Institucion educativa la esperanza sede la magdalena
Tecnica n°053 recordarse a uno mismo
1. TECNICA N°53 RECORDARSE A UNO MISMO.
Primera técnica para autorrecordarse: Oh, belleza de ojos de loto, de tacto dulce, cuando estés cantando,
viendo, saboreando, sé consciente de que existes y descubre lo eterno.
Estamos viviendo, pero no somos conscientes de que existimos o de que estamos viviendo. No nos recordamos
a nosotros mismos. Estás comiendo o estás bañándote o estás dando un paseo: no eres consciente de que
existes mientras estás paseando. Todo existe, excepto tú. Los árboles, las casas, el tráfico, todo existe. Eres
consciente de todo lo que te rodea, pero no eres consciente de tu propio ser: de que existes. Puede que
seas consciente del mundo entero, pero si no eres consciente de ti mismo, esa consciencia es falsa. ¿Por
qué? Porque tu mente puede reflejarlo todo, pero tu mente no puede reflejarte a ti. Si eres consciente de ti
mismo, entonces has transcendido la mente.
Tu recuerdo de ti mismo no puede reflejarse en tu mente, porque estás detrás de la mente. La mente sólo
puede reflejar lo que está delante de ella. Puedes ver a los demás, pero no te puedes ver a ti mismo. Tus
ojos pueden ver a todo el mundo, pero tus ojos no pueden verse a sí mismos. Si quieres verte a ti
mismo necesitarás un espejo. Sólo en un espejo te puedes ver a ti mismo, pero entonces tendréis que
estar delante del espejo. Si tu mente es un espejo, puede reflejar el mundo entero. Pero no puede
reflejarte a ti, porque tú no puedes estar delante de ella. Tú siempre estás detrás, oculto detrás del espejo.
Ésta técnica dice: mientras estés haciendo cualquier cosa cantando, viendo, saboreando-, sé consciente
de que existes y descubre lo eterno, y descubre dentro de ti la corriente, la energía, la vida, lo eterno.
Pero no somos conscientes de nosotros mismos.
Gurdjieff usó el recuerdo de uno mismo como técnica básica en Occidente. El recuerdo de uno mismo se deriva
de este sutra. Todo el sistema de Gurdjieff se basa en este único sutra. Recuérdate a ti mismo,
independientemente de lo que estés haciendo. Es muy difícil. Parece muy fácil, pero seguirás olvidando. No
te puedes acordar de ti mismo ni siquiera durante tres o cuatro segundos. Te parecerá que estás
recordándote, y de repente te habrás ido a algún otro pensamiento. Incluso con este pensamiento: «Muy
bien, me estoy recordando a mí mismo», te habrás ido, porque este pensamiento no es el recuerdo de uno
mismo. Al recordarse a uno mismo no habrá pensamientos; estarás completamente vacío. Y el recuerdo
de uno mismo no es un proceso mental. No es que digas: «Sí, existo.» Diciendo «Sí, existo», te has ido. Esto es
una cosa de la mente, esto es un proceso mental: «Existo».
Siente Yo existo, no las palabras «yo existo». No verbalices, simplemente siente que existes. No pienses:
¡siente! lnténtalo. Es difícil, pero si sigues insistiendo, sucede. Mientras estés andando, recuerda que
existes, y siente tu ser, no ningún pensamiento, no ninguna idea. Simplemente siente. Yo te toco la mano o
pongo mi mano sobre tu cabeza: no verbalices. Simplemente siente el contacto, pero siente también al que
es tocado. Entonces tu consciencia se vuelve doble.
Estás caminando bajo los árboles; los árboles están ahí, la brisa está ahí, el Sol está saliendo. Esto es el
mundo que te rodea; eres consciente de él. Párate por un momento y recuerda de repente que tú existes,
pero no verbalices. Simplemente siente que existes. Esta sensación no verbal, incluso si es por un sólo
momento, te dará un vislumbre: un vislumbre que ningún LSD puede darte, un vislumbre que es de lo real. Por
un solo momento eres lanzado de vuelta al centro de tu ser. Estás detrás del espejo; has transcendido el
mundo de los reflejos; eres existencial. Y puedes hacerlo en cualquier momento. No se requiere ningún lugar
especial ni ningún momento especial. Y no puedes decir: «No tengo tiempo». Puedes hacerlo cuando estés
comiendo, puedes hacerlo cuando estés bañándote, puedes hacerlo cuando estés moviéndote o cuando estés
sentado: en cualquier momento. Independientemente de lo que estés haciendo, de pronto te puedes
recordar a ti mismo, y entonces trata de continuar ese vislumbre de tu ser.
