La Revolución Mexicana comenzó en 1910 debido al descontento generado por el largo gobierno autoritario de Porfirio Díaz, que gobernó México por más de 30 años. Aunque hubo avances económicos bajo su mandato, la mayoría de la población vivía en la pobreza y no tenía libertades políticas. Francisco I. Madero lideró la oposición al séptimo periodo de Díaz como presidente, lo que desencadenó un levantamiento armado en noviembre de 1910 y el inicio de la Revoluc
1. La Revolución Mexicana, es un evento histórico en el que el desarrollo de México
cambió por completo.
Para entender la revolución hay que hablar un poco de lo que pasaba antes.
Porfirio Díaz fue presidente de México por más de 30 años. Mientras Porfirio estuvo al
frente del país, México tuvo muchos cambios. Este señor gobernaba para establecer “paz,
orden y progreso” al país. Este lema, por momentos fue llevado al extremo, provocando que
muchas personas estuvieran en desacuerdo por que no sentían que tenían libertad. Durante
esta etapa, México tuvo muchos cambios, y le dio permiso a diferentes países como Estados
Unidos, Inglaterra y Francia, que trajeran su dinero a México.
Todo esto hizo que en México hubieran cambios y se modernizara, la energía eléctrica, o sea
la luz, permitió que existieran estos avances para order aprovechar mejor toda la naturaleza
del país: árboles, petróleo. agua, minas, etc. Seguramente estarás pensando, ¿por qué si hubo
tantos avances hubo una Revolución? Pues porque aunque hubo muchas áreas que mejoraron
en México, la gente estaba inconforme porque todo lo que se ganaba no era repartido de
manera justa, al final las mejores condiciones de vida las tenían pocos.
Además, Porfirio Díaz, fue presidente seis veces, y esto tampoco tenía contentos a
los mexicanos. Por todo esto, Francisco I. Madero funda un partido, el Partido Nacional
Antirreeleccionista, para que Porfirio Díaz no fuera presidente por séptima vez. El decía
“sufragio efectivo no elección”, lo que quiere decir que es importante tomar en cuenta los
votos de los mexicanos y que no se puede ser presidente más de una vez. Porfirio no se lo
puso fácil a Madero, y fue elegido presidente por séptima vez. Madero se fue a los Estados
Unidos y desde allá organizó una rebelión, que se llevaría a cabo el 20 de noviembre de 1910
a las 6:00 pm.
Después de que inicia la Revolución surgen muchos héroes nacionales como José Doroteo
Arango Arámbula (o Pancho Villa) y Emiliano Zapata. Emiliano Zapata dijo “es mejor
morir de pie, que vivir toda una vida arrodillado”, lo que habla de que es mejor luchar
por lo que uno cree que es lo mejor, y no vivir sometido. Más adelante Álvaro Obregón y
Venustiano Carranza, se unirán a ellos , pero años después serán rivales. Por fin, Obregón y
Carranza vencen a Villa y a Zapata. Siendo Carranza el que es elegido como presidente.
Hasta que el 5 de febrero de 1917, se proclama una nueva Constitución. Esta
Constitución es la que nos gobierna hasta ahora, la Constitución es el documento en donde
todos los mexicanos estamos representados y existe un poco más igualdad entre todos. Como
Carranza no impulsó a los que más necesitaban ser escuchados y tomados en cuenta, Álvaro
Obregón se hace presidente, impulsando mejoras en las escuelas, aclarando cómo se
repartirían las tierras e impulsando el arte. ¿Ves cómo el 20 de noviembre no es simplemente
un día en el que descansamos? Es un día en donde recordamos cómo empezó una de las
revoluciones sociales más importantes del país, así como recordamos que todos los
ciudadanos mexicanos somos importantes.
2. Historia breve de la
Revolución Mexicana
PEDRO SALMERÓN SANGINÉS
Hace varios años vengo
discutiendo con mi colega Felipe
Ávila Espinosa una versión general
sintética de la Revolución Mexicana,
accesible al público amplio, lo más
amena posible y que incorporase no
sólo las más recientes
interpretaciones de los especialistas
sobre el tema, sino también nuestra
propia versión, no poco polémica,
que sostiene que existió un proyecto
de revolución social, encabezado por
Emiliano Zapata y Francisco Villa.
Finalmente lo conseguimos y
terminamos el proyecto.
