Este documento describe una técnica de meditación llamada "cerrar los siete orificios de la cabeza" para centrarse. Al cerrar los ojos, oídos, nariz y boca, la conciencia ya no puede fluir hacia fuera y se concentra en el espacio interno entre los ojos, conocido como el "tercer ojo". Este espacio interno incluye la totalidad de la existencia y al percibirlo se percibe todo. La experiencia del tercer ojo puede llevar a la iluminación y a la comprensión de que uno es el
Cerrar los orificios para centrarse en el tercer ojo
1. 15 CIERRA TODOS LOS ORIFICIOS DE LA CABEZA.
Tercera técnica para centrarse: Cerrando las siete aberturas de la cabeza con las manos, el espacio entre
los ojos llega a incluirlo todo.
Ésta es una de las técnicas más antiguas; muy utilizada y, además, una de las más sencillas. Cierra
todas las aberturas de la cabeza: los ojos, los oídos, la nariz, la boca. Cuando todas las aberturas de la cabeza
están cerradas, tu consciencia, que está continuamente fluyendo hacia fuera, es detenida de pronto; no
puede ir hacia fuera.
Puede que no lo hayas observado, pero incluso si dejas de respirar un momento, de pronto tu mente se
parará: porque con la respiración la mente sigue adelante. Eso es un condicionamiento de la mente. Debes
comprender lo que significa «condicionamiento»; sólo entonces te resultará fácil comprender este sutra.
Pavlov, uno de los más famosos psicólogos rusos, ha creado este término, «condicionamiento»-o «reflejo
condicionado»-, una palabra común y corriente usada por todo el mundo. Cualquiera que esté al corriente de
la psicología, aunque sea un poco, conoce la palabra. Dos procesos de pensamiento -dos procesos
cualesquiera- se pueden llegar a asociar tanto que si empiezas con uno, el otro también es activado.
Éste es el famoso ejemplo pavloniano. Pavlov trabajó con un perro. Descubrió que si pones comida para perros
ante un perro, comienza a producir saliva. El perro saca la lengua y comienza a prepararse para comer. Esto es
natural. Cuando ve comida, o incluso imagina comida, la saliva empieza a fluir.
Pero Pavlov condicionó este proceso con otro.
Siempre que la saliva empezaba a fluir y había comida, hacía otras cosas. Por ejemplo, tocaba un timbre, y el
perro oía sonar el timbre. Durante quince días, siempre que ponían la comida, el timbre sonaba. Entonces, el
día decimosexto no se puso comida ante el perro; sólo se hizo sonar el timbre. Pero, aun así, el perro empezó a
salivar y sacó la lengua, como si hubiera comida.
Pero no había comida; sólo el timbre sonando. No existe ninguna asociación natural entre el timbre sonando y
la saliva; la asociación natural es con la comida. Pero ahora el sonido continuo del timbre había quedado
asociado con ella, e incluso el sonido del timbre comenzaba el proceso.
Según Pavlov y tiene razón, toda nuestra vida es un proceso condicionado. La mente es un
condicionamiento. Así que si paras algo en el condicionamiento, todas las demás cosas asociadas
también se paran.
Por ejemplo, nunca has pensado sin respirar. Pensar siempre ha pasado con la respiración. No eres consciente
de la respiración, pero la respiración está sucediendo continuamente, día y noche. Todo pensamiento, todo
proceso de pensamiento está asociado con la respiración. Si dejas de respirar de repente, el pensamiento
también se detendrá. Y si los siete agujeros -las siete aberturas de la cabeza- son cerrados, tu
consciencia de pronto no podrá salir. Permanece dentro, y esa permanencia dentro crea un espacio entre
tus ojos. Ese espacio es conocido como el tercer ojo.
Si todos los orificios de la cabeza están cerrados, no puedes ir hacia fuera, porque siempre has ido hacia
fuera por esas aberturas. Permaneces dentro, y con tu consciencia permaneciendo dentro se concentra entre
estos dos ojos, entre estos dos ojos corrientes. Permanece dentro entre estos dos ojos, enfocada. Ese
punto es conocido como el tercer ojo.
Este espacio llega a incluirlo todo. Este sutra dice que en ese espacio todo está incluido, toda la existencia
está incluida. Si puedes percibir ese espacio, lo has percibido todo. Una vez que puedes sentir dentro
este espacio entre los dos ojos, has conocido la existencia, la totalidad de ella, porque este espacio
interno lo incluye todo. Nada queda fuera de él.