Será difícil. En cierto momento sentirás que está ahí; al momento siguiente te habrás ido. Habrá entrado algún
pensamiento, habrá llegado a ti algún reflejo, y te habrás involucrado en el reflejo. Pero no te entristezcas y no
te desilusiones. Esto se debe a que durante vidas seguidas hemos estado involucrados con los reflejos.
Esto se ha convertido en un mecanismo robot. Instantáneamente, automáticamente, somos lanzados al
reflejo. Pero si, aunque sea por un solo momento, tienes el vislumbre, es suficiente para empezar. ¿Y por qué
es suficiente? Porque nunca tendrás dos momentos juntos. Sólo un momento está contigo siempre. Y si
puedes tener el vislumbre durante un solo momento, puedes permanecer en él. Sólo es necesario el
esfuerzo: es necesario un esfuerzo continuo.
2. Sólo te es dado un único momento. No puedes tener dos momentos juntos, así que no te preocupes por dos
momentos. Siempre tendrás sólo un momento. Y si puedes ser consciente en un momento, puedes ser
consciente durante toda tu vida. Ahora sólo se requiere esfuerzo, y esto se puede hacer todo el día. Cada
vez que te acuerdes, recuérdate a ti mismo.
Oh, belleza de ojos de loto, de tacto dulce, cuando estés cantando, viendo, saboreando, sé consciente de que
existes y descubre lo eterno. Cuando el sutra dice sé consciente de que existes, ¿qué harás? ¿Te acordarás de
que «me llamo Rama» o «Jesús» o alguna otra cosa? ¿Recordarás que perteneces a tal y cual familia, a tal y
cual religión y tradición? ¿A tal y cual país y casta y credo? ¿Te acordarás de que eres comunista o hindú o
cristiano? ¿Qué recordarás?
El sutra dice que seas consciente de que existes; simplemente dice: «Existes». No es necesario ningún
nombre, no es necesario ningún país. Qué sólo haya simple existencia: iexistes! De modo que no te
digas a ti mismo que existes. No respondas que «soy esto y lo otro». Que haya simple existencia, que
existes. Pero se vuelve difícil, porque nunca recordamos la simple existencia. Siempre recordamos algo que es
sólo una etiqueta, no la existencia misma. Siempre que piensas acerca de ti mismo, piensas acerca de tu
nombre, tu religión, tu país, muchas cosas, pero nunca la existencia simple que eres.
Puedes practicar esto: relajándote en una silla o sentado bajo un árbol, olvídate de todo y siente esta
«existencia». No cristiano, no hindú, no budista, no indio, no inglés, no alemán...; simplemente, eres.
Siéntelo, y entonces te resultará fácil recordar lo que dice este sutra: Sé consciente de que existes y
descubre lo eterno. Y en el momento en que eres consciente de que existes, eres lanzado a la corriente
de lo eterno. Lo falso va a morir; sólo lo real permanecerá.
Por eso le tenemos tanto miedo a la muerte: porque lo irreal va a morir. Lo irreal no puede existir para
siempre, y estamos apegados a lo irreal, identificados con lo irreal. Tú, en cuanto hindú, tendrás que morir;
tú, en cuanto Rama o Krishna, tendrás que morir; tú, en cuanto comunista, en cuanto ateo, en cuanto teísta,
tendrás que morir; en cuanto nombre y forma tendrás que morir. Y si estás apegado al nombre y la forma,
obviamente te llegará el miedo a la muerte, pero lo real, lo existencial, lo básico en ti, es inmortal. Una vez
que se olvidan las formas y los nombres, una vez que miras dentro de ti lo sin nombre y lo sin forma,
has entrado en lo eterno.
Sé consciente de que existes y descubre lo eterno. Esta técnica es una de las más útiles, y ha sido usada
durante milenios por muchos maestros. Buda la usó, Mahavira la usó, Jesús la usó, y en los tiempos modernos
Gurdjieff la usó. Entre todas las técnicas, ésta es una de las más potenciales. Pruébala. Llevará tiempo;
pasarán meses.
