1. Resumen de la Primera Guerra Mundial
La intención de este artículo es facilitar una guía sencilla de la Primera Guerra Mundial. Con
su ayuda se podrán ubicar, en su adecuado contexto, otros artículos de la Primera Guerra
Mundial que contarán con un mayor nivel de detalle y desarrollo, pero que tratarán temáticas
más específicas o acontecimientos más concretos.
Aquellos que tengan ya unas bases de conocimiento sólidas sobre la Primera Guerra Mundial
encontrarán, quizás, este resumen innecesario. Por otra parte, los que no cuenten con dichos
conocimientos podrán usarlo como guía y mapa, con la que poder comprender mejor otros
artículos.
Dicho esto, empecemos…
La “Triple Entente” y los “Imperios Centrales”.
Las naciones europeas habían vivido una época de crisis sucesivas, antes de 1914, que hizo
que considerasen la guerra como algo inevitable que estallaría en cualquier momento. Con
esto en mente, prepararon redes de alianzas militares con las que poder hacer frente a sus
enemigos, configurándose así dos bandos definidos.
Por un lado, la Triple Entente estaba compuesta por Francia, Gran Bretaña y Rusia, que
habían forjado alianzas entre sí con la intención de poder defenderse de Alemania, el país
más fuerte de Europa, que últimamente se mostraba demasiado ambicioso. La particularidad
de esta alianza era que, en caso de guerra, amenazaría a Alemania por dos frentes.
Por otro lado, Alemania trataba de equilibrar la balanza con su propia red de alianzas,
los Imperios Centrales (oPotencias Centrales), así llamados por su posición central en
Europa. Esta alianza la componían el Imperio Alemán, el Imperio Austro-Húngaro e Italia.
Esta maraña de alianzas ocasionaría que, en caso de que uno de sus integrantes se viese
agredido, arrastrara a sus aliados con él hacia la guerra. ¿Y qué ocurriría en el caso en que el
agresor contase también con sus propios aliados? Pues que un pequeño conflicto local podría
desembocar en una guerra continental. Y eso es lo que pasó.
Comienza la guerra.
El desencadenante fue el asesinato del heredero de la corona austro-húngara en
Sarajevo, en 1914. Al sospechar de la implicación de Serbia en el atentado, Austria-
Hungría le presenta un ultimátum para que dejase que la policía austro-húngara investigase
en su nación. Dado que esto significaría renunciar a su soberanía, Serbia se niega, y Austria-
Hungría le declara la guerra.
Rusia, protectora de Serbia, declara la guerra al Imperio Austro-Húngaro, y comienza a
movilizar su ejército.Alemania, aliada de Austro-Hungría, declara la movilización general para
hacer frente a los rusos. Francia, aliada de Rusia, se moviliza contra los germánicos,
convirtiendo en realidad la guerra por dos frentes que los alemanes temían.
2. Para neutralizar lo antes posible la amenaza de una guerra por dos frentes, Alemania decide
invadir rápidamente a Francia y someterla, antes de que el gigante ruso tenga tiempo de
movilizar su vasto ejército. De esta forma, se enfrentará a sus enemigos de uno en uno, en
vez de simultáneamente. Pero para que ese plan tenga éxito, Alemania debe realizar dicha
invasión por el flanco más débil de Francia, lo que implica la necesidad de atravesar Bélgica.
Dado que Bélgica se niega a dejar que los ejércitos alemanes pasen por su suelo, Alemania la
invade. Gran Bretaña, defensora de la neutralidad belga, tiene así la excusa par declarar la
guerra contra Alemania, y hacer frente común con Francia.
Italia, debido a un pacto secreto firmado anteriormente con Francia, declara su neutralidad en
la guerra. Los Imperios Centrales pierden así a un aliado.
Todos los ejércitos marchan al frente, pensando que sería una guerra corta. Se equivocaron.
La guerra de movimientos.
Los ejércitos alemanes invaden Bélgica y se adentran en Francia, siguiendo el Plan
Schlieffen, cuyo objetivo es rodear por el norte a los ejércitos franceses, atraparlos en un
cerco y destruirlos. Sin embargo, este movimiento envolvente es detenido por los franceses en
la Batalla del Marne (1914).
Los ataques frontales se revelan sorprendentemente ineficaces, por parte de ambos bandos.
