1. UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXICO
CAMPUS HISPANO
RÉGULO VÁZQUEZ ISAURA ISABEL
SEMINARIO DE FORMACIÓN EN HABILIDADES
CLÍNICAS
FACILITADORES:
MTRO. JUAN ELÍAS CAMPOS GARCÍA
MTRO. JOSÉ MANUEL BEZANILLA SÁNCHEZ
Resistencia y represión
2. Terapia psicoanalítica
Al emprender el restablecimiento de un enfermo para liberarlo
de sus síntomas patológicos, él se opone con una tenaz
resistencia, que se mantiene durante todo el tratamiento. sin
reconocerlo como tales.
En la terapia psicoanalítica se aplica la técnica interpretación de
los sueños.
El enfermo se pone en un estado de calma, observación de sí
sin reflexión, y comunica todas las percepciones interiores que
pueda tener en, en la secuencia en que emergen dentro de él.
Le advertimos de manera expresa que debe resignar cualquier
motivo que le haría practicar una selección o exclusión entre las
ocurrencias
Le encarecemos que siga siempre sólo la superficie de su
conciencia, que omita toda crítica, cualquiera que sea su índole,
contra lo que ahí encuentre.
Por la técnica de la interpretación de los sueños elevan esos
reparos y objeciones que contienen, por lo general, el material
que nos encamina al descubrimiento de lo inconsciente.
Se convierte en el blanco de ataque de la resistencia.
3. Es raro tropezar con un enfermo que no intente
reservar para sí algún ámbito a fin de defenderlo de
la cura.
Los neuróticos obsesivos descuellan en
componérselas para hacer casi inutilizable la regla
técnica lo hacen sobreimponiéndole su exacerbada
conciencia moral y sus dudas.
Los que padecen la histeria de angustia logran en
ocasiones llevarla ad absurdum produciendo sólo
ocurrencias tan alejadas de lo buscado que no dan
rédito alguno.
Al final se logra, a fuerza de decisión y de tenacidad,
arrancarle a la resistencia una cierta cuota de
obediencia a la regla técnica fundamental, y
entonces ella se vuelca a otro ámbito.
4. En el caso del neurótico obsesivo se tiene que estar
preparado para una táctica especial de la
resistencia. A menudo deja que el análisis recorra
sin trabas su camino, pero al final nos asombramos
de que este esclarecimiento no traiga ningún
debilitamiento de los síntomas.
Las resistencias intelectuales no son las peores
mientras permanece dentro del marco del análisis.
El vencimiento de estas resistencias es la operación
esencial del análisis.
En el curso de un tratamiento la intensidad de la
resistencia varía de continuo; aumenta cada vez que
nos aproximamos a un tema nuevo, llega a su
máxima fuerza en el ápice de la elaboración de este
y vuelve a desbaratarse cuando se lo finiquita.
5. En un mismo individuo se desecha incontables veces
en el curso del análisis su actitud crítica y la vuelve a
retomar. Si está a punto de promover a su conciencia
un fragmento nuevo del material inconsciente,
particularmente penoso para él, se vuelve crítico al
extremo; si antes había comprendido y aceptado
mucho, ahora estas adquisiciones quedan como
borradas.
Su crítica no es una función autónoma, que debiera
respetarse como tal; es la auxiliar de sus actitudes
afectivas y está dirigida por su resistencia.
El enfermo se defiende con tanta energía contra la
eliminación de sus síntomas y el restablecimiento de
un discurrir normal en sus procesos anímicos se
oponen a un cambio de estado y estas tienen que ser
las mismas que en su tiempo lo impusieron. En la
formación del síntoma tiene que haber ocurrido algo
que ahora se puede reconstruir por las experiencias
6. La renuencia se opone durante la cura analítica al
esfuerzo por volver a transportar lo inconsciente a lo
consciente. Esto es lo que sentimos como resistencia. El
proceso patógeno que la resistencia nos revela ha de
recibir el nombre de represión.
Es la precondición de la formación de síntoma, pero es
también algo que no se parece a nada de lo que
conocemos.
Si tomamos por modelo un impulso, un proceso anímico
que se afana por transponerse en una acción, sabemos
que puede sufrir un rechazo que llamamos desestimación
o juicio adverso. Con ello le es sustraída la energía de que
dispone; se vuelve impotente, pero puede subsistir como
recuerdo.
Los restos diurnos, en los que individualizamos a los
incitadores del sueño, eran un material preconsciente que
durante la noche, en el estado del dormir, había podido
experimentar la influencia de unas mociones de deseo
inconscientes y reprimidas, y formar el sueño latente en
comunidad con estas mociones y merced a la energía de
ellas.
La represión es la condición previa para que se forme un