Pensamos que el estallido de la
revolución fue inesperado para
aquellos que no querían verla,
porque, bajo la aparente eficacia y
estabilidad del régimen porfirista, se
agitaban poderosas corrientes de
rebeldía y muchos mexicanos se
organizaban para cambiar el país, de
tal modo que bajo aquella calma
ficticia que enmarcó los festejos del
centenario de la Independencia,
había, en realidad, un país que no
aguantaba más la ausencia de
libertades y la miseria. Así, aunque
casi nadie de quienes presenciaron
los festejos centenarios se habría
atrevido a pensar que ese régimen,
que parecía más sólido que nunca
en su apoteosis conmemorativa,
sería barrido en pocos meses, eso
fue lo que pasó.
Ahora sabemos que lo que se
inició en 1910 fue una revolución
social, pero ¿por qué se dio ésta?,
¿cuáles fueron sus causas?, ¿cuáles
sus actores?, ¿era inevitable?; de
manera más general, ¿cuáles son
las circunstancias que permiten que
ocurra una revolución?, ¿cómo es
que el descontento popular, presente
en todas las épocas de la historia,
desemboca a veces en una
revolución?, ¿cómo y qué tipo de
revolución fue la que estalló en
México a fines de 1910? Esas son
las preguntas que intentamos
responder.
Consideramos que la Revolución
Mexicana influyó y determinó en
buena medida la evolución del país a
lo largo del siglo XX, no sólo en la
configuración del capitalismo con el
Estado como pivote de la
acumulación y del desarrollo
económico, y no sólo a través de un
Estado corporativo que tuvo la
capacidad de organizar, controlar y
subordinar a las organizaciones
populares a cambio de ofrecerles la
solución desde arriba de algunas de
sus demandas, lo que le permitió
construir, excepcionalmente en el
llamado tercer mundo, un Estado
excepcionalmente estable y longevo
que se legitimaba en buena medida
en el uso histórico de esa revolución,
cuyos triunfadores y usufructuarios
habían aplastado el proyecto popular
de auténtica revolución social.
3. Pero la revolución no sólo fue
utilizada por el Estado para
legitimarse: las organizaciones
populares la han tenido de referente
y símbolo que orienta sus luchas. La
forma predominante de hacer
política a lo largo del siglo XX fue la
política de masas establecida por la
revolución, la de la movilización y la
lucha callejera, en los centros de
trabajo, en los ejidos y escuelas, a
través de actores colectivos, ya sea
que estos actores colectivos fueran
aliados y subordinados al Estado
corporativo y clientelar o fueran
organizaciones independientes u
opositoras. La organización y la
movilización popular logró algunas
de las transformaciones más
importantes a lo largo del siglo XX:
las reformas cardenistas, el
movimiento magisterial y médico de
los años 60, el movimiento
estudiantil de 1968, el sindicalismo
independiente de los 70, la
reconstitución del movimiento
campesino y urbano popular de los
80, la insurgencia cívica electoral del
neocardenismo de 1988, y la
movilización popular que en enero
de 1994 impidió que el Ejército
Mexicano masacrara a los rebeldes
indígenas chiapanecos del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional,
por mencionar sólo algunas de las
luchas populares que siguieron a la
revolución. Sería pretencioso y
erróneo atribuir a la influencia de la
revolución que se hayan dado esos
acontecimientos, que tuvieron sus
propias causas, demandas,
estrategias de lucha y liderazgos.
Pero sería igualmente erróneo negar
que la Revolución Mexicana fue el
origen de esa forma de hacer política
de los sectores populares y de sus
organizaciones.
Pero además, y eso es lo que
queremos subrayar aquí: en muchas
de esas movilizaciones y luchas
estuvo presente el significado que ha
tenido para los sectores populares la
revolución. Ante la ofensiva
neoliberal de las últimas décadas,
que ha ido desmantelando el Estado
construido por la revolución, no ha
sido casual que la resistencia
popular esgrima como símbolos de
la resistencia a Villa y Zapata. Así, la
revolución sigue siendo un referente
básico de la cultura política y de la
movilización y lucha de los sectores
populares mexicanos. Y ya no del
Estado, que quiere descalificarla.
Por eso la recuperamos, por eso,
sobre todo, procuramos
comprenderla y hacerla
comprensible.
(Felipe Ávila y Pedro
Salmerón, Historia breve de la
Revolución Mexicana, México, Siglo
XXI, 2015, 316 pp.)