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1. RENACIMIENTO.
La literatura renacentista forma parte de un movimiento más general del Renacimiento que experimenta la cultura
occidental en los siglos XV y XVI, aunque sus primeras manifestaciones pueden ser observadas en la Italia de los siglos
XIII y XIV. Se caracteriza por la recuperación humanista de la literatura clásica grecolatina y se difunde con gran pujanza
gracias a la invención de la imprenta hacia 1450.
La novedad afecta tanto a los temas como a las formas. Entre los primeros cabe destacar el antropocentrismo, el interés
por la naturaleza y la recuperación de la mitología clásica. La filosofía recupera las ideas platónicas y las pone al servicio
del cristianismo. La búsqueda del placer sensorial y el espíritu crítico y racionalista completan el ideario de la época. En
cuanto a los aspectos formales, se recupera la preceptiva clásica (cuya raíz está en la Poética de Aristóteles) y se
desarrollan nuevos géneros (como el ensayo) y modelos métricos (entre los que destaca el soneto).
Los precedentes de Dante, Petrarca y Boccaccio dan lugar a un esplendor de la literatura renacentista en Italia en el siglo
XVI. La figura directriz del gusto poético renacentista de ese siglo será Pietro Bembo, que escribió canciones
petrarquistas y sonetos, pero sobre todo, se erigió en el árbitro de la literatura italiana de su tiempo, que fue el centro
de irradiación internacional de este movimiento.
2. BARROCO.
El barroco es un movimiento artístico y cultural dominante en el siglo XVII caracterizado por una evolución de las
ideas y los aspectos temáticos y formales del Renacimiento. La visión neoplatónica e idealista del mundo renacentista
entra en crisis, se hace compleja, conflictiva y contradictoria. Los recursos formales se intensifican en la búsqueda de
nuevos caminos para la expresión artística.
Al principio el término barroco no se utilizó más que para las artes plásticas, cuando se empieza a hablar de barroco
literario, aunque su período de influencia se ubica entre los siglos XVI y XVII dando la idea de que el movimiento afectó
no sólo a la forma y a la plástica, sino también a las formas literarias. Aún más importante, asumir la existencia de un
barroco literario supone asumir el barroco como un movimiento de tipo ideológico, no sólo formal y ver su profunda
relación con la Contrarreforma. Sin embargo, esto llevó a algunos mucho más allá, negando su relación con el
Renacimiento y presentándolo como un movimiento enfrentado, lo que tampoco es cierto.
El barroco trae consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y sobre todo en España la Contrarreforma
influye en gran medida sobre este movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan
pero al mismo tiempo se españolizan y las técnicas y estilos se adaptan aún más a la tradición española.
En este siglo XVII en que aparece el movimiento barroco se intensifican los tópicos que ya venían dándose en el
Renacimiento, pero en especial los más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo huye, desaparición de
los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre, etc.
La Literatura del siglo XVI se expresaba en un estilo sereno y de equilibrio; el barroco del XVII viene a desestabilizar esa
serenidad y diversas fuerzas entran en conflicto.
3. CLACISISMO.
El clasicismo es una corriente de pensamiento estética e intelectual que tuvo su apogeo en los siglos XVIII y XIX,
abarcando desde 1730 a 1820, aproximadamente, inspirado en los patrones estéticos y filosóficos de la Grecia Clásica.
Se expresó en todos los dominios del arte, desde la arquitectura y la música hasta la pintura y la literatura. Aparece
junto con el Manierismo, que a su vez dio paso al Barroco y éste al Rococó; siendo renovado a través del Neoclasicismo y
atacado por el Romanticismo.
El término clasicismo se emplea, en sentido estricto, para designar el arte y la literatura de Grecia y Roma, o cualquier
manifestación similar en su estilo o calidad. En sentido estricto, un clásico es cualquier obra literaria de la antigüedad
griega o romana que haya sobresalido por su excelencia artística y que se considere canon, modelo o referencia. Así, por
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ejemplo, se consideran clásicas las obras del poeta romano Virgilio o del dramaturgo griego Sófocles, y no la de otros
escritores que hayan vivido y escrito en esa época y espacio. El periodo clásico griego abarca desde el 500 al 320 a.C.,
mientras que la edad de oro romana se sitúa entre el 70 a.C. y el año 18 de nuestra era.