Las cargas de caballería e infantería contra las posiciones enemigas, realizadas con la
mentalidad de las guerras napoleónicas, son detenidas con abrumadora facilidad por un arma
nueva que comienza a dominar el campo de batalla. Laametralladora. Así pues, se intenta
recurrir a movimientos envolventes nuevamente, para evitar los asaltos frontales. Los
alemanes maniobran para intentar volver a rodear a los franceses, y éstos maniobran para
impedírselo. Ambos bandos compiten en una “carrera hacia el mar”, esperando poder
flanquear al otro antes de que el Canal de la Mancha les cierre el paso. Ninguno lo consigue.
La “carrera hacia el mar” termina en empate, y el frente se extiende ahora
ininterrumpidamente desde el mar hasta los Alpes suizos.
No es posible realizar más movimientos envolventes, no hay espacio por donde poder
intentarlo. Tan sólo es posible hacer ataques frontales. Pero la omnipresente ametralladora
convierte eso en una tarea imposible. ¿Qué hacer, entonces?
La guerra de movimientos ha terminado. Comienza la guerra de trincheras.
La guerra de trincheras.
Nadie pensó nunca que la ametralladora cambiaría tanto la forma de hacer la guerra. Por
tanto, nadie sabía qué hacer ahora. Los asaltos al estilo napoleónico eran un suicidio, las
ametralladoras barrían a los asaltantes. Así que se pensó que la solución podría estar en usar
la artillería para abrir brecha en el impenetrable frente, por la que podrían penetrar los
soldados y poner fin así a esta situación.
Pero los defensores no sólo tenían ametralladoras. Tenían palas también. Y cavaron, cavaron
pozos y trincheras, donde podrían protegerse de los bombardeos. Cuando la artillería cesaba
el fuego, tan sólo tenían que volver a asomar sus ametralladoras, y una vez más barrer a los
confiados asaltantes.
3. Los generales, aún desconcertados, pensaron que la solución tendría que ser tecnológica.
Aumentaron el calibre y poder destructivo de la artillería, pero los defensores reaccionaban
construyendo trincheras más profundas, más sofisticadas y mejor fortificadas. Desarrollaron
nuevas armas, como letales gases químicos destinados a matar a los ocupantes de las
impenetrables trincheras, para poder así luego conquistarlas sin oposición; pero los
defensores comenzaron a llevar máscaras antigás que les protegían de sus nocivos efectos.
Ambos bandos estaban perplejos. La guerra había evolucionado a un tipo de conflicto
desconocido hasta ahora, y nadie sabía cómo adaptar sus obsoletas tácticas y estrategias.
Nadie podía seguir avanzando. Nadie podía conquistar, nadie podía vencer. El frente se tornó
estático, impenetrable, inamovible.
Pero sólo en el Frente Occidental.
El Frente Oriental.
Mientras tanto, los rusos se habían movilizado antes de lo que calculó el Estado Mayor
alemán, y se lanzaron a invadir la Alemania oriental. Las fuerzas germánicas orientales eran
inferiores en número, pero contaban con una ventaja. Los rusos usaban la radio (una
tecnología relativamente nueva) con demasiada despreocupación, pues no se molestaban en
cifrar sus comunicaciones. Los alemanes sólo tenían que interceptar sus transmisiones, y así
poder enterarse de todo lo que estaban haciendo.
Con esta ventaja de su parte, los alemanes, dirigidos por Hindenburg y Ludendorff,
interceptaron el avance ruso en Prusia Oriental, en la Batalla de Tannenberg (1914). A pesar
de su amplia superioridad numérica, los rusos fueron derrotados con extraordinaria
contundencia. A partir de entonces, los alemanes inflingieron a los rusos constantes derrotas,
haciéndoles perder ingentes cantidades de tropas y llevándoles al borde del colapso.
Debido a la gran pérdida de soldados rusos, la situación de la Rusia zarista llegaría a ser
insostenible. El pueblo ruso deseaba salir de una guerra que sólo le traía desastres. Ello
propiciaría la revolución socialista de Lenin, quien enarbolaba la consigna de firmar la paz con
Alemania a cualquier precio. Cuando Lenin tomó el poder en 1917, firmó la paz de Brest-
Litovsk, entregándole al Imperio Alemán múltiples territorios.
¿Cómo solucionar el empate de las trincheras?
Desde finales de 1914, el Frente Occidental era una larga línea de trincheras que se extendía
desde el Canal de la Mancha hasta Suiza. Los intentos de abrir brecha se convertían en un
derroche de hombres y material, y no llevaban a ninguna parte. ¿Cómo salir de este frustrante
empate?
Lo ideal era la ruptura de la sólida línea de trincheras enemigas. Abrir un agujero en las
defensas enemigas por donde lanzar tus tropas, alcanzando la vulnerable retaguardia
enemiga y desmoronando así el sistema de trincheras. Pero ello nunca se alcanzó, en parte
por la mentalidad obsoleta de los generales, que no supieron adaptarse a las nuevas
exigencias de una guerra industrial. Así pues, se buscaron alternativas.