Los Upanishads dicen: «Conociendo el uno, uno lo conoce todo.» Estos dos ojos sólo pueden ver lo
finito. El tercer ojo ve lo infinito. Estos dos ojos sólo pueden ver lo material. El tercer ojo ve lo
inmaterial, lo espiritual. Con estos dos ojos nunca puedes sentir la energía, nunca puedes ver la
energía; sólo puedes ver la materia. Pero con el tercer ojo, la energía es vista como tal.
Este cierre de los orificios es una manera de centrarse, porque una vez que el caudal de la consciencia no
puede fluir hacia fuera, permanece en su fuente. Esa fuente de la consciencia es el tercer ojo. Si estás
2. centrado en el tercer ojo, pueden suceder muchas cosas. La primera es descubrir que el mundo entero
está en ti.
Swami Ramateertha solía decir: «El Sol se mueve en mí, las estrellas se mueven en mí, la Luna crece en
mí. Todo el universo está en mí.» Cuando dijo esto por primera vez, sus discípulos pensaron que se había
vuelto loco. ¿Cómo van a estar las estrellas en Ramateertha?
Estaba hablando del tercer ojo, el espacio interno. Cuando el espacio interno se ilumina por vez primera,
ésa es la sensación. Cuando ves que todo está en ti, te conviertes en el universo.
El tercer ojo no forma parte de tu cuerpo físico. El espacio entre nuestros dos ojos no es un espacio
confinado en el cuerpo. Es el espacio infinito que ha penetrado en ti. Una vez que conozcas este
espacio, nunca volverás a ser la misma persona. En el momento en que conoces este espacio interno,
has conocido lo inmortal. Entonces no hay muerte.
Cuando conozcas este espacio por ver primera, tu vida será auténtica, intensa, realmente viva por
primera vez. Ahora no es necesaria ninguna certeza, ahora no es posible ningún miedo. Ahora no se te puede
matar. Ahora no se te puede quitar nada. Ahora todo el universo te pertenece: eres el universo. Los que han
conocido este espacio interno, han gritado en éxtasis: «¡Aham Brahmasmi.' Soy el universo, soy la
existencia.»
El místico sufí Mansoor fue asesinado sólo a causa de esta experiencia del tercer ojo. Cuando tomó
consciencia por vez primera de su espacio interno, empezó a gritar: «¡Soy Dios!» En India le habrían
venerado, porque India ha conocido a muchísimas personas que han llegado a conocer este espacio interno del
tercer ojo. Pero en un país mahometano era difícil. Y la afirmación de Mansoor «Soy Dios -¡Ana'l haq!»- fue
considerada como algo antirreligioso, porque el mahometismo no puede concebir que el hombre y Dios
se puedan hacer uno. El hombre es el hombre -el creado- y Dios es el creador, así que ¿cómo va el creado a
volverse el creador? De manera que esta afirmación de Mansoor: «Soy Dios,» no podía ser comprendida; así
pues, fue asesinado. Pero cuando lo estaban asesinando, matando, él se reía. Así que alguien le preguntó:
«¿Por qué te estás riendo, Mansoor?»
Se cuenta que Mansoor dijo: «Me río porque no me estáis matando, y no podéis matarme. Estáis siendo
engañados por este cuerpo, pero yo no soy este cuerpo. Soy el creador de este universo, y fue mi dedo
el que movió todo este universo al principio.»
En India habría sido comprendido fácilmente. Ese lenguaje ha sido conocido durante siglos y siglos. Hemos
sabido que llega un momento en que se conoce el espacio interno. Entonces uno simplemente se vuelve
loco. Y esta percepción es tan certera que incluso si matas a un Mansoor, él no cambiará su afirmación:
porque, en realidad, no puedes matarlo en lo que a él respecta. Ahora se ha convertido en la totalidad.
No hay ninguna posibilidad de destruirlo.
Tras Mansoor, los sufistas aprendieron que conviene guardar silencio. De modo que en la tradición sufí, tras
Mansoor, se ha enseñado consistentemente a los discípulos: «Cuando llegues al tercer ojo, permanece en
silencio y no digas nada. Cuando suceda esto, guarda silencio. No digas nada, o formalmente continúa
diciendo cosas que cree la gente.»
De modo que el mahometismo ahora tiene dos tradiciones. Una es la corriente, la externa, la exotérica; otra,
el verdadero mahometismo, es el sufismo: la esotérica. Pero los sufistas permanecen en silencio, porque
desde Mansoor han aprendido que hablar en ese lenguaje que llega cuando se abre el tercer ojo es
meterse en problemas innecesariamente: y no ayuda a nadie.
Este sutra dice: Cerrando las siete aberturas de la cabeza con las manos, un espacio entre los ojos llega
a incluirlo todo. Tu espacio interno se convierte en todo el espacio.