Entre sus principales cualidades se encuentra el control consciente en el desarrollo de los temas y el sentido de
ordenamiento racional y proporción formal.
4. NEOCLASICISMO.
Se utiliza el término neoclásico para referirse al momento histórico en que tras el barroco se impuso la estética de los
antiguos griegos y romanos y la del renacimiento más clásico, y corresponde, más o menos y según los lugares y
autores, al siglo XVIII. Posteriormente, se usan indistintamente los términos clásico y neoclásico —más el primero—
para referirse a cualquier estilo, periodo u obra de calidad equiparables a los modelos griegos y romanos.
Los periodos más importantes en el pensamiento y el arte occidental en los que se siguieron los principios estilísticos y
estéticos del arte y la literatura de la antigüedad griega o romana fueron el renacimiento y la Ilustración, una época
especialmente rica en Francia, donde se desarrolló un clasicismo literario ejemplificado en las obras de los escritores
Pierre Corneille y Jean-Baptiste Racine y los filósofos René Descartes y Blaise Pascal.
El neoclasicismo español del siglo XVIII fue bastante modesto, ya que entraron en liza dos corrientes contrapuestas: los
continuadores amanerados de los temas y formas del siglo de oro español y el academicismo y los imperativos ilustrados
de las nuevas tendencias que venían de Francia, y que a España llegaron con la dinastía Borbón. El resultado fue una vida
literaria centrada en torno a una minoría culta que se interesa por la filología o la historia más que por la literatura en sí
misma. Con todo, destacan algunos nombres que si no ejercieron gran influencia en otros países, sí acercaron este gran
estilo a la sociedad española; entre ellos destacan Leandro Fernández de Moratín, Benito Jerónimo Feijoo o Gaspar
Melchor de Jovellanos.
Otras grandes figuras de la Ilustración europea asociadas con el clasicismo son los escritores ingleses John Dryden y
Alexander Pope, y los poetas alemanes Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich von Schiller.
5. ILUSTRACIÓN.
A lo largo del siglo XVIII eclosiona una nueva mentalidad que enlaza con la antropología renacentista y que en
consecuencia viene a romper la cosmovisión del mundo Barroco. Este período ha recibido el nombre de «Ilustración».
Dicho movimiento se cimienta, a grandes rasgos, en el espíritu crítico, que rompe abruptamente con el principio de
autoridad, en el predominio de la razón y su fundamentación en la experiencia. Esta estructura del saber tiene como
consecuencia que la filosofía y la ciencia sean las disciplinas más valoradas. Este período ha sido conocido en la Historia
de las Ideas como "Siglo de las Luces" o "Siglo de la razón". Su característica más relevante es la búsqueda de la felicidad
humana a través de la cultura y el progreso. Las nuevas ideas asociadas al pensamiento ilustrado hicieron que el arte y la
literatura se orientaran hacia un nuevo clasicismo (Neoclasicismo), del que se deriva el adjetivo "neoclásico". En
literatura se busca la expresión moderada de las emociones, y emular normas y reglas clásicas (puestas de actualidad
gracias a los descubrimientos arqueológicos de este período). Al mismo tiempo se valoró el equilibrio y la armonía como
el principio estético dominante. Tradicionalmente se ha tendido a afirmar que contra tanta rigidez se reaccionó a finales
de siglo, produciéndose una vuelta al mundo de los sentimientos, otorgándole el nombre de "Prerromanticismo"
6. ROMANTICISMO.
El Romanticismo es un movimiento cultural y político originado en Alemania y en el Reino Unido a finales del siglo
XVIII y comienzos del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la Ilustración y el
Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su característica fundamental es la ruptura con la tradición
clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso es
que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el romanticismo es una manera de sentir y concebir la
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naturaleza, la vida y al hombre mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se desarrolla;
incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a Alemania hasta llegar a países como
Francia, Italia, Argentina, España, México, etc. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas
corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo, el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación
general de Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo hispanoamericano. Tuvo
fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes
vanguardistas del siglo XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del yo.
7. REALISMO.
El Realismo literario es una corriente estética que supuso una ruptura con el Romanticismo, tanto en los aspectos
ideológicos como en los formales, en el tercio central del siglo XIX.
