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La vida de excelencia
1. La vida de excelencia
Por Alexander Dorado
Eclesiastés 4:4
“Toda trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia” Por alguna razón
dice la sabiduría popular, que “la envidia es mejor despertarla que sentirla.” Y
“más vale ser envidiado que ser envidioso”
La envidia no solo la sienten los colombianos, sino en todas partes del mundo. Es
una cultura universal, porque así es el corazón humano. “Del corazón salen los
malos pensamientos que contaminan al hombre.” (Mateo 15:19-20)
“El que anda a pie, quiere una bicicleta, el que anda en bicicleta quiere una moto,
este un carro, este un modelo mejor; este un helicóptero, nadie está contento con
lo que tiene, siempre lo del otro le parece mejor.”
Hay que personas que en lugar de admirar e imitar a una persona que triunfa o se
destaca, lo que hace es envidiarla y desmeritar su logro. Buscan argumentos para
quitarle brillo o merito a la persona.
Sus oraciones insensatas, no arden por el fuego del Espiritu, sino por la envidia.
“Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís
y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.” (Santiago 4:2)
La excelencia es un proceso, va de lo bueno a lo mejor y a lo excelente. Para
lograrlo la regla de oro, está en dar la milla extra. El camino a la excelencia es la
exigencia.
El hombre es el resultado de las exigencias a su productividad; para exigir a otros
debe exigirse asi mismo. No se moleste cuando le exijan, porque al que el mucho
se le da, mucho se le demandara.
En la vida no se trata de ser mejor que otro sino procurar ser mejor uno mismo; la
meta de la excelencia humana, es lograr ser mejor persona, y esto es un proceso
de mejoras continuas.
El problema es que mientras unos se enfocan en la excelencia, otros se la pasan
llenos de envidia; de algina manera la humanidad se divide entre lo excelentes y
los envidiosos.
2. Y la envidia es tan antigua como el hombre; fue la envidia lo que llevó a cometer
el primer crimen de la humanidad, por envidia, Cain mató a su hermano Abel.
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó
testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto,
aún habla por ella.” (Hebreos 11:4)
Pero esto hizo que Cain se ensañara ( se encolerizara, se pusiera furioso) y
decayera su semblante, y fue algo notorio, que no pudo disimular.
Por envidia, los hermanos de José quisieron matarlo, porque veian que su padre lo
amaba y le habia dado una túnica de colores. Luego decidieron, venderlo y fue
llevado como esclavo a Egipto.
Por envidia, Saúl persiguió a David, al oír corear a las mujeres, Saúl a mató a mil
y David a sus diez mil, lo encolerizó y procuraba matarle. Pero David no levantó
su mano contra Saúl, porque era un hombre conforme al corazón de Dios.
Por envidia el pueblo de Israel se rebeló contra Moisés, y por su envidia perecieron
en el desierto. Su envidia no les permitió apreciar que tenía como líder al más
grande profeta de todos los tiempos.
“Por la envidia fue entregado el Señor” (y esto no fue ajeno a Pilato) (Marcos
15:10) Por envidia fueron perseguidos los discípulos del Señor. Y es por la
envidia que muchos han sido víctimas de persecución.
Hay personas que la envidia hace que cambien su rostro, y se la pasan sombríos,
oscuros, o si benevolencia, como días sin lluvia. Pregúntese, ¿usted es la estirpe
de Caín? ¿Ha heredado de Caín la envidia?
Que retrato refleja su rostro cada día, la mayor parte del día, semana, mes, año;
es el rostro de la alegría; de un corazón alegre que hermosea el rostro, o de un
corazón envidioso que lo muda y entristece.
“en la alegría del rostro del rey está la vida, y su benevolencia es como nube de
lluvia tardía” (Proverbios 16:15)
El envidioso se molesta por del hermano, lo del prójimo, incluso lo del extraño;
pero lo que resulta mucho peor, llega a tener envidia de lo que tiene en el hombre
malo.
Al envidioso le pasa lo del sapo que mata la luciérnaga con su lengua venenosa,
porque le molesta su luz, que brille con luz propia.
3. A mi esposa he procurado que brille con su propia luz, porque tenerla a mi sombra
eclipsándola, opacando su potencial, lo que debo es ser un facilitador del pleno
despliegue de su personalidad.
También encontramos el caso, de aquellas personas que se especializan en
sembrar cizaña y discordia, en los promotores de los celos, las envidias, y las
contiendas.
1 Corintios 2:1-5
La excelencia no consiste en palabras sino en hechos
La excelencia se fundamenta en una vida cristocentrica no egocéntrica
La excelencia, no es perfección sino reconocer la debilidad y el temor
La excelencia es la demostración del poder de Dios
La excelencia lleva a otros a poner su fe en Dios y no en los hombres
2 Corintios 4:7
Lo que no podemos perder de vista es que solo somos “vasos de barro”, el “tesoro
es Cristo”, la excelencia viene de Dios no de nosotros mismos. Vasos de barro
moldeados por las manos del Divino Alfarero.
2 Corintios 3:1,5
Una persona excelente no necesita cartas de recomendación, porque…
Su carta de recomendación es su propia vida, una vida de testimonio
Su carta de recomendación son sus discípulos, las vidas que han sido
transformadas, impactadas con su trabajo y excelencia de obras
Su carta de recomendación es una vida de fruto y resultados, como
consecuencia que su competencia viene de Dios y no de sí mismo
Su carta de recomendación es su certificación como ministro competente;
sin profesionalizarse, s ha especializado en las áreas para las cuales Dios le
ha hecho competente.
Si a estas alturas de la vida, necesito de una carta o de una firma, he perdido mi
tiempo, mi mejor recomendación son las obras que he hecho a lo largo de mi vida,
ellas son las que dan testimonio de mí.