El Imperio Bizantino surgió del Imperio Romano de Oriente tras ser dividido por el emperador Teodosio I entre sus hijos. El emperador Constantino I trasladó la capital a Bizancio y cambió el latín por el griego. Durante su milenio de existencia, el Imperio Bizantino fue un bastión del cristianismo y protegió a Europa Occidental del avance del Islam, además de establecer una moneda estable y tener gran influencia cultural. Finalmente cayó ante el asedio otomano en 1453
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Clase imperio bizantino 2016
1. IMPERIO BIZANTINO
Surge sobre la base del imperio romano de oriente. El emperador Teodosio I dividió el imperio entre sus hijos; Arcadio Oriente y
Honorio Occidente.
El proceso de formación de este imperio se inició cuando el emperador Constantino I el Grande trasladó la capital a la antigua ciudad
de Bizancio, abandonando el antiguo título imperial de “Augusto” para pasar a ser llamados basileus (palabra griega que significa
'rey' o 'emperador'), título que los gobernantes bizantinos llevarían hasta el final del Imperio, cambiando también el latín por el griego.
Durante su milenio de existencia el Imperio fue un bastión del cristianismo, y protegió a Europa Occidental del avance del Islam. Fue
uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por toda el área
mediterránea, además influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de Europa y
de Oriente Medio.
LIMITES
Norte: Rumania, Transilvania (Europa) y la Península de Anatolia (Asia).
Sur: Egipto y el Mar Rojo.
Este: Siria, Antioquía y El Líbano.
Oeste: Libia (África, Grecia y Macedonia (Europa).
HISTORIA
El emperador Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, consistente en la división del Imperio en
dos partes, gobernadas por dos emperadores augustos y dos césares. Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia y se abrió
un período de guerras civiles que no concluyó hasta el año 324, cuando Constantino I el Grande unificó ambas partes del Imperio.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó «Nueva Roma», pero se la conoció popularmente como
Constantinopla ('La Ciudad de Constantino'). Constantino fue también el primer emperador en adoptar el cristianismo, incluso se sostiene que fue el
quien ordenó la construcción de grandes murallas que fueron, sin duda, la obra más notable de la ciudad. Estos muros, que fueron extendidos y
reconstruidos, combinados con un puerto fortificado y una flota, convirtieron a Constantinopla en una fortaleza prácticamente inexpugnable y
ciertamente la más grande de la Alta Edad Media
El cristianismo aumenta su influencia a lo largo del siglo IV y terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria,
religión oficial del Imperio.
Otro acontecimiento clave en la historia del Imperio romano y bizantino fue la batalla de Adrianópolis en 378, en la cual murió el
emperador Valente y las mejores legiones romanas fueron vencidas por los visigodos. El Imperio romano fue nuevamente dividido por el sucesor
de Valente, Teodosio I (apodado «el Grande»), quien reinó sobre las dos partes desde 392: siguiendo los principios dinásticos establecidos por
Constantino, en 395, Teodosio donó las dos mitades del imperio a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.
LA DECADENCIA DEL IMPERIO (1056-1261)
Tras el período de esplendor que supuso el renacimiento macedónico, en la segunda mitad del siglo XI comenzó un período de crisis, marcado por
la creciente feudalización del Imperio y su debilidad ante la aparición de dos poderosos nuevos enemigos: los turcos selyúcidas y los reinos
cristianos de Europa Occidental.
La historia de Bizancio es la de una prologada decadencia, así por el lado oriental el avance turco redujo casi a la nada los dominios asiáticos del
Imperio romano.
Ante la amenaza oriental Constantinopla recurrió a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes estados ponían como condición la
reunificación de la iglesia católica y la ortodoxa. La unidad de las iglesias fue considerada, y ocasionalmente llevada a cabo por decreto legal, pero
los ciudadanos ortodoxos no aceptarían el catolicismo romano, incluso muchos prefirieron dejar al Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los
otomanos conquistaron los territorios restantes.
La Caída de Constantinopla finalmente se produjo después de un sitio de dos meses llevado a cabo por Mehmet II el 29 de mayo de 1453. El último
emperador Bizantino, Constantino XI Paleologo, fue visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de los sitiadores
otomanos, que superaban de manera aplastante a los bizantinos. Mehmet II también conquistó Mistra en 1460 y Trebisonda en 1461.
