Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
Amalia y punto,2
1. Amalia y punto.
Esta historia comienza con una joven muy inquieta y soñadora llamada Amalia.
Ella era una estudiante muy responsable, pero despistada que tenía un problema
con un ramo en particular, la geometría. Poder visualizar los conceptos de este
ramo le complicaba mucho puesto que desde pequeña escuchó que las
matemáticas eran muy difíciles, que todos la odiaban, que no servían para nada
etc… y a raíz de eso generó un rechazo espontaneo frente a ese concepto. A
muchos de nosotros nos pasa lo mismo, por ejemplo nos cuentan que una película
es mala y nosotros sin siquiera haberla visto nos hacemos la idea de que es así.
En fin, Amalia sufría en esas clases, temía que el profesor le preguntara delante
de todos o se aterraba el solo hecho de pensar que algún día tendría que pasar a
la pizarra.
A duras penas había aprobado sus cursos matemáticos anteriores, con mucho
esfuerzo pero varias veces aprendiendo casi de memoria, sin desarrollar ni
comprender en muchas ocasiones la totalidad de los contenidos. Pero ya estaba
ahí y tenía que esforzarse por lograr su cometido que era aprobar.
El tema era a simple vista fácil, se trataba de comprender el concepto de punto,
recta y plano. ¡Cómo algo tan simple me amarga tanto la existencia! Reclamaba
al leer una y otra vez su libro. Esa tarde estuvo encerrada en la biblioteca del
colegio leyendo incansablemente el libro que el profesor le había recomendado.
¿No les he hablado del profesor aún? Bueno, él era un hombre sabio, de
contextura un poco delgada, lentes gruesos y una mirada que transmitía
confianza. El conocía su problema pues la veía durante las clases, su cara de
desesperación, cuando se tomaba la cabeza y casi imploraba ayuda divina para
que los conocimientos le entraran en su cabecita. Consciente de esto, una
mañana se le acercó y aparte de recomendarle ese libro, le ofreció un consejo que
Amalia no dudó en aceptar. Él le dijo -Todo esfuerzo tiene recompensa. Ahora te
complica pero si logras entender esto, lo demás se va a dar casi por magia. ¿O
crees que yo nací sabiendo estas cosas? Y se fue.
Ella sabía que su profesor era un erudito y que era una suerte tenerlo ahí y
con esa inspiración que le transmitió su profe, Se mentalizó y se puso a estudiar.
Llegado el atardecer, cansada y con hambre, dejó la biblioteca y volvió a su
casa con su libro y su bolso. Pensando, cabizbaja, en ese maldito punto, que no
tiene dimensión, ni longitud, ni área ni volumen… cómo algo que casi no existe va
a generar todos los elementos de la geometría. Es inconcebible.
Ya de noche hacía mucho frio por lo demás, había mucha neblina, los autos y
las personas apenas se veían, era una tarde triste y desmotivadora justo como se
sentía esta pequeña. Cuando llego a su casa su mamá la estaba esperando con
2. la once servida y la estufa encendida. – ¿Qué sucede hija? Le preguntó al verla
tan sombría. -Nada madre. Contestó Amalia. La típica respuesta que damos los
hijos a nuestros padres cuando no queremos dar explicación. Su mamá la abrazó
con amor y le dijo – todos los problemas tienen solución… esa típica respuesta
que encaja en todas las problemáticas y que no era la excepción en este caso.
Amalia cansada y sin ganas de seguir leyendo cayó rendida en su cama sin
alcanzar ni siquiera a decir una sola palabra. Así durmió como si no lo hubiera
hecho en días. Era un sueño tan profundo que se podía caer el mundo a pedazos
y ella no despertaría, pasaron los minutos y de repente, de la nada, abrió los ojos
y se sintió más liviana que de costumbre, sin frío, sin malestar, feliz.
Se encontraba en la sala de estudios con el profesor y algunos compañeros.
Era un sueño, pero no lo tenía del todo claro. No había indicios de ello. Es en ese
momento en donde la fantasía comienza a suceder, se encontraba en la sala de
clases y junto a ella se encontraba el profesor y sus compañeros que estaban
conversando, pero sus voces se hacían cada vez más débiles hasta desvanecerse
por completo, luego se comienzan a desvanecer las siluetas hasta desaparecer y
así se sucedieron los libros, cuadernos, las mesas, sillas, la escuela, los árboles,
autos, edificios, todo al final; sólo quedó ella de pie en un desierto que no tenía ni
siquiera arena, era un piso blanco, cielo blanco. La escena fantástica no le
asustaba dada a la personalidad de esta niña, lo que veían sus ojos era una
maravillas pues algo así no se pasa todos los días, de repente, por algunos
segundos la misma Amalia desapareció y quedó la nada, el silencio absoluto, sin
tiempo, espacio, nada de nada.
Y es aquí donde comienza la magia, Amalia se vio nacer en un pequeño punto
en esa nada envolvente. De tanto estudiar sobre el punto y sus características que
lo llego a soñar encarnada en ella misma. Era un sueño extraño… ¿Soy un punto?
Luego comenzó a recordar todos sus estudios de geometría, recordó que en una
parte decía que una recta era un punto en movimiento entre varias definiciones así
que pensó – y si me muevo de este lugar dejando unas copias de mí una al lado
de otra todas muy bien pegadas entre sí, tan pegadas que si trataba de separarlas
aparecería otra entre ellas y Allí comprendió que por más que tratara siempre iba
a haber una copia que aparecería infinitamente. Sin darse cuenta de todo el
recorrido que llevaba moviéndose hacia ambos lados vio que no encontraba su
comienzo ni su final, que era infinita en longitud, que ya era una recta, una extensa
recta, sin principio ni final. Pero si llegamos hasta aquí, por qué no seguir dijo. – si
ya soy una recta, lo lógico es que quiera convertirme en un plano. Pero como lo
hago. Y se le ocurrió ordenarle a todos los puntos de esa recta moverse en la
misma dirección replicándose hacia al frente y hacia atrás, era como formar una
alfombra de puntos que formaron primeramente la recta y luego esa recta que
formó el plano.
3. -¡Qué alegría más grande! Dijo Amalia soy un plano ahora, puedo dibujar
figuras geométricas sobre mí simplemente debo crear los ejes cartesianos y
ubicarme en el origen, desde aquí podré ver toda mi creación. Y lo hizo, creo más
rectas, recordó algunas ecuaciones y las dibujo sobre ella, figuras de todas las
formas y así estuvo por mucho rato.
Hasta que en un momento pensó que algo faltaba pero no sabía bien que era.
Era todo muy plano, las dos dimensiones dejaban ese gustillo de que algo faltaba.
-¡Claro! Era la dimensión que faltaba, la tercera dimensión.
Así que sin más deja fluir su imaginación y de uno de los cuadrados que tenía
ya sobre el plano comenzó a erguirse en frente de ella, se estaba convirtiendo en
un cubo inmenso y atrás de este otras figuras más. Era la euforia ver tal
acontecimiento frente a sus ojos, como ser omnipresente se podía transportar por
todo el plano espacial con el solo hecho de pensarlo, no cabía de alegría.
Pensar que de pasar a ser un pequeño punto en la nada había llegado a ser lo
que era en ese instante. Recordó a su profesor y su sabio consejo, ahí
comprendió que de alguna forma la vida se iba a encargar de darle las
herramientas para vivirla, solo se necesitaba el esfuerzo y la imaginación.
Roberto Hernández Garcés