Durante este periodo los escritores dejaron de centrarse en sí mismos y pusieron su interés en la sociedad, observando y
describiendo objetivamente los problemas sociales, y para ello se valieron de un nuevo tipo de novela, la novela
burguesa. En cuanto a la expresión, prefirieron un estilo más sencillo, sobrio y preciso, en el que adquirió relevancia la
reproducción del habla coloquial, especialmente en los diálogos, es decir, adoptando los niveles de lenguaje adecuados
a los personajes, que representaban todos los estratos sociales.
Se halla inscrito en un movimiento más amplio que afecta también a las artes plásticas, a la fotografía (que surge con el
siglo XIX), y a la filosofía (positivismo, darwinismo, marxismo, método experimental). La estética del Realismo, fascinada
por los avances de la ciencia, intenta hacer de la literatura un documento que pueda servir de testimonio de la sociedad
de su época. Por ello describe todo lo cotidiano y prefiere los personajes comunes y corrientes, basados en individuos
reales de los que toma nota a través de cuadernos de observación, a los personajes extravagantes o insólitos típicos del
Romanticismo. Esta estética propugna a su vez una ética, una moral fundamentada en la objetividad y el materialismo
filosófico.
En cuanto a los procedimientos literarios del Realismo, son característicos el uso de la descripción detallada y minuciosa,
con enumeraciones y sustantivos concretos; el del párrafo largo y complejo provisto de abundante subordinación, la
reproducción casi magnetofónica del habla popular, sin idealizarla, y un estilo poco caracterizado, un lenguaje "invisible"
que caracterice personajes, hechos y situaciones objetivamente sin llamar la atención sobre el escritor.
Los rasgos fundamentales del Realismo son los siguientes:
Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y exacta de la realidad
Se opone al Romanticismo en su rechazo de lo sentimental y lo trascendental; aspira, en cambio, a reflejar la
realidad individual y social en el marco del devenir histórico.
Hace un uso minucioso de la descripción, para mostrar perfiles exactos de los temas, personajes, situaciones e
incluso lugares; lo cotidiano y no lo exótico es el tema central, exponiendo problemas políticos, humanos y
sociales.
El lenguaje utilizado en las obras abarca diversos registros y niveles de lenguaje, ya que expresa el habla
común y se adapta a los usos de los distintos personajes, que son complejos, evolucionan e interactúan
influyendo en otros.
Las obras muestran una relación mediata entre las personas y su entorno económico y social, del cual son
exponente; la historia muestra a los personajes como testimonio de una época, una clase social, un oficio, etc.
El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad.
Transmite ideas de la forma más verídica y objetiva posible.
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8. COSTUMBRISMO.
El costumbrismo literario es la aplicación del movimiento artístico conocido como costumbrismo a las obras literarias. El
costumbrismo literario consiste en reflejar los usos y costumbres sociales sin analizarlos ni interpretarlos, ya que de ese
modo se entraría en el realismo literario, con el que se halla directamente relacionado. Así, se limita a la descripción,
casi pictórica, de lo más externo de la vida cotidiana. Por lo general se da en prosa más que en verso, lo cual no quiere
decir que sea privativo; el género teatral ha dado grandes obras costumbristas
Dentro de obras de mayor calado y de diferentes estilos se da el incluir cuadros costumbristas a lo largo de toda la
historia de la literatura y no sólo en el siglo XIX, cuando tuvo su apogeo este tipo de literatura, especialmente en la
literatura española.
Tendencia o género literario que se caracteriza por el retrato e interpretación de las costumbres y tipos del País. La
descripción que resulta es conocida como "cuadro de costumbres" si retrata una escena típica, o "artículo de
costumbres" si describe con tono humorístico y satírico algún aspecto de la vida.
Se tiende a hablar del costumbrismo referido sobre todo a autores a partir del siglo XIX, cuando la burguesía, tras el
estallido romántico o incluso dentro de él, siente la melancolía de sus perdidos orígenes campesinos y ve que con la
Revolución Industrial y el éxodo del campo a la ciudad ciertas costumbres y valores tradicionales empiezan a perderse
o transformarse, pero también para diferenciarse y ditinguirse claramente de ellas.