FINAL DEL IMPERIO BIZANTINO
Las hostilidades comenzaron el 6 de abril. Durante todo ese mes la artillería sometió a las murallas a una presión constante e, incluso, el gran
cañón de asedio construido por Urbano se agrietó por sobrecarga y tuvo que ser reparado
A finales de abril se produjeron dos acontecimientos importantes: el 20 de abril una pequeña flota genovesa-bizantina logró sortear el cerco turco
mientras que poco después, en la noche del 21 al 22 de abril, sesenta pequeños veleros turcos fueron transportados por tierra desde el estrecho de
Bósforo hasta el Cuerno de Oro. Los bizantinos fracasaron en su intento de quemar los veleros y éstos fueron finalmente empleados para construir
un puente de pontones desde donde bombardear con cañones las murallas bizantinas del Cuerno de Oro.
A finales de mayo la corte otomana presionó al Sultán y el día 29 de mayo comenzó el ataque final. Los bizantinos no lograron resistir las tres
oleadas consecutivas de incursiones otomanas. Al atardecer de ese día los jenízaros se abrieron paso a través de los muros destruidos por la
artillería junto a la puerta de San Romano y la bandera turca ondeó en las hasta entonces inexpugnables murallas de Constantinopla.
2. IMPERIO BIZANTINO
Surge sobre la base del imperio romano de oriente. El emperador Teodosio I dividió el imperio entre sus hijos; Arcadio Oriente y
Honorio Occidente.
El proceso de formación de este imperio se inició cuando el emperador Constantino I el Grande trasladó la capital a la antigua ciudad
de Bizancio, abandonando el antiguo título imperial de “Augusto” para pasar a ser llamados basileus (palabra griega que significa
'rey' o 'emperador'), título que los gobernantes bizantinos llevarían hasta el final del Imperio, cambiando también el latín por el griego.
Durante su milenio de existencia el Imperio fue un bastión del cristianismo, y protegió a Europa Occidental del avance del Islam. Fue
uno de los principales centros comerciales del mundo, estableciendo una moneda de oro estable que circuló por toda el área
mediterránea, además influyó de modo determinante en las leyes, los sistemas políticos y las costumbres de gran parte de Europa y
de Oriente Medio.
LIMITES
Norte: Rumania, Transilvania (Europa) y la Península de Anatolia (Asia).
Sur: Egipto y el Mar Rojo.
Este: Siria, Antioquía y El Líbano.
Oeste: Libia (África, Grecia y Macedonia (Europa).
HISTORIA
El emperador Diocleciano, a finales del siglo III, instituyó el régimen de gobierno conocido como tetrarquía, consistente en la división del Imperio en
dos partes, gobernadas por dos emperadores augustos y dos césares. Tras la abdicación de Diocleciano el sistema perdió su vigencia y se abrió
un período de guerras civiles que no concluyó hasta el año 324, cuando Constantino I el Grande unificó ambas partes del Imperio.
Constantino reconstruyó la ciudad de Bizancio como nueva capital en 330. La llamó «Nueva Roma», pero se la conoció popularmente como
Constantinopla ('La Ciudad de Constantino'). Constantino fue también el primer emperador en adoptar el cristianismo, incluso se sostiene que fue el
quien ordenó la construcción de grandes murallas que fueron, sin duda, la obra más notable de la ciudad. Estos muros, que fueron extendidos y
reconstruidos, combinados con un puerto fortificado y una flota, convirtieron a Constantinopla en una fortaleza prácticamente inexpugnable y
ciertamente la más grande de la Alta Edad Media
El cristianismo aumenta su influencia a lo largo del siglo IV y terminó por ser proclamada por el emperador Teodosio I, a finales de dicha centuria,
religión oficial del Imperio.
Otro acontecimiento clave en la historia del Imperio romano y bizantino fue la batalla de Adrianópolis en 378, en la cual murió el
emperador Valente y las mejores legiones romanas fueron vencidas por los visigodos. El Imperio romano fue nuevamente dividido por el sucesor
de Valente, Teodosio I (apodado «el Grande»), quien reinó sobre las dos partes desde 392: siguiendo los principios dinásticos establecidos por
Constantino, en 395, Teodosio donó las dos mitades del imperio a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.
LA DECADENCIA DEL IMPERIO (1056-1261)
Tras el período de esplendor que supuso el renacimiento macedónico, en la segunda mitad del siglo XI comenzó un período de crisis, marcado por
la creciente feudalización del Imperio y su debilidad ante la aparición de dos poderosos nuevos enemigos: los turcos selyúcidas y los reinos
cristianos de Europa Occidental.
La historia de Bizancio es la de una prologada decadencia, así por el lado oriental el avance turco redujo casi a la nada los dominios asiáticos del
Imperio romano.