4. El concepto de la diversión cogió fuerza. Si el Frente Occidental era impenetrable, habría que
abrir nuevos frentes, atacando así por otros ángulos menos fortificados, y atrayendo recursos
del enemigo a esos frentes. Para abrir esos nuevos frentes se buscó a nuevos
aliados. Japón entra en guerra de parte de la Entente en 1914, atacando las colonias
alemanes del Pacífico, convirtiendo así la guerra continental en una guerra mundial. Italia, tras
declarar su neutralidad, protagonizará un cambio absoluto de bando cuando, en 1915, también
entre en guerra, aliándose con la Entente, amenazando así a Alemania y Austria-Hungría por
un nuevo frente en el sur. Sin embargo, los Imperios Centrales también sumarían nuevos
aliados. El Imperio Otomano se había aliado a Alemania, amenazando el control colonial
británico de Oriente Próximo, y Bulgaria se sumaría a su red de aliados en 1915. Ambos
bandos incrementaban así sus efectivos.
El intento más importante de usar la táctica de la diversión fue usado por la Entente cuando,
en 1915, realizó un osado desembarco en Turquía, en lo que se conoce como la Batalla de
Galípoli. Pero la intención de conquistar la capital otomana se tornó en fracaso.
Por otra parte, la lucha en los frentes coloniales (por África y Asia) no atrajo demasiados
efectivos del Frente Occidental que se quería debilitar, pues éste fue siempre considerado
prioritario. Allí se decidía todo, y por ello los frentes coloniales fueron siempre secundarios.
Finalmente, en Alemania se llegó a la conclusión de que la guerra estaba tan equilibrada que
sólo podía ganarse por medio de la estrategia del desgaste. Infligir una gran cantidad de
pérdidas al enemigo, que resultase mucho mayor que las propias, sería lo que decidiría la
contienda. Siguiendo este razonamiento, los alemanes lanzaron, en el Frente Occidental, una
ofensiva que desembocaría en las batallas del Somme y Verdún, en 1916. El objetivo era
infligir al enemigo el triple de pérdidas que sufrieran los alemanes. Sin embargo, las pérdidas
francesas (275.000 muertos) apenas superarían a las alemanas (240.000 muertos). La
estrategia del desgaste tampoco estaba pareciendo funcionar.
Guerra en el mar.
Sólo hubo una gran confrontación naval en esta guerra, y fue la Batalla de Jutlandia (1916).
Las flotas británica y alemana, con una fuerza pareja, entablaron combate en el Mar del Norte,
terminando la confrontación sin un vencedor claro. Sin embargo, los barcos germánicos
regresarían a sus puertos y no volverían a intentar disputar el control británico de los mares.
El Alto Mando alemán abandonaría la guerra convencional marítima, y traerían el concepto de
la “guerra de desgaste” de la tierra al océano. Lo que pretenderían desgastar ahora serían las
líneas de suministros marítimas de la Entente, con la intención de que ello hiciese hincarse de
rodillas a Gran Bretaña y colapsase las trincheras de Francia. Para ello recurrirían a los
submarinos y atacarían a sus buques mercantes. Sin embargo, al estimarse que los
mercantes de los países neutrales jugaban un papel importante en mantener esas líneas de
suministros, en 1917 Alemania declaró una guerra submarina a ultranza. Los submarinos
atacarían todo buque mercante que viesen, sin importar su nacionalidad. Lo que provocaría
que Estados Unidos entrase en guerra contra Alemania, en 1917.
5. 1917, año crítico.
Varios acontecimientos importantes tienen lugar en 1917.
Rusia, tras sus descalabros militares, firmó la paz con Alemania, entregándole territorios. Esto
liberó a las tropas germánicas orientales, que pudieron reforzar ahora el sufrido Frente
Occidental con nuevos efectivos, entre los cuales figurarían reclutas de los nuevos territorios
cedidos por Rusia. Con tantos recursos reconcentrados en el oeste, Alemania empezaba
ahora a tener la balanza inclinándose a su favor.
Además, la Batalla de Caporetto hizo derrumbarse parte del frente italiano. Los alemanes y
austro-húngaros conquistaron mucho territorio y capturaron miles de prisioneros, antes de que
los italianos lograsen levantar una nueva línea defensiva. La Entente tuvo que desplazar
recursos al frente italiano para ayudar a cerrar esta brecha, repercutiendo en el debilitamiento
de la Entente en el Frente Occidental.