Cuando Ouspensky estaba aprendiendo con Gurdjieff, durante tres meses tuvo que hacer mucho esfuerzo, un
esfuerzo arduo, para poder tener un vislumbre de lo que es el recuerdo de uno mismo. De modo que
continuamente, durante tres meses, Ouspensky vivió en una casa aislada trabajando sólo una cosa: el
recuerdo de uno mismo. Treinta personas empezaron el experimento, y para el final de la primera semana
veintisiete se habían escapado; sólo quedaron tres. Pasaban todo el día tratando de recordar; sin hacer
nada más, sólo recordando que «yo existo». Veintisiete sintieron que se estaban volviendo locos. Sintieron
que la locura estaba muy cerca, de modo que se escaparon. Nunca volvieron; nunca volvieron a ver a Gurdjieff.
¿Por qué? En realidad, tal como somos, estamos locos. Sin recordar quiénes somos, qué somos, estamos
locos, pero esta locura es considerada cordura. En cuanto intentas volver, en cuanto intentas entrar en
contacto con lo real, parecerá locura. Comparado con lo que somos, es justo lo contrario, lo opuesto. Si
te parece que esto es cordura, eso te parecerá locura.
Pero tres persistieron. Uno de los tres era P. D. Ouspensky. Durante tres meses, persistieron. Sólo después del
primer mes empezaron a tener vislumbres de simplemente ser, de «yo existo». Después del segundo mes,
incluso el «yo» se desvaneció, y empezaron a tener vislumbres de «existencia»: de simplemente ser, ni
siquiera de «yo», porque «yo» también es una etiqueta. El puro ser no es «yo» y «tú»; sólo es.
Y para el tercer mes incluso la sensación de existencia se disolvió, porque esa sensación de existencia aún es
una palabra. Incluso esa palabra se disuelve. Entonces eres, y entonces sabes lo que eres. Antes de
alcanzar ese punto no puedes preguntar: «¿Quién soy?». O puedes seguir preguntado continuamente: “¿Quién
soy?”; simplemente inquiriendo continuamente: «¿Quién soy?», «¿Quién soy?», y se verá que todas las res-
3. puestas proporcionadas por la mente son falsas, irrelevantes. Sigues preguntando: «¿Quién soy?», «¿Quién
soy?», «¿Quién soy?», y llega un punto en que ya no puedes hacer la pregunta. Todas las respuestas se
vienen abajo, y entonces la pregunta misma se viene abajo y desaparece. Y cuando incluso la pregunta
«¿Quién soy?» desaparece, sabes quién eres.
Gurdjieff lo intentó desde un ángulo: trata de recordar que existes. Ramana Maharshi lo intentó desde otro
ángulo. Él convirtió en una meditación preguntar, inquirir: «¿Quién soy?». Y no creas en ninguna respuesta que
la mente pueda proveer. La mente dirá: «¿Qué tontería estás preguntando? Eres esto, eres eso, eres un
hombre, eres una mujer, eres culto o inculto, rico o pobre». La mente proveerá respuestas, pero sigue
preguntando. No aceptes ninguna respuesta, porque todas las respuestas dadas por la mente son falsas. Son
de tu parte irreal. Vienen de las palabras, vienen de las escrituras, vienen del condicionamiento, vienen
de la sociedad, vienen de los demás. Sigue preguntando. Deja que este dardo de «¿Quién soy?» penetre
cada vez más profundamente. Habrá un momento en que no llegará ninguna respuesta.
Ese es el momento apropiado. Ahora estás acercándote a la respuesta. Cuando no llega ninguna respuesta,
estás cerca de la respuesta, porque la mente se está quedando en silencio..., o te has alejado de la
mente. Cuando no haya ninguna respuesta y se cree un vacío en torno a ti, tu cuestionamiento parecerá
absurdo. ¿A quién estás cuestionando? No hay nadie que te responda. De pronto, incluso tu
cuestionamiento cesará. Con el cuestionamiento, la última parte de la mente se ha disuelto, porque esta
pregunta también era de la mente. Esas respuestas eran de la mente y esta pregunta también era de la mente.
Ambas se han disuelto; de modo que ahora existes.
Inténtalo. Existen todas las posibilidades de que, si persistes, esta técnica puede darte un vislumbre de lo
real..., y lo real es eterno.