Ante la amenaza oriental Constantinopla recurrió a Occidente en busca de ayuda, pero los diferentes estados ponían como condición la
reunificación de la iglesia católica y la ortodoxa. La unidad de las iglesias fue considerada, y ocasionalmente llevada a cabo por decreto legal, pero
los ciudadanos ortodoxos no aceptarían el catolicismo romano, incluso muchos prefirieron dejar al Imperio sucumbir, y no hicieron nada cuando los
otomanos conquistaron los territorios restantes.
La Caída de Constantinopla finalmente se produjo después de un sitio de dos meses llevado a cabo por Mehmet II el 29 de mayo de 1453. El último
emperador Bizantino, Constantino XI Paleologo, fue visto por última vez cuando entraba en combate con las tropas de jenízaros de los sitiadores
otomanos, que superaban de manera aplastante a los bizantinos. Mehmet II también conquistó Mistra en 1460 y Trebisonda en 1461.
FINAL DEL IMPERIO BIZANTINO
Las hostilidades comenzaron el 6 de abril. Durante todo ese mes la artillería sometió a las murallas a una presión constante e, incluso, el gran
cañón de asedio construido por Urbano se agrietó por sobrecarga y tuvo que ser reparado
A finales de abril se produjeron dos acontecimientos importantes: el 20 de abril una pequeña flota genovesa-bizantina logró sortear el cerco turco
mientras que poco después, en la noche del 21 al 22 de abril, sesenta pequeños veleros turcos fueron transportados por tierra desde el estrecho de
Bósforo hasta el Cuerno de Oro. Los bizantinos fracasaron en su intento de quemar los veleros y éstos fueron finalmente empleados para construir
un puente de pontones desde donde bombardear con cañones las murallas bizantinas del Cuerno de Oro.
A finales de mayo la corte otomana presionó al Sultán y el día 29 de mayo comenzó el ataque final. Los bizantinos no lograron resistir las tres
oleadas consecutivas de incursiones otomanas. Al atardecer de ese día los jenízaros se abrieron paso a través de los muros destruidos por la
artillería junto a la puerta de San Romano y la bandera turca ondeó en las hasta entonces inexpugnables murallas de Constantinopla.
3. JUSTINIANO
Los días de gloria del Imperio bizantino llegaron en el siglo VI, con el reinado de Justiniano I, cuyos ejércitos reconquistaron el norte de África y
mantuvieron cierto equilibrio, sea mediante la guerra o mediante tratados de paz, con el Imperio sasánida; no obstante, tales éxitos militares
conllevaron varios problemas: el coste de las guerras dejó exhausto al imperio y la ampliación de sus fronteras las tornó vulnerable
Estando en el poder, Justiniano el viejo, perteneciente a una dinastía de origen macedónico, considerada a Bizancio como la única sucesora
legítima de la grandeza de Roma. Intentó recuperar la unidad romana y para ello atendió dos aspectos fundamentales: la reconquisto de los
territorios occidentales y el fortalecimiento del poder real.
LA ICONOCLASTÍA
Entre los años 726 y 843, el Imperio Bizantino fue desgarrado por las luchas internas entre los iconoclastas, partidarios de la prohibición de
las imágenes religiosas, y los iconódulos, contrarios a dicha prohibición. La iconoclasia se nos presenta como la arremetida de las tendencias
orientalizantes en contra no sólo del helenismo clásico y su aprecio por la belleza artística, sino también de una profunda convicción de los
cristianos que ven en las imágenes (íconos) un medio para acercarse a lo Trascendente. En efecto, el arte bizantino no tiene como fin el mero goce
estético, sensual, sino que debe producir una conmoción que eleve el alma hacia Dios: "per visibilia ad invisibilia", de los visible y corpóreo, hacia lo
invisible e incorpóreo, decía el Pseudo Dionisio Areopagita. En la defensa de la veneración de los íconos los bizantinos se jugaban, pues, la
Salvación de sus almas, y es esto lo que explica la férrea disposición que manifestaron al defender sus creencias. El triunfo de los iconódulos,
veneradores de imágenes, en 843 -la Fiesta de la Ortodoxia, verdadera efeméride nacional bizantina-, marca también el triunfo del helenismo
cristianizado.
La primera época iconoclasta se prolongó desde 726, año en que León III (717-741) suprimió el culto a las imágenes, hasta 783, cuando fue
restablecido por el II Concilio de Nicea. La segunda tuvo lugar entre 813 y 843. En este año fue restablecida definitivamente la ortodoxia.
Según algunos autores, el conflicto iconoclasta refleja también la división entre el poder estatal (los emperadores, la mayoría partidarios de la
iconoclastia), y el eclesiástico (el patriarcado de Constantinopla, en general iconódulo); también se ha señalado que mientras que en Asia Menor
eran mayoría los iconoclastas, la parte europea del Imperio era más bien partidaria del culto a las imágenes.
