importantes que se viven en estos años, en relación con la piedad popular, son “la milagrería” y “el demonismo”. La primera incluía milagros de carácter físico y moral, como integrantes en aquella piedad un tanto profesio- nalizada. Los videntes, curanderos y taumaturgos eran unos profesionales más, que se mezclaban con el pueblo. Como contrapunto a la milagrería religiosa, aparecía también con fuerza la figura del demonio. Su presen- cia e influencia en la vida espiritual, en particular so- bre las personas que se dedicaban a la práctica de la oración mental, es otra de las notas distintivas de la piedad en aquellos años. Todas estas formas y características de esta piedad popular ocupan un lugar relevante en los escritos de espiritualidad de aquellos años y no podrían enten- derse las devociones de Santa Teresa sin conocer esta realidad, de la que participó y vivió desde niña. Hemos de decir también, sin embargo, que el cristia- no vivía inmerso en la realidad de Dios. Interpretaba la pobreza, el trabajo, la enfermedad… bajo la luz de la Providencia divina y tenía, a flor de piel, los miste- rios de la muerte y la gloria del cielo. Sacralizaba el espacio en que vivía y su tiempo desde la oración. Vivían con amor y ternura, al mismo tiempo, su vincu- lación con Dios. III. TERESA DE JESÚS, TESTIGO DE ESTA PIEDAD 1. Supo discernir, ayudada por la sabiduría que fue adquiriendo desde la práctica de la oración mental, la “auténtica piedad” popular, distinguiéndola de las de- vociones que calificó de “bobas”. Utilizó los valores positivos de esta piedad para manifestar su profundo e incondicional amor a Jesucristo, a la Eucaristía, a la Virgen María, a San José, a otros Santos y a las reli- quias. Integró en esta piedad, también, la celebración de las fiestas religiosas y la veneración de las imágenes, llevadas en ocasiones en procesión. Acudió, de jo- ven, por ejemplo al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Cáceres, en procesión. En algunos monasterios reformados mandó edificar algunas ermi- tas a las que se retiraba en soledad para orar mejor. 2. Esto hace de la santa andariega testigo cualificado de la piedad del pueblo de su tiempo. Podrían desta- carse, en este sentido, los siguientes aspectos de su piedad, más en concreto: a) Todos los tratadistas de Santa Teresa consideran el culto y devoción a Jesucristo como el centro de su religiosidad. Jesús ocupa el lugar más íntimo de su vida. Era para ella el amigo fiel con el que trata con gran familiaridad y confianza. Celebraba con gran alegría los misterios de su infancia, nacimiento y pre- sentación en el templo, y lo mismo los misterios de su pasión y muerte. Era muy devota a una imagen de Cristo atado a la columna y a otra de Cristo muy lla- gado, ante la que tuvo lugar su conversión definitiva al Señor (Cf. Vida, 9.1). De ahí precedía su devoción a la Santa Cruz, le gus- taba tomar en sus manos una cruz, porque le parecía que, por este medio, Dios le daba ánimo para vencer a todos los demonios (Cf. Ibídem 25, 19). b) Su devoción a la Eucaristía. Para ella la sagrada Comunión era el momento más importante del día. todo su deseo era glorificar a Cristo sacramentado y extender su culto. Esto la animaba en la fundación de Conventos pues así habría una Iglesia más para ren- dir culto al sagrario. Escribe en el libro de las Funda- ciones: “para mí es grandísimo consuelo ver una igle- sia, más donde haya Santísimo Sacramento” (Cf. Ibí- dem 3, 9). c) La devoción de Santa Teresa a la Virgen María es también uno de los rasgos más sobresalientes de su piedad, la invocaba como mediadora y protectora. Fue su madre quien la educó desde niña en esta de- voción, que practicaría durante toda su vida. Con in- genuidad de niña, al quedarse huérfana de madre “suplicó con lágrimas que hiciese Ella las veces de una Madre” (Ibídem 1.7). Colocaba imágenes de la Virgen en lugares especiales de la casa en sus Fun- daciones y, en sus viajes, llevaba como compañía la imagen de Nuestra Señora de la Consolación. d) Con el mismo alcance debemos interpretar su de- voción al Patriarca San José y a algunos Santos. A sus 25 años estuvo a las puertas de la muerte. Escri- be que acudió al Patriarca san José y de manera mi- lagrosa remitieron sus males. Dedica todo el capítulo VI de la autobiografía de su Vida para dar a conocer su devoción a este Santo (Ej. Ibídem 6. 6.7). Otro tanto cabe decir de su devoción a algunos otros Santos, a los que acudía para que la libraran del de- monio e) Era muy aficionada a rezar oraciones vocales, costumbre heredada de su madre (Cf. Ibídem 1,1; 3,2) y recitaba el Oficio divino diariamente .
  • 7. PáginaPáginaPágina 777 3. Podríamos decir que la devoción de Teresa de Cepeda es fruto de sus profundas vivencias espiri- tuales. Transformó las formas de piedad popular de su tiempo, con una disponibilidad abierta, hasta al- canzar y experimentar los más altos grados del misti- cismo. Piedad popular y mística constituyeron en ella, podríamos decir, una unidad maravillosa. Esto nos lleva a concebir que la Madre Teresa de Jesús, maestra de una espiritualidad culta y cualifi- cada, sea al mismo tiempo uno de los testimonios más autorizados de la importancia, en la práctica, de la piedad popular en todos los tiempos. IV. LA FUERZA EVANGELIZADORA DE LA PIEDAD POPULAR SEGÚN EL PAPA FRANCISCO 1. La misión de la Iglesia, de los discípulos de Cristo, siempre ha sido, desde sus orígenes, difundir en el mundo la llama de la fe que Jesús encendió en el mundo: la fe en Dios, que es Padre, Amor, misericor- dia, llevar el Evangelio de Jesucristo a toda la crea- ción (Cf. Mc. 16, 15). El Papa comenta lo siguiente sobre esta tarea que Cristo nos encomienda con unas bellas palabras: “Para ser evangelizadores de alma también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión, añade, es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por el pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene, pero ahí mismo, si no somos ciegos, empezaremos a percibir que esa mi- rada de Jesús se amplía y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esa pertenencia… A veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás” . 2. Ya hemos dicho antes, que el Papa Francisco de- dica un apartado en el capítulo tercero de su Exhor- tación Apostólica Evangelii Gaudium para poner de relieve la fuerza evangelizadora de la piedad popu- lar. De entre todos los valores que adornan y encierra esa piedad, él ha querido destacar para nuestro tiempo esa fuerza de la piedad del pueblo que se evangeliza continuamente a sí mismo. La piedad popular, en palabras del Papa: “Es verda- dera expresión de la acción misionera espontánea del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en per- manente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el agente principal. En la piedad popular puede perci- birse, añade, el modo en el que la recibida se en- carnó en una cultura y se sigue transmitiendo” . V. NUESTRO APOYO Y ATENCIÓN A LA PIEDAD POPULAR 1. Resulta también de máximo interés el apoyo que muestra el Santo Padre a la piedad popular, advir- tiéndonos que si “en algún tiempo se miró con des- confianza”, como aún lo hacen algunos, muy pocos, es cierto también, nos dice el Papa, “que ha sido objeto de revalorización en las décadas posteriores del Concilio” , lo cual es muy cierto. Pero en la Exhortación citada no sólo nos invita el Santo Padre a esa “revalorización” continuada de la piedad popular, sino que además expone las razo- nes para ello, con las siguientes palabras porque: “en la piedad popular, por ser parte del Evangelio inculturizado, subyace una fuerza activamente evan- gelizadora que no podemos menospreciar, porque sería desconocer la obra del Espíritu Santo” . Lejos de ello, por el contrario, nos dice a todos noso- tros, que “estamos llamados a alentarla y fortalecerla para alentar el proceso de inculturación que es una realidad nunca acabada” . De nuevo quiere destacar su importancia para la nueva evangelización y como fuente de renovación personal, cuando escribe que “las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, pa- ra quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar en la nueva evangelización” . El Papa San Juan Pablo II en la visita ad Limina del año 1982, les dijo a los Obispos de las provincias eclesiásticas de Sevilla y Granada que la exaltación ritualista, su tendencia a la devoción y dimensión festiva de la piedad de sus fieles diocesanos, que en parte la caracterizan, merecían su “atención conti- nuada y con respeto y cuidado” . También el Papa Benedicto XVI, en diversos mo- mentos de su fecundo magisterio, ha manifestado su interés por la piedad popular destacando, sobre to- do, su incidencia imprescindible a favor de la evan- gelización, y la comunicación de la fe, para acercar a los fieles a los sacramentos, fortalecer los lazos de amistad y de unión familiar y comunitaria, así como para incrementar la solidaridad y el ejercicio de la caridad. Insistió también, más de una vez, en que esta piedad tiene que estar en estrecha relación con la liturgia y