Así pues, Alemania se encontró con una transitoria superioridad de medios y efectivos en el
Frente Occidental. Pero tenía que darse prisa en aprovecharla. ¿Por qué? Porque el gigante
industrial, Estados Unidos, se unía ahora a la Entente. Con multitud de tropas frescas. Con
inmensos recursos materiales a su espalda. O Alemania derrotaba ahora a sus enemigos, o la
superioridad de medios y efectivos pasaría a ser propiedad de la Entente.
El fin de la guerra.
En 1918, dirigidos por Ludendorff, los alemanes intentaron usar su transitoria superioridad,
antes de que fuese demasiado tarde. Adaptándose por fin a las exigencias de una guerra
industrial, llevaron a cabo nuevas tácticas, usando tropas especializadas y concentrando sus
efectivos en puntos clave del frente, por los que lograron penetrar (¡por fin!) y empujar hacia
atrás a la Entente. Sin embargo, el ejército alemán estaba demasiado exhausto por cuatro
años de conflicto, y no tuvo la fuerza suficiente para aprovechar estas victorias. Sin poder
rematar a la Entente, ésta se recuperaría de estas derrotas, y empezaría a presionar hacia
delante, con los refuerzos enviados por Estados Unidos.
Alemania vio que la derrota era cuestión de tiempo. Su ejército estaba agotado. Y por si fuese
poco, sus aliados estaban desmoronándose en otros frentes, ante la presión de la Entente y
sus aliados. Las líneas alemanas amenazaban con romperse en cualquier momento.
Así pues, viéndose incapaces de seguir luchando, los germánicos pidieron un armisticio.
Ningún enemigo había pisado aún suelo alemán.
La Paz Impuesta.
Los vencedores excluyeron de las negociaciones de paz a los vencidos. Cuando estuvo
completa, en 1919, simplemente le presentaron a Alemania el tratado de paz
de Versalles para que lo firmase.
6. Los alemanes se sintieron indignados al leer el tratado. No sólo perdían los territorios ganados
a Rusia en el tratado de Brest-Litovsk, sino que además perdían parte de sus territorios
originales. Especialmente ofendidos se sintieron con el llamado “corredor polaco”, una franja
de tierra otorgada a Polonia que dividía a Prusia Oriental del resto de Alemania. Además, se
vieron obligados a pagar a los vencedores unas reparaciones de guerra desorbitadas. Y se les
exigía entregar casi toda su flota, y reducir permanentemente su ejército a 100.000 soldados,
una cifra minúscula.
Los germánicos considerarían el Tratado de Versalles una enorme injusticia. Humillados, su
resentimiento sería el caldo de cultivo idóneo para hacer crecer deseos de revancha.
Consecuencias.
De la Paz de Versalles nacería una nueva Europa. El Káiser abdicó, y el Imperio Alemán se
transformó en República. Austria-Hungría se desintegró en pequeños países. Un cinturón de
estados-tapón (nacidos a partir de antiguos territorios alemanes y rusos) se levantó delante de
la Rusia Comunista, debido al temor que despertaba a las potencias occidentales.
Europa se encontró agotada y devastada por la guerra, lo cual marcó su declive a nivel
mundial. Estados Unidos y Japón se alzaron como nuevas potencias hegemónicas. Todo ello
sentaría las bases para una crisis económica que estallaría con fuerza con el Crack de la
Bolsa de 1929.
Pero lo más destacable es que la humillación de la Paz Impuesta, y la crisis económica
posterior, propiciarían el ascenso al poder del partido Nacionalsocialista de Hitler. En
Alemania se extendió el mito de que su nación no había sido derrotada por la fuerza de las
armas sino por una “traición interior”. El que ningún soldado extranjero hubiese puesto el pie
en su suelo, durante la guerra, reforzó esta leyenda. Se designó a los judíos como los
principales culpables, creando así un chivo expiatorio. Hitler enardeció a las masas,
prometiendo reparar la humillación alemana y recuperar la gloria perdida.
Alemania burlaría las restricciones del Tratado de Versalles y reconstruiría su ejército.
Aspiraría a recuperar los territorios que le arrebataron. Aprendería de las experiencias en el
Frente Occidental, desarrollando una doctrina militar, la Blitzkrieg, pensada para ser el
némesis de la guerra de trincheras.
Los vencedores, en cambio, quedarían cegados por la autocomplacencia de la victoria. Así
pues, cuando estalló laSegunda Guerra Mundial, en 1939, creyeron que con una nueva
guerra de trincheras volverían a derrotar a Alemania. Se equivocaron.