FINAL DEL IMPERIO BIZANTINO
Las hostilidades comenzaron el 6 de abril. Durante todo ese mes la artillería sometió a las murallas a una presión constante e, incluso, el gran
cañón de asedio construido por Urbano se agrietó por sobrecarga y tuvo que ser reparado. Los turcos buscaron destruir en dos ocasiones la gran
cadena que protegía el Cuerno de Oro a la vez que intentaron atacar las fortificaciones terrestres con torres de asalto desde las que pretendieron
rellenar el foso, pero fracasaron. Las principales incursiones se produjeron en el valle del rio Lico, en el tramo defendido por el emperador y el
genovés Giustiniani.
A finales de abril se produjeron dos acontecimientos importantes: el 20 de abril una pequeña flota genovesa-bizantina logró sortear el cerco turco
mientras que poco después, en la noche del 21 al 22 de abril, sesenta pequeños veleros turcos fueron transportados por tierra desde el estrecho de
Bósforo hasta el Cuerno de Oro. Los bizantinos fracasaron en su intento de quemar los veleros y éstos fueron finalmente empleados para construir
un puente de pontones desde donde bombardear con cañones las murallas bizantinas del Cuerno de Oro.
El 6 de mayo, Mehmet II ordenó un ataque general con treinta mil hombres sobre las murallas en el tramo más hostigado hasta entonces, entre las
puertas de San Romano y de Carisio. En los días siguientes las fortificaciones fueron duramente bombardeadas y una segunda oleada de
atacantes golpeó los muros desde la puerta de Carisio hacia el norte.
Aunque las murallas sufrieron en algunos tramos graves desperfectos, los asediados resistieron. A mediados de mayo hubo un nuevo intento fallido
de romper la gran cadena, como también fue un fracaso el intento de los minadores serbios de hundir la muralla a la altura de la puerta de Carisio.
Algunos días después, los atacantes lograron acercar una torre de asedio a la muralla y cubrir el foso hasta levantar un gran montículo de arena
que alcanzaba la altura de la muralla. Aunque los bizantinos destruyeron la torre con fuego griego, los otomanos habían conseguido debilitar sus
defensas.
A finales de mayo, aunque corrió el rumor de la cercanía de un posible ejército de socorro y los sectores de la corte otomana contrarios a la guerra
presionaron al Sultán, este estaba decidido. El día 29 de mayo comenzó el ataque final. Los bizantinos no lograron resistir las tres oleadas
consecutivas de incursiones otomanas. El comandante genovés Giustiniani, que había sido un símbolo de la resistencia, fue gravemente herido y la
desmoralización cundió entre los defensores. Al atardecer de ese día los jenízaros se abrieron paso a través de los muros destruidos por la artillería
junto a la puerta de San Romano y la bandera turca ondeó en las hasta entonces inexpugnables murallas de Constantinopla.
Aunque en los momentos inmediatamente posteriores a la conquista hubo saqueo y pillaje, el día 31 de mayo el Sultán prohibió los actos
vandálicos y se aseguró que se preservera su autoridad y la seguridad de la ciudadanía griega. De hecho, el grado de destrucción fue limitado, al
contrario de lo que escribieron después las fuentes cristianas: el sultán mantuvo en sus hogares a muchos cristianos e incluso pagó los rescates de
muchos que habían caído prisioneros en manos de sus hombres. Tampoco destruyó Santa Sofía, la convirtió en mezquita y conservó sus frescos
bajo una capa de yeso. Mehmet pretendía convertir la ciudad en su nueva esplendorosa capital y para ello necesitaba también lo que los vencidos
podían aportar, necesitaba una ciudad cosmopolita y rica en culturas.
En Occidente la caída de Constantinopla fue recibida con pesar, aunque el mundo cristiano no hizo verdaderos esfuerzos por evitarla. Por su parte
el mundo islámico aplaudió la hazaña, aunque muchos soberanos musulmanes rivales de los otomanos vieron con disgusto una conquista que
abrió el paso a la hegemonía otomana sobre el Islam que se prolongó hasta comienzos del siglo XX.
PAISES QUE FUERON TERRITORIO BIZANTINO
Los países actuales son:
Italia, suiza, Austria, Eslovenia, Croacia, Hungría, Rumania, serbia, bosnia, monte negro, macedonia, Bulgaria, Grecia, sur de España, Turquía,
siria, Jordania, norte de Libia, Túnez y norte de Argelia.