  • 8. PáginaPáginaPágina 888 Virgen María y una conciencia de pertenencia a la Iglesia, con afecto al Sucesor de Pedro y al episco- pado . 2. Sin embargo, hemos de advertir también que, for- mando parte de la atención que la Iglesia debe pre- star a la piedad popular, incluya asimismo su ince- sante vigilancia por parte de los Pastores respecti- vos. Los últimos Pontífices citados suelen unir esta adver- tencia al tiempo que manifiestan su apoyo a esta piedad a fin de que los elementos menos perfectos se purifiquen progresivamente, evitando que esta piedad quede reducida a mera expresión folclórica o costumbrista traicionándose, de esta forma, su ver- dadera esencia. Se requiere, insisten, que los Pastores “se encar- guen de ella” y caminen juntos con sus fieles en un esfuerzo constante para que el valor de los signos penetre en lo hondo del corazón, para que esos sig- nos estén siempre iluminados por la Palabra de Dios y se transformen en convicciones firmes de fe, con- solidada por los sacramentos y su fidelidad a los va- lores morales. Debe apuntar siempre al centro que es Jesucristo, y no quedarse únicamente en lo exter- no . VI. EN EL PLAN PASTORAL DIOCESANO Y DELE- GACIÓN EPISCOPAL 1. Nuestra Iglesia diocesana, en comunión con toda la Iglesia y siguiendo las orientaciones del Santo Padre para todo el Pueblo de Dios y de los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, ha elaborado el nuevo Plan Pastoral para el presente curso y el siguiente. No pretende otra cosa que ser un instrumento de ayuda en manos de los fieles para caminar juntos en comunión y con objetivos concretos. Se dedica el capítulo tercero a la piedad popular co- mo habrán podido comprobar y se marcan los si- guientes objetivos y sensibilidades para la misma: a) Adquirir una mirada significativa de las distintas expresiones de piedad popular para saber conside- rarlos como un “lugar teológico”. b) Diferenciar lo que es puramente cultual, lo que es solamente religioso y lo que constituye propiamente la expresión de en Jesucristo. Se proponen también unas acciones: sobre todo el estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium, in- vitándose a los sacerdotes, como pastores, a ser los primeros por su cercanía, y se indican los siguientes momentos, en concreto, para la promoción de las Cofradías y Hermandades: 1) Una vida de oración durante cada curso, como la celebración de algún retiro espiritual, vía crucis peni- tencial, rezo del santo rosario en familia o en la mis- ma Cofradía. Los últimos Pontífices destacan y apoyan en la reno- vación para la piedad popular las “peregrinaciones•. En este Año Jubilar de Santa Teresa, bien podría- mos hacerlo a los lugares señalados para alcanzar la Indulgencia plenaria, con sentido de conversión. 2) Austeridad, destinando algunos de sus recursos, a través de Cáritas parroquial o diocesana a favor de los necesitados, como vienen haciéndolo ya con tan- ta generosidad. 3) Poner un interés especial bien programado, en favor de la formación de los hermanos cofrades, sir- viéndose de las propuestas a su alcance de la Vicar- ía Diocesana de Pastoral y Delegación Episcopal de Cofradías y Hermandades . 4) Conocimiento de los fines fundacionales de su respectiva Cofradía o Hermandad, actualizando el cumplimiento de los mismos desde una visión inserta en el “hoy” de nuestras vidas. c) Una “permanente misión” interna de cara a los propios miembros, todos necesitamos ser evangeli- zadores, en cualquier edad, para afianzar la fe y dar, luego, respuestas como testigos del Evangelio de Jesucristo, sin escondernos, ni desentendernos de lo que Dios ha puesto en nuestras manos . 2. La Delegación Episcopal, por su parte, pone tam- bién en sus manos, a través del Delegado, una Guía de estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium, para su lectura personal y su reflexión en grupo de cofrades. Se proponen cuatro reuniones de trabajo en cada curso. Cada uno de los encuentros se centra en una de las acciones señaladas en el Plan pastoral dioce- sano: la formación. Por ello les exhorto a todos, es- pecialmente a sus Consiliarios y Presidentes o Her- manos Mayores a reunirse también para lograr los objetivos propuestos. VII. EXHORTACIÓN FINAL “La alegría renace el Jesucristo”. Éste es el título del Plan Diocesano de Pastoral. Se hace eco de las pa- labras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium, cuando nos dice: “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”, y nos invita a tomar parte activa en “una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría” . Habrán podido fijarse, durante la lectura de esta car- ta, cómo el Santo Padre insiste y espera de la pie-
  • 9. PáginaPáginaPágina 999 todos los discípulos de Jesús. Nos propone como punto de partida y de llegada, en todo el recorrido, dejarnos encontrar con Dios. En Él radica la fuente de la acción evangelizadora porque Dios siempre tiende a comunicarse por quien le aco- ge. Sólo el egoísta y de corazón cómodo, que vive única- mente para él, al no dejar espacio para nadie, tampo- co necesita de Dios. Éste nunca podrá gozar de la dulce alegría de un Dios que nos quiere, nos espera y acompaña cada día. En nombre del Señor, les envío para ser sus alegres testigos y de su Evangelio en todos los rincones de esta Iglesia diocesana. No hace falta hacer milagros; los milagros los hace Él. Por eso les decía en mis palabras de aprobación del Plan diocesano de Pasto- ral “que como pueblo que camina unido bajo la fuerza del Espíritu, entreguemos a Jesucristo los cinco pa- nes y los dos peces, de nuestra pequeñez”. Él se en- cargará “de volver a repetir el milagro de la multiplica- ción (cf. Jn. 6, 9) para saciar a tantos hermanos nues- tros que buscan a Dios” . Así se lo recomendamos a nuestros Patronos: Santí- sima Virgen de la Cabeza y san Eufrasio, junto con santa Teresa de Jesús, en el V Centenario de su na- cimiento. Con mi saludo y bendición Jaén, 23 de noviembre de 2014 Solemnidad de Cristo Rey  Ramón del Hoyo López Obispo de Jaén Muchas personas se preguntan: ¿por qué enseñar a orar? ¿No se trata de un gesto espontáneo que llevamos a cabo cuando lo sentimos y que pertenece a nuestra pri- vacidad? Otras van más allá y se plantean: pero ¿realmente se puede enseñar a orar? ¿no es una experiencia tan personal que resulta incomunicable?. Sin pretender dar una respuesta tajante a esta cuestiones, este libro ofrece una “introducción a la oración” centrándose en la importancia del <<tú>>, el <<Misterio>> al que el ser humano necesita dirigirse cuando ora y que a la vez debe ser <<personal>>. Ese <<tú>> es el que permite expresar lo inefa- ble y dejarse envolver por el absoluto que es Dios.
  • 10. PáginaPáginaPágina 101010 ¡¡¡ GRACIAS !!! FELIZ ADVIENTO CÁRITAS DE SAN PEDRO Y SANTA MARÍA DE TORREDONJIMENO CÁRITAS AGRADECE A TODOS LOS TOSIRIANOS SU PERMANENTE AYUDA PARA LOS MÁS NECESITADOS
  • 12. PáginaPáginaPágina 121212 En la liturgia de Adviento, la Iglesia deposita su mirada principalmente sobre cuatro gran- des figuras bíblicas (Isaías, Juan Bautista, María y José), que le ayudan a vivir este tiempo con autenticidad. Isaías. El primer personaje es el que mu- chos autores antiguos llaman el evangelista del Antiguo Testamento. Se lee durante el Adviento según una costumbre presente en todas las tradiciones litúrgicas, ya que él ex- presa con gran belleza la esperanza que ha confortado al pueblo elegido en los momen- tos difíciles de su historia. Esperanza que brota de la fe, tal como recuerda Benedicto XVI: «El profeta encuentra su alegría y su fuerza en la Palabra del Señor y, mientras los hombres buscan a menudo la felicidad por caminos que resultan equivocados, él anuncia la verdadera esperanza, la que no falla porque tiene su fundamento en la fideli- dad de Dios» (Ángelus, 12-12-2010). Es el profeta más citado por los escritores del Nuevo Testamento, ya que habla tanto de la gloria del Mesías como de los sufri- mientos del siervo de YHWH, que traerán la salvación al pueblo. En Adviento, de él se toman la mayoría de las primeras lecturas de la misa (tanto ferial como dominical) y del Oficio de Lectura. Estos textos son un anun- cio de esperanza para los hombres de todos los tiempos, independientemente de las cir- cunstancias concretas que les toque vivir. Todos ansiamos un tiempo en el que las víctimas del egoísmo encuentren justicia, en que las armas se transformen en instrumen- tos de trabajo y los pueblos vivan unidos. Al mismo tiempo, Isaías invita a no permane- cer con los brazos cruzados, a preparar acti- vamente el camino del Señor, a hacer posi- ble su venida al mundo: «Preparad el cami- no al Señor; allanad en la estepa una calza- da para nuestro Dios; que los valles se le- vanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale» (Is 40,3-4). Estas palabras serán el corazón del anuncio de san Juan Bautista. La Iglesia las repite en las oraciones de Ad- viento. El Señor viene, pero quiere que le preparemos el camino abajando los montes del orgullo y rellenando los valles de la indi- ferencia, enderezando los comportamientos que se han desviado, igualando los dere- chos de todos. La salvación será un don de Dios en Cristo, pero Él quiere que nos dis- pongamos convenientemente y, de alguna manera, la adelantemos con nuestras bue- nas obras. Juan Bautista. Es el segundo personaje de Adviento, cuya historia se lee los domingos segundo (en sus tres ciclos) y tercero (ciclos a y b) y los días feriales (desde el sábado de la segunda semana hasta el viernes de la tercera). Las lecturas patrísticas del segundo y tercer domingo, tomadas de Eusebio de Cesarea y de san Agustín, reflexionan sobre su mensaje. Su ayuno, su ascetismo y su oración en la soledad del desierto son un estímulo para los que quieren acoger al «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Bien encarna, por lo tan- to, el espíritu de Adviento. Juan es el punto de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre las promesas y su cumplimiento. Es el último de los profetas de Israel (Anuncia, como ellos, la llegada del Mesías, invitando a la conversión) y el pri- mero de los evangelistas (Da testimonio de que el Mesías ya ha venido, señalándolo en- tre los hombres). Después de varios años de retiro y soledad, comenzó su tarea de predi- cación. Muchos lo escucharon y se acerca- ron al río para participar en el rito penitencial que él proponía. Insistía en que la urgencia de la conversión estaba motivada por la lle- gada inminente del reino de Dios, tantas ve- ces anunciado por los profetas. Supo reco- nocer al Mesías y dar testimonio de Él.