El costumbrismo, a diferencia del Realismo, con el que se halla estrechamente relacionado, no realiza un análisis de esos
usos y costumbres que relata y por tanto se queda en un mero retrato o reflejo sin opinión de dichas costumbres,
motivo por el que a menudo se habla de cuadros costumbristas o de género para referirse a cualquiera de estas
manifestaciones, no sólo a las pictóricas. Por otra parte, el género literario del libro de viajes se muestra, cuando no
aparece analizado y crítico, sino meramente impresionista, la misma desviación superficial o defecto que cabe
denominar Pintoresquismo.
9. NATURALISMO.
El naturalismo es un estilo artístico, sobre todo literario, que apareció en Europa hacia finales del Siglo XIX, basado en
reproducir la realidad con una objetividad documental en todos sus aspectos, tanto en los más sublimes como los más
vulgares. Su máximo representante, teorizador e impulsor fue el escritor Émile Zola.
De acuerdo con el naturalismo la composición literaria debe basarse en una representación objetiva y empírica del ser
humano. Se diferencia del realismo en que incorpora una actitud amoral en la representación objetiva de la vida. Los
escritores naturalistas consideran que el instinto, la emoción o las condiciones sociales y económicas rigen la conducta
humana, rechazando el libre albedrío y adoptando en gran medida el determinismo biológico de Charles Darwin y el
económico de Karl Marx.
El naturalismo surgió por primera vez en las obras de los escritores franceses Edmond Huot de Goncourt, su hermano
Jules Huot de Goncourt y Émile Zola, en cuyo ensayo ‘La novela experimental’ (1880) expuso su teoría del naturalismo
literario. El naturalismo en España, más que una corriente literaria, se plasmó en obras y periodos concretos de
escritores como Benito Pérez Galdós, con La desheredada (1881); Leopoldo Alas Clarín en La regenta (1884); Armando
Palacio Valdés, El señorito Octavio (1881) y Vicente Blasco Ibáñez en su llamado ‘ciclo valenciano’. Emilia Pardo Bazán
fue probablemente la única escritora que defendió abiertamente el naturalismo en su ensayo La cuestión palpitante
(1883). Sus novelas Los pazos de Ulloa (1886) y El cisne de Vilamorta (1885), entre otras, se consideran naturalistas.
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10. MODERNISMO.
Movimiento literario y cultural que se desarrolló a finales del Siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. El
modernismo hunde sus raíces en la historia y la cultura europeas y su determinación de asimilar esta herencia es una de
sus marcas características. El término modernista no fue empleado generalmente por los representantes del propio
movimiento, que preferían calificar sus obras y teorías estéticas de ‘modernas’.
El Modernismo surgió en los últimos años del siglo XIX en Europa y en América. Las incipientes corrientes del
pensamiento de fin de siglo tenían la intención de renovar la situación social y política, así como las tendencias artísticas
del momento, es decir, Realismo y Naturalismo. En un principio el término “modernista” tuvo carácter despectivo ya que
era utilizado por aquellos que se oponían a las novedades, pero con el tiempo pasó a designar, sin ninguna connotación
negativa, a los cultivadores de esta nueva tendencia. Puede decirse que el Modernismo empieza a gestarse en los
primeros años de la década de los 80 del siglo XIX. Su desarrollo llegaría hasta la Primera Guerra Mundial.
11. VANGUARDIAS.
El término vanguardismo (del francés avant-garde, término del léxico militar que designa a la parte más adelantada del
ejército, la que confrontaría la «primera línea» de avanzada en exploración y combate) se utilizó posteriormente para
denominar, en el terreno artístico, las llamadas vanguardias históricas, una serie de movimientos artísticos de
principios del siglo XX que buscaban innovación en la producción artística.
El vanguardismo se manifiesta a través de varios movimientos que, desde planteamientos divergentes, abordan la
renovación del arte o la pregunta por su función social, desplegando recursos que quiebren o distorsionen los sistemas
más aceptados de representación o expresión artística, en teatro, pintura, literatura, cine, arquitectura o música, entre
otros.
Estos movimientos artísticos renovadores, en general dogmáticos, se produjeron en Europa en las primeras décadas del
siglo XX, desde donde se extendieron al resto de los continentes, principalmente hacia América, en donde se
enfrentaron al modernismo.
La característica primordial del vanguardismo es la libertad de expresión, que se manifiesta alterando la estructura de
las obras, abordando temas tabú y desordenando los parámetros creativos: en poesía se rompe con la métrica y cobran
protagonismo aspectos antes irrelevantes, como la tipografía.