  • 13. PáginaPáginaPágina 131313 Quizás su testimonio más significativo sea el que da poco antes de morir, cuando manda mensaje- ros a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro?» (Lc 7,19). La franqueza de la pregunta es la garantía de su seriedad. Juan se encuentra al final de su exis- tencia, caracterizada por las privaciones. Vivir de saltamontes y miel silvestre en el desierto no tie- ne nada que ver con las excursiones turísticas a los lugares santos o con las idealizaciones de las personas devotas. Él lo ha hecho sostenido por el convencimiento de una misión divina. Ahora todo parece hundirse, ya que Jesús no respond- ía a las expectativas de Juan. La respuesta de Cristo sirve para confirmarle en la fe y para ponerle un nuevo reto: «Contad a Juan Bautista lo que habéis visto y oído: los cie- gos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia el Evangelio, y ¡dichosos los que no se escandali- cen de mí!» (Lc 7,22-23). Efectivamente, se han cumplido las palabras de Isaías, que indicaban las señales de los días últimos. Si el bien vence sobre el mal y la buena noticia se anuncia a los anawin, al resto humilde de Israel que confiaba en las promesas de Dios y esperaba su realiza- ción, es porque han llegado los días de la salva- ción. Cuando los embajadores de Juan se retiran, Jesús dice que éste no era «una caña batida por el viento», es decir: un hombre sin raíces ni con- vicciones, sino un profeta, «e incluso más que un profeta». Juan conocía las obras de Jesús, pero en cierto momento duda de que Él se ajustara a la figura de Mesías que sus contemporáneos es- peraban, por lo que corre el riesgo de «escandalizarse». Efectivamente, con Jesús irrumpe en el mundo la novedad de Dios, que cumple las promesas del Antiguo Testamento superándolas, que va más allá de nuestras ex- pectativas, que rompe nuestros esquemas, que nos obliga a hacernos pequeños para ver, más allá de las apariencias, los signos que muestran que Jesús es el que vino, el que vendrá, el que está viniendo. Jesús invita a creer no solo cuando Dios se adapta a nuestras ideas sino, especialmente, cuando las rompe. Precisamente Juan Bautista, que dará el testimonio supremo al derramar su sangre, se convierte en figura de Jesús, que nos salva por medio del anonadamiento y del don total de sí. El Adviento de Dios sigue acontecien- do en la humildad. Él viene a los corazones de aquellos que no se dejan escandalizar por el hecho de que Dios no se presente como ellos deseaban. Viene a los corazones de los que están abiertos a la perenne novedad de Dios, que nunca se encierra en los pensamientos y deseos de los hombres, por muy nobles que se- an. María. El Vaticano II recuerda que en María con- fluyen las esperanzas mesiánicas del Antiguo Testamento: «Con ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva Economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne» (LG 55). María es modelo excelso de las actitudes propias del Adviento: la confianza en la Palabra de Dios, que cumple sus promesas, y la disponi- bilidad para acoger al Señor que viene. Por eso, Benedicto XVI la llama «Mujer del Advien- to» (Ángelus 28-11-2010) y la propone como mo- delo para este tiempo litúrgico. Pablo VI, en su encíclica sobre el culto mariano, indica la profun- da relación existente entre el Adviento y María: «La liturgia de Adviento, uniendo la espera me- siánica y la espera del glorioso retorno de Cristo al admirable recuerdo de la Madre, presenta un feliz equilibrio cultual que puede ser tomado co- mo norma para impedir toda tendencia a separar el culto a la Virgen de su necesario punto de re- ferencia: Cristo. Resulta así que este periodo, como han observado los especialistas en liturgia, debe ser considerado como un tiempo particular- mente apto para el culto de la Madre del Se- ñor» (Marialis Cultus, 3-4). De hecho, en las misas de Adviento, María está presente en los textos bíblicos y en las oracio- nes, subrayando el paralelismo Adán-Cristo y Eva-María, muy común en los Santos Padres. Los textos de la liturgia de las horas también la citan e invocan desde el principio. Ya al final del Adviento, la figura de María se une de una ma- nera indisoluble con el cumplimiento de las pro- mesas y la llegada del tiempo esperado. En el Oficio de Lectura se proponen dos importantes textos de san Ireneo (sobre Eva como antitipo de María) y del beato Isaac de Stella (sobre María como tipo de la Iglesia). Las actitudes de María se convierten en el mo- delo que los cristianos deben seguir para vivir el Adviento: su fe, su silencio, su oración, su ala- banza agradecida al Padre, su disponibilidad a la
  • 14. PáginaPáginaPágina 141414 voluntad de Dios y al servicio. Las fiestas de la Inmaculada, de Nuestra Señora de Guadalupe y de Nuestra Señora de la Esperanza, celebradas en el corazón de este tiempo litúrgico, subrayan aún más la relación de María con el Adviento, tal como recuerda la Congregación para el Culto Divino: «La Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al naci- miento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la liturgia del Adviento […] La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciem- bre) acrecienta en buena medida la disposición para recibir al Salvador» (Directorio, 102). José. Terminemos esta reflexión recordando a san José, especialmente presente en los evan- gelios de los días anteriores a la fiesta de Navi- dad. Ciertamente, José y María vivieron de una manera única el tiempo de la espera y del naci- miento de Jesús. Como subraya Como subraya Benedicto XVI, dos aspectos hacen de san José uno de los personajes impor- tantes del Adviento y de toda la historia de la sal- vación: su descendencia davídica (que él trans- mite a Jesús) y su condición de justo. Respecto al primer punto, recuerda que José pertenece a la estirpe de David (cf. Mt 1,20). En cuanto que Jesús es legalmente el «hijo de José» (Lc 4,22), puede reclamar para sí el título mesiánico de «hijo de David» (cf. Mt 22,41-46), dando cumplimiento en su persona a las prome- sas hechas a su antepasado: «Mantendré el lina- je salido de ti y consolidaré tu reino» (2Sm 7,12ss). El Pontífice afirma que, «a través de él, el Niño resultaba legalmente insertado en la des- cendencia davídica y así daba cumplimiento a las Escrituras, en las que el Mesías había sido profetizado como “hijo de David”» (Ángelus, 18- 12-2005). José es el anillo que une a Jesús con la historia de Israel, desde Abrahán en adelante, según la genealogía de Mateo (1,1-16), y con las esperanzas de toda la humanidad, desde Adán, según la genealogía de Lucas (3,23-38). Respecto al segundo punto, cuando la Escritura llama «justo» a José quiere decir, ante todo, que es un hombre de fe, que ha acogido en su vida la Palabra de Dios y su proyecto sobre él. Como Abrahán, ha renunciado a sus seguridades y se ha puesto en camino sin saber adónde iba, fián- dose de Dios. En este sentido, el Papa recuerda que José es «modelo del hombre “justo” (Mt 1,19) que, en perfecta sintonía con su esposa, acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano» (Ángelus, 18-12-2005). De esta manera, vive las verdaderas actitudes del Adviento: la fe inquebrantable en la bondad de Dios, la acogida solícita de su Palabra y la obediencia incondicional a su voluntad. Por eso, añade el Papa, «en él se anuncia el hombre nue- vo que mira con fe y fortaleza al futuro, no sigue su propio proyecto sino que se confía a la infinita misericordia de Aquel que cumple las profecías y abre el tiempo de la salvación» (Idem). Hablando de la relación entre san José y el Ad- viento, Benedicto XVI reflexiona sobre el silencio del santo Patriarca, manifestación de su actitud contemplativa, del asombro ante el misterio de Dios. Siguiendo su ejemplo, nos invita a vivir es- te tiempo en actitud de recogimiento interior, pa- ra meditar la Palabra de Dios y acogerle cuando viene a nuestra vida: «El silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos. Un silencio gra- cias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, confrontándola conti- nuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración cons- tante, oración de bendición del Señor, de adora- ción de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia» (Ángelus, 18-12- 2005). P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
  • 15. PáginaPáginaPágina 151515 Rezar el Avemaría no es solo una oración bella, es también fruto de nuestra vivencia, una forma sencilla de expresar aquello que bulle en el interior de nuestra alma, una forma sencilla de expresar aquello que está latiendo en el interior del cristiano. Una forma dulce y sencilla de acompañar a nuestra Madre la Virgen María y de dejarnos acompañar por Ella. El Avemaría es la oración de Nuestra Señora, pero es también la vida de cualquier cristiano donde se hace presente la alegría, el gozo, el dolor... Lo que vive María está también disponible para vivirlo cada uno de nosotros. El Avemaría tiene una parte evangélica, la primera. "Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Ante estas palabras María se turbó y se preguntaba qué significaría tal saludo. El ángel le dijo: "No tengas miedo, María, porque has hallado gracia ante Dios, concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús" (Lc 1,28-31). Y también tiene una par- te de la Iglesia, la segunda. En esta ocasión, nos cen- traremos en la primera parte del Avemaría, dejando la segunda parte para otra edición de nuestra revista parroquial. Comienza la oración con "Salve, llena de gracia". La llena de gracia, en griego χαιρε κεχαριτωμενη, no se le dice a María que sea feliz por el buen trabajo que tiene, sino porque la Vida está en ella. Alégrate, María porque la Vida está en ti. Es la llena de gracia. Alegría significa estar aligerado. La persona alegre está aligerada. Cuanto más pierde uno, cuanto más va dejando cosas, más alegre está. No hay que bus- car la alegría fuera de nosotros. Pobres de nosotros si buscáramos la alegría en algo fuera de nosotros. El Avemaría es una oración que nos lleva a nosotros mismos a buscar el gozo en nuestro propio corazón, no a causa de nada. Simplemente es sentir alegría, laetitia perfundi. Llena de gracia, pero a su vez vacía. María está vac- ía, Dios ha mirado el vacío de su sierva. María en el Magnificat canta su vacío. Vacío al que estamos invi- tados todos los cristianos. Despojarse, humillarse, vaciarse,...es algo personal. Si nos vaciamos de nuestro orgullo, de nuestras ambiciones, expectati- vas,...entonces encontraremos una gran llenura en nosotros. Seremos también llenos de gracia. El Señor está contigo. En la aventura espiritual se vive una cierta soledad, pero en esta soledad se en- cuentra el hallazgo de la compañía más amada, más grande y más profunda. Hemos de felicitarnos porque el Señor está con y en cada uno de nosotros. María nos despierta la gran confianza que es descubrir que Cristo está con nosotros. Bendita tú entre las mujeres. Bendecir es "decir bien", "hacer bien". Dios, todo lo que dice lo hace. Por eso llena de bienes a María y nos llena de bienes a nosotros. Dios nos ha hecho bien a todos: "todo lo ha hecho bien" (Gn 1,31). Pero reprochamos a Dios cuando no estamos de acuerdo con lo que somos... María nos recuerda que Dios to- do lo ha hecho bien. Bendito el fruto de tu vientre. La palabra vientre en una mujer evoca la vida que se gesta en su interior, la despensa de la vida. Obrar desde el vientre es obrar desde dentro, desde nuestra dimensión interior, des- de nuestra espiritualidad. María es ejemplo de vida interior, de mundo interior. Y nosotros también tene- mos ese mundo interior. Dice san Agustín que hay dos clases de hombres, los que cuidan preferente- mente el mundo interior y los que cuidan preferente- mente el exterior, aquellos que buscan la "ciudad de Dios" y aquellos que prefieren la ciudad pagana y te- rrenal. (De civitate Dei) El fruto del vientre de María ha sido Jesús. Él es el fruto de nuestra vida, el fruto del vacío. María nos entrega a Jesús. María nos da a Jesús, y nuestra mi- sión es dar a Jesús a los demás, a aquellos que más sufren, a los más necesitados, a los más discrimina- dos,...el fruto de nuestro vientre es un corazón de carne entregado al sufrimiento del hermano. Como decía la beata Madre Teresa de Calcuta: “El fruto del silencio es la oración. El fruto de la ora- ción es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz". Que nuestro fruto interior nos lleve a través de la ora- ción, la fe y el amor a servir a nuestros hermanos con paz y alegría. Dejémonos acompañar durante este tiempo de Ad- viento por María, Ella es, sin duda alguna, nuestra Madre y compañera en un itinerario que nos llevará hasta la gruta de Belén. Allí, en la oscuridad y en el silencio de la noche, la llena de gracia, nos dará la Luz de la Palabra hecha carne. Feliz tiempo de Adviento. Antonio José Blanca Ortega.
  • 16. PáginaPáginaPágina 161616 Noviembre, mes por excelencia de los Santos y difuntos, ha dis- currido en nuestra parroquia envuelto de una amplia ejecu- ción de actividades que la han llenado de actuaciones y han dado sentido a su propia reali- dad: Formar Comunidad; Evan- gelización y Catequesis; Litur- gia y Religiosidad Popular y Pastoral Social y Cáritas. Siguiendo el Calendario Pastoral del presente cur- so casi una treintena de actividades, además de las Santas Misas diarias y dominicales, fuente de toda la vida parroquial, han llenado el quehacer de nuestra feligresía en el concluido mes de Noviembre. Como vienen siendo repetitivo cada año, desde la llegada del párroco D. Andrés a la parroquia, se abr- ía el mes, tras la celebración del día de los Santos, con la Semana de difuntos. Por mil novecientos di- funtos parroquiales se pidieron, a lo largo de la sema- na del 4 al 9. En cada una de las Eucaristías celebra- das a las 20 horas acudieron familiares y conocidos de los difuntos que correspondían por haberlo pedido con anterioridad y que eran recordados por D. Andrés con la lectura previa de sus nombres. En el primer día se pidió por 265 difuntos, después por 224, 649, 230, 188, y 357, sucesivamente, que pertenecían a los seis sectores en que se dividió la parroquia. De esta manera se siguió la tradición de rezar por los muertos y se hizo en el mejor sufragio como fue la Santa Misa por los difuntos. Confirmaciones de adultos. Un grupo de catorce personas de la parroquia recibieron en la Sacra Igle- sia Catedral de Jaén el sacramento de la Confirmación. Entre las dos primeras semanas del mes recibieron las catequesis correspondientes: “Temas de Iniciación al Sacramento de la Confirma- ción” que les fueron impartidos por el catequista Paco Cerbán. En la mañana del domingo 16, uniéndose a otros mayores de la diócesis, recibieron de la mano de nuestro obispo, D. Ramón del Hoyo. Desde nues- tra parroquia les trasmitimos enhorabuena por haber- se vinculan con más perfección a la Iglesia, enrique- cerse con una fortaleza especial del Espíritu Santo y haber adquirido mayor compromiso para difundir y defender la fe, con sus palabras y sus obras como verdaderos testigos de Cristo.
  • 17. PáginaPáginaPágina 171717 Como se programó al comienzo de curso los Miércoles de Confesiones se han ido realizan- do a lo largo de cada semana. Nuestro párroco, desde once a treces horas, cada miércoles, ha permanecido en el confesionario para atender a cuantos acuden a recibir el perdón de sus fal- tas. El silencio, tranquilidad y meditación, rein- ante en el templo, invitan a muchas personas que acuden al confesionario. En este curso iniciado una nueva tarea se ha propuesto la parroquia. La Lectio divida a ma- dres de niños de nuestra catequesis. Durante el primer miércoles de mes en San Pedro y jue- ves en la Virgen del Olivo, de 17 a 18 horas (tiempo que los niños están en catequesis) las mamás se reúnen con el párroco y llevar a cabo un encuentro con Dios a través de la Sagrada Escritura. Se hace normalmente tomando un pasaje determinado de la Biblia para hacer la oración. Como es habitual desde la creación del Gru- po Parroquial de Hermanos del Santísimo, en este mes de Noviembre, cumpliendo los Es- tatutos, se celebra la Asamblea General. Duran- te el viernes siete a las 18 horas, en el salón parroquial y bajo la mesa presidencial formada por los párrocos D. Andrés y D. Enrique, con el secretario Antonio Delgado y el tesorero Manolo Tudela, se abordó el orden del día que lo com- ponían: Oración; Lectura y aprobación del acta anterior; Vida espiritual del grupo; Informes so- bre el Corpus 2015; estados de cuenta, Revi- sión de cuotas, Necesidad de anderos y ande- ras, terminando con ruegos y pregunta. Todo discurrió con normalidad y se decidieron acuer- dos importantes, entre ellos el itinerario por don- de discurrirá la procesión del Corpus (zona baja del barrio de San Roque) que fueron aceptados por los asisten- tes. Como man- da los Estatutos, la Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Je- rusalén, celebró su Asamblea General. Con la asistencia del p á r r o c o D . Andrés, como Consiliario de la misma, se hizo memoria del año y se anunciaron nuevos pro- yectos. Concluía la segunda semana del mes con la Reunión de matrimonios. Como es habitual el grupo de matrimonio de la parroquia se reunió en el salón parroquial para celebrar su reunión mensual. En torno a los temas señalados para este primer trimestre: Oración en el matrimo- nio; Claves para la felicidad del matrimonio y El perdón en el matrimonio, animadas por el párroco, se volvieron a compartir unas horas que finalizaron en un ambiente de convivencia y en el acostumbrado refrigerio. A nivel interparroquial siguen desarrollándo- se la ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRIS- TIANOS. Se iniciaron a finales del mes de Octu- bre y duraran hasta mediados de Enero. Duran- te el pasado mes de Noviembre se han llevado a cabo en los lunes 10 y 24. El programa se desarrolla en las dependen- cias del Convento de la Victoria a partir de las 20 horas. Las clases que sigue el texto del Ca- tecismo de la Conferencia Episcopal Española “Esta es nuestra fe” son impartidas por la cate- quista Magdalena Cañada. A los encuentros, que son quincenales, están asistiendo 14 alumnos de ambas parro- quias. Quedan por celebrar las sesiones de Di- ciembre 1,15 y 22. Enero 19 y 26 para concluir en Febrero 2 y 16. La nueva tarea parroquial tuvo lugar entorno a la Formación Bíblica para Agentes de Pas- toral. Un grupo de feligreses, de forma mayori- taria los catequistas, se reunieron con D. Andrés y siguieron conociendo más y mejor las Sagrada Escrituras. Por ahora la introducción al Antigua Testamento fue el tema sobre el que departió la intervención de nuestro párroco y la intervención de algunos asistentes. Estas reu- niones se vienen realizando en el salón parro- quial durante dos viernes al mes aunque en es- te mes fueron el viernes 14 y sábado 28. Este mismo día, pero a las 20:30 horas, también la Cofradía de la Virgen de las Angustias ce- lebró su Asamblea General. Como ocurren siempre en estas reuniones la cofradía revisan la marcha de la institución, asesorada siempre por la presencia de D. Andrés como Consiliario de la misma.
  • 18. PáginaPáginaPágina 181818 Tras la reunión prebautismal celebrada con padres y padrinos, en la tarde del sábado 8, los días, 1, 23 y 29 nuestra parroquia ce- lebró Bautismos. Pequeños feligreses re- cibieron este sacramento por el que fueron liberados del pecado, hechos hijos de Dios e incorporados a su Iglesia y partícipes de su misión. La alegría de padres, padrinos y familiares se hizo extensiva en la comuni- dad que pidió por estos nuevos miembros de la Iglesia. Completó la jornada del sábado 15, la reu- nión del Equipo de la Revista Parroquial. Bajo la presencia y dirección de nuestro párroco, y componentes del equipo de re- dacción de la misma, se diseñó los temas y apartados que componen esta revista parro- quial que tienes en tus manos. Como siem- pre nuestro deseo es, además de exponer enseñanzas de nuestra Santa Madre Igle- sia, damos a conocer el quehacer de nues- tra parroquia. Siempre con el deseo de que sea amena, entretenida y formativa. Dos nuevas actividades tuvieron cabida durante la jornada del jueves 20. A partir e la 18 horas el grupo de Vida Ascendente en la que un grupo de Mayores y Jubilados de la parroquia se reúnen con el párroco para crecer en la Fe, fomentar la amistad y ser miembros activos de la Iglesia y de la sociedad. San Juan Pablo II decía, en Ro- ma, en el año 1987: "Sois un auténtico Mo- vimiento de Iglesia, un Movimiento de lai- cos que trabaja en colaboración con Sacer- dotes y Religiosos, en comunión muy fiel con el Papa y los Obispos..." Una hora después tuvo lugar la hora santa de hermanos del Santísimo. Esta actividad que se celebra cada mes alternando las dos parroquias lo- cales. En esta ocasión tuvo su encuentro en la iglesia de San Pedro. Allí, ante el Señor, estuvieron presentes un buen grupo de asistentes adorándolo y alabándolo en la Hostia Santa que lo hace presente y nos llena de su infinito amor. Una nueva actividad arranca este curso en la parroquia: Taller de Oración. Siguien- do la revista ORAR de la editorial Monte Carmelo la nueva experiencia tiene como objetivo presentar distintos modelos de ora- ción. De esta manera la feligresía adquiere un material diverso para la oración perso- nal. Todo se resume en tener distintas fórmulas de oración y elegir en cada mo- mento.
  • 19. PáginaPáginaPágina 191919 El Consejo de Pastoral también se reunió en la jornada del sábado 22. Los componentes de este Consejo con la presencia y dirección de D. Andrés que informó sobre asuntos diversos, en- tre ellos la presentación del Documento de tra- bajo para las parroquias que ha puesto en mar- cha el Arciprestazgo de Martos-Torredonjimeno, con el fin de acercar más la comunión eclesial y coordinación de las parroquias. Otro aspecto tratado fue la constitución del Consejo de Laicos Diocesano que se ha puesto en marcha recientemente. Dos horas más tarde la nue- va actividad que vivió la pa- rroquia fue la celebración de Santa Cecilia. En la celebra- ción eucarística de las 20 horas la parroquia acogió, un año más, la celebración de la patrona de los músicos. Con la imagen presente de la san- ta la agrupación musical y numeroso público veneraron a la virgen y mártir por su fe, patrona de la música. Las celebraciones de las Eucaristía de los domingos 23 (Cristo Rey) y 30 (San Andrés) la parroquia celebraba el final y comienzo del año litúrgico. En este último domingo también la pa- rroquia celebraba y pedía por nuestro párroco en el día de su santo. Como es costumbre en sus homilías, también sus feligreses le decimos con todo nuestro cariño “Que Dios lo bendiga” El Jueves 27 también la parroquia acogió dos nuevas celebracio- nes. A las 6 e la tarde en la ermita de los Santos Pa- tronos, Misa en recuerdo de la relación de de estos santos márti- res con la ciu- dad, desde que en el año 1580 se constituyeron en patronos, amparo de defensa de los tosirianos. Como siempre mu- chos devotos llenaron la ermita y después pasa- ron por el camarín que alberga sus imágenes. Horas después, en San Pedro, en la celebración diaria de la Santa Misa se celebró la fiesta de La Mi- lagrosa imagen muy vene- rada en la localidad. Bella- mente adornada la imagen de la Virgen milagrosa, si- tuada en la escalinata del altar mayor, recibió el trato devocional y cariñoso de los muchos asistentes que, años tras años, esperan la cita. En el penúltimo día del mes de Noviembre se celebró, en la Capilla del Santísimo, el Retiro de Adviento. Desde las 10:30 y hasta las 13 horas el párroco de la vecina lo- calidad de Jamilena y tosi- riano de nacimiento, D. An- tonio Montijano, dirigió el encuentro y centró su inter- vención en torno al tema: El sentido cristiano del Ad- viento. Su intervención sir- vió para activar en los asis- tentes la espera del Señor. Vicente Pereña Pamos
  • 20. DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014 1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33———373737 ))) PáginaPáginaPágina 202020 DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014 2º adviento. B2º adviento. B2º adviento. B EVANGELIO (EVANGELIO (EVANGELIO ( Mc 1, 1—8).).). En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su ca- sa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encar- gando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atar- decer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al ama- necer; no sea que venga inesperadamente y os en- cuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!» Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delan- te de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus sen- deros."» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtie- ran y se bautizaran, para que se les perdonasen los peca- dos. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba ves- tido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintu- ra, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merez- co agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pe- ro él os bautizará con Espíritu Santo.»
  • 21. PáginaPáginaPágina 212121 LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014 INMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓN EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26———38)38)38) DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014 3º ADVIENTO3º ADVIENTO3º ADVIENTO EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6---8.198.198.19---28)28)28) En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciu- dad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llama- ba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gra- cia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altí- simo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le pregun- taran: «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: «No.» Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una res- puesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conoc- éis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
  • 22. DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014 4º ADVIENTO4º ADVIENTO4º ADVIENTO EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26---38)38)38) PáginaPáginaPágina 222222 JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014 NAVIDAD. BNAVIDAD. BNAVIDAD. B EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1———18)18)18) En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre envia- do por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, si- no de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimo- nio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen despo- sada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué salu- do era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se lla- mará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de Da- vid, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
  • 23. PáginaPáginaPágina 232323 Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.». Vivía entonces en Jerusalén un hombre lla- mado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíri- tu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus pa- dres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: - «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos co- razones. y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viu- da hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sir- viendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014 SAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIA EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22———40)40)40)
  • 24. PáginaPáginaPágina 242424 Hace unos meses, EL Consejo de Pastoral Parroquial propuso para este nuevo curso una actividad pastoral que centraría todo el trabajo de la parro- quia. Nos invita a vivir y protagonizar un gran impulso misione- ro, salir al encuentro de todas las perso- nas, de las familias, de todos sin excepción, para comunicarles y compar- tir de primera mano ese don maravilloso del encuen- tro con Cristo. Los cristianos no nos podemos quedar en una espera pasiva a que vengan, el Señor nos urge a acudir en todas las direcciones para decir a todos los hombres que la última palabra, la primera y las del intermedio no las tiene más que Jesucristo. La tiene quien ha triunfado sobre todo, también de la muerte. Por eso, nuestra Iglesia tiene que asumir el compromiso de multiplicar los discípulos misioneros. Debemos hacer que nuestra parroquia de San Pedro, sea una “comunidad de comunidades”, se convierta en centro de irradiación de la vida de Cristo. Una irra- diación que nos haga vivir desde el centro hacia to- dos los caminos donde están los hombres. Irradiación que se hace asumiendo dos dimensiones: la interiori- dad y la alteridad, es decir, desde un encuentro con el Señor tan fuerte que nos lleve a dar la vida por los otros, que nos impulse a salir y no a dar, sino a dar- nos. En nuestra comunidad tiene que ser habitual esas expresiones: abrir puertas, crear ámbitos de en- cuentro, salir a los lugares de donde no viene nadie, salir allí donde hay penurias fruto de no conocer al Señor. ¿Pero sabemos qué es la misión parroquial? La Mi- sión Parroquial es un tiempo fuerte de evangelización extraordinaria durante el cual la comunidad, ayudada por los misioneros, se auto evangeliza entusiasman- do y fortaleciendo la experiencia cristiana de esa co- munidad, promoviendo en ella el nacimiento de gru- pos de catequesis de jóvenes y adultos; ayudando a establecer caminos de acercamiento a los alejados; potenciando así el proyecto pastoral de la propia co- munidad. Para esta difícil pero gratificante tarea, nos ayudaran los hermanos de la Congregación del Santísimo Re- dentor (más conocidos como “redentoristas”). Funda- dos en 1732 por San Alfonso, que trabaja junto a los campesinos en Nápoles, su método de ofrecer la Buena Noticia del Evangelio son las Misiones Popula- res y las Misiones en Países del Sur, estando presen- tes en 76 países. El método utilizado con un lenguaje sencillo, claro, con dinamismo, audacia, creatividad y siempre al lado de los más débiles, nos llevará allá finalizando abril y comenzando mayo a intentar llegar al corazón de todos los hombres desde el centro, que es Jesucristo. La familia de los redentoristas lo forman religiosos, sacerdotes y laicos a través de distintas instituciones como son el Instituto Superior de Ciencias Morales, el Centro de Estudios y Planificación Misionera, el Gru- po de Laicos Redentoristas, etc. Su patrona es la Vir- gen del Perpetuo Socorro donde se ve a Cristo Re- dentor observando a dos ángeles, Miguel y Gabriel, como le muestran la cruz con los clavos, la lanza y la esponja. De ahí la similitud con el escudo de la Con- gregación: una cruz sobre tres montes, sobre la que se apoyan, en el brazo derecho la lanza con la que le traspasaron, y en el brazo izquierdo la caña coronada por la esponja, con la que le dieron a beber vino mez- clado con hiel durante la crucifixión. El sello es rema- tado por una corona real, ya que el origen de la Con- gregación Redentorista era el Reino de Nápoles o de las Dos Sicilias. Finalmente, bajo el sello se puede ver una leyenda que reza: “Copiosa apud eum re- demptio”, palabras latinas tomadas del salmo 130, 7. El salmo dice: “del Señor viene la misericordia, y en él la Redención es sobreabundante”. Pues pidámosle al Señor que nos de fuerza para que seamos capaces de llevar a cabo esta experiencia misionera en nuestro pueblo y que sea el punto de inflexión para acercar a Cristo a todos los toxirianos sin excepción. Fco. Javier Zuheros Cámara
  • 25. PáginaPáginaPágina 252525 DECALOGO PARA LA PRIMERA SE- MANA DE ADVIEN- TO 1. VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en noso- tros. 2. VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el equilibrio de uno mismo? 3. VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y verdad 4. VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz. 5. VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres 6. VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pa- sen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad. 7. VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios? 8. VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos ale- jamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual. 9. VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos. 10.VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estre- lla, un signo cristiano. DECALOGO PARA LA 2ª SEMANA DE ADVIENTO 1. CONVIÉRTETE de la desesperanza. Es más fácil vivir desde la esperanza que en el puro y duro derro- tismo. 2. CONVIÉRTETE del inmovilismo. El Señor nos quiere activos, en pie. Cuando venga ¿Nos encon- trará paralizados o en movimiento? 3. CONVIERTETE de la confusión. Vuelve los ojos un poco a Jesús que viene. No confundas “diosecillos” por la vida que te trae Dios en Belén. 4. CONVIERTETE del vacío. No por tener más, vas a ser más feliz. Llena tu persona, tu familia o tu en- torno con la fe en Dios. 5. CONVIERTETE de las palabras huecas. Da la cara por Jesucristo. Habla sin temor de El. 6. CONVIERTETE de los caminos equivocados. A veces perdemos demasiadas energías con nuestras actitudes y obras. ¿No es mejor ofrecer a Dios cami- nos de verdad y de sinceridad? 7. CONVIERTETE de la tristeza. El Señor quiere seguidores alegres. La tristeza no es el mejor chale- co para un cristiano. 8. CONVIERTETE del cerrazón. Como María haz algo por Dios. Dile “aquí estoy, Señor”. 9. CONVIERTETE de tu comodidad. La Iglesia, la Navidad, el Nacimiento de Cristo, necesita de prego- neros que anuncien el amor de Dios. 10.CONVIERTETE de la autosatisfacción. Un cristia- no siempre tiene que hacerse una pregunta: ¿En qué debo mejorar? ¿Puedo hacer todavía algo más por Dios? DECALOGO PARA LA 3ª SEMANA DE ADVIENTO 1ª ALEGRATE por haber sido tocado por Dios desde el día de tu Bautismo. Eres hijo suyo y, además, en Belén te demostrará una vez más su gran amor: JE- SUS 2ª ALEGRATE en medio de las contrariedades. Sonríe, aunque a veces, estés llorando por dentro. 3ª ALEGRATE aunque la suerte no te sonría. Dios te acompaña y, tarde o temprano, te dará respuesta 4ª ALEGRATE porque Dios sale a tu encuentro. Se hace hombre por salvarnos, para que le veamos, para romper las distancias existentes entre la tierra y el cielo. 5ª ALEGRATE para infundir alegría a nuestro mun- do. El pesimismo no se combate con más kilos de tristeza y, por el contrario, sí con una buena dosis de alegría cristiana. 6ª ALEGRATE aunque, aparentemente, no consigas los efectos deseados. Tampoco Dios, en Belén, se hizo sentir con mucho éxito sino todo lo contrario. 7ª ALEGRATE en el trabajo. Que se note que eres cristiano. Que irradies la alegría de la próxima Navi- dad: Dios en medio de nosotros 8ª ALEGRATE porque, como Juan Bautista, también tú puedes ser pregonero del nacimiento de Cristo, de su fuerza y de su Palabra 9ª ALEGRATE esperando en Dios y, sobre todo, tra- bajando y optando por su inminente llegada: ¡El Se- ñor está cerca! 10ª ALEGRATE y, lejos de pretender que cambien los demás, cambia un poco tú. Que el Señor, cuando llegue, encuentre por lo menos tu camino limpio y bien preparado para su nacimiento.
  • 26. PáginaPáginaPágina 262626 Cuarenta y un catequistas se ocupan de laCuarenta y un catequistas se ocupan de la formación de los cuatrocientos dos catecú-formación de los cuatrocientos dos catecú- menos de nuestra feligresía.menos de nuestra feligresía. La enseñanza o instrucción de los principios y dogmas de la doctrina cristiana o bien el proceso de profundización en el mensaje evangélico para edu- car la fe, nos serviría para definir la catequesis. Con este sentido se puso en marcha en el mes de Octu- bre la catequesis parroquial. En el primer día el mes, D. Andrés reunió a los catequistas para poner en marcha el nuevo curso. Una nueva reunión lo dispuso todo para su comien- zo. Entre los días 7 y 9, ambos inclusive, hubo reu- nión por cursos y catequistas correspondientes, con los padres del catecumenado para dar a conocer en comienzo de la catequesis. Estando todo preparado en los días 14, 15 y 16 se fueron iniciando las ense- ñanza. Algunos días después y durante la misa do- minical de las doce de la mañana, se efectuó el ritual del Envío de Catequistas por el que fueron presenta- dos ante la comunidad y manifestando su profesión de fe dieron el sí a una llamada de Dios para servir a la comunidad cristiana. Como en cursos anteriores, de martes a viernes, además de domingo que realizan su catequesis los pequeños de cuarto que recibirán este curso su pri- mera comunión, los cuatrocientos dos pequeños feli- greses, pertenecientes a los centros educativos: Olivo, Toxiria, San José de la Montaña y Puerta de Martos, hasta tercero de Educación Secundaria del IES Santo Reino, han comenzado su proceso de instrucción catequética. Agrupados en 41 grupos, con sus catequistas respetivos, a lo largo de la semana van recibiendo el mensaje evangélico que significa la doctrina de Cris- to. Distribuidos según proximidad a sus domicilios el catecumenado asisten a las dependencias parro- quiales de San Pedro o bien a las del centro de la Virgen del Olivo. Con enorme ilusión y fe arranca esta actividad parroquial que, con la colaboración y el compromiso de los padres de nuestros pequeños para los que previamente han solicitados su incorporación al cur- so correspondiente, se sigue sembrando el Evange- lio de nuestro Señor Jesucristo. Vicente Pereña Pamos
  • 27. PáginaPáginaPágina 272727 La Iglesia, para comenzar el año litúrgi- co, celebra la llegada de Cristo con los hombres con una gran fiesta a la cual llamamos Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia, antes de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como Adviento. Ya desde tiempos re- motos la Iglesia acostumbra tener esta preparación. La palabra Adviento, como se conoce este periodo, significa "llegada" y cla- ramente indica el espíritu de vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que ante- ceden a la fiesta de Navidad, los cris- tianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia entre nosotros. En este tiempo es muy característico pensar: ¿cómo vamos a celebrar la No- che Buena y el día de Navidad? ¿con quien vamos a disfrutar estas fiestas? ¿qué vamos a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene sentido si no consideramos que Cristo es el festeja- do a quien tenemos que acompañar y agasajar en este día. Cristo quiere que le demos lo más preciado que tene- mos: nuestra propia vida; por lo que el período de Adviento nos sirve para preparar ese regalo que Jesús quiere, es decir, el adviento es un tiempo para tomar conciencia de lo que vamos a celebrar y de preparación espiritual. Durante el Adviento los cristianos re- nuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la ge- nerosidad y la caridad con los que nos rodean, es decir, renovarnos procuran- do ser mejores nuestra vida para reci- bir a Jesús. La Iglesia durante las cuatro semanas anteriores a la Navidad y especialmen- te los domingos dedica la liturgia de la misa a la contemplación de la primera "llegada" de Cristo a la tierra, de su próxima "llegada" triunfal y la disposi- ción que debemos tener para recibirlo. El color morado de los ornamentos usados en sus celebraciones nos re- cuerda la actitud de penitencia y sacri- ficio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos a tan importan- te evento. La familia como Iglesia doméstica pro- cura reunirse para hacer más profunda esta preparación. Algunas familias se unen para orar en torno a una corona de ramas de hojas perennes sobre la cuál colocan velas que van encendien- do cada domingo. En otros lugares se elabora un calendario en el cuál se marcan los días que pasan hasta llegar al día de Navidad. En algunos países como México familiares y amigos se reúnen para celebrar las Posadas re- zando el rosario, recordando el peregri- nar de María y José para llegar a Belén. En todas estas reuniones el sentido de penitencia y sacrificio se enriquece por la esperanza y el espíritu de fraternidad y generosidad que surge de la alegría de que Dios pronto estará con noso- tros.
  • 28. PáginaPáginaPágina 282828 Como había dicho Jesús, al tercer día des- pués de su muerte, resucitaría de entre los muertos. Y, como era de esperar, así suce- dió. Jesucristo estaba en la seguridad de que iba a ocurrir, exactamente, lo que luego suce- dería. Antes, sin embargo, de su resurrección, ten- ía que descender, a los infiernos. Podemos preguntarnos, a este respecto, la razón por la cual Jesús tenía que hacer tal cosa. Decía Santo Tomás de Aquino que “Al ins- tante de haber padecido Cristo la muerte, su alma descendió al infierno, y manifestó el fruto de su pasión a los santos que allí esta- ban retenidos, aunque no salieran de tal lu- gar mientras Cristo moró en los infiernos, porque la misma presencia de Cristo perte- necía al culmen de la gloria.” Debía, pues, Cristo, descender a los infier- nos para liberar a los que estaban esperan- do la salvación eterna. Por eso, cuando des- cendió a los infiernos lo hizo como Salvador y para proclamar la buena noticia porque “por eso hasta a los muertos se ha anun- ciado la Buena Nueva, para que, condena- dos en carne según los hombres, vivan en espíritu según Dios.” Pero se tenía que cumplir la voluntad de Dios y, como la misma era que Jesús resuci- tara como Él mismo había profetizado, Cristo resucitó. Según dice el mismo Pedro que, dirigiéndose a los israelitas (Hechos, 2, 22- 24): “A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodi- gios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sab- éis, a éste, que fue entregado según el de- terminado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase ba- jo su dominio.” Tenía, pues, que ser liberado de la situación en la que se encontraba y tenía que serlo por el Padre. Y así, fue: al tercer día, resu- citó de entre los muertos que había ido a li- berar. Por eso, dice San Pablo, “Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.” Al respecto de la resurrección de Cristo ya dejó escrito el apóstol de los gentiles (1 Cor 15, 3-8) que“porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo mu- rió por nuestros pecados, según las Escritu- ras; que fue sepultado y que resucito al ter- cer día, según las Escrituras; que se apare- ció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la Descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos.
  • 29. PáginaPáginaPágina 292929 vez, de los cuales todavía la mayor parte vi- ven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y en último lugar a mí” El Mesías, pues, resucita, pero no es una situación que den por buena aquellos que escriben sobre la misma como para difundir lo que les convenía sino que sostienen aquella realidad con el testimonio de muchas personas que podían decir que, en efecto, aquel hombre a quien habían dado muerte en una cruz era el mismo que se les aparec- ía en tantas y tantas ocasiones para ense- ñarles. Así, desde la misma María Magdale- nahasta los que luego conocieron que, en verdad, era cierto lo que decían cuando se les apareció podían demostrar, con sus pa- labras, que Jesús había resucitado. Antes que nada no podemos olvidar aquello que San Pablo escribió acerca de la impor- tancia de la resurrección de Cristo que“si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vues- tra fe” Por otra parte, la resurrección de Jesucristo tiene un sentido profundo que, a nivel espiri- tual, conviene sea destacado. La misma no supone, en exclusiva, el cumplimiento de la voluntad de Dios aunque sea, la misma, esencial y fundamental para un hijo del Creador sino que, además, tiene un verda- dero sentido de salvación eterna, por eso, el discípulo que tanto amara Cristo, recogió en su Evangelio (Jn 6, 54) lo más importante de cara a nuestro destino eterno que es que“El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día”. Así, a partir de lo que había quedado esta- blecido en la Última Cena con la institución de la Santa Misa y el mismo Sacerdocio, co- bra pleno sentido la muerte, descenso a los infiernos y resurrección del Hijo de Dios y, también, de la derrota del Mal y de la muer- te. No extraña, pues, que lo que proclama San Pablo cuando dice (Gal 2, 20)“Con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es Cristo que vive en mí., la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mis- mo por mí” Sea esto exactamente, cierto y propio de los hijos de Dios que así nos consideramos y nos tenemos. ¡Alabado sea Dios que procuró, para noso- tros, la salvación eterna! FCO. JAVIER ZUHEROS CÁMARA
  • 30. PáginaPáginaPágina 303030 1º ADVIENTO ME LO DIJERON, SEÑOR Que en el bienestar y en el tener, encontraría el futuro y mi seguridad. Pero, cada día que pasa, veo que soy menos que ayer y que, en muchos momentos, siento que no soy ni dueño de mi mismo. Que los acontecimientos caminan muy depri- sa Que la apariencia y la superficialidad es pan que sacia pero un algo que siempre me falta SI; ME LO DIJERON, SEÑOR Que el horizonte era marcado exclusivamente por la brújula del ingenio humano, y que, en ese paisaje, poco o nada Tú, Señor, tenías que ver. Pero, cada día que pasa, compruebo que el hombre es un barco a la deriva y que, empeñado en ser “super-dios” corre el riesgo de dejar de ser lo que es: hom- bre ME LO DIJERON, SEÑOR Que no hay fuerza que venga de lo alto que todo lo que somos y tenemos es fruto del azar o de la pura casualidad. Pero, cada día que pasa, siento que algo va a ocurrir; que Alguien tiene que echar una mano que Alguien tiene que intervenir para que, la tierra, no sea un brasero de ceni- zas. ME LO DIJERON, SEÑOR Por ello mismo, porque espero en Ti, Señor ¡Ven! ¡Ven y sálvanos! Y, a este mundo –roto, gélido y vehemente- regálanos un poco de esperanza y de ilusión con tu llegada en Belén. Amén. 2º ADVIENTO ¡PREPAREMOS EL CAMINO! Claro que sí….y, además, dedicado al Señor Un camino, que es el corazón, en el que Dios pueda nacer, crecer, vivir y quedarse para siempre. Un camino, por el que avanzando, podamos encontrarnos con el Señor que viene de frente y que, tan sólo espera, actitudes de fe y de alegría de conversión y de acogida de oración y de entrega. ¿Seremos capaces de construir ese camino para el Señor? ¿Por qué tantas sendas para los “señores” del mundo y una, a veces estrecha y mal cuidada, para Dios? ¡PREPAREMOS EL CAMINO! ¡Dios se lo merece y, nuestra humanidad, lo necesita! Viene el Señor y, porque se acerca, es cuestión de mirar en la dirección adecua- da. Con Juan el Bautista, vivamos en el desierto Perdámonos en la calma que ofrece la ora- ción Comprometámonos en un mundo mejor Ofrezcamos, lo que somos y tenemos, a un Dios que nos da y nos regala lo que tie- ne: JESUS En el Adviento no hay lugar para el pesimis- mo, la ansiedad o la angustia…¡tenemos mucho que hacer! ¡Viene el Señor! ¡Vienes Señor! ¡Soy y seré un camino por el que vengas al mundo! Amén
  • 31. PáginaPáginaPágina 313131 3º ADVIENTO ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Entre otras cosas, porque sé, Señor que Tú llegas por mí y para mí. Porque ves el vacío que existe en el hombre si Tú no estás dentro. ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque soy consciente, Señor, que la llegada de un amigo altera la vida de una familia el orden al que estamos acostumbrados ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque, ante las calamidades, Señor no es bueno acobardarse no es sensato reprimirse no es cristiano acomplejarse: hay que sonreir, incluso, en la aflicción ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Alegre por tu llegada, Señor Alegre por tu Nacimiento, Señor Alegre porque, Tú, me das la fuerza Alegre porque vienes a levantarme Alegre porque mi ALEGRIA eres Tú Alegre porque mi ILUSION eres Tú ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque al final de la oscuridad brillas Tú, Se- ñor Porque en los problemas socorre tu mano, Señor Porque en las dudas, envías certezas Porque en la soledad, eres eterna compañía Porque vienes, y si vienes, es para estar con- migo ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque, sin alegría, algo faltará en mi co- razón Porque, sin alegría, puede que pases de lar- go, Señor, Porque, sin alegría, la vida no es vida Porque, sin alegría, falta la luz a cada uno de mis días Porque, sin alegría, ¿puedo acogerte en mi casa, Señor? ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Simplemente porque al tenerte, Señor, no siento otra cosa en mí sino la ALEGRIA Tú, Señor, tu Nacimiento y tu llegada es la causa de mi gozo, la música de mi alma la alegría de mi cara ¡Gracias, Señor! ¡Tú eres la causa de mi felicidad! 4º ADVIENTO ¿QUÉ SENTISTE, MARIA? Con pocas palabras, pero en Ti María, habitó por el anuncio de un Angel el Misterio de un Dios humanado. ¿Qué sentiste, Virgen María ante la llegada del mensajero? ¿Creíste, acaso, que ese personaje celestial se equivocó de puerta? ¿Pensaste que, uno de tus vecinos, venía para probar tu fe o tu ingenuidad? ¿Qué sentiste María, dinos Tú que miraste al cielo, ante la llegada del famoso mensajero? Tal vez, como humilde nazarena, sentiste que Dios habla en el silencio Que Dios se hace grande en el que le recibe manifestándose esclavo, humilde…y pequeño Tal vez, como mujer de Dios, mirando por la ventana de tu pobre casa de Nazaret soñaste que, simplemente, era una estrella que de repente cayó desde el mismo cielo. O, tal vez, María, en el secreto escondido desde hace siglos, supiste que, contigo, la partitura comenzaba a escucharse que el plan comenzaba a llevarse a cabo que, Dios, en una más de las suyas irrumpía ahora sin ruido, en silencio, sin más exigencia que tu obediencia sin más preguntas que tu respuesta sin más palacios que tu vientre virginal sin más pregoneros que un Ángel. Ayúdanos, María, en medio de los ruidos que sacuden los valles de nuestras vidas a escuchar, como Tú lo hiciste, la voz de un Dios que sale a nuestro encuen- tro en el rostro de un Niño nacido en pesebre.
  • 32. PáginaPáginaPágina 323232 LLLA CARIDAD EN LAA CARIDAD EN LAA CARIDAD EN LA EXHORTACIÓNEXHORTACIÓNEXHORTACIÓN DELDELDEL PAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCO CONTINUACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GADIUM EN SU DIMENSIÓN SOCIAL Continuamos en este Número con el Capítulo IV: “La dimensión social de la evangelización”, que está dividido en cinco grandes bloques, el segundo de ellos titulado “La inclusión social de los po- bres”, y que a su vez está dividido en cinco aparta- dos. En la revista de Noviembre vimos el primero de estos apartados, y que titulábamos “Unidos a Dios escuchamos un clamor”. En este número vamos a desarrollar los otros cuatro apartados (b-e). b) Fidelidad al Evangelio para no correr en vano El Santo Padre nos recuerda en el n.193 “Felices los misericordiosos, porque obtendrán miseri- cordia”(Mt 5,7), y, refiriéndose a la Carta de Santia- go (St 2,12-13) afirma “…Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericor- dia…”.Sigue haciendo alusión a otros Textos Sagra- dos (Dn 14,24;Tb12,9; Eclo 3,30; 1Pe 4,8), donde nos interpela a la Caridad. Sigue con San Agustín, que nos invita a que “una vez que se nos ofrezca la ocasión de una obra llena de misericordia, alegrémonos de ella”. A continuación de estos textos escribe que este “es un mensaje claro, tan directo, tan simple y elo- cuente que ninguna hermenéutica eclesial puede relativizarlo” (n.194). Destaca el sentido exhortati- vo, de mandato, al “amor fraterno, al sentido humilde y generoso, a la justicia, a la misericor- dia del pobre”. Jesús nos lo enseñó con palabras y obras. Insiste más adelante en que “los defensores de la “ortodoxia” se dirige a veces el reproche de pasi- vidad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantie- nen” (n.194). En el n.195, refiere que cuando san Pablo visitó a los Apóstoles en Jerusalén olvidara de los po- bres” (Ga 2,10).Hoy día, tendemos al individualismo pagano igual que entonces, y por eso a los cristianos el Evangelio nos exige “la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y dese- cha” (n.195): Que la alienación a la que nos lleva el consumismo y la distracción no nos lleve a olvidar la solidaridad interhumana. c) El lugar privilegiado de los pobres en el Pue- blo de Dios En el n.197 nos recuerda el Papa que Jesucristo mismo “se hizo pobre” (2Co8,9). Vemos como nuestra Salvación ha estado signada por los pobres: la Virgen María, el mismo Jesús, los Apóstoles,… Jesucristo mismo repetía en Lc 4,18: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los po- bres”, y en ese mismo Evangelio de Lucas (Lc 6,20) afirma: ¡Felices los pobres porque el Reino de Dios os pertenece! . Jesús se identifica con los pobres: “Porque tuve hambre y me distéis de comer” (Mt 25,35 ss.). En el n.198 afirma el Papa Francisco: “Para la Igle- sia la opción por los pobres es una categoría te- ológica antes que cultural, social, política o filosófi- ca”. Los cristianos estamos “llamados a tener los mis- mos sentimientos que Jesucristo” (Flp 2,5). Por eso afirma el Santo Padre: “Quiero una Iglesia po- bre para los pobres”: Hemos de dejarnos evangeli- zar por ellos y descubrir a Cristo en ellos”.